06 "¿Te llevo?"
Ayer.
Ayer fue tan diferente a mis días normales. Siempre es levantarme temprano, desayunar, luego ir a la maldita universidad, salir cansado, dirijirme a casa, ducharme y volver a dormir. Excepto los sábados, me levanto a cualquier hora, sigo en mi cama hasta cualquier hora para luego ir a alguna fiesta.
Nunca pensé que fuera tan fácil enamorar a alguien y el plan de hacerlo con Minho, está saliendo a la perfección.
"¿Y eso qué? ¿Qué importa en donde vives?"
Solo debe ser un chiquillo enamoradiso.
Espero cuanto antes acostarme con él y deshacerme de Soobin.
Aunque, no voy a negar que tiene una linda sonrisa y unos ojos muy intensos.
Ya tengo su número de celular, ¿y si lo invito a salir? ¿o estará trabajando?
Miro hacia el reloj el cual marca las siete y treinta de la tarde, es una muy buena hora para un cafe, ¿no?
Agarro mis llaves y salgo de casa.
Al llegar noto que no hay muchas personas dentro y en una esquina noto a Minho limpiando una mesa.
Entro a la cafetería sin dejar de mirarlo. Cuando él me nota en la puerta, hacemos contacto visual por segundos.
Sonreí. No sé por qué.
Él hace lo mismo. La misma sonrisa que me dió ayer, una tan grande que mostraba sus encías.
—¿Qué va a pedir, señor? —un pelirosa se posa en mi vista sacándome de mi transe.
—¿Félix, no? —digo agarrando el menú, no se para que si voy a pedir lo mismo—. Soy Jisung, me conociste en la fiesta.
—Ah, si, lo recuerdo —me dice sonriendo.
Solo por acostarme con Minho, tengo que ser amable con todos.
—Un americano, Félix —respondo al fin—. Ah, y dime Jisung —el pelirosa asiente, aún sonriendo, ¿tan feliz es?
Me dirijo hacia la misma mesa de siempre, la que tiene el ventanal a mi izquierda y de vista a casi todo el lugar.
Solo hay dos o tres personas, sin contar a los empleados.
—Aquí está su orden, señor —Minho baja la bebida de su bandeja.
—Dejemos las formalidades, somos amigos, llámame Han o Jisung —digo sonriente.
—De acuerdo, Jisung —me devuelve el gesto.
Tomo el primer sorbo de mi café, no está tan mal.
He visto a Minho limpiar las mesas y los pisos. No sé por qué, pero no pude quitarle la vista de encima.
—Jisung, lo siento pero ya es hora de cerrar —mi empleado favorito, se posiciona delante mío borrando toda clase de pensamiento.
Giro mi mano izquierda para ver la hora en mi reloj, ya es tarde.
—Sí, ya me voy —me levanto de mi silla y coloco mi abrigo. Siento la mirada atenta de Minho—. ¿En qué te vas a casa?
Le sorprende mi pregunta.
—Como no pasan autobuses, me voy caminando —responde cabizbajo.
—¿Con este frío? —siente—. ¿Todos los días? —vuelve a asentir—. De ninguna menera, te llevo.
Sus ojos se abrieron como platos y para ocultar su rostro sonrojado, decide volver a limpar mesas que ya había limpiado.
Largo una pequeña risa ante su reacción.
—¿En qué se va a casa Félix? —pregunto, posicionándome delante de él, interrumpiendo su camino cuando se dirigia hacia otra mesa.
—Lo recoge su novio, Changbin —mira hacia sus pies.
—¿Y tú te vas solo? —asiente, aún cabizbajo—. Te pueden robar, te llevo —Minho abre la boca para hablar pero lo interrumpo de nuevo—. No acepto un "no" como respuesta, así que, me sentaré y esperaré a que termines, aquí.
Me siento de nuevo en mi lugar.
—De acuerdo —dice casi en un susurro pero con una sonrisa.
Suena mi celular con una notificación en pantalla. Se me borró la sonrisa que no me había dado cuenta que tenía.
El mensaje es de Soobin, ¿qué es lo que quiere?
Lo tengo agendado como "niño insoportable" pero creo que lo cambiaré a "mosquito", o aún mejor, lo bloqueo y lo elimino, así tendria paz mental.
Pero igualmente decido abrir su mensaje, puede ser algo importante o con respecto a la apuesta.
—"¿Cómo estas, amor".
No me gusta que me hable así.
—"Eso a ti no te incumbe".
Trato de ser lo más cortante posible.
—"¿Cómo vas con él, ya sabes, el trato".
¡Oh! Va excelente mi querido Soobin. Pero decido solamente ponerle "Bien".
—"Soobin".
Le mando un segundo mensaje para captar su atención.
—"Dime, amor".
Me repugna que me llame así.
—"Creo que necesitaré más tiempo".
Aunque las cosas esten yendo bien, me quiero asegurar de tener tiempo de sobra.
—"Te excedo el tiempo, pero si llegas a perder, también aumentaré tu castigo, bebé".
—"De acuerdo".
¿Ya mencioné que lo odio?
—"Te doy un mes más, aprovéchalo".
Fin de la charla. Me repugna tanto hablar con él, pero todo lo hago para quitarmelo de encima.
—¿Estás listo? —Minho habla y hace que me sobresalte.
Se ha quitado la gorra y su delantal. Dejando su cabello sobre sus ojos.
Lleva una camiseta negra con unos jeans normales y cubre su cuerpo del frío con una camisa abrigada de cuadros amarillos y grises.
Mierda. Para ser pobre, se viste bien.
—Si, estoy listo —me levanto de mi lugar, poniendo mi celular en el bolsillo para luego sacar las llaves de mi auto.
Salimos de la cafetería, luego de despedirnos de Félix y su novio.
Me duele la cara de dar falsas sonrisas.
—Dejé el auto en la otra cuadra, quédate aquí que lo traigo enseguida,¿Si?
Trato de darme vuelta pero su mano chocando con la mía me impide que me vaya.
Me doy la vuelta para escuchar lo que dice, pero mi vista viaja hacia su mano y en como esta agarra mi pulgar. Me produce una sensación de cosquilleo, una que no sentí antes.
Sonrío. Pero sigo sin encontrar el porqué.
—No, vamos juntos —deshace la unión de nuestras manos, pero él sigue con su sonrisa, ¿por qué sonríe tanto?
—Pero, tienes frío.
—Mientras caminemos, voy a entrar en calor.
Conozco una forma eficaz para entrar en calor.
Suspiro ante su comentario y tratando de borrar mis pensamientos.
Me quito mi abrigo para dárselo a él.
—La cuadra es larga, Minho —le digo ante lo sorprendido que se encontraba su rostro ante mi acción
¿Pero que locura acabo de hacer? Ahora tendre que lavarlo.
—¿Y tú?
—Estoy bien —sonrío.
El camino está yendo en silencio, en uno agradable.
Él no borra su sonrisa.
Llegamos al auto y elevo mi mano con la llaves, apretando el botón de desbloqueo para que cada uno pudiera abrir la puerta y adentrarnos en él.
Enciendo el motor y la radio. Cambio y cambio de canal, hasta que por fin encuentro una canción.
No puedo evitar mirarlo de vez en cuando. ¿Qué me está pasando?
Minho está callado, mirando por la ventanilla. No me atrevo a romper el silencio, por más que quisiera hacerlo.
Qué lindo es mirarlo distraído.
Me doy un golpe mentalmente, ¿cómo puedes pensar eso, Jisung? ¡es todo un juego! ¡mantente al margen!
Y ya estamos enfrente de su casa. Nunca había visto algo tan feo y pequeño, ¿cómo puede vivir con su padre y su hermana?
En fin, eso no me tiene que importar.
—Gracias —dice mientras abre la puerta, pero tímido por el tono de su voz.
—¿Es así todos los días? —me mira confundio, volviendo a sentarse—. Me refiero a que, si te vienes caminando todos los días.
Asiente cabizbajo—. Si, así es.
Lo miro directo a los ojos, tratando de pensar en lo que voy decir.
—Entonces, te buscaré.
—¿Qué?
—Eso, te buscaré —sonrío, aunque no sé quien de los dos este más sorprendido—. Te buscaré y te traeré a tu casa.
—No puedes hacer eso —tartamudea.
—Claro que puedo y lo haré, siete y treinta, todos los días, no faltaré, y si llega a suceder, te avisaré, ahora vete que tu familia te espera —sale del auto aturdido—. Nos vemos mañana—. Lo saludo con la mano, arranco y me voy de ahí.
Sonrío y le subo el volúmen a la música.
¿Pero que otra locura acabo de hacer?
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