𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁𝑜 12.
¿Conoces esos shows de la naturaleza donde la bonita suricata está paseando en sus bonitas cuatro patitas de suricata para volver a su madriguera donde todo el drama, a la familia y a las pequeñas políticas de suricata, y esta enorme águila aparece volando por encima...?
La pequeña, lista suricata corre a cubierto y espera que la enorme águila pase.
Un tiempo pasa, y la suricata finalmente decide que el águila se aburrió y se fue a asustar a otra pequeña suricata. Así que, la suricata sale arrastrándose de su escondite para seguir felizmente su camino.
Y justo cuando la pequeña suricata pensaba que se encontraba en casa libre, la enorme águila desciende y la atrapa en sus enormes garras.
Bueno... sé exactamente cómo se sintió esa pequeña suricata...
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Chris no volvió a llamar, ni a mandar un mensaje de texto, ni un correo electrónico. Pasé los siguientes días manteniéndome ocupada, peleando con mi manuscrito, borrando capítulos que un chico de octavo grado podría haber escrito, limpiando el apartamento de arriba a abajo, y aprovechando la distracción que era el Festival de Edimburgo con Alice. Fuimos al Teatro Big Top en The Meadows para ver un show, The Lady Boys of Bangkok, y maldición, esos eran unos chicos muy bonitos, fuimos a una exhibición de Edvard Munch en el oeste de la ciudad en la Galería Nacional Escocesa de Arte Moderno, y compramos tickets baratos para este joven comediante en alza que estaba atrapado en un cuarto sucio en el viejo edificio de la Unión Estudiantil en el campus principal de la universidad.
Estar en la unión trajo recuerdos de Scarlett, Colin y yo pasando el tiempo allí. Intenté permitirme disfrutar de la multitud del festival, los turistas por todas partes, el aroma del café, la cerveza, y la comida caliente por todos lados. Vendedores ambulantes en la vereda, vendiendo sus artículos; joyas, pósters, recuerdos aleatorios, volantes por todos lados.
También hice una visita traumática a mi terapista y hablé sobre Cynthia por primera vez.
Sí. No quería pensar en eso.
Basta decir que para cuando llegó el jueves me las había arreglado para convencerme a mí misma de que Chris sólo había estado jugando conmigo. Después de todo, si hubiera estado hablando en serio me hubiera mandado al menos un mensaje de texto para asegurarse de que no lo había olvidado, pero no. Nada. Nada.
Había cambiado mis turnos en el trabajo de los jueves y viernes a los viernes y sábados a la noche para poder estar libre para quedarme en casa. Cuando Alice me dijo que iba a pasar la noche en lo de su mamá porque sentía que quería estar con su familia, estúpidamente no vi nada extraño en eso. No estaba preparada. Me relajé, pensando que Chris se había olvidado de mí.
Metí mi estúpida cabeza en mi estúpida guarida.
Fue en ese momento, que Chris descendió como un águila enorme. El apartamento se encontraba en silencio excepto en la sala, donde estaba enroscada en un sillón, sorbiendo de un vaso de vino y mirando 300 de Zack Snyder. Me doy cuenta ahora de qué tan mala idea había sido. Todos esos músculos y el efecto lánguido del vino... los culpé por lo que sucedió después.
—Sabes, realmente deberías cerrar la puerta con llave cuando estás sola en casa.
—¡Mierda! —Di un salto, derramando vino sobre mis jeans. Salí del sillón de un salto, fulminando a Chris con la mirada, quien estaba de pie junto a la puerta, luciendo para nada divertido. ¿Por qué se sentía molesto? ¡No se habían arruinado sus jeans favoritos!—. Jesús, Chris, por última vez, ¡podrías golpear la puerta!
Sus ojos fueron a mis jeans manchados antes de volver a mi rostro.
—Si prometes cerrar la puerta con llave cuando estés sola en casa.
Me quedé quieta, observando su expresión seria. ¿Se había... preocupado por mí? Fruncí el ceño, y bajé la vista a mi vaso casi vacío en la mesa de café.
—De acuerdo —murmuré, insegura de qué hacer con eso.
—Alice se ha ido por la noche.
Mis ojos fueron rápidamente a su rostro y lo encontré observándome intensamente. Vestía un traje, pero lucía un poco arrugado, como si hubiera trabajado por horas y hubiera venido a verme sin hacer una parada técnica. Mi estómago dio un salto cuando me di cuenta.
—¿Orquestaste eso?
El lado izquierdo de su boca se levantó.
—Para referencias futuras, Alice puede ser comprada con una caja de trufas de champagne.
Iba a matar a la traidora.
Especialmente porque Chris lucía tan condenadamente bien. Eso, y el hecho de que el departamento de vestuario de 300 había afectado a mi libido, causaron el desastre hormonal que se encontraba de pie frente a Chris. Me obligué a tomar el consejo de la Dra. Pritchard y dejar de pensar cincuenta pasos más adelante. Me dije a mí misma que vivía la vida en el presente porque planear un futuro era simplemente tan aterrador. Pero mientras vivía mi vida en el presente, me preocupaba constantemente por lo que me esperaba mañana, y creo que la buena doctora sugería que tomara mi propio, maldito consejo, y viviera el hoy.
Pero, ¿con Braden?
Era demasiado peligroso. Yo ya sabía que no quería una relación con él.
—¿Supongo que no me esperabas? —preguntó Chris mientras se acomodaba en el sofá.
Sin querer parecer intimidada, me deslicé de nuevo en mi asiento.
—No. Me las arreglé para convencerme a mí misma a través de deseos de que hubieras terminado con lo que sea que fuera que sucedió antes...
Se sacó la chaqueta.
—¿Te refieres a cuando te monté en seco contra la pared?
Mi mandíbula se cerró con fuerza con irritación. Si él hubiera sido un personaje en un libro, hubiera odiado su boca sucia.
—Sabes, Chris, te he observado en los últimos meses y eres un caballero con todos excepto conmigo. ¿Qué hay con eso?
—Te quiero en mi cama. Los caballeros son aburridos en la cama.
Buen punto.
—Los caballeros son caballeros en la cama. Se aseguran de que la pases bien.
—Me aseguraré de que lo pases bien, y de que estés de acuerdo con lo que estamos haciendo. Sólo que no seré educado al respecto.
Mi estómago saltó, mi vientre se apretó.
—Creí que ya habíamos discutido esto. Tú y yo no va a suceder.
Me frunció el ceño, inclinándose hacia adelante, los codos en las rodillas y las manos apretadas entre ellas. Las mangas de su camisa estaban enrolladas una vez más. Era como si él supiera lo que eso me hacía.
—No hemos discutido nada aún. —Suspiré pesadamente.
—Chris, me gustas, en serio. Sí, eres un imbécil autoritario y dices lo que sea que se te venga a la mente sin filtrar las groserías, pero pareces un buen tipo, y eres un buen hermano para Alice. —Nuestros ojos se encontraron, y yo casi me estremezco ante la punzada de atracción pasó silbando por mi pecho—. Alice se ha convertido en una amiga realmente buena y amo vivir aquí con ella. No quiero arruinar eso. Y no quiero estar en una relación. Con nadie.
Me miró en silencio por tanto tiempo, que no supe si de hecho iba a responder. Había decidido que lo mejor sería abandonar la habitación y dejar a Chris con sus pensamientos, cuando se relajó contra el sofá. Sus ojos se oscurecieron. Conocía esa expresión. Uh oh.
—Es bueno entonces que no esté proponiendo una relación. — Es seguro decir que se hallaba completamente confundido.
—Bueno, ¿Qué estás proponiendo?
—Sólo sexo.
¿Qué?
—¿Qué?
—Tú y yo. Sólo sexo. Cuando quiera que lo queramos. Sin ataduras.
—Sólo sexo —repetí, sintiendo las palabras rodar en mi boca y en mi cerebro. Sólo sexo. Sexo con Chris cuando quisiera sin ataduras—. ¿Qué hay de todo lo demás? ¿Alice, el apartamento, con que todo el grupo salga junto?
Chris se encogió de hombros.
—Nada de eso tiene que cambiar. Seremos amigos que salen juntos y que tienen sexo.
—¿Y qué le diríamos a la gente?
—No es el maldito asunto de nadie. Incliné la cabeza, exasperada.
—Me refería a Alice.
—La verdad. —Me observó con cautela—. No le miento a mi hermana.
—No le gustará.
Braden soltó una risa ahogada.
—No me importa una mierda si a Alice le gusta o no. De hecho, preferiría que mi hermanita se mantuviera alejada de mis asuntos sexuales.
—Eso será algo difícil debido a que la persona con la que quieres tener sexo vive con ella. — Eso no le preocupó en lo absoluto.
—Sus cuartos están en lados opuestos del apartamento. Y siempre puedes visitar mi cama en mi apartamento.
Hmm. El apartamento de Chris. Me sentía curiosa por verlo.
¡No! ¡No, detente!
—No puedo.
—¿No puedes o no lo harás? —Sus ojos se entrecerraron peligrosamente.
Mi estómago saltó, mi vientre se apretó. Cerré los ojos. Pude sentir su cuerpo apretado contra el mío una vez más, sentir su lengua acariciando la mía, y su mano delicada pero firme contra mi pecho. Oh, Dios. Mis ojos se abrieron de repente y descubrí que su vista se había suavizado.
—¿Sólo sexo?
Pude decir que intentaba contener una sonrisa, como si supiera que ganaba.
—Bueno... casi.
¿Qué?
—¿Casi?
—Necesito alguien que me acompañe a cenas de negocios y cualquier evento social insulso que en los que Morgan hayan organizado que aparezca. Sería agradable ir con alguien que no estuviera esperando una propuesta de matrimonio o un collar de diamantes al final de la noche.
—Eso no es sólo sexo. Eso es como un arreglo. Como el arreglo que usualmente tienes con todas esas Barbies con las que sales. Lo cual hace que me pregunte, ¿por qué yo? Chris, tienes un montón de dinero y no eres exactamente duro a la vista, aunque dudo que necesites que te diga eso y te de algo más por lo qué ser un arrogante bastardo, así que, ¿por qué no vas y te consigues una de esas altas, delgadas rubias que saltarían ante la oportunidad de saltarte encima?
La sorpresa brilló en el rostro de Braden y bajó la cabeza.
—Uno, porque necesitan que las cuide. Quieren que hable de mis sentimientos, y quieren que les compre mierda. Nosotros estamos hablando de lo que está fuera de la imagen, lo cual funciona para ambos. Y dos: ¿en serio?
Fruncí el ceño, preguntándome por qué me preguntaba "en serio".
—Bueno. —Sacudió la cabeza, sonriendo ahora—. Siempre me sorprendes.
—¿Cómo es eso?
—Simplemente asumí que sabías cuán sexy eres. Aparentemente, no es así.
Guau. Me ruboricé por dentro y puse los ojos en blanco, como si sus palabras no hubieran penetrado mi armadura de acero.
—Como sea.
Mi respuesta indiferente no lo desalentó. Estaba decidido a responder mi pregunta.
—No, no luces como una mujer normal. Y sí, me gustan las piernas largas. Y las tuyas son cortas.
Lo fulminé con la mirada. Chris sonrió.
—Y aun así me diste una semi erección en el taxi cuando llevabas esos pequeños shorts. Y de nuevo cuando los llevabas en casa de Lisa y Richard.
Mi boca se abrió.
—Estás mintiendo.
Sacudió la cabeza, disfrutando.
—Tienes piernas geniales, ____. Una sonrisa increíble cuando la usas en ocasiones. Y pechos fantásticos. Y sí, usualmente salgo con rubias. Pero tú eres rubia. Creo. —Rió cuando mi ceño fruncido se convirtió en una mirada completamente furiosa—. No importa el color. Nunca lo llevas suelto, y no pueda sacarme de la cabeza la idea de tú debajo de mí, y ese cabello esparcido sobre mi almohada mientras me muevo dentro de ti.
Oh. Dios.
—Pero creo que mayormente son tus ojos. Quiero algo de ellos que nadie más obtiene.
—¿Y qué es eso? —pregunté, mi voz baja, casi ronca. Sus palabras me habían afectado tan profundamente como cualquier afrodisíaco.
—Suavidad. —Su propia voz se había hecho más profunda con la atmósfera altamente sexual—. Suave en la forma en que sólo una mujer puede estar después de que ha acabado para mí.
Tragué saliva. Por fuera, incliné la cabeza con una sonrisa irónica.
—Eres bueno con las palabras, te otorgo eso.
—Soy bueno con mis manos. ¿Cuándo me dejarás darte eso?
Reí y su sonrisa se ensanchó, malvada y hermosa. Suspiré, y sacudí la cabeza una vez más.
—Suena a más que sólo sexo, Chris. Estás pidiendo compañía. Eso complica las cosas.
—¿Por qué? Sólo son dos amigos saliendo a un par de citas y teniendo sexo después. —Sintió mi duda inmóvil sobre eso porque se encogió de hombros—. Mira, ¿cuándo he estado en serio con una mujer? Te deseo, tú me deseas. Eso pensé sobre lo que debería haber sido una amistad perfectamente agradable, así que simplemente lidiemos con esto.
—¿Pero agregarle citas nocturnas? ¿Eso no extiende el período de tiempo de esta cosa?
Pensé haber visto un destello de molestia en sus ojos, pero se fue con un aleteo de sus pestañas.
—¿Quieres ponerle un período de tiempo?
—Un mes.
Y luego sonrió, dándose cuenta de que me estaba rindiendo. Mierda. Estaba rindiéndome.
—Seis. — Resoplé.
—Dos.
—Tres.
Nos miramos y como si de repente nos diéramos cuenta de que hablábamos sobre cuánto tiempo pretendíamos explorar una relación sexual, la tensión ya caliente entre nosotros quemó aún más profundo, y espesó el aire. Era como si alguien hubiera lanzado un lazo alrededor de nosotros y tirara y tirara, intentando acercarnos. Una imagen de nosotros en mi cama, desnudos y retorciéndonos, pasó por mi mente y mi cuerpo respondió instantáneamente. La ropa interior suficientemente húmeda, mis pezones se unieron a la fiesta y se apretaron; visiblemente. Los ojos de Chris bajaron a mis pechos y comenzaron a arder antes de regresar a mi rostro.
—Hecho —murmuré.
Su siguiente respuesta fue inesperada pero práctica.
—¿Estás tomando la píldora?
Había tenido períodos fuertes e irregulares así que tomaba la píldora para detener eso.
—Sí.
—¿Te has hecho exámenes?
Sabía a qué se refería. Y después de mi último encuentro sexual y todo eso de no recordar qué demonios había sucedido, sí... me había hecho exámenes de enfermedades de transmisión sexual.
—Sí. ¿Tú?
—Después de cada relación.
—Entonces supongo que podemos comenzar.
Las palabras apenas habían abandonado mi boca antes de que Chris estuviera de pie sobre mí, su gran mano extendiéndose hacia la mía, su rostro decidido, serio. Los ojos ardiendo.
—¿Qué? ¿Ahora? —chillé, para nada preparada. Arqueó una ceja.
—¿Quieres esperar?
—Sólo... pensé que tendría tiempo para prepararme.
—¿Prepararte?
—Ya sabes... perfume, bonita lencería...
Con un gruñido divertido, Chris tomó mi muñeca y me sacó con fuerza de la silla. Mi pequeño cuerpo golpeó contra el suyo y sus brazos instantáneamente me rodearon, sosteniéndome contra él. Una mano se deslizó hacia abajo por mi cadera y alrededor de mi trasero. Lo apretó ligeramente y me presionó contra él, su erección dura contra mi vientre. Ahogué un gemido, inclinando la cabeza hacia atrás para encontrar su mirada.
—Cariño, la lencería bonita es para seducir a un hombre. Ya estoy condenadamente seducido.
—De acuerdo, pero...
Su boca me interrumpió, aplastándome contra él, su lengua buscando entrada inmediata. Su beso fue profundo y mojado y decía "esto no es una cita, esto es sexo". Eso me parecía bien. Gemí y deslicé mis brazos alrededor de su cuello y Chris tomó eso como mi consentimiento.
En un momento estaba en el suelo, al siguiente estaba en brazos de Chris, las piernas alrededor de su cintura, las manos en su cabello mientras nos besábamos y mordíamos y mordisqueábamos y lamíamos la boca del otro, aprendiendo el sabor y la sensación del otro.
—Mierda —respondió Chris, el áspero sonido de la palabra vibrando contra mis labios.
Sin tiempo para quejarme porque su boca abandonaba la mía, sentí el aire soplar entre mi cabello y estábamos yendo hacia el corredor, por él, hacia mi cuarto y luego caía. Golpeé el colchón con un "oof" sorprendido y miré a Chris con indignación.
—¿Era eso necesario?
—Desnúdate —respondió bruscamente, desprendiendo su camisa con dedos rápidos y ágiles.
Mi sexo se apretó. También lo hizo mi mandíbula.
—¿Perdón?
Dejó de hacer lo que estaba hacía y se inclinó sobre mí, las manos a cada lado de mis caderas en el colchón, su rostro sobre el mío.
—Una segunda propuesta: cuando estemos cogiendo, no discutas conmigo.
—Pe...
—____ —murmuró con advertencia.
Mis ojos fueron a su boca, la boca que quería una vez más sobre la mía. Si eso significaba no discutir durante el sexo, de acuerdo. Sólo discutiría con él cuando no estuviéramos teniendo sexo.
—Así que desnúdate, ____.
Me senté y levanté el borde de mi camisa, levantándola sobre mi cabeza. La lancé al otro lado del cuarto y me tomé un momento para observar a Chris sacarse su propia camisa. La dejó caer al suelo y le miré, antes de dejar que mis ojos fueran hacia arriba. Sonreí con anticipación ante la vista de su erección haciendo una carpa en sus pantalones, y luego mi boca se secó cuando asimilé su torso desnudo.
Chris se ejercitaba. Realmente se ejercitaba.
La cintura de sus pantalones colgaba bajo mostrando su abdomen plano y el sexy corte en v de sus músculos ahí. Me mordí mi labio. Quería tocarlo. Mis ojos siguieron su sixpack hasta un pecho fuerte y hombres anchos. Y se encontraba envuelto agradablemente en una intachable piel.
—Mierda, ____. —Miré hacia arriba y encontré su mirada ardiente aun más brillante que antes—. Si sigues mirándome así, esto va a terminar mucho más rápido de lo que me gustaría.
Hmm. Eso me gustó. Me gustó que tuviera poder sobre él.
—Bueno, no podemos tener eso. —Sonreí descaradamente, y alcancé alrededor para desabrochar mi sujetador. El aire frío golpeó mis pechos desnudos al dejar caer el sujetador a un lado de la cama y esta vez fui tratada por el escrutinio de Chris.
Sus ojos se desviaron de mi pecho a mi cara y de repente parecía un poco enfadado. Me puse rígida en sorpresa.
—¿Sabes lo que ha sido para mí desde aquel día en el piso? Sentado frente a ti en los bares, en la cena, sabiendo que debajo de toda la actitud esta la fantasía de todo maldito hombre.
Oh, él era bueno.
Sus ojos se estrecharon mientras alcanzaba los botones y cremallera en sus pantalones de su traje. La cremallera se deslizó hacia abajo con fuerza.
—Voy a hacerte pagar por hacerme esperar para tenerte. — La palpitación entre mis piernas empeoró. Suena bien.
Alcancé con mi mano y desenrollé mi pelo, dejándolo caer alrededor de mis hombros en toda su gloria, temblando mientras la necesidad en los ojos de Chris se agudizaba.
—Bien —concordé con voz ronca.
No sé quién de nosotros se quitó los pantalones más rápido después de eso, pero un minuto yo trataba de recuperar algo de control con toda mi actitud sexy y pelo. Al siguiente minuto me encontraba sin bragas en mi espalda, mis pechos presionados contra el pecho de Chris, mis muslos extendidos abiertos para acomodarlo entre mis piernas... y me miraba fijamente a los ojos, sin aliento con anticipación.
—¿Qué estás esperando? —murmuré. Me dio una sonrisa irónica.
—Que te retractes. Resoplé con molestia.
—Estoy desnuda ¿no?
—¿Y? Lo has estado antes.
—¡Chris! —Golpeé su hombro mientras se reía suavemente, y su risa hizo que su parte inferior del cuerpo se moviera, ese largo, grueso, delicioso pene suyo deslizándose hacia abajo sobre mi vientre y de vuelta hacia arriba.
Jadeé al pulso de placer que la provocación de la acción causó y Chris gimió en respuesta, sus labios cayendo sobre los míos. Estoy segura que el beso iba a ser lento, sexy, atormentando. Comenzó de esa manera. Pero semanas anticipando este momento nos hizo a los dos un poco impacientes. El beso se hizo agresivo, duro, mis manos agarrando firmemente su cabello, sus manos masajeando mi cintura, mis costillas, mis pechos. Mis pechos eran particularmente sensibles, y cuando su pulgar rozó mi pezón, mis caderas se sacudieron contra él.
—Te gusta eso, nena —murmuró, en realidad no preguntando ya que la respuesta era obvia. Sus labios dejaron un camino de besos por mi mandíbula y cuello, mis manos deslizándose fuera de su pelo hasta los hombros mientras se detuvo en mi pecho derecho. Colocó un suave, deliberado beso a la subida de él y juro que dejé de respirar. Otro beso. Otro.
—Chris... —rogué.
Lo sentí sonreír contra mi pecho justo antes de sentir el calor húmedo de su lengua contra mi pezón mientras sus labios se cerraron alrededor de él, tirando profundamente. Una lanza afilada de la lujuria se disparo a través de mi sexo.
—¡Dios, Chris!
Hizo lo mismo con el otro pecho y me encontré inclinando mis caderas contra él, parecía incluso más impaciente. Por otra parte, había sido más tiempo para mí.
—Amor —su voz retumbó por encima de mí mientras su mano se deslizó hasta mi cadera, deteniéndome—, ¿estás mojada para mí ya, ____?
—Chris...
—Respóndeme. —Podía sentir su mano moviéndose hacia abajo; sentir el roce de sus dedos alto en la cara interna de mi muslo, provocándome—. Dime que estás mojada para mí.
Cuando pensé acerca de esto más tarde, no podía creer que no estaba avergonzada por su pregunta, o su demanda. O cuán excitada cedía a esa demanda. Nunca había tenido un amante hablándome sucio durante el sexo, pero funcionaba para mí.
—Estoy mojada para ti —susurré contra su boca.
Satisfecho me beso, un beso profundo, explorador, y su lengua se deslizó sobre la mía mientras sus dedos recorrieron una pulgada más arriba. Me sacudí al primer toque de ellos rozándome. Los dedos de nadie más habían estado allí por un tiempo. En respuesta, el beso de Chris se hizo más duro, su toque más suave. Mis labios se separaron de los suyos en un gemido cuando deslizó su pulgar en mí, encontrando mi clítoris y presionando hacia abajo.
—Cariño, estás tan jodidamente mojada —gimió, su cabeza cayendo a la cama junto a la mía, sus labios en mi cuello mientras su pulgar se deslizó fuera de mí, reemplazándolo con dos gruesos dedos que se deslizaban lentamente dentro de mi canal. Mis rodillas se abrieron buscando por más, mis manos se aferraban a la espalda desnuda de Chris mientras buscaba ese "más".
—Más —supliqué.
Y me dio más, empujando sus dedos dentro y fuera de mí. Se levantó en su otro brazo para mirar hacia abajo a mi cara mientras me trabajaba hacia el orgasmo.
—Sí —suspiré, sintiéndolo enroscarse y apretar. Y luego sus dedos se habían ido.
—Qué...
—No te vienes hasta que esté dentro de ti —me dijo, sus rasgos duros con necesidad mientras me sujetaba mis manos a la cama—. Quiero sentirte venir alrededor de mí.
Bueno, no iba a discutir con eso.
Me aferré a mi suspiro de placer al sentir su polla palpitante en mi entrada. Se frotó contra mí, provocativamente, y quería agarrar su trasero y obligarlo a entrar.
Pero se aferraba a mis muñecas, sonriendo como si supiera exactamente lo que pensaba. Como tortura, movió sus caderas, provocándome más.
—Chris —gruñí con impaciencia. Esto sólo lo hizo reír.
—¿Qué, nena?
—Si no te das prisa, voy a retractarme.
—Bueno, no podemos tener eso. —Empujó duro dentro de mí y gemí, poniéndome rígida ante el estremecimiento de incomodidad que sentí mientras mi cuerpo luchaba por aceptar su tamaño.
El cuerpo de Chris se tensó, sus ojos oscuros en mí.
—¿Estás bien?
Asentí, exhalando mientras mi cuerpo se relajaba a su alrededor.
Su agarre en mis muñecas aflojó, pero no me dejó ir. En su lugar, hizo un movimiento hacia adelante tentativamente, su mandíbula bloqueándose, sus ojos cerrándose como si estuviera en dolor.
—Jesús, ____ —susurró con voz ronca—. Estás tan jodidamente apretada.
Levanté mis caderas, incitándole a moverse, sintiendo el placer comenzar a enrollarse de nuevo, sintiéndome llena de él y desesperada por satisfacción.
—Ha pasado un tiempo. — Sus ojos se abrieron.
—¿Cuánto?
—Chris...
—¿Cuánto? —Suspiré.
—Cuatro años.
—Nena. —Bajó su cabeza y me besó suavemente y cuando se retiró su sonrisa arrogante estaba en su lugar. Entró más profundo dentro de mí, sus manos moviéndose hacia arriba de mis muñecas para que sus dedos pudieran enredarse con los míos. De esta manera, me sostuvo mientras se movía suavemente dentro de mí, burlándose de mí hacia el clímax y tirándome hacia atrás.
—Más fuerte — Jadeé.
Sus labios rozando mi oído.
—Pídelo, ____.
—Chris, más fuerte. Fóllame más duro.
Levanté mis caderas y Chris se estrelló de nuevo en mí. Grité, arqueando mi cuello. Gimió contra mi oído mientras empujaba duro, nuestros cuerpos tan enfocados en alcanzar el clímax, sus manos soltaron las mías. Inmediatamente agarré firmemente sus caderas y tomó mi trasero, inclinándome más alto para que su pene pudiera deslizarse más profundo.
—Córrete para mí, nena —ordenó bruscamente.
Asentí, sintiendo la presión en mi estructura corporal. Estaba casi allí.
—Chris, Chris...
Su mano se deslizó entre mis piernas y su pulgar masajeaba mi clítoris en hermosos círculos.
—¡Oh Dios! —grité cuando arrancó el orgasmo fuera de mí, mi sexo apretándose y palpitando alrededor de su pene.
—Mierda. —Sus ojos se agrandaron mientras me miraba, mirándome al correrme duro. Cerré mis ojos, desesperada por romper la conexión entre nosotros en ese momento y sentí la cabeza de Chris caer en el hueco de mi cuello mientras se estremecía, su gruñido profundo al correrse dentro de mí, haciéndome contraerme contra el calor húmedo de su liberación.
Se relajó en mí, su aliento caliente en mi cuello mientras ambos luchábamos por respirar con normalidad. Mis músculos se sentían cálidos y pegajosos, mis muslos descansaban contra los bordes superiores de los suyos. Olíamos a sudor fresco y sexo, y yo todavía latía a su alrededor.
Guau.
El. Mejor. Sexo. Que. He. Tenido.
Chris besó mi cuello y levantó su cabeza, sus rasgos suaves con satisfacción post-coital.
—____ —murmuró antes de que me besara lentamente, húmedo y profundo. Cuando se retiró, se deslizó fuera de mí con cuidado, rodando a su lado, su mano acariciando tiernamente a través de mi vientre al hacerlo.
Lo miré fijamente, preguntándome muchas cosas.
¿Había sido tan desestabilizador para él? Se había corrido duro también, así que eso esperaba.
¿Y qué pasó ahora? ¿Por qué se encontraba tendido allí, mirándome?
Levanté la vista hacia el techo, desconcertada por esa mirada suave en sus ojos.
—Um... gracias.
Sintiendo el colchón agitarse, volví mi cabeza en la almohada para encontrar a Chris riéndose de mí.
—¿Qué?
Negó con la cabeza, claramente divertido por mí por alguna razón. Se inclinó y presionó otro beso en mi boca.
—De nada. —Sonrió, su pulgar rozando mi labio inferior—. Y gracias. Malditamente buen sexo, nena.
Me eché a reír. Por alivio. Por histeria. Por incredulidad.
Acababa de tener sexo, sexo fenomenal, con Chris Evans. Y estaba bastante segura de que íbamos a hacerlo de nuevo en algún momento. Y yo quería. Pero en mis términos.
—Voy a limpiar. —Salí de la cama, imperturbable por mi desnudez desde que había dejado perfectamente claro que le gustaba lo que veía. Mientras paseaba casualmente por el pasillo hasta el cuarto de baño, esperaba que Chris supiera lo que "voy a limpiar" realmente quería decir: para el momento en que volviera a la habitación, su trasero mejor estuviera vestido y listo para salir.
Pero cuando regresé del baño, su trasero estaba todavía en la cama, esperando por mí.
Tiré mis manos a mis caderas, poniendo mala cara frunciendo el ceño.
—¿Qué estás haciendo? ¿No deberías estar vestido? Esbozó una sonrisa burlona en mi dirección.
—¿Sabes lo sexy que estás ahora? Puse los ojos en blanco.
—Chris.
A mi tono de advertencia, su sonrisa desapareció y se sentó.
—No me voy todavía.
—¿Pero te vas a ir?
No respondió verbalmente. En su lugar, se acercó y agarró mi mano, arrastrándome a la cama. Demonios era fuerte.
—Chris —me quejé cuando me encontré a su lado, con los brazos alrededor de mí.
Me besó en la frente.
—Hueles bien.
Uh ¿qué?
Eché un vistazo por debajo de mis pestañas para ver que había cerrado los ojos.
¿Hablaba en serio? ¿Pensaba que iba a dormir conmigo?
Me retorcí fuera de su agarre y me di la vuelta, meneándome, mi espalda hacia él, esperando que tomara mi insinuación. No hubo suerte. Segundos después, su fuerte brazo estaba alrededor de mi cintura, con la mano plana contra mi estómago, y mi cuerpo se deslizaba a través de la sabana, chocando contra el suyo.
Su brazo se apretó alrededor de mí, su frente caliente contra mi espalda. Sentí el estremecedor tacto suave de sus labios contra mi hombro.
—Buenas noches, nena.
Aturdida, me quedé en silencio por un momento.
Esto no era lo que yo había esperado. No en absoluto. Ciertamente no gritaba: "¡somos compañeros sexuales solamente!".
Y se sentía bien.
Y atemorizante.
—¿Estamos... acurrucándonos? —pregunté en voz alta, tratando de insertar mordacidad en mi tono y fallando.
Sentí el resoplido de su aliento en mi cuello.
—Duérmete, nena.
¡Uh... no!
Como si sintiera mi escape inminente, Chris tiró de mí con más fuerza contra él, empujando su pierna entre las mías, enganchando alrededor de una de ellas.
—Solo. Duermete —Un idiota mandón.
—Acurrucarse no estaba en los términos de nuestro acuerdo.
Me ignoró. Después de un minuto o dos de silencio oí su respiración se equilibro. ¡Realmente iba a dormir! Traté de moverme pero sus músculos sólo se flexionaron en señal de advertencia y no fui lo suficientemente fuerte como para escapar.
Así que me quedé allí, esperando.
Me sentía maravillosamente cansada por todo el sexo increíble, y el sueño parecía el cielo, pero estaba determinada a que no iba a dormir en sus brazos. Eso era sólo un poco demasiado... como una relación.
Obligándome a permanecer despierta, me quedé en sus brazos durante media hora, hasta que sentí su cuerpo relajarse completamente. Mordiendo mi labio para sofocar cualquier respiración pesada que pudiera ser causada por el esfuerzo de tener que moverme como un ninja, levanté su brazo con la mayor suavidad posible y moví mi pierna de debajo de la suya.
Me congelé.
Juro que pensé escuchar su respiración cambiar.
Escuché cuidadosamente, relajándome a los sonidos de su respiración equilibrada.
Furtivamente, en silencio, me moví alejándome de él, flotando cerca de la orilla, mis piernas descendiendo hasta el suelo. Mi trasero estaba justo fuera de la cama cuando me encontré de nuevo siendo tirada con tal fuerza que reboté en el colchón con un grito ahogado.
Mi corazón latía con fuerza contra mis costillas mientras Chris expertamente me reacomodaba de nuevo, moviéndose tan rápido que estaba debajo de él en cuestión de segundos, mis muñecas clavadas por encima de mi cabeza y su cuerpo a horcajadas sobre el mío.
No se veía feliz.
—¿Mierda, podrías dormirte? — Lo fulminé con la mirada.
—No contigo en mi cama. Esto no era parte del trato.
—Uno: Compré la cama. Dos: es sólo dormir, ____. —Ignoré el comentario de la cama ya que era verdad.
—No. Es acurrucarse. Dijiste que era sólo sexo. No acurrucarse. Follamos, nos divertimos, te vas a casa. Ese es el trato.
Me estudió con atención por un momento y luego bajó la cabeza hasta que sus labios casi se tocaban los míos.
—Follamos, nos divertimos y luego nos acurrucamos. No voy a casa. No voy a casa porque a veces en mitad de la noche me despierto, y cuando me despierto, quiero follar. Y por alguna razón incomprensible, la persona que quiero follar eres tú. Ahora, sólo voy a decir esto una vez más. Duérmete.
Me dejó ir sólo para caer a mi lado y acercarme de nuevo contra él. Acurrucándome.
Apreté la mandíbula.
—¿Y que si no quiero ser despertada para que puedas tenerlo a tu manera conmigo?
Presionó su cara en mi cuello y lo sentí sonreír contra mi piel. Me dio un beso y se retiró.
—Por qué no te doy un adelanto de lo que pretendo hacer con el fin de despertarte.
Y entonces yo estaba de espaldas otra vez mientras Chris besó su camino por mi cuerpo. Sabiendo lo sensible que era, se detuvo en mis pechos, una mano jugando con mi pezón, su boca chupando el otro. Suspiré, iluminándome por él, la pelea totalmente olvidada. Ya estaba poniéndome mojada otra vez, mis caderas inquietas. Y él lo sabía también. Levantando su cabeza de mis pechos, besó entre ellos y siguió una línea invisible por mi torso, metiendo su lengua en mi ombligo, y moviéndose más abajo, sus labios saltando a través de la suave, temblorosa piel de mi bajo vientre.
Empujó mis muslos separándolos y luego su boca se encontraba sobre mí.
Gemí mientras su lengua lamía dentro de mí, jugando con mi clítoris. Jadeaba para el momento en que sus dedos se unieron. Mis manos se deslizaron por su pelo, apretando, instándolo más cerca mientras magistralmente incitaba mi orgasmo, lamiendo y follándome en un frenesí.
—Chris —gemí cuando retiró sus dedos. Estaba tan cerca. Tan malditamente cerca...
Y entonces, los empujaba hacia adentro de nuevo, adentro y afuera, adentro y afuera, su lengua trabajando su magia sobre mi clítoris.
—¡Chris! —exploté contra él al sonar cada centímetro de ese orgasmo fuera de mí. Mi cuerpo se estremeció con más espasmos mientras se arrastraba de vuelta a mi lado.
Bueno, eso había sido igual "fuera de este mundo increíble" como el último que me había dado.
Me quedé ahí jadeando, mirando al techo en un aturdimiento maravilloso hasta que Chris apareció sobre mí de nuevo. No dijo una palabra, pero cuando se inclinó y me besó, dejándome probarme a mí misma mientras movía su lengua contra la mía, sentí como si la profundidad de ese beso lo decía todo por él.
Había hecho su punto.
Mis miembros inútiles no protestaron cuando me encontré en sus brazos otra vez.
Acurrucándome.
—Buenas noches, nena. —Su voz retumbó en mis oídos.
—Buenas noches —murmuré, mis ojos revoloteando cerrándose. Luego fueron apagadas las luces.
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