09 "No Sé"

No sé que es lo que está pasando conmigo últimamente.
No estoy controlándome, yo no soy así.
Soy un chico seguro de sí mismo, que se metió en un lío con Soobin.
Todo es por ese chiquillo malcriado.

No sé que es lo que me está pasando con Minho.

No sé que es lo que me produce en mi interior, ese cosquilleo inexplicable que siempre se presenta cuando él me toca.

¿Qué carajos me está pasando? ¿Él se sentirá igual que yo?

Lo tengo que averiguar porque tengo que ganar. Jamás me acostaré con Soobin.
Me tengo que mantener al margen con esta apuesta. Nunca me enamoraría de una persona como Minho, no de una persona pobre.

Pero es que se siente tan bien.

¡No!

No tengo por qué pensar en eso. Solamente tengo que acostarme con él  y se terminará esta tortura.
Nadie se enterará. Ni siquiera Hyunjin ni Jeongin o Seungmin.

Seungmin.

Diablos.

La luz del sol entrando por la ventana, hace que me despierte. Lentamente abro mis ojos, sin entender lo que está pasando.

Minho está sobre mi pecho, rodeándome con su brazo y su pierna.
No sé como reaccionar, solo me quedo mirándolo.
Está tan dormido que no me quiero mover para despertarlo.

Su cabello cae sobre sus ojos, como siempre.
Trato de alejarlos con mi pulgar para que no le moleste.
Tiene la boca levemente abierta, lo que me provoca querer devorarlos ahora mismo.

Maldigo a todas las personas que lo hayan besado.
Esos labios deben ser míos.

No sé como controlar mis acciones estos últimos días.
Elevo un poco mi cabeza hasta alcanzar su frente, apoyando mis labios formando un suave beso.

¿Qué carajos acabo de hacer?

Me separo lentamente, tratando de no despertarlo, pero eso no sucede.
Quita su mano de mi cintura, dejando un frío vacío para refregarse su ojo.

Es tan lindo con su cara de dormido.

Se despierta inspeccionando la habitación para luego posar su vista en mí.
Hacemos contacto visual por unos segundos hasta que se levanta bruscamente de la cama.

—Lo siento, hyung, no pretendía que esto pase —empieza a recojer su ropa.

Y el ruido de la puerta del baño cerrandose, indica que no me dió tiempo de responder.

Me siento en el borde de la cama con mi vista en aquella puerta.
¿Qué diablos hice? ¿Cómo lo pude besar? No quiero ahuyentarlo, no ahora que el plan está yendo bien.

Me levanto y me dirijo hacia la puerta del baño. Elevo mi mano para golpear  la madera con mis nudillos, pero se abre antes de que pueda tocarla.

Y Minho se hace presente, uno dormido y un poco aturdido.
Nuestros ojos se conectan. Los suyos están rojos, pero algo hace que no aparte la mirada.
Avanzo hacia él a paso lento, hasta quedar a una distancia en la que nuestras respiraciones se vuelven una sola.

—Yo... lo siento —mi mirada desciende hacia su boca.

—¿Por qué? No hay nada por el cual disculparse —mi corazón acelera.

—No pretendía abrazarlo, hyung —pero que lindo habla.

—No me llames así. Me encanto dormir abrazado junto a tí.

Sonríe. Yo sonrío.

¿En serio se lo está creyendo?

—¿Quieres desayunar? Déjame prepararlo.

—Claro —y sale corriendo del baño.

Sonrío inconscientemente.

Cierro la puerta detrás de mí.
Me posiciono delante del espejo.
Recuerdo como me tomaba de la mano para abrazarlo. Como su voz ronca llenaba la habitación vacía. Como sonríe mostrando sus encías. O como su cabello cubre sus ojos o el color de estos.

¿Qué es lo que estoy diciendo?

Abro el grifo para que el agua corra por mi cuerpo y hacer que se me borre cada pensamiento absurdo.

No puedo sentir nada por él. Y no lo voy hacer, el amor es una mierda.

Luego de la ducha, bajo hacia la cocina y Minho se encuentra de espaldas haciendo café.
Me siento silenciosamente en la mesa del centro. Menos mal que Jisoo viene por las tardes.

Parece que se encuentra agobiado. Ya llevo contando como cuatros suspiros mientras su mano peina su cabello.
Tengo mis ojos puestos en él, con mi mentón apoyado en mis dos manos, completamente en silencio.

Pone agua caliente en las dos tazas, juego de naranja en los vasos, un par de donas y pan tostado con un poco de mantequilla untada.

Al darse vuelta se sobresalta y mi corazón empieza a latir rápido cuando nuestros ojos se encuentran.
Mierda.

—¡Diablos! —dice al darse cuenta que yo estaba ahí.

—Lo siento, no quise asustarte —coloca el desayuno en la mesa.

Le doy un sorbo al café.
Nunca había probado uno así.

—El café está... —trato de buscar una palabra adecuada.

—¿Mal? —interrumpe Minho, arrugando la nariz al posar la taza sobre sus labios.

—Increíble —esbozo con una sonrisa en mi rostro—. ¿Siempre es así?

—Mmmh, sí, aunque estoy más tomando ordenes que preparándolas.

—¿Y si yo voy, me harías el café? Sinceramente, me acabo de enamorar.

Ambos reímos.

—¿A qué hora es la cita médica? —regunto serio.

Mira hacia el reloj que está a un costado y mis ojos aprecian su perfecto perfil.

—Dentro de una hora.

—¿Tienes que trabajar hoy? —agarro un pan tostado, dandole un mordisco.

—Si, pero mañana tengo la tarde libre, así que puedes tener tu sábado de descanso —sonríe.

—¿Por qué iba a descansar? No eres una carga para mí.

—¿En serio? —casi se ahoga con un sorbo de jugo.

—¿Quieres hacer algo mañana? —me mira sorprendido—. Salir, no sé... ¿al parque?

—Mi padre tiene quimioterapia, la vecina no está libre, asi que soy yo quien cuida de Lisa —su voz suena apenada.

—Tráela —¿Qué acabo de decir? me tengo que acostar con él, no conocer a su familia—. Tráela, iremos al parque o al cine, donde tú quieras.

—¿Por qué haces esto?

Mierda.

—Porque quiero pasar tiempo contigo.

Otra vez, no sé lo que estoy diciendo.

Sonríe, esa maldita sonrisa.

—¿Nos vamos? —pregunto viendo el reloj.

—Sí —asiente y empieza a juntar las cosas de la mesa.

—No es necesario, lo haré yo cuando vuelva, vamos.

Camino hacia él, inconscientemente y le tomo la mano.

El cosquilleo.

¡Mierda!

Lo tomo con fuerza ligera y lo guio hacia la entrada, tomando mis llaves y saliendo de casa.
Nos adentramos en el auto en silencio,mientras él sonríe cabizbajo.
Arranco a una velocidad lenta.
Quiero disfrutarlo.
No sé que pasará en esa cita médica.

Lo miro de reojo, parando en un semáforo a una calle de su casa.
Él está serio, mirando por la ventanilla.
Visualizo su mano sobre su pierna y la vuelvo a tomar.

—Todo estará bien —trato de sonar cálido.

No sé como funciona esto, cuando murió mi padre, nadie estuvo conmigo, a pesar de que no lo necesitaba, hubiera querido que mi madre por fin me abrazara, pero no fue así.

Él no tiene a nadie, solo a su hermana.

¿Por qué pienso tanto? alguien debería golpearme.

Me estaciono en frente de su casa.

—Lo llamaré, no sabe que estas aquí, ¿quieres entrar? —los dos salimos del auto.

—Los esperaré aquí afuera —no quiero entrar, quien sabe que hay ahí adentro.

—¿Estas seguro? —asiento ante su pregunta.

Me apoyo sobre la puerta del copiloto, mirandolo entrar en su casa.

¿Qué es lo que estoy haciendo?
Es lo que me estoy preguntado todos los putos días, desde aquella noche.
No suelo pensar las cosas que hago ni lo que digo, mucho menos tratar de buscar respuestas.

¿Pero esto? ¿Qué mierda es? ¿ Por qué no puedo ser el millonario arrogante que era?

Lo sigo siendo. Esto no es nada. Solo es un juego.
Solo estoy siguiendo las reglas de un patético juego. Yo gano y él pierde. Así de fácil.

El ruido de la puerta me saca de mi pequeña "reflexión".

Minho y su padre se hacen presentes ante mis ojos.
Parece un hombre normal, cabello oscuro con algunas canas, no más de setenta y una niña por detrás, de unos diez años.

Una niña realmente linda, igual que su hermano.

Cabello exactamente igual que el de Minho, son exactamente iguales.
Pero la niña no se da cuenta que estoy ahí y solo se va corriendo hacia otro grupo de niños que la estaban esperando.

—¡Lisa, saluda! —grita Minho.

—No es necesario... —digo poniendome derecho—. Buenos dias, señor —realizo una reverencia.

—Oh, niño deja las formalidades, soy Lee Taeyang —extiende una mano.

¿Por qué me ofrecí a hacer esto?

—Soy Han Jisung —le tomo la mano—. Por favor, entre.

Le abro la puerta en la que antes estaba apoyado.

—No, iré atrás —sonríe.

—¿Estás seguro papá? —Minho habla, sin dejar de sostener el brazo de su padre.

—Claro que sí —cierro la puerta delantera y abro la trasera—. Muchas gracias —solo asiento sonriente.

Abro nuevamente la puerta del copiloto para que Minho entre.

—No, conmigo no es... —lo miro a a los ojos y lo interrumpo.

—Claro que sí, entra —sonrío y se adentra en el auto.

Cierro la puerta y camino rápidamente hacia mi lugar. Enciendo el motor y el trayecto está yendo en silencio.
Minho mira distraído por la ventanilla al igual que su padre.
No quiero romper el silencio, es la primera vez que no sé qué decir.

Hasta que llegamos. Nos disponemos a salir y a adentrarnos en el centro médico.
Minho se dirije hacia la secretaría, mientras que su padre y yo, nos sentamos en unas sillas, con un televisor en la pared.

—Gracias, por lo que haces por mí hijo, me ha contado lo que estas haciendo, eres una gran persona.

Solo lo hago para acostarme con él, señor, luego no los volveré a ver ni a relacionarme con personas así.

Todo esto es porque me quedé hipnotizado con la boca de Minho el día de la fiesta.

—Es un placer —suelto con una sonrisa falsa.

Y cada uno eleva la cabeza para mirar la televisión.
Minho aparece sentándose a mi lado.

—Gracias por acompañarme —sonríe.

—Tu padre también me agradeció, no hace falta, esto es lo que hacen los amigos.

—Yo no quiero ser tu amigo, Jisung —una voz en el parlante suena pronunciando el nombre de Lee Taeyang, interrumpiendo el momento—. Espérame aquí, ¿sí? —asiento, mientras Minho ayuda a su padre a levantarse de la silla y se encaminan hacia otra habitación.

¿Qué fue lo que dijo?
Todo está funcionando.
Él se está enamorando de mí.

Sonrío inconscientemente. Dentro de poco, lo estaré desnudando en mi cama y al día siguiente deshaciendome de Soobin.
Todo el plan está saliendo a la perfección.

Solo espero que mis sentimientos no me traicionen.

Suena mi celular y lo busco dentro de mi bolsillo.
La pantalla de bloqueo se ilumina con un mensaje de Hyunjin.

«Mañana, fiesta, en tu casa, ¿ qué dices?»

¿Hyunjin? ¿Fiesta?

«Claro, ¿puedes organizarla tú? Estoy ocupado»

Una fiesta es lo que necesito.
Minho debe ser mío, mañana mismo.

Apago la pantalla de mi celular.
Minho y su padre se hacen presentes en la sala vacía. Eso fue muy rápido.

—¿Nos vamos? —me habla el pelinegro, aún sin dejar de sostener el brazo de su padre. Su rostro parece triste.
Asiento y salimos del centro médico.

De camino hacia el estacionamiento, voy por unos pasos atras de ellos, tratando de descifrar el rostro de Minho, cada vez que gira a ver a su padre.
Tiene un perfil malditamente perfecto.

Hoy sus labios están rojos. Lo que se me hace jodidamente atractivo.

Cada uno se adentra en el auto, completamente en silencio.
Puedo notar como por el espejo retrovisor los ojos llorosos de Taeyang, y la mirada perdida de su hijo, cada vez que lo miro de reojo.

¿Le dieron malas noticias?
Jisung, eso no te tiene que importar.

—Gracias por acompañarnos, niño —dice abriendo la puerta del auto, al estacionarme en su casa.

—Espera papá, déjame ayudarte.

—Solo tengo cáncer, no estoy discapacitado, puedo caminar —y sale perfectamente del auto.

—Lo siento por eso —Minho mira a su padre caminar hacia la puerta de su casa y entrando en esta.

—Sabes que no es necesario —digo, al cabo de unos segundos.

—Antes de que me lleves a la cafetería, tengo que darte algo —sale corriendo como un niño.

Y mi celular vuelve a sonar, con un mensaje de Hyunjin.

«Tengo todo listo»

Cuando quiere, Hyunjin es rápido.

«De acuerdo, llevalo ahora, yo no estaré, pero creo que la sirvienta sí»
«Dile a Seungmin que invite a sus amigos»
«¡Ah¡ y si llevas a Jeongin, mientras no haya nadie en mi casa, trata de no acostarte con él, ni siquiera en la fiesta»

Trato de escribir lo más rápido.

«Yo no prometo nada hyung»

Me río ante su comentario, viendo como Minho se acerca mirando sus pies y entre manos, con una prenda de ropa conocida.
Entra en el vehículo con una sonrisa.

—Siento devolverte tu abrigo tan tarde, es que han pasado muchas cosas últimamente y... lo olvidé —.oltó todo tan de repente, pero me olvidé de lo que dijo porque solo me concentré en como se movía su boca.

Le saco el abrigo de las manos.
Estoy tan cerca de él que puedo oler su perfume.

—Tus labios están muy rojos —digo, luego de ver por un largo tiempo sus ojos.

—Si, es que están lastimados —tartamudea, ¿acaso está nervioso?

—¿Te arden? —desciendo la vista nuevamente hacia su boca. Quiero probarlos, ahora.

—Un poco.

Elevo mi mano hasta tocar su mejilla fría por el clíma.
Y lo empujo hacia mí, haciendo que nuestros labios por fin se unan, en un suave beso.

¡Mierda que delicioso!

Nunca había besado unos labios tan suaves. Nunca anhele besar tanto a alguien y por fin lo estoy haciendo.
Mi corazón está latiendo fuerte, nunca me pasó algo así.
Minho corresponde a mi beso, como si nuestras bocas encajaran perfectamente.
Sútil y suave, así es esto.
Hasta que nos separamos por falta de aire.

—Yo, lo siento, no debería haber hecho eso —mentira, lo quiero seguir haciendo.

—No, yo lo siento, pero me gustó — gira su rostro hacia la ventanilla.

—Llegas tarde a tu trabajo, mejor vamos —sonrío—. A mí también me gustó.

Y mucho.

Arranco lento porque el trayecto es corto.

—¿Qué fue lo que dijo el médico? —su sonrisa se desvaneció—. Lo siento, si no quieres decirlo, está bien.

—Lo que dijo fue que solo tiene dos meses, pero tenemos que seguir cumpliendo con los medicamentos y la quimioterapia.

—Lo siento tanto, Minho.

—No, está bien, estoy listo, para lo que sea.

—¿Sigue en pie lo de mañana?

—Yo debería preguntar eso —Minho abre la puerta para irse—. Entonces, sí, a Lisa le encantará. Adiós.

Cierra la puerta y saluda con la mano mientras yo me alejo de aquel lugar.

Qué ricos labios.

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