𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁𝑜 13.

Estaba acostada, mirando a mi techo, sintiendo la punzada entre mis piernas y el dolor en mis músculos cuando me moví.

Había tenido el mejor sexo de mi vida anoche. Con Chris Evans.

Y luego nos abrazamos. Fruncí el ceño ante eso, mi cabeza girando sobre la almohada para mirar al espacio vacío a mi lado en el colchón. No me gustaba la idea de que dormir abrazados formara parte del trato, pero dado que vino con beneficios adicionales, me iba a tragar mi incomodidad y lidiar con ello. Sobre todo porque Chris había hecho lo correcto y se fue sin despertarme.

Eso gritaba: ¡Sólo sexo!

Esto podría funcionar. Podía hacer esto.

El sonido de una alacena cerrándose en la cocina me levantó de la cama, mi corazón ganando velocidad. ¿Alice estaba en casa? Y entonces mis ojos cayeron al final de la cama.

La camisa de Chris. La había recogido del suelo. Miré el reloj. Las ocho en punto.

Mierda. Él todavía estaba aquí. ¿Qué estaba haciendo aquí? ¿Es que no tiene trabajo? La irritación irrumpió encontrando su camino en mi sangre, y pude sentir mis mejillas calentándose cuando salté fuera de la cama, buscando una camiseta sin mangas y pantalones cortos de pijama. En movimiento, coloqué mi cabello en una cola de caballo desordenada y fui a tratar con él.

Me detuve en la puerta de la cocina y sentí toda esa presión demasiado familiar de lujuria. De pie vertiendo leche en dos tazas de café, Chris lucía ardiente. Él se había puesto sus pantalones de traje, pero estaba por supuesto sin camisa. Los músculos de sus hombros se movían a medida que él lo hacía y no pude evitar recordar lo bien que se sintieron moviéndose bajo mis manos.

—Dos de azúcar, ¿no? —preguntó antes de mirar por encima del hombro con una pequeña sonrisa.

Esa sonrisa me golpeó en el pecho como un puñetazo. Era íntima. Era cariñosa.

Me dolió como el infierno. Mi expresión se endureció.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Haciendo café. —Se encogió de hombros, agregando el azúcar y agitándolo.

—¿No tienes trabajo?

—Tengo una reunión dentro de unas horas. Tengo tiempo para un café. — Sonrió de nuevo mientras cruzaba la cocina para darme mi bebida, mi mano envolviéndose alrededor de la taza caliente a medida que su boca caía sobre la mía. Adicta al sabor de Chris, le devolví el beso. No fue un largo beso. Corto pero dulce. Cuando se retiró yo estaba con el ceño fruncido.

Suspiró y tomó un sorbo de su café antes de preguntar:

—¿Y ahora qué?

—Todavía estás aquí. —Me volví sobre mis talones y me dirigí a la sala de estar, metiendo el pie debajo de mí mientras me acomodaba en un rincón del sofá. Chris se hundió en el sillón y traté de no comérmelo con los ojos. Mi ceño se profundizó—. Y estás sin camisa.

Su boca se torció en una esquina como si supiera exactamente lo que la vista de él medio desnudo me hacía. —Necesito café antes de poder funcionar, y como estaba haciendo café para mí pensé en hacer uno para ti.

—¿Seguro que sin café no puedes funcionar lo suficiente como para llamar a un taxi?

—Y tenemos que hablar —añadió, como si yo no hubiera dicho nada. Gemí y tomé un gran sorbo de café caliente. —¿Sobre qué?

—Acerca de tus turnos en el bar para empezar. Podría necesitar que me acompañes en las noches de los fines de semana. De cualquier manera, ¿puedes buscar la manera de cambiar tus turnos?

Le respondí con una sonrisa empalagosa.

Chris arqueó una ceja. —¿Eso es un sí o un no?

—Eso es un muy gran maldito no. Chris, no voy a cambiar mi horario por ti —Me encogí de hombros—. Mira, voy a ceder un poco como mucho. Si tienes un sitio al que quieres que vaya y me avisas con mucha antelación, haré un cambio de turno.

Asintió. —Me parece bien.

—¿Eso es todo? ¿Hemos terminado?

Entrecerró los ojos y sentí un cambio repentino en el aire. Chris se inclinó hacia delante y yo me incliné más hacia atrás en el sofá, aunque había una mesa de café entre nosotros.

—Deja de tratarme como una aventura de una noche a la que no puedes quitarte de encima, ____. Se me está acabando la paciencia.

Estaba confundida en serio. —Dijiste que era sólo sexo.

—También dije que éramos amigos y acordaste serlo. ¿Eres así de grosera con todos tus amigos?

—A veces. —Me dio una mirada de advertencia y exhalé pesadamente—. Mira, simplemente no quiero que esto se complique. ¿No crees que abrazarnos y luego hacerme el café en la mañana es un poco...?

—¿Un poco qué?

—Uch. —Si iba a ser terco con esto, me iba a dar por vencida—. No lo sé.

Chris bajó su taza humeante y se levantó, viniendo hacia mí lentamente. Mis ojos lo siguieron con un poco de cautela, y un poco de lujuria, mi mirada recorriendo desde su six-pack hasta su garganta. Tenía muchas ganas de besarle la garganta. Se sentó cerca, su brazo extendido a lo largo de la parte posterior del sofá de modo que me tenía enjaulada.

—Nunca he hecho esto antes. Apuesto a que no lo has hecho tampoco. Por lo tanto, vamos a ir sobre la marcha. Nada de reglas. Nada de ideas preconcebidas de cómo debería ser. Vamos a hacer lo que se sienta natural.

—Te equivocas —murmuré—. He hecho esto antes.

Para mi sorpresa, vi la expresión de Chris cambiar al instante de suave a fuerte. La mirada que me dio fue indescifrable a medida que el músculo de su mandíbula se tensaba. Sentí como si estuviera tratando de perforarme desde el interior, pero no podía apartar la vista a pesar de lo incómodo que se sentía.

—¿Has hecho esto antes? —preguntó en voz baja.

Me encogí de hombros. —No había nada en el acuerdo de compartir nuestras historias sexuales. Alcanza con decir que sé de lo que estoy hablando. Y no hay abrazos o café por la mañana en éste tipo de acuerdos.

—¿Has hecho esto antes? —repitió—. Pensé que habías dicho que no habías tenido sexo en cuatro años. Eso te haría de dieciocho la última vez que tuviste relaciones sexuales.

Oh, vi a dónde iba con eso. Entrecerré los ojos. —¿Y?

—Cuando yo tenía dieciocho años, la mayoría de las chicas que conocí pensaban que estaban enamoradas de quien se estaban follando.

—¿Y?

Chris se acercó más, tratando de intimidarme. —¿Así que cuándo has hecho esto antes?

—Eso no es de tu incumbencia.

—Maldita sea, ____, ¿no puedes responder una pregunta personal?

La ira ardió a través de mí. Lo sabía. Lo sabía maldita sea. —Ya está, hemos terminado. Esto fue un completo error. —Intenté levantarme, pero me encontré con mi espalda siendo presionada de nuevo contra el sofá, con Chris cerniéndose sobre mí. Lo miré fijamente con los ojos abiertos— ¡Eres tan cavernícola!

Un todo-demasiado-familiar cabreado Chris respiraba fuego de dragón sobre mí, su rostro a centímetros del mío. —No hemos terminado. Apenas recién hemos comenzado.

Me sacudí debajo de él, pero eso sólo lo llevo a presionar más su cadera contra la mía, y eso sólo lo llevó a endurecerse en mi contra, y eso sólo me llevó a ruborizarme cuando mis bragas se humedecieron. ¡Mierda!

—Chris, esto no va a funcionar. No soy tu novia. Dijiste que nada de quisquillosos sentimientos de mierda.

Inclinó su cabeza, sus hombros temblaban. Miró hacia mí desde debajo de sus largas pestañas, riendo con incredulidad. —Tú no eres como las demás mujeres.

—No —respondí con sinceridad—. No lo soy. —Se movió de nuevo, encontrando una posición cómoda encima de mí y sentí el roce de su duro miembro torturándome entre mis piernas, mis muslos abriéndose involuntariamente. Me mordí el labio para ahogar un jadeo y los ojos de Chris brillaron con avidez—. Ya basta —suspiré.

—¿Ya basta con qué? —Movió sus caderas de nuevo, frotándose contra mí y provocando otro pico de calor entre mis piernas.

—Chris. —Presioné mis manos contra su pecho—. En serio.

—Somos amigos —susurró contra mi boca—. Los amigos pueden hacer preguntas. Ahora, ¿a quién dejaste que te cogiera?

Bien. Si eso es lo que quería...

—A bastantes tipos. No me acuerdo de la mayoría de sus nombres.

Se quedó inmóvil, apartándose para estudiarme. Vi la tensión en su mandíbula de nuevo. —¿Qué demonios significa eso?

¡Guau! ¿Estaba enojado? Lo fulminé, y deje mis defensas en alto.

—No tengo relaciones, Chris. Te lo dije. Pero me gusta el sexo y me gustaba ir de fiesta. El alcohol no está hecho para una relación amorosa.

Se quedó en silencio un momento mientras procesaba esto. De hecho, se quedó en silencio tanto tiempo que sabía lo que estaba pensando. Y me sentí fea y sin valor. Empujé contra su pecho de nuevo. —Puedes quitarte de encima ahora.

Pero él no se movía. Negó con la cabeza, su expresión aclarándose cuando sus ojos volvieron a los míos. —Cuatro años —respondió en voz baja—. No habías tenido relaciones sexuales durante cuatro años. Desde que llegaste aquí voy a apostar. ¿Qué ha cambiado?

—Esa es otra pregunta.

La expresión de Chris se ensombreció a algo tan aterrador que estuve finalmente, intimidada en serio. Me tensé debajo de él, conteniendo la respiración mientras sus ojos pálidos disparaban trozos de hielo hacia mí.

—¿Alguien te ha lastimado, ____?

¿Qué? Oh, Dios mío... Me relajé cuando me di cuenta a qué conclusión había llegado.

—No. —Estiré mi mano y acaricié suavemente su mejilla, esperando que borrara esa mirada en sus ojos—. Chris, no. No quiero hablar de eso, está bien —le expliqué suavemente—. Pero nadie me ha lastimado. Era salvaje. Y entonces dejé de ser salvaje. Sin embargo, no estaba mintiendo anoche. Me he comprobado y estoy limpia. Y de todos modos, estoy segura de que has estado con muchas más mujeres de lo que yo he estado con chicos, y no te estoy juzgando por eso.

—No te estoy juzgando, ____.

—Oh, me estás juzgando de sobra.

—No lo hago.

—Lo haces.

Se sentó, su brazo envolviéndose alrededor de mi cintura para arrastrarme con él, y luego su otro brazo rodeando mi cintura de modo que estuve aplastada contra su pecho caliente, desnudo. Mis palmas ondearon inquietas sobre sus pectorales, mis ojos abiertos de par en par mientras él miraba hacia mí con esa mirada intensa en sus ojos. —No me gusta compartir —murmuró.

Él había dicho eso antes. Algo se retorció en mi pecho, una mezcla de exaltación e inquietud. —Chris, no soy tuya.

Sus brazos se apretaron. —Lo eres durante los próximos tres meses. Lo digo en serio, ____. Nadie más te toca.

Mi cuerpo ignoró a mi mente completamente, a medida que mi cabeza gritaba: "¡corre, corre, corre!" sentí que mis pechos se hincharon, y mis pezones se endurecieron ante ese gruñido de advertencia. —Estás siendo un idiota —le dije con voz ronca, mis ojos traicionándome cuando cayeron a su boca.

—No te estaba juzgando —continuó como si yo no hubiera dicho nada, dejando suaves besos burlones a lo largo de mi mandíbula hasta mi oreja, donde su voz retumbó sexy—. En público, eres ____ Hansen. Genial, dueña de ti misma. En la cama, eres ____ Hansen: eres caliente, nena. Sin control. Necesitada. Dulce —suspiró—. Me gusta saber eso. No me gusta el hecho de que otros hombres también lo hagan.

Tal vez sólo estaba tan encendida que olvidé quiénes éramos y qué se supone que es esto, pero me encontré en un momento inusual de honestidad. Me incliné y besé su garganta, amando la forma en que él arqueó su cuello para permitirme hacerlo. Mi mano se deslizó hasta su pecho, sobre su hombro y se enroscó alrededor de su cuello. Mordí, lamí y besé mi camino de regreso a su boca, y luego me retiré, tan dispuesta a tenerlo dentro de mí que no era gracioso. —Eran niños, no hombres. Y para que lo sepas... nunca consiguieron lo que tuviste la última noche de mi. Nunca lo consiguieron porque nunca me dieron lo que me diste. Ni siquiera cerca. —Rocé mis labios a lo largo de los suyos, y alcé la vista para mirarlo a los ojos, sonriendo con picardía hacia él—. Ya está. Ahí tienes un poco más de aire para inflar tu ego. —Mi puño se apretó alrededor de su cuello—. Pero es la verdad.

Esperé a que dijera algo, cualquier cosa. En cambio, el color de sus ojos se oscureció por el deseo y me aplastó contra él. Sus labios exigiéndome a abrir la boca y así lo hice, permitiendo que el beso fuera profundo, posesivo, tratando de robar algo de su aliento dado que me sujetaba con tanta fuerza que el mío se había ido. En menos de un minuto estaba debajo de él. En menos de otro minuto estaba desnuda, y en menos de otro se estaba moviendo dentro de mí y demostrando una vez más que a veces realmente podía ser necesitada y dulce.

☼☼☼☼☼☼☼☼☼☼

Entré en el dormitorio, vestida con la camiseta sin mangas y los pantalones cortos otra vez, y vi como Chris abotonaba su camisa. Me sonrió por encima del hombro. —¿Asegurándote de que realmente me estoy yendo?

Me encogí de hombros, sintiéndome mucho más relajada ahora que me había dado dos orgasmos espectaculares. —Vamos a ir sobre la marcha.

Su sonrisa se profundizó. —Esto va a ser fácil si todo lo que necesito es sexo para hacerte cambiar de opinión.

Le di una mirada exasperada. —Chris. Lo digo en serio. Vamos a ir sobre la marcha, y mientras estemos durmiendo juntos, acordemos en no estar durmiendo con otras personas. Pero también acordemos, no presionarnos entre sí para obtener respuestas a preguntas que no queremos contestar.

Después de un tiempo en que sólo me miro fijamente, Chris finalmente asintió. —De acuerdo.

—Bien. De acuerdo.

—Será mejor que vuelva a mi piso, me duche y cambie. —Me dio un beso rápido en los labios, su mano viniendo a descansar en mi cintura—. Te veré esta noche.

Fruncí el ceño. —No. Estoy trabajando esta noche.

—Sí. Sebastian, Alice y yo pasaremos por ahí.

—No, no lo harán. —Sacudí mi cabeza. No después de la última vez. Y la verdad es que necesitaba un poco de espacio de él.

Chris frunció el ceño. —¿Por qué no?

—Voy a estar trabajando. Nada de distracciones.

—¿Trabajas con Louis? Hice una mueca. —Sí.

Su agarre en mi cintura se apretó. —Te llega a besar y...

—Le vas a sacar los dientes. —Asentí, rodando mis ojos—. Sí, sí, ya tengo el memo de macho. Nada va a suceder. Te lo prometo. Pero no vienes esta noche.

—Está bien. —Se encogió de hombros en un acuerdo demasiado casual—. Entonces voy a estar aquí cuando vuelvas.

Bien, estuve a punto de asentir en acuerdo antes de que mi cerebro gritara: ¡Espera! ¡No! ¡No, no, no!

—¡No! —contesté un poco más fuerte de lo que pretendía.

Chris no parecía divertido. —Ni siquiera tenemos veinticuatro horas y éste arreglo ya está agotándome hasta la mierda.

—Bueno, me has dado cuatro orgasmos. Eso debería dejar agotado a un hombre. —Sonríe descaradamente.

Mi desviación no funcionó. —Voy a estar aquí, esta noche.

—Chris, en serio no lo hagas. Todo esto es realmente nuevo. Necesito un poco de espacio.

—Nena —Se inclinó y presionó un tierno beso en mi frente, me relajé. Ves, puede ser agradable y dispuesto a comprometerse a veces—. Sólo tenemos tres meses. No hay tiempo para el espacio.

O no.

—Voy a estar cansada después de mi turno.

—No por la mañana, no lo estarás.

—Entonces ven en la mañana.

Con un suspiro de cansancio, Chris asintió. —Está bien. —Me atrajo hacia él, levantándome de mis pies para poder darme un beso ardiente y húmedo, que sabía que no podría olvidar.

Y una vez que me tuvo sobre mis pies y aturdida, dejó el apartamento sin siquiera un adiós.

☼☼☼☼☼☼☼☼☼☼

—¿Cree que estoy loca? —Hice una mueca, preparándome para la respuesta de la Dra. Pritchard.

—¿Por qué has acordado hacerte sexualmente disponible para Chris?

—Sí...

—____, eres una mujer adulta. Estas decisiones son tuyas para hacerlas.

¿Tú crees que estás loca? —Sonrió suavemente mientras preguntaba.

Me reí sin humor, mientras pensaba en Chris y todo lo que me hacía sentir. —Creo que es la mejor manera de lidiar con la atracción entre nosotros. De esta forma no se convierte en un gran lío que termina conmigo teniendo que mudarme. Ninguno de nosotros quiere una relación. Los dos somos adultos consientes. Los dos sabemos las reglas. Yo nunca estaría de acuerdo en nada más, por lo que funciona bien. Nos usamos el uno al otro hasta que nos cansemos. Sin rencores. Sin desastre. Sin mudarse.

—Pero podrías simplemente haberte alejado de Dublin Street. Sacar a Chris fuera de tu vida para siempre en lugar de llegar a este acuerdo con él. ¿Por qué no lo hiciste?

Fruncí el ceño, pensando que era obvio. —Debido a Alice. Ella es mi amiga.

La Dra. Pritchard asintió con cuidado, guardándose esto. —¿Así que estás dispuesta a explorar algo con un hombre de quien dijiste previamente que te asustaba por cómo te hizo sentir, y estás dispuesta a hacer esto debido a tu amistad con su hermana?

—Sí.

—¿Así que estás dispuesta a preocuparte por Alice... pero no por Chris?

Espera. No. ¿Qué? —Eso no es... —Me callé, sintiendo una presión en mi pecho—. Alice es una amiga. Eso no quiere decir nada. Me gusta. Yo no quiero perderla, pero eso no quiere decir nada.

La Dra. Pritchard suspiró, por una vez, viéndose un poco irritada. —Sabes ____, este proceso será mucho más fácil si dejas de mentirte a ti misma.

Tomé una respiración profunda, centrada en abrir mis pulmones.

—Está bien. —Asentí—. Me preocupo por ella. Es una buena amiga y una buena persona.

—Y sin embargo, te dices todo el tiempo que no te preocupas por nadie. Que nunca te preocuparás lo suficiente como para acercarte.

—No es como si fuera mi familia —Me mordí el labio, desesperada por hacer mi punto, hacerla entender cómo veía las cosas—. No es la misma cosa.

Ella inclinó la cabeza hacia un lado de la manera que odiaba. —¿Estás segura de eso? Creo que de todo lo que me has dicho, Alice te trata como familia.

—Usted está torciendo lo que dije —Sacudí mi cabeza, sintiendo ese dolor de cabeza familiar—. Me preocupo por la gente. Nunca dije que no lo hiciera. Me preocupo por Scarlett y Colin, y sí, me importa Alice.

—Así que, ¿por qué no dejas que te importe Chris? —Miré a mis pies. —Es sólo sexo —murmuré.

—Pero no hay garantía de que eso sea cierto, ____ —respondió la doctora Pritchard en voz baja—. Nadie puede predecir cómo te sentirás acerca de Chris en el momento en que los tres meses se terminen. O cómo él se sentirá por ti. Y teniendo en cuenta que me has dicho que tus sentimientos por Chris te asustan, te sugiero que pienses en eso con cuidado.

—La forma en que me siento por él sexualmente me asusta. Es intenso. Pero puedo lidiar con eso. Es sólo sexo —repetí obstinadamente, y en algún lugar en el fondo, enterrado bajo todo mi acero, había una voz diciéndome que estaba dispuesta a meter la cabeza en la arena.

☼☼☼☼☼☼☼☼☼☼

—¿Así que, es cierto que estás durmiendo con Chris Evans? — preguntó Jade en voz alta mientras le servía a mi cliente una pinta de Tenants.

El cliente captó mi mirada furiosa y sonrió con simpatía mientras tomaba su bebida. —¿Por qué no dices eso un poco más fuerte, Jade? No creo que la gente en la parte de atrás te escuchara.

—Jake los capturó. —Louis meneó sus cejas sugestivamente cuando llegó junto a mí por una botella de Bailey's—. Dijo que él prácticamente estaba en sus calzoncillos.

Jake tenía una boca grande.

Me encogí de hombros con indiferencia hacia los dos y tomé la orden de mi siguiente cliente.

—Oh, vamos —Se quejó Jade—. Tenía mi ojo sobre él. Quiero saber si está fuera del mercado.

Ignorando el destello de ira que sentí ante eso, le lancé una fría sonrisa. — Puedes tenerlo cuando yo haya terminado.

La boca de Jade cayó abierta. —¿Así que es cierto? ¿Estás durmiendo con él?

Parece que sí, aunque lo de dormir no había sido originalmente parte del trato. El hijo de puta había dejado pasar ese detalle. Levanté una ceja ante mi colega, negándome a entrar en detalles.

Su rostro se ensombreció. —¿No vas a compartir los detalles sucios? Negué con la cabeza y me incliné sobre la barra para tomar otra orden.

— ¿Puedo tener un mojito, Jack y Coca-Cola, una botella de Millers... oh sí y Stace ah quería un Cosmo. ¿Haces Cosmos?

Asentí con la cabeza y me agaché hacia la nevera por las Millers.

—¿Es bueno? —De repente Jade estaba en mi cara otra vez.

Suspiré con cansancio y pasé junto a ella para empezar a hacer el Cosmo.

—¿Es exclusivo? —preguntó Louis desde la barra—. ¿O todavía podemos salir?

—¿Qué quieres decir con todavía? —Me burlé.

—¿Eso es un no?

—Eso es un maldito no.

—Oh, vamos, ____ —rogó Jade —. He oído que es un semental en la cama, pero eso es chisme de segunda mano. Dámelo de primera mano.

—Te digo que —Pensé—. ¿Por qué no te doy tú primer dedo? —Se lo mostré. Sí, lo sé, no es la respuesta más elocuente o madura pero ella de verdad estaba empezando a molestarme.

Jade frunció el ceño. —No eres malditamente divertida.

—Supongo que no lo soy.

El ambiente en el bar no era ni mucho menos tan caliente y eléctrico como lo había sido el pasado fin de semana. Jade estaba haciendo pucheros, Louis no parecía saber cómo actuar alrededor de mi mal humor, y yo estaba, bueno, de mal humor, porque estaba atrapada en el interior de mi propia cabeza.

No podía sacar los recuerdos de la noche anterior y esta mañana de mi mente, y si yo fuera honesta conmigo misma, estaba irritada e inquieta por el hecho de que realmente estaba esperando ver mañana a Chris. Estaba tratando de preocuparme menos por mi decisión de entrar en éste acuerdo. Yo quería divertirme. Solamente me tomaba tiempo para relajarme la idea.

Ayudó que Alice era buena en todo esto. Supongo que yo no sabía qué esperar de ella, pero pensé que sería más desaprobación de la que había.

Ella había entrado en el apartamento más temprano ese día para encontrarme en mi portátil. Yo había discutido mi idea de escribir una novela contemporánea basada libremente en mi mamá y mi papá con la Dra. Pritchard y ella pensó que era una buena idea. Incluso terapéutica. Sin embargo, todavía no la había iniciado, el miedo me sofocaba cada vez que había puesto mis dedos sobre las teclas para comenzar. Escribirla significaría la apertura de todos los recuerdos, y no sabía si podría manejar los inevitables ataques de pánico. La buena doctora dijo que la idea era llegar a un punto en el que los recuerdos ya no causaran un ataque de pánico, y ella pensó que la escritura puede ser una buena manera de ayudarme con eso.

Después de que Chris se fue, me las había arreglado para escribir la primera página. Estaba mirando eso con incredulidad, asombrada de que en verdad hubiera puesto palabras, cuando Alice llegó a casa y de inmediato se detuvo en mi dormitorio.

Ella sonrió adrede hacia mí cuando me di vuelta en mi asiento para saludarla. —Así que... ¿Cómo estás?

No era de las que se siente avergonzada fácilmente, pero tengo que admitir que era un poco difícil saber que Alice sabía que había tenido relaciones sexuales con su hermano. Hice una mueca. —¿Esto va a ser muy raro para ti?

—¿Tú y Chris saliendo? —Sacudió la cabeza, con los ojos brillantes—. De ninguna manera. Creo que es genial.

Oh oh. Me aclaré la garganta, recordando que Chris no quería mentirle.

—En realidad, no estamos realmente saliendo. Se trata más de una cosa física.

Parecía sorprendida. —¿Quieres decir cómo amigos con beneficios?

En realidad, prefiero el término amigos de folladas. Alice nunca diría la palabra "follar" sin embargo. —Más o menos.

Ella cruzó los brazos sobre el pecho, con una expresión curiosa. —¿Es eso lo que quieres?

Asentí con la cabeza. —Tú sabes que yo no estoy buscando una relación.

—¿Y Chris?

—Todo el arreglo fue su idea.

Alice rodó los ojos. —Chris y sus malditos arreglos —Exhaló un suspiro de exasperación—. Bueno, si eso es lo que ambos quieren, entonces está bien. Con tal que esto no nos afecte a ti y a mí, estoy bien con eso. Es completamente poco romántico, pero lo que sea.

Le sonreí. —Prometo que no nos afectara. Por lo tanto, ¿estamos bien? Su sonrisa en respuesta era adorablemente ladeada. —Estamos bien.

Para probar que estábamos bien, pasamos la tarde juntas, deambulando por Princes Street, y chocando con pequeños paquetes de turistas aquí y allá que se detenían varias veces para tomar fotografías del majestuoso Castillo de Edimburgo. Se alzaba alto sobre su roca, creando un enfrentamiento surrealista donde lo moderno encuentra lo medieval... y un poco de caos, ya que a los turistas tomando fotografías no les importaba una mierda dónde se detenían y cuántas personas tropezaban con ellos en su necesidad repentina de capturar la maravilla de esto. Durante unas horas, estuvimos entrando y saliendo de cada tienda de ropa en el centro de la ciudad, tratando de encontrar un vestido para que Alice lo usara en su cita de esa noche. Eso es correcto. Cita. Ella había conocido a un chico llamado Jason en Starbucks que la había invitado a salir, y dijo que sí.

Dijo que era lindo, pero tuve la sensación de que esto tenía más que ver con restregárselo a Sebastian.

Sin embargo, me preocupaba un poco por ella. Ésta era su primera cita desde el fiasco de Sebastian y parecía muy nerviosa cuando se fue. Mi ansiedad sobre toda la situación con Chris estaba salpicada con una buena dosis de curiosidad, preguntándome cómo iba la cita de Alice. No me extrañaba que yo fuera una aguafiestas en el trabajo. Por primera vez en mucho tiempo, estaba desesperada por terminar mi turno así podía ir a casa y pensar demasiado en la comodidad y la tranquilidad de mi propia casa.

El bar cerró a la una de la mañana. Después de limpiar, llegué a casa a las dos. Cuando entré en el apartamento, vi luz por debajo de la puerta de la sala de estar. Parecía que Alice seguía despierta. Queriendo asegurarme de que ella estaba bien, abrí la puerta sin hacer ruido e hice un alto completo.

La única luz encendida era la lámpara de pie en la parte trasera del sofá, y acostado en la pacífica penumbra, con su cuerpo tendido en el sofá, con los pies colgando sobre el borde debido a su altura, estaba Chris. Sus ojos estaban cerrados. Se veía tan joven con sus pestañas desplegadas a través de sus mejillas, sus rasgos elegantes relajados mientras dormía. Era extraño verlo así. Por lo general, yo sentía la diferencia de ocho años entre nosotros. Él era más maduro, en conjunto, responsable y decisivo. Pero ahí tendido, podía ser confundido con mi edad. Era mucho menos intimidante así y me gustó. Mucho.

Abierta sobre la mesa había una carpeta de color negro, un par de documentos sueltos de sus fundas plásticas. La chaqueta del traje de Chris estaba cruzada a través de la butaca, los zapatos de cuero en el suelo al lado de la mesa de café y una taza vacía colocada cerca de toda la documentación.

¿Había venido aquí a trabajar?

Más que un poco desconcertada, retrocedí en silencio de la habitación y cerré la puerta. ¿Yo había pensado que él y Sebastian habrían estado fuera en una noche de viernes?

—Hola.

Me di la vuelta para encontrar a Alice de pie en la puerta de la cocina, todavía usando el lindo vestido de verano color melocotón que había comprado para su cita, aunque estaba sin las sandalias doradas de tacón alto, que hacían a sus piernas larguísimas. La seguí a la cocina y cerró la puerta detrás de nosotras para que nuestras voces no viajaran y despertaran a Chris.

—¿Cómo estuvo tu cita?

Cruzando sus brazos sobre el pecho, Alice se apoyó en el mostrador con una expresión muy disgustada en su cara. Oh oh.

—No muy bien.

—Oh Dios, ¿qué pasó?

—Sebastian pasó.

Mis ojos se abrieron. —Está bien. Explica.

—Chris me llamó temprano para decirme que tenía que trabajar hasta tarde esta noche otra vez, pero Sebastian estaba libre y me estaba preguntando si me apetecía agarrar algo para comer, tal vez ver una película después. Le dije a Chris que le dijera a Chris que tenía una cita con Jason.

—¿Está bien...?

La cara de Alice se enrojeció, sus pálidos ojos chispeando con enojo. —Me llamó cinco veces durante la cita.

Traté de tragar mi risa y solo tuve una especie de éxito. —¿Sebastian lo hizo?

—Lo que sea que Jason percibió de las cinco conversaciones unilaterales, dijo claramente que "alguna cosa" me estaba pasando y que él estaba buscando algo sencillo. Y luego se fue.

—Espera —Mi mirada crítica—. ¿Tú contestaste cada vez que Sebastian llamó?

Ella se sonrojó de nuevo, ésta vez de vergüenza. —Es de mala educación ignorar a alguien.

Resoplé. —Alice, se honesta. Te encanta la idea de que estar en una cita con algún otro tipo esté volviendo loco a Sebastian.

—Se merece un poco de tortura.

—Vaya. Eres mucho más sanguinaria de lo que pensaba —Sonreí—. Es brillante Alice, lo es. Pero, ¿por cuánto tiempo estás pensando en mantener esto? Debe ser agotador. ¿No sería más fácil simplemente para ambos sentar a Chris y explicarle que tienen sentimientos el uno por el otro? Él sólo tendrá que aceptarlo.

—No es así de simple. —Alice se mordió el labio, mirando aturdida al suelo—. Esto podría arruinar la amistad de Sebastian y Chris. Sebastian nunca tomaría ese riesgo por mí. —Ella sacudió la cabeza con tristeza, y sentí una punzada en mi pecho. Sebastian necesitaba una seria llamada de atención—. Hablando de eso —Miró hacia mí con un gesto curioso entre las cejas—, llegué a casa hace unas horas y me encontré con Chris aquí haciendo su trabajo. Dijo que te estaba esperando. ¿No lo vas a despertar?

Bueno, considerando que le dije que me diera un poco de espacio esta noche, no. Podría conseguir un calambre en el cuello por lo que a mí respecta.

—No. Parece agotado. Yo estoy agotada. Debería haberse ido a casa.

Los ojos de Alice estaban bromeando. —Debe haber disfrutado la noche anterior si está tan ansioso de verte de nuevo tan pronto.

Solté un bufido. —¿Realmente quieres tener esta conversación acerca de tu hermano?

Lo pensó y arrugó la nariz. —Tienes razón. Buuuu... —Hizo un mohín—. Sales con un chico y ni siquiera puedo tener conversaciones de chicas contigo acerca de esto.

Me reí en voz baja. —Si te hace sentir mejor, yo no soy exactamente el tipo de persona de tener una charla femenina. Y Chris y yo no estamos saliendo. Sólo estamos follando.

Fui recompensada con un fruncimiento mojigato de sus labios. —____, eso es tan poco romántico.

Abrí la puerta sin hacer ruido y le guiñé un ojo. —Pero caliente.

Dejándola haciendo caras feas, me dirigí hacia el cuarto de baño y me dispuse a acostarme. Estaba dormida tan pronto como mi cabeza golpeó la almohada.

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