❤︎ Capitulo unoꨄ︎

Estaban por dar las seis de la mañana, para ese entonces Dazai ya tenía todo preparado para antes de partir a su trabajo.
Desde hace un año que sus horarios habían cambiado, un giro inesperado para sus compañeros de trabajo, y claro, un gran nivel de dificultad para el mismo y su pareja.

Cada amanecer, Dazai logra escuchar los balbuceos que emanan de la habitación contigua, un espacio compartido con Chuya. Una sonrisa se desliza por sus labios, una anticipación de felicidad ante la identidad de la creadora de esos sonidos: los primeros intentos de su pequeña por entablar conversaciones, un lenguaje lleno de misterio para cualquier adulto, pero de gran significado para él.

A sus siete meses de vida, la pequeña muestra una vitalidad sorprendente. Sus ojos curiosos ya son capaces de seguir el movimiento de las personas, y su risa bulliciosa llena cada rincón de la casa. Para algunos, es una versión en miniatura de Chuya, un reflejo de sus características únicas. Dazai asiente en acuerdo; solo la hija de Chuya podría albergar tanta determinación en un cuerpo tan diminuto, aunque, como es natural, esta determinación se manifiesta en episodios selectos.

A lo largo del día, la bebé tiende a encontrar serenidad, entregándose plácidamente al sueño en los brazos de cualquiera que la sostenga, con una excepción, los brazos de papá Chuya. La semana apenas les concede tiempo para compartir, haciendo que esos raros momentos juntos se vuelvan aún más preciados y anhelados.

Con cuidado, la pequeña es acomodada en la silla especial, una periquera seleccionada por Koyou hace algunos meses como un obsequio para su sobrina. Presenta un diseño encantador, con un tono blanco que adorna los lados y la base, contrastando con el tono lila que domina el asiento.

Con meticulosidad, Dazai dispone la papilla de zanahoria sobre la mesa, estratégicamente ubicada cerca de él. Esta elección revela una lección aprendida, rememorando el incidente previo en el que, al intentar dejar la papilla al alcance de su hija, esta desafortunadamente acabó en el suelo, marcando una anécdota que más tarde contaría a Chuya. La medida de situarla con precaución es una demostración de la atención y cuidado que Dazai dedica a evitar contratiempos similares, proporcionando así un entorno más ordenado y tranquilo para la experiencia alimentaria de su hija.

-Yuko-chan, di ahhh -dijo, jugueteando con el movimiento de la cuchara.

En respuesta, Yuko agita emocionada los brazos, como si cada cucharada fuera un premio especial. La papilla ya encuentra su camino hacia su boca dónde se pueden ver los primeros dientes.

Y mientras disfruta de su comida, su padre se asegura de que no se ensucie, utilizando la misma cuchara para limpiar cualquier residuo.

Unos minutos después de que Yuko termina su comida, Dazai finalmente puede atender a su propio estómago, enfrentándose a un desayuno que ya ha perdido algo de calor. Sin preocuparse demasiado por ello, inicia una conversación matutina con su hija, disfrutando de la tranquila conexión padre-hija.

- Sabes la semana pasada Chuya comento algo sobre un evento que habrá en la Port mafia- con ayuda de los palillos llevo un bocado de arroz a su boca, mientras con la mano libre dejaba un juguete para entretener a Yuko- Intento convencerme de llevarte para presentarte formalmente a su jefe-.

Y con el jefe se refería a Mori

-Yo no quiero hacerlo, pero he estado evadiendo esa responsabilidad desde que naciste- Como ex integrante las responsabilidades se le resbalaban sin embargo, la perspectiva cambia con Chuya uno de los cinco ejecutivos de la organización portuaria.
Dazai muy en el fondo desea hacer que su hija tenga menor contacto posible con la mafia, si ella nunca escucha sobre la organización mejor.
Pero pedía cosas imposibles.

Al percatarse de que el tiempo avanzaba, dijo -Se está haciendo tarde, creo que deberíamos partir. - Tenía un pequeño horario que cumplir por lo que si se retrasaban algunas actividades matutinas serían pospuestas.  Deposito los trastes en el lavaplatos, se encaminó con Yuko hacia la habitación, donde tenía la intención de cambiarle la ropa, asegurándose así de que estuviera cómoda para poder dormirla sin preocupaciones durante el trayecto.

Desde que regresó al trabajo, la vida de Dazai se volvió notablemente más complicada. Su rutina diaria experimentó una transformación radical; ya no se limitaba a llevar solo consigo mismo, sino que ahora llevaba consigo a su hija en una cangurera, apoyada con un brazo, mientras con el otro sostenía una pañalera repleta de todas las necesidades de la pequeña.

Durante su trayecto al trabajo, ha adoptado la costumbre de llevar a su hija a contemplar el vasto mar desde el puerto, cerca de un parque público frecuentado por familias. Lo único que lamenta es que en momentos como este, Chuya no está presente, no puede discutir al respecto debido a lo estipulado en el contrato.

Antes de que Dazai tome asiento en una banca disponible, él coloca sus pertenencias a un lado. Como es habitual, Yuko se despierta para disfrutar del paisaje que la ciudad le brinda.

Comienza a hablar describiendo lo que se encuentra a su alrededor, en un intento de conversar con la infante que solo dedica miradas de reojo a su boca, al parecer tratando de captar sus palabras y después continuar su vista en el mar.

A los dos les gusta la vista del mar, durante el horario al que asisten, las olas son lo suficientemente altas para chocar con la orilla y asustar algunas gaviotas que se encuentren ahí. El aire de mar también es agradable. El ambiente tranquilo debido a la hora es una forma de tomar un descanso antes de comenzar con la rutina del trabajo.

Al terminar el pequeño descanso decide retomar su cursos dirigiéndose al trabajo como punto final.

Como era de esperar, las primeras horas del día resultaron tediosas para una bebé de apenas siete meses. Afortunadamente, la pequeña no era lo suficientemente inquieta como para expresar su aburrimiento con lágrimas; en su lugar, aprovechaba ese tiempo para dormir las siguientes tres o cuatro horas. Esto ofrecía a Dazai el espacio necesario para llegar a la Agencia y sumergirse en su trabajo con mayor comodidad.

-Dazai-san, buenos días -saludó un albino sonriente, ayudando a Dazai a pasar por la puerta y dedicando una leve caricia a la pequeña cabeza que se ocultaba en el pecho del castaño.

La mañana transcurrió entre papeleos en los escritorios de todos los empleados, incluido el de Dazai, que había sido adaptado para acomodar a su bebé, gracias a la participación de Kunikida un tiempo atrás. Aunque considera que tal vez es prematuro poner protectores en las esquinas, ya que la pequeña apenas puede dar algunas vueltas en la cama y duda que pueda levantarse de la mecedora y pasearse por ahí. Sin embargo, ya no hay quejas al respecto, ya que Kunikida se encargó de todos los gastos.

Su vida laboral también experimentó cambios. Los momentos en que escapaba de su trabajo ya no son tan sencillos; no puede marcharse como si nada y dejar a su bebé con cualquier persona. No es por desconfianza hacia sus compañeros, sino todo lo contrario. Precisamente porque conoce a todos, no tiene intenciones de dejar a su hija con alguno de ellos, a menos que sea una situación de emergencia.

La mayor parte del tiempo, su atención se centra en el escritorio y en la mecedora, vigilando si los ojos azules de su hija deciden abrirse y hacer algún alboroto para llamar la atención de alguien que la alimente.

Aunque también hay momentos en los que simplemente juega con los juguetes colgantes, pequeños peluches hechos por Atsushi. Este regalo, a diferencia de otros que recibió antes de la llegada de su bebé, es algo que aprecia enormemente, una ternura que guarda para sí mismo.

Pienso llenar de drabbles sin terminar en este perfil, y nadie me detendra.

Actualización: reviví :D
El ff no murió pero me dedique un descanso debido a la universidad, si, tiene cambios respecto al capítulo original.
Decidí hacer algunas ilustraciones para el capítulo como forma de agradecimiento por el apoyo.
Se vienen más capítulos 😈.

Gracias por leer ❤️

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