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CAPÍTULO VEINTIUNO
ISN'T SADLY ?
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NO ESTÁBA NERVIOSO. Para nada, había hecho esto cientos de veces y no es como que ahora se sintiera diferente o algo por el estilo, solo algo más emocionado.
Toco la puerta y la chica al abrirla lo dejo perplejo con su belleza.
— Hola. — Saludó con una sonrisa emotiva mientras que el solo atinó a saludar con la mano aún anonadado.
Después de varios segundos carraspeo saliendo de su trance.
— ¿Nos vamos bella dama? — preguntó en un tono burlón mientras extendía su brazo haciendo reír a la pelinegra.
— Con todo gusto príncipe Nicholas. — Le siguió el juego para después enrollar su brazo al del mujeriego más grande de Auradon.
Que Hades se apiade de su alma.
( 👑 )
Absolutamente todos los chicos en el equipo hacían lo posible para que Héctor no se acercara a Carlos en los entrenamientos pues la furia que habían sufrido los balones era poco comparado con lo que le quería hacer a Carlos. Que si bien no lo hacían mucho por el peliblanco, el entrenador al ver que no tenía espíritu deportivo lo enviaría a la banca de inmediato y eso no le convenía a nadie, pues Héctor siendo un semidiós era de las mejores defensas junto con Tarrant.
Las animadoras entrenaban a unos cuantos metros y todo iba "bien" hasta ahora. Toda la semana los jugadores le habían puesto una orden de restricción imaginaria al pelirrojo del peliblanco que ya ni se molestaba en esquivar los ataques que le proporcionaron para que no lo tacleara. Pero claro que ese día fue la excepción para su calma en los entrenamientos, pues si bien trató de ignorarlos lo más que pudo ahora Bianca por fin salió a relucir la porra que estuvo practicando toda la semana con varias chicas de las porristas y estas iban dirigidas a nada más y nada menos que Carlos.
Aquello desconcentro a Héctor a tal grado que ni siquiera noto cuando el silbato sonó anunciando la nueva jugada y un chico que jugaba en la defensa contraria lo derrumbó sin mucho esfuerzo.
Y así siguieron todos los ataques el resto del día hasta que terminó el entrenamiento. La jugada de los contrincantes en el entrenamiento fue irse contra Héctor aprovechando su estado de ánimo pues Tarrant estaba más concentrado que nunca y con él estaban seguros que no podrían.
Ya todos guardaban sus cosas para irse a los vestidores, cambiarse e irse a casa a excepción de Héctor que reposaba derrotado en una de las bancas agitado mientras tomaba agua hasta que sintió un fuerte apretón en su hombro derecho.
Giro desorientado encontrándose a un castaño con mirada dura.
— El partido es una semana y si no quieres estar en la banca mas vale que te concentres. — Le dio un golpe "amistoso" para después alejarse con Jay el cual no podía estar más feliz.
Desde la fiesta él y Tarrant se habían vuelto muy buenos amigos, inclusive después de los entrenamientos quedaban para ir al gimnasio juntos y luego tal vez una comida rápida. El más alto le contaba sobre su atracción por Mal mientras que el árabe le preguntaba por métodos para conquistar a Anabel. Y en una de esas tantas platicas el descendiente de Tarzan le confesó que por más amigos que fueran no podría meterlo en los juegos las primeras veces hasta que avanzara más su entrenamiento, claro, en caso de que no ocurriera nada con ningún jugador.
Y todo parecía acomodarse a su favor. Faltaba tan poco para el primer partido y el co-capitán estrella, Héctor, parecía no estar en sus mejores sentidos para jugar lo que significaba una oportunidad para él.
Héctor en cambio suspiro abatido. Debía sacarse de la cabeza a Bianca en ese instante por el momento, no debía pausar su vida por un desliz.
En ese instante vuelve a sentir varias presencias a su alrededor y observa a varias de las animadoras que posaban con sonrisas coquetas tratando de darle ánimos. Busco a lo lejos a Bianca pero esta abrazaba animadamente a Carlos, parecían felices y ni siquiera se daba cuenta que varias chicas de su equipo trataban de coquetearle. Trago duro y a las porristas a su alrededor les regalo una sonrisa lasciva.
Claro que no solo para ellas les cayó como helado del cielo la noticia de que Bianca ya estaba con Carlos, pues ahora sin ella con esa correa alrededor del cuello del pelirrojo todas ellas tenían el camino libre. Héctor era guapo, listo, todo un caballero, deportista y un semidiós, era imposible que no tuviera cientas fans por ahí que no se quisieran acercar debido a la intimidación que Bianca se encargó de lanzar a lo largo de los años, pero ahora no parecía tener interés en irle a espantar las "moscas" al pelirrojo.
Y admitió que ese fue un golpe bajo. Auch. Ella nunca perdió esa costumbre fuera con quien estuviese. Bueno, pero bien dicen que si alguien no cumple siempre habrá alguien detrás que cumpla.
Y si era sincero no se lo esperaba.
Tina llego con los mismos aires de superioridad que Bianca solía llevar antes de estar "enamorada" y con una simple mirada echó al séquito de admiradoras de Héctor.
— Hola zanahoria. — Saludó con su antiguo apodo que si bien no fue de forma coqueta, fue algo más... amistoso.
Desde que terminaron ella no logró perdonarle ni superar que la cambiara por Bianca y ni siquiera para estar con ella, solo fue porque la pelinegra quiso y con un solo tronar de dedos otra vez lo tenía a sus pies ¿y ella dónde quedó? En el olvido con el corazón roto.
Sus encuentros después de todo el drama fueron incómodos y no pasaban de miradas duras por parte de ella y aunque Héctor quiso acercarse varias veces y disculparse — ya que a ella si la quiso de verdad — no se atrevía. Por ello ahora era su gran sorpresa de que la morena estuviera frente a él hablándole como si nada.
— Hola... — pensó por un momento pero finalmente lo dijo — Gumbo. — Tina expandió más su sonrisa al escucharlo llamarla por su antiguo apodo también.
Héctor se relajó y sonrió coqueto aunque algo nervioso por dentro, no estaba seguro de lo que hacía pero sentía un gran coraje interno que quería desquitarse de alguna forma con Bianca y Tina era la mejor opción.
— ¿Cómo haz estado? — se sentó a lado de él y Héctor en respuesta levantó los hombros simple.
— Sigo existiendo, es lo importante. — Respondió burlón más siendo honesto.
Nunca entendió que fuerza extraña tenía ella sobre él pero nunca pudo mentirle.
— Eres inmortal, relájate. — Ambos soltaron una risa. — Yo... — comenzó nerviosa bajo la atenta mirada del chico — Mmm quería decirte que... — carraspeó dándose ánimos — Si necesitas alguien con quien hablar o... lo que sea. — rió ansiosa — No dudes en acercarte. A pesar de todo sigo siendo tu amiga. — Le dedicó una sonrisa sincera para después darle un apretón de manos.
Héctor la miro por un largo rato de forma intensa hasta que su mirada pasó a sus labios y fue cuando reaccionó alejándose abruptamente de ella.
No estaba bien lo que hacía. Podrá estar enojado y desdichado pero no usaría a Tina para satisfacer su sed de venganza. Ella era buena y sabía que lo hacía con las mejores intenciones al igual que también le guardaba un cariño especial.
A pesar de su inconveniente no fue eso lo que arruinó el momento. Pues un pelinegro repleto de lunares se acercó al par con una mueca de asco y fastidio.
— Vaya... vaya ¿alguien dejo un sarcófago abierto o por qué te escapaste de tu caverna?
— Graciosito — la morena soltó una risa seca — ¿aún no abren tu esquina o qué haces aquí?
— Que original. — Rodó los ojos.
— Por favor no peleen. — Héctor detuvo al par antes de que continuaran insultándose.
De por si su relación nunca fue buena después de que Héctor y Tina terminaran con Nicholas comenzaron a surgir más problemas y rivalidades que con Bianca.
— No te preocupes, H. Ya me iba. — Dice de forma forzosa la pelinegra — Te veo luego. — sonríe levemente en dirección al pelirrojo mientras se alejaba.
— Si ajá, a la próxima que te vea merodeando por aquí traeré ajos buitrera chupa-sangre. — El descendiente de Blanca Nieves se aseguró de hablar lo suficientemente alto para que la chica lo escuchara a pesar de la distancia.
— ¿Por qué eres así con ella? — preguntó en un tono cansado Héctor.
— ¡Daña mi reputación! — se defendió — Evie apenas si quiso salir conmigo y todo porque esa bruja les llena de basura la cabeza a todas.
Ya era muy difícil conseguir alguna cita y todo por la reputación que Tina se encargó de moldear de el.
— Son verdad y lo sabes. — Exclamó serio, de verdad no estaba de humor y el infantilismo de su amigo lo puso peor.
— O sea si... pero a ella que le importa. — El pelinegro bufo y Héctor solo rodó los ojos — Yo quiero eso. — Cambió de tema.
— ¿De qué hablas? — Nicholas señala a las porristas que se le lanzaron a Héctor antes de que la morena llegara.
— Quédatelas, no me importa. — Dice desanimado aún viendo cómo Bianca y Carlos charlaban animadamente a lo lejos.
— Wow ¿qué? ¿sigues triste por lo de Bianca? — Siguió su mirada confuso, pues con la revelación del día de ayer creyó que ya lo sobrellevaba — Pero tienes músculos, admiradoras... eres naranja. — Se quedó sin palabras — En fin, tienes un amor incondicional con mi hermana, como dijiste.
Héctor volvió a rodar los ojos, Nick era pésimo dando palabras de aliento.
— Tú también lo tenías con Anabel y lo echaste a perder. — Atacó.
— No me cambies de tema. — Lo frenó rápido, no quería entrar en el tema de la rubia — Lo que digo es, tu tranquilo y no hagas tanto revuelo por esto, mientras puedes disfrutar, no traes un cinturón de castidad hombre. — Sonrió dándole ánimos a la vez que le daba un golpe amistoso en el hombro.
Héctor sonrió levemente mientras miraba la dirección en la que Tina se había ido pero Nicholas tronando los dedos frente a él lo saco de órbita.
— Tienes mucho de donde escoger, no cometas el mismo error dos veces.
[ 👑 ]
FLASHBACK
Batía la mezcla con pesadez y tristeza. De verdad no iba a admitirlo pero sabía que le gustaba Jelsen. En su vida llegó a pensar que alguna vez estaría enamorada pero por momentos cuando la idea cruzaba por su mente era muy diferente a cómo estaba pasando ahora.
En primer lugar jamás se imagino quedar colgada por un principito de Auradon y mucho menos de un soberbio, idiota charlatan. Agh odiaba todo.
Observó el frasco con polvo rosa sobre la mesa, aquella sustancia y la lágrima faltaban para lograr de forma exitosa la pócima.
Lo tomó y sin querer dejó escapar un sollozo que intentó ahogar a la vez que recordaba los cientos de intentos fallidos intentos anteriores junto al rubio, como terminaron a media noche bañados de harina, o sus sesiones en el parque, el como hacían enojar al hada azul, entre otros y cuando la última sacudida de polvo mágico cayó también una lágrima rebelde escapó de su ojo cayendo justo en el tazón.
FIN DEL FLASHBACK
Observó entré cansada y triste como el próximo rey de Auradon masticaba tranquilamente la galleta con la pócima mientras este parloteaba quien sabe que cosas.
— Por cierto quería disculparme por lo qué pasó en la fiesta, te juro que no soy así, estaba presionado y con la influencia del alcohol dije muchas incoherencias... — parecía apenado de verdad.
— Si, si comete la galleta — La empujó más hacia su boca y el castaño rió de forma adorable.
— Mmm sabrosa.
Mal espero varios minutos a que comenzara a surgir efecto en tanto le preguntaba sobre sus clases y la coronación para no verse tan sospechosa y el con gusto resolvía todas sus dudas.
También jugaba distraídamente con la pequeña bolsa con dinero en sus manos. Jay le hizo el favor de robar para pagarle a Jelsen y así cerrar el trato, más que nada para alivianar su culpabilidad y no sentir que le debía nada. Aunque Jay normalmente replicaría el porqué no se podía quedar con la "recompensa" pero al ver a su amiga en ese estado raro prefirió callar y le dio lo que necesitaba.
Lo que la peli morada no sabía es que alguien muchos metros a lo lejos observaba el par con extrañeza y curiosidad. Había convivido lo suficiente con la chica para saber que Ben no era del tipo de personas que le agradan mucho y que la risa que soltaba era completamente falsa.
Momentos después Ben comenzó a parpadear demasiado y a tocarse la cabeza, ya era momento. Mal trago duro y trato de que lo único que él chico viera fuera a ella. Segundos después de desorientación por parte del chico finalmente sucedió.
— ¿Y... cómo te sientes?
— Como... — la miro de forma intensa, casi enfermiza — ¡Como si quiera cantar tu nombre! ¡Mmaa-! — La chica lo corto poniendo una mano en su boca y quitándole el resto de la galleta.
— Quitare mi mano... si prometes no llamar la atención ¿de acuerdo? — El asintió feliz y ella retiró su mano aún atenta — Te amo, Mal ¿no te lo había dicho?
— Si, todo el tiempo. — Dijo casual pero para el castaño lo fue todo en su enamoramiento enloquecido.
— Debo ir a clase pero... ¿te veo luego? — preguntó algo nervioso.
— Si, como sea... — Respondió seca pero igual sus palabras alegraron al príncipe que sin pensarlo mucho le robo un beso en la comisura de sus labios haciendo que Mal abriera de más sus orbes verdes sorprendida.
Pero antes de quitárselo de encima el ya se había alejado con una sonrisa con la cual continuó cuando se alejo por el pasillo.
Jelsen observó algo sorprendido la escena a lo lejos y supo que eso definitivamente no era normal. Entonces guiado por los celos se acercó a pasos rápidos hacia Mal.
Estaba nervioso pero igual no tenía miedo, ya sabía cómo manejar con el humor de la chica y si bien no iba a reclamarle por lo de Ben — pues aún no eran nada — si se sentía con el derecho de saber que sucedía. Estaba seguro que ella también gustaba de él. Desde que ella le dijo que no estaba interesada en Tarrant vio algo diferente en ella que le gusto, y obviamente después de pasar tanto tiempo juntos y descubrir el lado oculto del otro era inevitable que no surgiera algo ahí. Fue difícil saberlo al principio; la chica era una piedra, pero le encantaba. Le gustaba su mal humor, sus malos chistes, su torpeza con la magia, el como no se dejaba de nadie y luchaba por sus ideales, y sobre todo aunque ella tratara de verse mala para él era adorable.
Después de su beso ella estaba más roja que un tomate y con una excusa demasiado tonta salió huyendo y con eso el término de verificar que sentía lo mismo. Sabía que sería difícil tratar de abrirla con sus sentimientos pero el era paciente y podría esperar, quería enseñarla a amar.
A unos cuantos pasos de distancia, ella aun sin notar su presencia se giró mientras guardaba el resto de la galleta en una pequeña bolsa transparente haciendo que el peliblanco detenga su paso de forma abrupta a la vez que miraba a chica anonadado.
Aunque la mirada de Mal estaba en el suelo aún concentrada en otra cosa pudo reconocer esos converse frente a ella. Levantó la mirada asustada.
Pudo sentir como el alma se le caía a los pies y su corazón se hacía chiquito pero la mirada dolida del chico fue lo que terminó por romperla.
— ¿Nunca hubo un trato no es así? — Preguntó de forma fría. Perdió el aliento, nunca le llegó a hablar con ese tono a excepción de cuando se conocieron recién.
— ¿D-De qué estás hablando? — Trató de esconder el paquete pero el rodó los ojos y se la arrebató de las manos.
— ¡De la pócima Mal! — La puso frente a ella — ¿Crees que soy tonto? La usaste con Ben ¿por qué? — se cruzó de brazos molesto.
— No es asunto tuyo. — Respondió de forma rápida comenzando a bajar la mirada y el tono de voz a lo cual el río sin una pizca de humor.
— ¿Sabes que? Por un momento creí... — Dejó la frase al aire.
— ¿Qué? — Dice dura para que las lágrimas que comenzaban a asomarse no salieran.
— Que estabas cambiando. — Terminó.
Ella se aguantó las ganas de pedirle que no digiera esas cosas y que si hubo alguien que logró un mínimo cambio en ella fue el. Pero en cambio lo que dijo fue:
— Aquí esta tu dinero — le entrega la pequeña bolsa evitando su mirada pero él no la acepta.
El no lucia rastro de querer llorar pero sentía como su interior quemaba por dentro y vaya quien lo decía.
— Espero... — tomó aire antes de que su voz se rompiera — y un día puedas enamorarte de él porque en ese momento despertarás y mirarás todas esas joyas y todo ese poder y te darás cuenta que ni con todos los lujos serás feliz como lo pudiste ser conmigo.
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