Año 2
Diciembre, 2001
Helmut Zemo era un hombre de interesantes particularidades. Una de ellas era su doble nacionalidad. Habiendo nacido y crecido en una familia privilegiada (de mundo), Helmut asumió dos nacionalidades: Sokoviana, y Belga. La familia de su padre provenía de Alemania, y la de su madre de Sokovia. Él, sin embargo, nació en Bélgica, pero terminó creciendo entre Sokovia, Alemania y casi por toda Europa. Esa era también una de las razones por la que Zemo era políglota, y de horizontes bastantes amplios.
Ser belga en los tempranos 2000' te permitía acceder a ciertas cosas. Dos de ellas serán importantes en esta historia.
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James sacó la cabeza debajo de las sábanas aún somnoliento. Qué día era, qué hora y qué mes. Se talló los ojos, era aún temprano. Vió hacia la ventana y todo estaba gris en el exterior. Sentía que hacía mucho frío fuera de la cama, así que hundió de nuevo la cabeza en el pecho de Helmut, mientras éste dormía plácidamente pues solía tener el sueño pesado.
El tiempo pasaba rápido, y aún así James recordaba el día que él y Helmut cumplieron un año juntos, había sido hace un par de meses. Él ni siquiera se había dado cuenta, fue Helmut quien se lo hizo notar. En aquel entonces, le tomó su mano y, después de una suave caricia, Helmut le susurró que lo acompañara, pues tenía un regalo para él.
— A dónde vamos — preguntó James con una sonrisa, tenía los ojos cubiertos con una bufanda.
— No te la quites aún. Es una sorpresa que te encantará. — le dijo Helmut mientras conducía el auto.
Llegaron al Helipuerto de Londres y finalmente James supo de qué se trataba. Se volteó para mirar a Helmut, el cual para ese entonces tenía el cabello corto y de nuevo otro estilo, y le dijo emocionado:
— No puedo creerlo, es…— lo miró bien — …¿por qué estás triste?
— ¿Parezco triste?
— Sí. — James se acercó a Helmut y tomó su rostro entre sus manos — Tus bonitos ojos tienen un brillo triste esta noche…
Entonces Zemo sonrió en medio del atardecer. Y luego le negó mil veces que no estaba triste.
Mientras se acomodaban dentro del helicóptero, James observó:
— Eres muy creativo, jamás se me hubiera ocurrido. ¿Cómo lo haces?
— Ha pasado un año, y tal vez unos días más, desde que nos conocimos. — le dijo Zemo mientras se acomodaba en el asiento del copiloto— Y creo que durante este tiempo he llegado a conocer bastante sobre ti. — lo miró con sus intensos ojos de nuevo— Eres muy soñador.
— Tengo mis sueños, sí…— señaló alegremente Bucky. Estaba listo para despegar.
— Más de medio año en cursos de pilotaje privado…Ya era hora. — sonrió Zemo.
Bucky se había empeñado en cumplir varios de sus sueños. Por alguna razón, desde que estaba con Zemo sentía que podía hacer realidad muchos de sus deseos, hacer lo que quisiera. Uno de esos sueños fue ser piloto de helicópteros ¿Para qué? pues sólo por el gusto de serlo. "Volar helicópteros es el máximo placer que se puede experimentar con la ropa puesta" ese solía ser un buen lema.
— Una foto antes de despegar — dijo Zemo y, listo, ya le había tomado otra fotografía. Bucky sólo pudo reír. Zemo no podía vivir sin una cámara, sufría de ansiedad cuando se despegaba de ella.
James jaló el colectivo y presionó el pedal. Despegó el helicóptero con destreza mientras ajustaba el cíclico para nivelarse.
— Por cierto, el helicóptero ahora es tuyo. — le dijo Zemo con una sonrisa.
— ¿De verdad? Pensé que el regalo era solo la experiencia.
— La experiencia viene incluída.
— Entonces gracias, Barón.
— El placer de verlo sonreír, lo vale, Sargento. Vamos hacia el oeste.
— Sí, señor.
Estaban sobrevolando el río Támesis y podían contemplar la ciudad bañada con esa tonalidad anaranjada del atardecer. Entonces James se sintió realizado.
— ¿Otra foto?— pidió Zemo.
— Estoy manejando ésto…— rió James. Aún así giró su cabeza y Zemo lo fotografió rápidamente. — Ahora sí te ves feliz. — dijo James.
— Bueno, aún no pierdo mi halo misterioso. — señaló satisfecho Zemo.
— Estás demente…— rió James
— Así me amas ¿no es cierto?.
— ¿Amarte? — siguió riendo James— Yo te adoro.
Zemo se estiró y le dió un fugaz beso en la mejilla, a lo que Bucky dijo sonriente:
— Oye, cálmate ¿quieres que muramos aquí?
— En ese caso, moriría satisfecho. — susurró Zemo acomodándose en su asiento, ladeando su cabeza hacia James.
Bucky lo miró de reojo aún sonriente, y suspiró. ¿Por qué la vida no podía ser así siempre?
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Finalmente Zemo se despertó; pero, ni él ni James tenían ganas de salir de la cama. Habían creado su pequeña atmósfera cálida, eso era muy difícil de abandonar durante ese crudo invierno.
— ¿Quién fue tu primer amor? — le preguntó James a Helmut, de pronto, y de forma casual.
— Oh, una niña llamada Marie. Yo tenía 13 años y pasaba mis vacaciones en Francia, ahí la conocí. Recuerdo que me aventé de una torre de 10 metros para llamar su atención…
— ¿¿Qué tú qué?? — exclamó Bucky.
— Estaba enamorado, ah y caí sobre un río.
— Por qué eres tan demente…— rió James. — ¿Y tu servicio militar?
— Me eximieron.
— ¿Por qué?
— Me declararon "demente, incapaz para la guerra".
— ¿Eso es verdad? — cuestionó Bucky incrédulo. — Pero, por qué…
— No lo sé. Las autoridades siguen revisando el caso.— contestó Helmut con naturalidad e indiferencia.
Bucky acarició el cabello castaño de su amado en silencio. Luego lo atrajo hacia sí y lo sumió en su abrazo cálido. Aún sentía su corazón latir con la cercanía de Helmut, aún lo adoraba con todo su ser.
— Tú eres mi primer gran amor. — dijo Helmut, sonriente, hundido en ese abrazo acogedor.
Bucky no dijo nada, pero sintió su corazón latir con rapidez, un pequeño estremecimiento… Bajó su cabeza y besó la sien de Helmut con delicadeza. "Tú eres el gran amor de mi vida, por siempre, y un día más" recitó en su mente, con los ojos cerrados, una y otra vez.
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Luego James supo que era domingo, los primeros días de diciembre, en medio de un crudo invierno. Afuera todavía nevaba cuando ambos terminaron de desayunar. Ninguno de los dos tenía ganas de salir afuera esos días, preferían quedarse en casa al amparo del calor de la estufa.
James estaba sentado sobre el sofá cuando Helmut se acercó a él para ofrecerle una taza de té.
— ¿Más té?— cuestionó Bucky. Zemo se dió la vuelta retirando la taza sin decir nada. — No, espera, lo tomaré. — Zemo volvió y Bucky tomó la taza entre sus manos mirandolo a los ojos. Otro día que Zemo no le miraba, a veces era así, era distante pero tampoco era algo como para sentirse preocupado.
Helmut también tenía una taza de té para sí en la otra mano y se sentó tranquilamente al lado de James. Se quedaron en silencio, como era ya costumbre en ciertos momentos, aún así ninguno de los dos se sentía incómodo por eso.
James terminó antes su té y se recostó de lado sobre el sofá, para su sopresa, Helmut se levantó inmediatamente y se acercó a él.
— Qué. — le dijo Bucky cuando lo vió parado frente a él.
— Abrázame. — le dijo Zemo como si fuera una orden. Y entonces James se echó a reír.
— Oh, Dios… Ven. — le dijo aún riendo.
James rodeó a Helmut entre sus brazos y lo sostuvo entre sus piernas mientras depositaba suaves besos sobre su cabello castaño.
— Te amo demasiado, Helmut ¿lo sabías?
Helmut sonrió, lo pensó un momento y se volteó para apoyar su quijada en el pecho de James. Lo miró con sus tiernos ojos marrones durante casi un minuto.
En ese minuto, perdido en su mirada, James supo lo que tenía que hacer. Ya no tenía dudas, estaba decidido.
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— Tengo que soltar esto primero o…
— No no no, espera Bucky, presta atención al instructor de nuevo, es muy importante ¿De acuerdo? Con tus cinco sentidos.
James se había hecho muy amigo de Steve Rogers (demasiado pronto para el gusto de Helmut) hasta llegar a hacerlo cómplice en sus planes estrafalarios. Ahora estaban practicando paracaidismo, la razón estaba bien establecida…
— Muy bien, estoy listo. — dijo Bucky con seguridad antes de saltar desde la avioneta. Había estado practicando con el instructor a sus espaldas por varias sesiones pero ahora estaba empeñado en hacerlo solo.
— Zemo es muy afortunado de tener a alguien que salte cientos de metros por él. — le dijo Steve con una sonrisa.
Bucky le devolvió la sonrisa y tomó aire. Era hora.
— Él te dirá que sí, Bucky, ya lo verás. — añadió Steve — ¡Vamos, tú puedes hacerlo!
Bucky dió el primer gran paso con éxito, saltó y abrió el paracaídas de forma correcta. Estaba listo para el siguiente gran paso, el más importante.
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— Todavía no estoy seguro de qué haré si Helmut me dice que no o algo parecido. — le dijo Bucky a Steve mientras tomaban agua frente al lago Bled en Eslovenia.
— Bueno, es muy difícil que después de tu gran hazaña él te diga que no; pero si así fuera, tú solo debes ser paciente, no te alejes, sigue adelante con él — le dijo Steve con calma — Seguramente necesitará tiempo.
Bucky llevaba varios días empeñado en su nueva misión: Hacer que Helmut acepte casarse con él. No era tan despistado como para no saber que ambos podían casarse en Bélgica, por la nacionalidad de Helmut y porque este país era el único en donde la unión civil del mismo sexo era permitido, legal y libre.
Steve fue el primero en saberlo y no dudó en apoyarlo en lo que fuera necesario. Sam, el cual no había dejado de preocuparse por Bucky desde que se conocieron, fue el segundo en saberlo y tras unos buenos consejos, animó mucho a James. Las únicas personas que parecía no estar convencidas con ésto eran su hermana, como siempre, y Natasha, quien se había hecho muy amiga suya en los últimos meses, ya que regularmente lo invitaba a las competiciones de Yelena, pues sucede que ésta resultó ser, a parte de aventurera, una hermosa y talentosa patinadora artística.
Según Nat, Helmut era una persona destructiva, manipuladora, con poca empatía y con tendencias egocéntricas, que poco a poco sumirían a Bucky en una relación insana y hasta tirana. Obviamente, James, decía que ella estaba exagerando, ya que él conocía perfectamente a Helmut, sabía cosas que los demás no, y con su amor lo había hecho suyo.
Luego estaba el asunto de las supuestas infidelidades de Helmut. James ya había comenzado a volverse sordo ante todas las acusaciones contra su amado que decían que éste seguía siendo un conquistador descarado cuyos amoríos seguían yendo y viniendo incluso tras las espaldas de Bucky.
Todo éso era mentira. Acusaciones sin prueba ni fundamento valedero. Bucky sabía que Helmut lo amaba, y esa era la única verdad para él.
— ¿Todavía amas a Tony? — le preguntó de pronto James a Steve.
Una cosa que los unía era eso: un gran amor.
— Claro. Pero…
— Ya no lo ves. ¿Ya no has vuelto a verlo, no es cierto?
— Ya no como antes. — Steve bajó la mirada — De todas formas, como te dije, es algo prácticamente irrealizable. Lo nuestro fue intenso, y por ello tenía que habernos sucedido este final. Ambos siempre supimos que nunca íbamos a estar juntos…no así como tú y Zemo. — Steve lo miró con una sonrisa — Ustedes son muy afortunados y por eso deben ser felices y luchar por su relación. — le puso la mano sobre su hombro con firmeza y compañerismo — Yo quiero que seas muy feliz Bucky, te lo mereces.
James sonrió. Sabía que de todas formas, Steve también era feliz porque hace un buen tiempo que había encontrado a su viejo amor de la infancia, una hermosa mujer llamada Margaret Carter, a quien amaba con todo su corazón. Es que podías amar a una persona y amar a otra pero no de la misma forma. Una vez que estableces un lazo con alguien éste es único, no amarás igual a nadie después, tal vez con mayor o menor intensidad sí, pero nunca de la misma forma. Así Steve amaba al gran Tony Stark con tristeza, y amaba a su Peggy con alegría y satisfacción.
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Finalmente, James llegó de pasada a una reunión fiestera entre algunos modelos de una nueva campaña de moda, y ahí escuchó las palabras que no quería oír. Eran las palabras de John Walker, el cual había estado cayendo en desgracia los últimos meses debido a una adición repentina con algunas drogas. Lo escuchó hablar sobre Helmut, al cual no dejaba de perseguir, diciendo lo bueno que estaba, y otros adjetivos morbosos que lo ofendieron. James rápidamente se acercó a Walker y le tocó el hombro de forma ruda para decirle:
— Oye, ten un poco más de respeto al hablar de Helmut.
— Oh, mira — John se volteó y dibujó una macabra sonrisa en su rostro — pero si es el famoso y gran Bucky Barnes, bajando de su pedestal a saludarnos... — su voz desbordaba sarcasmo.
— No me gusta cómo hablas de él ni tampoco cómo lo acosas. Yo estoy aquí y escucho lo que dices, ten respeto...
— De qué hablas — lo interrumpió John — ¿En serio crees que eres tan especial? Mira que Zemo debe tener como cuatro o cinco personas en movimiento...¿Sabes a lo que me refiero no? Le encanta hacerlo en su estudio y las chicas hacen fila tras su puerta...
— ¡Cállate, estás diciendo estupideces!
— Claro que no, y lo sabes. Tal vez nunca lo viste pero sabes que es así. — John tomó su bebida en seco — ¿Sabes qué es lo único que no entiendo? Por qué nunca me dió una oportunidad...
— Por qué lo haría. Él...
— Yo estaba antes que tú. Yo siempre fuí amable con él, esperé con paciencia mi turno...pero tú llegaste...te escogió a ti...
— Sí, porque me ama.
— Él no ama a nadie. Te dejará mucho antes de lo que crees, y mañana conocerá a alguien más interesante que tú.
— Cállate — sentenció James sujetandolo por la solapa.
— Suéltame — lo alejó John — Debió escogerme a mí ¿qué tienes tú de extraordinario? Todo lo que tú tienes debería ser mío ¡Mío!
— John, deja esa mierda de los barbitúricos — James trató de calmarse — Mírate, te está cagando la vida, déjalo... aún estás a tiempo.
— Quién carajos te crees para meterte en mi vida — le reclamó John — Vete a la mierda James, ¡Jódete!
John se dió la vuelta y salió corriendo. Hace más de dos meses que ya nadie le ofrecía trabajo y vivía de migajas en algunas pequeñas sesiones de fotos. Pero aún seguía a Zemo sin que éste se diera cuenta. Estaba obsesionado con él y su rechazo sólo lo deprimía más, arrinconandolo a la adicción.
James caminó pensativo hasta el estudio de Helmut, iba a recogerlo ese día como todos los viernes. Cuando llegó, se encontró con Zemo ya de salida y lo ayudó a llevar alguna de sus bolsas, siempre andaba ajetreado los viernes.
— Bonne nuit, moja duše.— lo saludó Helmut mientras llegaban a la salida del estudio.
— Hola.— saludó Bucky con la voz apagada.
— ¿Qué te sucede? ¿Alguien te miró feo? — preguntó Zemo con sarcasmo al percatarse del decaimiento de James.
— Me topé con John, y él realmente está muy mal...
— Es consecuencia de sus adicciones. — dijo Zemo con indiferencia, y luego lo señaló con severidad — Por eso tú estás prohibido consumir sustancias adictivas ¿Escuchaste?
— Sí, lo sé. — dijo James apoyándose contra la pared. — Helmut, no vayas a meterte con John ¿Sí?
— Dios me libre — dijo Zemo con una expresión de rechazo en su rostro — Ven. — y tomó la mano de James para ir al estacionamiento.
Antes de arrancar el auto, Helmut se acercó a Bucky y le tomó el rostro entre sus manos para depositar un húmedo beso en sus labios. La acarició la mejilla con su nariz y suspirando le susurró:
— Te amo tanto, James...
**************
En pleno invierno, James y Helmut viajaron hasta Nueva York. Solían viajar a varios países y lugares durante el año ya que siempre tenían trabajo por ahí o por allá. Gajes del oficio.
Allá en Nueva York, Bucky tenía un aliado y era Sam. Incluso antes de partir, James estaba carcomido por la ansiedad y los nervios.
Helmut, se percató de que Bucky estaba muy decaído en su ánimo. Ya no sonreía como antes e incluso llegó a rechazarlo por las noches. Ésto comenzó a preocuparlo mientras estaban en Nueva York y finalmente llegó a creer que tal vez James se había enterado de algún desliz suyo y que por ello andaba tan reacio con él. Entonces se ponía a pensar:
"Mierda, pero si no es tan grave. No tengo ninguna aventura, son sólo...Tengo que hablar con él, tiene que decírmelo. Tampoco puedo perderlo, tengo que hacer algo... maldita sea, James..."
En su último día, James simplemente desapareció. Helmut andaba preocupado buscándolo por todas partes, ni siquiera Sam sabía dónde estaba.
"Espero que no esté con Steve Rogers" fue lo único que finalmente pudo concluir. Hasta que finalmente se sentenció: "Creo que esta vez va a dejarme" y al pensarlo sintió una opresión en su pecho.
Hasta que finalmente, Helmut, recibió una llamada desesperada de Sam, diciéndole que James estaba en la terraza del hotel donde se habían hospedado la primera vez que vinieron a Nueva York, dispuesto a saltar al vacío.
James iba a suicidarse.
Helmut corrió desesperado por las calles evadiendo la situación de quedarse atascado en el tráfico. Nevaba y había mucha gente. Helmut se estaba muriendo por dentro, no entendía lo que estaba pasando, y comenzó a llorar sin dejar de correr con todas sus fuerzas.
Todo sería su culpa, todo sería su culpa...Si no llegaba a tiempo. Tenía que llegar e impedirlo. Tenía que...
James estaba al borde de la terraza, miró la calle allá abajo a 277 metros de distancia. Sintió el vértigo y, tratando de contener su temblor, respiró hondo. Recordó todos los momentos que vivió con Helmut, desde que vió su sonrisa por primera vez en aquella sesión de fotos para cereales; el día que llegó ante él olvidando quitarse las gafas y lo ridículo que se sintió; cuando le fotografió con ropa interior de forma osada; cuando fueron a comer pizza, aquellos días en los que todavía podía comer pizza, aún la extrañaba; también recordó esa fiesta alocada donde ambos se besaron por primera vez, estaban tan locos; la primera vez que hicieron el amor en su viejo departamento, y lo maravilloso que se sintió; todas las noches que pasaron juntos y todas las promesas que se hicieron; cuando se declararon su amor en esa misma terraza hace casi dos años; cuando fueron a ver a sus padres; cuando gritaron con todas sus fuerzas en las llanuras de Shelbyville; y todos los momentos que compartieron juntos, cada roce, cada mirada, cada beso, la mano de Helmut tomando la suya, el paseo en helicóptero...
— ¡¡¡James!!! — gritó Helmut desde la calle, con rabia y desesperación. — ¡¡Alejate del borde. No saltes, no lo hagas!! ¡¡James, maldita sea!!
— ¡¡No subas!! — le gritó James — ¡¡¡Si subes, saltaré!!!
Pero la verdad era que ninguno de los dos escuchaba con claridad al otro. Así que antes de que Helmut se moviera, James tomó aire y saltó sin pensarlo más.
— ¡¡¡No!!! — gritó Helmut con el corazón desgarrado —¡¡¡No...!!! ¡¡¡No!!! — Helmut pudo sentir que estaba a punto de colapsar mientras un montón de gente se había reunido alrededor observando horrorizados la trágica escena.
Entonces James, que había contado los segundos tal como lo había aprendido, tiró de la pelota del pilotillo y abrió, triunfante, su paracaídas.
En la tela del paracaídas se podía leer la famosa y ansiada frase:
¿TE QUIERES CASAR CONMIGO?
Ante el asombro de todos los presentes y el shock de Helmut, James descendió agitando sus brazos triunfante con la sonrisa más grande y bonita que un hombre pudiera llegar a tener.
Helmut no entendía lo que estaba pasando, se sentía mareado y adormecido, estaba casi seguro de que se iba a desmayar hasta que finalmente pudo leer la petición de matrimonio escrita en el paracaídas de James...entonces pestañeó varias veces para reaccionar y finalmente pudo musitar con rabia y alegría contenida:
— Maldito infeliz.
Todas las personas comenzaron murmurar comentarios entre risas y asombro, los que pudieron hasta tomaron fotos. Con la fama de James y Helmut, esta sería la noticia farandulera del año.
Finalmente James aterrizó, tan elegante como un príncipe, en el suelo y saludó a Helmut.
— Hola, Mut.
Zemo se acercó a él mirándolo con severidad, su corazón apenas estaba recuperando su ritmo normal cuando le dijo con tono amenazante:
— Si pudiera te golpearía, maldita sea... ¡Maldita sea! — y se lanzó sobre James para besarlo con todas sus fuerzas.
Bucky sostuvo a Helmut entre sus brazos y supo en el sabor de sus cálidos labios que su hazaña había sido un éxito.
Bucky había tomado valor pensando en los ojos de Zemo, no importaba lo que los demás dijeran, sabía que en el fondo éste lo amaba con todo su ser.
Y por supuesto, esa anécdota de cómo Zemo se lanzó desde unos 10 metros por una tal Marie a los 13 años, le inspiró bastante, ah y un video musical. Motivaciones, señores, motivaciones.
*********
— Buchanan.
Bucky se giró sobre sus patines cuando escuchó la voz de Zemo llamándolo por ese inusual nombre.
— ¿Buchanan? — cuestionó rodeando a Zemo. Ambos estaban solos en una pista de patinaje. Sus últimos momentos antes de dejar Nueva York.
Zemo giró lentamente y se arrodilló sobre una rodilla, de forma tan gallarda, ante Bucky. Le extendió la mano y le dijo:
— ¿Serías mi príncipe?
James lo miró de arriba para abajo sonriente. A veces quisiera ser él el que tuviera una cámara fotográfica.
— Yo no soy un príncipe. — dijo James con las manos en sus bolsillos.
— Sí lo eres, lo sabes. Es tu escencia.
Bucky guardó silencio.
— ¿Entonces dejarías a un lado tu armadura, y estarías conmigo para siempre?
James sacó tímidamente su mano del bolsillo y tomó la mano que Zemo la había extendido.
— Levantase, Baron, se congelará la rodilla. No se degrade por un plebeyo como yo.
Zemo se irguió con elegancia y tomó a Bucky por la cadera atrayendolo hacía sí.
— ¿Quieres ser mi príncipe, James? — le susurró con los ojos cerrados.
Bucky sintió la calidez del dulce aliento de Zemo sobre su rostro y se preguntó cómo podía existir alguien tan hermoso, especial y adorablemente demente como Helmut.
— Sí. — le dijo James — Sí quiero ser su príncipe, Baron Zemo.
— Sargento, Soldado, Príncipe... — recitó Zemo — Tú y yo nacimos para morir y vivir juntos... — y se deslizó alejándose de James sujetando sólo su mano — ... Aquí y en cualquier realidad, espacio, o tiempo...
James sonrió, y lo atrajo de vuelta hacia sí para rodearlo entre sus brazos.
— Lo amo con toda mi existencia.— le dijo Bucky con firmeza — Te lo juro por todo lo que quieras...Te adoro. — Y besó a Helmut con todas sus fuerzas.
Iba a casarse con el amor de su vida.
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Veo el "por siempre" cuando miro en tus ojos.
Eres todo lo que siempre he querido.
Quiero que seas mío por siempre.
Vamos a hacer una promesa hasta el final de los tiempos:
Siempre estaremos juntos
Y nuestro amor nunca morirá
Así que, aquí estamos cara a cara.
Y corazón a corazón.
Quiero que sepas que
Nunca nos separaremos.
Ahora creo que los deseos pueden volverse realidad.
Porque veo todo mi mundo
Y solo te veo a ti.
Cuando miro en tus ojos.
Puedo ver cuánto te amo.
Me hace comprender.
Cuando miro en tus ojos
veo todos mis sueños volverse realidad.
Firehouse
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