XVII. Ambedo

Cuido de no dar un paso,
en falso o al vacío...
¿Qué más da?

Un cielo gris,
una nube gris,
un alma gris,
un mundo gris.

¿Será que me olvidé,
y no traje los pinceles?
Sí no beso tus labios,
besaré al suelo en caída libre...

Escucha, escucha.
¿Oyes el sonido de la lluvia?
¿Por qué sólo mi corazón
discierne la tormenta?

Y caen las primeras gotas.
El cielo está despejado,
el huracán pasea mis pupilas...
tú que sabes, no sabes de esto.

La tormenta se desata:
vagos relámpagos que sonríen.
Caerá mi llanto a tierra,
y yo con él desde el puente.

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