A nadie le gusta que le traicionen, que abusen de su confianza, que se adueñen del buen corazón que tiene cada uno o si es que alguna vez lo llegaron a obsequiar. Somos humanos, no robots. Estamos diseñados para experimentar todo tipo de sensaciones.

Mil traiciones existen en el mundo y mil maneras hay de llevarlas a cabo. ¿Qué es lo que le impulsa al ser humano para decantarse por dicha acción? ¿Celos, sed de venganza, rencor, avaricia?
Qué o quién optó por soltar nuestra mano y nos dejó caer hacia el vacío.

Las traiciones son como las cicatrices, pueden llegar a sanar con el tiempo pero jamás se olvidan. Las heridas marcan tu piel, las traiciones marcan tu vida, las grietas del pasado siempre emergen.
Hasta la sonrisa más espléndida, la respuesta más dulce, el abrazo más cálido, la mirada más penetrante, puede convertirse en la traición más damnificante que experimentarás en un futuro incierto. Toca afrontar, meditar, aceptar y actuar, pero evita usar la misma pastilla con la cual te envenenaron: la traición.

¿Y tú qué sueles delirar?