IV. Dilación

Así fui a diario siendo seducido
por tu aura, labios y voz,
(por mucho el mejor sonido
que se negó a decirme adiós).

Nada era sí no era de ella,
lluvia, llanto, brisa y temor.
Creo ver que aún destella
tinta, besos, tiempo y amor.

Aún en estos días tú estabas
soñando con un café.
¿Por qué demorabas?
Te esperé, y esperé...

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