Iɳϝιԃҽʅιԃαԃ

Jimin caminó a paso firme fuera de su aula, la mochila colgaba de uno de sus hombros y su vista estaba centrada en la pantalla del móvil entre sus manos.


"Te veo en la cancha"

"Ya casi termina el partido"


El azabache sonrió con ternura y asintió para sí mismo.


"De acuerdo"

"Ya voy para allá"


Tecleó y envió los mensajes, guardando el aparato segundos después en uno de sus bolsillos traseros y encaminándose a su destino.

Si era honesto consigo mismo, moría por ese encuentro. Las clases se habían tornado más absorbentes y estresantes conforme avanzaban los semestres y se acercaba a su título universitario. Jimin sabía que valía la pena cada desvelo, cada dolor de cabeza y salidas canceladas; dentro de poco podría disfrutar de su título y dedicarse al trabajo que esperaba conseguir.

«Falta poco, se paciente» Se decía todos los días frente al espejo, cuando admiraba las ojeras bajo sus ojos y la delgadez de sus mejillas por el desastre en sus horarios. Incluso cuando discutía con su pareja por las citas canceladas debido a exámenes y terminaban llorando mientras hablaban por teléfono hasta quedarse dormidos.

Jimin no lo culpaba, en realidad comprendía el sentimiento de su novio por todas las veces en que tuvieron que anteponer sus estudios sobre su propia relación. Las miles de ocasiones en las que faltó a los partidos de Jungkook por algún trabajo que debía entregar en poco tiempo o aquella ocasión en la que él tenía un campeonato de natación y su rubio novio apenas y llegó para la mención de los ganadores.

No importaba, al final del día Jungkook y él se tomaban de las manos en cuanto llegaban a su departamento y se fundían en abrazos y besos castos sobre la cama, recitando en voz baja todo lo que el otro se había perdido por sus ocupaciones y dejándose caer en el mundo de los sueños en cuanto el cansancio era demasiado como para soportar.

Jimin también agradece eso, tener un departamento compartido facilitaba mucho las cosas y fortalecía su relación, le daba la seguridad que solo los brazos de su pareja podía proporcionarle. Vivir con Jungkook desde hace un año le hacía mucho bien.

—¡Jimin-ssi! ¡Jimin-ssi! —gritaron detrás de él y eso lo hizo detenerse.

Girando apenas unos grados pudo reconocer a Gyeong-hui corriendo para alcanzarlo, así que decidió detenerse a un costado del pasillo en espera de la pelirroja.

—¿Sucede algo? —cuestionó en cuanto la tuvo frente a él.

En el pasado, eran contadas las ocasiones en las que la chica se le acercaba, su interacción se limitaba a saludar cortésmente cada que se encontraban en los pasillos o hablando solo lo necesario cuando debían hacer algún trabajo para la asignatura que compartían.

Gyeong-hui se acercó moderadamente y respiró hondo en busca del oxígeno perdido durante su dura prueba maratónica, luego sonrió dulcemente y sacudió su mano de un lado a otro enérgica.

—¡Hola, Jimin-ha! —técnicamente gritó y fue imposible para el contrario no regresarle el saludo con la misma energía.

—¡Hola! —exclamó agitando su mano—. ¿Necesitas algo? Estabas corriendo hacia mí hace un segundo.

La pelirroja perdió su sonrisa casi al instante y asintió con una mueca apenada.

—¿Ibas a algún lado? —cuestionó comenzando a caminar y Jimin asintió siguiéndola.

—Voy a la cancha de fútbol, creo que el partido ha terminado.

—Ohh, eso es genial. ¿Puedo acompañarte?

Jimin asintió despacio, no había verdadero problema en que ella lo acompañara, sin embargo, le hubiera gustado poder besar libremente a su pareja en lugar de solo fingir ser amigos cercanos.

Y si nuevamente era honesto con él mismo, no era culpa de Jungkook que estuvieran en aquella situación. En realidad el rubio era abiertamente bisexual en la universidad, con antecedentes de haber salido con uno de sus amigos y una amiga a lo largo de toda su estadía en la facultad, y de eso ya habían pasado más de cuatro años.

«Relaciones fugaces y sin buena base. Yo no me preocuparía por ellos en ningún momento, tú eres mi presente y es a ti a quien amo realmente» Palabras del mismo Jungkook cada que tocaban el tema. Jimin se sonrojaba y se cubría con lo que tuviera cerca mientras maldecía la cursilería ajena.

«¿Acaso te dedicas a las rimas o a escribir poemas?» Respondía tajante y Jungkook sabía que no se trataba de ningún halago ni nada parecido.

No, definitivamente el problema no era Jungkook.

—Irás a buscarla ¿no es así? —preguntó la chica y Jimin giró a verla desconcertado.

—¿Iré a buscarla? ¿A quién?

—A Ha-neul —murmuró sumamente bajo y Jimin quiso reír.

Poco menos de un año atrás había asistido a una fiesta que era realizada por los graduados de otra facultad -ciencias veterinarias, si mal no recordaba-, por la mañana había discutido tan fuerte con Jungkook que salió por la noche a desinhibirse por al menos unas horas. Al principio fue un poco amargo estar en un lugar tan amplio y rodeado de algunos desconocidos y ebrios sin que su pareja no estuviera presente, aunque con el paso de algunos minutos pudo realmente divertirse y, en algún punto de la noche, terminó bailando junto a Ha-neul de manera algo melosa.

Jimin ama a Jungkook con su vida como para atreverse a engañarlo -aun estando al borde de la ebriedad- por lo que después de algunas horas terminó llamando al rubio quien amablemente había ido en su búsqueda pasadas las cinco de la madrugada. Por la mañana y después de que el azabache calmara un poco los síntomas de su resaca, se sentaron a hablar, retomando aquel tema por el que habían discutido el día anterior y llorando posterior a la reconciliación.

¿El problema? Desde ese día casi todos en la facultad creían que había una relación entre él y Ha-neul.

Park habló con muchos de sus compañeros y aunque intentó hasta el cansancio no pudo hacer nada para cambiar aquello que ellos pensaban. En realidad, Ha-neul no ayudaba mucho a su tarea, siguiendo la corriente del resto de sus compañeros y coqueteando a Jimin cada que podía.

El azabache no estaba molesto con eso —a excepción del coqueteo, eso sí comenzaba a ser atosigante—, pero sabía de cierto rubio que sí tendría inseguridades y molestias; sin embargo, después de algunas pláticas y muchos besos —toda una semana encerrados en la habitación con comida precocida y largas rondas de sexo— habían superado esa nueva etapa.

—¿Quién te dijo que iría a buscarla? —cuestionó con un timbre irónico y la chica le miró algo confundida.

—Ella dijo que irías a buscarla cuando el partido terminara —dijo con el ceño fruncido y Jimin imitó el gesto—. ¿Sabes qué es lo extraño? —preguntó sacando su propio celular y recibiendo una negación—. Algunos de los chicos que se encuentran en las gradas dijeron que ella está buscando a uno de los jugadores para engañarte.

Al azabache no le hubiese importado de no ser por la imagen que veía en la pantalla ajena. Claramente era Ha-neul y frente a ella estaba un chico alto, cuerpo trabajado y cabello rubio.

—Jungkook —exclamó casi sin aire, jadeando mientras su ritmo cardiaco se aceleraba potencialmente.

—Uhm, realmente no sé quién es el jugador, pero creo que deberías ir a ver a tu chica —dijo Gyeong-hui, reflejando cierta pena que su compañero no sentía.

—Sí, por supuesto que iré —gruñó por lo bajo, dando grandes zancadas con los puños firmemente apretados.

Iría a ver a SU CHICO.

Jimin estaba furioso con todo y con todos. Su corazón dolía al pensar en Jungkook correspondiendo lo que sea que esa mujer le ofreciera y su mente le recordaba que esos tres años juntos tenían un peso que su pareja no ignoraba ni dejaría de lado.

Jungkook lo amaba.

Jungkook nunca le mentía.

Jungkook le era fiel.

Jungkook no lo traicionaría.

Sus ojos picaron al imaginarse lo peor y se reprendió a sí mismo internamente por no confiar lo suficiente en su pareja.

—¿Sucede algo? —cuestionó la chica al verlo detenerse cerca de la salida del plantel y a pocos metros de la entrada de las canchas.

Jimin negó y se talló delicadamente los ojos tratando de quitar cualquier evidencia de su llanto retenido, luego sonrió en dirección a la chica para seguir caminando.

—Dolores de cabeza, nada de verdadera importancia —respondió encogiéndose de hombros.

Avanzando los par de metros faltantes pudieron tener una vista amplia de la gran cancha institucional y las gradas. No hubo mucho que buscar, rápidamente pudo ver a un Jungkook sudoroso hablando con una chica de cuerpo pequeño y largo cabello castaño. Su novio sonreía con la amabilidad habitual y mantenía sus ojos clavados en el rostro ajeno.

Sí, Jungkook no veía de manera diferente a Ha-neul, no se detuvo a ver zonas que no le corresponden ni irrumpía en el espacio personal que estaba autoasignado.

Jimin suspiró, pero su calma duró muy poco.

Mientras bajaba por las gradas para poder llegar a la cancha Jungkook lo notó entre la multitud y sacudió disimuladamente su mano para hacerse ver, sin embargo, no fue el único en notarlo. Ha-neul giró algunos grados para toparse con la mirada amielada de Jimin y corresponderle con una fría y calculadora.

Todo sucedió en cámara lenta, él bajando los escalones mientras Jungkook le sonreía y Ha-neul girando para quedar frente al rubio y tomar su rostro para besarlo.

Jungkook estaba asombrado, desconociendo el momento en que la chica dejó a un lado el tema de conseguir un tutor para sus clases por el beso casto y forzoso que le estaba dando. Sin embargo, en cuanto su asombro se esfumó y regresó la lucidez apartó a la chica de manera firme y delicada.

—¿¡Qué te pasa!? —cuestionó de inmediato, usando un tono más firme y ronco por la molestia que comenzaba a brotar como la espuma.

Ha-neul lo miró apenada y susurró un suave "ayúdame". Jungkook no entendió, por supuesto que no lo haría, aunque cuando la chica se explicó deseó no haber escuchado absolutamente nada.

—¿De qué hablas?

—Ayúdame, quiero darle celos a Jimin —el rubio le miró como si tuviera tres cabezas y ella continuó—. No corresponde mis insinuaciones, no quiere nada conmigo. ¡Tienes que ayudarme a darle celos!

Y ahora fue turno de Jungkook de querer reír.

Por supuesto que le provocarían celos al azabache, pero no en la dirección en la que ella esperaba.

—¿Qué está sucediendo aquí? —preguntó Park en cuanto llegó a su lado, recargando las manos a los costados de su cadera con la mirada más fiera que cualquiera hubiese visto.

Ha-neul estaba feliz, Jungkook no tanto.

—No es lo que parece —dijo el rubio de inmediato, soltando los brazos menudos ajenos que sin darse cuenta seguía sosteniendo.

Jimin frunció más el ceño mirando amenazante a su pareja y Ha-neul aprovechó para colgarse del brazo musculoso cercano.

—Pero, Jungkook-ha —susurró melosamente y el mencionado se soltó con algo de brusquedad.

—No, no te me acerques tanto —renegó y Jimin estuvo a nada de sonreír.

Jungkook en ocasiones era increíble, sobre todo por su manera de tratar a las personas que invaden su espacio.

—Jimin, por favor quítamela, está muy cerca —suplicó en medio de un puchero que el azabache estuvo tentado a besar sin descanso.

—No, yo quiero estar contigo Jungkookie, sé que Jimin es tu amigo y entenderá que debe dejarnos solos —Ha-neul había ido muy lejos con su comentario y el rubio sabía que debía intervenir si no quería que su pareja se metiera en problemas.

—Ha-neul, no puedo ayudarte con esto, yo... yo tengo pareja —comentó ambiguamente y eso hizo dudar a la de cabello castaño.

—¿Quién es tu pareja? ¿Por qué no los hemos visto juntos? —interrogó y Jungkook miró fugazmente a su novio—. Estás mintiendo, no tienes pareja.

Jungkook cerró los ojos con frustración, incapaz de decir la verdad. No podía decir que estaba con Jimin desde hace tres años, no podía decirle al mundo que el hombre que amaba era el mismo chico rudo y masculino, un gran estudiante y excelente en natación. Él no podía decir que estaban juntos hasta que su pareja estuviera lista. Y él esperaría, a pesar de no querer seguir ocultando su amor, es capaz de esperar el momento adecuado.

—Ha-neul, lo digo en serio, a mi pareja no le va a gustar que me estés besando de la nada y abrazando sin razón, por favor, suéltame.

La chica negó y Jimin se dio cuenta de ciertas cosas: Ha-neul no dejaría de insistir si no sabía la verdad, él estaba cansado de estar celoso de hombres y mujeres que se creían con derecho sobre su novio solo porque ellos no habían expuesto su relación y, por último, Jungkook haciendo pucheros mientras acaba de salir de un partido se estaba volviendo en su nueva debilidad y fantasía.

—Pero...

—Él tiene razón —ambos chicos giraron a verlo y él sonrió, acercándose lentamente para separarlos con delicadeza—. No me gusta que alguien más toque o bese a mi novio cuando no tiene ningún derecho ni su permiso.

Ha-neul frunció el ceño y miró con los ojos bien abiertos como Jimin le sonreía antes de acercarse a Jungkook para besarlo. Fue un encuentro lento y cariñoso donde las lenguas húmedas y calientes apenas se encontraron para finalmente terminar con ambos chicos sonriendo y juntando sus narices en un beso esquimal.

—No es lo que parece —susurró Jungkook con ojos brillantes de preocupación y Jimin puchereó asintiendo.

—Lo sé —dijo arrugando su pequeña nariz y tomando su mano para halarlo lejos de ahí.

—Adiós, Ha-neul —dijo el rubio agitando suavemente su mano y Jimin le imitó, arrastrando a su novio fuera de la cancha para que recibiera su merecida ducha en casa.

La castaña se quedó inmóvil, viendo como el par de hombres se marchaba tomados de la mano y desaparecía detrás de uno de los muros. Sin darse cuenta, Gyeong-hui llegó a su lado y le tomó del hombro para que avanzara.

—Conste que te ayudé hasta donde pude, ni siquiera yo sabía que ellos traían algo —dijo mientras arrastraba a una atónita Ha-neul.



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—Primero que nada, no quiero reclamos, en serio no sé qué pasó allá —dijo Jungkook en cuanto llegaron al departamento, arrojando su mochila a cualquier parte y dejándose caer en el amplio sillón frente a la entrada.

Jimin le siguió de cerca y sonrió al escuchar los berrinches de su pareja. Sin esperar más dejó su mochila sobre la puerta y se acostó sobre el bulto que era Jungkook.

—Minnie, estoy molido por el partido, déjame tomar una ducha y luego nos acostamos juntos. ¿Qué dices? —ofreció sin moverse y recibió a cambio una risa sofocada por su propia camiseta.

—Vale, date un buen baño y espérame en la cama, te llevaré comida pronto —mencionó mientras se ponía de pie y estiró su mano ofreciendo apoyo a su pareja para que lo imitara, Jungkook tomó la pequeña mano contraria y sonrió en agradecimiento por la acción.

Tomó rumbo al baño compartido, deteniéndose en su habitación para sacar una camiseta limpia y pantalones de chándal de dentro de su armario. Jimin se dedicó a preparar algo rápido en la cocina y acomodarlo en una charola para poder llevarlo a su habitación sin provocar desastres.

Fueron cuestión de minutos para que ambos estuvieran en la cama, acurrucados en el calor que proporcionaban las sábanas y dándose de comer mutuamente.

—Ella no volverá a molestarme ¿verdad? —preguntó el rubio en medio de una escena sin mucha importancia de la película que veían y Jimin pausó el filme antes de estallar en risas—. Eso no es nada gracioso.

El azabache siguió riendo un par de segundos más para después sonreír y besar castamente al contrario.

—Espero que no, aunque dudo que siga insistiendo después de lo que vio.

Jungkook asintió dándole la razón y se llevó a la boca un bocado de lo preparado por el azabache. Ambos volviendo a centrar su atención en la pantalla por algunos minutos.

—¿Deberíamos hablar de eso?

—¿Sobre qué?

—Lo que pasó hoy, creí que no querías que nadie supiera hasta que estuvieras listo —mencionó sin reprochar realmente, aunque Jimin se sintió mal al escucharlo.

—Sé que te hice esperar demasiado, te he pedido que lo mantengamos en secreto creyendo que así todo irá mejor —sus manos buscaron las del rubio y las entrelazaron antes de girar a verse a los ojos, la película quedando de lado inmediatamente—. Y sé que me equivoqué con esa decisión, no podemos seguir ocultando todo esto, no puedo reclamar que te den tu espacio y que respeten nuestra relación si nadie lo sabe.

—Eso quiere decir... —no terminó la frase, pero Jimin asintió enseguida.

—Eso quiere decir que dejaremos de ocultarlo, podremos actuar como queramos en donde sea —mencionó y Jungkook se aventó a abrazarlo con fuerza, besando cada parte de su rostro con ahínco.

—¿Sabes qué es lo bueno de todo esto? —Jimin negó—. Que podré celarte y besar cuando quiera sin que me regañes —dijo sin vergüenza alguna, sonriendo abiertamente con la nariz arrugada y sus dientes delanteros luciéndose con orgullo.

—Sí, sí, lo que tú digas, infiel.







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One Shot dedicado a la hermosa Meli_Gonz96 que hace arte maravilloso. 

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