Año 3

Nota previa de la autora:

Hola 😃😊 qué tal. Miren, para este capítulo hice un video edit que lo pueden ver a continuación:

¿Qué tal quedó? 😄😆 Hace un tiempo que no hacía éstos edits.
Otro detalle que quiero hacerles conocer es el siguiente: A partir de este capítulo verán a Ikaris, y su apellido, Eternem, ha sido ideado por ✨ _Morwick_ ✨, en su hermoso fic "Selfless Love", y quien amablemente me ha concedido el pedido de usar este apellido para este coso mío.

Ahora sí, a lo que vinimos:
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Junio 2002

Helmut Zemo y Bucky Barnes registraron su unión civil el 12 de enero de 2002, en Bruselas, Bélgica. Y se establecieron allí tras adquirir una hermosa casa cerca al Parque Laeken. 

Hasta ese momento, el entorno laboral de Bucky solía ser repelente con él, especialmente algunos modelos que, o bien le tenían envidia o bien le tenían bronca. Algunos lo acusaban de crear el falso estereotipo de "si eres modelo masculino eres gay, igual que Bucky Barnes". Luego, mujeres u hombres, miraban su éxito con malos miramientos, y por si fuera poco, Bucky era el infame que se había robado la atención y el corazón del hombre más deseado del medio: Helmut Zemo. El gran Helmut Zemo, el que fotografiaba a las más grandes celebridades y modelos del momento, el que tenía las exposiciones más concurridas y elogiadas en varias galerías y museos en las ciudades más importantes del mundo.

No podía ser que todo lo bueno le sucediera a Bucky Barnes, el que había sido un don nadie que, aún, andaba por ahí sin un estilo respetable y hasta usaba gafas para leer. Definitivamente no era digno, según ellos. 

Helmut, para contrarrestar esos desfavorables miramientos, había tratado de imponerle a James un estilo más sofisticado. Le decía qué tenía que usar para vestirse y qué no, cómo actuar en las reuniones con los ejecutivos de las grandes revistas de moda y las marcas más reconocidas. Cómo comer, cómo hablar, hasta cómo pensar. Y era muy rudo cuando James hacia algo equivocado en estos aspectos, por ejemplo, detestaba cuando James se ponía jeans desgastados o desgarrados, cuando lo veía así exclamaba "Pareces un gandul haragán suburbano, quítate éso y ponte algo decente" Entonces James tenía que cambiarse de inmediato o no saldría a ningún lado. A veces Helmut también criticaba su vestimenta, comparándolo burlescamente con algunos personajes de caricatura, y entonces James de nuevo tenía que cambiarse. Sobre todo, Helmut le había hecho cumplir estrictamente su dieta, una rutina de ejercicios físicos, y le amenazó con más rudeza si osaba consumir alguna droga. Además, tampoco podía beber más de 28 UBE de alcohol al año. Ah, y si James osaba comer un poco más de lo debido, ahí estaba Helmut, listo para tomar medidas de su cuerpo y subirlo a la balanza, pues tenía estrictos registros de medidas y pesos de James.

Nat había criticado duramente estas acciones cuando James se lo contó como si fuera un chiste. No, para Nat, ésto no era un chiste, era una opresión. 

Sin embargo, aunque a veces se sintiera cohibido, James accedía a las acciones controladoras de Helmut con sumisión y paciencia, más que todo para no causarle disgustos, porque se sentiría peor si Helmut se enojaba con él. No quería verlo molesto, ni decepcionado. No importaban los sacrificios, estaba dispuesto a hacerlo todo por él. Además hasta se sentía agradecido con Helmut, pues sabía que él éxito de su profesión se debía a su figura y buena presencia, así que llegó hasta a gustarle que Helmut le controlara la vida.

Por otro lado, la fama del trabajo de Helmut había aumentado demasiado en los últimos meses. De pronto habían cinco o seis personas viniendo a tocar la puerta de su casa a lo largo del día, entre amigos, conocidos, o desconocidos, famosos, aristócratas, o inmensamente de lo mismo. Qué más daba, venían con o sin invitación. Todo el día el timbre sonaba y qué más daba…
Gajes del oficio.

Así, sin saber cómo ni cuándo, la vida de Bucky se transformó en un caótico estrés cotidiano. ¿Dónde podía encontrar paz si no debiera ser en su hermoso hogar? Pero Helmut era tan bueno fotografiando, y mantenía ese magnetismo encarecido…y había instalado su estudio en esa hermosa casa, y a todas horas sonaba el timbre, y a todas horas había ruido, gente, entre asistentes, maquilladores, y gente y más gente…
Bucky veía a las celebridades pasar por su lado como si fueran los vecinos de la esquina, le saludaban y él les saludaba. Todo era tan natural, y extraño.
¿En qué se había convertido su vida?

Muy temprano, antes de que saliera el sol, eran tal vez los únicos momentos tranquilos. Entonces Bucky podía darse la vuelta sobre la cama y contemplar al adorable Bello Durmiente que se negaba a abrir los ojos.

Esta vez, James pasó su mano por el rostro de Helmut con una suave caricia, y le susurró:

— Helmut…

Helmut no contestó. Pasaron un par de segundos hasta que abrió sus ojos de golpe asustando a James. Sonrió al ver su expresión y atrajo su rostro hasta el suyo.

— Imbécil. — le susurró Bucky de nuevo, sin dejar de sonreír.

Entonces Helmut se irguió de un salto y se colocó sobre James para decirle con el rostro iluminado:

— Qué día es hoy.

— Sa - sábado (?)… 

— ¡Hoy es el día! — le dijo Zemo tomándole el rostro con ambas manos — Hoy es el día que les dije a todos que no estaría en casa. Nadie vendrá hoy… ¿Sabes lo que éso significa?

— Que podrás terminar de organizar los cuadros de tu exposición (?)

— ¡Así es! — exclamó Zemo — Qué listo eres, cariñito…— y comenzó a hacerle cosquillas a James.

— Detente…— le pidió James riendo a más no poder 

Helmut dejó las cosquillas para rodear la cabeza de James entre sus brazos y, con suavidad, comenzó a repartirle muchos besos en el rostro.

— Me encanta cuando ríes— le dijo entonces Helmut — Amo tu sonrisa.

— Entonces…— dijo James aún conteniendo la risa — … entonces, sígueme haciendo sonreír. No me pongas triste, nunca me hagas llorar.

Helmut lo miró con sus ojos brillantes, llenos de amor y felicidad, y le dijo, palabra por palabra:

— Prometo que dedicaré mis días a mantener esa hermosa sonrisa en tu rostro. 

Otro beso. Un beso más para sellar su promesa, que se unía a las otras que había hecho cuando formalizó su relación con James hace unos meses atrás.

***********

Helmut estaba organizando las fotografías que expondría en el Barbican Art Gallery ese mes. Para ambientar su labor colocó, como siempre, los conciertos de piano de Beethoven, y de vez en cuando echaba uno que otro vistazo por la ventana para contemplar el hermoso día de primavera.

De pronto escuchó un ruido estridente proveniente del piso de abajo. Era Helter Skelter de Mötley Crüe sonando en los ambientes del gimnasio, en realidad era James terminando su rutina de ejercicios. Entonces Helmut lo imaginó secándose el sudor con la camiseta húmeda mientras de seguro se dirigía a la ducha, sonrió de lado con esa imagen. Le bajó el volumen a su propia música para poder visualizar mejor a su compañero bajo la regadera através de los rifs de Mick Mars.

Siete minutos después, Helmut supo que James estaría cambiándose de ropa en su habitación, luego, de seguro subiría la escaleras hasta llegar a él.

Y en efecto, James no tardó en aparecer en su estudio pero con la diferencia de que aún estaba tratando de colocarse su camiseta gris. Llegó paseándose por detrás de Helmut, deslizando la camiseta por su abdomen bien marcado. Helmut, al sentir su presencia, volteó su cabeza para verlo sobre el hombro. Sonrió.

— Viste mi chaqueta azul…la de…

— La mandé a la lavandería — se apresuró en contestar Helmut— ¿Te gusta mucho los tonos azules, verdad?

— ¿Hay algún problema con eso?

— No.

— ¿Y ahora qué me pondré? — reclamó James.

— Tienes demasiada ropa, James, por si no lo notaste. O tal vez quieres que, de nuevo, vaya y haga un inventario frente a ti. 

— ¿Quieres agua? — se acercó James a Helmut, ofreciéndole una pequeña botella de agua. 

— Gracias.— respondió Helmut sin mirarlo.

— ¿Qué es éso? — preguntó James, apoyándose su quijada sobre el hombro de Helmut, y señalando una fotografía indescifrable.

— Es la Reminiscencia. — contestó Helmut con una sonrisa mirándolo de reojo, y luego le señaló otras fotografías que estaban sobre su mesa — Y éste de aquí… éste eres tú.

— ¡Vaya! — Exclamó James tomando una de las fotografías — Se ve increíble, es decir, yo me veo increíblemente fantástico… — luego giró su cabeza para mirar a Helmut — Oye, Mut ¿mis fotos también estarán en tu exposición?

— Por supuesto.— Helmut se crispó con el roce de James y no pudo evitar sonreír — Eres mi más grande logro y orgullo…

— Sin contar con que soy el amor más grande de tu vida… — añadió James y le dió un fugaz pero intenso beso en la quijada, a lo que Helmut no pudo contener una tímida risa.

— ¿En serio? — dijo Zemo riéndose con las mejillas sonrojadas y pasando la mano por su quijada — Me babeaste…

— JA-Ja — dijo James alejándose de él — Mírate, estás colorado…— y tomó el rostro de Helmut entre sus manos —…te ves tan bonito apenado…Aaw, miren al seriote de Helmut Zemo todo colorado y sonriente…

— Déjame… — se apartó Helmut riendo, tratando de ocultar su mirada.

James volvió hacia Helmut y le rodeó el cuello con sus brazos volviendo a apoyar su quijada sobre el hombro. Preguntó:

— Qué comeremos hoy.

— Tú ya tienes tu alimento establecido.

— OK — corrigió Bucky con desgano — qué comerás tú.

—¿Revisaste en el refrigerador? — dijo Zemo apoyando cariñosamente su mejilla contra la cabeza de Bucky.

James y Helmut contrataban a alguien que cocinara su comida para todo el mes, y guardaban de forma organizada cada envase para un determinado día en el congelador.

— Yo me lo comería todo.— dijo James — ¿Qué tal si bajas para revisarlo?

Después de que Zemo revisara el refrigerador, y todo lo que tenían alamacenado, escogieron la comida del día y luego se fueron a la sala a beber jugo de naranja.

— Ah, y no sabes cuánto siento haber cortado tu gran inspiración con mi música insana. — observó Bucky con cierto sarcasmo. 

— Oh, descuida.— dijo Zemo fingiendo condescendencia mientras se apoyaba junto al reproductor de música.

Bucky se dejó caer sobre el sofá. Estaba tan contento por tener un poco de tranquilidad después de tanto caos en su casa los anteriores días. 

— Es más, — añadió Zemo—, qué tal si colocamos algunos de tus CD's favoritos…

— ¿En serio? — cuestionó Bucky con incredulidad mientras veía cómo Zemo elegía entre "su lado" de la pila de CD's en la repisa del reproductor de música. — De seguro estás tramando algo. 

— ¿Yo?. Por favor, James. Soy una persona de mente muy abierta, por favor, no lo olvides… — pero Bucky se echó a reír —…Te ríes, pero ahora podríamos escuchar a…¿Scorpions? ¿Judas Priest? O… Tigertailz qué te parece.

— Pon a W.A.S.P. — sentenció Bucky con una mirada fulminante. Hasta entonces había reparado en la vestimenta de Helmut. Tenía puestos esos pantalones negros ajustados y una camiseta de manga larga. Los pantalones estaban bien…— The Last Command — agregó Bucky y bebió su jugo.

Zemo le hizo caso y cuando dió el play se asustó con el sonido estridente derramando un poco de jugo sobre su camiseta ante las risas de Bucky. De mala gana, Zemo fue a cambiarse a su habitación. 

— ¡Eres increíble, Helmut!

Zemo se volteó al escuchar a Bucky gritarle eso desde la sala. Era obvio que se estaba haciendo la burla de él. Helmut regresó a la sala y se plantó frente a James con las manos apoyadas sobre la cadera y Wild Child sonando a sus espaldas.

Bucky dejó de reírse al ver a Helmut. Éste se había colocado una de esas camisetas ligeras que tenía, la traía suelta, apenas abrochada, sobre su delicado cuerpo. Con las manos en la cadera, Helmut le hacia notar que su ceñidos pantalones siempre le llegaban hasta ese lugar, dejando fácilmente entrever su región pélvica.

— Qué miras.— reclamó Helmut al ver que James no dejaba de ver la parte baja de su abdomen. 

— Ah, nada — respondió Bucky simulando indiferencia.

— ¿En serio?

— Sí. Bueno…me gusta tu pantalón. — dijo Bucky con tranquilidad.

— ¿Ah, sí? — Helmut sonrió, y con un vaiven de su cadera captó de nuevo la atención de Bucky — Así que te gusta mi pantalón…

— Sí, es muy…bueno.

— ¿Se ve bien? — Preguntó Zemo pasando la mano sobre el broche de su pantalón.

— Se ve excelente.— respondió Bucky con una sonrisa sin dejar de mirar esa región seductora de Zemo.

— ¿Quieres que me lo quite para dártelo? — le preguntó Zemo desabrochando el botón de su pantalón 

— ¿Qué? — Bucky rió cerrando los ojos. 

— Oh, no lo quieres, está bien.— dijo Zemo con tranquilidad pasando de lado ante Bucky.

— Espera — lo retuvo James tomándolo por las caderas, y levantando su mirada — ¿Estamos hablando del pantalón, verdad?

— Por supuesto — le dijo Zemo fijando sus intensos ojos en él — Y luego, tal vez, quieras que te ayude con éso. — Zemo le señaló la entrepierna. Bucky bajó su mirada y se percató de que una notable erección lo estaba delatando. Volvió a subir lentamente su mirada, con los encarnados labios separados…

— Mírate, James…— le susurró Zemo acercando su rostro a él — …otra vez estás Buckyabierto

Ese aliento cálido seduciendo su piel hizo que Bucky atrajera a Zemo sujetandolo por la caderas con firmeza. Con Blind In Texas, Zemo pasó su pierna sobre las de Bucky y se sentó a horcajadas sobre él comenzando a dejar besos ardientes sobre su quijada. Bucky ya estaba moviendo sus caderas contra Zemo mientras le acariciaba la espalda dejándose llevar por esos besos condenables.

— Quiero navegar en tus labios…— le susurró Zemo al oído. Bucky giró su cabeza y rozó sus labios con los de Zemo —…hundirme en tu boca,
ahogarme en tu miel. — Zemo le plantó un beso y Bucky lo sujetó fuertemente contra sí.

Helmut se movía con suavidad sobre la erección de James mientras lo besaba con desenfreno. Finalmente le dijo:

— Entonces ¿quieres que te dé este pantalón? 

— Hmm — James aprovechó para besarle el cuello y musitó — Sí, te lo quitaré…como esta camisa…— y le desabrochó la camisa de un sólo tirón besando su pecho de inmediato como si estuviese sediento de su sabor. Sus manos se movían hábilmente sobre la cremallera del ceñido pantalón de Helmut, hasta que deslizó un mano hasta esa parte…Helmut dejó escapar un gemido cuando sintió ese contacto.

James se apresuró en llevar a Helmut hasta su habitación y lo arrojó contra la cama, no perdió tiempo para quitarle esos pantalones, con un suspiro y otro beso lo sometió contra la almohada. 

— Esto es lo que querías ¿no es cierto? — le dijo James con una sonrisa.

— Esto no es nada.— sentenció Zemo. Era extraño, porque él se veía demasiado angelical, incluso muchas veces la gente creía que Helmut era más joven que James cuando era lo contrario. Y, si nadie lo conociera, cualquiera pensaría que Helmut, con esa carita de niño bueno que traía, sería tan casto y puro como un recién nacido. Pero la verdad era que Helmut era malicioso, mentalmente peligroso, y seductoramente hiriente.

James se desvistió y tomó el lubricante de la mesa de noche. Se subió rápidamente a la cama y pasó por encima de Helmut deslizando su lengua sobre su abdomen hasta llegar a los ansiosos labios de Helmut. Un beso rudo, sí. Un caricia necesitada, claro que sí.

James deslizó sus dedos lubricados en el interior de Helmut y ahogó esos gemidos necesitados con sus besos insaciables.

— Hazlo…— jadeó Helmut — Hazlo ya…

James, con la mente adormecida, introdujo su miembro erecto en el interior de Helmut y comenzó a moverse con suavidad. Ya sabía cómo le gustaba que iniciara, conocía exactamente el lugar…el momento. Besó a Helmut con el ardor de sus labios, ahogándose en su placer. Helmut dejó caer su cabeza hacia atrás cuando las embestidas de James se incrementaron y, llegando casi al climax, sus gemidos se convirtieron en gritos de placer.

Se liberaron en una corrida cálida, y se besaron mutuamente disfrutando el sabor de sus labios, con la respiración entrecortada y los latidos apenas acompasados.

— F'úbim ťa …kliatba…— susurró Zemo.

— Dios, en serio no entiendo lo que dices… — le dijo en voz baja Bucky.

Zemo se limitó a besarlo de nuevo, mientras acariciaba su cabello… cómo adoraba ese cabello, su fragancia…

Entonces el teléfono comenzó a sonar desde la sala. Bucky dejó caer su cabeza sobre el pecho de Zemo con resignación y éste, tras un suspiro, exclamó con rabia:

— Aaaaahh! Dejenme vivir… ¡Váyanse a la…!

— Ve a contestar, detesto ese sonido…— interrumpió James con una súplica.

— No lo haré. Dije que no estaría hoy en casa, que se jodan…

— No dejará de sonar…lo detesto…

— Cúbrete los oídos — le dijo Zemo con tono divertido — Yo te los cubriré… — y puso ambas manos a cada lado de la cabeza de Bucky.

— No funciona…— reclamó James.

— Oh. Ya dejó de sonar. 

— Volverá a sonar…

Y de hecho así fue. Ante la insistencia de James, Helmut tuvo que levantarse para ir a contestar el condenado teléfono, apenas cubierto con una sábana. Estuvo en la charla como quince minutos y luego regresó al lado de un aletargado James.

— ¿Te aburriste? — le preguntó Zemo cuando se recostó a su lado.

— Quién era y qué demonios quería esta vez.

— Adivina quién vendrá mañana a ser fotografiado por tu icónico compañero…— le dijo Zemo divertido.

— Quién. ¿El Papa? Porque eso sería genial.

— No. — Zemo imitó el sonido de un redoble de tambores ante la sonrisa de James y dijo — Vendrá el gran…Ikaris Eternem, ta tan.

Bucky se echó a reír. Ahora Zemo era tan popular que hasta Ikaris Eternem venía a su casa para ser fotografiado por él. 
Tal vez tú no lo sepas, pero Ikaris Eternem era una de las más grandes estrellas de cine de ese momento, rumbo a convertirse en leyenda. Cuando te decían "actor", lo primero que pensabas era en él: Ikaris Eternem.

Hasta tenía nombre de estrella de cine. Obviamente era un nombre artístico, pero a estas alturas a quién le interesaba su nombre real. Ikaris había nacido en Grecia, pero había crecido y vivido por todo el mundo, un poco al igual que Zemo, e incluso era tan culto como él.

— Increíble. — dijo finalmente Bucky— Mañana tengo esa reunión con la gente de Vogue, tal vez no alcance a verlo…pero si lo hago le pediré un autógrafo para dárselo a Rebecca…Oh, Dios…ella lo adora…

— Tú pidiéndole un autógrafo a ese hombre… qué linda escena. — dijo Zemo, con desgano, hundiendo su cabeza en la almohada.

— Tú ya lo habías visto, de lejos, pero ya lo viste… Qué tal es.

— Qué…— rió Zemo.

— Es que, y no sé por qué, algunos me han dicho que me parezco a él.

— Esa es una comparación tan absurda…— dijo Zemo entre risas — Tú no te pareces a él, y mucho menos él a ti, por ningún lado. 

— ¿Ah, sí? — dijo Bucky con interés — Y entonces cómo es él.

— Para empezar — dijo Zemo inrguiéndose de costado — él es bajo, incluso más que yo, y luego… se me hace gordo.

James estalló en risas, revolcándose bajo las sábanas, más que todo por la seriedad con la Helmut criticaba a Ikaris.

— Cómo sea. Valentina lo traerá mañana. — dijo Zemo volviendo a hundir la cabeza en la almohada. La Contessa Valentina Allegra de Fontaine, fundadora y ejecutiva de la más importante agencia de modelos en ese entonces, fue una conocida acérrima de Helmut, no sólo por el rubro en el que ambos trabajaban, sino también por el medio aristocrático en el que se movían. Y obviamente, James estaba entre las filas de supermodelos de la agencia de Valentina, la cual manejaba con astucia y rigidez.

Finalmente, Helmut y James pasaron las próximas horas en medio de retozos y mimos, aún incluso después de su escueto almuerzo del día. Qué hermoso e increíblemente ideal sería si todos los días fueran así.

**********

Bucky repasó su figura frente al espejo una vez más. Tenía que estar impecable, así Zemo se lo había enseñado.

Bajó las escaleras, con la sonrisa de siempre, escuchó el timbre sonar, y  llegó abajo justo cuando Zemo recibía con un apretón de manos a Ikaris. 

— Buen día — un seco pero agradable saludo por parte de Zemo — Un gusto.

— Hola. El gusto es mío. — sonrió Ikaris — Y por favor, no me trates de usted.

Bucky había visto ese brillo en la mirada del celebre actor. No era la primera vez que veía ese brillo en los ojos de algunas personas que caían ante el encanto de Helmut. Estaba acostumbrado, y en ocasiones hasta se sentía especial, porque ese hombre tan deseado era suyo.

— Oh. Hola . — saludó Zemo, con otra sonrisa, sarcástico como siempre. 

Junto a Ikaris, llegaba Valentina, y un par de personas más. A Bucky todos ellos le daban igual. Al menos Valentina nunca fue de su completo agrado.

Zemo reparó en la pulcra presencia de su compañero y, con una sonrisa verdadera, lo presentó, con orgullo inevitable, ante los recién llegados. 

— Él es James, mi gran amor, mi numen, la luz de mi vida.

— Sí, tu muso inspirador. — dijo Valentina, con ese sarcasmo que superaba al del mismo Zemo.

Ikaris saludó a Bucky con una conmovedora amabilidad. Le hizo cumplidos sinceros que hicieron recordar a Bucky que tenía que pedirle un autógrafo para su hermana.

Ikaris veía a Zemo y lo encontraba tan serio. Pero cuando James estaba a su lado, veía cómo su expresión cambiaba. Veía cómo Helmut besaba a Bucky, le rozaba la mejilla y lo miraba con adoración. Por alguna razón, ver ésto, a Ikaris le gustaba. Tal vez se trataba de…un anhelo…
Y veía a Zemo… tan serio…tan fascinante.

— ¿Hace cuánto tiempo están juntos? — preguntó Ikaris, sereno, a Zemo cuando Bucky se hubo marchado.

— No estoy seguro, perdí la cuenta.— respondió Zemo— Vamos a redondearlo a 3 años.

— Él es muy simpático.— dijo Ikaris refiriéndose a Bucky. Zemo, apenas mirándolo, añadió:

— Más que eso es encantadoramente mágico…

— Sí — interrumpió Valentina mirando a Zemo— y tiene los ojos azules, como te gustan. 

— Vamos a tomar las fotografías  al puerto. — dijo Zemo ignorando totalmente el comentario de Valentina. Sabía que Ikaris también tenía los ojos azules, incluso más azules que los de James, pero por más que lo repasara de arriba para abajo simplemente no le impresionaba. Estaba tan acostumbrado a la belleza, que Ikaris tendría que demostrar alguna otra particularidad notable que pudiera siquiera atraer su simpatía.

— Sí que te gusta impresionar…— comentó Valentina ante el asombro de los demás que no esperaban ir a tomar fotografías afuera.

— Todo en mi vida suele estar planificado, pero en cuestiones de trabajo me gusta improvisar.

Helmut fotografió a un brillante Ikaris, muy cerca del gran puerto de Bruselas. Finalmente tuvo que reconocer que el actor tenía cierto encanto, pero aún así ya estaba extrañando a James. Supo que amaba a James porque no podía areancarselo del corazón, estaba enraizado allí y ese sentimiento crecía cada día impregnandolo de una emoción hermosa que iluminaba su vida.

Todos fueron a cenar al hotel donde Ikaris se hospedaba. Éste, teniendo enfrente a Zemo, pudo recordar todo lo que había escuchado sobre él. Es cierto que el bien conocido fotógrafo tenía fama de conquistador irreverente, y que las historias en torno a él hacían volar la imaginación…¿eran ciertas?.

— Una vez me dijeron — comentó Ikaris fijando sus ojos en Zemo — que durante una velada en La Coupole, le apostaste a Roman Polanski el costo de tu comida a que podrías seducir a una de las mujeres en la habitación ese mismo instante.

— Elegí a un editora de moda — dijo Zemo con su natural tranquilidad — y ella demostró estar dispuesta a que la llevara en mi Rolls-Royce. — Zemo finalizó su anécdota bebiendo elegantemente su copa — Polanski pagó la cuenta.

Ikaris sonrió. Entonces esas historias eran ciertas. 

— Tal vez podrías hacer gala de tus encantos ahora — comentó de pronto Valentina — Hacia la ventana, hay una hermosa mujer que no ha dejado de dedicarte miradas coquetamente intrigantes desde que ha fijado sus ojos en ti. 

Zemo, de reojo, comprobó lo que Valentina acababa de decir. Sonrió de lado y cuestionó el por qué debería darle importancia. 

— Eres encantador, no nos prives de verte en acción. — dijo Valentina con ese tono suyo.

Entonces Zemo, animado por todos, hasta por la sonrisa de Ikaris, se levantó de la mesa y se acercó con audacia seductora a aquella misteriosa mujer. 

Sucede que ella sabía su nombre. ¿Es que acaso se habían visto antes? A Zemo le parecía familiar…

— De hecho, estábamos casados, Zemo. — dijo ella con una sonrisa comedida.

Sí, esa elegante y hermosa mujer había sido su primera esposa. La joven aristócrata sueca, que andaba de viaje en viaje, y a la que había dejado por seguir un sueño de amor junto a Bucky Barnes.

Cuando Zemo regresó a su mesa a comentar lo sucedido, trató de justificarse diciendo que no la había reconocido, quién sabe, se había hecho un nuevo corte de pelo, un nuevo estilo… La verdad ni él mismo lo entendía. 

Finalmente Ikaris, impresionado y fascinado, le preguntó a Zemo:

— ¿Sueles coquetear a menudo con las personas que llaman tu atención?

— Depende de mi humor del día. — respondió Zemo con voz sosegada.

— ¿Y hoy estás de humor?

— Hmm… 77%.

— ¿Lo suficiente para coquetear?

— Con moderación.

— ¿Coquetearías conmigo?

Zemo abrió los labios en una mueca incrédula, y con una mirada profunda le dijo:

— No has llamado mi atención lo suficiente. 

Y entonces bebió su copa con indiferencia. Ikaris, por su parte, dibujó una sonrisa magnífica en su rostro. Zemo era Increíble.

— Tengo que ir por James. — dijo finalmente Zemo, mirando su reloj. 

— Oh, irás a recoger a tu príncipe. — comentó con sarcasmo Velentina.

— Sí, antes de que den las doce. — dijo Zemo levantándose — Bien, damas y caballeros, la carroza mágica me espera. 

Ikaris vió la forma elegante en que Zemo se iba despidiendo de todos, tal como si fuera un personaje de alta alcurnia…oh, claro, había olvidado que de hecho era un Barón. Un Barón que renegaba de su título, con un espíritu libre, atrevido y seductor. Ahora era su turno de despedirse de Zemo. Éste le dedicó una mirada sosegada, había algo ahí…

— Hasta pronto, "Tú". 

Esa voz profunda…Zemo eres increíble.

— Antes de que te vayas. — le dijo Ikaris — Permíteme invitarte al estreno de mi última película. Será en París este fin de mes.

— Oh, qué amable. — Zemo le había recibido el apretón de manos, y ese contacto tibio fue causante de una sutil crispación. — En retribución, he de invitarte a mi exposición en Barbican Art Gallery, el subsiguiente jueves.

— Encantado estaré allí.

— Si no afecta a tu agenda…

— Siempre hay un evento aburrido que cancelar.

— Muy bien. — Zemo se acercó a él, como quien se acerca para dejar un cálido beso en los labios. Ikaris, desconcertado, casi juró con incredulidad que Zemo iba a besarlo. Y lo hizo, pero en la mejilla. — Buenas noches y hasta pronto.

Y luego Zemo se fue, a paso firme y elegante. Ikaris hasta creyó sentir una escencia cautivante despedirse con él.

***********

— Vamos anímate…

El fin de semana había llegado, y Bucky junto a Zemo iban caminando de regreso a su casa después de un fracasado intento de comprar alimentos orgánicos. Su tienda favorita había cerrado. Ambos se detuvieron en una esquina a una cuadra del puerto, donde llegaban los camiones con productos frescos, y a la vez, de allí mismo partían un par de automóviles rumbo a las campiñas belgas.

— Qué, quieres que nos subamos ahí… así, de la nada…(??).— cuestionó Zemo con incredulidad. A Bucky se le había ocurrido la esporádica idea de que ambos podrían subirse a uno de esos automóviles para perderse en las campiñas belgas. 

— Sí, vamos… — rogó Bucky.

— Estás loco. No podemos ir así, ahora. Podemos ir otro día, con preparación… ahora…

— Vamos a improvisar…

— No tenemos nada para el viaje…no traje agua…

— No necesitas nada, sólo son un par de horas. Compraremos agua en el camino. Vamos, Helmut, vamos…

Zemo miró la expresión suplicante y adorable de Bucky, y realmente se desconoció cuando accedió a ese pedido.

Ya en camino, Zemo recién, después una meditación, reaccionó ante su decisión.

— Qué es lo que estoy haciendo contigo… 

Bucky giró su cabeza ante esa frase y lo miró con espectativa.

— …Me refiero a que — continuó Zemo — usualmente tengo todo planificado en mi vida, pero desde que estoy contigo…cuando estoy contigo nunca sé con seguridad lo que va a suceder.

— Es mi particularidad… — sonrió Bucky. Y deslizó su mano hasta rozar la de Zemo. Éste sonrió y tomó esa mano con cariño, luego giró su cabeza y se perdió en la mirada de cielo azul de su gran amor.

— Perdóname, Helmut. — le susurró Bucky.

— ¿Perdonarte? ¿Por qué?

Y entonces Bucky, antes de responder, sonrió.

— Por amarte tanto.

Zemo dibujó un sonrisa espléndida en su rostro. Sus intensos ojos se achicaron por la alegría de su sonrisa.

— En serio… — dijo Zemo casi riendo.

— Sí, no sé lo que hago, tal vez te amo más de lo que debería, no te asustes por favor… — respondió Bucky con un sarcasmo adorable. Zemo, aún sonriendo, le dijo:

— Si pudiera…

— Sí…

— …te besaría…

— …ah, sí…

— …pero no quiero consternar a la gente que nos atosiga…

— …ya están consternados…

— … entonces al carajo…

Bucky frunció sus labios con una mirada divertida en sus ojos. Un cómico adorable. Zemo se inclinó a él y lo besó con suavidad. La calidez anhelada. No importaba que el resto los viera y pensara lo que quisiera, de verdad no importaba. 

Y en realidad pudieron llegar muy lejos, o lo suficiente. Tal vez a alguno que otro concierto en algún festival olvidado en el tiempo, o tal vez en alguna playa bajo uno de esos atardeceres eternos, y quién sabe más allá, en cualquier lugar… sólo dí el nombre y allí estaré, izquierda o derecha no importa, tal vez simplemente desaprezcamos como sol.                                  (1)

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(1) "Destination Anywhere" de Jon Bon Jovi (1997).

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