𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁𝑜 05.
Dos noches más tarde estaba en la bañera después de una extenuante sesión de ejercicios en el gimnasio cuando escuché el grito de alegría de Alice. Alzando una ceja a la puerta, no estaba
sorprendida por el golpe de la puerta que vino dos segundos después.
—¿Puedo entrar? —preguntó con una sonrisa en su voz.
Es evidente que cualquier noticia que había recibido no podía esperar.
Miré hacia abajo para asegurarme de que estaba suficientemente cubierta por las burbujas.
—Claro —le contesté.
La puerta se abrió y entró Alice con dos copas de vino en la mano y una petulante expresión en su rostro. Tomé la copa que me ofreció y le sonreí a su contagioso buen humor.
—¿Qué pasa?
—Bueno. —Sonrió Alice—. Después de seis meses terribles, Chris finalmente terminó con Gigi.
Resoplé a mi copa, ignorando la manera en que mi estómago saltó por las noticias.
—¿Esas son tus emocionantes noticias? Ella me vio como si hubiese dicho algo loco.
—Por supuesto. Es la mejor noticia en Dios sabe cuánto. Gigi era la peor de todas. Tú sabes, creo que la otra noche en el bar fue el clavo final en su ataúd. Chris lucía mortificado por ella. Era momento que terminara con la muy ensimismada, dos caras, interesada y dolor en el trasero.
Asentí en acuerdo, pensando en su coqueteo descarado conmigo.
—Sí, probablemente él sólo hubiese terminado engañándola o algo así.
La alegría de Alice al instante huyó y ella frunció el ceño. Levanté una ceja ante su reacción.
—Chris nunca engañaría.
Ella de verdad pensaba que él caminaba sobre el agua. Ladeé la cabeza con una sonrisa cínica, con una mirada probablemente rozando la condescendiente y merecedora de un golpe.
—Por favor, Alice, es un chico que coquetea con cualquier cosa que se mueva.
Considerándome por un momento, Alice se recostó contra las paredes de azulejos, aparentemente inconsciente del vapor que se aferraba a ellos y ahora probablemente humedeciendo la parte trasera de su camisa. Su celebración fue olvidada al parecer encarando mi negatividad.
—Hay una cosa que debes saber acerca de Chris. Él nunca engañaría. No es perfecto, lo sé. Pero digamos que él nunca sería tan cruel ni deshonesto con nadie. Cada vez que él ha estado en una relación y su interés ha disminuido y salta a alguien nuevo, él ha sido honesto con su novia y ha roto, antes de poner en marcha cualquier cosa con alguien más. No estoy diciendo que su actitud no es un poco de mierda, pero al menos es honesto.
Curiosa sobre la seguridad de Alice, tomé un sorbo de vino antes de preguntar:
—¿Alguien ha engañado a Chris? Me dio una sonrisa triste.
—No es mi historia para contarla.
Guau. Si Alice realmente iba a mantener la boca cerrada acerca de ello, Chris realmente debe estar sentido.
—Basta con decir que es un ligón en serie. Completamente monógamo pero saltando de una relación a otra. Gigi duró más que la mayoría. Creo que fue porque se tomaba frecuentes viajes hacia el sur. —Alice luego me lanzó una mirada burlona, casi de complicidad—. Me pregunto qué chica habrá llamado su atención ahora.
Yo la miraba con atención. ¿Sabía ella? ¿Había visto la chispa entre nosotros?
—Y me pregunto si finalmente será quien le pateara el trasero. Necesita una probada de la realidad. —Murmuré una respuesta incoherente, no queriendo animar sus pensamientos en mi dirección.
—Lo siento por interrumpir tu baño.
—No, esté bien. —Alcé mi copa de vino hacía ella.
—Trajiste vino rojo. Estamos bien.
—¿Has engañado a alguien?
Caray. ¿De dónde vino eso?
—¿Bien?
¿Esta era una entrevista para salir con su hermano? Mirándola directamente a los ojos para que así supiera que estaba siendo completamente seria, respondí con más honestidad que nunca, confiando en que Alice no me presionara más con el tema.
—Nunca me acerqué lo suficiente a nadie para que eso fuera un problema.
—Mi respuesta pareció desinflarla, y reafirmó que ella había estado sustentando algún tipo de idea romántica entre Chris y yo—. Yo no tengo relaciones, Alice. No me han atrapado.
Asintió, su expresión un poco perdida.
—Espero que cambie para ti.
Nunca lo hará.
—Tal vez.
—Bien. Voy a irme para que te bañes. Oh. —Se detuvo, volviéndose hacia mí—. Mi mamá cocina una gran cena con asado los domingos para toda la familia. Estás invitada este domingo.
Un escalofrío repentino descendió sobre mi baño caliente y me estremecí. No había estado en una reunión familiar desde la secundaria.
—Oh, no quiero molestar.
—No estás molestando. Y no aceptaré un no por respuesta.
Sonreí débilmente, tragando todo el vaso de vino en cuanto se cerró la puerta detrás de ella. Sintiendo el vino batir en mis entrañas, mandé un oración por un milagro que me sacara de la reunión familiar.
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El viernes en la noche iba tarde para el trabajo en el bar. Alice había decidido cocinarnos la cena y se había vuelto un desastre insalvable. Terminamos comiendo fuera y perdimos la noción del tiempo a medida que entramos en una discusión profunda sobre nuestro trabajo, la investigación de Alice y mi libro. Alice se había ido a su casa a dormir a causa de un dolor de cabeza horrible que había llegado de repente, y me apresuré a la barra. Le di a Jade una mirada de disculpa al pasar y dentro del cuarto del personal. Estaba metiendo mis cosas en mi casillero cuando mi celular sonó. Era Scarlett.
—Hey, cariño, ¿puedo llamarte luego en mi descanso? Voy tarde para mi cambio.
Scarlett lloriqueó en la línea.
—Bien.
Mi corazón se detuvo. ¿Scarlett estaba llorando? Scarlett nunca lloraba.
Nosotras nunca lloramos.
—Scar ¿Qué pasa? —La sangre latía en mis oídos.
—Rompí con Colin. —Su voz se agrietó junto con mi convicción.
Pensé que Scarlett y James eran sólidos.
Mierda.
—¿Qué pasó? —Oh Dios, ¿la había engañado?
—Me propuso matrimonio.
El silencio cayó entre nosotras mientras trataba de entender lo que estaba diciendo.
—Bien. Él te lo propuso, ¿entonces terminaste con él?
—Por supuesto.
¿Qué me estaba perdiendo?
—No lo entiendo.
Scarlett gruñó. En realidad, masculló:
—¿Cómo tú de todos no lo entiendes, ____? ¡Es por eso que te estoy llamando! ¡Se supone que tú lo debes entender maldita sea!
—Bueno, no lo hago, así que deja de gritarme —espeté, con una punzada en el pecho por Colin.
Él adoraba a Scarlett. Era su mundo entero.
—No puedo casarme con él, ____. No puedo casarme con nadie. El matrimonio arruina todo.
Y de repente me di cuenta de que estábamos entrando en nuestra área prohibida. Esto era acerca de los padres de Scarlett. Sabía que ellos estaban divorciados, pero eso es todo lo que sabía. Tenía que ser algo más profundo, algo peor, para que Scarlett le dé la espalda a Colin.
—Él no es tu papá. No son tus padres. Colin te ama.
—¿Qué demonios, ____? ¿Quién es ésta y qué ha hecho con mi amiga? Hice una pausa. Tal vez estaba pasando mucho tiempo con Alice.
Ella me estaba contagiando.
—Es justo —murmuré.
Scarlett suspiró con alivio.
—Entonces piensas que hice lo correcto.
—No —respondí honestamente—. Creo que estás asustada. Pero de una persona asustada a otra, sé que nada va a hacerte cambiar de parecer.
Nos quedamos en silencio, apenas respirando en el teléfono la una a la otra, sintiendo esa conexión entre nosotros, ese alivio de que había alguien más ahí afuera igual de arruinada.
—¿Has pensado en la realidad de esto, Scarlett? —susurré finalmente—. Colin con alguien más, me refiero.
Un ruido ahogado crepitaba el teléfono. Mi corazón se rompió por ella.
—¿Scarlett?
—Tengo que irme. —Colgó. Y de alguna manera supe que había colgado para llorar. Nunca lloramos. Sintiendo una profunda melancolía arropándome, le mandé un mensaje para aconsejarla que realmente pensara las cosas antes de que hiciera algo de lo que ella se arrepentiría. Por una vez, me hubiera gustado no estar tan rota, así Scarlett tuviese una mejor amiga que fuese fuerte y no tuviera miedo de amar, de sostenerse, como ejemplo de lo que era posible.
En cambio, yo era su excusa de que ella no estaba siendo irracional. Yo era su facilitadora.
—¿____?
Eché un vistazo por encima a Louis.
—¿Sí?
—Un poco de ayuda, por favor.
—Oh, por supuesto.
—¿Deseas una rápido caminata después del trabajo?
—No, Louis. —Sacudí mi cabeza, siguiéndolo afuera, demasiado deprimida para incluso bromear con él.
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El domingo llegó antes de que me diera cuenta, y estaba tan preocupada con mi libro y con Scarlett, quien se mantuvo evitando mis llamadas, y con demasiado miedo de hablar con Colin en caso de que abriera otra grieta en mi corazón con su dolor, que no tuve oportunidad de dar con una excusa para salir de la cena con la familia de Alice. En lugar de eso me metí en un taxi con Alice, vestida para celebrar el caliente día con mis shorts Topshop y una bonita camisola de seda color verde oliva.
Partimos de Stockbridge y paramos literalmente cinco minutos más tarde fuera de un apartamento que se parecía mucho al nuestro.
En el interior, estaba sorprendida de encontrar la casa de los Evans muy parecida a la nuestra también. Las habitaciones eran enormes, altos techos, y una colección agradable de desorden que me recordó mucho a la de Alice. Ahora sabía de dónde lo tenía.
Lisa me saludó con un beso muy francés en ambas mejillas. Al igual que Alice, ella era alta y hermosa de una manera delicada. Por alguna razón me había estado esperando un acento francés, a pesar de que Alice me había dicho que su madre se había trasladado a Escocia cuando tenía cuatro años.
—Alice me ha contado mucho de ti. Me dijo que las dos se habían convertido en amigas rápidamente. Estoy feliz. Estaba un poco preocupada cuando me dijo que iba a tener un compañero de piso, pero todo salió muy bien.
Sentí que tenía quince otra vez. Lisa simplemente tenía esa manera maternal de hablarte.
—Si, así ha sido —respondí con simpatía—. Alice es genial.
Lisa sonrió, luciendo veinte años más joven y mucho más parecida a su hija mayor.
A continuación, me presentaron a Richard, una especie de hombre indescriptible, cabello oscuro con gafas y una sonrisa dulce.
—Alice dice que eres escritora.
Le arrojé a Alice una sonrisa irónica. Ella les decía a todos que era una escritora.
—Tratando de serlo.
—¿Qué escribes? —preguntó Richard, dándome una copa de vino.
Nos habíamos congregado en la sala de estar mientras Lisa comprobaba algo en la cocina.
—Fantasía. Estoy trabajando en una serie de fantasía.
Los ojos de Richard se abrieron como platos fraccionalmente detrás de sus gafas.
—Me encantan las novelas de fantasía. Sabes, estaría encantado de leerlo antes de enviarla para consultas.
—¿Quiere decir, versión beta?
—Sí. Si te gustaría.
Recordando que Richard era un profesor de la universidad y solía calificar trabajos, estaba secretamente muy satisfecha por su oferta. Le di una pequeña sonrisa de gratitud.
—Eso sería genial. De verdad se lo agradecería. Por supuesto, estoy muy lejos de terminarlo todavía.
—Bueno, cuando lo hagas, sólo dame un grito. Sonreí.
—Lo haré, gracias.
Estaba justamente comenzando a pensar que lograría pasar esta particular cena familiar cuando escuché niños riendo.
—¡Papá! —La voz de un niño en el pasillo dirigiéndose hacia nosotros, y entonces su dueño apareció en la puerta. Corriendo hacia Richard, el rostro del niño pequeño estaba iluminado por la emoción. Supuse que se trataba de Josh, el medio hermano de diez años de Alice.
—Papá, mira lo que Chris me trajo. —Metió una consola y dos juegos en la cara de Richard.
Richard los miró, sonriendo.
—¿Ese era el que querías?
—Sí, es la última versión.
Mirando hacia arriba en la puerta, Richard chasqueó la lengua en señal de burlona desaprobación.
—No es su cumpleaños hasta la próxima semana. Lo consientes demasiado.
Me sacudí con fuerza, mis palmas sudando instantáneamente al ver a Chris en la puerta con la mano en el hombro en una versión en miniatura de Alice. La adolescente estaba acurrucada junto a él, su flequillo grueso y pelo corto estilo excepcional para una cosa tan pequeña. Mis ojos no se detuvieron mucho en la mini-Alice, que deduje era Aria. No, se deslizó a lo largo de Chris, absorbiéndolo antes de que pudiera detenerlos.
La atracción quemaba a través de mi sangre.
Chris llevaba jeans negros y una camiseta gris. Era la primera vez que lo veía en algo casual, la primera vez que mis ojos tenían acceso a sus fuertes bíceps y anchos hombros.
Sentí un estremecimiento entre mis piernas y aparté rápidamente la mirada, odiando que él le hiciera esto a mi cuerpo.
—Lo sé —respondió Chris—. Pero no quiero tener que pasar otra tarde de domingo escuchando a Josh balbucear en mi oreja sobre la maldita consola.
Josh sólo se rió, dejando caer su mirada triunfante a su juego a medida que se dejaba caer a los pies de su padre y empezaba a cargar un juego de Súper Mario Bros.
—¿Mira lo que tengo? —Sonrió Aria tímidamente, levantando algo parecido a una tarjeta de crédito. Dios, esperaba que no lo fuera.
Richard la miró con los ojos entrecerrados.
—¿Qué es eso?
Los ojos de Aria se iluminaron.
—Una gran tarjeta de regalo para la librería.
—Bien. —Alice le sonrió, extendiendo su brazo hacia ella—. ¿Qué vas a comprar?
Su hermana menor se precipitó hacia ella, acurrucándose a su lado mientras se dejaba caer en el sofá. Ella me dirigió una tímida sonrisa antes de mirar a Alice.
—Hay una nueva serie de vampiros que quiero.
—Aria es un ratón de biblioteca —me explicó su voz ronca justo encima de mi cabeza.
Me volví para mirar a Chris de pie junto al sofá, mirándome con nada más que una sonrisa amistosa. Aunque un poco desconcertada por su cambio de actitud, me encontré sonriéndole a su vez.
—Ya veo. —Un enjambre de mariposas se despertó en mi estómago y me estremecí interiormente, apartando la mirada de él. Nunca se me ocurrió que Chris asistiría a la cena, aunque debería haberlo imaginado, considerando que Alice había dejado en claro que él era una gran parte de su familia.
—¿Le agradecieron a Chris? —preguntó Richard de pronto a sus hijos, llamando mi atención sobre ellos y lejos del sexo en las piernas a mi lado.
Un par de "sí" murmurados respondieron a la pregunta.
—Aria, Josh, ésta es mi compañera de piso, ____. —Me presentó Alice. Le sonreí a los dos.
—Hola. —Aria me dio un gesto tímido. Sentí un apretón en mi pecho de lo adorable que era.
—Hola. —Le saludé con la mano en respuesta.
—¿Te gusta el Nintendo? —preguntó Josh, esperando mi respuesta con una mirada evaluativa. Me di cuenta que mi respuesta o bien nos uniría o separaría.
—Oh, sí. Mario y yo nos conocemos.
Él me dio una sonrisa descarada. —Tienes un acento genial.
—Tú también.
Eso pareció agradarle y rápidamente volvió a su juego. Creo que pasé la prueba.
Richard le dio unas palmaditas en la cabeza a Josh. —Hijo, ponlo en silencio, por favor.
Casi de inmediato los sonidos familiares de Mario disminuyeron y decidí que me gustaban estos niños.
Leyendo entre líneas, supuse que Chris los consentía, y mirando alrededor de la casa no parecía como si les faltara nada, pero tenían modales excelentes, al igual que Alice.
—¡Chris! —Lisa entró lentamente en la sala, una gran sonrisa adorable
en su rostro—. No te oí entrar.
Chris le sonrió y la envolvió en un fuerte abrazo.
—¿Richard te ofreció algo de beber?
—No, pero me conseguiré algo.
—Oh, no, permíteme. —Richard se puso de pie—. ¿Una Lager?
—Sí, gracias, suena bien.
—Toma asiento. —Lisa arrastró a Chris hasta el sillón a mi derecha cuando Richard salió de la habitación. Ella se sentó en el brazo del mismo y apartó el cabello despeinado de Chris de su frente—. ¿Cómo has estado? Escuché que tú y Gigi terminaron.
Chris no se me había parecido realmente el tipo de persona que le gusta ser "mimado maternalmente" pero él sólo se sentó allí, pareciendo disfrutar de la atención de Lisa. Le tomó la mano y le besó los nudillos afectuosamente.
—Estoy bien, Elle. Era cuestión de tiempo, eso es todo.
—Mmm —contestó ella con el ceño fruncido. Y entonces, como si recordara que estaba allí, se volvió hacia mí—. Ya has conocido a ____, ¿no es así?
Chris asintió, con una sonrisa suave, casi secreta, curvando las comisuras de sus labios. Aun así, era una agradable, no sexual, y no sabía si estar feliz o decepcionada por eso. Hormonas estúpidas.
—Sí, ____ y yo nos hemos conocido.
Sentí que mis cejas se elevaron. El ceño de pronto desapareció cuando Richard regresó y la conversación cobró impulso. Hice lo que pude, respondiendo a sus preguntas y correspondiendo, sin embargo nunca estuve tan agradecida por Alice. Ella vino a mi rescate cuando su madre comenzó a hacer preguntas acerca de mis padres, desviando las preguntas fácilmente de mí a Lisa , y suspiré con alivio por haber escapado a tener que ser completamente grosera. Pensé que lo estaba haciendo bien. Incluso logré intercambiar amigablemente bromas, no sexuales, con Chris. Luego pasamos al comedor para la cena.
Hubo algo acerca de la risa, todas las conversaciones y ruido, cuando nos acomodamos a su alrededor, sirviéndonos las patatas, verduras y salsa para comer con las porciones generosas del pollo asado que Lisa había puesto en nuestros platos. Mientras vertía la salsa por encima de mi cena, su charla, su cariño, la cálida normalidad, que disparó los recuerdos...
—Invité a Mitch y Arlene para la cena —dijo mi madre, poniendo asientos adicionales en el lugar. Cynthia también cenaría con nosotros ya que estábamos trabajando en un proyecto de la escuela juntas, y mi padre estaba acomodando a la bebé Lucy en su silla alta.
Papá suspiró. —Menos mal que hice un montón de chile... como están las
cosas, Mitch probablemente se lo va a comer todo.
—Pórtate bien —sentenció mamá con una pequeña sonrisa en sus labios—. Van a estar aquí en cualquier momento.
—Sólo digo. El sujeto puede comer.
Cynthia se rio a mi lado, disparándole a mi padre una mirada de adoración. El papá de Cynthia nunca estaba en torno de modo que mi papá era como Superman para ella.
—Entonces, ¿Cómo está resultando el proyecto? —preguntó mamá, vertiéndonos jugo de naranja.
Le lancé a Cynthia una sonrisa secreta. No estaba resultando en absolutamente nada. Habíamos pasado la última hora chismeando acerca de Simon Jones y Jude Jeffrey.
Mi madre soltó un bufido, atrapando la mirada. —Ya veo.
—¡Hola vecinos! —Un gran saludo de lo más alegre resonó cuando Mitch y Arlene abrieron las puertas francesas, entrando sin llamar. Estaba bien. Estábamos acostumbrados a su familiaridad excesiva, ya que eran nuestros únicos vecinos más cercanos a la casa. Mi mamá amaba su familiaridad excesiva.
¿Mi papá? No tanto.
Después de un montón de saludos —Mitch y Arlene eran incapaces de decir "hola" sólo una vez— todos finalmente nos establecimos en torno a la mesa de la cocina con el famoso chile de mi papá.
—¿Por qué nunca cocinas para mí? —se quejó Arlene de Mitch después de gemir un poco extrañamente ante su primer bocado del chile de papá.
—Nunca lo pides.
—Apuesto a que Jane nunca tiene que pedirle a Luke que cocine, ¿verdad, Jane?
Mi madre le lanzó un llamado a papá con los ojos muy abiertos en busca de ayuda.
—Uhm...
—Sí, eso es lo que yo pensaba.
—Papá, Lucy dejó caer su jugo. —Asentí hacia el suelo.
Puesto que él era el más cercano, se agachó a recogerlo.
—Mi papá nunca cocina —dijo Cynthia, tratando de que Arlene se sintiera mejor.
—Ves —murmuró Mitch en torno a su chile—. No soy sólo yo.
Arlene frunció el ceño. —¿Qué quieres decir con "ves"? Como si el hecho de que otro hombre no cocine para su esposa de alguna manera hace que sea aceptable que tú no cocines para la tuya.
Mitch tragó audiblemente. —Está bien. Voy a cocinar.
—¿Sabes cocinar? —preguntó mamá con suavidad y escuché a mi papá atragantarse con un trozo de chile.
Escondí mi risa en un trago de jugo de naranja.
—No.
El silencio descendió en torno a la mesa, mientras todos nos miramos entre sí y luego nos echamos a reír. Lucy gritó al oír el ruido, su pequeña mano golpeando su jugo y enviándolo a volar de nuevo, lo que nos hizo reír más fuerte..
A ese recuerdo le siguió otro recuerdo de una cena de Navidad. Acción de Gracias. Mi decimotercer cumpleaños...
Los recuerdos me provocaron un ataque de pánico. Primero mi cabeza se tornó confusa y rápidamente bajé la salsera de mi mano ahora temblando. La piel de mi rostro hormigueaba y un sudor frío se filtraba por mis poros. Mi corazón se aceleró con tanta fuerza detrás de mi caja torácica que pensé que podría explotar.
Mi pecho se tensó y me esforcé por respirar.
—¿____?
Mi pecho subía y bajaba rápidamente en respiraciones cortas, mis ojos asustados en busca de la voz.
Chris.
Dejó caer su tenedor, inclinándose sobre la mesa hacia mí, con un ceño de preocupación entre sus cejas. —¿____?
Tenía que salir de allí. Me faltaba el aire.
—____...—murmuró Chris, empujándose de la mesa, con la intención de venir alrededor de la mesa para ayudarme.
En cambio, salí disparada de mi asiento, sosteniendo mis manos en alto para detenerlo. Sin decir una palabra, me di vuelta y salí corriendo de la habitación, corriendo por el pasillo hasta el baño donde me encerré en el interior.
Con manos temblorosas empujé abriendo la ventana, y tanto ellas como el resto de mí se mostraron agradecidas por la corriente de aire que explotó sobre mi cara, aunque fuera aire caliente. Sabiendo que tenía qué calmarme, me concentré en frenar mi respiración.
Unos minutos más tarde, mi cuerpo y mente volvieron a sí mismo y me dejé caer en el asiento del inodoro, mis miembros todos gelificados. Me sentía agotada de nuevo. Mi segundo ataque de pánico.
Genial.
—¿____? —Su voz retumbó a través de la puerta.
Cerré los ojos ante ella, preguntándome cómo demonios iba a explicarme. La vergüenza calentó la sangre en mis mejillas.
Pensé que había superado esto. Habían pasado ocho años. Debería haberlo superado ya.
Con el sonido de la puerta al abrirse, mis ojos se entreabrieron, y miré como un Chris preocupado entró y cerró la puerta.
Brevemente me pregunté por qué me había seguido él y no lo había hecho Alice. Cuando no dije nada él se acercó, agachándose lentamente sobre sus talones de modo que así estuviéramos a la misma altura. Mis ojos buscaron su rostro hermoso y por una vez, me hubiera gustado poder romper mis propias malditas reglas. Tenía la sensación de que Chris sería capaz de hacerme olvidar todo por un tiempo. Nos miramos el uno al otro durante lo que pareció una eternidad, sin decir una palabra. Esperaba un montón de preguntas ya que debía estar claro para todo el mundo, o al menos para los adultos en la mesa, que había tenido un ataque de pánico. Sin duda, todos estarían preguntándose por qué, y realmente no quería volver allí.
—¿Mejor? —preguntó Chris finalmente en voz baja.
Espera. ¿Eso era todo? ¿Nada de preguntas minuciosas?
—Sí. —No, no en realidad.
Él debe haber leído mi reacción a su pregunta en mi cara, porque inclinó la cabeza hacia un lado, con la mirada pensativa.
—No es necesario que me lo digas. — Esbocé una sonrisa sin humor.
—Sólo dejaré que pienses que soy una loca de mierda.
Chris me devolvió la sonrisa. —Ya lo sabía. —Se puso de pie, sosteniendo una mano hacia mí— Vamos.
Miré a su mano extendida con cautela. —Creo que tal vez simplemente me
debería ir.
—Y yo creo que deberías tener una buena cena con algunos buenos amigos.
Pensé en Alice y lo cálida y acogedora que había sido conmigo. Sería un insulto irme de la cena de su madre y me encontré a mí misma no queriendo hacer nada que pudiera alejar a Alice.
Tomando la mano de Chris tentativamente, dejé que me levantara a mis pies. —¿Qué voy a decir? —Nada servía pretender ser fría y serena con él ahora. Él ya me había visto en mis más vulnerables momentos. Dos veces.
—Nada —me aseguró—. No tienes que dar explicaciones a nadie. —Su sonrisa fue amable.
No podía decidir qué sonrisa me gustaba más. Ésta, o la traviesa de antes.
—Está bien. —Tomé una respiración profunda y lo seguí. No soltó mi mano hasta que llegamos al comedor, y me negué a reconocer el sentimiento privado en mi pecho cuando su toque se apartó del mío.
—¿Estás bien, cariño? —preguntó Lisa tan pronto como entramos en la habitación.
—Un poco de insolación. —Chris le dio un gesto de desdén a la madre de Alice con tranquilidad—. Estuvo en el sol durante mucho tiempo esta mañana.
—Oh. —Volvió su preocupación maternal en mí—. Espero que por lo menos llevaras protector solar.
Asentí, deslizándome en mi asiento. —Simplemente se me olvidó ponerme un sombrero.
A medida que la conversación retornó y la tensión desapareció de la mesa,no les hice caso a las miradas sospechosas de Alice y le disparé a Chris unasonrisa de agradecimiento.
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