IV. Océano
Me encontraba sola, navegando
en un extraño barco de papel.
Por los mares, cruzando
el olor a manzanas, uvas y miel.
Un día decidí volver y buscar,
lo que había después del soñar.
Aquello tan distante, tan lejano,
aquello que anhelaba tener en mis manos.
Solitaria en este rumbo incierto,
el viento sopla, pero no me conduce.
Recordé la vez que me marché del puerto,
donde las estrellas parecían lejanas luces.
Y visité el muelle de mis errores...
Anochece. Las olas me rodean.
El barco flota en el mar de mis temores.
Lloro, para que la Luna no me vea.
Una constelación se divisa lejana,
dándome señales de mi rumbo.
La brisa me toca, suave como la lana,
se escucha siempre el murmullo de lo profundo.
Un barco sin anclas ni timón,
impidiendo mi regreso o mi dirección.
Pareciera que es un ser sin alma ni corazón,
decidido, pero sin pensar la situación.
Carezco de brújula y también de velas,
únicamente el mástil sobrevivió.
Y parece raro, intento seguir aunque duela,
escribir aquello que nadie nunca escribió.
Llegué a las islas desconocidas,
donde descansan las ilusiones nuevas.
Encontré a las decisiones dormidas,
y a lo lejos vi esperanzas ciegas.
Me aleje rápidamente, y un reflejo
me dijo que en las olas eran un espejo
de lo que soy y de lo que estoy haciendo.
de lo que he sentido, y lo que estoy sintiendo.
Descansando en los momentos de brisa,
enfrentando las tempestades con una sonrisa.
Buscando, como un pez y su instinto,
encontré muchos tesoros por navegar distinto.
Y todo me sirve, cuando lloré y sonreí,
soy un alma valiente, aventurera y sufrida.
Desperté en el sueño aquel y comprendí
que ese barco de papel era la vida.
Un barco a la deriva,
Con la pasión y la esperanza viva...
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