11| Las amantes

Habían pasado cinco años desde que Suleiman ascendió al trono, cinco años en los que todos los que eran niños crecieron rápidamente, los hijos de Firuze tenían diez y ocho años, los de Mükerrem nueve años y siete, y los dos de Hurrem cinco años.

Era evidente que la mayoría de los niños se llevaban bien ahí, exceptuando a los pequeños de Mükerrem, pues su madre siempre les había dicho que ellos eran sus enemigos y cuando ellos crecieran tenían que matar a sus hermanos.

Por lo que evidentemente los niños tenían un gran odio por el mundo en sus corazones.

Sin embargo, los cuatro niños al darse cuenta de eso, no hicieron ningún otro intento de estar cerca de sus hermanos o establecer cualquier tipo de intento relacion con sus hermanos, de igualo modo, a nadie en el palacio parecía importarle eso.

Ahora, la gran pregunta, ¿Mihrimah y Mehmed conocían a Kosem? Si, conocían y sabían toda la verdad, por eso cuando Kosem enviaba cartas no podían evitar emocionarse, pensando que una de ellas podría ser para ellos, y en efecto, Hurrem, Mihrimah y Mehmed, tenían una carta semanalmente.

Pese a la distancia, Kosem no era una figura ausente en la vida de sus cachorros, de hecho era bien presente, por lo que Mehmed y Mihrimah la amaban mucho, aunque una parte de ellos desearía poder verla todos los días y estar con ella todo el tiempo.

Pero no todo podía ser perfecto y ellos dos lo sabían, por lo que decidieron apoyar a su madre portándose bien para no causarle problemas.

Ahora, enfocándonos nuevamente con la Sultana pelirroja, ¿Ella seguía intimando con Suleiman? Si, pero se seguía cuidando con sus hierbas para no quedar embarazada, cosa que no hizo sospechar a Suleiman, pues el alfa era lo suficientemente lujurioso como para olvidar a Hurrem y pasar la noche con alguna de sus favoritas.

Pero eso no era importante, lo importante era que "casualmente" ninguna de sus favoritas quedaba embarazada, cosa que lo hacia preocupar y mucho, pues el futuro de la dinastía otomano solo dependía de seis príncipes, el quería una numerosa descendencia.

Pero ni Hurrem, Firuze y Mükerrem compartían su deseo de dinastía numerosa, y teniendo en cuenta de la maldita ley del que subiese al trono ejecutaría a sus hermanos, peor era querer tener más hijos.

Por lo que la Valide, sospechando de la situación, convoco a las tres omegas a sus aposentos y una vez estuvieron todas reunidas comenzó:

──Irán de viaje las tres junto con sus hijos.──Informo Ayse Hafsa, pues sospechaba que si mandaba a las tres omegas lejos, Suleiman podría tener más hijos.──Firuze, iras a Manisa, Mükerrem iras a a Amasia y Hurrem iras a la frontera con el imperio Safavida.

Las primeras dos mujeres se estremecieron, en ese lugar ni siquiera había un palacio y al ser la frontera, era más que obvio que los persas se darían cuenta rápido y la ejecutarían, y conociendo a la vieja omega, era por eso que lo hacia, de las tres a la que más odiaba era a Hurrem, por lo que esta seria su oportunidad de deshacerse de ella.

Sin embargo, para la pelirroja este era un gran privilegio, ¿Qué le importaba los Safavidas a ella? Podría ver a su amada y eso era más que suficiente como para seguir viviendo, pero por lo mismo que sabía que si no disimulaba nada su emoción, la Valide se daría cuenta, por lo que puso su cara más lastimera y fue a preparar sus equipaje para partir a la mañana siguiente.

¿Qué hizo ella en la noche a parte de preparar maletas? Ir con Suleiman a intimar, pues por si acaso Kosem y ella tenían algún encuentro y salía embarazada, necesitaba que las fechas cuadrasen.

Por lo que después de hacer eso, se fue por la mañana junto a sus pequeños.

──¿A donde iremos mamá?──Pregunto el pequeño alfa.──¿Nos botaron de nuestro hogar?

──No mi amor.──Sonrió Hurrem acariciando la cabeza de sus dos pequeños.──¿Adivina a donde iremos?

──¿Iremos a ver elefantes? Yo quiero montar uno.──Dijo Mihrimah con cierta emoción.

──Algún día iras a ver a elefantes y podrás tener todos los que tu quieras.──Hurrem se inclino para besar la frente de Mihrimah.──Iremos a ver a su Madre.

Mehmed y Mihrimah sonrieron rápidamente y comenzaron a aplaudir, estaban más que emocionados por volver a ver a su madre, Mehmed moría por contarle sus aventuras y lo mucho que había avanzado con la espada, y Mihrimah moría por enseñarle el nuevo idioma que había aprendido.

Si, sin duda alguna, esa fue la mejor noticia que pudieron recibir en ese entonces.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top