III. Visión Nocturna

Entonces juré no haberla visto,
una expresión de imaginación.
¿O ella existe o yo no existo?
¿Por qué siento que es una ilusión?

Se acercaba, radiante;
su rostro emanaba luz real.
Quedé atónito... ¡Impactante!
Parecía... parecía ser muy especial.

Sentí una serenidad inexplicable,
paz que emanaba de observar;
esperando a que la figura hable,
y que sus ojos se dignen a mirar.

El bosque, la noche es fría.
Un silencio reina a mi alrededor...
el alba no asciende todavía,
pero si a mi mente el temor.

¡Amor mío! ¿Acaso Dios se dignó
a dejar ángeles sueltos en el mundo?
¿O es que tú eres el vigía que se escapó?
¿Vienes de arriba o de lo profundo?

Puedo sentir que desempeñas alguna función...
¿Acaso es la de protegerme?
¿O de quedarte en mi corazón?
¿O talvez la de quererme?

Pero la historia escrita en roca,
ha tenido muchas veces que separarse.
Que a los humanos jamás toca
con ángeles tocarse...

Lloré y caí muy bajo
porque odio la realidad.
Me llevó mucho trabajo
bajar del orgullo a la humildad.

Cuando tu imagen inunda mis pensamientos,
la incertidumbre me conmueve al saber qué
en el aire vuelan los sentimientos...
y la visión vino y se fué.

Una imagen intermitente,
dormida, débil y tangente.
¡Corazón, no sabes lo que sientes!
¡Vamos! ¿Quien le miente a la mente?

Tu tacto en mi piel sólo fue un sueño,
mis besos en tu rostro un deseo.
Nuestras miradas cruzando un espejismo,
y el despertar violento da lo mismo.

Y esa fugaz mirada
en aquella hermosa madrugada
tan sólo fue un delirio...

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