Fuego y sangre

Advertencias: Compromiso forzado, relaciones tóxicas, menciones a la muerte.

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El padre de Dazai fue considerado un rey terrible, no por ser inepto, más bien por su crueldad. Tuvo dos esposas, la primera murió en sus propias manos por una simple rabieta, la segunda fue más astuta e hizo todo lo posible para quedar embarazada antes de ser una molestia para el rey.

La reacción del hombre fue simple: ya podía dejar de compartir cama con esa mujer y corrió a los brazos de su amante. Una muchacha rusa de cuna noble pero sin llegar a ser poderosa, y sus encuentros se difundieron por toda la corte, e incluso el rumor de un hijo mayor que el príncipe.

El hecho de avergonzar a su esposa, y forzarla a ser infeliz fue suficiente para que ella trazará una línea de indiferencia no solo con él, también con su recién nacido. No podía verlo sin sentir el vómito subiendo por su garganta, pero eso solo la hundió en una depresión profunda. ¿Por qué no podía amarlo? Era su bebé.

El rey llegó con una noticia que terminó por quebrar a la mujer de cabellos rubios. "Tengo un hijo bastardo, lo traeré a la corte desde mañana". La madre de Osamu tomó al niño en brazos y corrió al balcón gritando algo "Quítale su corona, y yo te quitaré a tu heredero".

De juzgarla, dirían que era una mala madre, una demente, pero ella fue criada en la aristocracia, sabía que un bastardo reconocido sería un peligro para la vida de su hijo. Los seguidores de Fyodor (o incluso el propio niño) lo matarían para asegurar su beneficio. Ella pudo ser la burla entre la corte, la mujer que lloraba todas las noches de su embarazo, pero su hijo debía ser perfecto, debía ser mejor y más fuerte.

El hombre castaño la miró con horror mientras amenazaba con saltar del castillo "¿Cuál es tu problema?", preguntó con enojo.

"No te atrevas a ponerlo en peligro, porque serás el primer rey que obliga a su esposa a cometer suicidio doble con su bebé" la rubia bajó hasta que firmó un decreto, jamás nombraría a Fyodor cómo su hijo, siempre sería un bastardo para que el príncipe Osamu viviera plenamente.

Tal vez no lo amaba como debía, tal vez la presencia del infante era tan desagradable que lo evitó por años, pero aún así cumpliría con sus obligaciones como madre: lo mantendría con vida.

Dazai creció con enseñanzas de los mejores maestros, incluso dentro de personas inteligentes, él destacaba cómo prodigio, pero se dió cuenta que su único rival portaba su sangre. El apodado Fyodor el demonio que apenas era unos años mayor estudiaba, no como los otros niños, no, él quería ser rey. No importaba si lo deseaba, si estaba preparado, lo más importante era el poder y dinero, con estos elementos el mundo es tuyo, para gobernar, para destruir y para moldear a tu gusto. Fyodor comenzaba a tener un poco de ambos.

El alto septo definitivamente cuidaba a Dazai como su aprendiz, le tenía cierto afecto por verlo crecer entre libros y conflictos bélicos. Pero sobre todo, amó a su madre, a la reina y juró proteger su linaje, así que la iglesia le pertenecía a Dazai en caso de un levantamiento, los soldados y familias importantes eran otro asunto.

El día anterior Osamu platicó un poco con Chuuya de su maravilloso plan, él le daría paso libre por su país para comerciar, a cambio solo pedía la cuarta parte de su ejército de ser necesaria. Incluso se lo propuso con amabilidad, la respuesta fue desastrosa "Te recomiendo irte directo a la mierda, no hay forma de que te dé eso".

El castaño se retorcía en la enorme cama mientras apretaba los dientes—. Fue mi culpa, me distraje con su rostro —estaba frustrado y necesitaba arreglar eso antes de la llegada de Fyodor al palacio. Tomó su poca vitalidad y se preparó para ir a ver a cierto pelinaranja (poniéndose solo una bata). Fue extrañamente gratificante caminar por el palacio vacío, solo algunos guardias cuidaban las entradas principales.

Abrió la puerta de par en par encontrando al joven durmiendo cómodamente, caminó junto a su cama para verlo con detenimiento. Era hermoso, si alguien lo negara, probablemente recibiría un castigo divino por tal blasfemia. Poco le duró el deleite pues el de ojos azules despertó y su impulso fue lanzar un puñetazo al aire que desgraciadamente dió al blanco.

Aclaró su vista y el enojo creció dentro de su pecho a la velocidad de la luz—. ¡¿Cuál es tu problema?!.

El de bata roja cayó al suelo retorciéndose del dolor, una vez pudo respirar correctamente se quejó en voz alta—. Maldito enano…¿De dónde sacas tanta fuerza?.

El de ojos azules no perdió el tiempo para correr y tomar su espada cercana—. ¿Tratar de asesinarme en medio de la noche? Eres más rastrero de lo que creí —apuntó con el metal directo a su cuello de teniendo solamente por no conocer sus motivos..

—No trataba de hacerlo, realmente no sabes nada de la vida, cuando uno entra a una habitación a escondidas en medio de la noche es para otros asuntos —al ver qué su semblante permanecía serio, decidió hablar nuevamente—. Quería darte un nuevo trato. Tú pones a mi disposición a la mitad de tu ejército, y yo te conseguiré la ruta comercial más segura.

Chuuya bajó el arma con más tranquilidad—. Estás loco, pudiste esperar en la tarde…

Dazai negó—. Hoy viene el demonio que atenta contra mi reinado, debo mostrar que tengo poder, y un ejército enorme —su vista se clavó en los cabellos despeinados de Nakahara. Nadie antes le había parecido tan bello después de despertar, era refulgente.

Chuuya terminó sentándose en el filo de la cama con notable cansancio—. Me importa una mierda a quien debas impresionar.

Dazai se puso de pie lentamente para imitar su acción quedando a un lado de Nakahara—. Me darás lo que te pido.

El de baja estatura sonrió amargamente por el cinismo del rey—. ¿No eres demasiado arrogante?, ¿Qué te hace pensar que haré eso?.

El joven delgado frunció el ceño—. Mis predicciones siempre se cumplen. Creo que sí podía esperar para después, descansa, pequeña babosa.

—¡¿Babosa?! —el mayor gruñó y la risa del otro lo obligó a empujarlo sobre la cama recargando su peso en su pecho—. Dilo de nuevo, maldito rey de los estúpidos.

Los ojos avellana resplandecían con notable vergüenza, sintió la respiración de Chuuya acoplarse a la suya y dejó de sentir fuerza en su cuerpo. Se estaba cayendo a pedazos por el tacto del príncipe que juró odiar siempre. Nakahara se dió cuenta de la posición tan comprometedora y rápidamente se puso de pie con un salto dándole la espalda.

—Será mejor que te vayas…nos vemos luego —señaló la puerta observando como el menor salía del cuarto dejándolo con un sonrojo que iba desde sus orejas hasta sus mejillas.

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—Su hermano está a las afueras del palacio, cálculo que llegará en veinte minutos o menos —mencionó Mori mientras iba de un lado a otro para preparar la visita.

Dazai aún sentado en el trono jugaba con las cadenas que colgaban de sus hombros, ese fue el mismo traje con el que fue coronado, para su lástima todavía desprendía el olor a sangre de su padre. Cómo un hijo normal debió haber matado al hombre que le cortó el cuello, pero como un demonio dejó impune el delito, y Mori Ōgai conservó su puesto.

—El príncipe Nakahara Chuuya —exclamó algún guardia de la puerta avisando de su presencia.

A Dazai casi se le funden los pensamientos solo de verlo, con un traje ajustado color azul y desprendiendo elegancia por dónde se le viera—. Tenemos que hablar…

—Estoy ocupado, te pido que esperes un rato, babosa —había algo emocionante en molestarlo y recibir agresiones de Chuuya.

El pelinaranja apretó los labios en un esfuerzo por no insultarlo—. Es sobre su ejército, majestad.

"Nunca me llamas así" ese pensamiento lo obligó a ponerse de pie corriendo y bajar las escaleras en cuestión de segundos—. ¿Qué quieres?.

Chuuya observó a los guardias de aspecto estoico y después a Dazai—. Que nuestra frontera sea expandida unos kilómetros.

—¿Me pides que ceda territorio así nada más? —no había necesidad de pedirlo de esa forma, Dazai habría cedido con el tiempo—. Claro, lo haremos.

—Y no pagar aranceles por los próximos diez años —agregó Chuuya casi con temor a ser rechazado.

—Bueno, supongo que enviar a tus hombres a la muerte segura debe ser costoso, pero aceptó, la mitad de tu ejército a cambio de lo que pides —estiró la mano con notable alegría.

—Solo en caso de ser necesario, son quince mil hombres —murmuró el más bajo.

El castaño asintió—. Mi clausura es que de no ser suficiente, comprarás a la compañía dorada.

El de ojos azules frunció el ceño—. ¿Malditos mercenarios? ¡No dijiste eso!.

El contrario alzó los brazos divertido—. Bueno, ya no puedes negarte…

—Verás que si, hijo de perra —lo tomó por el cuello para acercarlo—. Eres una puta víbora, y te cortaré la cabeza…

—¡El noble, Fyodor Dostoyevski! —se anunció su llegada antes de lo previsto.

El más alto recibió su corona y de mala gana se la puso—. Quédate, será bueno que conozcas al que usurpará este reino.

Chuuya ladeó la cabeza—. ¿Por qué no lo asesinas?.

Dazai estiró su mano para que el mayor la tomará y así subieran juntos, pero fué rechazado—. Porque tiene seguidores en la corte, no me cuesta nada atravesar su pecho con una espada, pero eso me asegura extender más mi reino hasta tener un heredero. Quiero morir antes de eso…

Nakahara subió solo los quince escalones mientras un siervo acomodaba una silla junto al trono del rey—. ¿Suicidarte? ¿No eres muy joven para eso?.

El menor apretó la mano con visible sorpresa por el rechazo—. Todos vamos a morir, tengo derecho a hacerlo.

Ambos se acomodaron al mismo tiempo que las puertas se abrían de lado a lado. Un joven de cabellos lacios y ojos amatista entró luciendo un traje rojo con detalles dorados, eran los colores de la casa real. Sonrió al ver a los jóvenes sentados dónde ya planeaba rodar sus cabezas.

—Saludos al sol del reino, saludos al príncipe de los zafiros —se inclinó suavemente—. Cuando me enteré de su estadía en el palacio quise tomarme el atrevimiento de traerle un regalo. Son trece libres de las Américas, también un gesto de admiración, son velas aromáticas.

Dazai ya podía deducir sus planes, así que apoyó su mano sobre la de Chuuya—. Híncate, Fyodor.

El de ojos amatista se enderezó confundido—. Creí que sería buena idea agradarle al amigo del rey, de mi hermano.

El castaño apretó la extremidad de Nakahara, y entrecerró los ojos—. Tu rey te pide que te hinques, ¿Harás que lo pida dos veces?.

El muchacho pálido hizo lo que le ordenó aún con sus ojos sobre los zafiro—. Mi lealtad está con mi rey. Lamento si le ofendió mi atrevimiento.

El de cabellos naranjas sentía la tensión entre ambos. Se limitó a sonreír suavemente pues aún no sabía quién era la mejor alianza para su casa, pero en el fondo, su corazón escogió a Dazai Osamu.

—Bien, te dejaré descansar un poco antes de reunirnos para la cena en el gran salón del ala b, espero que hayas tenido un buen viaje —alzó su mano libre para ordenar que lo escoltaran a sus habitaciones. Una vez fuera suspiró profundamente pero nunca apartó la mano de la de Chuuya, hasta que este lo hizo—. Lo siento, él me pone de malas.

—¿De verdad es tu hermano? —preguntó Nakahara.

—Es un bastardo de mi padre, lastima que nunca cumplió sus planes para darle legitimarlo —sonrió con desdén hacia la dirección donde antes estuvo Fyodor—. ¿Quieres oír un secreto?.

—¿De qué tipo? —el mayor se inclinó para escucharlo mejor.

—No fue una enfermedad la que se llevó a mi padre —el de la corona susurró cerca de su oído—. Fyodor lo sabe, y quiere quitarme el trono.

Chuuya se alejó confundido—. ¿Entonces que se llevó a tu padre?.

El rey acarició un mechón de su cabello con delicadeza—. El odio, pero no me des importancia, él nos dejó fuego y sangre.

Notas de la autora:

Este capítulo estuvo muy inspirado en juego de tronos. De ahí un tono un tanto "oscuro".

Una semana sin actualizar y ya casi entro a la escuela, me da pánico, terror dejar mis historias inconclusas.

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