𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁𝑜 04.

Lena, la heroína de mis series de fantasía, y una chica mala asesina en el reino de Morvern, estaba supuestamente planeando su ataque al teniente de la reina, Arvane, un mago que estaba secretamente

teniendo una aventura con la sobrina de la reina, y usando su influencia y magia para manipular el control monárquico y político. En su lugar, Lena había comenzado a fantasear sobre desnudar a Ten, el jefe de la guardia de la reina. Ten, quien había sido rubio en los primeros cinco capítulos, era ahora castaño con los ojos azules. Él tampoco se suponía era el héroe romántico. No se supone que habría un héroe romántico en absoluto. ¡Esto era todo sobre Lena!

Frustrada, empujé lejos mi laptop.

¡Maldito Chris! Estaba incluso contaminando mi manuscrito con su sexualidad tóxica.

Eso es todo. Me estaba rindiendo por hoy. Sabiendo que Alice traía comida China para la cena después de su investigación en la universidad, decidí hacer un espacio para el gimnasio justo a la vuelta de la esquina en la Calle Queen como un ataque preventivo contra las calorías. Por lo general no me preocupaba por mi ingesta de alimentos, pero había estado en los deportes en la escuela y me gustaba mantenerme en forma. Buena cosa también, porque de verdad me gustaban las papas fritas, o patatas fritas, como se les llama aquí. Cualquier papa, todas las papas, que engorden, deliciosas y crujientes papas fritas. Mi cercana relación con las papas fritas era posiblemente la más real en mi vida.

Conduje la frustración de mi libro a la cinta de correr, la bicicleta elíptica, bicicletas fijas y pesas hasta que era un desastre sudado y sucio. El entrenamiento me relajó lo suficiente para que mi cerebro comenzara a trabajar otra vez. Un personaje comenzó a formarse en mi cabeza y ella no me dejaría en paz. Sobre todo porque era muy parecida a mí. Estaba sola en la vida, independiente, impulsada. Había crecido en orfanatos en Escocia y se mudó a los EE.UU. con una visa de trabajo y terminó enamorándose...

El personaje era mi mamá. La historia de mi mamá había sido genial hasta que terminó trágicamente. Todo el mundo ama una buena tragedia. Todos amarían a mi mamá. Ella había sido valiente y franca, pero muy amable y compasiva. Mi padre la había adorado desde el minuto que la conoció pero le había llevado seis meses romper sus defensas. Su romance había sido épico. Nunca había pensado escribir un romance antes, pero no podía conseguir sacar la idea de inmortalizar a mis padres en papel. Los destellos de recuerdos que había enterrado bajo un frío acero comenzó a pasar a través de mis ojos hasta que el gimnasio desapareció a mí alrededor: mi mamá parada frente al fregadero de la cocina, lavando los platos porque no confiaba en el lavavajillas. Mi papá silenciosamente presionándose contra su espalda, sus brazos deslizándose alrededor de su cintura y abrazándola más cerca mientras le susurraba en su oído. Lo que sea que había dicho le había hecho derretirse contra él, inclinando su cabeza para besarlo. Luego destelló a mi padre persiguiendo a mi mamá en la casa por la noche, la puerta cerrándose, asustándonos hasta morir a mi niñera y a mí. Mi mamá le gritaba por ser un macho Alfa idiota. Mi papá gruñéndole sobre como él no iba a mantenerse al margen mientras miraba a un idiota de su trabajo coquetear abiertamente con ella en frente de él. Mi mamá gritando que él no tenía que golpear al tipo.

—¡Él tenía su mano en tu trasero! —le había espetado mi papá en respuesta, mientras veía todo con asombro desconcertado. ¿Alguien había puesto su mano sobre el trasero de mi mamá enfrente de papá? Idiota.

—Me estaba encargando de eso —argumentó mamá.

—¡No lo suficientemente rápido! ¡No trabajarás más con él!

Desde allí, la discusión se había intensificado hasta que mi niñera huyó sin esperar su pago. Pero no estaba preocupada sobre la discusión. Mis padres siempre habían tenido una relación apasionada. La discusión se resolvería sola. Y lo hizo. Mi papá se disculpó por perder la calma pero no retiró la cosa de "no trabajar más con él". El asunto se volvió tan grande que mi mamá eventualmente aceptó, porque el idiota del trabajo era, bueno, un idiota y asumo que hubo más historia de lo que pasó esa noche.

Mi mamá finalmente se mudó a otra empresa de contabilidad. El matrimonio era todo sobre comprometerse, decía, y papá lo haría por ella. Los recuerdos eran tan claros. Podía ver el oro en los ojos color avellana de mamá, podía oler la colonia de papá, podía sentir sus brazos a mi alrededor, la mano de mamá acariciando mi cabello...

Mi pecho se apretó y me tambaleé en la cinta, el mundo a mi alrededor volviendo, pero en una cadencia de color y ruido que no tenía sentido. Mi sangre estaba pulsando en mis oídos, mi ritmo cardíaco había aumentado tan rápido que luchaba por respirar. El dolor estalló en mi rodilla, pero apenas fui consciente de ello, o de las fuertes manos que me ayudaron a ponerme de pie y luego llevando a tierra firme.

—Concéntrate en tu respiración —una suave voz ordenó en mi oído.

Seguí la voz y nadé a través del pánico, tomando el control de mi respiración.

Eventualmente mi visión se aclaró, la compresión en mi cabeza relajándose, mis pulmones abriéndose. Temblando por la adrenalina disparada por el ataque de pánico, me volví a mirar al chico que se aferraba a mí. Sus ojos oscuros estaban preocupados.

—¿Te sientes mejor?

Asentí, vergüenza inundándome cuando levanté la mirada para ver a las personas mirándonos desde las máquinas. Gentilmente me liberé de su agarre.

—Lo siento. Sacudió su cabeza.

—No lo hagas. Sólo me alegro de haberte agarrado antes que todo tu cuerpo se golpeara con la cinta. Sin embargo, tu rodilla va a tener un desagradable moretón. —Hizo un gesto hacia ella.

Bajé la mirada y vi un desgarro en mis leggins de deporte y el dolor me golpeó. Hice una mueca, flexionando la pierna.

—Genial.

—Soy Harvey. —Extendió su mano hacia mí y cortésmente la tomé, pero apenas la estreché. Estaba exhausta.

—____. Gracias, por cierto.

Harvey frunció el ceño y me di cuenta que era lindo, si te gustaba el tipo musculoso de corte limpio, deportivo. Y él era rubio.

—¿Segura que estás bien? Reconozco un ataque de pánico cuando lo veo.

Sonrojándome interiormente, negué con la cabeza, no queriendo sacar a relucir los recuerdos que habían producido el ataque.

—De verdad estoy bien. Sólo ha sido una semana estresante. Pero, um... de nuevo gracias. Simplemente me voy a casa.

—Te he visto aquí antes. —Me detuvo con una sonrisa—. Soy entrenador personal aquí.

—De acuerdo.

Sonrió a mi respuesta.

—Sólo digo, estoy aquí. Si necesitas cualquier cosa.

—Tendré eso en mente. De nuevo, gracias. —Le di una despedida avergonzada y me marché a los vestuarios.

Supongo que el libro sobre mi mamá estaba descartado.

☼☼☼☼☼☼☼☼☼☼

Llegué a casa antes que Alice y decidí que necesitaba mantenerme en movimiento, aterrorizada de provocar otro ataque de pánico. No había tenido uno de esos en años. Comencé a poner los platos en la cocina tratando de conjurar planes en mi cabeza para el próximo capítulo de mi novela de fantasía en un intento de pretender que lo que pasó en el gimnasio no había sucedido realmente.

Mi mente fue sacada del ataque de pánico. Eso sí, no por mi novela. Ese maldito Chris se entrometió de nuevo.

Abrí el cajón de los cubiertos y encontré un montón de basura que no pertenecía allí. Lo próximo en la lista: reorganizar el desastre que Alice había hecho en la cocina. El cajón estaba lleno de extraños objetos y extremos de: hilos, agujas, una cámara, cinta adhesiva doble, y fotografías. Había una de Chris apoyado en una barandilla que daba por encima del agua en algún lugar. Era un día soleado, y él se había vuelto a la cámara justo a tiempo, sus ojos entrecerrados contra la luz, su hermosa boca curvada hacia arriba en una sonrisa afectuosa.

Mientras sacaba los platos, la sonrisa de Chris me recordó a su risa, y su risa se mantuvo resonando en mis oídos como lo había hecho durante los últimos cuatro días desde que lo vi en el bar. Todo lo que podía pensar era en él sin camisa conmigo envuelta a su alrededor como una tortilla. Sólo porque había escrito sobre encuentros sexuales, no significa que no sea una mujer llena de sangre que se calienta justo como todos los demás.

Tenía una caja de zapatos con juguetes vibradores que se encargaban de mí cuando estaba de ánimo. Pero desde que conocí a Chris, estaba constantemente de ánimo y de vez en cuando el pensamiento de salir a buscar un soporte de una noche cruzaba mi mente.

Por supuesto, recordaba lo que se siente despertarse con dos extraños a cada lado de mí en una cama extraña y no saber qué demonios había pasado, y esa idea se evaporaba al instante. Simplemente... no podía entender cómo me podía sentir tan atraída por alguien. Alguien que apenas conocía. La puerta principal se cerró de golpe, sacudiéndome de esos pensamientos, y comencé a verter agua para mí y té para Alice.

—Holaaa —arrulló ella alegremente al entrar en la cocina, el olor de la comida China desencadenando una serie de quejas desde mi estómago—.

—¿Cómo estuvo tu día? —Dejó la comida en la mesa e inmediatamente comencé a ayudarla a sacarla.

—Estuvo bien —murmuré, masticando una galleta de gamba.

Cuando finalmente nos sentamos una frente a la otra, me lanzó una mirada de preocupación.

—¿Estás bien?

No, no lo estoy. Fui al gimnasio y tuve un ataque de pánico en frente de un montón de extraños. Oh, y tu coqueto hijo-de-puta hermano no saldrá de mi cabeza o mis fantasías sexuales. Estoy caliente, molesta, y no me gusta.

—Bloqueo de escritor.

—Oh, eso es basura. Sólo sé cómo es cuando estoy escribiendo mi investigación. No me puedo imaginar qué tan mal se vuelve cuando escribes una novela.

—Más que frustrante.

Comimos en silencio por un momento o dos, y noté con curiosidad cuán tensa se veía Alice.

—¿Tuviste un buen día?

Ella me dio una sonrisa triste justo antes de tomar un bocado de arroz al curry. Cuando terminó de masticar, asintió.

—Estoy comenzando a sentir la presión de ser una estudiante de post- grado.

—Ah, la alegría de la vida del estudiante.

Alice murmuró su acuerdo, y después de mirar fijamente la mesa en silencio por un minuto, preguntó:

—Así que... ¿Qué pensaste de Sebastian la otra noche?

La pregunta pareció salir de la nada y había una definitiva timidez en la misma. Huh. Sabía que algo pasaba allí.

—No lo sé. En realidad no pude hablar con él. Es lindo. Parece amigable.

Una mirada soñadora pasó por el rostro de Alice. No es broma. Soñadora. Solo había visto una mirada como esa en las películas. La chica lo tenía mal.

—Sebastian es genial. Él y Chris han sido amigos por siempre. Si no estaba Chris intimidando a mis novios en la secundaria, lo hacía Sebastian. —Ella se sonrojó, sacudiendo su cabeza—. Lo seguía a todos lados cuando era una niña.

—¿Ustedes están saliendo?

Alice disparó su mirada a la mía, sus ojos muy abiertos.

—No. ¿Por qué? ¿Te parece de esa manera?

Bien. Pregunta equivocada.

—Un poco.

—No. —Sacudió su cabeza vehementemente—. Sólo somos amigos. De todos modos, Chris siempre me está diciendo lo ofrecido que es. No sentaría nunca cabeza. Y es demasiado parecido a un hermano para mí para que haya algo... ya sabes... más... —se fue apagando poco convincente.

Sabía una cosa de todos modos. Nunca tendría que preocuparme acerca de Alice mintiéndome. No podía mentir una mierda.

—Está bien.

—Entonces ¿estás viendo a alguien? — Maldición. Era mi culpa. Hice una pregunta.

—No. ¿Y tú?

—No. —Ella suspiró—. ¿Cuándo fue tu última relación?

¿El sexo cuenta como una relación? Me encogí de hombros.

—¿Cuándo fue la tuya?

Alice frunció sus labios, sus pestañas bajaron para cubrir la mirada endurecida de sus ojos. Una feroz ola protectora se precipitó sobre mí de la nada, sorprendiéndome hasta el infierno.

—¿Alice?

—Hace nueve meses.

¿Y qué te hizo el bastardo?

—¿Qué sucedió?

—Salimos durante cinco meses. Me dijo que trabajaba en Glasgow para una agencia de reclutamiento. En realidad trabaja para una compañía de desarrollo inmobiliario aquí en Edimburgo. Estaban haciendo una oferta contra Chris por esta parcela increíble en Commercial Quay. Resultó que sólo me estaba usando para llegar a Chris, para saber cuál sería la oferta de Chris de modo que su empresa pudiera superar la oferta. Basta con decir que la relación no terminó bien. Él terminó con la nariz rota y Chris terminó con la parcela.

Levanté una ceja, silenciosamente felicitando a Chris por enseñarle la lección completa.

—¿Chris le dio una paliza?

—No. — Alice negó con la cabeza—. Chris no pelea. No lo ha hecho en mucho tiempo. —Sonrió ampliamente ahora—. Fue Sebastian quien le dio tremenda paliza.

Le sonreí de vuelta.

—No debería tolerar la violencia, pero... felicidades, Sebastian.

Alice se rio y luego se puso seria.

—Sólo estoy contenta de que mi ingenuidad no haya causado ninguna dificultad a Chris en su trabajo.

Estoy segura que eso no era lo que preocupaba a Chris. No sabía cómo lo sabía, pero lo hacía. Cualquiera que tuviera ojos y oídos podría decir que Alice era importante para él.

—No puedo creer que alguien armaría tanto problema, haría algo tan atroz, por una parcela de tierra.

—Commercial Quay está realmente arriba y en alza. Restaurantes Michelin Star, cirugías cosméticas, elegantes bares cocteles... Chris está construyendo pisos de lujo allí y ellos van en busca de cualquier cosa desde medio millón a un millón por los penthouses. Muy por el margen del beneficio.

—Los chicos apestan.

Alice levantó su taza de té en acuerdo.

Después de un rato de silencio, masticando, Alice se aclaró la garganta.

—Noté algunas fotografías de tu familia en tu habitación antes. Ya sabes, puedes ponerlas en la sala de estar o en cualquier lugar en el apartamento. Es tu casa ahora, también.

Me puse rígida ante la mención de mi familia, todavía inquieta por tener otro ataque.

—Está bien.

La oí suspirar en respuesta y me preparé.

—En serio no hablas mucho de ellos.

¿Ya había llegado la hora? Con Scarlett habían pasado seis semanas antes que se enterara. Con el estómago revuelto, empujé el plato lejos antes de sentarme para encontrarme con la ansiosa mirada de Alice. Éramos compañeras de piso ahora, nos llevábamos... sorprendentemente bien, teniendo en cuenta lo diferentes que éramos, y era el momento justo para poner las cartas sobre la mesa.

—Mi familia está muerta —le dije entumecida, sin dolor, sin lágrimas, nada para que ella viera mientras veía sus mejillas palidecer—. No hablo de ellos. Nunca.

No sé qué estaba esperando. Tal vez porque Alice era tan abierta y amable pensé que haría un intento de romper mi guardia. Pero me sorprendió de nuevo.

—Está bien —contestó, y la vi luchando por ocultar la compasión de su mirada.

—Bien entonces. —Le di una sonrisa suave, tranquilizadora y ella la respondió, sus hombros relajándose.

Un minuto después murmuró:

—Sabes, puedes ser un poco intimidante.

Mis labios se curvaron en tono de disculpa.

—Lo sé. Lo siento.

—Está bien. Estoy acostumbrada a Chris.

Como si él hubiera oído su nombre, el celular de Alice se iluminó y su nombre apareció en la pantalla. Ella respondió de inmediato, pero sin su alegría habitual. Parece que mi familia muerta era una asesina de estado de ánimo.

☼☼☼☼☼☼☼☼☼☼

No sé cómo, pero Alice había logrado convencerme de que saliera con ellos. Miré a los amigos de Alice y Chris, yo estaba con un vestido que había tomado de su guardarropa. Estaban sentados en sofás alrededor de una mesa baja de café en un bar en George IV Bridge. Chris había llamado hace dos horas pidiéndonos que nos reuniéramos todos aquí. Por supuesto, yo había estado lista en una hora. A Alice le había llevado una eternidad estar lista,

y cuando le disparó a Sebastian una sonrisa, empecé a entender por qué.

—Todo el mundo, esta es mi nueva compañera de piso ____. —Ella se volvió hacia mí—. ____, estos son Jenna y Ed.

Había conseguido el aspecto descuidado en el taxi hasta aquí. Jenna, la rubia linda con las gafas extravagantes y el anillo de compromiso de diamantes era la mejor amiga de Alice y su compañera estudiante de doctorado. Ed, el chico rubio bajo que tenía estilo friki, era el prometido de Jenna.

—Y ya has conocido a Seb y Chris. —Su sonrisa se deslizó un poco mientras miraba a la mujer sentada apretada contra Chris. Tenía cabello rubio pálido, casi blanco, grandes ojos azules, extremidades largas y una boca completamente petulante—. Y esta es Gigi. La novia de Chris.

Recordé al instante que a Alice no le gusta. Dado el gesto de desprecio que Gigi le dio a Alice, estaba claro que el sentimiento era mutuo. Saludé a todos, evitando la mirada de Chris e ignorando la forma en que mi corazón latía con fuerza contra mis costillas sólo por estar cerca de él y su novia.

De ninguna manera iba a sentirse desanimada por el hecho de que ella me recordaba a Jade: mi opuesto completo en todo sentido.

Sentándome al lado de Jenna mientras Alice corría a conseguirnos bebidas, traté de mirar a cualquier parte menos a la pareja a mi derecha.

—¿Cómo te estás aclimatando ahí, ____? —preguntó Seb desde el otro lado de la mesa.

Agradecida, le di una gran sonrisa.

—Bien, gracias.

—¿Así que tú y Alice se están llevando bien entonces?

Algo en su voz me dijo que no era una pregunta casual. Estaba preocupado por mi compañera de piso. Empecé a preguntarme si los sentimientos de Alice podrían ser correspondidos.

—Nos estamos llevando sorprendentemente bien. Ella es una gran persona.

Mi respuesta estuvo bien para él.

—Bueno, me alegro. Así que, ¿Alice me dijo que estás escribiendo un libro?

—Oh Dios mío —interrumpió Gigi con su acento Inglés gutural. Odiaba que su acento fuera tan genial—. ¿Te dije, cariño, que mi amiga Cheryl fue publicada?

Chris negó con la cabeza, sus ojos clavados en mi rostro. Aparté la mirada rápidamente, fingiendo estar fascinada por las noticias de Gigi sobre esta misteriosa persona Cheryl.

—Cheryl es mi mejor amiga de casa —explicó Gigi a la mesa mientras Alice regresaba con las bebidas. Yo me arrimé para dejarla sentar a mi lado—. Ella escribe los mejores libros que existen.

—¿De que tratan? —preguntó Ed cortésmente. Eché un vistazo a Jenna y vi que ella y Alice estaban intercambiando "una mirada". Estaba descubriendo que Gigi no era del todo bienvenida entre las chicas.

—Oh, son simplemente increíble. Tienen que ver con esta chica del hospicio que se enamora de un chico que es un hombre de negocios, pero todavía tiene, digamos, un viejo título Inglés... como un conde o algo así. Tan romántico. Y su escritura es simplemente increíble. Ella es simplemente increíble.

Bien. Al parecer, ella era increíble.

—Así que, ¿es una novela histórica? —preguntó Ed.

—No. —Ella sacudió la cabeza con perplejidad.

—Gigi —Chris parecía estar tratando de no sonreír—, ya no existen tales cosas como un hospicio. ¿Estás segura que no es histórica?

—Bueno, Cheryl dijo que no lo era.

—Entonces estoy seguro de que tienes razón —le dijo Sebastian agradablemente. Los hombros de Alice se sacudieron a mí lado ante el sarcasmo muy bien disimulado en su respuesta. Traté de mirar a otra parte menos a Chris.

—Jenna, ¿cuándo es tu primer ajuste del vestido de nuevo? —preguntó Alice, mirando a mí alrededor.

Jenna sonrió con picardía.

—Oh, no será en un tiempo. He sido expulsada de la casa de mi madre porque sigo entrando en su armario para mirarlo.

—¿Ah, sí? —le pregunté, tratando de ser amable—. ¿Cuándo es la boda?

—En cinco meses —dijo Ed, sonriendo cariñosamente a Jenna.

Vaya. Un tipo que no tenía miedo de mostrar cómo se sentía en realidad. Fue desarmante y otra imagen relámpago de mi papá sonriendo a mi mamá pasó por mi cerebro. Tomé un trago, empujándolo hacia atrás debajo de toda mi coraza.

Alice hizo un pequeño sonido chirriante a mi lado.

—Deberías ver el vestido de Jenna. Conseguimos...

—Oh, cariño —interrumpió Gigi de nuevo—. ¿Te dije que Lisa se casa en octubre? Le dije que era una época terrible del año para casarse, pero ella insistió que quería una boda en otoño. ¿Alguna vez has escuchado algo como eso? De todos modos, es en algún castillo con corrientes de aire en un lugar llamado Oban, así que tendremos que organizar el alojamiento.

—El Castillo Barcaldine. —Chris asintió—. Es un pequeño lugar agradable.

—Tal vez en el verano, pero no en octubre.

Y eso fue más o menos como la siguiente hora transcurrió. Cada vez que alguien mencionaba un tema, Gigi tomaba el control, su voz alta resonando por encima del ruido del bar lleno de gente. Ella hacia fácil vilipendiarla, y supe casi de inmediato por qué Alice no podía soportarla. Gigi era maleducada, desagradable y completamente absorta en sí misma. Peor aún, tuve la sensación de que Chris estaba estudiando mi reacción hacia ella. ¿Por qué le importaba lo que yo pensara?

Necesitando un descanso de la voz de Gigi, una voz que había pensado era encantadora al principio y ahora me disgustaba mucho, me ofrecí para conseguir la siguiente ronda de bebidas. Me relajé en el bar, dándole al camarero mi pedido, y disfrutando de la tranquilidad, el bar estaba en la parte trasera del edificio, detrás de una pared y un pasillo, lejos de la voz de Gigi.

Pero entonces él tuvo que seguirme, ¿no?

El calor abrasó mi lado derecho cuando lo sentí presionarse contra mí mientras se apoyaba en la barra. Mi nariz se estremeció ante el olor de su colonia y esas mariposas estaban de vuelta de nuevo.

—Así que... ¿eres una escritora? —Chris miró hacia mí.

Era la primera vez que me preguntaba algo sin sexo en su voz. Lo miré, sorprendida por la curiosidad genuina en su pálida mirada. Sonreí con un poco de menosprecio. No era una escritora todavía.

—Trato de serlo.

—¿Qué escribes?

Pensé en mi mamá y respiré profundamente, empujando el pensamiento fuera.

—Fantasía.

Sus cejas se arquearon un poco como si no hubiera esperado que esa fuera mi respuesta.

—¿Por qué fantasía?

El camarero me dio el total de las bebidas antes de que pudiera responderle a Chris, pero Chris entregó el dinero antes de que pudiera alcanzar mi bolso.

—Voy a pagar —insistí yo.

Descartó mi oferta con desdén como si yo estuviera loca.

—¿Bien? —preguntó mientras tomaba su cambio. Las bebidas estaba puestas delante de nosotros en la barra, pero Chris no parecía que intentara llevarlas a la mesa.

Suspiré, sabiendo que mientras más rápido respondiera más rápido podría

alejarme de él.

—Porque la realidad no tiene autoridad allí. Mi imaginación controla todo.

—Tan pronto como las palabras salieron de mi boca me arrepentí de ellas. Una persona inteligente leería entre líneas. Y Chris era inteligente.

Nuestros ojos se encontraron, una comprensión silenciosa pasando entre nosotros. Por último, Chris asintió.

—Puedo ver la atracción en eso.

—Sí. —Arrastré mi mirada lejos. Ya es bastante malo que me hubiera visto físicamente desnuda. No necesitaba que me desnudara el alma.

—Me alegro de que Alice y tú se lleven bien.

—Eres muy protector con ella, ¿verdad?

—Te quedas corta.

—¿Por qué? Ella parece mucho más fuerte de lo que crees.

Sus cejas se fruncieron mientras pensaba en ello.

—No es acerca de su fuerza. Tal vez es la forma en que se ve o habla que engaña a la gente y la lleva a pensar que Alice es frágil. Sé la diferencia. Ella puede tomar las cosas malas y recuperarse mejor que nadie que yo conozca. No se trata de eso. Se trata de asegurarme de que las cosas malas no le pasen a ella en primer lugar. Es demasiado buena para su propio bien y la he visto lastimada demasiadas veces por personas que afirmaban que se preocupaban por ella.

No le envidiaba ese trabajo.

—Sí, puedo ver eso. Alice lleva su corazón en la manga.

—A diferencia de ti.

Sorprendida por la observación, lo miré con recelo.

—¿Cómo es eso?

Sus ojos estaban buscando, excavando, tratando de alcanzar dentro de mí. Di un paso atrás y él se acercó un poco más.

—He oído lo que Alice tenía que decir acerca de ti. Y luego está el cómo eres conmigo. Tratas de no ceder nada.

Retrocede.

—Tú tampoco. No sé de verdad nada acerca de ti.

—No soy tan difícil de llegar a conocer, de verdad. —Me lanzó una rápida sonrisa—. Pero tú... creo que has hecho una forma de arte de la desviación y el auto dominio.

Deja de analizarme. Puse los ojos en blanco.

—¿Crees que lanzarte un trapo es un ejemplo de cuán dueña de mí misma soy?

Él se rió, una reverberación profunda que rebotó todo su camino por mi espalda.

—Muy justo. —Y entonces me disparó otra vez esa mirada: esa mirada que se sentía como si estuviera deslizando sus dedos largos y masculinos dentro de mis bragas—. Te ves hermosa esta noche.

Me sonrojé por dentro ante el cumplido. Exteriormente sonreí.

—Lo mismo sucede con tu novia.

Chris suspiró pesadamente ante mi agudo comentario y recogió algunos de los vasos de la barra.

—No quise decir nada con eso, ____. Era sólo un cumplido.

No, no lo era. Estás jugando conmigo. Y si vamos a estar juntos todo el tiempo, quiero que se detenga.

—¿Lo era? ¿Le hablas a todo el mundo de la forma en que me hablas a mí?

—¿Y qué forma es ésa?

—Como si me hubieras visto desnuda.

Sonriendo, los ojos de Chris brillaron con calor.

—No. Pero desde luego no he visto a todos desnudos. — Frustrada, sacudí la cabeza.

—Sabes lo que quiero decir.

Casi salté ante el susurro cálido de su aliento en mi oído mientras él se inclinaba para murmurarme en voz baja:

—Me gusta la reacción que saco de ti.

Me aparté. ¿Así que yo era un reto? Correcto. Lo entiendo ahora.

—Sólo detente. Eres el hermano de Alice y probablemente vamos a tener que vernos el uno al otro, así que preferiría que no trataras de hacerme sentir incómoda a tu alrededor.

Un ceño se formó entre sus ojos.

—No quiero incomodarte. —Su mirada estaba sondeando de nuevo pero esta vez no estaba cediendo nada. Con un profundo suspiro, Chris asintió—. Está bien. Mira, lo siento. Quiero que nos llevemos bien. Me gustas. A Alice le gustas. Y me gustaría que fuéramos amigos. A partir de ahora voy a dejar de coquetear contigo e intentaré dolorosamente olvidar que te vi desnuda.

Él puso las bebidas sobre la barra y me tendió la mano para que la estrechara. La mirada en sus ojos era una nueva. Era suplicante, juvenil y totalmente entrañable. No confiaba en esa mirada en absoluto, pero me encontré sacudiendo la cabeza, sonriendo a pesar de mí misma mientras extendía la mano para estrechar la suya. Tan pronto como mis dedos se deslizaron a lo largo de su palma, el vello de mis brazos se levantó.

Había pensado que esa chispa que la gente aparentemente sentía cuando tocaban a alguien de la que se sentían atraídos era un mito reservado para libros de romances juveniles.

Nuestros ojos chocaron mientras el calor corrió por mi brazo. El cosquilleo entre mis piernas se intensificó, la necesidad en mis entrañas gimió de deseo. Todo lo que podía ver era a Chris, todo lo que podía oler era a Chris, y su cuerpo estaba tan cerca que me imaginé que casi podía sentir toda su fuerza dura presionando contra mí. En ese momento no quería nada más que tirar de él hacia el baño de damas y dejarlo follarme con fuerza contra la pared. La mano de Chris se apretó alrededor de la mía, sus ojos claros se oscurecieron, y supe que... él me deseaba también.

—Bien —murmuró, una peligrosa seriedad penetrando su expresión mientras él se inclinaba, sus palabras resoplando contra mi boca, estaba tan cerca—. Puedo hacer esto. Si tú puedes fingir, yo puedo fingir.

Jalé mi mano fuera de la suya, tratando de no temblar mientras alcanzaba a recoger el resto de las bebidas. Chris levantó las que había colocado cuando me había alcanzado para ese extraño apretón de manos. Odiaba que él tuviera razón. Nuestra atracción era nuclear. Yo nunca había conocido nada igual.

Esto hacía a Chris Evans extremadamente peligroso para mí. Y tenía que disimular. Le lancé una sonrisa descuidada.

—No estoy fingiendo. —Caminé alejándome antes de que pudiera decir nada, alegre por la pared que había oscurecido la vista de nuestra mesa de nosotros. Habría estado mortificada si alguien hubiera sido testigo de nuestro interludio.

Chris se sentó junto a Gigi, entregándole una copa y a Sebastian la suya. Nuestras miradas chocaron por un breve instante y me dio una cortés sonrisa burlona antes de inclinarse de nuevo y deslizar su brazo alrededor de la parte posterior de la silla de Gigi. Su novia le sonrió, una cuidada mano trasladándose para descansar íntimamente en su muslo.

—Cariño, le estaba diciendo a Alice acerca de este vestido Gucci que vi en línea. Estaba pensando que me podías llevar a Glasgow para probármelo. Te va a gustar. Valdrá la pena el dinero.

Ella agitó sus falsas pestañas. Nadie tenía que decirme que ella quería decir que valdría la pena el dinero de Chris. Disgustada, tomé de un trago mi bebida y traté de ignorarlos. Gigi no era para él.

—Entonces, chica, ¿Cómo puedes permitirte ese precioso piso con Alice? Todos los ojos se fijaron en mí.

—Es ____, en realidad.

Ella me dio un encogimiento de hombros y una sonrisa desaprobadora y de repente me pregunté si tal vez había captado las miradas entre Chris y yo.

Mierda.

—¿Y? —insistió ella, un poco maliciosamente. Sí. Las había visto bien.

—Mis padres. —Me lancé otro trago y me volteé hacia Jenna para preguntar acerca de su trabajo de medio tiempo con la industria turística escocesa.

La voz de Gigi cortó a través de mi pregunta.

—¿Qué quieres decir con "tus padres"? — ¡Cállese, señora! La miré con velado disgusto.

—Su dinero.

—Oh. —Ella arrugó la nariz como si de repente oliera algo muy, muy malo—. ¿Estás viviendo del dinero de tus padres? ¿A tu edad?

Oh no, ella no lo hizo. Tomé otro trago y luego le sonreí en señal de advertencia, como diciendo: "no juegues a este juego conmigo, cariño, no vas a ganar".

Ella no hizo caso de la advertencia.

—¿Así que ellos pagan por todo? ¿No te hace sentir culpable?

Cada maldito día.

—¿Fue tu dinero el que compró esos Louboutin... o el de Chris?

Alice se atragantó con su risa, ahogando el sonido rápidamente con un trago de su bebida. Le di una palmadita en la espalda, ayudándola en su simulación. Cuando volví a mirar a Gigi, ella estaba mirándome fijamente, con su rostro enrojecido hasta la línea del cabello.

Observación hecha. Pregunta desviada. Perra malcriada puesta en su lugar.

—Así que la gente puede casarse en el Castillo de Stirling, ¿eh? —Me volví de nuevo hacia Jenna y nuestra conversación anterior—. Sólo lo he visitado una vez, pero es un lugar hermoso...

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