𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁𝑜 25.

Quizá todavía me sentía culpable por desplomarme con Alice aquella primera noche, entonces me fui un poco por la borda para tener el departamento listo para su regreso. Estaba limpio de arriba a abajo, pero contuve mi inclinación de "poner orden" y dejé su desorden fuera ya que sabía que esto la hacía sentir en casa. Ordené en internet ese magnífico juego de cama de lujo verde pálido porque ella adora el verde, compré unos cojines decorativos, y convertí su cama en una cama de princesa. Compré una mesa de desayuno-en-cama que se enrollaba al lado de la cama y se balanceaba, así ella podría comer en la cama. Compré flores. Chocolates. Llené el refrigerador con su helado favorito Ben & Jerry's.

Había una pila de cada última publicación de revistas, que yo alguna vez la había visto leer sobre el gabinete de su cabecera. Un par de Sudokus y libros de crucigramas. Y... lo más extravagante un pequeño televisor con pantalla plana con un reproductor de DVD incorporado. Era probablemente demasiado para un paciente que se suponía, debía permanecer solo durante dos semanas en cama, pero no quería que ella estuviera aburrida.

—Oh mi Dios. —Los ojos de Alice se ampliaron cuando caminó dentro de su habitación. Estaba de pie con su brazo envuelto alrededor de la cintura de Sebastian, y Lisa , Richard y Chris ya estaban en la habitación, riéndose de todo. Los niños estaban de regreso en la escuela entonces ellos se habían perdido "los excesos de ____". Los ojos de Alice se volvieron hacia mí—. ¿Hiciste todo esto?

Me encogí de hombros, de repente sintiéndome muy incómoda.

—No es mucho.

Alice sonrió y vino despacio hacia mí.

—Tú eres un poquito impresionante.

Resoplé. —Si tú lo dices.

—Ven aquí. —Ella envolvió sus brazos alrededor de mí y la abracé, como siempre sintiéndome como una niña pequeña abrazando a su madre porque ella era tan alta—. Me gusta, gracias.

—Me alegra. —Con cuidado acaricié su espalda y fruncí el ceño—. Acuéstate.

Alice gimió. —Esto va a ser divertido.

Mientras Sebastian ayudaba a Alice a sacarse sus zapatos y entrar en la cama, Lisa se acercó a mí.

—El doctor dice que tienes que asegurarte de que sus vendas no se mojen cuando se esté duchando.

—Ella puede tomar baños por ahora.

—Bueno. Y, debe descansar. Le está permitido caminar, pero no constantemente.

—Lo tengo.

—Debe volver en dos semanas para sacarle las vendas.

—Bien.

—Y luego tiene un chequeo tres meses después de esto. Si todo va bien será un año después de esto.

Fruncí el ceño. —Espera. —Le lancé una sonrisa algo esperanzadora a Alice—. ¿Tienes tus resultados de la biopsia?

—¿Nadie le dijo? —Alice frunció la frente mientras miraba acusadoramente alrededor de la habitación.

Chris suspiró. —Tal vez si ella dejara de evitar a todos, alguien podría haberlo hecho.

—¡Hola! —Agité mi mano—. ¿Resultados por favor?

Alice sonrió abiertamente. —Benigno.

Caí en el alivio de escuchar la confirmación de lo que el Dr. Dunham había predicho. —Eso realmente debería haber sido la apertura.

—Lo siento.

—Uh huh. —Arqueé una ceja a Lisa — Voy a cuidar muy bien de ella. —Mis ojos parpadearon hacia Sebastian quien había subido encima del cubrecama al otro lado de Alice—. Eso si me deja el joven amante.

Sebastian hizo una mueca. —Soy demasiado viejo para ser llamado un joven amante.

—Me gusta absolutamente. —Alice sonrió traviesamente.

—Entonces seré el joven amante.

—Bien, creo que iré a preparar un poco de café para todos antes de que yo vomite sobre el nuevo cubrecama de Alice —rezongué y avancé hacia la puerta.

Chris se puso en frente de ella, su rostro inexpresivo. —Tenemos que hablar. —Con esto él giró sobre sus talones y salió de la habitación, sin dejarme más remedio que seguirlo.

Lo encontré en mi habitación y en cuanto entré él cruzó a zancadas por delante de mí para cerrar la puerta.

—Podríamos hablar en la sala de estar —le dije con irritación, odiándolo aquí donde había tantos recuerdos. Además, su presencia en mi habitación siempre había sido arrolladora.

En respuesta, él se movió sigilosamente hacia mí, sólo deteniéndose cuando había unos centímetros de espacio entre nosotros. Quise dar marcha atrás pero no quería darle la satisfacción.

Lo miré desafiante y él inclinó la cabeza un poco entonces él podía mirarme directamente a los ojos.

—He estado tratando de darte tu espacio, pero esto es ridículo. Mi cabeza me esta volviendo loco por esto. —¿Uh, qué?

Miré sus magníficos y furiosos ojos estrecharse en rendijas. —Nunca estás aquí. ¿Estás saliendo con alguien más? Porque juro por Dios...

—¿Estás bromeando? —grité, olvidando que había una audiencia abajo por el pasillo.

—¿Bien, qué diablos está pasando?

Dejé salir un suspiro estremecedor, tratando de calmarme. —Eres un estúpido. Vienes aquí y me acusas de pasar el tiempo haciendo cosas a tus espaldas cuando eres tú quien está jodiendo a su nueva administradora del club.

Ahora Chris tiró su cabeza hacia atrás en shock, ¿y la mirada que él me dio? Bueno, digamos no era una manera educada de expresar que pensaba que yo tenía un tornillo suelto en algún lugar.

—¿Emily? ¿Piensas que estoy follando a Emily? No puedo creer eso.

Bien. Estaba completamente confundida. Crucé los brazos sobre mi pecho en un intento de parecer como si tuviera el control de esta conversación. — Alice me contó todo.

Su boca en realidad cayó abierta. Hubiera sido gracioso si la situación no fuera como un cuchillo en mi intestino. —¿Alice? ¿Qué te dijo exactamente Alice?

—Ella se encontró contigo para almorzar. Los dos se reunieron con ella y Sebastian para el almuerzo y me dijo que ustedes estaban de lo más acaramelados.

Ahora Chris cruzó los brazos sobre su pecho y la suave tela se tensó contra los músculos de su bíceps. Conseguí el destello de una imagen de él encima de mí, sus manos presionando mis muñecas en el colchón, los músculos de sus brazos moviéndose mientras él empujaba con fuerza dentro de mí una y otra vez.

Enrojecí, sacudiendo la imagen de mi cabeza.

Mierda.

—¿Alice te dijo que ella tuvo un almuerzo conmigo y Emily, y que yo estaba acaramelado con Emily? —me preguntó despacio, como si yo fuera una enferma mental.

Le contesté entre dientes. —Sí.

—Si ella no acabara de tener una cirugía cerebral juro por Dios que yo la mataría.

Parpadeé. —¿Qué?

Chris dio otro paso hacia adelante lo que significaba que tenía que retroceder un paso si no quería que mi senos se aplastaran contra él. —Yo nunca fui a almorzar con Emily y Alice. Se conocieron cuando ella y Sebastian visitaron el club para dejar unos papeles que olvidé en el departamento. Ellos se encontraron durante dos segundos.

Rasqué detrás de mi oreja no gustándome en absoluto dónde me ponía esto en esta conversación. —¿Por qué ella me diría eso?

Chris suspiró pesadamente y se alejó, pasando una mano por su cabello con frustración. —No lo sé. Probablemente porque le dije que te estaba dando espacio como parte de la siguiente etapa en mi plan para recuperarte y Alice no estaba de acuerdo en que esta fuera una buena idea. Al parecer, Alice pensó que los celos eran el siguiente paso. —Él sacudió la cabeza y me lanzó una mirada insondable—. Aparentemente ella estaba equivocada.

Lo miré mientras él caminaba alrededor de mi habitación, claramente tratando de reunir sus pensamientos tanto como yo estaba tratando de aceptar la idea de que Chris no había seguido adelante en absoluto. Pero todavía no podía entender por qué Alice me haría un daño así. También me preguntaba cuándo infiernos ella había empezado a conseguir mentir tan bien. Ella no podía mentir en lo más mínimo cuando la conocí.

Oh.

¿Mi culpa?

—Todavía no entiendo. Conocí a Emily, compañero, ella es exactamente tu tipo, y definitivamente coqueteaba contigo.

—¿Por qué te preocupas? —Él sonrió abiertamente, pasando sus manos a lo largo de mi estantería—. Dijiste que no querías... —Él se detuvo, su cuerpo tenso en un estado de alerta repentina.

—¿Qué?

Él sacó algo de mi estantería, inclinó su cabeza, y luego se volvió hacia mí, la acusación en sus ojos. —¿Estás yendo a algún sitio? —Él sostuvo mi boleto impreso para mi vuelo a Virginia.

—Me voy a casa.

Yo sabía que era malo. Yo sabía que era malo porque Chris no dijo nada. Él quemaba mis paredes con una mirada que nunca quise volver a ver en sus ojos, luego giró sobre sus talones y de un portazo salió de mi habitación.

Sin argumentos. Sin discusión.

Quería llorar otra vez. Una vez que había comenzado por ese camino de entregarme a llorar ahora, después de años conteniéndome, parecía no poder detenerlas. Mi boca temblaba y abracé mis brazos a mi alrededor para calmar los temblores que recorriendo el resto de mí cuerpo.

Diez minutos más tarde me sentí lo suficientemente tranquila para preparar café para todos y tomarlo en la habitación de Alice. Chris estaba sentado en la esquina y ni siquiera me miró.

Basta con decir que creamos una tensión horrible en el dormitorio de Alice. Todos nos habían escuchado discutir y todos habían oído a Chris casi astillar la madera de la puerta de mi dormitorio cuando la cerró de golpe tras de mí. Era incómodo.

Finalmente al darse cuenta que su estado de ánimo estaba intoxicando la vuelta triunfante de Alice a casa, Chris se levantó, besó su frente, y le dijo que la chequearía más tarde. Alice asintió, mordiéndose el labio con preocupación cuando lo vio salir. Ella me atravesó con una mirada y como la de una niña culpable de la escuela, rápidamente desvié la mirada.

Lisa y Richard se marcharon poco después y yo estaba levantándome para salir y dejarla sola con Sebastian cuando Alice me detuvo.

—¿Qué está pasando con Chris y contigo?

—Alice, no te arrastraré en nuestro drama cuando todavía te estás recuperando.

—¿Es por aquella pequeña mentira piadosa que te dije sobre Emily?

Me di vuelta, mi ceja levantada ante la expresión avergonzada de Alice.

—Sí. Me acabo de enterar de eso.

Alice miró a Sebastian que fruncía el ceño, claramente confuso. —Hice una cosa mala.

Él asintió. —Estoy comprendiendo eso. ¿Qué pasó?

—Le dije a ____ que tú y yo habíamos almorzado con Emily y Chris y que ellos estaban de lo más acaramelados.

Su novio se echó hacia atrás igual como Chris lo había hecho. De hecho noté que los dos tenían bastantes gestos similares. Ellos pasaban demasiado tiempo juntos.

—Nosotros nunca tuvimos un almuerzo con ellos. Nos detuvimos por dos segundos en el club.

—Bien este juego ya no es divertido —le espeté, olvidando que yo estaba regañando a una paciente—. ¿Por qué me mentiste?

Los ojos de Alice estaban amplios y lastimosos. La chica era tan malditamente linda que podría cometer asesinato y salirse con la suya. — Chris me dijo que puesto que molestarte todo el tiempo no estaba funcionando, él había elaborado ese estúpido plan de desistir y hacerte extrañarlo tanto que volvieras a él. Le dije que eras demasiado obstinada para caer por eso.

En realidad, yo había estado extrañándolo. El bastardo me conocía demasiado bien. —Mmm —le contesté no comprometidamente.

—Tú estabas siendo realmente obstinada, ____. Pensé que si provocaba tus celos te asustarías e irías corriendo para recuperarlo. —Su rostro era pálido cuando ella examinó los ojos de Adam. —Esto realmente fracasó.

—Puedo ver eso —murmuró él, intentando no sonreír.

—¡Esto no fue gracioso!

—Tienes suerte de que acabas de tener una cirugía cerebral.

Alice hizo una mueca. —Lo siento, ____. —Entonces sus ojos se volvieron esperanzadores—. Quise decírtelo antes de la cirugía pero yo estaba tan asustada ese día que lo olvidé. Ahora sabes la verdad sin embargo. Simplemente deja de pelear y ve a recuperarlo.

Era mi turno de suspirar. —Él está enojado conmigo ahora.

—¿Por no confiar en él?

—Algo así —murmuré, preguntándome qué demonios iba a hacer después.

—¿Estoy perdonada? —Alice preguntó en voz baja.

Hice rodar mis ojos ante la pregunta. —Desde luego. Solamente... deja el negocio de citas. Eres muy mala en eso. —Les hice un pequeño gesto melancólico y dejé la habitación, cerrando la puerta silenciosamente detrás de ellos.

Me senté en mi máquina de escribir, mirando fijamente la última página, tratando de averiguar lo que esto significaba para mí ahora. La Dra. Pritchard dijo que yo lamentaría no ser honesta con Chris. Y la verdad es, que de todas las cosas de las que me había preocupado, el no ser lo suficientemente buena, Chris siendo tan intenso, lo que nos podría pasar en el futuro, parecía un pequeño cambio después de descubrir un poco el sabor de lo que había sentido cuando pensé que no me amaba.

Debería hablar con él.

Todavía iba a Virginia a afrontar la muerte de mi familia. Pero debería hablar con él.

Espera un minuto. Me sacudí en torno a mi silla para mirar la estantería donde había estado mi boleto. No estaba allí. Y ahora que lo pienso, no había visto Chris volver a ponerlo.

¡Oh mi Dios, él había robado mi boleto!

Mi ira me alimentó de híper energía. ¡Intenso! ¿Chris intenso? ¡Él era un maldito arrogante, estúpido! Empujé mis pies en mis botas, encogí mis hombros al interior de mi abrigo, lo abotoné mal y después grité en voz baja con exasperación. Agarré mis llaves, mi bolso e intenté tranquilizarme un poco cuando le dije a Sebastian y Alice que yo salía.

Ellos gritaron ok en respuesta hacia mí a través de la puerta y la cerré de golpe, con mi mano en el aire por un taxi.

No podía pensar. No podía respirar. Y creo, que esto era demasiado. ¡Robó mi boleto de avión!

¡Él era un troglodita!

Prácticamente lancé la tarifa del taxi al conductor y bajé de un salto, corriendo por el Quartermile hacia la entrada de su departamento. Yo sabía que estaba delante de la cámara cuando zumbó arriba, así que lo fulminé con la mirada, medio esperando que no me dejara entrar.

Él me dejó entrar.

Este fue el paseo de elevador más largo de mi vida.

Salí de él para encontrar a Chris de pie en su puerta, viéndose casual y natural en su suéter, vaqueros y pies descalzos. Él se apartó rápidamente para sostener la puerta abierta para mí mientras entraba por delante.

Di la vuelta, casi perdiendo mi equilibrio yo tenía un ímpetu tan furioso corriendo por mí.

El idiota me sonreía con suficiencia cuando cerró la puerta y paseó hacia mí en la sala de estar.

—Esto no es divertido —Lo dejé salir, probablemente reaccionando de forma exagerada... pero estaba tratando con un completo lío de emociones por las que Él me había hecho pasar las últimas semanas.

Bueno, tal vez yo me puse por la mitad de ellas pero estaba enojada conmigo también, pero no podía tener una discusión conmigo misma por lo que ÉL estaba haciendo.

La sonrisa cayó del rostro de Chris, el ceño fruncido apareciendo. —Sé que no es sangrientamente divertido. Créeme.

Extendí mi mano. —Regrésame mi boleto, Chris. Ni siquiera estoy bromeando.

Él asintió, y sacó el boleto de su bolsillo trasero. —¿Este boleto?

—Sí. Dámelo.

Entonces él solamente me lanzó a la furia volcánica.

Chris rompió mi boleto, dejando los pedazos revoloteando en el piso.

—¿Qué boleto?

A pesar del pensamiento que estaba escondido en algún lugar detrás de mi cerebro que me dijo que yo podía imprimir otro... lo perdí.

Con un gruñido animal que ni siquiera sabía que yo era capaz de hacer, lancé mi cuerpo hacia el suyo, mis manos hacia adelante mientras lo empujaba con la fuerza suficiente para hacerlo tropezar. De repente allí estaba toda mi reacción visceral, los seis meses pasados de agitación emocional, los cambios dramáticos que él había traído a mi vida, la incertidumbre, los celos, la angustia.

—¡Te odio! —grité, las palabras borbotean de mi boca con mente propia. Giré lejos de él. —¡Yo estaba bien hasta que tú apareciste!

Mis ojos comenzaron a arder cuando miré de vuelta su rostro.

—¿Por qué? —Mi voz se rompió, mientras las lágrimas se derramaban bajo mis mejillas—. Yo estaba bien. Estaba segura y estaba bien. Estoy rota, Chris. ¡Deja de tratar de arreglarme y solo déjame estar rota!

Él negó con la cabeza lentamente, sus ojos brillantes, y yo me quedé congelada mientras se acercaba a mí. Cerré los ojos ante sus caricias, sus manos envolviendo mis brazos para tirar de mí cerca de él.

—Tú no estás rota.

Mis pestañas se abrieron y me miré dentro de su hermoso rostro, su angustiado hermoso rostro.

—Sí, lo estoy.

Él me dio una enojada sacudida ahora.

—No, no lo estás. —Él inclinó su cara hacia la mía y me encontré atrapada en sus ojos azules, hipnotizada por el brillo en ellos—. ____, no estás rota, nena —susurró con voz ronca, sus ojos me suplicaban—. Hay algunas grietas en ti, pero todos tenemos unas pocas.

Más lágrimas se derramaron, mi boca temblaba mientras le susurraba:

—Yo no te odio.

Nuestros ojos se encontraron, tanta emoción, tanta incertidumbre, tanto de todo lo que se había construido alrededor de nosotros en esta espesa tensión. El aire estaba cargado, desesperado. La expresión de Chris cambió, sus ojos ardían al caer en mi boca.

Yo no podría decirte quién llegó en primer lugar, pero segundos más tarde mis labios fueron aplastados bajo los suyos, y su mano estaba tirando casi dolorosamente de mi cabello mientras sacaba mi broche para que la masa cayera sobre mis hombros. Y entonces sentí su lengua deslizarse contra la mía, y podía saborearlo, olerlo, sentir su fuerza a mi alrededor.

Yo lo extrañaba.

Extrañaba lo increíble que se sentía el hacerlo reír.

Pero todavía estaba enojada, y por el beso no lo estaba alejando, me sentía tan enojada y Chris lo estaba también. Eso no nos detendría. Rompimos el beso dos segundos para que Chris pudiera hacer estallar los botones de mi abrigo y sacarme de él. Tiré el borde de su suéter, mis manos frenéticamente persiguiéndolo y luego volver a recorrer su caliente y duro pecho y abdominales. Tiré mi cuerpo contra el suyo para darle otro beso, pero Chris no estaba hecho para esperar a que me librara de la ropa. Impaciente ayudé a sacarme de mi suéter, pero yo no estaría esperando por más tiempo después de eso.

Mis manos en su nuca trajeron su cabeza a la mía y le di un beso por todos los días que no había estado besándole. Era una maraña desesperada sexual de lenguas y el aliento caliente, mi sexo palpitaba fácilmente sólo por la dureza húmeda de ese beso.

Por lo tanto, apenas sentí a Chris lanzándome no muy suavemente contra una pared, su boca rompiéndose de la mía mientras dejaba un rastro de besos por el cuello, sus fuertes brazos enganchados bajo mis muslos para envolver mis piernas alrededor de su cintura. Mi cuerpo se deslizó por la pared, empujando su dura polla contra mi entrepierna, jeans con jeans.

—Mierda —murmuró Chris acaloradamente, con la boca sumergida en lo alto de mi pecho. Me sostuvo con una mano en mi espalda, la otra bajando mi sujetador, dejando al fresco aire susurrar a través de mi pezón. Se arrugó por el beso de Chris y jadeé ante el perno de placer que se disparó entre mis piernas mientras lo chupaba en su boca. Tiré mis caderas, frotándome contra la erección de Chris.

—No puedo esperar —susurré, apretando sus hombros.

Como para probar eso, Chris desabrochó mis jeans y deslizó su mano dentro de mis bragas. Gemí, presionando contra sus dedos mientras se sumergían dentro de mí.

—Cristo. —Su cabeza cayó sobre mi pecho mientras se deslizaban dentro y fuera—. Así mojada y apretada, nena. Siempre.

—Ahora —gruñí, las uñas clavándose en su piel—. Chris.

Y entonces nos movimos, aferrándome a él mientras él nos daba la vuelta y nos llevaba abajo en el sofá, sus manos rápidas mientras retrocedía y tiraba de mis jeans abajo de mis piernas. Desabroché mi sujetador cuando regresaba de mis bragas, mi pie dando un pequeño giro para sacarlas de mí.

Jadeando con anticipación, mi piel en llamas, caí sobre mi espalda, mis piernas separadas para él.

—Chris, ahora.

Se había detenido, congelado, mientras me miraba desnuda debajo de él, mi pecho subía y bajaba con respiraciones cortas, emocionada, mi cabello hacia fuera a mi alrededor. Observé su expresión cambiar, no menos activa, pero más suave de alguna manera. Presionó una mano a mi tembloroso vientre, y la deslizó suavemente hasta mi estómago, entre mis pechos, a mi mandíbula y se movió sobre mí, sus jeans abrasando mis piernas desnudas.

—Pide por ello —susurró con voz ronca contra mis labios.

Deslicé mi mano entre nosotros, bajando la cremallera de sus jeans. Mis dedos se deslizaron bajo su ropa interior, enroscándose alrededor de su polla. Tiré de sus jeans y observé sus ojos cerrarse, su aliento tartamudeando.

—Quiero que me folles —le di una pequeña lamida a sus labios que disparó sus ojos de nuevo abiertos, ardiendo hacia mí—. Por favor.

Con el gruñido que había extrañado, Chris deslizó sus pantalones un poco hacia abajo, y luego envolvió su mano alrededor de la mía así que ambos lo guiamos entre mis piernas. Al menor roce de él contra mí, me puse aún más húmeda. Lo dejé ir, mis manos se movían alrededor para agarrar su trasero mientras se deslizaba lentamente hacia mí. Apreté su trasero, instándolo a ir más rápido.

Así lo hizo con mucho gusto.

—Fuerte —gemí—. Fuerte, Chris. Fuerte.

Pedirlo fuerte nunca falla para estimular a Chris. Él me dio un beso y luego se estrelló en casa. Enrollado placer apretándose en mí su polla besándome tan profundo, tiré mi cabeza hacia atrás para gritar, mis gritos cada vez más fuerte mientras golpeaba golpes deliciosos en mí. Qué le estaba haciendo a mi interior, la vista de él colándose en mi interior, los sonidos de los pantalones y gemidos excitados y el ruido húmedo, primario del sexo, todo en él me subió a la satisfacción y rápido. Volé en pedazos, gritando su nombre mientras me venía. Me vine tan fuerte, mi sexo palpitante alrededor de Chris, que lo ordeñaba a su propio orgasmo, su cuerpo tenso, mientras se disparaba a través de él, sus caderas continuaban tirando de él dentro y fuera, prolongando nuestro alivio.

Mejor. Sexo. Siempre.

Chris gimió y se desplomó contra mí. Le acaricié con mis manos contra su culo con dulzura antes de deslizarme a su espalda para mantenerlo cerca.

Volvió la cabeza en mi cuello y presionó un familiar beso allí.

—¿Todavía estas enojada conmigo? —murmuró. Suspiré.

—Yo iba a casa a hacer lo que debí haber hecho hace ocho años. Me iba a casa a despedirme de mi familia.

Chris se quedó inmóvil y luego se echó hacia atrás para mirar hacia abajo en mi cara, sus ojos llenos de remordimiento.

—Dios, lo siento, nena. Sobre el billete. —Me mordí el labio.

—Puedo volver a imprimirlo. Y... yo estaba pensando en quedarme en Virginia permanentemente después de que Alice esté de vuelta en sus pies.

El remordimiento huyó rápidamente.

—Por encima de mi cadáver.

—Sí, pensé que ibas a decir eso. —Él frunció el ceño.

—Todavía estoy dentro de ti.

—Puedo sentir eso. —Sonreí, perpleja.

—Bueno, al menos déjame salir de ti antes de que me digas que estás intentando dejarme.

Me incliné y besé sus labios.

—Todavía no sé si eso es lo que estoy haciendo.

Usando todo y no siendo honesto conmigo, Chris exhaló lentamente y se retiró de mí. Se metió de nuevo en sus jeans y se sentó, tendiéndome la mano. Decidida a confiar en él, dejé que me tirara sobre mis pies, y lo seguí por las escaleras hasta su habitación. Él asintió con la cabeza hacia la cama.

—Entra.

Como yo estaba desnuda y saciada y realmente no estaba de humor para discutir, trepé a través de la cama por mi lado y observé con placer mientras Chris se desnudaba en nada, y lo tenía a mi lado. Estuve inmediatamente sentada a su lado, con la cabeza sobre su pecho caliente.

—Entonces, ¿qué estás haciendo?

Eso era algo de pregunta. ¿Y por dónde empezar?

—Yo tenía una familia realmente buena, Chris —le dije en voz baja, el dolor que había estado oculto durante demasiado tiempo enroscado en cada palabra. Chris lo escuchó y apretó su asimiento en mí—. Mi mamá era huérfana. Ella se crió en hogares de acogida aquí, y luego se trasladó a los Estados Unidos con una visa de trabajo. Ella trabajaba en la biblioteca del campus universitario cuando conoció a mi padre. Se enamoraron, se casaron, y por un tiempo vivieron felices para siempre. Mis padres no eran como los padres de mis amigos. Yo tenía catorce años y aún estaban espiando escondidas, cuando no creían que pudiera verlos. Estaban locos el uno por el otro. —Sentí mi garganta cerrarse pero traté de mantenerlo unido—. Estaban locos por mí y Lucy. Mi mamá era sobreprotectora y un poco arrogante porque no quería que nos sintiéramos tan solas como ella se había sentido al crecer. —Sonreí—. Yo pensaba que ella era más genial que todas las otras mamás, porque, bueno, ella tenía un acento fresco, y era un poco brusca, pero de una manera tan graciosa que conmocionó a algunas de las estiradas amas de casa que vivían en nuestra ciudad.

—Suena como alguien que conozco —murmuró Chris, diversión en su voz.

Sonreí al pensar que yo podría ser un poco como mamá.

—¿Sí? Bueno, ella era increíble. Y mi padre era igual de genial Él era el padre que te checaba todos los días para ver lo que estaba pasando. Incluso a medida que crecía y me convertía en la criatura completamente nueva llamada adolescente, todavía estaba siempre ahí. —Sentí dejar caer una lágrima ahora—. Éramos felices —le susurré, apenas logrando pronunciar las palabras.

Sentí a Chris besar mi cabello, su apretón en mi brazo tan fuerte que casi duele.

—Cariño, lo siento mucho.

—La mierda pasa ¿no? —Me limpié rápidamente las lágrimas—. Un día estaba sentada en clase y la policía vino a decirme que papá había desviado su camioneta para evitar a un ciclista que había salido.

Muertos. Mamá. Papá. Lucy. Perdí a mis padres y a una niña que no había tenido oportunidad de conocer. Aunque yo la conocía lo suficiente como para saber que la adoraba. Sabía que ella lloraría si no podía ver a su osito de peluche favorito, este viejo oso marrón con una cinta azul alrededor de su cuello que uso en el mío y todavía huele como yo. Su nombre era Ted. Original, lo sé. Sabía que ella tenía un gusto sofisticado en la música porque todo lo que tenía que hacer para que dejara de llorar era tocar algo de música —Me reí con tristeza al recordarlo—. Sabía que cuando yo estaba teniendo un mal día, todo lo que tenía que hacer era tomarla en brazos, estrecharla, oler su piel, sintiendo su pequeño calor contra mí y saber que todo estaba bien...

—Me salí de los rieles cuando los perdí. Mi primera casa de acogida estaba llena de otros niños, por lo que mis padres adoptivos casi ni se dieron cuenta de que estaba viva, lo que estaba bien para mí, ya que significaba que podía hacer lo que quisiera. Lo único que insensibilizaba todo me estaba haciendo sentirme estúpida como la mierda sobre mí misma. Perdí mi virginidad muy joven, bebía demasiado. Entonces después de que Cynthia murió, me detuvo. Me trasladaron a otra casa de acogida en el otro lado de la ciudad. No tenían mucho, pero había menos niños allí y una chica en particular que era bastante linda. Ella quería una hermana mayor, aunque... —Contuve el aliento, sintiendo la culpa arrastrarse sobre mí de nuevo—. Yo no quería querer a nadie. Ella necesitaba a alguien, y yo no se lo di. Yo ni siquiera sé lo que le pasó después de que me fui. —Sacudí la cabeza con pesar y suspiré—. Cuando estuve ahí, fui a un par de fiestas en los últimos años, no muchas. Siempre terminaba con un tipo a quién no conocía o me importaba conocer. —Dejé escapar un suspiro enfermo—. La verdad es que salía en la misma noche cada año. A una fiesta, a un bar. No importaba el tiempo eso me ayudaba a olvidar. He pasado ocho años enterrando a mi familia, pretendiendo que nunca existió, porque sí, como dices, era más fácil fingir que nunca la había tenido, que hacer frente a lo mucho que duele perderlos. Ahora me doy cuenta de lo injusto que era para ellos. Para el recuerdo de ellos. —Apreté la mandíbula para contener las lágrimas, pero de todos modos ellas se extendieron, goteando sobre el pecho de Chris—. La única noche que salía era el aniversario de su muerte. Pero dejé de hacerlo cuando tenía dieciocho años. Salí esa noche y fui a una fiesta y no puedo recordar nada de lo ocurrido después de mi llegada. Me desperté al día siguiente y estaba desnuda en la cama con dos chicos que no conocía.

Chris maldijo en voz baja.

—____.

Estaba enojado lo sé.

—Créame, yo he estado ahí. Estaba furiosa conmigo misma, violada, asustada. Cualquier cosa podría haberme pasado. Y sexualmente...

—No.

Me detuve ante su tono asustado.

—Me chequé y esos tipos no me habían contagiado nada, gracias a Dios. Pero nunca me acosté con nadie de nuevo. Hasta que lo hice contigo.

Otro apretado estrujón para eso.

—Yo nunca podía dejar de tener miedo al mañana, Chris —admití con calma—. El futuro y lo que me pueda quitar, me da miedo. Y a veces me asusta, ya veces me asusta herir a las personas más cercanas a mí.

—Lo entiendo. Puedo lidiar con eso. Tienes que confiar en mí.

—Pensé que eras el único con los problemas de confianza —me quejé.

—Confío en ti, nena. No te ves a ti misma de la forma en que te veo. — Tracé una figura en su pecho.

—Confío en ti. Sólo no me esperaba que Alice me mintiera, así que tomé su palabra como oro. Lo siento.

Chris soltó su aliento.

—Te amo, ____. Estas últimas semanas han sido una pesadilla por más de una razón.

Pensé en la rubia de piernas largas que me había hecho pasar un infierno.

—¿Y Emily?

—Juro que nunca me acosté con ella.

—¿Pasó algo?

Su pecho se quedó inmóvil debajo de mí.

—¿Chris?

Él suspiró pesadamente.

—Ayer me besó. No me besará de nuevo. Le empujé y le hablé de ti. — Me quedé en silencio un momento y luego respondí con decisión:

—Tienes que despedirla.

Chris lanzó un bufido.

—¿Estás finalmente admitiendo que me amas?

—No puedo prometer que va a ser fácil, Chris. Probablemente voy a ser siempre un poco irracional en el futuro. Me preocuparé mucho.

—Te dije que lo puedo manejar, nena.

—¿Por qué?

—Porque... —suspiró—, me haces reír, me desafías, me enciendes como ninguna otra puede. Siento que me estoy perdiendo algo realmente importante cuando te vas. Tan importante que no se siente como yo mismo. Nunca antes me he sentido como si alguien fuera mío. Pero tú eres mía, ____. Lo he sabido desde el momento en que nos conocimos. Y yo soy tuyo. Yo no quiero ser de nadie más, nena.

Me apoyé en mi codo para poderlo mirar a los ojos antes de darle un suave beso en los labios y caer contra él mientras sus brazos se acercaban a mí abrazándome fuerte mientras él profundizaba el beso. Cuando finalmente llegué a tomar aire estaba jadeando un poco. Toqué sus labios con mi dedo, determinada a que un día me gustaría disfrutar de esta alegría sin preocuparme por lo que me sería quitado.

—¿Crees que podrías ser capaz de ir a Virginia conmigo? ¿Para pasar por las cosas de mis padres?

Sus ojos sonrieron, y no puedo decirte lo que me hizo el poder hacerlo feliz.

—Por supuesto. Vamos a ir cuando quieras. Pero vamos a regresar. Asentí con la cabeza.

—Sólo me estaba mudando a Virginia porque pensé que estabas follando con Emily.

Chris lanzó un gruñido.

—Lindo.

—¿La estás despidiendo ¿verdad? —Él entrecerró los ojos.

—¿Sólo me quieres si la despido?

—Si te dijera que Louis me besó anoche, ¿me abandonarías?

—Buen punto. Voy a encontrarle un puesto de trabajo en otra parte.

—En otros lugares, como en ningún lugar de trabajo.

—Por Dios, tú mandona.

—Uh, ¿no te acuerdas de follarme en seco en una mesa después de que Louis me dio un beso?

—Una vez más, punto tomado. —Enterré mi cabeza contra su pecho.

—Pensé que realmente lo había jodido. — Me apretó la nuca.

—Los dos estábamos realmente haciéndolo. Pero eso se acabó. A partir de ahora estoy completamente a cargo. Creo que vamos a tener mucho menos drama, y definitivamente no hay más rupturas, si yo tengo el control de esta cosa.

Le di unas palmaditas en el estómago.

—Todo lo que necesites decirte a ti mismo para pasar el día, cariño.

—Todavía no lo has dicho, ya sabes.

Volví la cabeza y le sonreí. Tomé una gran respiración.

—Te amo, Chris Evans.

Su sonrisa hizo que mi pecho se hinchara.

—Dilo de nuevo.

Me reí.

—Te amo.

Se incorporó rápidamente y luego giró hacia fuera de la cama, tirando de mí con él. Me empujó hacia el cuarto de baño.

—Vas a decirlo otra vez mientras te follo en la ducha.

—Esta cosa de tomar todo el control es del tipo caliente.

—Se trata de conseguirte más caliente, nena. —Me golpeó ligeramente en el culo, y di un pequeño chillido, su risa y la mía llenando el cuarto de baño mientras nos tropezábamos en la ducha.

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