003➽❛𝑫𝒖𝒆𝒍 𝒘𝒊𝒔𝒉𝒆𝒔❜
❛❛Deseos de Duelo❜❜
AVALON
━━━ROWAN ESTABA DÁNDOME UNA PALIZA EN GOBSTONES.
—Vaya…eres buenísima en esto —dije frustrada luego de perder por décima vez.
Perder así me ponía de mal humor, pero no era solo eso lo que me molestaba.
—¿Estás bien, Avalon? —preguntó Rowan con preocupación, interrumpiendo mis pensamientos.
Asentí con la cabeza, aunque sabía que no podía ocultar mis sentimientos por mucho tiempo.
—Sí, estoy bien. Solo un poco frustrada por perder tanto en este juego estúpido —respondí, tratando de mantener una sonrisa en mi rostro.
Rowan me miró fijamente, como si pudiera ver a través de mi fachada.
—Sabes que puedes confiar en mí, ¿verdad? Si algo te está molestando, puedes contármelo.
Respiré hondo, debatiéndome internamente, sobre si debería abrirme con ella. Al final, decidí que no podía seguir guardando esto para mí sola.
—Es sobre Mérula —comencé, jugando con mi cabello—. No puedo dejar de pensar en lo que nos hizo hoy en el armario de pociones. ¿Cómo puede ser tan malvada?
La expresión de Rowan se oscureció, reflejando la misma ira que yo sentía.
—Lo sé, es despreciable.
Me dejé caer contra el respaldo del sillón, cruzándome de brazos.
—Es solo que no soporto que moleste a Aries sin motivos, se la ha agarrado contra ella sólo porque sí, y encima lo hace con el tema de su hermano.
Rowan asintió lentamente.
—Entiendo cómo te sientes. Es injusto que Mérula se ensañe con Aries de esa manera, pero no podemos dejar que nos afecte tanto. Tenemos que encontrar una forma de lidiar con ella sin caer en su juego.
Suspiré, irritada.
—Lo sé, tienes razón, pero es difícil ignorarla cuando sigue causando problemas.
Aries era mi mejor amiga, la había visto fingir sonrisas cuando su familia se quebró tras la repentina marcha de su padre, y de nuevo después de la desaparición de Jacob. Ella se mantuvo fuerte para su madre, pero yo la había sostenido mientras lloraba por las noches cuando nos quedábamos a dormir en la casa de la otra.
Me molestaba muchísimo que alguien usará la excusa de su hermano para hacerla sentir mal.
—Esa chica va a pagar lo que hizo —mascullé entre dientes—. Alguien tiene que ponerla en su lugar o no se detendrá, y me preocupa lo que pueda hacer si la seguimos dejando salirse con la suya.
Rowan asintió de acuerdo.
—Tienes razón. Pero ¿qué podemos hacer? No tenemos pruebas sólidas para acusarla ante Dumbledore.
Me mordí el labio inferior, pensando sobre nuestras opciones.
—No lo sé, Rowan. Pero esto aún no termina. Mérula no va a seguir molestándonos.
Rowan y yo nos quedamos en silencio por un momento, sumidas en nuestros pensamientos.
—Tal vez no tengamos pruebas ahora, pero podemos investigar. Necesitamos encontrar algo que pueda exponerla.
Ella se mordió el labio, dudosa.
—Quizás ya tenga algo sobre ella.
La miré enarcando una ceja.
—¿Qué quieres decir?
—Quería saber por qué Mérula es tan mala…Así que me puse a investigar sobre su familia para comprender por qué actúa de esa manera…Y pues… descubrí un terrible secreto de sus padres.
El corazón comenzó a latirme como loco, y mi curiosidad se despuntó hasta el techo. Rowan parecía nerviosa, como si hubiera descubierto algo que podría cambiarlo todo.
—¿Qué tipo de secreto? —pregunté, inclinándome hacia adelante, ansiosa por saber más.
—No sé si debería… decirlo en voz alta…
—¡Ah no! ¡No puedes hacer eso, no puedes tirar el cebo y luego no decir nada! —exclamé con fuerza—. Ahora tienes que decirme.
—Es un secreto grande. Quizá solo deberíamos jugar gobstones. Para eso estamos aquí.
Rowan me agradaba, pero a veces, también me frustraba muchísimo.
—¡Por favor! —rogue, mirándola con ojos suplicantes—. Necesito saber qué descubriste.
Ella me miró, claramente indecisa, pero finalmente suspiró y asintió.
—Los padres de Mérula están presos en Azkaban.
Mis ojos se abrieron con sorpresa. Azkaban era la prisión de máxima seguridad en Gran Bretaña, jamás nadie había podido escapar de ella. No podía imaginar lo que había llevado a los padres de Mérula a terminar allí.
—¿En Azkaban? —pregunté en voz baja, tratando de procesar la información—. ¿Por qué están en Azkaban?
Rowan se encogió de hombros, visiblemente incómoda.
—Apoyaban a El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado durante la Guerra Mágica.
Un escalofrío recorrió mi espalda al escuchar esas palabras. El mago tenebroso que había sumido al mundo mágico en el caos y el terror hacía décadas.
—Eso es muy grave, ¿estás segura de esto?
—He investigado a fondo. No puedo confirmarlo al cien por cien, pero hay suficientes pruebas circunstanciales para creer que es verdad.
Un escalofrío recorrió mi espalda al pensar en lo que eso significaba. No podía creer que los padres de Mérula estuvieran involucrados con alguien tan oscuro y peligroso como El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado.
Me mordisqueé el costado de la uña.
—Esto cambia las cosas —murmuré, sintiendo que estábamos entrando en un territorio aún más oscuro y peligroso de lo que habíamos imaginado.
Rowan asintió, con una expresión grave en su rostro.
—Sí, lo hace. Ahora entiendo un poco mejor por qué Mérula actúa de la manera en que lo hace, pero eso no la justifica.
Asentí lentamente, asimilando la gravedad de la situación.
—Voy a hablar con Aries. Necesito saber cómo se siente y le hablaré de esto.
Rowan asintió, apoyando mi decisión con su mirada.
—Es una buena idea. Seguramente Aries sabrá mejor qué hacer con esta información.
Me levanté del sillón.
—Voy a ir ahora mismo.
—Te acompaño.
Salimos juntas de la sala común, el pasillo estaba tranquilo, iluminado por el suave resplandor de las antorchas que colgaban de las paredes de piedra.
ARIES
Doblé en el pasillo casi llegando a la torre de Gryffindor cuando me encontré de golpe con las chicas.
Mis mejillas ardían y sentía que mi corazón latía con fuerza, como si estuviera a punto de salir disparado de mi pecho.
—Hola, chicas —saludé, tratando de sonar lo más normal posible a pesar de los nervios que me invadían.
Avalon me miró con una ceja levantada.
—¿Qué te pasa? ¿Te encuentras bien? —preguntó con preocupación, acercándose un poco más para examinarme—. Pareces acalorada, ¿Tienes fiebre? —Puso la mano en mi cara.
—Sí, sí, estoy bien —respondí rápidamente, apartándola—. ¿Qué hacen aquí?
Rowan me miró con una expresión curiosa.
—Veníamos a hablar contigo sobre algo importante.
Intenté concentrarme en ello.
—¿Ah sí? ¿Sobre qué?
Avalon intercambió una mirada con Rowan antes de tomar la palabra.
—Rowan descubrió algo sobre Mérula y su familia —empezó a explicar, y el corazón me dio un vuelco en el pecho. ¿Qué habrían descubierto sobre ella ahora?
Rowan respiró profundo cuando la miré.
—Los padres de Mérula están presos en Azkaban.
Mi sorpresa fue palpable, mis ojos se abrieron con incredulidad ante la noticia.
—¿En Azkaban? —repetí, tratando de procesar la información—. ¿Por qué?
—Apoyaban a El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado durante la Guerra Mágica —explicó Avalon, con una expresión grave en su rostro.
Un escalofrío recorrió mi espalda al escuchar esas palabras. No podía imaginar lo que eso significaba para Mérula y su familia, pero explicaba mucho sobre su comportamiento.
—Eso es… eso es terrible —murmuré, sin saber qué más decir.
—Aww, ¿no es adorable?
Me giré hacia la voz, y solté un suspiro cansado cuando vi a Mérula caminar hacia nosotras.
—Hablando del diablo…
—Hola, Leerstrom, Willows. Es desafortunado que estén bien después del encuentro con el Lazo del Diablo. Me sorprendió que sobrevivieran a nuestra primera clase de vuelo.
Avalon dio un paso hacia ella.
—Me sorprendió que no mencionaras antes lo que hiciste.
Mérula sonrió con inocencia.
—Estaba muy ocupada siendo la mejor estudiante de la clase.
—La mejor pesadilla de todos, querrás decir —murmuré cruzándome de brazos—. Quizás deberías irte y ocuparte en algo más.
Inclinó la cabeza, con una sonrisa burlona en los labios.
—Oh, he estado bastante ocupada, Leerstrom. Mientras jugabas con las plantas, investigué un poco sobre tu hermano.
Mis puños se apretaron automáticamente a mis costados mientras luchaba contra el impulso de responder con un comentario mordaz. Sabía que Mérula estaba tratando de provocarme.
—¿Por qué no me dejas tranquila?
—Porque eres un peligro para Hogwarts, igual que él y nadie va a estar a salvo hasta que te vayas.
Respiré hondo, intentando calmar mis emociones antes de responder.
«No voy a caer en su juego» me repetí a mí misma mentalmente.
—¿De qué hablas, Mérula? —cuestionó Rowan.
—No sólo expulsaron al hermano de Leerstrom por poner en peligro a Hogwarts con su búsqueda de bóvedas imaginarias… Después de desaparecer, se le vio trabajando para Voldemort.
La furia ardía en mi interior, una mezcla de indignación y dolor al escuchar las mentiras venenosas de Mérula. Quería gritarle, quería hacerla callar y enseñarle que no podía difamar a mi familia de esa manera. Pero antes de que pudiera articular una palabra, fue Avalon quien saltó en mi defensa.
—¡Eso es una mentira descarada! —gritó dando un paso hacía ella. Su mirada feroz estaba fija en Mérula, como si estuviera lista para golpearla en cualquier momento.
Mérula frunció el ceño, claramente sorprendida por la reacción de Avalon.
—Deja de inventar mentiras para intentar provocarme —dije con voz firme, aunque mi corazón latía con fuerza en mi pecho—. Mi hermano no tuvo nada que ver con El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado.
Ella soltó una risita arrogante, como si disfrutara viéndome enojada.
—No es sorpresa que los profesores hablaran de ti antes del banquete. Se preguntan si también trabajas para El Señor Tenebroso.
Tragué saliva intentando de ignorar el nudo que se me formó en la garganta. Mi hermano no era un seguidor de Voldemort, estaba segura de eso.
Avalon ladeó la cabeza, mirando a Mérula con desprecio.
—No sé por qué mencionas al Que-No-Debe-Ser-Nombrado, teniendo en cuenta los antecedentes de tu familia…
Mérula frunció el ceño, su expresión se volvió aún más despectiva.
—¿Qué sabes tú sobre mi familia, Willows? —preguntó con voz gélida, sus ojos centelleando con malicia.
Avalon no se inmutó, sosteniendo la mirada de Mérula con firmeza.
—Sé que tus padres están en Azkaban por seguir al Que-No-Debe-Ser-Nombrado en la Guerra Mágica —respondió Avalon con calma, aunque su tono estaba lleno de desdén—. Ya entiendo por qué siempre estás tan enfadada.
El rostro de Mérula se tensó, sus manos se cerraron en puños a su lado.
—¡Estoy enojada porque estuviste husmeando sobre mis padres!
—Yo fui quien lo hizo —declaró Rowan en voz baja.
—¿Cómo te atreves...? —murmuró Mérula, su voz temblorosa de ira reprimida.
Me crucé de brazos.
—Es exactamente lo mismo que tú hiciste con mi hermano, Mérula.
—¿Por qué no se van de Hogwarts? Evítenle a Gryffindor la vergüenza de estar relacionados con ustedes.
Solté un bufido y rodé los ojos.
—Solo tienes miedo de que sea mejor que tú.
Mérula dejó escapar una risa burlesca.
—¿Miedo? Te enfrentaré en un duelo ahora mismo.
Sacó su varita con rapidez, desafiante, mientras sus ojos brillaban con determinación.
—No vales mi tiempo, Mérula. No me metas en tus tonterías —dije negando con la cabeza.
—¡No te atrevas a irte! —gritó apuntándome—. ¡Flipendo!
La fuerza del hechizo me golpeó con fuerza, lanzándome hacia atrás, mi cuerpo se estrelló contra el suelo con un golpe sordo, sacándome todo el aire.
—¡Aries! —gritó Rowan, mientras Avalon se interponía entre Mérula y yo.
—¿Eso es todo lo que tienes, Leerstrom? —se burló, con una sonrisa triunfante en el rostro—. ¡Qué decepcionante!
—¡No te atrevas a acercarte a ella de nuevo! —gritó Avalon, apuntando su varita hacia Mérula con firmeza.
Mérula se echó a reír, con una expresión de desprecio en su rostro.
—¿Qué vas a hacer, Willows? ¿Defender a tu amiguita débil?
Me levanté del suelo con esfuerzo. La rabia ardía en mis venas.
—No eres más que una cobarde —dije con voz firme—. Atacar a alguien desprevenido no te hace más valiente.
Ella soltó un bufido y se giró.
—Ustedes me aburren —dijo con tono desdeñoso, comenzando a alejarse—. Aprende más hechizos. Tal vez tengas una oportunidad la próxima vez.
Mis manos temblaban de rabia contenida mientras observaba a Mérula alejarse con desprecio. Me mordí el labio inferior, luchando contra la tentación de perseguirla y enfrentarla cara a cara.
—¿Estás bien? —preguntó Avalon con suavidad, su voz llena de preocupación genuina.
Asentí débilmente.
—Estoy bien. Gracias —respondí, forzando una sonrisa.
—Mérula nunca nos dejará tranquilas… —se quejó Rowan.
Me crucé de brazos, pensando en lo que esa loca había dicho antes de irse.
—A menos que aprenda más hechizos y encuentre a alguien que me enseñe cómo batirme en duelo.
A Rowan se le había agotado su batería social y necesitaba un par de horas a solas en la habitación. Había pasado toda su vida sola, en la granja de su familia, y con todo el caos que era Hogwarts, a veces necesitaba volver a eso un momento.
Por eso estábamos Avalon y yo solas, en el campo de entrenamiento.
Ella estaba a mi lado mascando chicle y mirando todo aburrida, se había atado el cabello en una coleta alta y soltado la corbata.
—Dime de nuevo, ¿por qué le pediste a nuestra prefecta vernos aquí?
—Porque necesito que me enseñe a batirme en duelo, y este es el mejor lugar para aprender. No puedo huir si Mérula me desafía de nuevo…no puedo dejar que me siga molestando ni a nadie más.
Avalon soltó un bufido.
—Déjame darle un puñetazo, eso le calmara la estupidez.
—No.
—Aburrida.
Nos quedamos en silencio unos instantes y luego murmuró:
—¿Quieres hablar de Jacob?
Tragué saliva antes de responder, tratando de mantener la compostura.
—No —dije en voz baja—. Vine aquí para olvidarme de todo eso. Solo quiero ser una gran bruja y tener una vida tranquila.
Podía sentir su mirada sobre mí, no juzgándome, sino más bien pensativa. Al final solo asintió.
—Bien.
Ya llevábamos como quince minutos y acabamos sentándonos en el césped.
El viento soplaba suavemente, moviendo las hojas de los árboles cercanos. Cerré los ojos por un momento, disfrutando la paz momentánea. Me recordaba a la casa de campo de mi familia en verano.
—¿Crees que algún día las cosas volverán a ser como antes? —pregunté en voz baja, sin mirar a Avalon.
Hubo un breve silencio antes de que ella respondiera, su tono más suave de lo habitual.
—No lo sé, pero lo que sí sé es que aquí tienes una oportunidad para empezar de nuevo.
Me estremecí ante sus palabras, sintiendo un nudo en la garganta. Sí, pregunta tonta. Nada volvería a ser cómo antes, pero podía mejorar. Ahora éramos mamá y yo, y todo podía ser mejor una vez que demostrara que era más que la familia de Jacob, más que la familia de papá.
Sentí pisadas sobre el césped, alcé la vista y vi a Angélica caminando hacia nosotras con paso decidido. su cabello oscuro recogido en una trenza perfectamente elaborada, que brillaba bajo la luz del atardecer, y su expresión era seria pero no hostil.
—¡Por fin llegas! —exclamó Avalon con un suspiro exasperado, mientras nos poníamos de pie.
Angélica enarcó una ceja, decidiendo ignorarla y centrarse en mí.
—Ya estoy aquí. ¿Qué es tan urgente, Aries?
—Necesito aprender a batirme en duelo… y rápido.
—Me temo que estoy ocupada. ¿Es acerca de lo que ocurrió con Mérula Snyde?
—¿Sabes lo que pasó con Mérula? —pregunté confundida.
—Los rumores vuelan en Hogwarts —respondió encogiéndose de hombros—. Le dijo a todos que te pateó el trasero y que lo haría de nuevo.
Avalon gruñó por lo bajo.
—Déjala que venga, le daré unas buenas patadas y…
—Por favor, tienes que enseñarme —supliqué haciendo un puchero—. ¿Cómo se verá la imagen de Gryffindor si dejamos que una Slytherin nos gane en duelo?
Angélica me sostuvo la mirada, sopesando mis palabras y al final soltó un suspiro resignado.
—Bien, pero sólo porque no estaría haciendo un buen trabajo como prefecta sino te enseñara a defenderte. —Miró a Avalo y luego a mí—. Les enseñaré a las dos como batirse en duelo. ¿Qué hechizo para duelos conocen hasta ahora?
Se me cayó el alma al suelo. Avalon y yo nos miramos, dudando, dándonos cuenta que eso podía ser un problema.
—He…¿ninguno? —dijimos al mismo tiempo.
Angélica soltó un bufido y se apretó el puente de la nariz, claramente exasperada con nosotras.
—Bueno, no tengo tiempo de enseñarte todo —replicó negando con la cabeza—. Aprendan un movimiento ofensivo, una ventaja creativa y una manera de sanarse. Luego búsquenme y les enseñaré cómo usarlo todo.
Avalon levantó la mano, como en clase y Angélica la miró irritada.
—¿Qué?
—¿Y cómo aprendemos todo eso?
Buena pregunta.
—Gryffindor tiene un libro secreto de duelos en la Sala de Artefactos. Puede empezar por ahí.
La mirada de Angélica me atravesó como una daga. Sep, no le caímos bien, eso quedaba clarito.
—Nunca hemos estado en la Sala de Artefactos —comentó Avalon. Comenzaba a pensar que se había propuesto como meta molestar a Angélica con todo los comentarios y preguntas que pudiera.
—Entonces será toda una sorpresa. Buena suerte.
Aunque nos hubiera encantado ir inmediatamente, pronto comprendimos porque Angélica no tenía tiempo para enseñarnos todo.
Nosotras tampoco teníamos tiempo para aprender todo. Las clases en Hogwarts, incluso siendo de primer año, eran muy intensas y no nos quedaba mucho espacio para hacer lo que nos gustaría, no hasta que nos acostumbráramos al ritmo, al menos.
Habían pasado tres semanas hasta que por fin pudimos ir a la Sala de Artefactos, y sinceramente, no sabía qué opinar de ese lugar.
Estaba repleto de objetos mágicos de todas las formas y tamaños, dispuestos en estantes polvorientos y mesas desordenadas. El aire estaba impregnado con el olor a madera vieja, humedad y encierro.
—Así que… ésta en la Sala de Artefactos —dijo Avalon mirando todo con desagrado.
—¡Sí! —exclamó Rowan con emoción. Ella era la única realmente encantada de estar ahí—. ¿No es genial? Miren cuántas cosas mágicas hay amontonadas aquí. ¡Quiero ver todo!
Hice una mueca, no quería hacerla sentir mal, pero realmente no me emocionaba como a ella.
—Es un poco caótico, ¿no crees?
—¡Un caos mágico!
Avalon no tenía los mismos cuestionamientos que yo, ella decía exactamente lo que pensaba.
—Es decepcionante —espetó cruzándose de brazos—. Angélica dijo que nuestra primera visita sería una sorpresa. Esto es una bodega.
Rowan jadeó indignada.
—¡Pero es una bodega llena de artefactos mágicos! Dicen que hay tesoros escondidos aquí.
Observé cómo Rowan hojeaba un libro antiguo con fascinación.
—Evitando los olores…Encontremos rápido el libro de duelos de Gryffindor y vayamos de aquí —dije acercándome a una estantería.
Tras media hora, Avalon bufó con impaciencia, claramente frustrada por la falta de organización y la aparente falta de sentido de la sala.
—No entiendo por qué Angélica nos trajo aquí. ¿Qué se supone que vamos a aprender en este desorden? —se quejó—. Es decir, ¿cuáles son las probabilidades de que ese libro siga aquí? ¿Y si alguien más ya lo encontró?
Me detuve por un momento, pensativa. Ese era un punto buenísimo a considerar. Quizá estábamos aquí, llenándonos de polvo y perdiendo el tiempo, cuando alguien más ya lo tenía.
Pero antes de que pudiera responder, Rowan intervino con su característica tranquilidad.
—Bueno, si consideramos el tamaño de la Sala de Artefactos y el tiempo que ha pasado desde que Angélica nos dio la pista, podríamos calcular las probabilidades de que el libro aún esté aquí o de que alguien más lo haya encontrado —dijo Rowan, interrumpiendo nuestras quejas con su voz tranquila y serena—. Si asumimos que el libro de duelos de Gryffindor tiene una probabilidad del 50% de estar aquí en la Sala de Artefactos y un 50% de que alguien más lo haya encontrado, entonces tenemos un evento binario con dos resultados posibles.
Avalon la miró con incredulidad.
—¡Estás bromeando, verdad? No entiendo ni una palabra de lo que estás diciendo.
—No —dijo ella sin expresividad—. El tema es que no podemos saber la probabilidad real sin saber más información, pero podemos hacer una estimación basada en el conocimiento que tenemos. Por ejemplo, podríamos considerar cuántas personas han tenido acceso a la Sala de Artefactos desde que Angélica nos dio la pista y cuántas de esas personas podrían estar interesadas en el libro de duelo, lo cuál podría reducir a un 32% las probabilidades de que siga aquí. Obviamente, solo sería con los Gryffindors, porque Angélica dijo que era un secreto de la Casa, así que dudo que alguien de las otras Casas sepan de él y…
Asentí lentamente, tratando de seguir su razonamiento.
—Ya me mareé —murmuró Avalon.
Rowan la miró, dándose cuenta que había hablado demasiado y muy rápido.
—Lo que quiero decir, es que creo que deberíamos seguir buscando. Incluso si las probabilidades no están a nuestro favor, no perdemos nada con intentarlo.
Avalon rodó los ojos, evidentemente menos convencida.
—Parece más probable que nos topemos con una pila de polvo de duendes que con algo útil. Pero, supongo que no perdemos nada con intentarlo.
Suspiré resignada. No había de otra más que seguir buscando.
—Está bien, hagámoslo. Pero mantengamos los ojos bien abiertos y no nos metamos en problemas.
—Muy bien, por ahora, intentaré luchar contra el impulso de catalogar todas las cosas en esta sala —dijo Rowan girándose hacia unas cajas.
El polvo danzaba en el aire mientras revisaba una pila de pergaminos antiguos, tratando de no desanimarme ante la aparente falta de progreso. Mis dedos se deslizaban sobre las cubiertas polvorientas, buscando algún indicio del libro que nos llevaría un paso más cerca de nuestra meta.
—Aries…
Fue como un susurro en mi oído que me sobresaltó, me giré rápidamente en busca de su origen. Mis ojos recorrieron el espacio, pero no vi a nadie más que a Avalon y Rowan.
—¿Escucharon eso? —pregunté, sintiendo un escalofrío recorrerme la espalda.
—¿Qué cosa?
Avalon ni siquiera levantó la vista de la pila de papeles que tenía frente a ella. Rowan me miró, pero sólo unos segundos antes de seguir revisando las cajas.
—Aries…
El susurro se repitió, esta vez más claro y cercano. Mi corazón comenzó a latir con fuerza mientras buscaba desesperadamente la fuente del sonido, pero todo lo que encontré fue un silencio opresivo.
—¡Ahí está de nuevo! Es una voz que me llama por mi nombre.
—No dije nada…
—Sé que no fuiste tú —espeté hacia Avalon—. ¿Segura que no escucharon nada?
—Totalmente —dijo Rowan, acomodando sus gafas—. Tal vez fue tu imaginación… Dos veces…
Traté de recomponerme, forzando una sonrisa en mi rostro a pesar de la sensación de malestar que me invadía.
—Sí…tal vez…solo…sigamos…
Continuamos buscando entre los estantes polvorientos y las cajas desordenadas, pero la sensación de que algo no estaba bien persistía en mi mente.
El tiempo parecía disolverse a mi alrededor mientras buscaba, entonces lo encontré. En una esquina polvorienta, casi oculto por una pila de pergaminos antiguos, había un libro con el lomo desgastado y las páginas amarillentas.
Lo abrí en la primera hoja y leí: Duelos: Hechizos, Maldiciones y Estrategia.
—¡Lo encontré! —exclamé, levantando el libro en alto para que mis amigas lo vieran.
—¡Por fin! —dijo Avalon, tomando el libro de mis manos y hojeándolo con impaciencia—. Espero que valga la pena todo este esfuerzo.
Iba a decir que esperaba que sí, o todo sería una pérdida de tiempo, cuando una oleada de dolor se apoderó de mi cabeza, como si mil agujas estuvieran perforando mi cráneo. Me tambaleé apoyándome en una mesa, buscando mantenerme en pie mientras el mareo amenazaba con derribarme. Cerré los ojos con fuerza, tratando de ignorar la sensación, pero los mareos se intensificaron y una oleada de náuseas me invadió.
—Chicas... creo que no me siento bien —murmuré, luchando por mantenerme en pie mientras el mundo parecía girar a mi alrededor.
Avalon y Rowan se acercaron rápidamente, preocupadas.
—¿Qué te pasa? —preguntó Avalon, colocando una mano en mi hombro con gesto de apoyo.
—No lo sé... todo está... girando —respondí con dificultad, sintiendo cómo cada palabra era un esfuerzo.
De repente, una luz brillante comenzó a parpadear ante mis ojos cerrados.
Una espesa neblina…Subía por unas pronunciadas escaleras hasta llegar a una habitación oscura, repleta de armaduras antiguas. Una habitación congelada, carámbanos que crecían como astillas gigantes por todas partes. Otra armadura, pero esta se movía agitando una espada.
Una criatura que cambiaba de formas…una acromantula…un dragón…una habitación brillante.
—¡Aries!
—¿Estás bien?
Estaba en la sala, mis amigas me miraban con preocupación.
—Vi cosas… en mi mente… ¡Pasaron tan rápido!
—¿Qué fue lo que viste? —preguntó Rowan.
Intenté recordar todo, pero la neblina permanecía, apenos dejándome algunos destellos.
—Creo que era una armadura… una escalera… Había una araña gigante y un dragón…Y había habitaciones con una torre brillante adentro… ah, ¡y un caballero rodeado de hielo!
Ellas intercambiaron miradas, evidentemente desconcertadas por mi relato.
—¿Una armadura, una araña gigante y un dragón? —repitió Avalon, frunciendo el ceño—. Eso suena como una mezcla extraña.
Rowan se acercó, colocando una mano reconfortante en mi hombro.
—Quizás fue solo una ilusión o un sueño fugaz. Estás muy pálida, tal vez deberíamos llevarte a la enfermería.
—¡Yo sé lo que ví! —espeté frustrada—. Era…
—El hielo está aquí. —La misma voz que había sentido antes, resonaba en mi mente como un eco persistente—. La bóveda se abrirá.
—¡La voz! ¡Ahí está de nuevo!
Rowan frunció el ceño.
—¿Acaba de decir tu nombre? No escuché nada.
Negué con la cabeza.
—Dijo: “El hielo está aquí. La bóveda se abrirá.” Es una locura. ¿Qué me está pasando?
Avalon ladeó la cabeza, pensativa.
—¿A Jacob le pasó algo parecido cuando estaba en Hogwarts?
—No lo sé…
—Tal vez la voz y la visión están conectadas a la Sala de Artefactos —sugirió Rowan.
—En ese caso, ¿por qué tú no ves ni escuchas nada?
Avalon pasó el brazo por mis hombros.
—Seguro que no es nada, dijiste que te mareaste, quizá tienes hambre. —Pero me di cuenta que ella no creía que fuera eso—. El hambre a veces genera alucinaciones. Vamos, iremos a cenar y verás que estarás mejor.
Asentí débilmente, aún sintiéndome aturdida por la visión. No podía sacudir la sensación de que había algo más detrás de esas imágenes, algo que aún no entendía completamente.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top