13 "Enamorado"

Félix golpea la ventanilla del auto, haciendo que aparte la mirada de Jisung.
Ambos saludamos desde dentro.

—Me tengo que ir —abro la puerta, pero él me detiene.

—Espera un segundo —pasa su brazo hacia atrás, devolviéndome la mochila—. Te olvidas de esto y de esto —me besa—. Ahora sí, puedes ir, te recogeré en un par de horas.

Asiento, saliendo del vehículo sonriente.
Tengo novio.
¿Cuándo es que pasó todo ésto?

Entro en el lugar y Félix está ordenando algunos menús sobre las mesas.

—¿Por qué sonries tanto? —dice, dandose la vuelta, mirándome desde lejos.

—¿Cómo sabes?—

—Te conozco, Minho —empieza a pasar desinfectante por la madera negra—. Pensé que vendrías a casa luego de la universidad, pero como no contestabas mis llamadas, me preocupé un poco.

Saco mi celular para comprobar.
Y sí, tengo seis llamadas perdidas.

—Lo siento, lo puse en silencio —

Me alejo de ahí, entrando en la cocina, dejando mi mochila en un rincón, sacando una prenda de ropa para trabajar.
Me meto en el baño y me miro al espejo.
Y mi mente piensa en una sola persona.

Qué bien me haces sentir, Jisung.
Me haces olvidar de todos mis problemas.
Creo que soy feliz contigo.

Saco mi camisa, doblandola con cuidado y volviendo a guardarla en la mochila, al igual que mi pantalón.
Paso por mi cabeza una camiseta negra simple y mi celular vibra arriba del lavabo de manos.
Trato de ponerme rápidamente la parte de abajo y mis zapatos para poder contestar.
Mi rostro forma una sonrisa al ver que Jisung me escribió.

—Ya te extraño—.
—Yo también te extraño, Hannie—.

Apago el celular, poniéndolo en mi bolsillo trasero y me coloco el delantal.
Salgo del baño, encontrándome a Félix serio, justo en frente, mirándome fijo.

—Me asustaste —cierro la puerta detrás de mí—. ¿Qué te sucede?

—Extraño a Changbin —se sienta en unas de las sillas del mostrador, formando un puchero con sus labios.

—¿Qué no lo has visto hoy? —pongo mi libreta en el bolsillo de mi delantal junto con un lápiz.

—Sí, pero no lo suficiente —me mira—.¿Qué hay entre tú y ese amigo de Seungmin?

—Somos pareja —digo en un susurro, que él igualmente puede escuchar. Abre sus ojos como platos.

Fuimos interrumpidos por un cliente, el cual Félix atendió.

Qué bien se siente decir eso.
Me hace sentir como nadie lo ha hecho.

Tengo miedo de enamorarme profundamente, pero si es de él, lo intentaré.

—Asi que, son pareja, ¿Eh? —pregunta Félix volviéndose a sentar cuando el cliente se marchó.

Asiento repetidas veces, poniéndome algo nervioso.

—¿Y cómo fue que pasó?

—No lo sé, solo sucedió.

Ni siquiera yo se como pasó.
De la nada apareció en mi vida y me la dió vuelta.
Así como suena.
Tenía que pensar en como me iba a alcanzar el dinero y terminaba pensando en Hannie.

Hannie. Qué lindo es llamarlo así.

Siento mi celular vibrar nuevamente, sacándome de mis profundos pensamientos.
Esta vez es Lisa.

Oppa, ¿puedo quedarme esta noche en la casa de Jennie?

—Claro, pero ten cuidado, te recogeré por la mañana, ¿Sí?

—¡Gracias oppa!

Sonrío, guardando el aparato en mi bolsillo.
Genial, esta noche estaré solo.

La puerta del local se abre, dejando ver a un cliente sonriente.

—Buenas tardes, señor, ¿Que va a pedir? —pregunto, fingiendo una sonrisa.

—¿Lo puedo pedir a usted, joven? —su sonrisa se intensifica.

Pero la mía desaparece, mis mejillas se ruborizan y mis músculos se tensan.

—Quiero decir —ahora el cliente luce nervioso—. Un Latte mediano, para llevar, por favor.

—¿Nombre? —pregunto un poco tembloroso, tomando una fibra para anotar en su vaso.

—Sehun —se aproxima un poco más hacia el mostrador.

Mis manos tiemblan un poco, jamás me han coqueteado así en mí trabajo.
Le paso la orden a Félix, para que comience a hacer el café, necesito ir al baño a mojar mi rostro.

—¿Quieres mi número también? —siento como la sangre hierve en mis mejillas, solo me dispongo a estar cabizbajo.

—No, no lo quiere —se asoma una voz por detrás, una que conozco perfectamente.

El hombre que está parado delante mío se voltea y veo un rostro muy enojado.

—¿No te han dicho que eres feo? —no puedo evitar no reir.

—Orden para Sehun —Félix deja el vaso en la mesa y se retira.

—Ahí lo tienes, ahora vete —

Ambos se miran fijamente, pero el hombre de traje decide irse sin decir nada, agarrando su pedido y largando un suspiro.

—¿Quién coquetea así en estos tiempos? —se sienta en una de las sillas. Me mira y sonríe.

—¿Me vas a mirar o me vas a atender?

Miro directo a sus ojos. El brillo de sus pupilas me hipnotiza.

—Si sigues mirándome así, te voy a besar—mi rostro esta rojo nuevamente.

—¿Qué haces aquí? —sonrío nervioso.

—Vine a visitar a mi novio porque lo extraño —apoya su brazo sobre la mesa y su cabeza en la palma de su mano. Sus ojos me miran atentamente con una sonrisa.

—Jisung, nos vimos hace una hora—.

Salgo detrás del mostrador para sentarme a su lado.

—Lo sé —me toma de la cintura—. Tengo que verme con Hyunjin y como la cafetería me queda de paso, me dieron ganas de verte —me besa.

Cómo me gustan sus labios.

Jisung, hay que parar —digo, entre besos.

—Lo sé, pero no puedo —vuelve a besarme.

Mis manos viajan hacia su cuello descubierto para unirlo más a mí, intensificando el beso. Pero esto tiene que acabar.

—Alguien nos va a ver —me separo viendolo a los ojos.

—Entonces vámonos al baño —sonrío.

—Te haré un Americano —

Me levanto para irme pero el me toma de la mano uniendo nuestros labios en un suave beso.

—Ve, que te espero—.

Voy hacia la cocina, a la cual el puede ver todo lo que hago.
Tomo una cápsula de café para ponerla en la máquina y por debajo el vaso con la medida exacta, como a él le gusta.
Siento su mirada penetrante en mí.

Nervioso, me pone muy nervioso.

Jamás había pensado en alguien como él fuera mi novio.
Desde el momento en el que me lo cruce en ese supermercado, supe que todo iba a cambiar, pero no como pensé.
Lo había imaginado como una persona egoísta y soberbio.
Cómo las personas personas malas que pintan en las películas.

Parece que lo juzgue sin conocerlo.

Desde un principio, su sonrisa, sus mejillas regordetas y el brillo en sus pupilas, me han cautivado.
Ahora me tienen hipnotizado, por no decir enamorado.

Pongo el agua caliente, junto con el café en el vaso y le coloco la tapa para que no se le derrame en el camino.

—Aquí tienes, Hannie —digo, deslizando la bebida caliente por la mesa que nos separa.

Hannie. Me da cosquillas llamarlo así, pero me gusta.

—Gracias, amor—

Lo miro sorprendido por cómo me llamó.
Me doy cuenta de la cara que estoy poniendo cuando el sonríe.
Al igual que yo, pero cabizbajo, avergonzado de haber puesto aquella expresión.

Le queda tan bien.

—Te veré en unas horas, ¿De acuerdo? —toma el vaso y me guiña el ojo.

Mi corazón empieza a latir.
Se da la vuelta y va hacia la puerta, no sin antes saludar con su mano.
Lo veo subirse a su auto y marcharse mientras que yo sonrío cómo un loco.

Creo que me enamoré realmente.

—¡Ay!¡Te saltan estrellitas de los ojos! —Félix ocupa el lugar en donde estaba Jisung, sobresaltándome un poco.

—Eso no es cierto —salgo de la cocina para ir al baño.

Miro mi rostro en el espejo, rojo de la vergüenza.
Paso agua por mis mejillas, para ver si la temperatura baja.

Félix tiene razón.

Es una sensación de nervios mezclada con temblor que abarca todo mi cuerpo.
Nadie me hizo sentir así, como lo hace él. O jamás me dí la oportunidad de experimentar esta sensación.
Me siento feliz pensando que le dí esa oportunidad a Jisung.

¿No me arrepentiré verdad?

Perdido en mis pensamientos, salgo del baño hacia la realidad.
Hay una cola con cinco personas atormentando a mi amigo con sus ordenes.
Miro el reloj pegado en la pared, solo pasaron dos horas desde que llegué, ya me quiero ir.
Ya lo quiero ver.

Espero que salgas de tu burbuja amorosa y ayudes a Félix —Changbin aparece de la nada —. Los clientes malhumorados van a desarmar a mi novio, yo iré a cambiarme —me sonríe y luego palmea dos veces mí hombro para irse.

—¿Burbuja amorosa? —pregunto, pero Changbin ya cerró la puerta del baño.

Pues, creo que tiene razón.

Clientes entran y salen. Algunos te sonríen y otros te fulminan con la mirada.
Hay una sola razón por la cual me gusta esta cafetería, la vista.
En vez de ser un lugar cerrado, con muros de ladrillos, tiene ventanales que te dejan ver el atardecer, hasta a veces, el amanecer.
La mayoría de los días lluviosos el lugar está completamente vacío.
Me siento en alguna silla o sofá y veo las gotas caen sobre las ventanas o la calle. Los días nublados son los mas hermosos en Seúl.

Cómo él.

La noche ya está cayendo y pronto serán las siete y treinta.
Hace dos semanas que todo comenzó, jamás pensé que me enamoraría tan rápido, como cuando era un niño.

Eso, estoy enamorado.

Sonrío inconscientemente, aún pensando si él se siente tan enamorado como yo.

Él me hace sentir bien.

Con tan solo verlo sonreir o cuando él me toma mi mano, es como si me hiciera olvidar de todo a mi alrededor, de todo lo malo de mi vida.
Y me gusta esa sensación.

Mi celular vibra y lo busco en mi bolsillo con una sonrisa, la cual Changbin y Félix lo notan.

—Bendecido sea el que te logra sacar esa sonrisa —grita el pelirosa, haciendo que su novio largue una risa y que mi sangre suba hacia mis mejillas.

Abro el mensaje de Jisung, aún sabiendo que es lo que dije.

Estoy aquí, te espero—.
—Estare en cinco—.

Guardo nuevamente el celular, con una sonrisa aún mas grande.

—Félix, limpia esta mesa —ordeno, haciendo un círculo en el aire señalando el lugar con una seria cara —. Y tú, Changbin, lava unos platos que he dejado en la pileta, para tí —.

Mi boca forma una sonrisa de superioridad, al ser el mayor de ambos.
Voy detrás del mostrador, guardando mi ropa de trabajo y sacando mi mochila, para luego irme, hacia el vehículo de mi novio.

Que bien suena eso.

Buenas noches —digo y mi cara seria se desvanece.

—Buenas noches, amor —se acerca para besarme.

Cada vez me gustan más sus labios o es en la forma en la que acaricia mi piel.

—¿Tarde pesada? —pregunta al separarse de mí.

—Un poco —no le voy a decir que me pase todo el día en mi burbuja amorosa con él.

Dejo mi mochila en mis pies, colocándome el cinturón de seguridad.
Y Jisung arranca con velocidad lenta.
Lo miro mientras conduce. Sus manos agarran el volante, que por culpa del ejercicio, sus venas y huesos se notan, haciéndolo atractivo.
Y recuerdo que esta noche estaré solo.
Lisa se irá a pasar la noche en la casa de su mejor amiga y papá irá a una de esas noches de película con sus amigos.
¿Raro, no? Yo tambien me sorprendí cuando me dijo que todos los lunes eran noches con sus amigos.

—¿Qué me miras tanto? —sus ojos se clavan en mí pero yo miro hacia la calle, un poco nervioso.

—Estaba pensando en qué pasaré la noche solo —formo un puchero con mis labios, mirándolo nuevamente.

—No si vas conmigo a mí casa —da la vuelta repentinamente.

—¡Oye, no he dicho que sí! —largo una risa.

—Pero lo dirás —.

—Lo único que voy a decir es que me estás secuestrando —su rostro es de indignación fingida—. De acuerdo, iré.

Sí, estoy enamorado.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top