•𝖤𝗃𝖾𝖼𝗎𝖼𝗂𝗈́𝗇 𝖽𝖾 𝗅𝖺 𝗆𝖺𝗅𝖽𝖺𝖽•
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Se tenía consciencia de que la raza demoníaca era bastante brutal e increíblemente cruel ante sus enemigos, considerados seres absurdamente malvados, llenos de odio y rencor.
Principalmente la unidad de élite del rey demonio, los diez mandamientos demonios de alto rango muy poderosos y sin ninguna pizca de perdón hacia sus rivales, eran considerados escoria por ser brutales.
Entre ellos, estaba el líder de todos, Meliodas el hijo del rey demonio.
Uno de los demonios más poderosos y temidos de las 5 razas.
Después de él, seguía su hermano Zeldris era el mediano, un malvado demonio que era la viva imágen de su hermano mayor.
Por último, Estarossa el menor de los 3 hijos del rey demonio.
Ellos causaban terror en toda Britania y en las lejanías.
Su misión era exterminar la raza de las diosas y acabar con la guerra Santa, o eso parecía a simple vista.
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Durante la noche oscura en el Reino humano, podía distinguirse entre las penumbras un grupo de personas que llevaban a rastras a una mujer.
Su cabello blanco y largo colgaba y se arrastraba en el suelo, sus ojos estaban demasiado hinchados que no se podían abrir.
Su cuerpo magullado y lleno de heridas era llevado a una guillotina a las afueras de aquel pueblo.
—¡Muerte a los demonios!
—¡Bruja!
—¡Maten a ese demonio!
Los gritos de los aldeanos hacían eco en las montañas, retumbando en los oídos de esa mujer que agonizaba lentamente.
Finalmente colocaron a esa mujer en la guillotina y sin esperar tanto cortaron su cabeza que rodó por el suelo salpicando de sangre el lugar.
Parecía que por fin habían acabado con aquella bruja que atormentaba con plagas y pestes la aldea, el miedo por fin estaba acabado.
—Jaja.....
—¡¿Eh?!
—¡JAJAJAJA!
Una risa comenzó y todos estaban más que confundidos por esto.
La cabeza comenzó a reír y el cuerpo se levantó provocando gritos de horror por parte de los aldeanos.
Mientras la materia oscura se conectaba nuevamente al cuerpo este iba esparciendo su sangre por todas partes mientras reía sin control.
Los aldeanos comenzaron a huir despavoridos después de haber visto que la "bruja" no había muerto y ahora corrían grave peligro.
Unos pocos se quedaron con antorchas y trinches preparados para atacar a la bruja que estaba frente a sus ojos.
Una gran oscuridad llegó cubriendo la luz de la luna, todos se asustaron y los pocos valientes huyeron al ver a una silueta familiar al lado de la chica peliblanca.
Aquellos ojos esmeralda y cabello negro brillaron ante los ojos naranjas de la chica que, con alegría se lanzó hacia los brazos de aquel demonio.
—¡Zeldris! Querido, ¡¿me extrañaste?!
—Te dije que no estuvieras jugando a ser una humana, ¡mira nada más lo que te hicieron!
En un pequeño acto de enojo y ternura el demonio limpió la sangre que se encontraba en el cuello y mejillas de la chica.
—Mira nada más tu vestido, fue demasiado difícil mandártelo a hacer ¡Está todo lleno de sangre!
—Ummm.... No pasa nada, solo es un vestido.
—¡¿Solo un vestido?! ¡Si yo fui quien se mató para traerte este vestido de la tela más fina y codiciada del reino demoníaco! No tienes idea de lo que pasé para obtener esa tela.
—Solo tuviste que matar a alguien, no hay problema.
—¡Es difícil encontrar a esa persona para crear la tela!
—Vamos, no llores Zel, todo está bien.
—No, no está bien, anda y date prisa que debemos volver a casa, Meliodas ha estado preocupado por ti ya que desapareciste por meses.
—Yo le había dicho que saldría
—Pero no dijiste hasta cuándo volverías, creímos que irías a un paseo de 10 minutos como siempre. Terminaste desapareciendo casi un maldito año
—Ups.... Mi error je... Je....
El silencio se apoderó del lugar y ambos se miraban con cierta incomodidad, ninguno de los dos se atrevía a decir cualquier cosa.
Así que dando la vuelta se dirigieron a la aldea en dónde estaban los humanos y comenzaron una masacre dónde consumían las almas de éstos para alimentarse.
Terminado todo enviaron a varios demonios para limpiar el lugar y no dejar evidencia alguna de que estuvieron allí, ambos extendieron sus alas de materia oscura y emprendieron vuelo de regreso al reino demoníaco donde un molesto Meliodas los esperaba a ambos.
—Ante cualquier cosa solo di que si, no le lleves la contraria o las cosas se pondrán más feas.
—Puaj, Mel no me dirá nada, soy su prometida Zel, recuérdalo —la chica rió con burla—, él jamás me haría daño
—Eso crees tú.... Pero por favor, ten cuidado al hablar con él, no está de humor para bromas —le azabache le miraba con preocupación—
—Tranquilo, ¡estaré muy bien!
Sin más, la joven le dió unas palmadas al azabache en la cabeza y entró a la habitación con una gran sonrisa.
—¡Mel! He vuelto a ca-
Un fuerte golpe en seco la interrumpió, fue tan repentino que tuvo que verificar el área de su rostro dañado para entender lo que acababa de suceder.
Cayó al suelo sentada, sosteniendo su mejilla y viendo que de su boca brotaba sangre, el pánico la invadió pero solo se mantuvo en silencio y quieta, aún no terminaba de comprender lo que acababa de pasar.
—¿Por qué carajos te fuiste por casi un año del reino demoníaco?
—Y-Yo....
Un segundo golpe en la otra mejilla llegó, llenando de más miedo a la joven y provocando que más sangre saliera de su boca.
—¡Responde!
—Lo... Lo siento mucho Meliodas, no quería....
—Te fuiste justo antes de los preparativos de nuestra boda, no sabes los problemas en los que me metiste con el rey demonio.
La ira podía verse a través de los ojos oscuros del menor, la joven mantenía la mirada baja, temerosa de recibir otro golpe.
Solo suspiró y se levantó del suelo evitando tener contacto visual con su prometido, sabía que estaba en problemas, pero no sabía que se pondría así de furioso al no estar en el reino demoníaco. Su presencia nunca era requerida y usualmente era muy abandonada por todos en ese lugar.
Un pensamiento invadió su mente y levantó la vista confundida.
—¿A qué te refieres con antes de los preparativos? Uno de los sirvientes demoníacos me dijo que saldrías por dos años a pelear con la raza de las diosas.
—Nunca dije eso. —la seriedad con la que la veía era tanta que podía palparse—
—E.. Eso me dijeron... Olvídalo, fue mi error, no volverá a suceder.
—Eso espero, ve a cambiarte, te ves horrible. —dicho esto salió de la habitación con rabia—
Sus piernas temblaban, sabía que no la perdonaría fácilmente y debía arreglarlo.
Ya era hora de comenzar a ser lo que tanto había evitado, debía hacerlo o perdería para siempre a su prometido.
—Llamen a Chandler y Cusack, necesito ir al campo de batalla pronto.
De manera inmediata los soldados que se encontraban fuera de la habitación presenciando todo salieron disparados en busca de ambos maestros.
Mientras tanto la joven limpiaba la sangre de su rostro y se cambiaba la ropa sucia y ensangrentada que traía puesta.
Debía de algún u otro modo encontrar la aprobación de Meliodas para ser una esposa digna, lo haría sin importancia el costo.
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Ambos demonios caminaban tomados de las manos, la chica miraba con tranquilidad el cielo nocturno mientras su acompañante rubio mantenía su mirada en ella.
Parecía estar encantado con su belleza, pero poco a poco su sonrisa y el brillo de sus ojos se apagaba y quedaba un vacío en ellos junto a una expresión de desagrado total.
—Debemos terminar
—¿Eh?
—No, nada, olvídalo. No dije nada.
—¿Estás bien? —la joven miraba confundida a su pareja, estaba segura que algo lo tenía mal—
—Solo quería felicitarte por haber podido blandir una espada, me sorprendiste mucho.
—Pues.... Te lo agradezco mucho Meliodas, lo hice por ti
La joven le sonreía con dulzura, pero poco a poco se daba cuenta de que su emoción no era correspondida y en cambio su prometido la ignoraba mientras caminaban, podía sentir que la fuerza con la que sujetaba su mano se hacía cada vez más débil como si quisiese soltarla.
—Mel... ¿Crees que pueda ir contigo al campo de batalla?
—¿De que estás hablando? ¡Claro que no!
La repentina negativa de su prometido la llenó de confusión y miedo, ¿por qué no quería que lo acompañará? ¿Escondía algo de ella?
Todo el resto del camino Meliodas estuvo reprendiendo a la joven ante tal perición absurda, creyendo que ella no era más que una idiota que moriría pronto en el campo de batalla como una completa fracasada.
Las lágrimas amenazaban con salir y solo eso aumentaba los gritos y exortación del rubio, era débil de espíritu y actitud, tenía un carácter frágil y no sería capaz de ser uno de los mejores de la élite.
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—¿Por qué quieres hacerte más fuerte? Ya eres lo suficientemente buena en esto. —el demonio de cabello rojizo la interrogaba, dudoso de sus acciones—
—Cusack, necesito ser igual o mejor que la élite del rey demonio, necesito ser mejor que los diez mandamientos.
—No me parece muy bueno desanimar la con preguntas así, ¿quiere ser la más fuerte? Lo será, la prometida del joven maestro debe ser tan perfecta como él —Chandler, la veía con una sonrisa de suficiencia—, Akari necesita de nosotros en éstos momentos, no podemos defraudarla.
La sangre escurría de su frente, sus manos llenas de ampollas y el sudor recorrían su cuerpo, abrazando la con un aire de desgracia a su alrededor.
Sabía que no era lo suficiente, debía volverse aún más fuerte.
Quería ser reconocida por todos como el demonio perfecto, el más poderoso de todos y no como "la débil prometida de Meliodas"
Sería mejor, si, lo sería.
Pasó meses extenuantes sufriendo con los duros entrenamientos de sus mentores, ellos veían en ella debilidad, aún había bondad en su corazón y eso era lo que la impedía ser un verdadero demonio de élite.
Buscaban por todos los medios posibles que ella dejara aquel lado bondadoso y piadoso pero parecía ser parte de su asqueroso ser.
Akari veía que no podía avanzar más allá del límite impuesto por Chandler y Cusack, sabía que estaba siendo un asco total con todo su entrenamiento.
Así que ignoró todo lo que sucedía para seguir entrenando y poco a poco irse adentrando al mundo de la guerra de todas la razas.
Una guerra que era completamente innecesaria a sus ojos.
Ojos, sus ojos naranjas eran un problema constante que la hacían ver débil, su físico era idéntico al de una diosa por lo que muchos demonios estaban incrédulos de que ella naciera de padres demoníacos.
Era una anomalía pero aún así se negaba a esconder los con su oscuridad, creía que eso la mantendría cerca de sus padres.
Aquellos padres que la vendieron al rey demonio con tal de no morir.
—Estoy lista, ya llegó mi hora de partir al campo de batalla.
Activando sus alas de oscuridad se elevó en los cielos dejando a sus maestros atrás que la veían desde el cielo con sus brazos cruzados, ellos estaban conscientes de que no estaría tan preparada si no abandonaba su lado bondadoso.
—Deberían ser mejores con ella, solo es una pobre chica que busca la aprobación de un imbécil como mi hermano.
—Sir Zeldris, Akari es demasiado frágil de mente y débil de carácter, ella necesita ser fuerte si quiere ser respetada.
—No me parece correcto que Meliodas solo la use para su beneficio personal cuando ella solo lo ve con amor y le da todo lo que posee.
—Sir, lamento informarle que aquí en el Reino demoníaco el poder lo es todo y si usted quiere rebasar a su hermano debe quitarse de la mente el ser "bueno" con la señorita Akari.
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Ella necesitaba saber porque su prometido se negaba tanto a qué ella lo acompañara al campo de batalla, creía que su relación era especial y más fuerte que antes.
Entrando al campo de batalla con miedo se abría paso entre todos los demonios y diosas que le obstruían el camino, no pudo divisar a Meliodas. Pero estaba segura que él se encontraba cerca, su esencia se sentía en el aire y lejos de todo el caos, justo en un bosque escondido, precisamente el bosque del rey hada ahí estaba.
De espaldas a ella, ese distintivo cabello dorado no podía confundirse, por lo que ella saldría de su escondite para ir a sus brazos.
—¡Mel-!
Sus palabras fueron detenidas al ver que frente a él estaba una chica de la raza de las diosas, besando al que llamaba prometido.
Ese cabello blanco y ojos naranjas inconfundibles, era ella.
Era Elizabeth la hija de la deidad suprema.
Su corazón comenzaba a romperse en un millón de pedazos, su mente se nublaba y su cuerpo comenzaba a temblar, retrocedió asqueada al ver tal escena.
Haciendo ruido al retroceder ambos jóvenes voltearon en su dirección solo para ver el rostro agonizante de Akari que derramada lágrimas sin parar.
—¿Ella es tu prometida?
—Lo era. Era mi prometida.
La frialdad que usó para decir esa frase la terminaron de destruir, su dignidad estaba en el suelo, viéndose ahora como un objeto más y rechazada por última vez ante aquel que ella llamaba "el amor de su vida".
¿Por qué esto? ¿Por que ahora?
Corrió lo más que pudo, reviviendo una y otra vez cada momento que pasó con él.
Trayendo a la vida cada momento donde la humillaba, torturaba, maldecía o denigraba, como soportaba todo por su amor a él.
Meliodas la había roto.
—¿Por que? ¡¿Por qué?!
Su mente solo traía momentos dolorosos, intentaba buscar algún momento que la hiciera recapacitar y perdonarlo, algún recuerdo que ella pudiera usar para justificarlo pero no había nada.
Meliodas nunca la amó, solo era un objeto a sus ojos.
Voló y llegó soltando lágrimas en los brazos de su único apoyo en ese lugar, Zeldris.
Le contó todo lo que vió, el como la llamó y lo mucho que le dolía su corazón al ser traicionada de este modo.
Ahora todos lo sabían.
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—Tú no eres más que un ser despreciable, haz roto la confianza del Reino demoníaco al unirte a tal blasfemia que quiere nuestra exterminación.
—No dejaré que te refieras así a Elizabeth, Akari debes saber cuál es tu lugar.
—Nunca supe que hice mal para que me odiaras así Meliodas... Fui todo lo que querías que fuera ¡¿por que no pudiste amarme como la amas a ella?! ¡¿POR QUÉ YO NO SOY ESA?!
Una nueva guerra había comenzado y ahora, nada la detendría.
Su corazón era tan negro como la noche, lleno de odio y resentimiento contra la pareja, su dolor era menospreciado una vez más y estaba harta.
Su ira salió como un dragón furioso listo para asesinar.
Nada la detenía ahora de ser un verdadero monstruo, dejó que la oscuridad la abrazara y la llenará de odio.
Dando paso a su nueva identidad, su nuevo yo, su nuevo dolor.
Era una batalla infinita donde la bondad de Akari había desaparecido y había sido reemplazada por rencor y oscuridad. Estando finalmente al alto nivel de Meliodas, ex líder de los diez mandamientos.
Nadie la pisaría de nuevo, la guerra para ella apenas había comenzado.
Hasta que la guerra entre razas por fin terminó.
O eso se creía.
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꒷︶꒷꒥꒷・ 。゚☆: *.☽ .* :☆゚. ꒷︶꒷꒥꒷
Hello!
Espero que esto les haya gustado, haré capítulos más cortos de ahora en adelante.
Han sido exactamente 2650 palabras y estoy cansada jajaj.
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Créditos de los gráficos a mi beba -sofiie haces arte mi amor 🥰
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31/08/24
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