08 "Ese cosquilleo"

¿Que locura haré hoy?

Estoy esperando a que sean las siete y treinta, muy impaciente.
Miro el reloj pegado en una de las paredes y las agujas marcan las seis.

No sé qué hacer. Estoy girando en unas de las sillas de la isla de la cocina.
Siento mis manos sudar cada vez que recuerdo aquel sueño. Recuerdo como mi boca recorría la suya y todo su torso desnudo.

Alguien como Minho, quien estudia abogacia, ¿No sabe que su boca es un puto delito?

¡Qué estoy pensando! ¡Mierda!

Golpeo con mi puño la mesa. Arrepintiéndome enseguida. Largo un quejido de dolor.

—Seré idiota —me digo a mí mismo.

Masajeo un poco la zona de dolor, pero este no cesa. Me dirijo hacia el freezer buscando un poco de hielo.

Qué impulso tan idiota.

Vuelvo a mirar el reloj, pero parece que las agujas no se mueven.

—Tal vez sería bueno que duerma un poco.

Me dirijo hacia el sofá para acostarme boca arriba, no sin antes poner la alarma.

Solo espero no soñar lo mismo.

El chirrido de la alarma suena. Dando pequeños golpes en la mesa del centro, tratando de buscar el celular y apagar ese sonido irritante.
Me despierto sin ganas, pero al recordar por qué lo hago, me levanto de golpe. Son las siente y quince.

Parece que dormir resuelve todo.

Me veo un poco en el espejo de la sala para acomodar un poco mi aspecto. Últimamente he pensando en cambiarme el color de cabello a uno negro, para parecer más "serio", según Seungmin. Pero no lo sé. No me quiero separar del rubio.

Agarro las llaves y salgo de mi casa.
Me adentro en mi auto prendiendo el motor y la radio, encontrando una canción, una que me gusta mucho.
Arranqué con mucha velocidad, llegando enseguida a la cafetería.
Bajo un poco el volumen y saco mi celular entrando al chat de Minho.

«Estoy aquí, te espero»

Dudé en mandar un corazón, creo que sería algo intenso.

«Estaré en unos minutos»

Respondió enseguida y mi cara forma una sonrisa.
Me sigo repitiendo una y mil veces que esto es solo un juego.

Minho es mi juguete.

Pero es inútil y sigo sin encontrar el por qué.
El ruido de la puerta abriendose me sobresalta borrando toda clase de pensamiento.

Y el rostro de un Minho sonriente se hace presente.

—Buenas noches —dice adentrándose en el interior del auto.

Pero su sonrisa desaparece enseguida.

—Buenas noches, Minho —soy yo el que sonríe y volteo a mirarlo, pero él mira para otro lado —. ¿Cómo fue tu día?

—Difícil —dice, en un susurro.

—¿Muchos clientes?

—Si, algo así —juguetea con sus dedos.

He visto en un documental de que si alguien juega con sus dedos y no mira a los ojos a quien habla, es señal de ansiedad, nerviosismo o incomodidad.

Sinceramente, no sé que estoy diciendo.

—¿Estás bien? No has sonreido — sigue sin mirarme —. ¿Ha pasado algo? Sabes que puedes contar conmigo, te ayudaré.

Me preocupa.

—Es que... yo —tartamudea —. No sé que hacer.

Solloza.

Paro el auto y me quito el cinto de seguridad para girarme hacia él.
Pero Minho no se mueve. Parece que tiene la mirada perdida.

—¿Qué es lo que no puedes hacer? Puedes decírmelo —mi mano se posa en su mentón y elevo su mirada hacia mí.

Su cabello cae sobre sus ojos y sobre su rostro, las lágrimas.

¿Qué fue lo que le pasó?

Mi pulgar se mueve para limpiarle la cara y correrle esos mechones de cabello.
Sus ojos inspeccionan los míos, como si tratara de decirme lo que ocasionó aquellas lágrimas con su mirada.

Es hermoso.

—¿Qué es lo que está pasando?

—Mi padre— mis manos se aferran a su rostro y a su cuello —.Él está empeorando y no... no tengo dinero para sus medicamentos, tan solo faltan meses para que él —había soltado todo tan de repente que se quedó sin aire —. Para que él solo se vaya y nos deje a mí y a mí hermana y...—

—Shhh, no sigas —lo abrazo como puedo.

Yo jamás tuve un padre, así que no se como se siente perder a uno.

—Necesito ir a otro lugar, necesito escapar tan solo por unas horas para...—

—Pasa la noche en mi casa —nos separamos de aquel abrazo.

Se sintió tan bien. Él es muy cálido. ¿Qué me está pasando?

—Eso no sería correcto, Jisung.

—Por favor, solo ven.

Le suplico. Jamás he suplicado y menos a una persona como él.

—De acuerdo —tartamudea y su rostro se volvió carmesí.

Es tan adorable.

Conduzco como puedo, sin quitarle la vista de encima, no quiero que vuelva a llorar.
¿Por qué me preocupo tanto? No me debería importar lo que pase con su familia.
Llegamos a mí casa y al entrar su cara se ilumina con una sonrisa, ¿a caso nunca vio una casa tan grande?

—¿Quieres comer algo? —pregunto posicionandome delante de él, quedándome a pocos centímetros de distancia, lo que se me hace imposible no mirar su boca.

Lo que daría por tirarme arriba suyo en este mismo instante para acabar de una vez con la apuesta y no volver a verlo nunca más.

—Si, creo que si —sus labios rosados y un poco maltratados se mueven lentamente expulsando aquellas palabras.

—Entonces, acompáñame —mi mano baja lentamente por su brazo hasta tocar sus pequeños dedos.

Le agarro la mano, entrelazándolas. Ese cosquilleo se hace presente.

Nos adentramos en la cocina y lo siento en la mesa del centro.

Abro la heladera viendo lo que hay solo para calentar.

—¿Quieres arroz con vegetales o pedimos algo?

—Solo arroz —me giro para mirarlo y asentir sonriente.

Saco la comida al igual que dos latas de soda.

Pongo la comida en el microondas por unos tres minutos, mientras busco los utensillos necesarios y los coloco sobre la mesa, sientiendo la mirada de Minho.

—¿Qué te pasó?

—Esto —miro mi mano en donde tengo un moretón —. Fue solo un golpe —digo, palmeando el frío mármo gris.

Él solo asiente.

El pitido del microondas chilla, lo que significa que la comida ya está.
Saco el recipiente y vuelco el contenido en cada plato.
Me siento justo en frente de Minho.

Mira el plato pero no mueve los palillos.

—Come algo, por favor —le digo, suplicando nuevamente.

—Si es que, estoy pensando —agarra por fin los palillos llevandose un bocado de arroz a su boca.

—¿Quieres contarme que es lo que sucede con tu padre? Tal vez podría ayudarte.

—Mi padre tiene Cáncer pulmonar desde hace unos meses y los estudios, medicamentos, la quimioterapia, es algo que no me deja dormir. Trabajo para poder pagarlos, pero no puedo. Tendría que trabajar tiempo completo, pero no puedo dejar la universidad. Y también tengo los estudios de Lisa y mañana —empieza a sollozar—. Mañana tenemos cita con el médico y se lo que va a decir —corro a su lado para abrazarlo. Otro impulso —. ¿Sabes? Quiero dormir, no he dormido bien.

—Está bien, vamos a mí habitación.

Hay muchas más en donde él puede dormir tranquilamente, pero no me quiero separar.
Subimos las escaleras hasta entrar en la habitación.

No me dí cuenta, pero de nuevo le agarre la mano.

—Siéntate aquí, te traeré ropa cómoda —con la mirada perdida él solo asiente.

Me dirijo hacia el armario para sacar mi pijama y una camiseta y pantalón para Minho.

—Allí tienes un baño —le extiendo las prendas y le señalo el lugar en donde puede cambiarse.

—Gracias por esto —su rostro forma una sonrisa.

—No tienes que agradecer nada.

Me cambio mientras Minho va al baño.
Me siento en mi cama posicionándome para dormir con mi vista puesta en el baño.

Apago unas de las lámparas al lado de mi cama.
Con mi brazo bajo la almohada y el otro pegado a mi cuerpo, espero a que salga.
Luego de unos minutos, sale.

Mi ropa le queda grande, pero le queda bien.

Deja su celular arriba de la mesa de noche y apaga la lámpara.

Estamos a oscuras, pero la luz de la calle y de la luna entra por la ventana del balcón.

Se posiciona a espaldas de mí. No tan cerca pero tampoco tan lejos.

—Gracias por escucharme —dice con voz ronca.

—No tienes que darme las gracias, somos amigos.

¿Por qué me contradigo? Y no quiero ser su amigo.

—¿Puedo acompañarte mañana? — esta vez si soy consciente de lo que estoy diciendo.

—Está bien.

—¿No me dirás que no?—. Pregunto abriendo los ojos.

—Aprendí que no aceptas un "no" como respuesta —ambos reimos.

El silencio se hace dueño de esta habitación.
Siento como su mano busca la mía, atrayéndola hacia su cuerpo, abrazándolo.

Quiere que lo abrace, como en aquel sueño.

Me acerco más hacia su cuerpo.

Como en aquel sueño, él es tan cálido y cómodo.

Su mano sobre la mía, mientras siento ese cosquilleo otra vez.

Lo abrazo con más fuerza.

Quiero protegerlo de todo mal.

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