Si realmente no amas nada
Fin de año, 2010.
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Finalmente el milagro había sucedido.
Después de tantos años, finalmente Rebecca había logrado reunir a sus padres con Bucky. Antes de ello había tenido varias conversaciones con su madre para que convenciera a su padre de que aceptaran venir a las cenas familiares de las fiestas de fin de año. Antes no lo hacían porque el padre de "Bucky & Becky" evitaba encontrarse con su "descarrilado" hijo al cual rechazó a escopetazos un aciago día de primavera a comienzos del nuevo milenio. Todo por meterse con un fotógrafo descarado que hoy en día ya estaba en otro mambo… "Se lo advertí" repetía George, el padre de Bucky, a su esposa cada que podía "Se lo advertí y no creyó en mí, eligió su camino y ya no quiero saber de él".
Pero los días nuevos traían noticias nuevas. La noticia era que Bucky había retornado al "camino de la sensatez" al ejercer un mayor control sobre su vida y tener finalmente una "relación sensata".
"Bucky tiene ahora una novia, ha cambiado. Y la muchacha es muy simpática. Finalmente dejó todas esas ideas extrañas y esa vida reprochable de lado"
Esa era la premisa.
Así que hoy, finalmente, todos estaban reunidos. La gran familia alrededor de la gran mesa de Nochebuena. Yelena había sido invitada y se había tomado la libertad de traer a su propia familia consigo pues esta noche iba a ser una noche importante… porque tenía un anuncio importante.
Entonces, al comienzo de la cena, ante la mirada espectante de todos, Yelena llevó a cabo su propósito de fin de año: Pidió la mano de su amado novio en matrimonio.
Los padres de Bucky casi se atragantan con tal pedido, más que todo por la inusualidad del mismo, ya que ellos no estaban acostumbrados a que la novia pidiera la mano del novio, se supone que debería ser al revés pero…vamos, estamos hablando de Yelena Belova.
Pero, que va, por supuesto que aceptaron la petición. Bucky ni siquiera parecía sorprendido porque de seguro ya lo había conversado con Yelena, sin embargo estaba muy orgulloso y contento. Se dejó colocar el anillo de compromiso y se lo coloco a Yelena también, ahora finalmente estaban comprometidos y en unos meses estarían casados. Toda una vida frente a sus ojos. Hermoso.
Al finalizar el jolgorio por la buena nueva y todo lo demás, George habló con su hijo. Después de una década alejados, ahí estaban ahora, poniendo las cartas sobre la mesa y Bucky fue directo y claro: seguía siendo bisexual, no estaba haciendo esto por guardar apariencias, y realmente amaba a Yelena. Fin del asunto, George tuvo que aceptarlo y conformarse con que al menos Bucky ya no estaría deshonrando su nombre luciéndose con otro hombre de dudosos escrúpulos ante el mundo entero. Seguía siendo modelo y hacia cosas extrañas como actuar y vender cosas para bebés pero…ya que, al menos sentaría cabeza y muy posiblemente le daría un nieto en un futuro muy cercano…Oh, este último pensamiento le devolvía la alegría a George…un nieto.
Mientras tanto, Bucky bailaba tranquilamente con Yelena, en medio de sonrisas y miradas dulces. Estaban tan satisfechos… sentían que nada nunca podría separarlos.
Tal vez.
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2011
Y, mientras Bucky afianzaba su relación al otro lado del Atlántico, Zemo vivía la caída de la suya propia en Londres. La caída de una relación y la caída de una estrella hermosa, en la más absoluta desgracia.
Ocurrió el 12 de febrero de 2011. Songbird sufrió un accidente automovilístico que terminó por sepultar todas sus aspiraciones.
Pero antes de eso, hubieron ocurrido muchas cosas que convirtieron su sueño de cuento de hadas en una terrible pesadilla.
Ella comenzó a consumir drogas cuando supo de las infidelidades de Zemo que, sumado a la constante presión del modelaje, fue rompiendo poco a poco (y dolorosamente) su corazón. Su verdadera desilusión fue cuando comenzó a sufrir los síntomas de un acné retardado que melló su bello rostro; entonces ya nadie quería contratarla ni para el modelaje ni para las fotografías. De un momento a otro, toda esa deslumbrante carrera que había logrado se terminó derrumbando. Sumida en una horrible depresión, comenzó a consumir drogas y alcohol con mayor frecuencia hasta que simplemente ya no tuvo control sobre sus acciones ni su vida. Zemo ya no podía con ella, se había convertido en un verdadero desastre, y él no sabía cómo ayudarla porque él mismo estaba yendo por ese camino. Así que se fueron alejando mutuamente, hasta que un día, ese día de febrero, ella, completamente alcoholizada y drogada tuvo ese accidente del cual salió ilesa y con varias cicatrices que calaron su alma, como marcas de su desgracia, por siempre.
Entonces ya era mayo, y todos ya sabían cómo iba el cuento: La que alguna vez fue Songbird, había ingresado en una clínica de rehabilitación de adicciones; y Zemo, pues él había vuelto a su vida de excesos y autodestrucción…otra vez.
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Bucky Barnes, hombre realizado, satisfecho con su vida y sumamente contento por su ya muy cercano matrimonio, estaba parado afuera de un vistoso bar berlinés a una hora razonable esperando el arrivo de su auto mientras fumaba un cigarrillo con aroma a pepino de forma indiferente y pasiva; hasta que, de la nada, arrivó un automóvil costoso —un Buick para ser específicos— frente a él, del cual descendieron un par de personas en pleno jolgorio y sedientos por comenzar otra gran noche desenfrenada. Entre ellos, Bucky apenas sí pudo reconocer el rostro de siempre: Helmut Zemo.
Helmut, con el traje más pulcro y la sonrisa más sardónica que pudiera imaginar, se acercó a él a paso tranquilo y decidido, tal como si ya hubiera esperado encontrarlo ahí.
— He-Hel-¿Helmut? —titubeó Bucky incrédulo.
Pero Zemo no se gastó el tiempo en saludos ni respuestas, sólo fue directamente hacia Bucky y, con un mano en la solapa de su chaqueta, lo atrajo hacia sí para plantarle un beso en la boca tan inesperado que Bucky ni siquiera pudo respirar. Con los ojos abiertos como platos, él, no supo qué hacer ni cómo reaccionar ante esa situación, sólo sabía que el sabor de Zemo en su boca era una mezcla entre tabaco y pasas al ron.
Zemo se apartó de Bucky y, sin prestarle mucha atención, le tomó de la mano y se lo llevó consigo.
— Hey, oye, Helmut ¡Helmut!
Bucky estaba tan anonadado que no supo reaccionar a tiempo y ni siquiera sabía cómo, sólo podía pensar que Helmut lo había besado sin miramientos y que posiblemente estaba bajo la influencia del alcohol o alguna droga o lo que sea pero definitivamente no estaba en sus cabales.
Zemo y compañía ingresaron al bar sin registro ni invitación y Bucky, todo azorado, iba con ellos de la mano de Helmut sin tener el valor de forcejear y soltarse de él. Adentro, se acomodaron alrededor de una mesa y comenzaron su barullo acompañados de incontables cantidades de alcohol y demás excesos.
— Ven, James, siéntate —le dijo Zemo atrayéndolo a su lado con una sonrisa y una mirada extrañamente oscura.
— Helmut, qué sucede, qué demonios te sucede… —le cuestionó Bucky sentándose a su lado con el temor de un niño tímido en medio de la primera gran fiesta de su vida.
— Él es James —lo presentó en cambio Zemo sin responderle, y todos lo saludaron con efusividad. Bucky, siendo amable, recibió todos los saludos y luego se volvió a Zemo para aún insistirle:
— Helmut, Helmut escúchame, no sé lo que estás haciendo pero tengo que irme ¿está bien? De seguro mi auto está esp…
— James, ten prueba —le interrumpió Zemo sin siquiera haberle prestado atención, mientras le acercaba un plato de pizza a la nariz—, es pizza napolitana, la que siempre te ha gustado.
— Helmut… —protestó Bucky apartándose del plato, aunque en el fondo no podía evitar no sentir apetito por el mismo. Demonios, Bucky y su debilidad por las pizzas…
— Prueba un poco —le ánimo Zemo acercándole un tenedor con un pedazo de pizza a su boca, y mirándolo divertido—, ¿o tienes miedo de romper tu dieta?
— Quiero hablar contigo —le dijo Bucky mirándolo fijamente con mucha seriedad.
— Hablaremos, hablaremos; pero, primero prueba.
Bucky intercambió su mirada entre Zemo y el la tentación de la pizza sobre ese tenedor, hasta que finalmente abrió su boca y dejó que Zemo le fuera atiborrando la boca de trozos de pizza con un mejor ánimo cada vez, pues tenía que aceptarlo…esa pizza estaba deliciosa. Miraba a Zemo mientras éste lo alimentaba, veía sus hermosos ojos brillar con cada mirada y entonces no podía evitar sonreír. Estaba dejando que Zemo le diera de comer pizza en medio de una reunión descabellada y era feliz.
Cuando hubo acabado la pizza, Bucky le recordó a Zemo que quería hablar con él un momento; entonces, Zemo, se levantó de la mesa y, tomando a Bucky de la mano otra vez, se lo llevó hasta un rincón del bar. Las luces parpadeaban brillantes y había un cumulo de gente bailando o haciendo cualquier tipo de estupidez a su alrededor.
Llegando finalmente a la esquina en penumbras, Zemo se apoyó de espaldas, y con desgano, contra la pared presto a que Bucky le dijera algo.
— Bien Helmut, oye, mira… —Bucky comenzó y se pasó la mano por la boca incluso recordando que allí Zemo lo había besado hace unos instantes— No sé si fuiste conciente de lo que hiciste allá afuera, pero me…me besaste —hizo una pausa breve—, y…eso no… No es que… Yo… Pff, en fin, no quiero que vuelvas a hacerlo ¿De acuerdo?.
— ¿Eso es todo? —le cuestionó Zemo con su voz suave.
— Sí, básicamente sí. Aunque, otra cosa, no sé qué estás haciendo, pero deberías tener un poco más de control, ya te dije una vez…
Y ahí Bucky comenzó todo su sermón de siempre, un sermón que Zemo dejó de escuchar a los dos segundos de iniciar. Cuando finalmente acabó, Zemo sólo asintió con la cabeza y una típica sonrisa comedida.
— Bien, dicho eso —finalizó Bucky—, iré al sanitario y luego me marcharé porque tengo un compromiso mañana temprano. Entonces, nos vemos Helmut, por favor procura ser más sensato ¿Vale? No olvides lo que te dije, tenlo en cuenta, por favor.
Bucky se hizo a un lado y caminó en dirección al baño de hombres, tratando de evitar los empujones a su alrededor. Zemo lo observó, aún pegado a la pared, con un sonrisa y, sutilmente, se fue tras él siguiéndolo a una distancia considerable pero sin perderlo de vista.
Bucky ingresó al baño y, al lado de un par de hombres, se echó un poco de agua al rostro, se alacio el cabello con sus manos húmedas y respiró hondo. No podía negar que esta era una de la noches más extrañas de su vida. Tomó una toalla desechable y se secó las manos ágilmente hasta que al voltearse para poder salir del baño se topó con Zemo tras suyo; éste, tomándolo de imprevisto por el brazo, lo introdujo a un cubiculo cerrando la puerta tras suyo.
— Pe-pero qué… —apenas pudo titubear Bucky.
Y no pudo continuar porque Zemo lo clavó contra la pared y, presionandolo con su cuerpo, lo besó con efusividad.
Bucky, sin saber qué hacer, casi entró en shock. Zemo se apartó de pronto de él para decirle:
— Hablas tanto James, me frustras.
— Qué … Qué… —Bucky estaba con el corazón a punto de salirsele del pecho, todo consternado— ¡¿Qué acaso estás jodidamente loco?! —exclamó en voz baja.
Zemo sólo sonrió con malicia y otra vez se le fue encima para tomar su nuca con una mano y besarlo con tanta intensidad que Bucky creyó por un momento que iba a morir ahogado. Para rematar las cosas, Zemo, deslizó su otra mano hasta la cadera de Bucky y lo atrajo hasta sí, de esa forma pudo corroborar que no sólo él era dueño de una creciente erección allí abajo.
Bucky, sentía que iba a desmayarse, no podía respirar y su corazón le latía tan rápido y tan fuerte que toda su sangre se agolpaba sobre su sien. Por si fuera poco, ese maldito pero placentero roce allí abajo no hacía más que provocarle sensaciones encontradas nublando por completo su razón.
En algún momento, finalmente, Zemo se apartó de la boca de Bucky dejándolo respirar. Agitado y consternado, Bucky no podía hacer nada más que mirarlo suplicante para que acabara con todo aquello, aunque no sabía exactamente cómo quería que lo hiciera. Zemo acercó su labios a su quijada e hizo un recorrido hasta su cuello, mientras su mano zurda se deslizaba tentativamente hasta su entrepierna haciéndolo entremecerse ante siquiera el roce.
Bucky sentía esa exitación florecer desde su interior, pero también sentía culpa ante ese deseo, aunque éste se vislumbrara en su mente avergonzada proyectando una imagen de Helmut deshaciendo el cierre de su pantalón y bajando hasta su zona sensible y acalorada para hacer lo que sabía que hacía muy bien…lo que había hecho ya antes durante años; entonces, miles de memorias de esos momentos íntimos se le venían a la mente y Bucky deseó, aunque con culpa, volver a sentirlos aunque sea sólo por un instante, aunque sea una última vez.
Zemo finalizó su recorrido por la piel de Bucky muy cerca a su clavícula y allí, tal como si fuera un promesa o un gesto de absoluta devoción, le depositó un suave, cálido y breve beso. Esto hundió el corazón de Bucky y definitivamente tuvo inmensos deseos de tomar el rostro inocente y lindo de Zemo para besarlo una y mil veces, mandar todo a la mierda, y volver a caer en ese círculo otra vez.
Pero Zemo, silencioso, se apartó de él y, Bucky, fijando su vista en él pudo vislumbrar un halo de resignada tristeza …tan dulce pero ansiosa…deseosa, pero finalmente frustrada. Entonces, ya con la mano sobre la perilla de la puerta del cubículo, Zemo le dijo con aquella voz suave tan suya:
— Mándale mis saludos a tu futura esposa.
Y dicho eso, Zemo abrió la puerta y salió de allí dejando a Bucky anonadado, apenas respirando y completamente confundido.
Bucky dejó pasar varios minutos antes de siquiera poder mover algún músculo. Finalmente se acomodó la ropa y volvió al lavamanos para mojarse el rostro y la cabellera otra vez. Se miró al espejo y suspiró pesadamente y en el fondo agradeció que nadie alrededor pareciera tener la suficiente conciencia como para reparar en él.
Casi sin sentir el suelo contra sus pies, como si flotara, salió del baño para dirigirse a la salida de ese lugar sabiendo que posiblemente se encontraría en el camino a Helmut otra vez.
Ya estaba cerca a la mesa donde aún estaba la gente de Zemo en plena euforia de media noche y entonces vió lo que había estado necesitando…
Helmut estaba ahí, con un rubia colgandole del brazo, besándola con la misma intensidad con la que lo había besado hace unos minutos en el cubículo del baño. Bucky se quedó petrificado ante esa escena, y aún no era todo porque Zemo se fue deslizando hasta el otro extremo de la mesa para que sus labios se encontraran con los de otro hombre. La música estridente, el barullo, el aroma enfermo del alcohol y el humo, se agolparon en los sentidos de Bucky y lo dejaron parado e inmóvil en medio de todo; y sus ojos, que observaban los actos reprochables de Zemo, se tornaron en rojo. Ya no se sentía confundido respecto a sus sentimientos hacia Helmut, sabía exactamente lo que sentía ahora…y era rabia, tal vez odio.
Alguien lo empujó y de alguna forma terminó en la calle en medio de la noche fría y solitaria; y las imágenes de Helmut besando a todos, besándolo a él, se repetían en su mente.
Caminó con los puños cerrados con fuerza, un gesto ofendido en su rostro y los ojos rojos abrillantados. ¿Cómo le había podido hacer aquello? No le había respetado ni a él ni a su situación… simplemente Helmut no podía vivir sin hacerle daño al final de todo. Se burlaba de él, de todos, no tenía consideración, ni nada…no amaba a nadie, ¡Realmente Helmut Zemo no amaba a nadie!. Así pensaba y, sin darse cuenta, un par de lágrimas asomaron por sus ojos; se las limpió de inmediato y siguió su camino, no quería saber de Helmut nunca más.
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— ¡Es un maldito infeliz! —protestó Bucky, y Sam ya estaba circundando los ojos y pasándose las manos sobre la cabeza preparado para la situación que ya veía venir.
— Cielos, Buck…
— A veces creo que me hizo alguna jodida brujería o algo así —continuó refunfuñando Bucky, se lo veía realmente molesto, como muy pocas veces.
— ¿Una brujería?
— ¡Es que no puedo sacármelo de la cabeza! —exclamó Bucky rojo de rabia—, y mucho menos del corazón!.
Sam hizo una mueca de sopresa y abrió los ojos muy grandes ante esa efusiva declaración.
— Es como una espina en mi vida —continuó Bucky—, quisiera que no existiera… quisiera nunca haberlo conocido… quisiera que… ¡Si él muriera, nadie lo echaría de menos!
— Bucky —le frenó Sam.
— ¡Qué qué!
— Tu realmente lo…
— !Lo odio!
— …lo amas.
— ¡Joder, no es cierto!
— Si no sintieras nada por él te sería indiferente, pero estás enojado…y por qué.
— ¡Se atrevió a besarme!
— No es sólo eso, lo sabes.
— Qué carajos quieres decir.
— Oye, cálmate, ¿quieres?
— No puedo calmarme, ¡no lo haré! —exclamó Bucky lanzando todos los cojines de su sofá al suelo— ¡Lo odio! ¡¡Lo odio!!
Y Sam se quedó a ver la escena dramática de Bucky echando todo al suelo otra vez, hasta que se le bajó la efusividad y quedó sentado sobre un duro sofá sin cojines. Sam se paró frente suyo y trató de razonar con él.
Bucky estaba más que todo enojado por el comportamiento de Zemo, tal vez si sólo lo hubiera besado a él podría perdonarlo pero luego se había ido a besuquear a medio mundo y sí, aunque sonara patético, esa era la causa de su decepción. El hecho de que Zemo, después de todo, no valorara lo que alguna vez habían tenido, que finalmente él, Bucky, sólo resultara ser uno más de su larga lista de conquistas. Uno más con el que podía divertirse —incluso poner en aprietos— y luego desechar al par de minutos.
Eso era todo.
— Creo que debes ponerle límites —le dijo finalmente Sam—; pero, tratándose de Zemo…con él no hay caso de razonar, no te tomará en serio, sino no hubiera hecho aquello. Así que…
— Debo hablar con él.
— No Bucky, déjalo. Tienes que seguir con tu vida y dejar a Zemo de lado, ya no trates con él, simplemente no tiene arreglo. Es bueno que hayas intentado ser su amigo, llevar las cosas en paz pero ÉL…
— El no respeta nada.
— Claro, el asunto es que tú pases de él, ya no le hables, ya no estés en contacto cercano. Sé serio y firme, tratalo así, no le des más confianza, que sepa cuál es su lugar ¿Me entiendes?
— Si, pero hablaré con él.
— No, Bucky, ¡no estás captando la idea!
— Sí, ya sé. Sólo quiero dejar las cosas claras con él. Eso es todo.
Sam negó con la cabeza repetidas veces tratando de convencer a Bucky de que hacer aquello era una mala idea pero cuando Bucky se ponía terco… pues era bien terco.
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Pero Bucky tuvo suerte esta vez. Fue a hablar con Zemo a su estudio y se aseguró de que está vez el Barón sokoviano no lo atrapará con la guardia abajo. Le aclaró todo, que no quería que pasara los límites del respeto mutuo, que se iba a casar en dos semanas y estaba absolutamente seguro y contento por aquello y que…no se metiera ya en su vida.
— Y entonces, qué quieres que te diga —le preguntó Zemo, con la cabeza apoyada sobre la palma de su mano, sentado en su escritorio con total desgano.
— Primero, sería muy bueno de tu parte que te disculpes ¿no lo crees?
— Hmm —gruñó Zemo estirando su sien, aún sentía los síntomas de alguna reciente resaca—, sí, bueno, lo siento.
Bucky le mostró una mueca de inconformidad y añadió:
— Entonces, ¿todo claro?
— Supongo (?)
— ¿Supones? —protestó Bucky— Esto es importante para mí ¿de acuerdo? Por una vez en tu jodida vida ten un poco de consideración ¿quieres?
— James, qué sucede, ¿acaso estás inseguro? ¿Cuál es específicamente la causa de tu inseguridad? No lo estoy entendiendo bien —le dijo Zemo tratando de tomar conciencia sin poder evitar fruncir su entrecejo.
— Pero, te lo he estado explican…
— Está bien —le interrumpió Zemo—. Vamos a subsanar esto, tal vez estoy en lo correcto o no, pero asumo que quieres que te diga algo así como…"No, nada de lo que sucedió aquella noche fue verdaderamente importante para mí, fue una mala broma producto de mi mala racha con la bebida y las sustancias tóxicas; por tanto, me disculpo sinceramente por ello, y ten por seguro que jamás volverá a ocurrir. Puedes estar tranquilo, sigue adelante con tus planes y tu vida, que yo no te causare ningún tipo de prejuicio"… ¿Así?
Bucky lo contempló un momento y asintió:
— Sí, eso, exactamente…
— Pues, lo siento mucho James, en serio, pero te seré sincero… Eso no es verdad, bueno al menos en parte no lo es.
— Qué quieres decir.
— Lo que sucedió realmente sí fue importante y real para mí.
— Mierda… —musitó Bucky con expresión incrédula.
— Sí, así es, aún te adoro como no tienes idea. Sí, sé que es inverosímil porque ya pasaron años, pero simplemente no puedo evitarlo. Tú despiertas eso en mí ¿Lo comprendes?
— Helmut, cielos… —rezongó Bucky frotándose la sien con verdadera preocupación.
— Estoy hablando en serio. El resto es que simplemente soy una mierda, no tengo control real sobre mis bajos instintos, simplemente no puedo esperar para arruinarlo todo…ha pasado tanto…tantas cosas… Simplemente no puedo manejarlo o manejarme, estoy hasta el fondo y…creo que seguiré hundiéndome un poco más.
Bucky sólo suspiró echando la cabeza para atrás.
— Sin embargo —añadió Zemo—, entiendo tu preocupación, está bien, sí, tienes razón en estar molesto y sumamente incómodo con esta situación. Pero tranquilo, no quiero que te preocupes por eso. Realmente no quiero ni voy a perjudicar tu vida.
— Helmut… —le advirtió Bucky en voz baja.
— Será así, escucha. Es cierto que te quiero…mucho, eso no cambiará. Todo este tiempo me he comportado de forma sensata contigo y te consta; es sólo que…cuando me emborracho, o lo que sea, yo ya no mido mis acciones, así qué… ¿James?
— Continúa —le dijo Bucky de mala gana.
— James, pierde cuidado conmigo, no voy a entrometerme ni a ser un perjuicio en tus planes de vida. Puedes casarte, todo lo que quieras, yo no seré un problema. Respetaré eso y a ti, tan sólo...
— ¿Sí?
— ...Guarda tu distancia cuando esté alcoholizado; y, además, no respondas mis llamadas si éstas llegan después de las 10:00 porque a esas horas probablemente yo esté...
— ¿Borracho? ¿Drogado?
— Sí, como sea, no me respondas. Ten por seguro que si es algo de urgencia definitivamente no te llamaré a esas horas. Sobre los mensajes de texto, olvídalos, porque detesto los mensajes de texto, jamás los uso. ¿Está bien?
— ¿Supongo?
— Es lo único que puedo decirte.
— Está bien —suspiró Bucky—. Es mejor de lo que temía, creo que puede funcionar. En fin, gracias.
— Sí, lo siento de nuevo —dijo Zemo pasándose los manos por los ojos adormecidos.
Bucky se despidió de él en buenos términos y lo dejó sólo en su ambiente frío con una resaca aún latente. Zemo sentía que su cabeza podría explotar en cualquier momento, además se sentía extrañamente mal por dentro. Se levantó y decidió irse a casa caminando para tratar de disminuir sus malestares.
En el trayecto recibió una llamada de Ikaris Eternem, la esperaba porque hace un tiempo ambos habían acordado llevar a cabo su divorcio pues Ikaris quería comprometerse con su nueva pareja. Era curioso, pero ambos seguían siendo buenos amigos, se llevaban tan bien como el primer día que se conocieron, además ya se conocían de cabo de a rabo y de alguna forma eso los hacia hasta cierto punto confidentes.
Entonces ahora Ikaris lo llamaba para avisarle que la sentencia de divorcio ya había sido emitida y que, por tanto, ambos ya estaban oficialmente divorciados.
"¿Sabes que es lo bueno ahora que estamos divorciados?" le preguntó Ikaris divertido.
— Qué —sonrió Zemo espectante.
"Que ahora podremos ser amantes" y una sutil risa se dejó escuchar al otro lado de la línea.
Zemo casi se ríe por aquella ocurrencia que, a decir verdad, para él, bien podría ser muy acertada.
— Por supuesto —bromeó Zemo y ya estaba a una cuadras de llegar a su gran casa.
Después de hablar con Ikaris, Zemo siguió caminando, mientras fumaba un cigarrillo y pensaba en todo lo insignificante que podría llegar a ser su vida. Pero lo que no esperaba estaba allí en su propia casa, y él no lo sabía pero ese día su vida cambiaría... cambiaría por completo.
Ese día de mayo, cuando los tibios vientos de primavera envolvían todo con una promesa de esperanza, es día fue cuando Zemo conoció al verdadero amor. Fue ese día cuando el pequeño Karl llegó a su vida.
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