𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁𝑜 22.
Así es como Chris nos encontró al día siguiente: acostadas con nuestras cabezas metidas en la de la otra, tomadas de la mano, durmiendo con las mejillas manchadas de lágrimas como dos niñas pequeñas.
Él no me despertó. De hecho ni siquiera me miró. Desperté porque estaba sacudiendo a Alice para despertarla.
—¿Qué hora es? —la escuché preguntar de manera soñolienta.
—Es pasado el mediodía. Te hice algo para comer. —El sonido de su voz podría muy bien haber sido un puño a través de mi pecho. Mis ojos se abrieron con dificultad, estropeados por la sal de mis lágrimas secas, e hinchados por el peor llanto que había tenido desde que perdí a Cynthia. Chris estaba inclinado sobre Alice, peinando su cabello hacia atrás, sus ojos brillando con amor. Pero también estaban inyectados de sangre y tenía círculos oscuros debajo de ellos.
Él lucía como el infierno. Y todavía podía apostar que yo lucía peor.
—No tengo hambre —susurró Alice.
Chris sacudió la cabeza, su expresión irreflexiva.
—Necesitas comer. Vamos, cariño, tiempo de levantarse.
Miré mientras Alice tomaba su enorme mano y él la alzaba gentilmente de la cama y la colocaba de pie. Todavía sosteniéndola, la guió hasta fuera, sus pantalones de lino arrugados al máximo, su camisa torcida alrededor de su cuerpo, y su cabello un salvaje desastre. Ella lucía como alguien cuya vida había cambiado drásticamente. Me dolía tanto por ella. No podía siquiera mirar a Chris, porque el dolor que sentía por él era indescriptible.
—____, ¿vienes? —Alice miró atrás sobre su hombro.
Y por ella, asentí. Incluso aunque no quería estar en ningún lugar cerca de Chris.
¿Sabes que es lo peor? Él no podía siquiera ser francamente mezquino por nuestra ruptura. Seguro, no podía mirarme y no me hablaba, pero... él también hizo mi maldita comida. Alice y yo nos sentamos en la cocina comiendo los deliciosos huevos revueltos y tostadas mientras Chris estaba de pie inclinado contra la barra bebiendo café. Alice no notó el silencio entre nosotros al principio porque estaba atascada dentro de su propia cabeza, y el silencio a estas alturas no parecía inusual.
Te diré cuán poco egoísta es esa chica: con todo lo que ella estaba pasando notó lo que estaba ocurriendo con su hermano y conmigo. Y mucho más rápido de lo que esperaba. Era nuestra culpa; no fuimos exactamente sutiles al respecto. Me levanté para colocar el plato y taza en el lavadero y Chris se movió al otro lado de la habitación. Luego me moví al otro lado de la habitación para buscar algo de jugo de naranja del refrigerador y Chris regresó al lavadero. Me moví cerca del lavadero para conseguir un vaso del armario superior y Chris se movió de regreso al refrigerador. Me moví hacia el refrigerador para regresar el jugo y él se movió de regreso al lavadero.
—¿Qué está pasando? —preguntó Alice suavemente, sus cejas fruncidas mientras nos miraba.
Murmuramos un par de "nada" en respuesta.
—¿Chicos? —Alice lucía paralizada—. ¿Llamó el doctor?
Nuestras cabezas se elevaron de golpe hacia ella y de inmediato el remordimiento se apoderó de nosotros.
—No. —Chris sacudió su cabeza—. No, Alice. Tenemos la cita con el Dr. Durham más tarde, justo como está planeado.
—¿Entonces por qué están actuando tan extraño?
La miramos sin inmutarnos, pero uno de nosotros le dio algo, algo grande, porque después de un minuto examinando nuestras caras, la de Alice decayó.
—Ustedes rompieron. — Chris la ignoró.
—Alice, deberías ir a meterte en la ducha, animarte un poco. Te sentirás mejor.
—¿Por mí? —Alice se puso de pie, sus ojos rondando—. Terminaron por mí.
Desvié mi mirada a Chris pero él estaba mirando a Alice solemnemente. Como yo, no quería agregar más peso en sus hombros. Me giré de regreso a ella.
—No, Alice, no por ti. Esto no tiene nada que ver contigo y todo está terminado. No te preocupes por nosotros. No te vamos a meter en este drama menor.
Su expresión se endureció, su barbilla sobresaliendo tercamente.
—Sin embargo, es claro que no se están hablando el uno al otro. ¿Qué pasó?
Chris suspiró.
—Ella no me ama y pienso que es una perra fría poco fiable. Ahora metete en la ducha.
Dado que no me estaba viendo no me molesté en cubrir el dolor que sentí ante sus palabras.
Perra fría poco fiable. Poco fiable. Fría. Perra. Fría. Perra. Perra. PERRA.
También olvidé que Alice sí podía verme y sus ojos se oscurecieron con simpatía.
—Chris —susurró ella, una suave reprimenda.
—Ducha. Ahora.
Sus ojos regresaron a mí, preocupada. No podía creer que ella estaba preocupada sobre mí en un momento como este.
—Alice, ducha.
—Ustedes son peores que mis padres —murmuró sin humor, pero decidiendo mejor no enfrentar a dos de las personas más tenaces que conocía, ella salió de la cocina dejándonos solos en un grueso, y horrible silencio.
Finalmente Chris habló.
—Dejaste algunas de tus mierdas en mi apartamento. Te las traeré esta semana.
Él también tenía cosas en mi habitación.
—Juntaré tus cosas para regresártelas.
Cabe señalar que en este momento ambos estábamos inclinados contra extremos opuestos de la barra de la cocina, hablando con la pared enfrente de nosotros y no al otro.
Chris aclaró su garganta.
—¿Regresaste por ella? —¿Era eso esperanza en su voz?
—Bueno, a veces las perras frías y poco fiables mantienen su palabra — respondí rígidamente, tomando un sorbo de mi jugo.
Chris gruñó y golpeó su taza en la barra.
—Ella no necesita tu caridad o tu maldita culpa.
Maldición.
Mierda, estúpida, mierda, maldición.
Claramente Chris había tomado la noche para dejar que su rabia se cocinara a fuego lento e hirviera. Me preparé, intentando ser comprensiva y no herirlo más de lo que ya lo había hecho.
—Ella no tiene mi caridad o mi culpa.
—Oh, así que entonces estaba en lo cierto anoche. —Chris asintió—. A diferencia de mí, ella tiene tu amor.
—Chris... —me ahogué. Esperaba que fuera como es siempre. Chris era estoico, intimidante, inamovible e indiferente. No vulnerable, amargado y molesto. Básicamente un idiota en un momento realmente inapropiado. Pero entonces, lo dejé horas después que su hermana menor quizá tenga cáncer así que, ¿Quién era el mayor idiota?—. Tú tampoco me amas, Chris.
Sus ojos brillaron a eso antes de mirar de arriba abajo mi cuerpo y de vuelta otra vez, en un frío examen que envío horribles escalofríos a través de mi cuerpo. Su mirada se encontró otra vez con la mía y fue fría como el hielo.
—Tienes razón. No te amo. Sólo estoy molesto por tener que buscar un nuevo arreglo, especialmente cuando el viejo no era tan malo en la cama.
Dije que era una buena actriz, pero uno más de sus asaltos verbales y estaría a punto de desmoronarme bajo el dolor. Me alejé rápidamente, así él no vería lo que sus palabras me hicieron.
—Esperaba que pudiéramos ser amigos, pero claramente no quieres eso. Así que, ¿podemos sólo acordar no hablar al otro al menos que tengamos que hacerlo por el bien de Alice?
—Si fuera por mí, por el bien de Alice, patearía tu trasero fuera de aquí y te diría que nunca volvieras a nuestra puerta otra vez. Pero Alice no necesita eso ahora mismo.
El shock me hizo alzar la cabeza y mirarlo con incredulidad.
—¿Estás bromeando?
Cruzó sus poderosos brazos sobre su pecho y sacudió su cabeza.
—No. No puedo confiar en ti. Estás jodida. No creo que Alice necesite eso.
—Anoche me querías aquí con Alice.
—Tuve tiempo para pensar al respecto. Si pudiera, me desharía de ti, pero eso sólo causaría a Alice más dolor. No necesita eso ahora.
—¿Podrías hacer eso? —Estaba casi respirando con dificultad—. ¿Sólo excluirme de tu vida?
—¿Por qué no? Tú lo hiciste conmigo anoche.
—No. Rompí contigo. No te excluí de mi vida. —Lo miré—. Pero si hubiese sabido cuán poco significaba para ti, probablemente debí hacerlo.
—Oh. —Chris asintió—. Es cierto. No me amas, pero te preocupas por mí. —Se encogió de hombros—. Bueno me importa una mierda todo sobre ti.
Cerré mi mandíbula, tratando tan fuertemente de contener las lágrimas.
—De hecho como prueba, follé con alguien más anoche.
¿Alguna vez te han disparado una bala de escopeta en tu estómago? ¿No? A mí tampoco. Pero tuve un sentimiento similar de como se sentiría ser atravesada por una bala de escopeta cuando Chris dijo eso.
Y en serio, ni siquiera la mejor actriz del mundo podría ocultar ese tipo de dolor.
Físicamente me estremecí ante sus palabras, mi cuerpo sacudiéndose hacia atrás, mis rodillas casi rindiéndose, mis ojos amplios, y mi boca abierta con horror. Y luego lo peor pasó. Empecé a llorar.
A través de mis lágrimas vi los labios de Chris apretarse y tomó dos pasos hacia mí, todo su cuerpo enfurecido.
—Maldita sea, lo sabía —siseó, todavía viniendo hacía mí.
—¡No me toques! —grité, sin ser capaz de soportar la idea de él cerca de mí ahora.
—¿Qué no te toque? —gruñó, sus ojos brillando violentamente—. ¡Voy a matarte!
—¿A mí? —me giré alrededor y agarré un plato fuera del estante y lo lancé, apuntándolo a su cabeza.
Él lo esquivó y se rompió contra la pared—. ¡No fui yo la que se acostó con alguien dos segundos después de que terminamos!
Me estiré por un vaso que lanzar, pero Chris estaba sobre mí, sus fuertes manos fijando mis muñecas a mi lado, su cuerpo fijando el mío contra la barra. Luché ferozmente pero él era muy fuerte.
—¡Déjame ir! —sollocé—. Sólo déjame ir. Te odio. ¡Te odio!
—Ssh. Ssh, ____ —me calmó, hundiendo su cabeza en mi cuello—. Ssh, no digas eso —rogó contra mi piel—. No digas eso. No fue en serio. Mentí. Estaba molesto. Soy un maldito idiota. Mentí. Estuve con Lisa toda la noche. Puedes llamarla y preguntarle, pero ella te dirá la verdad. Sabes que nunca te haría lo que me hicieron a mí.
Sus palabras penetraron mi histeria y dejé de luchar. Y me quedé mirando temblorosa.
—¿Qué?
Chris retrocedió para darme una mirada con un par de ojos azules pálidos y sinceros.
—Mentí. No estuve con nadie más. No ha habido nadie más desde que estamos juntos.
Mi nariz estaba toda sofocada de tanto llorar, así que soné como alguien de cinco años cuando murmuré:
—No entiendo.
—Nena —su voz retumbó, la ternura de regreso, aunque todavía podía ver molestia en sus ojos—. Estaba molesto anoche cuando rompiste conmigo, así que sólo me alejé. Fui a donde Lisa porque sabía que estaría despierta preocupándose por Alice y quería ver si estaba bien. Supo que algo andaba mal conmigo tan pronto como me dejó entrar. Le dije lo que había pasado y ella me contó lo que te dijo en la boda, y también me contó que cuando te dijo eso, lucías como si hubieras sido abofeteada. Y después, cuando estábamos bailando se dio cuenta que estaba equivocada con respecto a ti. —Él dejó ir mis muñecas para deslizar sus manos en mi cabello, inclinando mi cabeza hacia atrás para así no poder alejar la mirada—. Pasé la noche repasando y repasando los últimos seis meses en mi cabeza y sabía que me mentías. Sé que me amas, ____, porque no hay ninguna maldita manera de que yo esté así de enamorado de ti, y que tú no te sientas de la misma manera. No es posible.
Con el corazón desbocado, el miedo arañando mi garganta, traté de tragar.
—Entonces, ¿qué demonios fue lo de esta mañana?
Él apretó mi cuello e inclinó su cabeza cerca de la mía, sus ojos definitivamente todavía oscuros con rabia.
—No eres poco fiable, ni fría y no eres una perra. Tienes... problemas. Entiendo eso. Todos tenemos problemas. Pero una vez que me di cuenta que me mentías, empecé a entender el por qué. Pensaste que nunca te entregarías y seguirías sin mí. Pensaste que era tiempo de dar macha atrás y pretender que nada pasó entre nosotros, porque de esa manera si algo me pasa, te puedes decir a ti misma que no te importa, y no sentir el dolor.
Oh Dios mío, ahora era un maldito vidente.
—También eres extremadamente buena en pretender que no sientes nada. Pensé que si podía herirte esta mañana, quizá consiguiera la prueba que necesitaba de que estabas mintiendo.
Le clavé una mirada que decía que quería arrancarle las pelotas.
—¿Así que me dijiste que habías dormido con alguien más?
Él asintió gentilmente y rozó un beso de disculpa a través de mis labios.
—Lo siento, nena. Lo hice para conseguir la verdad... pero si soy honesto lo hice para herirte de la manera en que me heriste anoche. —Sus ojos se llenaron de remordimiento—. Realmente lo siento. Nunca quiero poner esa mirada en tu rostro otra vez, o siquiera hacerte llorar otra vez, lo juro. Pero la verdad es, que si lloraste. Lloraste porque el pensamiento de yo haciéndote eso te destrozó. Tú me amas.
Traté de ordenar mis pensamientos, mi pánico dispersándolos. Había mucho con que lidiar, mucho para discutir, y todo eso tenía que ser luego porque Alice nos necesitaba.
—Uno: esa fue la mierda más asquerosa que pudiste hacer en el mundo. Dos: no podemos hacer esto ahora.
—No vamos a dejar esta cocina hasta que admitas que me amas.
—Chris, lo digo en serio. —Lo empujé severamente y me dejó ir, aunque no retrocedió—. Todavía rompí contigo. Y no voy a cambiar de opinión.
Sus ojos miraron al cielo y lo vi luchar con su paciencia. Finalmente regresó su mirada a mí y pude ver el músculo de su mandíbula temblar.
—¿Por qué no? —preguntó en un gruñido.
No se lo explicaría a él. Sólo encontraría una manera de discutir alrededor del asunto y yo sólo... ¡no!
—Porque simplemente no lo haré. Ahora, tenemos un largo día frente a nosotros y posiblemente unos largos meses, así que sólo... déjalo así.
—Bien. —Chris lanzó sus manos al aire y retrocedió. Estaba a punto de suspirar con un pequeño tipo de alivio cuando habló otra vez—. Por ahora.
Oh diablos.
—¿Qué?
Él me sonrío, y fue una cansada sonrisa infantil apuntando a una malvada, pero demasiado cansado y preocupado para alcanzarla.
—Te amo. Eres mía. Mataré a cualquier bastardo que intente alejarte de mí. Así que, así es como va a ser: Alice viene primero, pero mientras estamos cuidando de ella puedes ser tan testaruda como quieras y pretender que hemos terminado. Incluso te dejaré hacerlo. Pero así mismo voy a estar aquí, cada día, mostrándote lo que te estás perdiendo.
Mis mejillas estaban todavía mojadas, mis ojos hinchados, y sabía que debía lucir como un desastre, pero justo ahora no me importaba. Parte de mí estaba abrumada y asombrada. La otra mitad estaba asustada hasta la mierda. Y aferrada a ambas estaba mi persistencia testaruda.
—¿Estás loco? No voy a cambiar de opinión.
—Sí lo harás. —Chris suspiró—. Vamos a necesitarnos el uno al otro a través de todo esto. Todos nosotros. Pero si no puedes hacer eso, entonces voy a jugar rudo. Voy a hacer lo que sea necesario. Algunas veces te frustraré, otras voy a hacer que te enciendas, algunas otras con suerte te haré realmente enfadar.
—Estás loco.
—No. —Nos giramos para ver a Alice de pie en la entrada de la cocina en su bata de baño, con una pequeña, cansada, pero determinada sonrisa—. Él está luchando por lo que quiere.
—No es el único —escuché la voz de Sebastian a medida que la puerta de enfrente se abría y cerraba, y Alice se giró hacia la entrada para mirar afuera hacia el pasillo.
Esperamos mientras sus pasos se acercaban y luego él estaba ahí al lado de ella.
Cristo, él lucía terrible. Nunca antes había visto a Sebastian sin afeitar, y estaba llevando una camiseta vieja toda andrajosa, un anorak y jeans que habían visto mejores días. Tenía círculos oscuros bajo sus ojos a juego con los de Chris y la desesperación se encontraba en cada parte de su expresión.
Sebastian tomó la mano de Alice y la llevó a sus labios, sus ojos cerrándose mientras presionaba su boca en su piel. Cuando los abrió vi lágrimas brillando en ellos, y sentí mi garganta cerrarse. Observé a Alice contener su respiración mientras él la tomaba de la mano y la llevaba hacia la cocina para enfrentar a Chris. De repente Sebastian parecia un poco enfermo.
—Necesito decirte algo.
Chris cruzó sus brazos sobre el pecho, frunciendo el ceño mientras los miraba a los dos estar de pie tan juntos.
—Continúa.
Sebastian cerró sus ojos brevemente, luego los abrió y entonces vi determinación que admiraba en la cara de su feroz amigo.
—Eres como un hermano. Nunca haría algo para lastimarte. Y sé que no he sido lo que un hermano considera un buen partido para su hermana menor, pero amo a Alice, Chris. Lo he hecho por un largo tiempo y no puedo dejar de estar con ella. He desperdiciado mucho tiempo en ello.
Alice y yo sostuvimos nuestro aliento mientras los dos mejores amigos se enfrentaban.
Los ojos de Chris fueron a Alice, su expresión sin dar nada. Dios, él podía ser un maldito intimidante cuando quería serlo.
—¿Tú lo amas?
Sebastian miró de regreso a ella y ella apretó su brazo. Con una pequeña sonrisa miró a su hermano.
—Sí.
Chris se encogió de hombros y llegó casualmente a la tetera para encenderla.
—Ya era hora. Ustedes dos me estaban dando un dolor de cabeza.
Mi boca cayó abierta junto con la de Sebastian y Alice. Ni una vez en todo este tiempo que hemos estado saliendo Chris mencionó que él sabía lo que estaba pasando con Sebastian y Alice. Ese astuto bastardo.
—Realmente eres y en todo sentido un dolor en el trasero —anuncié maliciosamente, pasando cerca de él con rudeza. Me detuve rápidamente donde estaban Alice y Sebastian y le dije—: Estoy feliz por ti.
Luego me apresuré por el pasillo hacia el baño para alejarme de Chris y su perceptivo, gruñón, inflexible trasero.
Escuché la suave y áspera risa de Chris, su deliciosa voz en mi cabeza mientras replicaba: —Ella me ama, en serio.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top