004➽❛𝑻𝒉𝒆 𝒅𝒖𝒆𝒍❜
❛❛El Duelo❜❜
━━━EL DESAYUNO ERA QUIZÁ EL PEOR MOMENTO PARA HABLAR DE NUESTROS DESCUBRIMIENTOS, PERO ÉRAMOS GRYFFINDORS, NO SOMOS CONOCIDOS POR SER SENSATOS.
—¿Qué has encontrado, Rowan? ¿El libro nos ayudará a cumplir las expectativas de Angélica?
Rowan miró hacia los lados antes de inclinarse hacia mí, hablando en un susurro apenas audible por encima del bullicio del Gran Comedor.
—Tiene ideas de movimientos ofensivos, métodos de sanación y estrategias. Creo que si lo estudiamos adecuadamente, podremos mejorar nuestras habilidades, tal como Angélica quiere.
Asentí, centrándome en mi desayuno.
—Perfecto, cuando aprenda uno de cada uno, me enseñará a batirme en duelo.
Sentía la mirada de Avalon sobre mí, ella estaba a mi lado, con la cabeza apoyada en la mejilla y el ceño fruncido.
—Aries…
Al escuchar mi nombre, levanté la vista hacia ella, encontrándome con su mirada llena de preocupación. Respiré hondo, tratando de disimular la inquietud que sentía por dentro.
—¿Qué pasa? —pregunté, intentando sonar calmada a pesar de la turbulencia de emociones que bullía en mi interior.
Ella frunció el ceño, sus ojos oscuros centelleaban con una mezcla de curiosidad y preocupación.
—Quería hablarte de algo —dijo en voz baja, mirando a nuestro alrededor, MUY disimuladamente.
—¿Es sobre Mérula? Cuando aprenda a tener duelos, podré defendernos de ella.
—No. —Rodó los ojos—. Es sobre lo que pasó en la Sala de Artefactos. Sé que dije que quizá no era nada más que solo hambre o cansancio, pero… ¿Has tenido más visiones o escuchado voces desde que nos fuimos?
Suspiré, sintiendo un nudo en mi estómago.
—No. Y quizá es mejor así, la gente ya cree que estoy loca por lo que Mérula dice sobre mi hermano.
Avalon frunció el ceño, irritada por mi respuesta.
—Mérula puede irse al demonio —espetó. Se quedó en silencio por un momento, sus ojos fijos en su desayuno. Finalmente, suspiró y habló en un tono más calmado—. Lo siento. No quería presionarte. Solo me preocupo por ti, eso es todo.
—Lo sé —respondí con una sonrisa suave, tratando de transmitirle que no estaba molesta—. Sé que lo haces porque te importa.
Rowan nos miraba en silencio.
—¿Qué pasa, Rowan? —cuestionó Avalon comiendo su avena—. Parece que te estuviera por dar un síncope.
Pero Rowan no le respondió, sino que se centró en mí, preocupada.
—¿Por qué no dejamos el duelo para después? Podemos acompañarte a la Enfermería…
Negué con la cabeza.
—Terminaré en la Enfermería si no puedo defenderme de Mérula. La voz y las visiones me preocupan, Rowan. Pero no puedo posponer la lección de duelos.
La chica bajó la vista, claramente insegura. Me sentí mal por haberla puesto en esa situación, sabía que ella solo estaba asustada.
Tomé con suavidad su mano.
Ella levantó la mirada hacia mí, sus ojos llenos de incertidumbre y ansiedad.
—Es que sigo pensando que lo mejor sería hablarlo con McGonagall o Dumbledore.
Respiré profundamente, buscando las palabras adecuadas para reconfortarla.
—Ya escuchaste a Hagrid —intervino Avalon, masticando una tostada—. Sin pruebas, no podemos hacer nada. No van a ayudarnos.
—No creo que sea tan así —replicó Rowan.
—¿Qué es lo que te preocupa?
Rowan respiró profundo y habló.
—Sé que eres tú quien debería estar sintiéndose mal, pero estas visiones me tienen inquieta. ¿Habías tenido visiones antes?
Miré a Avalon, casi esperando que ella respondiera por mí, pero mi amiga parecía encontrar más interesante su tazón de avena.
—He…escuchado voces antes —admití en voz baja. Sin embargo, ponerlo en palabras fuera de mi mente sirvió para darme cuenta que quizá los rumores de locura en la sangre de mi familia no estaban tan errados.
—Las visiones pueden ser peligrosas —comentó Rowan.
—Por eso necesitamos tu ayuda —intervino Avalon.
Rowan nos miró a cada una y suspiró resignada.
—Si vas a aprender cómo batirte en duelo, hay algo que debes saber. —Avalon y yo nos inclinamos hacia adelante, escuchando atentamente—. El libro tiene estrategias e historias de campeones duelistas, pero no muchas instrucciones.
—Parece que necesitaré usar la prueba y error —resoplé—. Y tal vez no haya tiempo de aprenderlo todo antes de que Mérula haga de las suyas otra vez.
Avalon mordió una manzana.
—¿Cuál de las peticiones de Angélica crees que sea más importante? —preguntó con la boca llena.
Me miré las manos, pensativa.
—Lo básico no funcionará contra Mérula. Necesitaré una ventaja para vencerla, y no puedo hacerlo sin un movimiento ofensivo, aunque mantener mis fuerzas debería ser la prioridad. —Negué con la cabeza, frustrada—. Ay no lo sé, los tres movimientos son imprescindibles .
—Necesito tiempo para investigar ventajas creativas —dijo Rowan sacando una libreta de su bolso y tomando notas—. Pero el libro menciona al profesor Flitwick como un campeón duelista. Te sugiero visitarlo.
—Seguro que puede darnos algunos consejos —comentó Avalon.
Asentí.
—Por ahora, es nuestra mejor opción.
Encontré al profesor Flitwick en el patio.
Avalon me había dicho que debería conseguir una excusa para querer aprender a batirme en duelo o el profesor podría pensar que solo quería pelear.
—Profesor Flitwick, ¿podría hacerle una pregunta? —Traté de proyectar confianza a pesar de los nervios que revolotean en mi estómago.
El profesor me miró con curiosidad, inclinando la cabeza hacia un lado, con una expresión amable, invitándome a continuar.
—Por supuesto, ¿qué puedo hacer por tí, Leerstrom?
—¿Es verdad que fue un campeón de duelos antes de ser maestro en Hogwarts?
—Es cierto —dijo asintiendo con la cabeza—. Puedo usar Desmaius y Protego contra los mejores. Tengo un estante lleno de trofeos.
Me muerdo el labio, expectante.
—¿Podría enseñarme algo de lo que sabe? —preguntó rápido y en tono agudo.
La mirada que el profesor me da, me hace dudar si me ha entendido.
—El plan de estudios de Hogwarts incluye muchas lecciones de hechizos defensivos, Leerstrom.
Tragué saliva. Sentí un ligero hormigueo de nervios recorrer mi espina dorsal, consciente de que mi solicitud podría levantar algunas sospechas.
—Es que… necesito… lecciones avanzadas, profesor.
Me obligué a mantener la compostura, luchando por mantener la confianza en mis palabras. Mis manos se retorcieron ligeramente, buscando algo a lo que aferrarse.
El profesor Flitwick arqueó una ceja, su expresión pasando de la curiosidad a la cautela mientras me estudiaba detenidamente.
—Mmm… Dime, ¿por qué quieres batirte en duelo?
El pulso se me aceleró. Le había prometido al profesor que no me metería en problemas, y si le decía que iba a batirme en duelo contra Mérula, iba a acabar castigada.
«Mierda, ¿y ahora qué hago?». pensé buscando una respuesta que fuera lo suficientemente convincente como para no levantar sospechas, pero también lo bastante honesta.
Me quedé en silencio por un momento, sopesando mis opciones mientras el profesor Flitwick esperaba pacientemente mi respuesta, y la verdad es que no tenía muchas. Si me descubrían mintiendo, sería peor.
—Ya me atacaron antes y quiero poder defenderme.
Sentí un nudo en el estómago mientras esperaba su respuesta, preguntándome si había hecho lo correcto.
Después de unos segundos de silencio tenso, el profesor Flitwick asintió lentamente, como si estuviera procesando mis palabras.
—Lo entiendo, pero un duelo debería ser el último recurso.
—Enséñeme un hechizo ofensivo, profesor. Por favor, no se lo pediría si no fuera importante.
—Me temo que tu estadía en Hogwarts será difícil debido a la reputación de tu hermano… —dijo meneando la cabeza inconforme—. Podría enseñarte algo que me sirvió mucho para convertirme en un campeón de duelos. Te enseñaré un hechizo. El hechizo por excelencia de un duelista. Expelliarmus. Sirve para desarmar a tu oponente sin lastimarlo…
Debimos haber estado practicando al menos una hora, me sentía algo cansada, pero valió la pena la sonrisa de satisfacción del profesor.
—Bien, ya lo entiendes. Ahora veamos cómo lanzas el Encantamiento de Desarme.
—¿En serio?
— ¡Ahora!
Realicé el movimiento de varita tal como me había enseñado.
—¡Expelliarmus!
La varita del profesor saltó en su mano, y él se apresuró a tomarla en el aire.
—¡Lo lograste! En verdad tienes talento para Encantamientos.
Sonreí casi saltando de emoción.
—Muchísimas gracias, profesor Flitwick. Será de mucha ayuda.
—Debería considerar practicar con Copper. Es indeciso, pero muy talentoso.
—Siempre he pensado que Ben es mejor en Encantamientos de lo que deja ver.
Flitwick asintió. Luego me miró con seriedad.
—Prométeme que solo te batirás en duelo si no tienes opción, Leerstrom.
No quería prometer algo así. De verdad había intentado no meterme en problemas, pero estaba cansada de las tonterías de Mérula. No me quedaría de brazos cruzados siendo la misma niña buena de siempre si seguía molestando a mis amigos o a mí.
Lo que sí podía hacer, era no ser yo quién inicie las peleas.
—Prometo que solo tendré un duelo si no hay otra opción , profesor.
Él suspiró, resignado.
—Bien. Creo que tienes mucho potencial y odiaría ver que lo arruines rompiendo las reglas de la escuela. Batirse en duelo no está permitido dentro de los terrenos de la escuela sin permiso, Leerstrom. Si no utilizas este hechizo en defensa propia, me veré forzado a recomendar tu expulsión.
Me parecía injusto que me dijera eso cuando Mérula no había dudado ni un instante en atacarme.
—Entiendo. Gracias por la ayuda, profesor. Tengo que irme, Avalon Willows y Rowan Khanna me esperan —dije con una sonrisa falsa.
Supongo que al final del día, contaba solo si te atrapaban.
Rowan y Avalon me esperaban en el patio de entrenamiento, ambas estaban sentadas en el suelo, la primera con un libro en la mano y la segunda con una manzana de caramelo.
—¿De dónde sacaste eso? —pregunté asombrada.
—Las cocinas —respondió con simpleza.
—¿Ya sabes dónde están las cocinas?
—No es tan difícil, esta cerca de la Sala Común de Hufflepuff.
Decidí no saber cómo supo eso, conociéndola, seguro que canjeó la información por alguna cosa.
En su lugar, me centré en Rowan que leía sin prestarnos atención.
—¿Qué haces? —le pregunté sentándome a su lado.
Al principio, no reaccionó hasta que Avalon le dio un empujón en el brazo. Levantó la vista, confundida y luego soltó un sonido de sorpresa.
—¿Aries, cuando llegaste? —inquirió con una sonrisa. Iba a responder, pero siguió hablando con emoción—. No importa, tengo buenas noticias. ¡Encontré un hechizo en el libro de duelos que te dará una ventaja contra Mérula!
—¡Genial! Y ya completé mi prioridad número uno… aprender un hechizo ofensivo con Flitwick.
Avalon guardó su manzana en una bolsita y luego en su morral.
—¿Qué te enseñó Flitwick?
—Expelliarmus, el Encantamiento de Desarme.
Rowan aplaudió emocionada.
—¡Oh! Tener una lección privada con un campeón duelista… ¡Qué envidia!
—Pero Flitwick me dejó claro que tener un duelo sin permiso está prohibido.
—Dime, por favor, que no prometiste una tontería así —pidió Avalon enarcando una ceja.
—Prometí que tendría un duelo solo si no tengo otra opción —aclaré—. No seré yo quién empiece las peleas.
Rowan asintió de acuerdo.
—Habría hecho lo mismo, Aries. Aunque, todavía podrías ser expulsada.
—Flitwick dijo que la expulsión es una posibilidad. Pero no hay tiempo para preocuparnos. ¿Qué ventaja encontraste?
Rowan extendió el libro abierto en mi cara.
—¡El Encantamiento de Cosquillas, Rictusempra!
Baje el libro, para poder leer mejor.
—¡Mérula nunca se lo esperará!
—¿De qué nos sirve hacerle cosquillas? —cuestionó Avalon.
Rowan y yo nos miramos y nos arrojamos sobre ella, haciéndole cosquillas. Avalon chilló, enojada y riendo sin parar, dando manotazos y patadas para alejarnos.
—¡Ya…ya…ya entendí! —gritó entre carcajadas.
Ambas la dejamos ir y Rowan se centró en mí.
—Si decide enfrentarte, ¡la harás reír hasta vencerla! Déjame enseñarte lo que aprendí del Encantamiento de Cosquillas…
—Tal vez mañana, Rowan —dijo Avalon poniéndose de pie y limpiándose la tierra y pasto de la ropa—. Es casi hora de cenar.
Miré hacia el cielo que ya comenzaba a oscurecer. Sí, no podríamos seguir aprendiendo nada.
Los siguientes días avanzaron dentro de todo en tranquilidad, todo la tranquilidad que se puede al compartir tres clases con Mérula. Avalon estuvo a nada de arrancarle el cabello.
Rowan y yo pasábamos las tardes tratando de aprender el encantamiento de cosquillas, y para el viernes, logré hacerlo con éxito.
—¡Ah! —Rowan reía a carcajadas en el suelo—. No puedo….parar….
—¡Funcionó! ¡Lo hice! —exclamé feliz.
—Eres… JA, JA… muy buena… JA, JA…
—Parece que te estás divirtiendo.
—No realmente… JA, JA… Duele….
Sus ojos brillaban con lágrimas y su rostro estaba enrojecido, pero no era por la risa. Estaba jadeando y retorciéndose como si estuviera luchando contra algo más que cosquillas.
—¡Lo siento!
—Lanza… JA, JA… un contrahechizo… JA, JA… antes de Pociones… Snape… JA, JA… nos enseñará… JA, JA… ¡la Poción Wiggendweld!
—¡Eso es! —exclamé emocionada—. ¡Una poción de sanación! ¡Tendremos todas las peticiones de Angélica! ¡Estaré lista para pelear! —Apunté a Rowan, lanzando el contrahechizo. Ella se quedó tumbada en el suelo, respirando agitadamente—. ¿Estás bien?
Rowan levantó el pulgar en alto.
Una hora después, ambas corríamos hacia la clase de Pociones. Entramos casi a trompicones. Vimos al fondo del salón a Avalon agitando la mano hacia nosotras.
—Bienvenida otra vez a Pociones, Leerstrom —dijo Mérula al pasar al lado de su mesa—. Tienes otra oportunidad para probar que eres una fracasada.
—Ignorala —murmuró Rowan, sujetándome del brazo y arrastrándome hacia el fondo—. Aprenderá a guardarse sus comentarios cuando la venzas en un duelo, hasta entonces, guardemos las formas.
Asentí algo inconforme.
—¿Salió? —preguntó Avalon en cuanto nos sentamos.
—Me dejó sin aliento —respondió Rowan frotando su estómago con expresión dolorida—. Mérula no sabrá que la golpeó, y ahora aprendiendo la poción Wiggenweld, no hay forma de que te gane.
Le di una sonrisa agradecida.
—¿Cómo convenciste a Snape de enseñar esta lección?
Ella se encogió de hombros.
—Mi plan era decir que soy tan torpe que no podía seguir sin saber curar mis heridas…
Avalón se rió.
—Siento que somos malas influencias para ti, Rowan.
Rowan rodó los ojos.
—Pero descubrí que Snape ya tenía planeado enseñar a Poción Wiggenweld… por petición de Mérula.
Eso nos borró las sonrisas del rostro.
—¡Mérula podría estar planteando usar la Poción Wiggenweld en el duelo también!
—Esa hi…
Una sombra grande nos tapó la poca luz de la sala, interrumpiendo el insulto de Avalon. Levantamos la vista, encontrándonos al profesor Sanpe mirándonos con molestia.
—¿Interrumpo su importante plática con mi lección?
Tragué saliva y negué con la cabeza.
—Perdón. ¿En verdad aprenderemos a preparar la Poción Wiggenweld, profesor Snape?
—Así es. Cuando no puedas prepararla correctamente, acepta tu culpa y no culpes a Mérula Snyde.
—Serviría que enseñara con más pedagogía. —Le di una patada a Avalon por debajo de la mesa para que se calle, por suerte Snape no la escuchó.
—Escuché que la Poción Wiggenweld es muy útil en duelos…
—Si planeas romper las reglas de la escuela con un duelo, Leerstrom, estaré feliz de expulsarte. Ahora hagan silencio y traten de aprender algo.
Se alejó de nuestra mesa y se paró en medio de la sala.
—Sé que Snape es así con todo el mundo, pero empiezo a pensar que se toma muy personal las cosas contra algunos alumnos —mascullé apoyando la cabeza sobre los brazos. Las chicas asintieron de acuerdo.
—Hoy aprenderán a preparar la Poción Wiggenweld por petición de una de mis mejores estudiantes. Es una poción sanadora poderosa que se utiliza para curar lesiones y revertir los efectos de una Pócima Adormecedora. Sean cuidadosos con la mucosa de cerebro de perezoso.
Mérula se giró hacia nosotras.
—Cuidado, Willows, Leerstrom. No tienen más cerebro que perder.
—Voy a ahogarla en el lago, lo juro —dijo Avalon con los puños apretados.
—Por ahora concentrémonos en que salga bien la poción —dije tomando uno de los frascos—. Cerremosle la boca así.
Fue algo complicado realizar la poción con Mérula que no se callaba de hacer comentarios cada cinco minutos, poniendo de los nervios a Avalon que estaba dispuesta a tirarle la poción encima si era necesario.
Para cuando acabamos, aparentemente se veía bien.
—Parece ser aceptable —dijo Snape mirándola sin mucho interés—. Sin embargo, la poción de la señorita Snyde es perfecta —agregó señalando a la Slytherin que sonrió con soberbia.
—Gracias, profesor Snape.
—¿Qué tienen que decir al respecto?
—Gracias, profesor Snape —repitió Avalon con un tono más burlesco que el que había hecho Mérula.
Snape frunció el ceño.
—¿Te burlas de tus compañeros, Willows? Diez puntos menos para Gryffindor.
Cerré los ojos, sabiendo que venía el caos. Avalon no se quedaría más callada.
—¿Por qué la nuestra es pasable? Es tan buena como la de Mérula —replicó molesta.
—Avalon.
—¿Eres el profesor de Pociones, Willows?
—Avalon, para.
—Quizá debería serlo —dijo ignorándome—. Es un pésimo comportamiento docente ese de andar comparando alumnos, habla mucho de sus métodos de enseñanza bastante cuestionables.
—Iba a quitarle puntos a Gryffindor, pero, en cambio, me tomaré el tiempo para preparar un castigo peor.
Se marchó antes de dejarle la oportunidad de seguir contestando.
—El profesor Snape reconoce la perfección cuando la ve, y ustedes, están lejos de eso —dijo Mérula.
—Si perfección te refieres a ser la lamebotas del profesor, sí, Mérula, eres la perfección en persona —dijo Avalon con burla—. Te la pasa halagando su vanidad cada vez que puedes, por supuesto que te aprecia. Satisface su ridículo y sensible ego.
Mérula se acercó a Avalon, tanto que sus narices se rozaban.
—Te falta aprender respeto a tus superiores, Willows —masculló.
—El respeto se gana, Snyde, tú no vales mi respeto —espetó entre dientes.
—Arreglemoslo en el patio, entonces.
Ok, eso no. Avalon no se había preparado para un duelo.
—Ya deja de ser una matona —dije apartándola bruscamente con un empujón.
Mérula se burló.
—Miren a las valientes leonas, parecen más bien gatitos callejeros —dijo pasando por nuestro lado, dándome un golpe en el hombro—. Veremos que tan buenas son, si se animan.
Avalon me miró molesta.
—¡¿Qué fue eso?! —cuestionó—. Me puedo defender sola, Aries.
—Lo sé, y sé que de hacerlo, te irías a los puños —respondí—. Mérula quiere un duelo, no una pelea a lo muggle, lo cual sí, sería genial de ver. Pero no es lo que va a pasar, y tú no te preparaste para un duelo.
Avalon se cruzó de brazos.
—¿Entendí mal o Mérula te desafió oficialmente a un duelo? —preguntó Rowan.
—No fue una invitación a una fiesta. Ahora que tenemos todo lo que necesitamos, hay que buscar a Angélica para aprender a pelear. Mientras más rápido termine el problema de Mérula Snyde, más rápido podré…
—¿Investigar las voces y visiones que tuviste en la Sala de Artefactos? —preguntó Rowan con la mano alzada.
—¿Coquetear con Charlie Weasley? —preguntó Avalon con una sonrisa burlesca imitando a Rowan.
—¿Buscar a tu hermano y las Bóvedas Malditas?
Las miré con la boca abierta.
—Iba a decir que podría concentrarme en las clases, pero sí, todo eso también.
—¿También lo de Charlie? —cuestionaron ambas al mismo tiempo.
—¡No, eso no! —repliqué negando con la cabeza—. Parece que tenemos muchos misterios de Hogwarts por resolver.
Luego de dos horas de Encantamientos, aprendiendo Wingardium Leviosa, fuimos a buscar a Angélica. Nos habían dicho que la habían visto en el Patio, así que hacía allá fuimos, y tal como dijeron, estaba sentada leyendo.
Levantó la vista en cuanto nuestras sombras le taparon la luz del sol.
—He de suponer que ya aprendiste hechizos para duelos, ¿verdad?
Asentí.
—Aprendí Rictusempra y Expelliarmus.
—¿El encantamiento de Cosquillas y el de Desarme? —preguntó levantando las cejas—. Impresionante. —Se paró firme, con las manos detrás de la espalda—. La mejor forma de aprender a batirse en duelo, es hacerlo de forma práctica.
—No quiero que me hagan daño —dijo Rowan dando un paso atrás.
—¡Me ofrezco voluntaria! —exclamó Avalon levantando la mano con emoción.
Fruncí el ceño.
—No quiero hacerle daño a Avalon —dije negando con la cabeza.
—Yo tampoco quiero que se hagan daño, pero es la mejor forma de aprender —dijo Angélica—. Empecemos.
Avalon me abrazó por los hombros.
—Tranquila, no pasará nada —murmuró con tono cómplice—. Y si me haces daño, me desquitaré luego con tu ropa.
Me reí.
—Lo tendré en cuenta.
Nos pusimos en posición de pelea. Ambas con las varitas en alto.
Mi mente estaba enfocada en cada movimiento de Avalon, en cada posible hechizo que podría lanzar. Angélica dio la señal de inicio, y las dos nos lanzamos hacia adelante casi al unísono.
Avalon fue la primera en actuar. Con un rápido movimiento, lanzó el vial hacia mí. Lo esquivé por poco, pero el líquido se estrelló contra el suelo, creando una nube de humo verde.
—¡Expelliarmus! —grité con rapidez. Ella lo esquivó hábilmente, pero eso me dio la apertura que necesitaba—. ¡Rictusempra!
Avalon no pudo contener la risa mientras trataba de mantenerse concentrada en el duelo. Sus movimientos se volvieron un poco más torpes, lo que me dio una pequeña ventaja con otro hechizo de desarme. Esta vez, mi hechizo dio en el blanco, y la varita salió volando de su mano. Angélica declaró mi victoria, y Avalon cayó al suelo riendo y jadeando.
Angélica se acercó a nosotras, con una expresión de satisfacción en su rostro.
—Excelente trabajo, Aries —dijo—. Estoy impresionada. Sin duda, serás una gran duelista.
Me acerqué a ella con una sonrisa triunfante. Ayudé a Avalon a dejar de reír y le di la mano para que se levantara.
—Ésta me las pagas —masculló colgándose de mi cuello, con algunos vestigios de risa.
—¡Eso fue asombroso! —exclamó Rowan.
—Espero que lo suficiente para detener los abusos de Mérula.
La oportunidad no esperó mucho tiempo. Exactamente tres días después, mientras salíamos del Gran Comedor, vimos a varios correr hacia el patio.
Los seguimos y encontramos un gran grupo de personas reunidas, hacían tanto ruido como gallinas de corral.
—¿Qué está pasando? —preguntamos a los que estaban hasta más atrás.
—Mérula está amenazando a Ben Copper. Ben quiere irse, pero ella no lo deja.
Avalon gimió hastiada.
—Esa chica no aprende más.
Nos abrimos paso entre la multitud y en el centro, Ben parecía estar a punto de ponerse a llorar mientras Mérula no se callaba nada.
—¡Eres una vergüenza para los de nuestro año!
—¡Déjame en paz! —sollozó Ben.
Mérula avanzó hacia él, apuntándole con el dedo.
—A los asquerosos sangre sucia como tú no los deberían aceptar en Hogwarts. Deberían dejarle la magia a los magos y brujas de verdad.
—¡Déjalo en paz! —exclamó Avalon parándose delante de Ben.
—Claro —respondió Mérula con burla. En un movimiento rápido de varita, atacó—. ¡Flipendo!
Avalon cayó hacia atrás en un golpe sordo que seguro le quitó el aliento.
—¡Avalon! —La ayudé a ponerse en pie y se frotó la cabeza, donde se había golpeado—. Ya basta, Mérula. No impresionas a nadie actuando como una matona.
Había una chica al lado de Merula, de largo cabello negro que le tapaba la mitad de la cara. Ambas rieron estruendosamente.
—¿Puedes creer lo patética que es? —le preguntó a la chica, quien soltó otra carcajada—. ¿Nunca aprenderás, Leerstrom? ¿Verdad? ¿Por qué no eres como el loco de tu hermano y te pierdes?
—Todos quieren que tú desaparezcas.
—Oblígame —dijo apuntándome con su varita, en posición de duelo.
Sería fácil sacar la mía y darle su merecido, pero Merula era una imbécil que buscaba atención innecesaria, y tal como le prometí al profesor Flitwick, no sería yo la que lanzaría el primer hechizo.
—Baja la varita, Merula. Solo vas a perjudicarte a tí misma.
Apreté con fuerza mi propia varita, oculta en la manga de mi capa, preparada por sí ella decidía hacer una tontería.
—¡Qué arrogancia! —exclamó enojada—. ¡Flipendo!
Reaccioné rápidamente, haciéndome a un lado.
—¡Expelliarmus!
La varita de Mérula voló por los aires, hasta caer a mis pies.
Hubo un murmullo de voces asombradas a mi alrededor. Mérula me miró anonadada y luego dio un pisotón en el suelo.
—¿Cómo aprendiste ese hechizo tan pronto? ¡No es justo!
—¡Guau! ¡Increíble, Aries!
—¡No puedes ser mejor que yo! —exclamó en pleno berrinche—. ¡Nadie puede ser mejor que yo!
—Te vencí, Mérula. Discúlpate con Ben Copper y promete que dejarás de abusar de todos.
Ella negó con la cabeza.
—¡Jamás me disculparé con los perdedores ni con los sangre sucia!
—¿Ahora quién está siendo la patética? —se burló Avalon.
Sentí algunas risas y me di cuenta de que en su rabia, había esfuerzos para no llorar de frustración.
—¡Soy Mérula Snyde! ¡Una Slytherin de cuarta generación! ¡La mejor bruja de Hogwarts! ¡Yo mando en esta escuela! Yo…
—Ejem.
Tragué saliva, nerviosa al ver al profesor Snape y al profesor Flitwick acercarse al grupo con el ceño fruncido.
—¡P… Profesor Snape!
—Profesor Snape, yo…
—Sospecho que es tu culpa, Leerstrom. ¿Sabes que Hogwarts tiene una política en contra de los duelos no autorizados?
—¡Ay por favor! —se quejó Avalon y creo que estaba por decir algo fuera de lugar porque Rowan le tapó la boca.
—Sí, profesor.
Flitwick dio un paso adelante, mirándome con seriedad.
—¿Lanzaste el primer hechizo en el duelo, Leerstrom?
—No. Mérula me lanzó Flipendo primero.
—¡No es cierto! Ella…
Pero los pocos que aún permanecían en el patio comenzaron a apuntarla con el dedo, acusándola de haber empezado todo.
El profesor Flitwick asintió, conforme.
—Snyde lanzó el primer hechizo, profesor Snape. Leerstrom solo se estaba defendiendo.
El profesor Snape frunció el ceño, mirando a Flitwick por el rabillo del ojo.
—Me pregunto dónde habrá aprendido el Encantamiento de Desarme —murmuró con tono desdeñoso—. Límpiate y ven a verme en La Torre Oeste para enfrentar las consecuencias de tus actos, Leerstrom.
Tenía que ser una jodida broma.
¿Merula intimidada a todos, nos atacaba libremente y yo era castigada por defenderme?
—Tú también, Snyde —agregó el profesor Flitwick, pese a la expresión irritada del profesor Snape.
Mérula se contuvo de defenderse y acabó asintiendo.
Bueno. Quizá había algo bueno en haber sido sincera desde el principio.
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