IV. Purgatorio

Esto ya no es para ti,

los poemas de Rubí,

lo de Acróstico hacia mí,

la voz de Gema dice "sí",

el cantar de un colibrí,

con Luna lo que perdí,

mi amor eterno por Zahir,

mi pasado y porvenir,

Epigrama y su reír,

la ausencia de sentir

de Escarlata al vivir,

y sobre todo el alto modo

de Ráfaga, a morir

y lo que tendría que decir

sobre su voz de revivir.

En teoría, se acabó la sinfonía.

Las voces y lo roces

de una eterna melodía.

No era tuya, no era mía.

¿De quién? No lo sabías.

El discreto sueño, dueño

de todo lo que quería

se ha marchado.

Vacío y sólo me ha dejado,

un suspiro roto, una foto

que llora ilusionado.

Estoy bien, descuida.

He perdido ocho,

aún queda una vida,

una salida, no admitida,

proferida, quizá herida

de la voz y quién la pida

no la encontrará mañana,

bajo la ventana, la campana

saltando con su semana.

Era fuego, eran llamas,

era todo por lo que clamas,

eran voces y secretos,

los misterios más discretos,

y distancias hechas vetos

por los males más completos.

Era yo...

tratando de decirte todo.

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