𝟎𝟎𝟔. sorpresa inesperada
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CAPÍTULO SEIS
Alina abrió los ojos al sentir los rayos calientes del sol veraniego rozar su cara, parpadeando sutilmente, despertando del profundo sueño en el que se encontraba. Se giró en su cama de matrimonio (obviamente era una cama de matrimonio, cuanto más espacio mejor).
Su habitación era simple: paredes blancas tirando aún color beige, suelo de madera, una cama con edredón blanco en el centro, baño y vestidor incluido, y lo que más le gustaba a Alina, un pequeño balcón donde podía sentarse y disfrutar de la suave brisa, y donde todas las mañana se apoyaba en la barandilla, observando las maravillosas vistas que tenia desde allí (la casa de Alina tenia la ventaja de que se situaba en zona costera, en un pequeño valle con vistas al mar, y por donde se podía bajar hasta tener acceso a una de las playas de Bastiagueiro) ya que su cuarto daba para ese lado.
Alina se estiró, retirando el pelo de su cara mientras Miel aprovechaba para pasar la cola por su cara, ronroneado. La chica sonrió, susurrando un débil "buenos días" a su gata para después acariciarle por debajo de la cabeza.
La joven se levantó lentamente con el sueño aún pegado y marcas del cojín en su cara, para después abrir las puertas del balcón, y situarse en la barandilla, sintiendo la brisa cálida del verano, respirando el aire, para después apoyar los codos en el metal, observando la masa de agua que se veía a lo lejos donde los barcos de vela y de pesca se mecían suavemente con el movimiento de las olas.
Después de unos minutos de paz, Alina se metió en el baño para lavarse la cara y hacer sus necesidades, para a continuación bajar las escaleras de caracol hasta la primera planta en pijama (el cual consistía en una camiseta de manga corta la cual le iba un poco justa de los años que tenía, y un pantalón corto, de color blanco con un estampado de pequeñas flores, ya que en verano hacía calor), para después entrar en la cocina y hacerse el desayuno: unos trozos de sandía que siempre entraban, acompañados de un zumo de naranja. Alina cogió su desayuno para sentarse en el porche, aprovechando para contestar unos mensajes de la noche anterior.
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alinaortega hace 5 mins
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La paz que se respiraba en ese momento hacían feliz a Alina. Le gustaba la tranquilidad, el sonido del viento y los pájaros, el sol que empezaba a calentar su piel, el sonido del mar a lo lejos, todo ese pequeño paraíso el cual le ponía de buen humor.
Era una de las cosas que más le gustaba de su ciudad, poder disfrutar de ese ambiente costero, de ese olor a mar que se notaba en el viento. Una de las razones por las cuales no se mudaría nunca a Madrid es por lo mucho que echaría de menos la costa.
Alina había crecido en la playa jugando con su padre en la arena, navegando en barco con su abuelo, cazando cangrejos con sus primos, comiendo marisco con su abuela. Esas cosas que jamás podría renunciar.
Pero esa paz sería interrumpida dentro de poco: su representante le había conseguido unos cuantos castings para los cuales tendría que viajar y estar un tiempo fuera de casa, por lo que por muy feliz que estaba ante la noticia, Alina quería aprovechar al máximo el tiempo en su casa.
Bebía con tranquilidad su zumo de naranja cuando de repente el timbre de la puerta sonó. Alina frunció el ceño confundida, ¿Quién le estaba timbrando a las 10:30 de la mañana?
La chica se levantó del sofá del porche, caminando hacia la puerta, tirando del pomo para ver quien era la persona misteriosa que llamaba a su casa.
Al abrir la puerta Alina no pudo evitar abrir la boca en sorpresa: Pedri se encontraba apoyado en la esquina de la pared de la entrada con los brazos cruzados delante, sonriendo a Alina burlonamente.
— Qué tal morenita, me echabas de menos? — preguntó a la morena mientras le guiñaba un ojo, sonriendo aún más al escuchar la carcajada de la chica .
— Pero qué haces tú aquí? — preguntó Alina de vuelta, apoyándose en la puerta. Pedri solo sonrió, acercándose un poco a ella
— Pues quería ver tu cara de nuevo, y decidí venir a verte en persona — dijo, mientras un leve rubor teñía sus mejillas.
Alina no pudo evitar sonrojarse también. Que haya venido solo porque quería verla de nuevo era lo más bonito que alguien había hecho por ella.
Alina le sonrió enternecida, mientras se acercaba a él dejando la puerta abierta para después pasar sus brazos por el torso del joven, metiéndole en un abrazo el cual no dudó devolverlo, envolviendo sus brazos por sus hombros, dándole un suave beso en la coronilla. Ambos permanecieron unos segundos en los brazos del otro, respirando el olor de cada uno, sintiendo sus corazones latir a la par.
Alina separó la cabeza para mirarle, aún abrazada a él, haciendo que Pedri la mirase desde arriba, sonriéndole.
— Se puede saber como conseguiste saber dónde vivo? — le preguntó al futbolista suavemente.
— Se lo pregunté a Icía, le conté que quería venir a verte y no dudó en pasarme la dirección. Después cogí el vuelo más temprano que había y aquí estoy — respondió el canario, siendo consciente de lo loco que sonaba — siento si te he molestado, sé que ha alomejor ha sido un poco precipitado—
— Nono, para nada — le interrumpió Alina, sonriéndole al joven — me ha gustado mucho la sorpresa, solo que no te esperaba para nada
Pedri rió suavemente
— Me lo imagino — dijo para después acercar su rostro al de la chica y darle un beso de esquimal — pero las ganas de verte eran demasiado grandes para yo ignorarlas
El corazón se le iba a salir del pecho: pensar que el joven que tenía delante había cruzado el país para venir a verle hacia que Alina quisiese comérselo a besos.
Pero en vez de hacer eso, solo le sonrió, separándose de él para cogerle de la mano y llevándole a su casa. Pedri entrelazó sus manos, sintiendo un calor empezar a formarse en su pecho.
El canario observó a la morena que iba delante de él, fijándose por primera vez en la ropa que llevaba puesta: un pijama suponía, blanco de florecitas el cual le iba un poco justo.
Sin poder evitarlo, su mirada bajó inconscientemente al trasero de la chica, viendo como se marcaba por la fina capa de ropa y el caminar. Sonrió mientras negaba, apartando su vista de él para fijarse en la casa de la joven.
La entrada daba a dos caminos, el de la derecha a lo que suponía era la cocina por lo que pudo ver, y el de la izquierda al gran salón que constaba de unas escaleras a la izquierda en forma de caracol grandes, un sofá marrón enorme en el centro mirando a una chimenea y un gran televisor colgando de la piedra rectangular que cubría esa zona. El suelo era de madera, mientras que las paredes eran de un color blanco.
En cuanto a enfrente de Pedri, unos ventanales enormes con una puerta corredera a la izquierda del mismo tamaño, daban al gran patio interior de la casa.
Alina se giró, parándose en el salón para sonreír a Pedri.
— Te haría un tour pero es que me acabo de levantar y ni siquiera he acabado de desayunar — dijo, agarrando los dedos del joven entre sus manos.
— No te preocupes, ya me lo harás en otra ocasión — le guiñó un ojo, sonriéndole. Alina negó débilmente, devolviéndole la sonrisa.
— Y dime, cuánto tiempo te piensas quedar? — le preguntó al chico el cual dejaba su mochila en el sofá, aprovechando para sacarse la sudadera.
Bendita sea, perdóname Dios
Alina sintió su boca secarse al ver los bíceps del joven al sacarse la sudadera: era cierto que Pedri le pareció atractivo desde el momento en el que lo vió, pero en manga corta era otra cosa.
Se notaba que había pasado tiempo al sol, y su piel lo mostraba al tener un color moreno el cual resaltaba la forma de los músculos. Alina en ese momento daba las gracias al fútbol y el a entrenamiento que le daba esas maravillosa vistas.
— Pues dos días, el sábado tengo el partido — la voz de Pedri la sacó de su ensoñación, parpadeando devolviendo su mirada a los ojos marrón café que la habían pillado mirando los brazos del joven.
Pedri arqueó una ceja burlonamente sin decir nada al respeto (aunque si se sintió mejor consigo mismo al ver el color carmesí en las mejillas de la chica)
— Bueno —carraspeó Alina — dos dias no son mucho, pero te prometo que te enseñaré los mejores lugares de Coruña. Aunque primero toca desayunar, has comido algo? — Pedri negó — pues llegas en el mejor momento: tengo fruta fresca que me dejó mi madre, sandía, melón, naranjas, fresas y plátanos — los ojos del chico brillaron ante la mención de este último, haciendo que Alina riera — pues no se hable más, voy a cortar la fruta y nos sentamos afuera en el porche que es donde mejor se está.
Pedri asintió, sonriendo cuando Alina volvió a entrelazar sus manos tirando de él hacia la cocina. Estaba claro que él la seguiría hasta el fin del mundo si se lo pedía. Había asumido que estaba completamente a su merced y no se quejaba en absoluto.
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pedri hace 20 mins
↳ pablogavi
y tú desde cuando tan sano?
pedri
quieres no ser tan plasta?
pablogavi
😤
aún encima de que me preocupo por ti
ay que ver lo mal que trata la gente hoy en día a los amigos 😩
pedri
🙄
pablogavi
bueno, cuéntame
qué tal? que le pareció?
pedri
pues bien, se puso toda roja y feliz
no se esperó para nada verme
pero creo que se alegró
pablogavi
😭😭😭😭😭😭
mis papis
me alegro por ti pepi 🥰
aunque sé que me estás echando de menos 😘
vuelve prontito
pedri
pues claro que te echo de menos corazón 🥰
ya en dos días me tienes ahí
pablogavi
😍
y si se te ocurre hacer cositas, utiliza protección que aún estoy muy chico para ser tío 😙
pedri
🙄
visto a las 11:13am
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Los dos jóvenes se encontraban disfrutando del manjar de frutas que había preparado Alina, sentados en las sillas de la gran mesa que había en el porche (el cual era cubierto de piedra, como una extensión de la casa), disfrutando del silencio, el sonido del agua de la gran piscina enfrente de ellos, y viendo los grandes árboles de la finca mecerse con la suave brisa.
Cómo no, Pedri se entretenía pinchando los trozos de plátano con el tenedor que Alina había cortado expresamente para él, masticándolos y saboreándolos como un bebé.
Aprovechó de paso para mirar a la chica que estaba a su izquierda, sentada con las piernas encogidas en el asiento, masticando un trozo de sandía con los ojos cerrados disfrutando del sol en su cara.
Pedri había conocido a muchas chicas desde que el barça lo fichó, pero ninguna se comparaba con la que tenía al lado: los cabellos marrones oscuros descansando sobre los hombros los cuales se movían con el viento, sus delicadas facciones de su cara, su nariz pequeña, las sutiles pecas que adornaban sus mejillas, los ojos marrones medio verdes que sabían ponerle nervioso, la sonrisa que le calentaba el corazón, y su cuerpo, el cuerpo de diosa que Pedri soñaba con algún día poder adorar y pasar sus dedos por cada rincón hasta marcarlo suyo para cualquier otro que se pensara en simplemente rozarla.
Pedri no se consideraba una persona posesiva o celosa, pero con Alina sentía una necesidad de tenerla cerca, de poder tocarla o tenerla al alcance de la vista. Ese nerviosismo que según sus ojos se posaban en ella, desaparecía para dar paso a esa felicidad que le provocaba la morena.
El joven sabía lo peligroso que era estar tan prendido de una chica, y más sabiendo quién era y lo que muchas de ellas quería de él.
Pero por más que intentara sacarla de su cabeza, siempre acababa pensando en ella. Solo se habían visto una vez, pero Pedri tenía una certeza de que quería pasar el resto de su vida al lado de ella, o todo el tiempo que la joven lo dejase.
— Que, te gusta el plátano? — la voz de Alina hizo que parpadease, dándose cuenta de que se había quedado embobado viéndola. Carraspeó, tragando el resto de la fruta
— Si, está muy bueno — respondió sonriéndole, notando el suave rubor de sus mejillas.
Alina sonrió, prefiriendo no avergonzarle todavía más y no comentar a cerca de que lo había visto quedarse mirándola.
— Me alegro, son los de canarias por cierto — le guiñó un ojo haciendo que Pedri soltara una carcajada
Ella rió también, ambos al acabar mirándose el uno al otro sin tener que decir nada.
— Y bueno, cuéntame — interrumpió Pedri — como es que tienes esta enorme casa para ti sola?
— No es mía, es de mis padres. Es una casa de herencia por así decirlo. Mis padres se
mudaron cuando eran jóvenes, pero con el tiempo la reformaron y ampliaron varias habitaciones. He crecido en esta casa por así decirlo, me gusta un montón cuando en verano entra la luz del sol por los ventanas, o cuando en invierno encendemos la chimenea del salón para que caliente la sala. Son esos pequeños detalles que me hacen sentir a gusto — Alina le sonrió — Y en cuanto a estar sola, me pasa muy a menudo. Mi padre es el director general de Inditex, por lo que la mayor parte del tiempo está en Madrid en las oficinas centrales. Y mi madre lleva otras empresas en Alemania, por lo que tampoco pasa mucho tiempo en casa. Pero ambos siempre me llaman todos los días, y en verano solemos ir a la casa que tenemos en Italia a disfrutar del verano, o depende del momento, hacemos viajes por diferentes lugares.
Pedri no pudo evitar sonreír, viéndola contar a cerca de su familia, notando el brillo que le salía en sus ojos al hablar de ellos. Se notaba que su familia para ella era muy importante, cosa que ambos compartían. Sabía que su madre la adoraría con solo saber que le gustaba la costa y la cocina, y ni habla de su hermano Fer, que tendría a alguien con el cual chincharlo.
— Y tú? Cuéntame algo de ti a aparte de que juegas en el barça - le dijo Alina
— Bueno, soy de Tegueste, una ciudad en Tenerife. Me crié en el bar de mi familia el cual desde siempre han sido culers. Mis padre son Rosi y Fernando, y tengo un hermano mayor también llamado Fernando pero le llamo Fer. Desde pequeño me ha gustado el fútbol, no paraba quieto. No sé cuantas veces mi madre me echó la bronca por jugar con el balón dentro de casa o por quedarme hasta tarde fuera dando patadas a la pelota.
— Que es lo que más te gusta de tu hogar? — le preguntó Alina
— Cerca de donde vivo, en Bajamar, hay unas piscinas naturales donde mi hermano y yo vamos a bañarnos. También hay unas playas no muy lejos de ahí que son preciosas, incluso alguna cala secreta que he encontrado cuando me apetece estar solo. Pero lo que más me gusta son las croquetas que hace mi madre — Alina rió ante esto — nono, de verdad, tienes que probarlas, son las mejores croquetas que puedes probar
— Bueno, pues ya me invitarás a ir y de paso me enseñas todo lo que Tegueste esconde — le respondió Alina sonriéndole mientras le guiñaba el ojo
— Oh no lo dudes morenita, vas a querer volver según pises mi querida ciudad — dijo Pedro pícaramente.
Ambos rieron, acabando con la fruta que quedaba para después recoger la mesa y llevarlo todo a la cocina, preparándose para enseñarle a Pedri todo lo que Coruña escondía.
oh no!
qué tal? como andamos?
yo un poco a reventar de la universidad 😩
pero por lo menos dentro de poco me dan vacaciones, así que me pondré a escribir varios capítulos para tenerlos listos 😏
que os pareció este capítulo? yo a este punto necesito un Pedri que me venga a visitar por sorpresa 🥹
sé que alomejor os parece un poco precipitado que se plante en su casa al sólo verla de una vez, pero ya tendrá sentido en el futuro ;) además, el pobre está que no puede respirar sin ella JAJAJA
en fin, gracias como siempre por leer mi historia, sois los mejores 🫶🏼
nos vemos la semana que viene <3
(lo mejor del capítulo es pablo, literalmente es el fan número 1 de ellos 🤭)
por cierto, la semana que viene empiezo exámenes 😭 por lo que no sé si podré subir capítulo, y también voy a pasar unos días a casa de una amiga, pero haré lo posible para tener alguno listo ;)
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