𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁𝑜 17.
Con un montón de sexo y risas ese fin de semana, Chris y yo cerramos la brecha entre nosotros.
Trabajé, Chris trabajó, y entonces el domingo, Lisa y Richard llevaron a los niños a St. Andrews por el día, así que Alice, Chris y yo pasamos el rato con Sebastian, Jenna y Ed. Era la primera vez que Chris y yo salíamos en una situación social con otras personas desde que empezamos nuestro arreglo. Supe tan pronto como caminamos al pub favorito de Ed en el Royal Mile para el almuerzo que ahora todos estaban al tanto de nuestro arreglo. Jenna nos miró como si fuéramos un experimento científico y Ed tenía esta estúpida sonrisa de niño pequeño en su cara.
Sebastian en realidad me guiñó un ojo. Juro por dios que habría huido del local si Chris no lo hubiera anticipado y agarrado mi brazo para empujarme hacia adelante. Una vez que ellos se dieron cuenta que nada había cambiado —que no éramos una pareja, no nos tomamos de la mano ni nada de caricias, y nuestras sillas estaban, de hecho, bastante apartadas— los chicos solo actuaron normal. Tuvimos un increíble almuerzo, unas cuantas cervezas, y luego fuimos a ver una película juntos. Chris sí tomó el asiento al lado de mí en el cine y está bien... quizás hubo algo de caricias en la oscuridad.
No nos vimos el lunes, así que en realidad logré escribir otro capítulo de mi libro y me escapé a una visita con la Dra. Pritchard. Eso fue divertido. El martes, Chris tomó su hora de almuerzo en mi cama.
El miércoles quedó atrapado en el trabajo así que no lo vi en todo el día. Pasé la noche con Alice, soportando una película de romance juvenil que en realidad hizo a mis dientes doler de lo dulce que era. Insistí que en la siguiente noche de películas veríamos algo o a alguien ser mutilado por una estrella de acción o poner una película de Gene Kelly.
—Eres como un chico. —Alice arrugó su nariz mientras masticaba bolitas de chocolate.
Quité mi mirada de la película de romance empalagoso para verla a través de la habitación. Estaba tumbada sobre el sofá, cubierta de envolturas de chocolate. ¿Cómo no sube de peso? —¿Porque odio el romance empalagoso?
—No. Porque prefieres ver a alguien ser golpeado que declarar su amor.
—Cierto.
—Chico.
Hice una cara. —Creo que Chris no estaría de acuerdo.
—Ugh. Eso fue malvado.
Sonreí perversamente. —Tú me llamaste un chico.
Ella giró su cabeza sobre un cojín para mirarme. —Hablando de... no que quisiera darme cuenta, no puedo evitar mis excepcionales habilidades de observación, pero parecen estar haciendo lo que sea que ustedes estén haciendo, ¿de acuerdo al calendario de Chris? ¿Estás bien con eso?
No era que no lo había notado. Pero en serio, ¿Cómo podría discutirlo? Yo "trabajaba" en casa, y Chris trabaja todo el tiempo. Cuando sí trabajaba, era en dos de las únicas noches en las que Chris estaba libre. —Él es un tipo ocupado. Entiendo eso.
Alice asintió. —A muchas de sus novias no les gustaba.
—A mí no me gusta ser llamada su novia —le advertí en broma.
—Nunca te llamé su novia. Solo quise decir... en realidad, sabes que, no sé lo que quise decir porque ustedes dos me aturden.
Podía ver que se estaba preparando para soltar su súper histeria romántica sobre Chris y yo, así que rápidamente cambié de tema. —No has dicho mucho últimamente sobre Sebastian.
La cara de mi compañera cayó y deseé haber escogido un tema diferente para cambiar de conversación. —Apenas hablamos desde ese domingo en casa de mamá. Creo que se dio cuenta que estaba enviando señales confusas así que él retrocedió completamente.
—No noté nada extraño entre ustedes el pasado domingo cuando pasamos el rato.
—Eso es porque estabas en la tierra de Chris. Solté una carcajada. —Sí, bien. — Alice sacudió su cabeza. —Numpty delirante.
Ese era uno nuevo. No podía recordar a Scarlett o a Colin jamás llamarme así.
— ¿Acabas de llamarme numpty?
—Sip. Una del tipo delirante.
—Puedo preguntar, ¿Qué es una numpty?
—Una persona que demuestra una falta de conocimiento con respecto a una situación; una persona tonta; idiota; imbécil. Una numpty delirante: ____ Hansen es estúpida, idiota, ciega, poco entendedora de la verdadera naturaleza de su relación con mi hermano, Chris Evans. —Ella me frunció el ceño, pero era el ceño de Alice así que realmente no contaba.
Asentí. —Numpty. Buena palabra. Ella me lanzó un cojín.
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Cuando el jueves llegó y recibí un mensaje de Chris diciéndome que no lo lograría esa noche, tenía que admitir que sentí un poco de decepción. No podía admitir tener una enorme decepción porque preservé esa emoción bajo mi trampa de acero. Estaba en la etapa final de cerrar un trato en el complejo en el que había estado trabajando este verano. No significaba que no apestara.
Cavé profundo y escribí todo el día lejos, asombrada y agradecida de que lograra escribir unos cuantos capítulos más sin tener que abrir los recuerdos que seguramente me enviarían de regreso hacia el baño con otro ataque de pánico. Aunque, tenía que admitir, no había tenido uno de esos desde el ataque épico el pasado viernes.
El jueves por la noche sin Chris para mantenerme ocupada, dejé a Denzel aliviar mi dolor con un maratón de Denzel Washington. Alice se rindió a la segunda película y se fue a la cama. Unas horas después yo estaba fuera.
Desperté al sentir el mundo moverse debajo de mí. —¿Qué? —murmuré, mis ojos tratando de ajustarse a la débil luz.
—Shh, nena. —La voz baja de Chris retumbó por encima de mí, y me di cuenta de que estaba en sus brazos—. Te estoy llevando a la cama.
Soñolienta envolví mis brazos alrededor de su cuello mientras me llevaba hacia mi habitación. —¿Qué estás haciendo aquí?
—Te extrañaba.
—Mmm —mascullé, acurrucándome a él—. También te extrañaba. — Un segundo después estaba fuera.
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Un minuto estaba soñando que el mundo se estaba inundado, el agua alcanzando nuestro departamento sin ninguna salida, mi pánico creció más y más mientras el agua subía hacia el techo, dejándome esperar por mi muerte inminente, cuando un desbocado rayo de lujuria se disparó entre mis piernas y miré abajo para ver un hermoso hombre tritón con su cabeza ahí. El agua fue drenada en un instante y estaba recostada en mi espalda con el tritón sin rostro que ahora era sólo hombre lamiéndome con gusto.
—Oh dios. —Respiré, las sensaciones rasgando a través de mí y empujándome a la conciencia.
Mis ojos se abrieron. Estaba en mi cama. Era de mañana. Y la cabeza de Chris estaba entre mis piernas.
—Chris —murmuré, relajándome contra el colchón, mis manos corriendo en su suave cabello. Él tenía la lengua más mágica.
Mis caderas se sacudieron mientras chupaba mi clítoris, su lengua haciendo círculos, sus dedos deslizándose dentro de mí. Perdí el control de mi respiración, mi corazón palpitando en mis oídos, y estaba a punto de venirme en su boca en segundos.
Hablando sobre un llamado de atención.
Mis músculos se hundieron en la cama mientras Chris trepaba sobre mi cuerpo, sus ojos sonriendo mientras se acomodaba encima de mí. Podía sentir su duro roce contra mi centro húmedo. —Buenos días, nena.
Acaricié su cintura, pasando mis uñas ligeramente a través de su piel de una manera que sabía que le gustaba. —Buenos días para ti también. Y qué feliz mañana es.
Él se rio de mi sonrisa tonta y se separó de mí para acostarse a mi lado. Me giré para revisar el reloj pero mis ojos captaron un objeto en mi escritorio. Me levanté de golpe, mirándola, preguntándome si estaba realmente viendo bien. Sentí a Chris en mi espalda y su mentón cayó sobre mi hombro.
—¿Te gusta?
Una máquina de escribir. Una brillante, negra, del estilo de una antigua máquina de escribir puesta en mi escritorio al lado de mi laptop. Era hermosa. Era justo como la que mamá había prometido comprarme. Justo como la que le dije a Chris que mamá había prometido comprarme. La que no me compró porque murió antes de que pudiera.
Esto era un regalo increíble. Un considerado, hermoso regalo. Y era mucho más que sexo. Sentí la presión en mi pecho antes de que pudiera hacer algo para detenerlo, mi cerebro empañándose como si estuviera muy lleno. El hormigueo explotó a través de mi piel mientras mi corazón galopaba fuera de control.
—____. —La preocupada voz de Chris penetrando la niebla y me estiré por su mano para tranquilizarlo—. Respira —murmuró él en mi oído, su mano apretando la mía, la otra en mi cadera, sosteniéndome cerca de él.
Inhalé y exhalé siguiendo un ritmo, retomando el control, abriendo mis pulmones, los latidos de mi corazón disminuyendo, mi cerebro despejándose. Cansada, me recosté hacia atrás en el pecho de Chris. Después de un minuto o dos, Chris habló.
—Sé que no quieres hablar sobre el por qué tienes estos ataques de pánico, pero... ¿Pasan muy seguido?
—A veces. Más últimamente.
Él suspiro y mi cuerpo se movió mientras su pecho se movía. —¿Quizá deberías hablar con alguien al respecto?
Me alejé de él, incapaz de mirarlo. —Ya lo hago.
—¿Lo haces?
Asentí, escondiéndome detrás de mi cabello. —Una terapeuta. — Su voz estaba tranquila. — ¿Estás viendo una terapeuta?
—Sí.
Mi cabello fue peinado detrás de mis orejas, sus dedos corriendo a lo largo de mi mandíbula para girar mi cabeza hacia él. Sus ojos eran amables, preocupados. Comprensivos. —Bien. Me alegra que estés hablando con alguien al menos.
Eres hermoso. —Gracias por mi máquina de escribir. Es hermosa.
Chris me dio una sonrisa insegura. —No quise causarte un ataque de pánico.
Lo besé rápidamente, tranquilizándolo. —Esa es mi mierda, no te preocupes sobre eso. Me encanta. Fue realmente considerado. —Y más. Para sacar el "más", sonreí diabólicamente, mi mano deslizándose hacia abajo por su estómago para agarrar su polla. Se endureció instantáneamente—. No puedo aceptarlo, sin embargo, sin dar un regalo de regreso.
Justo cuando mi cabeza empezaba a descender Chris me detuvo, agarrándome por la parte superior de los brazos para alejarme. Fruncí el ceño. Sabía que él quería. Estaba palpitando en mi agarre esperando por ello.
—¿Qué?
Su expresión había cambiado tan rápido, sus ojos oscuros, sus rasgos apretados.
—Estás bajando porque quieres, no por la máquina de escribir. Sólo fue un regalo, ____. No hagas una mierda en tu cabeza y lo voltees en algo más.
Dejé que esto se adentrara en mí y finalmente asentí. —Bien. —Lo apreté un poco más fuerte y sus fosas nasales se dilataron—. Entonces voy a bajar como agradecimiento por tú haber bajado. —Lentamente, me dejó ir de nuevo y se apoyó en sus codos.
—Con eso puedo trabajar.
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—¿El libro está casi listo entonces? —preguntó la Dra. Pritchard, pareciendo complacida.
Asentí. —Estoy llegando ahí.
—¿Y los ataques de pánico?
—He tenido algunos.
—¿Cuándo ocurrieron esos?
Le dije y cuando terminé ella alzó la mirada y había algo ahí que no entendí. —¿Le dijiste a Chris que me estabas viendo?
Oh demonios, ¿Era eso algo malo? Sólo se me había escapado. No sé porque... —Si, lo hice. —Actué como si no me importara.
—Creo que eso está bien.
Espera. ¿Qué? —¿Lo cree?
—Lo creo. ¿Por qué crees que lo hago?
Hice una cara. —Siguiente pregunta.
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Vi a Chris casi cada día después de esa mañana. Pasamos la siguiente semana pasando el rato. Alice, Chris, Jenna, Sebastian, y alguna chica que Sebastian había traído como una cita, pasaron por el bar el sábado por la noche antes de arrastrar a Chris al club. Él odiaba seriamente salir a clubes lo que me había llevado a hacerle la pregunta, "¿por qué era dueño de un club nocturno?" Su respuesta fue que era un buen negocio. Cuando estaba siendo arrastrado fuera del bar para el club, le di una sonrisa comprensiva. No estaba sorprendida al descubrir que se había escapado del club para venir a recogerme. El domingo fue la cena donde Lisa y Richard, que consistió en Josh y Aria discutiendo, Richard ignorando la dicha pelea, y Lisa haciendo la discusión peor. Alice, en un esfuerzo para olvidar la cita de Sebastian anoche, estaba constantemente quejándose que ella no pensaba que los cristales de sus lentes estuvieran bien, y nadie notó nada diferente entre Chris y yo. Gracias a dios. La cabeza de Lisa explotaría si se enteraba de lo que estaba pasando entre nosotros.
El lunes por la noche, Chris llegó luego de haber ido al gimnasio, teníamos membrecías en gimnasios diferentes por lo cual estaba agradecida. Necesitaba concentrarme cuando estaba haciendo ejercicio, salimos con Alice, y Chris se había quedado la noche. El martes en la noche fui a mi primera cena oficial requerida de negocios. Una verdadera esta vez. Lo que no sabía era que Chris estaba vendiendo su restaurante francés y manteniendo el restaurante escocés contemporáneo y de categoría de mariscos que poseía junto a la ribera. Era una venta privada a un amigo de negocios. Una venta privada, pero aún así los medios locales se habían enterado y escrito un artículo sobre el cambio de manos del renombrado La Cour, y especulando sobre la razón por la que Chris lo vendería.
—Es demasiado. —Había explicado Chris luego de pedirme que lo acompañara a la cena, la cual en realidad era algo festiva entre él y el sujeto que compró—. El club nocturno se ha convertido en un éxito mucho más grande de lo que esperaba, la agencia inmobiliaria siempre me está metiendo en algún problema u otro y alejando de los bienes raíces que es lo que disfruto, y es sólo que estoy abarcando demasiado. La Cour era de mi papá. No hay nada en él que tenga mi sello. Así que lo vendí.
Nos encontramos con Thomas Prendergast y su esposa Julie en Tigerlily. Yo llevaba un vestido nuevo e intenté ser tan encantadora como me resultara posible. Bueno, encantadora de la única manera que sabía cómo. Thomas era mayor que Chris y mucho más serio, pero era amigable y claramente respetaba a Chris. Julie era como su esposo, sosegada, tranquila, pero amigable. Lo bastante amigable como para hacer preguntas personales. Preguntas personales que Chris me ayudó a desviar.
Lo recompensé bien más tarde. En general, la cena fue agradable. Chris parecía más relajado ahora que no tenía La Cour descansando sobre sus hombres, y por alguna razón descubrí que él estando relajado me hacía relajarme. Pasamos por su apartamento el miércoles por la noche, sobre todo porque teníamos que estar en silencio en mi apartamento, y eso le quitaba algo de diversión al sexo. Así que tuvimos sexo ruidoso en el sofá, sobre el suelo y en su cama.
Repleta, yacía en sábanas revueltas de su cama, mirando el techo. Su dormitorio era tan contemporáneo como el resto del dúplex. Una baja cama japonesa, armarios construidos en las paredes para no ocupar espacio. Un sillón en la esquina junto a la ventana. Dos mesitas de noche. Nada más. Necesitaba algunas fotos al menos.
—¿Por qué no hablas de tu familia?
Todo mi cuerpo se tensó, la respiración saliendo en un suspiro ante la pregunta para la cual estaba completamente desprevenida. Mi cabeza se retorció en la almohada para mirarlo con incredulidad. No me estaba mirando con recelo, como si estuviera esperando que me pusiera histérica. Sólo me miraba determinado. Contuve el aliento y aparté la mirada.
—Porque sólo no lo hago.
—Esa no es una verdadera respuesta, nena.
Alcé mis manos.
—Se han ido. No hay de qué hablar.
—No es verdad. Podrías hablar de quiénes eran como personas. Lo que eran como una familia. Cómo murieron...
Luché por un momento con mi enojo, intentando contenerlo. Él no estaba queriendo ser cruel, lo sabía. Estaba curioso, quería saber. No era irrazonable. Pero pensaba que nos entendíamos mutuamente. Pensé que él me entendía.
Y entonces me di cuenta de que él posiblemente no podía entender.
—Chris, sé que tu vida no ha sido fácil, pero posiblemente no puedas entender lo desastroso que está mi pasado. Es una mierda. Y no es un lugar al que quiera llevarte.
Se sentó, empujando la almohada hacia arriba contra el cabecero y me di la vuelta sobre mi costado para mirarlo mientras él me miraba, un dolor en sus ojos que nunca había visto antes.
—Entiendo los desastres, ____. Cree en mí.
Y él suspiró, sus ojos vagando sobre mí para mirar hacia la ventana.
—Mi madre es la mujer más egoísta que he conocido. Y ni siquiera yo la conozco muy bien. Fui obligado a quedarme con ella durante las vacaciones de verano, viajando por Europa, viviendo de cualquier triste cogida que había conseguido manipular para estar con ella. Durante el año escolar, viví con papá en Edimburgo. Douglas Evans podía ser un bastardo distante y duro, pero fue un bastardo que me amó, y eso fue más de lo que mi madre nunca hizo. Y papá me dio a Alice y Lisa . Lisa fue lo único con lo que tuve problemas con mi padre. Ella es una persona dulce, una buena mujer, y nunca debería haber ido tras ella y engañarla como a las otras. Pero lo hizo. Al menos ella terminó con Richard y Alice terminó con un hermano que hará lo que sea por ella. Mi papá fue desatentamente cariñoso con Alice, nada más. A mí me puso bajo presión. Y yo era un idiota que se revelaba contra seguir los pasos de papá. —Se resopló a sí mismo, sacudiendo la cabeza—. Si tan sólo pudiéramos volver atrás y hacer entrar en razón a esos niños que fuimos una vez.
Si tan sólo.
—Comencé a frecuentar a las personas equivocadas, fumar marihuana, emborracharme, y meterme en muchas peleas. Estaba enojado. Enojado por todo. Y me gustaba utilizar mis puños para deshacerme de esa ira. Tenía diecinueve y estaba saliendo con una chica de una zona peligrosa. Su mamá estaba en prisión, de su papá no se sabía nada, y su hermano era un drogadicto. Chica agradable, mala vida hogareña. Una noche apareció en mi puerta y era un desastre histérico. —Sus ojos vidriosos mientras recordaba, y supe instintivamente que lo que iba a decir a continuación iba a ser increíblemente horrible—. Estaba llorando, temblando, y tenía vómito en el cabello. Había llegado a casa esa noche y su hermano estaba tan desencajado por la heroína que la violó.
—Dios mío —dije en voz baja, sintiendo dolor físico por la chica que nunca conocí, y por Chris por haberle pasado a alguien que le importaba.
—Perdí la cabeza. No me di tiempo para pensar. Salí disparado, corriendo todo el maldito camino hasta su casa sólo con la adrenalina. —Se detuvo, su mandíbula apretada con fuerza—. ____, lo golpeé casi hasta la muerte. —Me miró, su expresión una de remordimiento—. Soy un hombre grande —susurró—. Lo era, incluso como adolescente. No me di cuenta de mi propia fuerza.
No podía creer que me estuviera diciendo esto. No podía creer que esto le haya pasado. Chris, quien yo pensaba que vivía en un mundo de cenas elegantes y apartamentos de lujo. Al parecer, había estado en otro mundo por un tiempo.
—¿Qué sucedió?
—Me fui, hice una llamada anónima para pedir una ambulancia, y le dije a ella lo que había hecho. No me culpó. De hecho cuando la policía lo encontró, nos encubrimos mutuamente. Su hermano era un drogadicto conocido, no hubo testigos, y ellos sólo asumieron que el hecho estuvo relacionado con las drogas. Estuvo en coma por unos cuantos días. Los peores malditos días de mi vida. Cuando despertó, le dijo a la policía que no recordaba quién lo había atacado, pero cuando entré con su hermana ella le dijo lo que hizo. —La voz de Chris se trabó un poco—. Comenzó a llorar. Es probable que fuera la visión más patética que he visto, él llorando y ella mirándolo fijamente con odio en los ojos. Ella se fue. Él me prometió que no diría la verdad sobre lo que pasó. Dijo que se lo merecía, que yo debería haberlo matado. No había nada que pudiera hacer por alguno de ellos. Nunca más lo volví a ver. Mi relación con ella fracasó cuando se volvió hacia las drogas para enfrentar lo que pasó, rechazando mi ayuda. Lo último que escuché de ella hace unos cuantos años fue que había tenido una sobredosis.
Me puse a su lado, todo mi cuerpo doliendo por él.
—Chris... lo lamento.
Él asintió y volvió su cabeza para mirarme.
—Nunca más he estado en una pelea desde entonces. No levanté mis manos contra nadie. Mi papá y yo enterramos un montón de mierda después de eso. Fue la única persona que supo la verdad, y me ayudó a dar vuelta las cosas. Se lo debo.
—Creo que todos. —Sonreí tristemente, rozando mis dedos a lo largo de su mandíbula mientras asumía el hecho de que había confiado en mí con esto.
En mí. Oh, Dios.
¿Se lo debía de alguna manera? ¿O no era así? Había confiado en mí porque sabía que no se lo contaría a nadie, sabía que no lo juzgaría. Se me ocurrió sentada junto a él, sintiendo su dolor, que supe que nunca lo diría a nadie nada de lo que le compartiera. No me juzgaría. Suspiré y bajé la mano, mi estómago retorciéndose mientras luchaba conmigo misma.
—Cynthia. —Su nombre sólo cayó de mi boca antes de que pudiera siquiera pensarlo.
El cuerpo de Chris se tensó con alarma.
—¿Cynthia?
Asentí, mis ojos en su estómago en lugar de en su rostro. La sangre corría en mis oídos y apreté las sábanas para evitar que mis dedos siguieran temblando.
—Era mi mejor amiga. Crecimos juntas y cuando mi familia murió, ella era todo lo que me quedaba. No había nadie más. —Tragué con fuerza por los recuerdos—. Yo era un lío luego de eso... salvaje. Arrastré a Cynthia a fiestas a las que éramos demasiado jóvenes para estar, hicimos cosas que éramos demasiado jóvenes para hacer. Fue poco más de un año después... había una fiesta en el río. Yo estaba en este camino de cosechar sujetos, algunos para besuquearme o si estaba lo bastante borracha, entonces otras cosas, y Cynthia estaba intentando tomar confianza para pedirle a Simon Jones salir.
—Resoplé sin humor—. Simon solía volverme loca. Siempre estaba molestándome, pero después... bueno, aparte de Cynthia él era la única persona con la que me sentaba y charlaba sobre todo. Realmente era un buen chico. Y me gustaba —confesé suavemente—. Realmente me gustaba. Pero Cynthia tenía un flechazo con él desde siempre, y yo ya no era la chica con la que él solía tener un enamoramiento. Ella no quería ir esa noche. Pero la convencí de que Simon estaría allí y la obligué a venir.
»Fue como a la mitad de la fiesta que pensé que Cynthia estaba hablando con Simon mientras yo estaba coqueteando con el capitán del equipo de fútbol, pero Simon repentinamente estaba conmigo, pidiéndome hablar. Nos alejamos por algún lugar privado y empezó a decir todas estas cosas. Como yo era mejor que para estar con todos esos chicos. Como mis padres estarían decepcionados si me vieran así. —Respiré temblorosamente con esa confesión—. Y me dijo que se preocupada por mí. Que pensaba que podría realmente amarme. No pensé. Solo lo dejé besarme, y antes de darme cuenta nos volvimos bastante ardientes y pesados. Se detuvo antes de ir muy lejos y me dijo que no tenía que dormir con él para mantener su interés. Que quería que fuera su novia. Y le dije que no podía, que Cynthia estaba loca por él, y no podía hacerle eso a ella. Caminamos en círculos por un rato hasta que decidí que necesitaba ponerme borracha o algo así para alejarme de todo el drama adolescente, pero cuando fui a la fiesta principal uno de los amigos de Cynthia me dijo que yo era una puta traicionera. Y me di cuenta que Cynthia había descubierto que me besuqueé con Simon.
Cerré los ojos, viendo la imagen de ella parada junto a la cuerda oscilando, el odio en sus ojos tan intenso.
—La encontré río abajo, muy borracha. Estaba intentando llegar a este viejo columpio de cuerda que se columpiaba sobre el agua, pero estaba desgastado y poco usado y la corriente de esa noche era mala. Le rogué volver a la fiesta y hablar conmigo, pero seguía gritando que era una traidora y una ramera. —Miré a Chris ahora para encontrar sus tristes ojos sobre mí—. Se columpió sobre la cuerda antes de que pudiera detenerla y se rompió. Gritó pidiéndome ayuda a medida que la corriente se la llevaba y ni siquiera lo pensé, me lancé tras ella en el agua. Pero Simon había estado detrás de nosotras y vino tras de mí y era un nadador mucho más fuerte. En lugar de dejarme para ir tras ella, me llevó hacia las rocas. El cuerpo de Cynthia fue arrojado río abajo. Se había ido. Y nunca volví a hablar con Simon.
—Nena —murmuró Chris, acercándome pero alcé mi mano para advertirle, sacudiendo la cabeza, mis ojos furiosos.
—La maté, Chris. No merezco simpatía. — Pareció sorprendido ahora.
—____, no la mataste. Fue un trágico accidente.
—Fue una serie de eventos causados por mis acciones. Soy culpable. — Abrió la boca para hablar y puse una gentil mano sobre sus labios—. Sé que no es racional. Lo sé. Pero no sé si alguna vez llegaré al punto donde no me culparé. Sin embargo, estoy tratando vivir con ello. Decírtelo es algo enorme. Créeme.
Chris me arrastró por la cama y hacia sus brazos, su mano en mi nuca.
—Gracias por confiar en mí.
Ahuequé su mejilla en mi mano y suspiré con cansancio.
—Creo que debemos tener sexo ahora. —Sus cejas se fruncieron.
—¿Por qué?
—Para recordarnos lo que estamos haciendo aquí —contesté, mi tono significativo.
Los ojos de Chris se entrecerraron.
—No —me dijo ásperamente, apretando mi nuca—. Tendría sexo contigo por cualquier razón menos esa.
Sorprendida, descubrí por una vez que no tenía respuestas, y Chris no esperó una. Presionó un fuerte beso en mi boca y se deslizó hacia abajo por la cama, llevándome con él. Me metió en su costado y se inclinó para apagar la luz.
—Duérmete, nena.
Traumada por los eventos de la noche, yací ahí escuchándolo respirar antes de que finalmente el agotamiento me reclamara.
☼☼☼☼☼☼☼☼☼☼
—¿Cómo te sientes ahora que le contaste a Chris sobre Cynthia?
Mi mirada se deslizó desde el título de posgrado enmarcado en la pared de la Dra. Pritchard a su rostro.
—Me siento asustada, pero liberada al mismo tiempo.
—¿Asustada porque se lo dijiste a alguien además de a mí?
—Sí.
—¿Y aliviada...?
Me removí en el asiento.
—Soy perfectamente consciente de que no le cuentolas cosas las personas y sé que eso no es valiente, pero así es cómo manejo lascosas. Cuando se lo dije a Chris, el mundo no terminó. Me sentí valiente porprimera vez. Y fue en cierto modo un alivio.
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