Si puedes ayudarme, querida, llegaremos muy lejos


2009 (1era parte)

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Primavera

Mientras el negocio de Bucky y Yelena sentaba sus bases al otro lado del Atlántico, Ikaris Eternem se hallaba solo en su gran mansión de ensueño. 

Sí, Zemo lo había hecho otra vez.
Ese hombre de verdad tenía serios problemas de estabilidad emocional.

Le habían dicho a Ikaris, sus amigos cercanos, que Helmut lo estaba engañando con una jovencita aspirante a modelo de forma tal que ya ni siquiera se molestaba en disimularlo. Ikaris podía dejarle pasar algunas aventuras furtivas, pero esto ya se trataba de algo más serio. Realmente Zemo tenía una completa relación extramatrimonial.

Entonces Ikaris había despertado solo, de nuevo, y ahora, con las finas pantuflas puestas se dirigía al pequeño estudio fotográfico que Zemo tenía en casa. Casi nunca entraba allí porque eran cosas de Helmut, bien, pues ahora tenía que hacerlo porque… tenía que confírmalo.

Sin saber exactamente lo que estaba buscando, Ikaris abrió cada uno de los cajones con la delicadeza de un principe y la paciencia de un ermitaño. Finalmente encontró lo que no sabía que estaba buscando. Ahí estaban, una fotos, una fotos de ella.

Eran muy íntimas, tan personales, tan…

Ikaris las vió, una tras otra, una y otra vez. Traía la mente anonadada… demonios ¿por qué no lo vió venir?.

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Invierno

Bucky estaba en las nubes. Así hacía las cosas todos los días, como si flotara.

Él y Yelena pasaban tanto tiempo juntos ahora que, simplemente, ya no podían imaginar vivir sin la presencia del otro. Pero… seguían siendo "amigos".

"Soy su 'no-novio' " se decía Bucky, mientras se tentaba con una botella de whisky. Whisky para los inviernos, Vodka para los veranos. Nunca en su vida había bebido tanto. Son las 6 de la tarde, hoy es nochebuena.

Daphne, ven a buscarme…
Daphne, cuando me encuentres deja que la sangre fluya
y ven a acostarte a mi lado.
Daphne, simetría...
(1)

Cantaba, contorneándose graciosamente, con un vaso de whisky en la mano y en la otra la botella misma. Alpine, desde su lugar privilegiado en el sillón, lo observaba con desaprobación.

Finalmente se ha tropezado. El gran James Buchanan Barnes ha caído, con la gracia de un cómico teatrista, sobre la alfombra. Ahora se ríe, ante el maullido molesto de Alpine, se ríe hasta alcanzar una esquina de su sala para sentarse allí, apoyado contra la pared. El frío del piso no le incomoda, porque ahora sonríe. Está tan borracho.

Han pasado muchos minutos, tal vez horas, Bucky no lo sabe, su visión está algo nublada tanto así como su conciencia. Y en medio de todo puede escuchar una voz llamándolo; y, de pronto, un rostro familiar acercándose al suyo… Bucky lo reconoce y sonríe bobo.

— Bucky ¿Me escuchas? Qué te pasa, por qué…

— Yelena… 

— …Por qué estás borracho en nochebuena —le cuestiona ella mientras trata de levantarlo del suelo—… Esas cosas no le gustan al Niño Dios —aún sonaba divertida al fin y al cabo.

Bucky logra pararse y, apoyado de Yelena, se dirige a … no sabe dónde.

— ¿Quieres echarte en el sofá?

— No, quiero ir al balcón, por favor… —susurra Bucky, tratando de tomar conciencia de sus actos.

Yelena lo lleva hasta el balcón donde Bucky logra apoyarse contra la baranda. Una brisa invernal lo recibe de frente, Bucky trata de discernir qué es lo que siente.

— Es… estás… ¿bien? —le consulta Yelena, casi dudando, con una ceja levantada—. ¿Comiste algo? Qué tal si te traigo un… vaso de agua…¿tal vez?

Bucky hace una mueca de indisposición y niega con la cabeza.

— Hey hey… —ríe Yelena— No vas vomitar…—pero la expresión de Bucky le indicó lo contrario— ¿O sí?

Aunque Bucky sigue negando con la cabeza, finalmente no puede evitar salir corriendo en dirección al baño. Allí, en el inodoro, vomita lastimeramente. Entonces recuerda la última vez que pasó por esta situación, fue aquella noche, en aquella fiesta llena de excesos, cuando él y Helmut se besaron por primera vez. Una de las noches más emocionantes de su vida, nunca la olvidaría. 

Yelena finalmente lo ha ayudado a reacomodar su existencia. Pero él no quiere recostarse por temor a morir ahogado en su propios fluidos. 

— Oye, eso no sucederá —le tranquiliza Yelena con su voz divertida—. Ten, toma un poco de agua, te sentirás mejor.

Agua, otra vez. Esto es como un déjà vu. Bucky piensa que, si su desgracia con la bebida es el impulso a la realización de sus relaciones amorosas, esta podría ser "su gran noche".

Pero nosotros sabemos que los momentos especiales lo son justamente por ser únicos. Lo más probable es que nunca vuelvas a vivirlos de la misma forma, tal vez puedas intentar replicarlos pero, no, nunca serán iguales.
Siendo así, finalmente Bucky ha perdido la conciencia, se ha quedado dormido sin haberse dado cuenta de ello.

Sin embargo, también hay que saber algo: puede que nunca vivamos una experiencia de la misma forma; pero, eso no significa que no podamos vivir nuevas, e inclusive, mejores experiencias.

Yelena no quiere dejar a Bucky solo, esta noche se quedará a dormir con él, aunque sea en el sillón, pero con él.

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Bucky se despertó con la luz del día golpeándole los ojos. Ese sería un día difícil, tal vez. 

Fue algo muy conmovedor encontrar a Yelena durmiendo en su sala, con Alpine a su lado; podría ser un buen indicador de que ambas podrían llegar a llevarse muy bien.

Bucky pasó la primera parte del día tratando de aliviar, con la ayuda de Yelena, sus malestares post-borrachera los cuales no resultaron tan graves al final del día. De noche, Bucky comenzó a sentirse mejor, hasta Yelena se animó a cocinar algo.

Ya eran las 6:37 PM, Bucky se sentía como si estuviera viviendo una extraña surrealidad. Podía percibir el aroma de la salsa que se cocinaba en la cocina…
"Hmm, le falta albahaca…" pensaba entonces Bucky y, sin pensarlo mucho esta vez, se dirigió hasta la cocina.

— Hola —le saludó Yelena casi sorprendida de verlo allí.

— Hola —saludó Bucky con desgano pasando de largo por su detrás hasta llegar a la alacena y sacar el azucarero.

— ¿Qué pasa? —le preguntó Yelena, mirándolo sobre su hombro, intrigada.

— Azúcar —respondió Bucky, parecía un zombie—, hay que ponerle un poco de azúcar —dijo y se acercó a la estufa donde la cacerola con la salsa se cocinaba a fuego lento.

— OK, déjame ponerlo…

— No, yo puedo.

— OK, adelante —dijo ella retrocediendo con las manos levantadas y las cejas también.

Bucky, tomando aire, hundió la cuchara en el azucarero y, con determinación, extrajo apenas un pisca de azúcar; y, con esa misma determinación, la echó en la salsa.

Yelena observaba esa ceremoniosa escena con las manos sobre la cintura, traía puesto un delantal prestado que le caía con gracia, sus ojos estaban fijos en las acciones de Bucky Barnes, que, a variar de los demás días, esta noche se veía extrañamente… vulnerable, y esa vulnerabilidad traía consigo una cierta hermosura.

— Qué más —le preguntó Yelena.

— Albahaca.

Yelena comenzó a ayudarlo para afinar la salsa que ella había comenzado a preparar. Los tallarines ya estaban listos, un poco de que queso rallado y todo estaría bien. La salsa debía tomar un poco de consistencia aún.

— Viniste a verme —le dijo Bucky, con esa vaga sonrisa de siempre, apoyado contra el mesón de la cocina. Se cruzó de brazos esperando alguna respuesta.

— Sí… —dijo ella enfatizando su voz para sonar divertida mientras probaba la salsa una vez más— Hey, esto está…joder, delicioso, hmm, sí, perfecto —entonces giró su cabeza para verlo sobre el hombro—. Eres bueno en esto, Bucky Barnes.

— Sí —dijo Bucky con otra sonrisa vaga—, soy bueno. ¿Sabes qué hace falta?

— ¿Uhm?

— Un buen vino…

— … olvídalo. ¿Desde cuándo te volviste alcohólico, eh?

— Desde que te conozco.

— ¿Soy la causa de tu vicio, en serio?

— Eres la causa de todo… —musitó Bucky con los ojos perdidos en el piso.

Yelena lo miró de reojo un poco más. Tal vez este era el mejor momento para iniciar la cena.

Ambos colocaron la mesa y se sirvieron su cena mutuamente. Bucky ya se sentía muchísimo mejor y, con Yelena, reía y reía…con sus sonrisas hermosas. Mientras cenaban hizo bromas, comía con gusto y se reconectaba con la vida…con esa increíble realidad que había creado sin haberse dado cuenta siquiera de ello.

— In my… mind… —comenzó a cantar él, con la parte posterior de su cabeza apoyada en el hombro de Yelena, distraído con los deshilachados de su viejo suéter— This is my, my, my free time…

Yelena solo sonreía con los ojos divertidos. Le producía una sensación tan reconfortante sentir ese contacto tan cercano. 

To break it all away —siguió cantando él, con un falsete bastante divertido— Spend it all today.

Entonces ya eran las 8:48 PM, y a esa hora los niños se van a dormir. Pero Bucky está sentado en su sillón, elegantemente, con Alpine en su regazo; y Yelena está loqueandose con LÁSER 98 FM Radio "Los más pedidos de la semana"

Era finales de 2009, y los tiempos cambiaban no tan drásticamente; era finales de 2009, y los BlackBerry aún estaban de moda incluso antes de que el reinado de los Smartphones cayera con todo su peso sobre ellos; era 2009, el final de otra década se acercaba pero no sé sentía como un gran cambio, era tan difícil hablar de los 00' (dosmiles) como se hablaba de los 80' o los 90'. Qué era el crecer. Qué era el ser parte de una generación. Cómo era ver todo tu mundo cambiando a tu alrededor sin que pudieras darte realmente cuenta de ello.

Era finales del 2009, y Bucky Barnes sentía que su corazón latía tan fuerte como en un respiro ahogado.

— Ven, baila conmigo —le invitaba Yelena, tomándole de las manos con una sonrisa animada.

Ahora Bucky realizaba movimientos torpes frente a Yelena, era divertido y simplemente no podía dejar de sonreír.

— Por qué no te peinaste —le preguntó ella alaciando su cabello y luego dejando caer sus brazos alrededor de su cuello.

— Quiero que mi cabello crezca ¿sabes?

— Eso ya no está de moda, debiste haberlo hecho hace tres años.

— A ti no te importa la moda.

— A tí sí.

— No —rió él desviando la mirada.

— Sí… —sonrió ella, tal dulcemente.

Bucky detuvo sus movimientos y tomó el rostro de Yelena entre sus manos, la miró con ternura.

— Tus manos están calientes —sonrió ella nerviosa.

— Voy a derretir la nieve que cayó en tu rostro —le dijo Bucky y, con una sonrisa hermosa, le tocó la nariz.

Yelena no pudo evitar reír, cerró los ojos y se sintió en casa.

Una risa hermosa, una risa llena de vida.

Voy a acercarte a mí.
Voy a abrazarte muy fuerte.
Voy a jugar con las trenzas con las que viniste a verme esta noche.
Voy a sostener tu rostro y a derretir la nieve que le cayó.
Porque los amigos no desperdician el vino cuando hay tanto de que hablar.

Siento que el amor está en la cocina con un ojo culinario.
Creo que está preparando algo especial.
Y yo soy lo suficientemente inteligente como para probarlo.
Si no confías en ti misma durante al menos un minuto cada día.
Bueno, deberías confiar en esto, niña, porque el amor es algo que sucederá en nuestras vidas.
(2)

Bucky la acercó a él y la estrechó entre sus brazos, en un abrazo lleno de su amor.

La abrazo, sí, con todo, todo su amor.

Siguieron moviéndose al compás de una canción extraña, abrazados, completamente felices.

Ya eran las 9:36 PM. y ambos estaban en el balcón. Yelena fumaba; Bucky, apoyado relajadamente sobre la baranda observaba las brillantes luces de la ciudad. Comenzaron a hablar de cosas triviales, Yelena le confesó que la única cosa que sabía cocinar satisfactoriamente era la pasta con salsa de tomate; después, podía vivir con algún envase de Maruchan.

— Yo cocinaré para los dos, no te preocupes —le dijo Bucky, casualmente y aún distraído con el paisaje citadino.

— No tengo potencial para ser ama de casa —suspiró ella.

— No lo serás.

Ahora todo sonaba como promesas…o compromisos.
Yelena inclinó su cabeza hacia atrás para buscar la mirada perdida de Bucky.

— En qué piensas —le preguntó.

— Nada —susurró Bucky—, tal vez que … ¿Hace cuánto estamos en esto?

— En qué.

— En esto…

— Toma —le ofreció Yelena su cigarrillo.

— No, no …

— …no fumas, pero inténtalo.

— ¿Quieres volverme vicioso? —le cuestionó él, mirándola finalmente, divertido. Y tomó el cigarrillo. Fumó un poco, con elegancia.

— Eres buen fumador para no ser uno —observó ella.

— Aprendí del mejor.

— Zemo.

— Sí, aprendí muchas cosas —la miró de reojo con una sonrisa—, sólo lo bueno.

Y Yelena se echó a reír. En parte quería evitar el contacto visual porque ahora Bucky la estaba mirando, de frente, con sus ojos azules seductores.

— If you can fix me up, girl —le susurró Bucky en una melodía suave—, we'll go a long… long way…

— Qué canción estás escuchando ahora.

— Obstacle 2.

Yelena sólo sonrió.

— Es lo que siento —acotó Bucky.

Yelena levantó su mirada hacia él mientras movía nerviosamente su talón. A momentos así no podía escapar.

— Y ahora… —susurró ella en un hilo de voz, estaba comenzando a temblar.

Bucky, apoyándose contra la baranda, inclinó su rostro al de ella. Yelena tomó aire, pero en realidad ni así podía respirar.

— Ahora tú qué crees —le dijo Bucky en voz baja. Cerró sus ojos y acercó más su rostro al de ella.

Yelena estaba petrificada, sólo sabía que debía dejarse llevar porque realmente lo quería, quería lo que iba suceder. Cerró sus ojos lentamente, esperando el contacto anhelado.

El contacto se desvío ligeramente de su objetivo. Bucky sólo alcanzó a rozarle la comisura de los labios y ahí, a un centímetro de distancia, Bucky abrió los ojos y le sonrió. Ella también abrió sus ojos y lo contempló, esto debía ser muy gracioso (?)

— Hola —le susurró Bucky.

— Hola —correspondió ella.

Bucky le tomó la mano de un solo movimiento y, de imprevisto, la condujo hasta la sala.

— Ven conmigo —le dijo con una voz animada mientras cogía sus llaves.

— A-a dónde vamos…

— A la Ruta 7.

— ¿Qué?

Ambos salieron de la casa de Bucky a paso rápido hasta que llegaron a la calle y se echaron a correr.

— Bucky, qué te pasa, ¿estás loco? —rió ella.

— ¡Sí! —exclamó él.

Las calles aledañas estaban vacías, las aceras cubiertas de nieve. Bucky corría y daba saltos delante de Yelena.

— OK, detente, ya no puedo —se detuvo ella cansada.

Bucky le tomó la mano y ella le rodeó el cuello con la otra apoyándose en su pecho. 

— Qué loco estás, Bucky Barnes.

— Traumas.

Ambos se miraron con una sonrisa y el ceño fruncido. Yelena comenzó a reír y le repartió besos en el rostro, una acción inevitable. Alguno de esos besos terminaron en sus labios, tal vez quisieron quedarse un poco más ahí.

Bucky le tomó por la cintura y atrapó esos besos en sus suaves labios, los sostuvo y no los quiso soltar ya nunca más. 

Era como estar en un pequeño cielo, uno sólo de ellos. 

In my mind
This is my, my, my free time
To break it all away
Spend it all today

It took time, then I found you.
It took time, then I found you, oh, oh.

Tomó tiempo, hasta que te encontré.

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Ref:
(1) "Precipitate" de Interpol
(2) "Obstacle 2" de Interpol

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