14 "Excitante"

Pasar por la cafetería me dejó con una estúpida sonrisa en la cara.
Y el culpable es Minho.
Aunque no voy a negar que casi pierdo mi cordura por un momento cuando ví a ese imbécil coquetearle en su lugar de trabajo.
Solo yo puedo hacer eso.

Dejo mi auto en el garage de la casa de Hyunjin, cómo dije, necesito una charla.

—¿Café a esta hora de la tarde? —es lo que dice el rubio de cabellos largos cuando me invita a pasar a su casa.

Era la única excusa que tenía para verlo, no me queda de camino la cafetería de la casa de mi amigo.

—No es una mala idea —bebo un sorbo, está delicioso.

Igual que Minho.

—¿A qué se debe tu maravillosa visita, hyung?

Nos sentamos en la sala, con el televisor prendido en una película, pero Hyunjin lo apaga para prestarme atención.

—No lo quiero apresurar, hyung, pero mis padres no se encuentran y estoy esperando a Jeongin y...—

—¡No me digas más! —larga una carcajada—. Creo que tenías razón.

—¿Sobre qué? —se acomoda de costado, pasando una pierna sobre la otra, tratando de sacar mechones de cabellos, del mismo color que el mío, de su cara.

—De que tenía celos —digo rápidamente, llevando el vaso a mi boca.

—¿Y cómo fue que se dió cuenta?

—Le pegué en el rostro a aquel cara de maní, amigo de Soobin.

Bebo otra vez, prestándole atención y recordando lo que pasó con ese descarado tratando de seducir a mí pequeño.

—Hoy me topé con otro imbécil, coqueteando con Minho mientras él hacia su trabajo —ahora me estoy desquitando con Hyunjin—. ¿Sabes lo que le dijo?

—En verdad estás celoso —rie, sacando una liga para el cabello, atandolo en una media cola de caballo—. ¿Qué fue lo que dijo, hyung?

—Minho estaba tratando de tomar su orden y el muy bastardo le dijo "¿Puedo pedirlo a usted, joven?"—imito con exactitud la voz.

—¿Y cómo escuchó eso? —a Hyunjin parece divertirle mis celos.

—Estaba justo por detrás, ¡Él era muy alto! —él solo larga una carcajada.

—Tranquilícese hyung.

—Para acabar con el límite de mis celos, Minho le preguntó su nombre para ponerlo en la orden —siento como mi sangre hierve—. Y el muy descarado le dijo "¿Quieres mi número también?"—Hyunjin rie como si no hubiera un mañana.

—¿Cómo reaccionaste?

—Quería golpearlo pero me controlé y solo dije que no lo quiere y le pregunté si es que sabe que es feo, luego le dije que se vaya.

—Le debe gustar demasiado ese chico, hyung.

Sí, creo que sí.

Vine justamente a hablar sobre mis sentimientos hacia él, pero no puedo decir nada de la apuesta, así que de eso, tendré que ser valiente para darme cuenta por mí mismo, si realmente siento algo.

—Hyung, sabe que nunca lo voy a juzgar, no elegimos de quién enamorarnos, simplemente pasa, no importa si lo consideras un hermano o una persona pobre, pero si los sentimientos están, hay que afrontarlos, correr de ellos es engañarte a tí mismo de que no existen.

Diablos, si que funciona hablar con él.

No sé que mierda hacer respecto a esto.
Me quedo mirando el vaso, la bebida ya se acabó.
Tal vez solo necesito tiempo para reorganizar mis ideas y darme cuenta de que no siento nada por él, que todo es un juego.
Pero ya no sé controlar mis emociones, ni mis pensamientos y mucho menos mis acciones.

—Hyunjin —no lo miro, mis ojos siguen clavados en el vaso—. Hoy le pedí que sea mi novio.

—¿Lo felicito hyung? —largo una pequeña risa ante lo que dijo.

—No, no lo hagas.

Porque pronto lo voy a dejar.

Suena el timbre y Hyunjin se levanta para abrir.
Una cabellera, ahora pelinegra, se asoma por la sala, haciendo una breve reverencia.
Jeongin se sienta a mi lado con una gran sonrisa, mientras que yo dejo lo que tenía en manos, lo que tanto he observado los últimos veinte minutos, sobre la mesa del centro, tomando el control remoto y encendiendo el televisor, dejando la misma película de antes.

—Hyunjin, siéntate —digo, palmeando el cuero del sofá del lado izquierdo, de modo que no quede cerca de Jeongin—. Veamos la película juntos.

—Pero hyung —aún no se mueve.

—Siéntate —digo, mientras separo en sílabas.

Jeongin ríe, mientras que el de cabellos largos me mira con una cara fulminante, pero sigue mis órdenes.

Y así pasamos la tarde, película tras película, hasta que se me hizo hora de buscar a Minho.
Estoy a punto de llegar y las palabras de Hyunjin resuenan en mi mente.
"Sí los sentimientos están, hay que afrontarlos".
¿Pero qué clases de sentimientos tengo que afrontar?
Tal vez tenga que ir algún terapeuta a que me diga que mierda me pasa, porque yo solo nunca lo voy a averiguar.
Si tan solo pudiera decirle a Hyunjin sobre la apuesta, sería todo tan diferente.
Sé que al principio se enfadaría conmigo, pero el luego me ayudaría.
Él mismo me dijo que no me iba a juzgar.

Estaciono el auto enfrente de la cafetería, sacando mi celular para avisarle a Minho, como siempre.

"Correr, es engañarte a tí mismo de que no existen". Resuena una vez más.

Largo un suspiro.
Ya no puedo entender nada.

¿Qué diablos hiciste conmigo Lee Minho?

La puerta abierta me saca de mi frustración.

—Buenas noches —dice con una sonrisa.

—Buenas noches —se me hace imposible no imitar su acción y acercarme para besarlo.

Sus labios son como una droga.

—¿Día pesado? —pregunto, separandome de él.

—Un poco —sonrie, colocándose el cinturón.

Le sonrío por última vez para poner en marcha el auto.
Tengo que tratar de no pensar en lo que siento y dejar que todo fluya, hasta que esta farsa acabe.

Mientras que yo estoy inundado en mis pensamientos, Minho me observa sin pestañear.

—¿Qué me miras tanto? —pregunto, clavando mis ojos en él pero voltea los suyos hacia el frente.

—Estaba pensando en que pasaré la noche solo —sus labios forman un puchero, lo que se me hace muy tierno.

—No, si vas conmigo a mi casa —doy la vuelta en la primera intersección.

—¡Oye, no he dicho que sí! —larga una risa.

—Pero lo dirás.

—Lo único que voy a decir es que me estas secuestrando —lo miro fingiendo una cara de indignación, pero él ríe aún más—. De acuerdo iré.

Simplemente sonrío.

Estaciono el auto en la entrada y ambos vamos a la casa.

—Deja tu mochila por ahí —señalo el sofá y él hace lo que indiqué—. ¿Quieres pizza? —asiente sonriente, mientras me acerco a él—. ¿Quieres ver una película en mi habitación? —lo beso, agarrando su cintura y el me toma de las mejillas.

—Claro —vuelve a besarme.

—Entonces, sube y elige lo que quieras, que yo calentaré la comida —digo, entre besos—. Siéntete cómo en tu casa —me separo de él, con una sonrisa en el rostro por parte de ambos.

Me voy hacia la cocina, mientras Minho sube las escaleras.
Pongo a calentar una pizza que había comprado anteriormente pero no comí ningún trozo.
Miro embobado como gira el plato dentro del microondas mientras pienso en él y en como me gustan sus besos.

¿Todavía sigue siendo un juego?

Escucho el pitido de la máquina, saco dos latas de gaseosa y el plato con la comida y voy hacia arriba.

Hoy es el día de las películas, pero con Minho lo disfrutaré más.
Y ahí está, sentado en el borde de la cama concentrado en la pantalla de adelante.

—No te quedes ahí, ven que encontré una de terror —me mira, mientras que yo me acerco a él.

Me había quedado tieso en el marco de la puerta.
Me acuesto sobre mí cama, apoyando con cuidado las cosas sobre el colchón.
Apago la lámpara que está a mí derecha y Minho hace lo mismo, acostándose a mí lado, alumbrados solamente por la televisión y por la luz que entra de la ventana del balcón.

Ya vamos media película, la pizza se acabó y el plato fue directo al suelo para que no estorbe.
En realidad, me la pasé viendo a Minho, quién está sobre mi hombro y su mano rodea mi cintura.

—¿Cómo es que un payaso puede dar tanto miedo? —pregunto y Minho solo ríe.

Bebo el último sorbo de Coca-Cola, dejando la lata sobre la mesa de noche y mis manos rodean enseguida su cuerpo.
Él alza la mirada, clavando sus ojos sobre los míos, dejando su boca entreabierta, distrayéndome un poco.
Mi mano se apoya en su mentón, haciendo que levante un poco mas su rostro pará poder besarlo.

Lento y suave. Algo que me hace querer más.

Nuestras lenguas se acarician mutuamente, haciendo de esto algo excitante.
Su mano comienza a acariciar mi abdomen, mientras que la mía trata de levantar un poco de su camiseta, al pasar mis dedos sobre su espalda.
Muerde mi labio inferior al separarse de mí por falta de aire.

Jodidamente excitante.

De un momento a otro, sus piernas rodean mi cintura, volviendo a besarme.
Se vuelve intenso y salvaje.

Mis manos acarician sus muslos y las suyas siguen clavadas, ahora, en la poca piel descubierta de mi abdomen.
Comienza a hacer movimientos de fricción con su pelvis, frotando nuestros miembros con fuerza. Puedo sentir como estos dos crecen de inmediato.
Lo agarro con fuerza para darlo vuelta, de modo que yo quedo arriba de él.
Me quedo mirándolo mientras el larga jadeos, lo que hace que mi pene palpite aún más.

—¿Seguro que quieres, amor?

—No pares, no ahora Hannie —vuelve a besarme pero me separo.

—No dejes que te coqueteen —lo miro directo a los ojos—. Me pone celoso, muy celoso.

—¿Por qué?

—Porque tú eres mío —me saco la camiseta rápidamente y lo vuelvo a besar.

Sus manos se clavan en mi piel desnuda.
Mi boca comienza a lamer y a dejar marcas por todo su cuello.

Es mío.

Levanto como puedo su cuerpo para sacar lo que me impide saborear su torso, mientras que Minho, desabrocha el botón de mi pantalón.
Mi lengua se posa en el lado izquierdo de su clavícula. Beso y chupo para dejar marcas en todo su abdomen.
Mi mano se dirige torpemente hacia su pene por encima de la tela y comienzo a acariciar, mientras que Minho solo larga jadeos.

Comienzo a bajar. Llego a la altura de su ombligo, con mi lengua en su piel, ésta se eriza y Minho rie un poco.
Desabrocho su pantalón, bajándolo por completo y dejar ver su duro miembro.
Agarro a lo largo de toda su extensión, haciendo movimientos de arriba hacia abajo.
Largo un poco de saliva para aumentar la velocidad, haciendo que Minho arquee un poco su cuerpo y largue un gemido, uno muy excitante para mí.
Lo meto a mi boca, chupando lo que queda fuera del agarre, moviendo mi cabeza.

—¡Hannie! —gime.

Lo saco de mi boca, para hacer el vaivén con más velocidad, ya esta apunto de venirse.
Sus manos agarran la sábana mientras que se muerde el labio.
Chupo una vez más su miembro con mi lengua y el líquido blanquecino pasa deliciosamente por mi garganta.

—¿Seguro quieres que te folle? —pregunto mientras me acerco nuevamente a él.

—Hazlo, fóllame —me besa para morderme el labio.

Sabía que no podía ser un angel por siempre

Le doy la vuelta, dejando su trasero a la vista. Observo sus nalgas, sacando como puedo mi pantalón.
Levanto sus caderas, haciendo que se apoye en sus rodillas y en sus brazos.

—Abre un poco tus piernas, bebé, voy a prepararte —ordeno y él lo hace.

Chupo dos de mis dedos para luego acariciar un poco su entrada.
Con la otra, agarro mi miembro viril para hacer movimientos de arriba hacia abajo, logrando que yo suelte algunos jadeos.

Lo que tanto anhelé, desde que lo conocí, está pasando.

—¡Ah! —meto un dedo sin previo aviso y Minho larga un gemido agudo, uno que se pudo escuchar en toda la casa.

Lo penetro lentamente. Viendo como ahora hunde su espalda para gemir, aferrando sus manos a la sábana.

—¡Mmm!¡Ah!¡Hannie! —gime. Que bien le queda mi nombre cuando lo hace.

Meto otro dedo, aumentando la velocidad, haciendo que esta vez ahogue sus gemidos al morder la almohada.

—¡Ah... Hannie! ¡Más, quiero más!

Acerco un poco mas mis caderas hacia él, sacando mis dedos de su interior, para penetrarlo lentamente.

—¡Ah! ¡Mierda!

Entro y salgo suavemente, agarrando de su cintura.

—¿Quieres más, amor?

—¡Hannie, fóllame más! —ordena y mis movimientos aumentan.

Gritos y jadeos de placer, sudor y nuestras pieles chocando, es lo único que suena en esta casa.
Mis movimientos incrementan al igual que sus gemidos.

—¡Ha... Hannie! —gime una y otra vez al dar en su punto dulce.

Sin dejar de entrar y salir de su cuerpo, acaricio su espalda, haciendo que abra un poco más sus piernas, me inclino hacia él, hasta que todo mi torso está encima.

—¿Te gusta? —susurro en su oído.

—¡Mmmmm! ¡Mierda, sí! —sus manos aún están agarrando la sábana.

Con cada penetración, Minho gime aún más y eso es música para mis oidos.
Me acomodo mejor para poder hacer los movimientos un poco mas profundos y que nuestras pieles chocando con sudor, suenen más alto.
Mi mano recorre su brazo hasta llegar a la suya. Entrelazando los dedos, ambos agarramos un poco de la sábana, para aferrarnos a ella.

Es más excitante de lo que pensé ver a Minho gemir y más si es mi nombre.

Un par de estocadas más y siento mi miembro vibrar, haciendo que acabe dentro de Minho, mientras que nuestros orgasmos, inunda por completo la casa
Me separo de él con cuidado. Buscando un poco de papel para limpiar el semen.
Ahora, la habitación está llena de nuestras respiraciones agitadas.
Apago el televisor y ambos nos acostamos debajo de la sábana.
Con nuestras respiraciones ya calmadas, Minho se apoya en mi pecho, mientras que yo limpio unos rastros de sudor en su frente.

—¿Estás bien, amor? —pregunto, sin dejar de acariciarlo.

—Ajá, eso —largo un carcajada y beso su cabeza—. Seguro dejaste marcas en mi cuello, Lisa lo notará mañana, al igual que media universidad.

—Puedes ocultarlo amor, por lo menos de tu hermana, luego dile a tus compañeros que follaste mejor que ellos en toda su vida —suelto otra carcajada—. ¿Cómo vas a ir? Si te follé para que no camines en dos días.

—Duérmete, Jisung —su mano acaricia al costado de mi abdomen.

Jodidamente excitante.

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