Carta
Advertencias: Ninguna (fuerte).
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—No puedo decidir si deberías morir, eso estallará una guerra mayor —confesó el de cabellos castaños—. No, creo que debería morir el alto Septo, es un incompetente.
—Tiene razón su alteza —no le quedaba más remedio que aceptar sus insultos—. ¿Entonces respecto a su unión?.
—No, jamás me respetarán si me uno a este idiota —Chuuya respondió por ambos, más o menos.
—¿Tu único mal juicio sobre mí es que soy un idiota? —el menor soltó una risita soberbia—. Pues yo jamás consideraría estar contigo porque eres demasiado pequeño, eres diminuto y apuesto que tu futura esposa se suicidará —no pudo ser más directo.
—Su majestad, debemos considerar los pros y contras de sus palabras —Mori sentía sus manos sudar con cada insulto—. Si el problema es la reputación que puedan formar, diremos al pueblo que el príncipe Nakahara está bajo su mando y guía por un año…
—¿Por qué no hacemos eso en lugar de un concubinato? —el de cabellera naranja arqueó las cejas confundido.
—Tu familia es el problema, ¿crees que acepten que su primogénito viva en otro lugar si no es por un compromiso real? —ciertamente Dazai era inteligente, tanto que Chuuya procuraba ser más cauteloso.
—No, lo tomarán como una ofensa —murmuró intercambiando una mirada con el castaño—. No quiero hacer esto.
—Yo tampoco, obviamente no hay modo de convivir con una babosa sin que tenga ganas de pisarla —cruzó los brazos y recargó completamente el peso en su asiento—. ¿Cuál es el tiempo mínimo para un concubinato?.
—Un año…
—Ese año lo ocuparé para hacerte comer heno y torturarte —advirtió el único príncipe.
—¡No lo amenaces! —solo por un segundo, Dazai parecía querer defenderlo—. Es mi empleado, yo decido como torturarlo.
“Dios me salve” pensó rodando los ojos exasperado—. Podría decretar una ley emitida por la iglesia para acortar el tiempo de los concubinos, pero debe ser como mínimo de ocho meses.
—Pues si no hay otra forma —vagamente se podría describir que el más emocionado era el rey Dazai.
—¿Y si te suicidas? —se atrevió a preguntar el de traje azul.
El más alto parpadeó sorprendido, no por la dureza de sus palabras, era porque en realidad él pensaba eso mismo—. Lo he intentado, pero el alto septo…
—Los suicidas nunca entrarán al reino de dios, además no quisiera una disputa entre la corte por la sucesión de la corona y el levantamiento de su hermano bastardo.
—Bueno, tampoco es que esos conflictos me aquejan en la tumba —respondió con ironía—. Principito, escribeles sobre la situación, y alto Septo, envíala con urgencia antes de que junten a las regiones.
—Sigo pensando que apuñalarte es la mejor opción.
—Acompañeme, lo llevaré a sus aposentos para que descanse, después pueda redactar una carta para sus familiares —señaló las grandes puertas por donde pasaron, una vez atravesadas Chuuya notó que Dazai más pequeño conforme se alejaban.
Sus soldados fueron instalados en unos pisos abajo de su alcoba, era grande, incluso le parecía más grande que la suya por lo vacía que permanecía. Las paredes estaban cubiertas de terciopelo en un hermoso color glauco y madera de la mejor calidad.
—Les gusta gastar de manera rara los diezmos —dijo con cierta gracia.
—Esta habitación fue remodelada dos veces desde que se nos avisó de su visita, él mismo rey supervisó su avance hasta que ordenó empezar de nuevo, todo debía ser perfecto —el de túnica llamó a los siervos para que atendieran todas sus necesidades—. Le ruego que piense en la felicidad de su hermana, un ambiente conflictivo acabará con su infancia.
—No dejaría que nadie la toque…
—En las guerras se busca preservar la línea sanguínea, ví como comprometieron a una prima lejana, según escuché sangró su primera luna un año después de la boda —se notaba una extraña pena cada que hablaba—. La pequeña Elise murió dando a luz a un hijo que degollaron los enemigos… Descanse, le traerán la cena en un momento.
Chuuya quitó sus ropas con más incomodidad que antes. Ciertamente no quería ser el causante de algo así en su familia, Kyoka debía ser una niña que creciera a su tiempo, sin preocupaciones por matrimonios forzados a tan corta edad.
Si bien su casa no era un linaje, él era el principal heredero, así que su deber era cuidarla hasta que ella misma se ofreciera a ser reina regente, pues el joven no tenía intenciones de ser rey.
Las mujeres que prepararon su baño salieron totalmente sonrojadas porque cualquiera que viera sería transportado a un oasis. Se terminó de desnudar una vez cerraron la puerta y decidido a pensar las cosas con detenimiento se metió a la tina de porcelana llena de agua y flores aromáticas.
Estaba por cerrar los ojos cuando tocaron llamando su título—. Le traemos comida al príncipe heredero, ¿podemos pasar?.
El de ojos azules suspiró desanimado—. Pasa, dejalo en la mesa.
—Con su permiso —un joven de contextura delgada y cabellos grises asomó la cabeza siguiendo sus instrucciones—. También me ordenaron traer papel, plumas y tinta, ¿Quiere algo más?.
—Un siervo veloz, y más listo que el promedio —buscó una toalla pequeña para mojarla y ponerla en su rostro—. Gracias.
Los pasos se alejaron sonando cada vez más lejanos, odiaba el silencio de ese castillo y sus grandes habitaciones vacías, odiaba no estar en casa.
“Al menos ese hijo de perra es guapo, un deleite para el ojo humano” ante sus propias ideas arrojó la toalla de cara revelando un carmín intenso—. ¿Qué carajos pensé?.
Para evitar seguir delirando talló su cuerpo con fuerza y siendo sumamente meticuloso. Alcanzó su bata para salir rápidamente y comer para meditar mejor la situación. Una variedad de frutas extrañas cortadas en delgadas láminas lo recibieron en la charola, junto a eso había más platos, algunos con carne y otros siendo acompañamientos.
Pico un poco de lo que no le parecía peligroso -pues envenenarlo podía ser plan del anfitrión-, probó el venado con una salsa casi rosada, el menú era un tanto exótico, pero aún no superó sus expectativas.
Esperó a que el jovencito de fleco curioso le llevara las hojas para redactar una carta, y otra más personal.
“Saludos al sol del reino, mis mayores deseos de salud para la familia real.
El motivo de mi carta es esclarecer la situación confusa sobre mis anfitriones. Me encuentro sano, y fuerte, no he sido amenazado.
La naturaleza del corazón es curiosa, en él puede habitar profunda admiración que nos obliga a suspirar cada uno de nuestros alientos sin esperar que vuelvan, y cuando lo hacen debemos seguir lo que creamos conveniente.
Es por eso que he decidido alargar mi estancia unos meses más en compañía del actual rey: Dazai Osamu, con quien he compaginado de maravillosas formas.
Les imploro atiendan mi petición para permanecer bajo su tutela que sospecho me hará bien.
Me despido con todo el respeto de sus majestades. Con cariño, su hijo”.
Su cara ardía por la falsedad de sus palabras y más dispuesto que antes escribió una segunda donde explicaba el por qué debían preservar la otra y más detalles de su concubinato entre ambos reinos.
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—Debo admitir que su presencia es como recibir al día cerca de un lago enorme…¡y su nariz estaba levemente roja!, como si el sol hubiera decidido robarle un beso —Dazai descansaba frente a una tumba en lo profundo del bosque—. Pero siendo sinceros espero que se vaya pronto, él me golpeó, aún me duele la mandíbula.
El viento perturbó sus propios pensamientos, así que se puso de pie dando una sacudida a sus ropas una última vez.
—Volveré después, Odasaku —caminó por mucho más tiempo del que prometió y comenzó a dar vueltas a las afueras del castillo. Estaba por volver hasta que distinguió una figura cerca de la torre, se acercó más para verlo subir con las cartas recién escritas y decidió seguirlo solo para molestar.
—¡Vete a la mierda!, por los siete infiernos, no sigas a las personas como un fantasma —el de cabellos naranjas dió un salto que fue ignorado por el muchacho que llevaría sus cartas.
—Dicen que tememos de nuestros propios pecados —esa lengua astuta resultaba ser su mejor arma en ocasiones.
—¿Cuando he pecado de idiota? —dió la vuelta para regresar a su habitación, pero ahora era seguido por el más alto—. De acuerdo rey de mierda, espero que mi familia se tome bien lo que les dije, pero si me molestas aún puedo apuñalarte.
—¿Y tener un crimen pasional dentro del palacio? —se burló de sus advertencias dando una palmada en sus hombros—. No te preocupes, tampoco tengo interés en tí, los hombres no están mal pero tú no eres de mi tipo.
—¡No me toques! —la escena era vista por algunos nobles con asuntos dentro de la corte.
“Vaya, se ven como una pareja compatible”.
Notas de la autora:
Ya actualice tres días seguidos, me merezco un voto ;))
Sé que muchos dirán "wey, no tiene sentido que por eso ya empezarán una guerra". Pero en la historia real ha habido guerras absurdas, así que de ahí me agarró.
No tengo un playlist específica, solo puse rolitas de música clásica para ambientarme más y funcionó, hasta le puse detalles.
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