05 "¿Cenas conmigo?"

El sábado a la noche, no la pase tan mal. El único problema fue que llegué tarde a casa por llevar a Félix y a Changbin totalmente embriagados. Al diablo lo que me habían prometido.

Ese chico rubio...Jisung, no me lo esperaba en esa fiesta y mucho menos que sea amigo de Seungmin.
Cuando lo ví delante mío, no pude evitar sonrojarme y recordar aquel momento en el que me quedé mirándolo en la cafetería.

Cuando nuestras manos se tocaron, sentí una sensacion de cosquilleo que jamás había experimentado, fue todo tan raro.
Entonces él sonrío. Formando con sus labios una larga y fina sonrisa, dejando a la vista cada uno de sus dientes blancos y perfectos. Sus mejillas se volvieron aún más grandes, dándole la apariencia de una pequeña ardilla.

Contacto visual.

No sé que cosa me produce sus ojos en mi interior, si es la mirada penetrante del color café o el brillo en sus pupilas.
Pero había otro chico. Un pelinegro que no lo dejaba de mirar.

No, eso a mí no me tiene que importar.

Ese rubio debe ser una persona muy superficial y a mí no me gustan esas personas.

Hoy recibí el pago mensual de mí trabajo, asi que voy por comida para llevar a casa.

Estoy caminando por las calles de Seúl, totalmente iluminadas, ya es de noche y el frío viento me pega directo en la cara.
El único supermercado cerca, es muy caro, parece que solos los ricos vienen aquí. Voy a hacer el intento de que el dinero me alcance. Tambien necesito para los medicamentos de papá.
Las puertas detectan que estoy a punto de entrar y se abren.
Lo que veo son personas vestidas con ropa de marca, poniendo productos en su carro de compras como si no hubiera un mañana. mo me encantaría hacer lo mismo.

Me dirijo hacia la sección de frutas. Agarro un par de naranjas y bananas.
Luego me dirijo para agarrar arroz y algunas galletas para desayunar mañana.
A Lisa le encantan esas galletas con chispas de chocolate, pero para mi mala suerte, se encuentran por encima de mí y debido a mi altura no logro alcanzarlas.

Intento tras intento, sigo fracasando.
Hasta que una mano agarra el paquete y me los pasa.

—¡Gracias! —digo dándome la vuelta, hay tanta cercanía entre él y yo, que al levantar mi mirada y darme cuenta de quién es, lo único que consigo es sonrojarme.

—Hola —Jisung, posa una mano en mi barbilla haciendo que lo mire de nuevo—. ¿Me recuerdas? —su rostro forma una sonrisa.

—Hola —trato de alejarme de él poniendo las galletas en mi carro, pero me sigue.

—¿Vives por aquí? —pregunta, agarrando su carro y posicionándose a mí lado.

Aunque yo mirase hacia el frente, siento su mirada en mí.

¿Cómo le digo que vivo en un barrio pobre y para nada prestigiado como el suyo? ¿O que mi casa es del tamaño de un maní?

Trato de borrar todos esos pensamientos, ¿qué le importa dónde vivo?

—No, solo pasaba por algo de comer—digo, tratando de ser cortante pero haciendo contacto visual.

El brillo de sus pupilas es tan lindo.

—¿Te dirijes a tu casa? —nos ponemos en la fila para pagar—.¿Quieres que te lleve? Tengo tiempo y no acepto un "no" como respuesta.

Estoy acabado.

Lo ignoro sacando las cosas de mi carro. El cajero es muy rápido y yo ya estoy colocando los productos en mi mochila, para luego darle el dinero.

—¡Adiós! —le digo a Jisung sin mirarlo y practicamente salgo corriendo del supermercado.

Sigo corriendo hasta que escucho una bocina y derrepente un auto, un Jeep, se posiciona a mi lado. No quiero mirar porque sé quién es.

—¡Oye, Minho, entra hace frío! —grita bajando la ventanilla.

—No, estoy bien —digo serio y sigo caminando.

—¡Vamos! ¿Qué problema tienes con que te lleve? ¡hace mucho frío para que camines a estas horas!

Tiene razón, mi cara y mis manos están congeladas.

—¡Minho, sube por favor!

Un chico rico me está implorando.
Sonrío ante ese pensamiento, pero sacudo la cabeza para borrarlo, ¿qué carajos estoy pensando?

Me detengo en seco. Mirando hacia el lado izquierdo en donde se encontraba el jeep.
Lo miro serio pero él sigue sonriendo, ¿es así de amable? ¿ o es una careta hasta que vea en donde vivo?

Me dispongo a bajar de la acera para abrir la puerta del auto.
Me adentro en él, con Jisung aún sonriendo con la vista puesta en mí pero la aparta para mirar la autopista.

El aroma del interior de su auto es de fresa. Amo el olor a fresa.

—¿Lo pasaste bien en la fiesta? —rompe el silencio.

—Sí —respondo intentando ser coratante.

—¿Sales de trabajar?

—Sí —bien, esto es incómodo.

—¿Dices algo más que "sí"? —sonríe.

—Sí —largo una carcajada y él sonríe aún más.

—¿Quíeres ir a cenar? Yo invito —se estaciona ante un semáforo en rojo y se gira para mirarme, al igual que yo.

Hacemos contacto visual. Segundos que parecían eternos. Ninguno aparta la mirada, hasta que el semáforo dio verde, obligando a Jisung volver la vista hacia la autopista.

Tiene unos hermosos ojos.

—¿Entonces? —dice, pero yo no respondo, ni tampoco dejo de sonreir.

Coloca una de sus manos en mi pierna, llamando mi atención.

—No puedo, lo siento —me mira buscando una explicación de mi respuesta—. Tengo que hacer la cena para mi hermana y mi padre, lo siento.

—Hagamos una cosa, cenas conmigo y le llevas la cena a tu hermana y a tu padre.

—¿Seguro quieres hacer eso? —no ha quitado su mano de mi pierna.

—¡Claro! —dice, apartándola, me había acostumbrado al calor—. ¿Qué quieres cenar? ¿Sushi o pizza?

Soy yo el que sonríe. Hace mucho no como algo así.

—Mmmh, creo que, ¿pizza?

—Entonces será pizza —dice doblando hacia la derecha y a unas tres calles encontramos un restaurante.

Salimos del auto y nos adentramos al local.

No lo había visto pero, lleva unos jeans negros con unas botas del mismo color, con una camiseta blanca que se nota por sus bordes, un suéter negro con detalles en rojo y por encima un abrigo color gris que le llega a las rodillas y su cabello está escondido por un gorro.

Jisung ordenó dos pizzas, una para cenar aquí y una para llevar.

—¿Entonces —dice dándole un mordisco a su porción—. Estudias algo?

—Estoy en tercer año de la carrera de abogacía —puedo notar como se sorprendió, ¿a caso habrá pensado en como puedo pagar semejante carrera?—. ¿Y tú?

—También en tercer año, pero en administración de empresas, pero todo por mi madre —sonríe bebebiendo un sorbo de su bebida.

Desvío la mirada, agarrando otra porción de pizza.

Eso era obvio, unos estudian por obligación, para comprar medicamentos y para pagar aún mas estudios y otros tan solo por saciar la necesidad de sus padres.

—¿Tienes novio? —casi me atraganto con un pedazo de mi comida—. ¿O novia?

Sentía mi cara arder. Llevo mis manos congeladas para que mis mejillas no se me pongan aún más rojas.

—En realidad, no, no tengo tiempo para eso —me limito a responder.

—¿Y cuál es tu preferencia?—. Apoya su espalda completamente contra la silla, esperando mi respuesta.

Se acabó la pizza y la bebida también, no tengo como ignorar su pregunta.

—Tampoco tengo —he pasado tanto tiempo, con los proyectos de la universidad, trabajando o buscar alguna manera de tener dinero, que no he pensado en mí, ni en lo que quiero en el futuro, sentimentalmente estable, claro está.

—¿Nos vamos? Me están esperando —ahora me doy cuenta de lo que dije y estoy aún más avergonzado.

Él solo asiente sin deshacer su sonrisa.
El mesero me da la pizza para llevar y ambos salimos del lugar.

Al adentrarme en el auto, mis fosas nasales fueron inundadas por ese aroma a fresa, esto es tan perfecto.

—¿En dónde vives? —pregunta poniendo el motor en marcha.

Ahora sí estoy rojo.

—En un barrio —digo casi en un susurro con la vista puesta en mis pies—. Pobre.

Inmediatamente me mira.

—¿Y eso qué? —ahora soy yo el sorprendido—. ¿Qué importa dónde vives? —mi rostro forma una sonrisa involuntariamente.

—Vivo a seis cuadras arriba de la cafetería en donde trabajo, luego giras a la derecha hasta que te encuentras con una casa de rejas negras —desvío la mirada hacia la ventanilla.

Parece que no es como pensé.

El trayecto es silencioso, un tanto incómodo.
Puedo notar como Jisung me mira de reojo en algunas ocasiones.
Ya llegué a casa.

—¿Alguien alguna vez te dijo que eres hermoso? —estaciona el auto en frente, y de la nada, yo ya estaba rojo como un tomate.

No respondo, no quiero sonar nervioso.

—Gracias por la cena, Jisung —hablo rápido para salir lo más pronto del auto, pero su mano agarra mi brazo jalándome haciendo que me siente de nuevo.

—No te vayas todavía, ¿me das tu número?

Qué linda sonrisa tiene.

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