15 "Él"
Él.
El, que me hace suspirar por lo feliz que soy a su lado. Ni siquiera yo sé como pasó todo tan rápido, como yo caí en su mirada como un loco.
El que me hace olvidar de todos mis problemas con solo sonreir.
El que me hace sentir mariposas y un sinfín de emociones que no tienen explicación
¿Cómo es que me enamoré así de él?
Me hace volar como una paloma por las nubes y con él, el cielo siempre está azul, junto a un sol con sus rayos radiantes que deja ciego a cualquiera que lo mire.
Él es mí sol.
Alumbra mis días, despeja mi mente y me hace reir como nunca nadie lo ha hecho en mucho tiempo.
¿Cómo es que de un día para el otro, Jisung despierta esto en mí?
¿Se lo tengo que contar a Lisa? ¿A mí padre? ¿Se pondrán felices? ¿Estarán cómodos con esto?
Bien, creo que tengo que esperar para contárselo. Solo será por un tiempo y si esto va bien con mi Jisung, lo confesaré.
Mi Jisung.
Siento como unos labios húmedos y cálidos, besan mi frente y unas manos acarician el largo de mi brazo que rodean su cintura.
Abro los párpados, encontrándome con la luz del sol, que entra desde la ventana y el sonido de unos pájaros cantando.
Alzo la vista y unos ojos color café cuyo brillo característico en sus pupilas ya me están observando.
Estiro mi cuerpo, tratando de liberar todas las tensiones, acomodando mi rostro en su pecho y abrazándolo aún más.
—Mmmm... Buenos días —dejo un beso en su pectoral izquierdo, justo por encima de su corazón.
—Buenos días —pasa su mano alrededor de mi cadera, enredando nuestras piernas —. ¿Te sientes bien? Creo que podrías quedarte conmigo, todo el día —sonríe mirándome.
—Estoy bien, solo tengo que ir por Lisa y luego tengo clases.
—Y luego trabajas y yo no tengo casi tiempo de verte —pasa una mano tratando de acomodar su cabellera rubia.
—Puedes pasarte por la tarde en la cafetería, siempre y cuando no te pongas celoso.
—¿Celoso? ¿Yo? —me mira sorprendido —. Ah, sí, te lo dije mientras te follaba.
Una de sus manos acaricia mi trasero mientras posa sus labios sobre los míos, pero lo empujo para separarme.
—¡Jisung! —estalla en carcajadas.
—Por cierto, para ser tu primera vez, estuviste jodidamente sexy —ya no sé dónde esconder mi rostro sonrojado.
—¡Jisung, para! —largo una risa nerviosa, recordando lo que pasó ayer.
Nunca me sentí tan cómodo y confiado como para hacer algo así.
Ésta es mi primera vez.
Él es mi primera vez.
—Iré a hacer el desayuno —trato de salir de sus brazos pero me atrae hacia él con más fuerza.
—No, quédate aquí —vuelve a besarme —. Iré yo. No soy experto pero la sirvienta sí, así que ella lo hará, aunque el café no va a saber tan delicioso. Pero tú, quédate aquí, luego iremos por Lisa y luego te llevo a clases, ¿De acuerdo?
—De acuerdo —vuelve a dejarme un corto beso.
Se sienta al borde de la cama y comienza a buscar su pantalón, para luego salir solamente con eso hacia la cocina.
Al mirar su torso desnudo, las imágenes no tardaron en llegar.
Como besaba y lamía todo mi abdomen o como mi piel reaccionaba al calor de su boca. O como me acariciaba con cuidado, con cada toque de sus suaves dedos.
Me hacia volar sobre un paraíso de fuego, donde él me quemaba hasta al punto de hacerme gritar pero del completo placer.
Imito la acción de Jisung. Comienzo a buscar el pantalón y luego la camiseta, para vestirme completamente, volviéndome a acostar en la cama, tapándome un poco con la sábana.
—Y aquí, está tu desayuno —entra a la habitación con una gran bandeja.
Apoya la tabla en medio de los dos y se sienta en diagonal a mí.
Busca el control remoto para prender la televisión en un canal de noticias.
Hay cosas que jamás ví en un desayuno, o más bien, en uno que yo consuma.
Aparte de lo normal, dos tazas de café y jugo, acompañado con algunas tostadas con dos recipientes pequeños con mermelada y mantequilla para untar, hay un plato con frutas con un poco de yogurt y cereales.
—Sí que sabe hacer el desayuno —agarro una fresa.
—Y además de ser chismosa, también sabe hacer espagueti —río ante lo que dice.
Jisung estira sus piernas recarga el peso de su cuerpo en su brazo, llevándose una tostada a la boca.
—¿Seguro te sientes bien? —corre mechones de cabello de su frente y posa su vista en mí.
—Sí, Jisung, me siento bien —mentira, me duele como el mismísimo infierno, pero lo disimulo o eso creo.
—¿Estás seguro que no quieres quedarte? —suplica con un puchero.
Faltaría, solo por él.
—Jisung, no puedo —levanto la taza de café, para beber todo el contenido.
—Entonces —comienza a gatear hacia mí, hundiendo sus manos en el colchón a cada lado de mi cuerpo, con su rostro demasiado cerca —. Iré por la tarde a la cafetería —me besa.
Apoyo mis dedos alrededor de su cuello, atrayendolo más, para intensificar el beso, que nuevamente, hizo que mi mente tenga una serie de recuerdos de la noche anterior.
—¿Con qué excusa? —pregunto con una sonrisa al separarnos.
—No sabía que debo tener una excusa para verte —sale de arriba mío y se sienta a mi lado con cuidado de no golpear la bandeja —. Le diré a Hyunjin que me explique algo de la universidad —arqueo las cejas sin creer lo que dice —. Estadística, muy difícil —largo una carcajada.
Aquí. Quiero quedarme con él. Para siempre.
Ahora que lo pienso. Es algo raro.
Desde que nos conocimos, siempre he hablado yo de mis problemas y nunca le he pregunta nada acerca de su vida.
Qué egoísta.
Él sabe tanto de mí pero yo no se nada de él.
—Hannie —lo miro.
—¿Mmmh? —estira su brazo para beber del jugo.
—¿Te puedo preguntar algo? —aparto la vista hacia la pantalla encendida.
—Claro que puedes, amor.
Trago un poco de saliva, buscando en las letras del banner del canal de noticias cómo formular la pregunta y Jisung mirándome fijo, no me ayuda.
—Pregunta —su mano acaricia mi pierna al ver que no respondo —. Sin miedo, amor.
—¿Qué hay de tus padres? ¿Tienes hermanos o algo así?¿Cómo se llaman, de que trabajan? —quita su mano de mi muslo y vuelve la mirada hacia el televisor, mientras que la mía sigue tratando de comprender sus gestos —. Lo siento, es que nunca hablaste de tí antes —miro mis dedos entrelazados en mi regazo con nerviosismo.
—No te avergüences —alza mi mentón para que nuestros ojos se conecten —. Tienes razón, nunca hablé —se acuesta sobre el respaldo, mirando hacia el techo —. Soy hijo único, mi padre falleció cuando era adolescente, mi madre sigue merodeando por aquí como un fantasma, aparece y desaparece con rapidez —largo una risa —. Vive viajando a China o Japón, hasta a veces al otro lado del mundo, por eso nunca se encuentra en casa.
—Siento lo de tu padre —me acomodo junto a él, abrazándolo y sintiendo sus cálidos brazos rodear mi cuerpo.
¿Cómo es que te puedes sentir a salvo solamente en los brazos de alguien?
Podría vivir así. Viviría feliz.
—Shhh, no te preocupes —acaricia con delicadeza el contorno de mi mandíbula —. ¿Algo más que quieras saber?
—¿Amigos... Novios, novias? —aparto la mirada escondiéndome en su pecho.
—Crecí junto Hyunjin y a Jeongin, asi que más que amigos, ellos son mis hermanos, y de parejas, a decir verdad, tú eres el primero —lo vuelvo a mirar sorprendido y él sonríe.
—¿En serio?
Mi corazón late, tanto que temo que se de cuenta. Trato de alejarme un poco para que no ocurra eso, pero no funciona. Sus brazos me agarran con más fuerza, lo que me impide hacer lo que pretendo.
—No te muevas, me gusta sentir el latido de tu corazón —sonrío.
Jisung cierra sus ojos y yo escondo mi rostro, haciendo que éste se vuelva más rojo y que mi sistema nervioso flaquee por completo, haciendo que mi corazón acelere aún más.
—En verdad me encanta —con sus ojos cerrados, comienza a acariciar mi cuello —. En serio, no quiero que te vayas.
—Pero tengo qué, asi que disfrutemos el momento, podremos volver a estar así otro día —agarro con mi mano su antebrazo, que ahora yace en el costado de mi cintura y lo comienzo a acariciar.
—Pero quiero vivir así.
Se acomoda mejor. Volteando su cuerpo, pasando ambos brazos por mi espalda, descansando su mentón en mi cabeza, mientras que la mía se esconde nuevamente en su cuello.
Mis fosas nasales se inundan de su rico aroma. Es una fragancia de coco combinada con un poco de vainilla.
Su piel es absolutamente suave, es como estar tapado con esas grandes mantas, en donde su textura es de peluche, te calientan el cuerpo enseguida y puedes dormir tranquilo.
Porque sabes que no pasarás frío.
Él es mi manta, es el que cubre mis problemas para yo poder dormir.
—Ponte una camiseta o tendrás un resfriado.
—Tú me calientas, tómalo como quieras.
Dejo un suave beso sobre su clavícula, acariciando su espalda descubierta.
—Si sigues así, te follaré.
Pellizco su piel, ganándome un quejido de dolor fingido por su parte, para luego seguir acariciándolo, pero hay que volver a la realidad.
—Hannie, hay que irnos —mi respiración choca contra su cuello.
—¿Comiste bien? —asiento con la cabeza —. ¿Seguro? —asiento nuevamente —. Entonces vamos.
Deja un suave beso en mi frente y se separa de mí.
Jisung busca una camiseta y su abrigo, mientras que yo coloco mis zapatillas.
Me posiciono frente al espejo para acomodar un poco mi cabello y la camiseta dentro de mi pantalón.
Me abraza por detrás. Rodeandome con sus brazos y apoyando su barbilla en mi hombro, dejando unos besos por mi mejilla.
—Si te sigues mirando, me vas a romper el espejo de lo precioso que eres —largo una carcajada.
Él me da vuelta bruscamente para atrapar mis labios con los suyos.
Su sabor, sus labios, me encantan.
Todo de él.
—Llegamos tarde —trato de articular entre besos.
—De acuerdo, vamos —parece un niño que no se quiere ir del parque.
Su mano baja acariciando mi brazo hasta llegar a mis dedos para entrelazarlos.
Abre la puerta y nos encontramos con la sirvienta. Sus ojos se salen de sus órbitas, su cara es como si hubiera visto a dos muertos caminar frente a ella.
No se mueve. Ni un centímetro.
—¿Oídos largos, Jisoo? —pregunta con una sonrisa sarcástica.
—Buenos días, nuevamente señor —hace una reverencia —. Buenos días, joven Minho —se inclina levemente hacia a mi y yo hago lo mismo.
—Volveré tarde, ¿Sabe cuando mi madre vendrá?
—No señor, no ha llamado en lo que va del día, con su permiso, limpiaré su cuarto —vuelve a inclinarse hacia nosotros y se va.
Bajamos rápidamente las escaleras y sin soltar nuestras manos, él busca mi mochila y la cuelga en su hombro, colocando sus llaves en su dedo índice como si fuera un anillo.
Salimos y nos subimos al auto.
—Te dije que es una chismosa —rie, prendiendo la radio.
—¿Cómo puedes decirle eso? —ambos reímos.
— Ya lleva trabajando unos cinco años y es la única que veo demasiado seguido en mí casa, de día y de noche, aunque no me guste que sea demasiado entrometida, es como una amiga.
—¿Sí? —arqueo ambas cejas y él voltea a mirarme.
—Bueno, tal vez no —ambos volvemos a reir.
—¿Dónde tenemos que ir?
—Tenemos que buscar a Lisa a la casa de su amiga, a unas tres cuadras de la mía.
—¿Luego?
—Volvemos, tengo que cambiarme para la universidad, pero no tienes que llevarme.
Mis ojos se encuentran con el brillo de sus pupilas.
Es hermoso.
—Sí, tengo y quiero —me sonrie.
Sus mejillas, sus labios, sus ojos, su sonrisa, su voz, sus caricias. Todo de él me encanta.
¿Es normal que mi corazón esté a punto de abandonar mi pecho, cada vez que me mira?
—¿Dónde es? —pregunta al darse cuenta que está en calle correcta.
Trato de ver la casa mientras él avanza lentamente.
—Allí —señalo con el dedo hacia el lado izquierdo.
Acelera un poco hasta estar al frente de la casa.
—Espérame un momento —me quito el cinturón.
—Ajá, ¿Y qué hago yo si te secuestran? Mejor te acompaño —rio ante su comentario.
—Jisung, ¿Cómo te inventas cada cosa? —largo otra carcajada, mientras que él se mantiene serio, pero falla en el intento.
—Vamos, que te acompaño —apaga el motor, dejando las llaves puestas y sale del auto.
Caminamos por estrecha entrada, con pequeñas plantas a lo largo del camino de piedras.
Me paro delante de la puerta celeste, golpeando con mis nudillos, suavemente.
Una mujer con una sonrisa en el rostro, se asoma por la puerta.
—Buenos días, Minho —me inclino hacia ella.
Abre aún más la puerta dejando ver a mi hermana.
Me alejo un poco mientras ella se despide de su amiga.
Sale con su bolso pegado al hombro, mientras que yo estiro mis brazos para abrazarla.
Ella corre, pero me ignora.
—¡Jisung! —grita de la emoción, tomándolo por sorpresa.
Mi hermana me acaba de ignorar por mí novio.
Lisa rodea la cintura de Jisung con sus piernas, mientras que él acaricia su largo cabello.
—Ya, ya, ya, yo también existo.
—Celoso —dice, volviendo a agarrar su bolso que había quedado en el suelo.
—Yo soy tu hermano.
—Pero a tí te veo todos los días —Lisa se posiciona en medio de los dos, pegada a Hannie, mientras éste apoya ambas manos en sus hombros.
—Bien, vamos —le tomo de la mano, para guiarla al asiento trasero del auto.
—Colocate el cinturón —dejo el bolso en sus pies.
Me pongo delante de Jisung, quien observa con una sonrisa.
—Roba hermanas —digo, mientras me adentro al vehículo, escuchando su carcajada.
—¿Tú padre ya está en casa? —pone en marcha el motor.
—Eso espero —miro por el retrovisor la sonrisa en el rostro de Lisa, mientras nos explica que fue lo que hizo en el día de ayer.
Más bien le dice a Jisung.
Me alegra ver que se siente cómoda con él.
—¿Quieres entrar? —me mira, entrecerrando los ojos y asintiendo con una sonrisa.
Los tres salimos del auto. Lisa está tironeando a Jisung hacia su habitación, queriendo mostrarle la colección de libros antiguos.
Los observo desde el marco de la puerta.
Solo se lleva bien con Félix. Es al único de mis amigos a quién le enseñó esa colección.
La colección de libros de mamá.
—Iré a cambiarme —nadie escucha.
Ambos están sentados en el suelo, muy concentrados en lo que tienen entre manos.
Paso por la habitación de mi padre para ver si llegó. Abro lentamente la puerta para no hacer ruido. Está acostado sobre su cama, durmiendo como un bebé. Cierro nuevamente con cuidado de no despertarlo y voy en busca de mi uniforme.
Abro mi armario, para buscar una camisa blanca y unos pantalones negros.
Busco mi mochila, para vaciarla y sacar la ropa sucia de ayer. Poniendo otra nueva para el trabajo y los libros correspondientes a las materias de hoy.
Me encierro en el baño, sacando todo lo que cubre mi cuerpo, y ahí está.
Moretones alrededor de mi clavícula y en casi todo mi abdomen.
Mierda, Jisung.
Pero en vez de enojarme, sonrío delante del espejo.
Coloco rápidamente la camisa y el pantalón. Trato de acomodar bien para que no se note, parece que funciona.
Salgo ya preparado para ir nuevamente a la habitación.
Jisung está enfrente de la cama leyendo en voz alta.
Lo abrazo por los hombros, dejando un beso en su cabeza.
—Parece que ya se durmió —deja el viejo libro sobre el escritorio.
Lo ayudo a levantarse del suelo. Se inclina sobre la cama tapando con la manta el pequeño cuerpo de Lisa.
Se gira hacia mí y me estira el brazo para que tome su mano.
—¿Vamos? —pregunta con una sonrisa. Asiento, entrelazando los dedos —. Dame eso —saca mi mochila de mi hombro para colgarlo en el suyo.
Él. Ésto. Es simplemente perfecto.
Perdón, quedó muy largo :'(
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top