Durante los siguientes días, después de esa semana, sólo podía pensar en lo que Jin me había dicho. En todo lo que mencionó. Una y otra vez, como un eco estaban ahí sus palabras. Siempre creí que lo único que tenía más seguro era la decisión de mi padre sobre mí y sus decisiones sobre lo que quería hacer, sobre lo que el quería que hiciera pero la verdad... a penas lo conocía.

No sabía nada de él, no sabía a que hora despertaba, no sabía a que hora dormía, si es que lo hacía. A penas sabia de que vivíamos, no sabía más allá de ello.

No puedes amar a las personas que no conoces, no puedes amar a las personas que te pisotean y humillan, las que te comparan y obligan. Él, desgraciadamente, era una de esas personas.

No crecí con abrazos, no sentía necesidad de abrazarlo cuando llegaba, no me sentía en compromiso a esperarlo para cenar. Poco a poco, deje de mirar la ventana para esperarlo cuando prometía venir, deje de esperar a un lado del teléfono con la ilusión de que llamara. Deje de verlo en mis premiaciones, todos los maltidos pequeños logros que significaban tanto para mi, terminaron siendo arruinados por un asiento vacío, su asiento vacío.

Lo peor, es que aún dolía, aún quemaba por que... lo amo, por que es mi padre, mi familia. Es todo lo que tengo en el mundo y yo no entiendo... ¿Por qué el no era capaz de amarme a mi?

—Me enteré de que has salido mucho últimamente.—comentó llevando un bocadillo de pasta a su boca.

—Estuve yendo a la biblioteca.—Respondí, tajante.

Apenas tenía apetito, estaba jugando con los cubiertos y la comida. No estaba para prestarme a platicar.

—Ayer llegó a mi correo el resultado de tu última prueba.—Comentó.—No estaría por demás que te esforzarás un poco en ello ¿Sabes? La universidad es realmente exigente.

—¿Esforzarme?—Pregunté con sarcasmo.

Papá se encogió de hombros.

—Si, no te vendría mal que lo hagas. Necesitas esforzarte más Jeon. No llegarás a ningún lado con ese mediocre promedio.

¿Mediocre promedio?

—¿Debería esforzarme más entonces?—lo mire incrédulo. El se volvió a encoger de hombros.

—Solo digo, que pongas más empeño.

¿Más empeño? ¿P-pero qué mierda?

—Bien, ya tuve suficiente de esto.—dije molesto, lanzando sobre la mesa los cubiertos. El cristal del comedor crujio y me levante de mi silla.—¡¿Qué demonios quieres de mi?! —grité golpeando el comedor con mis palmas. El cristal de la mesa crujió aún más

—¡No te atrevas a levantarme la voz Jeon!—bramo, serio y molesto, con esa maldita aura autoritaria y estricta.

—Me mato todos los malditos días estudiando de sol a sol ¡Me tienes harto! ¡Estoy cansado! Cansado de estudiar, de despertar, de asistir a clases. Cansado de toda la puta mierda de siempre, estoy cansado de nunca ser suficiente para ti.—grite molesto. Molesto con el, molesto conmigo, molesto con todo y todos.—¿Qué se necesita para hacerte sentir orgulloso?—Pregunte, mi voz era rasposa, quebrada.

—No quiero que me hagas sentir orgulloso.—Contesto en voz baja.

—Y entonces...¡¿Que mierda quieres de mi?!—eleve la voz nuevamente.—¿Alguna vez me preguntaste que quería para mi? ¡¿Lo hiciste?! ¡No quiero terminar como tú! ¡Detrás de un maldito escritorio todo el día con mi hijo abandonado en casa siendo infeliz!—Exclamé, golpeando la mesa nuevamente.

El cristal termino por romperse y la mesa cayó en miles de pedazos al suelo.

—¡JEON JUNGKOOK!

Un sonido más lleno la estancia. Su mano llena de anillos impactando en mi mejilla.

Calidez liquida y espesa recorrió mi labio inferior. Mi mejilla ardió como si de un carbón al rojo vivo se tratase.

Mis lágrimas, las que había retenido escurrieron, solo hicieron mi piel arder más, lleve mi mano tibia a mi rostro

—Jungkook yo...

—Te odio...—vocifere.—No sabes cuanto.

Me giré y salí de ahí, podía escuchar su voz llamándome pero no quería mirar, no quería verlo.

Lo que menos quería en ese momento, era pasar un maldito segundo más con el.