𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁𝑜 09.
Un par de semanas, un ataque de pánico, y una visita a mi terapeuta más tarde, y he tenido problemas con mi manuscrito nuevamente. Por lo general, cuando yo estoy en medio de la redacción, mi cerebro vaga en Fantasilandia sin el más mínimo aviso, aún si me encuentro en la laptop o no. Hoy en día, tuve que forzar a mi imaginación entrar en acción. Y eso nunca funcionó.
Con el libro marcado y mi ansiedad de inmersión, buceé sobre si podía "contarlo como un escrito" y preocuparme de qué diablos iba a hacer si no podía escribir uno, me decidí a hacer lo que mejor sabía: empujarlo dentro de esa trampa de acero dentro de mí, así no podía pensar en ello, y me permitía centrarme en otra cosa.
Ahora que el festival de Edimburgo estaba en curso, tomé turnos extras en el bar y salí con Alice cada vez que me lo preguntó. En mi última visita a mi terapeuta, él me alentó a probar la cena familia de nuevo, lo cual hice sin ataques de pánico. ¡Gané! Yo iba mucho al gimnasio y evitaba las sonrisas seductoras provenientes de Harvey, el entrenador personal.
Para alivio de Alice, Elena desapareció de la vida de Chris tan rápido como había entrado. No es que me gustaría saberlo, a menos que Alice me dijera que cómo yo no lo había visto desde aquella mañana en la calle Prince. El trabajo lo mantenía ocupado, algo que ocurría con una de sus creaciones, y también tenía este gran evento planeado para su club, Fire, al final del Festival. Fue entonces cuando descubrí que Sebastian fue el arquitecto de Chris, así que cuando éste se encontraba ocupado, Sebastian también lo estaba. Las pocas veces que se suponía íbamos a reunirnos un rato para ver a un comediante, para beber o para una cena familiar, Chris había cancelado, lo que me demostró que estaba equivocada: él realmente trabajaba por su dinero.
Empecé a ver su ausencia como algo bueno. Me sentí más relajada de lo que había estado en semanas y Alice y yo nos habíamos acercado. Ella había confesado todo el fiasco de Sebastian... después de haber estado enamorada de él desde que era una niña, Alice había sacado finalmente coraje para hacer algo al respecto, después de que Sebastian noqueara al imbécil de quien había dispuesto para obtener información sobre Chris. Se dirigió a su apartamento y casi se arrojó sobre él. Y debido a que Sebastian era su tipo y Alice era hermosa, él había aceptado su oferta. Eso fue antes de que estuvieran casi desnudos completamente y de espaldas debajo de él. Sebastian se echó para atrás, explicando que no podía hacerle eso a Chris o a ella, y que Chris nunca se lo perdonaría y él nunca se perdonaría a sí mismo.
Al darse cuenta de que él pensaba que era sólo una especie de aventura de una noche, Alice se fue, tranquilamente cuidando un corazón roto y un ego magullado. Nunca se hubiera adivinado que esas cosas pasaron entre ellos. Alice estaba súper fresca a su alrededor. Ella dijo que no quería que las cosas cambiaran y lo trató muy duro. Pero a veces algo suave, algo "más" entraba en su expresión cuando lo miraba. Cuando pensaba en ello, hubo algo "más" sobre la forma en que Sebastian la miraba.
La cosa es, que no pude averiguar si lo de él era sólo lujuria después de ella, o si sus sentimientos avanzaron un poco más. Tenía curiosidad como el infierno, pero también sabía que no era de mi incumbencia, así que estaba manteniendo mi nariz fuera de ello. Después de abrir mi correspondencia, Alice había tratado de hablar conmigo otra vez acerca de mi familia, de mi pasado. Yo me cerraba.
El Dr. Pritchard dijo que tomaría tiempo. Por ahora, no podía dejarlo ir, y no importaba lo que el buen doctor dijera, que todavía no estaba segura de dejarlo ir.
—¿Bloqueo de escritor de nuevo?
Me giré en mi asiento para encontrarme parada a Alice en mi puerta agitando un sobre de manila A4 hacia mí. Hice una mueca y cerré mi portátil.
—Sólo debo conseguir que la impriman en una camiseta.
—Va a pasar.
Mi única respuesta fue un gruñido.
—De todos modos, odio preguntar pero... —¿qué paso?
Agito mi sobre de nuevo.
—Chris se detuvo anoche cuando tú estabas trabajando y dejó estos documentos. Acaba de llamar para preguntarme si podía llevarlos a su oficina porque los necesita para su reunión en dos horas, pero tengo una clase.
Mi estomago se volcó.
—¿Y quieres que yo se los lleve a él? —Los ojos de Alice estaban todos grandes y adorables.
—¿Por favor? —rogó.
Mierda, joder, mierda, joder. Gruñendo me puse de pie y tomé el sobre de ella.
—¿Dónde esta su oficina?
Ella me dio la dirección y descubrí que era por el muelle, lo que significa que necesitaba tomar un taxi para llegar allí con tiempo de sobra, ya que tenía que ducharme antes de irme.
—Realmente aprecio esto, ____. —Ella sonrió y comenzó a retroceder—. Tengo que correr. Nos vemos mas tarde. —Y luego ella se había ido.
Y yo estaba ligada a Chris. Maldita sea. Tratando de ignorar las alas batiendo en mi estómago, resoplé, murmurando en voz baja mientras me duchaba y vestía. Me puse un par de pantalones vaqueros, un suéter delgado, ya que estaba haciendo demasiado calor afuera, y llevando una chaqueta. En Escocia cuando no estaba bajo cero haciéndome sobresalir como una turista. No es broma. Un poco de sol salía en Escocia y luego tenían sus camisas afuera. Me quedé mirando mi reflejo en el espejo. Muy poco maquillaje, el pelo trenzado en un moño desordenado. El suéter era lindo y mostraba un poco de escote, pero mis pantalones vaqueros viejos y descoloridos. Claro, me pregunté qué pensará de mí Chris físicamente, sin embargo yo no iba a dejar que me cambiara. Nunca me vestí para impresionar a nadie más que a mí misma, y desde luego no para que a un hombre le gustaban las largas piernas de mujer, senos pequeños, y un rubio cabello.
El trayecto en taxi pareció una eternidad, y como siempre, me sentía un poco enferma en los viajes, cuando llegamos después de pasar por Dios sabe cuántos caminos empedrados. Me dejó en Commercial Quay, merodeando por el arroyo artificial que se abría un el fondo del agua. Había un montón de estacionamientos a mi derecha, y a mi izquierda un número de establecimientos comerciales. Encontré la oficina de Chris en el mismo edificio igual que la Oficina de un arquitecto, un contador y un dentista. Después de ser zumbada arriba, y después de vergonzosamente forcejear en el ascensor que se abría la puesta opuesta a la que dejaba entrar, me encontré en un área de recepción elegante.
La recepcionista rubia no era lo que yo había esperado en absoluto. Ella era de la edad de Lisa , pero llevaba por lo menos veinte kilos más que Lisa, y estaba radiante hacia mí con una gran sonrisa amistosa. Su tarjeta de identificación, decía: "Morgan." Yo había estado preparada para alguien alta, delgada y hermosa que se burlara de mis jeans y tratara de que me sacaran del edifico. ¿Estaba yo en la oficina?
—¿Puedo ayudarte? —Morgan siguió sonriendo hacia mí.
—Uh... —Miré a mi alrededor, en busca de una señal de que ésta era la oficina de Chris—. ¿Estoy buscando a Chris Evans.
—¿Tiene una cita?
Bueno, por lo que era su oficina. Me acerqué a la recepcionista y agité el sobre.
—Él dejó estos documentos en casa de su hermana —mi compañera de cuarto y um, le pidió a ella traerlos. Ella no podía, así que le dije que lo haría.
Si fuera posible, la sonrisa de Morgan se hizo más amplia.
—Oh, que amable de tu parte, querida. ¿Puedo tomar tu nombre?
—____ Hansen.
—Un segundo. —Ella cogió el teléfono sobre su escritorio y no tuvo que esperar mucho tiempo—. Tengo a ____ Hansen aquí con unos documentos para usted, Sr. Evans. —Ella hizo un "mmm hmm" ruido—. Voy hacer eso. —Colgó y me sonrió—. Te voy a enseñar la oficina de Sr. Evans, señorita Hansen.
Apreté los dientes.
—Es ____.
—Mmm Hmm.
Era bastante molesto que se reusara a llamarme otra cosa que mi nombre.
¿Realmente tenían que tener a otras personas abordo? Seguí a la alegre recepcionista, de mediana edad, por un pasillo estrecho hasta que llegamos a una oficina en la esquina. Golpeó la puerta, una profunda voz contestando con un:
—¡Pase!
Me estremecí ante esa voz y me pregunté por un instante si lo perdí estás dos últimas semanas.
—____, para usted. Señor —anunció Morgan mientras abría la puerta.
Deambuló más allá de ella y escuché la puerta cerrarse detrás de mí cuando nos dejó solos.
La oficina era más grande de lo que esperaba con una gran ventana mirando al muelle. Era muy masculina con una enorme biblioteca de nogal y un escritorio, sillón de cuero, sofá de cuero negro y robustos estantes sosteniendo las carpetas y ediciones de tapa dura. Unos archivadores metálicos fueron almacenados en la esquina. En la pared, sobre el sofá había una enorme pintura de Venecia, y en las estanterías más de una fotografía enmarcada de él con Alice, Sebastian y con la familia de Alice. En la esquina detrás de mí había una cinta de correr y un banco de pesas.
Chris estaba sentado en su escritorio, con las piernas estiradas hacia afuera, delante de él, mientras me miraba. Sentí esa patada en mi intestino otra vez a la vista de él y el familiar cosquilleo entre mis piernas. Jesús, fue aún más caliente de lo que recordaba.
Joder, mierda, joder, mierda.
—Oye. —Saludé con una mano a él.
Chris me sonrió y me quedé helada cuando sus ojos pasaron lentamente sobre mí, tomándose su tiempo. Tragué saliva, mi corazón llevándolo a otra velocidad, él no me había mirado así desde la noche en el bar con Gigi.
—Es bueno verte, ____. —Se sentía como siempre.
Haciendo caso omiso de la oleada de placer que esas palabras producían, me adelanté y le tendí el sobre.
—Alice dijo que necesitabas esto pronto. —Él asintió con la cabeza, sin dejar de mirar hacia mí mientras tomaba los documentos.
—Agradezco los trajeras. ¿Cuánto te debo por el taxi?
—Nada. —Negué con la cabeza—. No fue un problema. Sólo estaba golpeando mi cabeza con mi escritorio de todos modos.
—¿Bloqueo de escritor?
—El cemento del escritor. Él sonríe.
—¿Así de mal?
—Muy malo.
Con una sonrisa de simpatía se puso de pie, nuestros cuerpos tocándose a distancia. Sentí el aliento chorreando encima de mí, con mi cabeza hacia atrás para mirarlo a los ojos.
—Lo siento, tuve que cancelarte esas últimas veces.
Lo hizo sonar como si me hubiera cancelado una cita. Me reí, confundida.
—De acuerdo.
—Me detuve anoche pero no estabas allí.
—Estaba trabajando. Turnos extras. —Tomé un paso atrás esperando tener menor proximidad con él, más rápido se podría reducir el calor en mi sangre.
Pensé que lo vi sonreír mientras se giraba y colocaba los documentos en su escritorio.
—La última vez que nos vimos creo que dije algo que te envió corriendo por las colinas. ¿O tal vez fue alguien que estaba conmigo?
Arrogante imbécil. Solté una carcajada.
—¿Elena?
Su sonrisa era engreída ahora cuando me devolvió la mirada.
—¿Estabas celosa?
¿Estábamos realmente teniendo esta conversación? No lo había visto en dos semanas y, y... ¡pff! Sonriendo con asombro a su egoísmo, crucé los brazos sobre mi pecho.
—Tú sabes, es un milagro que lograra meterse en la habitación, lo que con su gigantesco culo de ego ocupa todo el espacio.
Chris se rió
—Bueno, saliste corriendo por algo, nena.
—Uno: deja de llamarme nena. Es .____. Y dos: Tú acababas de soltar que yo era de alguna manera "Familia" sólo después de mí hace unas pocas semanas. —Frunció el ceño mientras procesaba esto y se recostó contra el escritorio nuevamente, cruzando los brazos sobre su amplio pecho pensando sobre eso.
—¿Lo hice?
—Lo hiciste.
De repente, sus ojos buscaban mi rostro y estaban llenos de todo tipo de preguntas.
—Alice me habló de tu familia. Lo siento.
Mis músculos se cerraron, el calor que sentía era como si hubiera arruinado el aire acondicionado. ¿Qué podía decir? No quería la gran oferta de él, y tampoco quería que me Psicoanalizara.
—Fue hace mucho tiempo.
—No me di cuenta que había insinuado eso. Acerca de la familia. Pero las cosas están empezando a tener sentido. La cena a Lisa... estás huyendo
—No —le solté, dando tres pasos hacia él. —Chris, no —mi voz calló mientras yo trataba de calmar las ganas de morderlo como un animal herido—. Yo no hablo acerca de ello.
Cuando él me observó no podía dejar de preguntarme en qué estaba pensando. ¿Pensaba que estaba loca? ¿Patética? ¿Me importaba? Y él se limitó a asentir.
—Lo entiendo. No tenemos que...
Alivio se apodera de mí y di un paso atrás pero Chris se movió hacia mí y casi me tocó otra vez.
—Estaba pensando en tener un Picnic en el Meadows este sábado si está bonito, para hacer las paces con Alice por no haber estado mucho últimamente. Yo sé que extraña a Sebastian también. ¿Quieres venir?
—¿Eso depende? —Encontré mi camino de regreso a snarksville en un intento de sentirme menos fuera de balance—. ¿Vas a insinuar que estoy celosa del sándwich que vas a comer?
Él se echó a reír, una risa de cuerpo completo que hacía cosas dulces en mi interior.
—Me lo merezco. —Él merodeaba cerca, así que tuve que retroceder—. ¿Pero me vas a perdonar y venir? ¿Cómo amigos? —Sin embargo había algo deliberadamente sarcástico acerca de la forma en que dijo "amigos".
Le miré con suspicacia.
—Chris...
—Sólo amigos. —Bajó la mirada a mi boca y se le oscureció—. Te lo dije. Puedo fingir si tú puedes fingir.
—Yo no estoy fingiendo. —¿Esa fue mi voz entrecortada y caliente? Chris sólo me sonrió como si no me creyera.
—Tú sabes que realmente estas poniendo presión sobre mis habilidades de actuación.
—¿Habilidades de actuación?
—Pretender, ____. —Dio un paso adelante, sus ojos estrechándose con intención—. Nunca he sido muy bueno en eso.
Oh mi Dios, él va a besarme. Yo estaba de pie en su oficina en pantalones vaqueros con el pelo de mierda y me iba a besar.
—Sr. Evans, el Sr. Rosings y Sra. Morrison están aquí para verle. — La voz de Morgan hizo eco en la oficina desde el intercomunicador y Chris se tensó. Una mezcla de alivio y decepción me inundó y di un paso atrás insegura, volviéndome hacia la puerta.
—Voy a dejarte seguir.
—____
Me di la vuelta, mis ojos buscando cualquier lugar, pero dentro suyo.
—¿Si?
—¿El día de campo? ¿Estarás ahí?
La sangre seguía susurrando en mis oídos y mi cuerpo estaba colgado, todavía apretado con anticipación para su beso, pero empujé a un lado todo eso, recordando quién era y lo mucho que me asustó.
Levanté la barbilla y le miré a los ojos. —Como compañera de cuarto de tu hermanita, si, voy a estar ahí
—¿No como mi amiga? —Bromeó.
—No somos amigos, Chris. —Arrastré la puerta de su oficina abierta
— No. No lo somos.
No tuve que dar la vuelta para ver su expresión. Lo sentí en sus palabras. Apresurándome por el pasillo, apenas logré escapar rápido de Morgan antes de zambullirme en el ascensor que me llevaría lejos de él. ¿Qué había pasado? ¿Dónde tenia la platónica, Chris fue "amistoso", y por qué había vuelto "Chris"? ¿Pensé que no era su tipo? Pensé que estaba a salvo.
No. No es así. Esas palabras hicieron eco en mi cabeza mientras salía del edificio de oficinas y al aire fresco. No fueron sus palabras. Era el tono en el que habían sido envueltas. Y esas palabras habían sido envueltas en un montón de intención sexual.
Mierda.
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