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CAPÍTULO VEINTIDÓS
RABID AND WILD ANIMAL:
PART ONE
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RODO LOS OJOS por milésima vez en la última hora. Estaba harta de tantos regaños y reclamos, literalmente llevaba escuchando el mismo discurso una y otra vez desde que llegó de la escuela.

— ¡Bianca! — la llamó su madre molesta — ¿me estas escuchando?

— Si... si... — respondió aburrida — Responsabilidad, atención y... ¿cuál era la última?

Blanca Nieves gruñó molesta azotando los papeles causantes de su enfado en la mesa.

— No puedo con tu hija. — Mencionó a su esposo David — Me responde y se ha vuelto irresponsable.

La pelinegra menor se cruzó de piernas.

— No es para tanto. — Se encogió de hombros como si nada.

— ¿"No es para tanto"? — preguntó incrédula la mayor — ¡Reprobaste cuatro materias Bianca!

— El siguiente mes me recuperaré... — bufo — No tengo mal promedio esto es sólo un desliz.

Mentira. Había descuidado sus estudios y tareas por estar con Carlos, pero no podía evitarlo, quería estar las veinticuatro horas del día a su lado, pensaba que no tenía tiempo para otra cosa.

— A tu cuarto, estás castigada. — Ordenó su madre con tono autoritario.

Bianca refunfuñó cosas invendibles y tomó sus cosas de forma molesta y se dirigió a grandes pisadas a su alcoba pero antes fue nuevamente detenida por sus progenitores.

— Bianca, — llamó y la susodicha giró irritada — te amo. Es por tu bien.

Esta simplemente rodó nuevamente los ojos y exclamó un "como sea" mientras subía escaleras arriba.










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Ajá... así continúa — dijo sin prestarle verdaderamente atención hasta que el menor lo miro cansado y se quitó el pesado casco.

— Escucha, — suspiro — llevó calentando quince minutos con ejercicios inútiles, se que no soy bueno pero tampoco le tomes el pelo. — Carlos trató de mantener la compostura, a fin de cuentas Nicholas era hermano de Bianca. — Ni siquiera se porque te ofreciste a ayudarme. — Lanzó el casco al suelo exasperado.

El bicolor había estado "entrenado" para perfeccionar en su juego con Nicholas por la tarde al rededor de tres días aproximadamente y no habían avanzado en absolutamente nada, con suerte y se dignaba a hablarle. Carlos pensó qué tal vez lo hacía por su amigo Héctor y hasta cierto punto lo entendía pero estaba cansado de continuar con aquella hipocresía y farsa.

El pelinegro suspiró. Odiaba admitirlo pero el niño tenía un punto, ambos estaban perdiendo el tiempo fingiendo que hacían algo de provecho cuando lo ultimo que él quería era ayudar a la causa de la tristeza de su mejor amigo. Pero muy a pesar de todo lastimosamente tenía ese tonto honor de príncipe y su consciencia no lo dejaría en paz si no cumplía con su palabra.

— Tienes razón, perdón por... todo esto. — Dijo normal, Carlos no lo sintió como una disculpa sincera pero si aquello cambiaba algo era mejor no discutir — Al final tú no tienes la culpa. — Levantó los hombros teniendo en mente el comportamiento de su hermana con el pelirrojo.

Odiaba hacerlo pero tenía que admitir que muy a pesar de que ambos fueran hijos de los héroes no eran unos santos. De él no podría decir mucho más que le gustaba divertirse más para mucho sus métodos de diversión eran poco inmorales. Bianca era un tema muy aparte, si bien ambas compartían esa característica de andar de "cacería" aprovechándose de su atractivo físico era diferente, al menos el no lastimaba a alguien que se suponía que quería e ilusionaba durante años, él era muy claro desde el principio, solo un chico de una noche.

Miro a Carlos estudiándolo, realmente el no tenia la culpa de la indecisión de Bianca y sus problemas con Héctor, solo estaba en el lugar equivocado en el momento menos grato.

Se froto los ojos pensando en un plan de estudio de para su confusión física, primero debería ver de qué era capaz antes de poder convencer al entrenador que le dé una posición en la que sea realmente bueno.

— Okey, primero haremos algo normal. — Junto sus manos sintiéndose igual de intimidante de Phil — Es algo que llamamos "ejercicio de ritmo rápido". He visto que te pesa el equipo, — lo señala — esto es para poner aprueba tu capacidad para pensar y reaccionar rápidamente ¿okey?

Carlos asintió con una minúscula sonrisa. Quería llevarse bien con él, a fin de cuentas era algo así como su cuñado. Pero su pequeña sonrisa desapareció nuevamente.

Nicholas le pasaba el balón y le pedía diferentes posiciones además de plantearle diferentes situaciones para que fuera aprendiendo las reglas y hasta donde estaba permitido hacer varios tipos de movimientos más su mente estaba en otro lado, cumplía como podía pero no dejaba de pensar en Bianca. Se sentía una completa mierda.

Nunca creyó decir esto pero estaba seguro que su maldad había cruzado los límites. Le lavo el cerebro a una chica inocente por saciar un deseo egoísta. Al principio quiso hacerse creer que era más bien un atajo, que había una gran probabilidad de que Bianca terminara por enamorarse de él y después le daría un hechizo anti-amor para romper el de la galleta pero por cómo iban las cosas veía esa posibilidad muy lejos.

Estaba realmente extraña y comenzaba a asustarlo, parecía siempre estar ida, no hablaba de nada más que decirle con una mirada casi psicótica que lo amaba con todo su ser y no mostraba ninguna emoción, era como un robot y el tenía el control remoto que la controlaba.

No estaba para nada bien, pero no estaba listo para afrontar las consecuencias. Estaba en un gran aprieto.

Ni siquiera las palabras de aliento de Brutus le servían, el tampoco lograba engañarse a sí mismo, sabía que lo que hacia Carlos estaba pésimo y él era el adulto responsable que debía ponerle un alto pero como no conocía realmente a Bianca mas que los chismes que rondaban en Auradon no le importaba mucho.

Minutos después Carlos ya tenía muchas cosas en claro del juego y sus reflejos habían mejorado a pesar del incómodo traje con protecciones.

— Bueno, hay que buscar una buena posición para ti... — Lo miró por largos segundos — Definitivamente no serás defensa ni ofensiva. — hizo una mueca y Carlos lo miro mal — Mmm ¿pateador?

El pelo blanco hizo un levantamiento de hombros de acuerdo. Nunca lo había intentado pero no veía muy difícil patear un simple balón.

Nicholas lo dejo en el suelo y comenzó a explicarle el como debía atravesar cierta distancia o incluso hasta las yardas pero Carlos algo impaciente y ansioso por ver el balón en el piso listo sin terminar de escuchar al pelinegro lo pateo dejando a ambos boquiabiertos al ver como este llegó hasta más lejos que Field goal.

Nicholas lo miro sorprendido encontrándose con la misma reacción por parte del menor.

— ¿Era la primera vez que lo intentas? — preguntó incrédulo y al cual el otro asintió aún anonado — Okey okey... más lejos.

Tomó otro balón y retrocedió una yarda. Carlos volvió a patear e igual que la anterior vez logró atravesar al U al final.

— Whooo whoooo — Celebró impactado el pelinegro chocando los cinco con Carlos el cual los recibió algo extrañado.

Fue radical su cambio de actitud pero aquello lo hizo sonreír un poco, era bueno sentirse aceptado.

— Una más lejos. — retrocedió otra yarda — Estamos en universitario...

La emoción recorría por el cuerpo de Nicholas, estaba realmente impactado por el talento del niño y si todo funcionaba bien los entrenamientos extra serían menos pero el equipo ganaría otro gran jugador y no todo el peso recaería en Héctor y Tarrant.

Carlos volvió a patear y asombrosamente anotó. El mayor sin contener su emoción hizo un choque de cascos con el menor pero ambos se arrepintieron de aquella idea al terminar algo aturdidos.

— Recuérdame no volver a hacer eso... — mencionó adolorido el mayor a lo cual Carlos lo miró asintiendo.

— Si... no lo hagas.

Se recuperaron del golpe y tomaron agua.

— También necesitamos un corredor, — mencionó de repente el pelinegro — yo soy pésimo, sinceramente.

Carlos río levemente y Nicholas le sonrió cortamente. No le caía mal pero tampoco quería sentir que traicionaba a Héctor.

— Te tomare el tiempo ¿si? — Carlos asintió y se colocó en la línea de salida mientras que Nicholas lo esperaría en lo que sería la "meta" y dio la señal de salida.

Carlos comenzó a correr no tan rápido para no cansarse tan pronto pero en cuanto sintió una presencia a sus espaldas giró extrañado encontrándose con un perro. Abrió los ojos asustando y aumentó su velocidad temiendo por su vida.

En menos de dos segundos cruzó la línea de meta y a lo lejos escuchó las felicitaciones de Nicholas pero el solo pensaba en huir.

El pelinegro observaba feliz y asombrado los ocho segundos de recorrido de Carlos, comenzó a felicitarlo pero al no notarlo cerca miro a su alrededor confundido hasta verlo a lo lejos correr despavorido con Chico detrás de él. Frunció el ceño extrañado hasta que algo hizo click en su cabeza.

— Oh mierda. — Se apresuró a seguir el par.

A lo lejos vio como chico entraba a las afueras del bosque encantado y siguió intentando seguirles el ritmo pero como le había mencionado a Carlos anteriormente: era pésimo corriendo.

Segundos después guiado por los ladridos de Chico logró encontrarlos cerca. Carlos estaba sobre una roca y abrazaba un árbol como si su vida dependiera de ello mientras que Chico le ladraba desde abajo.

Llego hiperventilando.

— Ya... llegue...


Cayó al piso sin fuerzas tratando de recuperar aire en tanto el perro movió la cola feliz de verlo y se acercó a lamerle la cara.

— ¡No! ¡Cuidado Nicholas! — gritó asustado y preocupado el peli blanco — ¡Te comerá! ¡Corre!

El anteriormente nombrado lo miro incrédulo.

¿No estaba viendo que apenas podía respirar?

— Tu tranquilo... no muerde... — trato de hacerlo entender pero Carlos lucia mas asustado de nunca.

— ¡No! — se negó a bajar — Es un animal rabioso y salvaje.

Nicholas se levanto extrañado del suelo con pesar y cargó al can en sus brazos. — Lo creería de cualquier otro perro pero ¿Chico? — sonrió con burla — Esta cosa solo come y duerme. — Chico le ladró y Nicholas lo miro con reproche — Sabes que es verdad. — Le susurró mientras lo acariciaba.

— No solo es él, lo son todos. — Mencionó el de ropas blancas, negras y rojas ya sin tanto miedo como antes pero aún con desconfianza.

— ¿Quién te dijo eso?

— Mi madre. — Exclamó obvio.

— ¿Cruella? — Preguntó retóricamente el descendiente de Blanca Nieves y Carlos rodó los ojos mientras asentía.

El principe soltó una risa seca, era curioso e irónico que justamente esa mujer difamara así a esos pobres animalitos.

— Si, es entrenadora. — Aclaró el menor.

— Carlos — lo llamó — ¿este peludo amigo te parece salvaje? — El nombrado lo miro con duda — ¿Por qué no te acercas un poco? Tal vez le caigas bien.

El pequeño bajo del árbol de forma temblorosa y a pasos inseguros se acercó hasta Nicholas y a la criatura "rabiosa". Con una seña Nicholas le pidió que lo tocara, entonces el peli blanco cerró los ojos aterrado y puso una mano en el lomo del animal y al no sentir nada parecido a una mordida abrió un ojo incrédulo. Abrió la boca sorprendido y soltó un leve risa mientras comenzaba a acariciarlo.

— Ya no parece una criatura rabiosa y salvaje... — El otro asintió.

— ¿Por qué no los dejo para que se conozcan? — Pasó a chico a los brazos de Carlos en cual se tensó inmediatamente — Debo tomar una ducha.

Antes de irse se aseguró que Carlos estuviera al menos no tan nervioso y sin más se dirigió a los vestidores para refrescarse. De verdad odiaba correr.

En tanto el villano se sentó en el piso mirando fijamente a Chico en sus brazos.

— Hola, soy Carlos. — Trago saliva mientras se presentaba y el pequeño animal indefenso le chupó su mano haciendo que él soltara una pequeña risa calmando sus nervios.









👑 )









Daba pequeños brincos felizmente mientras sostenía con fuerza la canasta de flores las cuales iba repartiendo a todos los que veía los cuales observaban la situación con burla y extrañeza.

Bianca al ver a dos chicas algo alejadas del resto sonrió entusiasmada y corrió en su dirección. Ya más cerca las reconoció como Rosa y Cala, dos chicas que siempre estaban juntas, eran la hija de Flora de las tres hadas de la Bella durmiente y la hija de Pocahontas.

No recordaba mucho si llego a hablar con ellas alguna vez pero eso no le impidió que se les acercara con una sonrisa para ofrecerles pequeñas flores. Pero aunque la pelinegra llegara con una sonrisa de oreja a oreja el par de chicas al verla bajaron la mirada casi pareciendo que tuvieran miedo pero ella ni cuenta de eso.

— Tengan, — les extendió a cada una flor — dos bellas flores para personas lindas como ustedes.

Flora la miro extrañada sin aceptar su flor y se abrazo si misma encogiéndose en su lugar mientras que Cala la tomó pero la lanzó al piso y miró a la princesa enojada.

— Basta Bianca, déjanos en paz, — pidió harta y con un tono de voz duro — no es divertido.

— No estoy haciendo nada malo, — exclamó suavemente en respuesta, estaba confundida por su actitud — solo quiero ser amable.

La morena delante de ella soltó una risa seca sin una pizca de humor.

— ¿Tu? — la señaló con incredulidad — Lo creería más de los recién llegados que de ti. — hablo de forma tosca la morena haciendo que Rosa se encogiera aún más en su lugar — Por última vez, déjanos en paz.

— No entiendo porqué eres así, — reclamó la princesa — no te he hecho nada malo...

— ¿Ah no? — se cruzó de brazos y avanzó unos cuantos pasos, los suficientes para intimidar a Bianca, la cual retrocedió bajo la atenta mirada de odio de la chica más alta — No finjas. Sabemos que fuiste tú quien expandió el rumor de que somos lesbianas y por eso nadie quiere hablarnos. — su voz comenzó a romperse — Arruinaste nuestra vida por tus estupidos celos. Aléjate de nosotras, no queremos nada que ver contigo.

La morena tomó a Rosa de la mano y se la llevó casi arrastrando por el largo del pasillo dejando a Bianca más que confundida. ¿Ella hizo eso? No lo recordaba, ¿qué estaba pasando?

Aún extrañada con lo ocurrido siguió caminando pero no con la misma felicidad que antes. Había algo diferente, era como si quisiera recordar pero no podía, muchos de sus recuerdos estaban borrosos, solo la cara de Carlos estaba por todos lados.

De pronto a lo lejos vio a Crystal, Mariela y Audrey hablando animadamente y su sonrisa forzada volvió para después acercarse a ellas a paso veloz. Tal vez ellas sabían lo que había ocurrido.

— Hey... chicas. — Se acercó al grupo — ¿Cómo están? — sonrió simpática.

Mariela la miro mal y se fue de allí sin decir palabra alguna, seria muy difícil que le perdonara el volver a romper el corazón de su primo de esa forma. En cambio Audrey de acuerdo con los demás del grupo le lazo una mirada apenada; al fin de cuentas era su amiga pero no estaba bien y se fue detrás de Mariela.

La pelinegra sintió un pinchazo en el pecho ante el rechazo de sus mejores amigas pero lo ignoro. No había lugar para la tristeza en su corazón.

La única que se quedó a su lado fue Crystal la cual se veía reflejada toda su incomodidad en su rostro. Apoyaba a Héctor pero no estaba de acuerdo en cómo habían estado tratando a Bianca los últimos días, ella nunca sería mala con ella.

— Hola Bianca — saludó con una sonrisa torcida rascando su nuca.

— Hola... — respondió desanimada pero como estuvo ocurriendo las últimas semanas aquel sentimiento de tristeza desapareció por arte de magia y cambió su mueca triste por una sonrisa comenzado a reír de la nada.

— ¿Estas bien Bianca? — Tomó su brazo preocupada la rubia — ¿Necesitas algo? ¿Llamó a Nicholas?

Siguió riendo.

— Nicholas tiene días sin hablarme. — Levantó los hombros como si nada en cambio Crystal la miro tristemente, no podía creerlo — Igual quería preguntar otra cosa. — Cambió de tema. — Hace rato hable con Rosa y Cala y parecían algo... — Intentó buscar la palabra correcta y Crystal la tenía.

— ¿Molestas? — preguntó con el ceño fruncido sabiendo exactamente el porqué.

La rubia no entendía absolutamente nada de la actitud de Bianca, estaba tan extraña, no solo con ella sino que con todo el mundo. No decía que estuviera mal pero se volvió alguien muy feliz y optimista, Bianca no era para nada así y si era sincera consigo misma comenzaba a asustarle, quería a su amiga de vuelta pero desde que pareció andar con ese villano cambio por completo. Y ahora fingía no recordar su enemistad con el par de chicas.

— Exacto — le dio la razón — y no entiendo porque si yo-

— Si tú hiciste un rumor de ellas en una de las fiestas de la princesa Melissa solo porque intentaron coquetearle a Héctor... — completó la frase dejando a la pelinegra frente a ella anonadada.

Crystal siempre fue muy buena con todos pero le pareció de pésimo gusto que Bianca intentara hacerse la inocente cuando estuvo más que consciente que arruinó de muchas formas a las pobres chicas las cuales solo tenían un leve crush en Héctor, ni siquiera llegaron a hablarle.

— Mira Bianca — suspiró pesadamente — te quiero, ¿okey? — la chica asintió — pero debes parar con esto. — Tomó su mano y le dio un pequeño apretón en señal de apoyo. — Debo ir a clase... — Se despidió y continuó con su camino hacia su aula correspondiente dejando con el alma rota a la descendiente de Blanca Nieves.

Bianca miro a la nada mientras lágrimas se asomaban por sus ojos.

— No puede ser... — susurró tapando con sus manos su boca.


No tenía idea, de verdad. Sintió asco de si misma.

Ella no reinaba el lugar, no era la más querida, le tenían miedo y por eso la "respetaban" pero siendo sinceros nadie la amaba.

Se sintió una mierda, en realidad no tenía amigos, o eso creía pues los amigos estarían con ella en las buenas y en las malas y no se irian así como así. Se dio cuenta que nadie la necesitaba. Era mala una mala persona y que nadie la extrañaría.

Lágrimas sin control comenzaron a bajar por su rostro y estas le nublaron la vista cuando quiso escape del lugar, de pronto no se sintió segura ni en su propio cuerpo.

Había una clase de corto circuito en su cerebro. Parecía querer llorar pero de repente las lágrimas querían ser opacaras por la felicidad y de un momento a otro otra vez se sentía peor que nunca.

Llego al baño y se miro en el espejo. Lucia terrible. Su maquillaje estaba corrido y tenía todo un mar de lágrimas en sus mejillas.

Sentía en lo más profundo de la miseria sangre en sus manos y miles de reflectores sobre ella, juzgándola. Moriría solo por seguir manteniéndose oculta.

Lloraba pero otra vez algo le impidió demostrar otra emoción que no fuera felicidad vacía.

Se encontraba rota como una vela de noche en la luz incolora y era fría como una botella vacía. No sentía nada realmente. Ella no podía estar triste ¿verdad? Tenía a Carlos ahora, nada le hacía falta.

Automáticamente comenzó a limpiarse su maquillaje corrido embarrándolo más en el proceso y finalmente sonreír frente al espejo demasiado forzada. Era una imagen difícil de ver, algo tétrica. Su yo interior gritaba por ayuda pero no podía hacer nada.

¿Alguien siquiera podía oírla?

¿Verla?

Una prisionera de una historia ajena, esclavizada ante los deseos de un extraño.

Y se equivocó, si hubo alguien que sintió su llamado de auxilio desde que la vio caminar con prisa tratando de ocultar sus lágrimas hasta el baño.

Sin importarle realmente nada más que su bienestar se adentró al baño de mujeres.

— Bianca — la llamó delicadamente — ¿Estas bien?

— ¿Héctor? — preguntó incrédula.

No importaba lo que había pasado, o el tiempo que estuvieran alejados, él siempre la levantaría cuando ella no pudiera más.

Bianca se sintió más ligera y nuevamente esa sensación de seguridad volvió. Sin pensarlo mucho corrió a sus brazos tratando de refugiarse en ellos mientras escondía su rostro en su pecho realmente asustada.

¿Qué ocurría?

— Ayúdame por favor. — Rogó entre lágrimas y el solo atinó a abrazarla.

Se sentía pésimo al verla en ese estado. Quería ver su bella sonrisa genuina otra vez en su rostro y terminar con aquello que la aterrorizaba pero no entendía nada.

— Nadie me quiere... — lloriqueo — Soy un asco.

Una mujer no podía huir de las cosas que había hecho cuando el peso la ponía de rodillas, ni aunque el tiempo fluya cuál río la culpa se iría, ni siquiera rezando para que salga al inmenso océano, viviría con aquella tortura hasta que dejara de respirar. Sería una astilla en su corazón clavada para siempre en lo más recóndito de su oscura y maltratada psiquis.

— No, no — tomó su rostro entre sus manos — Nunca digas eso de nuevo ¿okey? Eres... eres la chica más increíble que conozco, la más apasionada y que nunca se deja de nadie. Tienes actitud y sabes lo que quieres, nunca te sientas culpable por querer cosas.

— No entiendes. — bajo la mirada mientras sorbía su nariz — Hice cosas horribles.

— Eres humana, todos cometemos errores. — acarició su cabello tratando de calmarla, se veía muy afectada — No existe la perfección.

Sintió como caía en un vacío sin fin. Toda su vida siempre se le dijo que debía ser perfecta, hasta la fecha siguió creyendo que algún día logró alcanzarla, ella cuando se veía al espejo se decía a su misma que era perfecta, debía ser impecable, estar siempre al cien y dar lo mejor de su misma y eso era bueno pero no así, tenía podrido el corazón desde antes que todo pasara. Era la numero uno, pero ¿a que costó? Miles de sonrisas falsa e hipócritas. Mantuvo sus sentimientos bajando hasta ahogarlos y enterrarlos.

No había un final feliz en su cuento de hadas.

Su llanto se detuvo y lo miro a los ojos de forma intensa. El le lanzó una minúscula sonrisa y algo en su cabeza se quebró.

El hechizo se fue.

Estaba mareada, borracha de tantas mentiras sin acertar tocando su interior. Comenzó a dar hiperventilaciones, no podía contener su respiración. Estaba rota, volvía a ser humana. Escuchó miles de voces en su cabeza y cuchillos en su corazón pero a su vez la libertad la sedujo.

Abrió los ojos más asustada que antes sintiéndose extraña. Observó a su alrededor espantada, era como si ni siquiera supiera cómo llegó hasta ese lugar hasta que su vista cayó en el chico frente ella.

— ¡Héctor! — lo llamo aliviada y salto a sus brazos dándole un fuerte abrazo que el regreso algo confundido, como si acabara de notar su presencia.

Estaba en casa. Dejo caer su corazón y el recogió los pedazos hasta volver a juntarlo. El lugar donde estuvo era oscuro y ella estaba destrozada hasta que la miro a los ojos y la salvo. Su mente fue una cárcel por muchos días, las lágrimas representadas por lluvia cayendo era su mayor entretenimiento mientras tocaban su cara, hasta que él le prendió fuego, pues ardía mientras su amada lloraba porque la escuchó gritando por ayuda.

Cerró sus ojos y quiso congelar el momento para siempre.

Lastimosamente no duro lo que hubiera querido ya que el estruendo de la puerta del baño y un grito molesto los saco de su burbuja haciéndose que se separaran de repente.

Una chica de primer años y con anteojos miraba molesta la escena.

— Oye, tu no puedes estar aquí. — Señaló a Héctor y este avergonzado muy a su pesar abandonó el baño de mujeres.

No quería problemas y tampoco tenía una razón para quedarse. A pensar del momento que acaban de compartir Bianca fue muy clara, estaba con otro ahora.

La misma niña después de asegurarse de que el pelirrojo se haya ido observó algo asombrada el estado de Bianca la cual se veía desorientada y devastada, como si le hubieran arrebatado su fuente de energía.

— ¿Estas bien? — pregunto cautelosa — ¿Él era tu novio?

De repente de irguió y sonrió casi en automático a la vez que limpio sus lágrimas. El hechizo seguía ahí.

— No, mi novio es Carlos De Vil.













Los días de actualización serán los miércoles :)
PD: Todas las partes de este cap (las publicare después) es porque pasó el mismo día pero en diferentes tiempos. Y no tienen idea de todo lo que me confundí acomodando todo jsjsjs, pero al menos lo siguientes 5 caps ya están planeados. Y bueno si son observadores habrán notado un gran detalle de mucha importancia en este cap.
Les dejo este meme:

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