𝚇𝚇𝚅𝙸𝙸𝙸. 𝙻𝙰 𝙲𝙸𝚄𝙳𝙰𝙳 𝙳𝙴 𝙻𝙾𝚂 𝙳𝙸𝙾𝚂𝙴𝚂
NARRADOR OMNISCIENTE
La decisión se había tomado... Alba estaba más que decidida a recuperar lo que alguna vez fue de ella, su esencia... Sin embargo, hay veces donde uno no se siente real, es ahí donde se piensa que se ha perdido la chispa, el propósito de la existencia. Esto puede resultar frustrante y desesperante, como si uno se hubiera caído a un pozo profundo, donde sólo la oscuridad y la inexistencia reinan, así como la sensación de agonía se siente interminable como si mil espinas ardientes se incrustaran en el corazón...
Pero aún así uno es resiliente y persistente...
Y no tiene nada de malo detenerse un poco para meditar lo sucedido con el fin de mejorar internamente y así enfrentar (con más fuerza y fiereza) las adversidades. Uno nunca pierde el tiempo, sino que todo se acomoda para mejor, para resistir y luchar con nuevos aprendizajes y herramientas.
Todo lo que sucede es para que crecer y mejorar...
Alba desde un inicio no entendía por qué los dioses le habían puesto una prueba difícil hasta que Tezcatlipoca le hizo entrar en razón, así como le acercó a la solución para recuperarse a sí misma. Por este mismo motivo decidió irse a la ciudad de los dioses para encontrar la herencia de su padre.
Aunque dicha hazaña no iba a ser del todo fácil...
La chica jaguar estaba meditando meticulosamente todo lo recapitulado con el espejo humeante, sabía que era ella el engrane pequeño para un plan con mayor peso, y como si fuera un rompecabezas juntó toda la información necesaria para tomar diversas decisiones que en un futuro le garantizaba la seguridad de su mate y su pueblo.
No obstante, algo no le cuadraba, y era lo que su madre le ocultaba, hecho que se le hacía sospechoso... ¿Qué tanta información Tonantzin le había guardado a Alba después de su ausencia?
¿Un motivo de traición?
Tanta información hacía que Alba sobrepensara demasiado y se pusiera a la defensiva en ciertos momentos, aun así, ella trataba de mantener el equilibrio con el fin de tener a sus aliados tranquilos, pues ella es la alfa.
"No dejes que la adversidad me alcance, mantén la calma, sé serena y discreta como el viento sigiloso. Yo puedo con esto, tengo la solución" Alba se repetía una y otra vez, trataba de controlar cualquier pensamiento intrusivo, quería guardar la calma para la gran aventura que le estaba esperando.
Todo el clan Cheetah estaba presente para el comunicado de su alfa, asimismo estaban los improntes y parte del clan Olímpico.
Todos estaban atados a una decisión que les daría un giro completo a su vida...
Pronto todo iba a coalisionar...
—Sé que mi condición por el momento es crítica, sin embargo, agradezco a todos sus esfuerzos por mantenerme con vida —miró a todos con una sonrisa sincera, Alba en definitiva estaba orgullosa de todos sus aliados—. Tal vez ser una fría no es mi naturaleza, pero he intentado adaptarme... Desafortunadamente, mis habilidades mágicas son casi nulas, motivo por el cual no puedo protegerlos como un alfa debe de hacerlo —su semblante se puso serio y con un aire de angustia.
—Eso no importa en lo absoluto, alfa Ocelotl —Jackson interrumpió, poniendo su mano en el hombro de Alba como símbolo de empatía—. Sabes que cuentas con nosotros para cuidarte la espalda.
Todos asintieron con sumo respeto ante aquella muestra de lealtad.
—Lo sé, tengo buenos aliados, no obstante, mis poderes son un gran pilar para resguardarnos de los enemigos, por este motivo he decidido buscar una leyenda... La herencia que mi padre Ocelotl me dejó... Su armadura... Aquella misma que le otorga a su portador poderes de un dios—Alba anunció con firmeza.
Los presentes estaban atentos, y más el clan Cheetah, pues todos los nahuales anhelaban aventurarse a las raíces de sus orígenes, a Teotihuacán, ante aquella ciudad donde alguna vez todos los dioses mexicas discutían sobre la creación de la humanidad.
Por otro lado, Seth, Leah, Paul y Embry estaban fascinados de escuchar de que los dioses mexicas habían dejado un legado, y por ese motivo, estaban decididos de acompañar a sus mates a la aventura.
—Hija, pero debes de entender que ahora, Teotihuacán es una zona turística, los humanos podrían vernos —Tonantzin adviritó.
—Lo sé, por eso es una misión difícil que requiere de su ayuda —Alba dijo, ella esperaba que todos estuvieran de acuerdo, pero al mirar el rostro serio de Carlisle, Alice y Jasper, sabía que ellos no irían puesto que debían de atender asuntos importantes en Forks, y uno de estos asuntos es la integración de su nueva miembro del clan, Bree Tanner.
—Nos ecantaría acompañarte, pero debemos de enseñarle a Bree todas las reglas vampíricas, pues ella apenas se está adaptando a su nueva naturaleza —Carlisle comunicó.
—Además, debo de organizar una boda —Alice agregó, a lo que todos se quedaron atónitos.
—No me digas que Edward y Bella ya se van a casar... ¿Tan pronto? —Alba comentó con sorpresa.
—Sí, en este preciso momento le está proponiendo matrimonio —la duendecilla dijo divertida luego de que una visión se le atravesó.
—Me imagino que será otro evento canónico —Jasper expresó con ironía.
Y sí que este evento iba a ser un parteaguas para todas las especies del mundo sobrenatural...
Posterior a la reunión, Carlisle, Alice, Jasper, Bree y Axayacatl se fueron a forks en un portal que abrieron los hermanos Meztli y Mixtli, mientras que los restantes estaban a punto de partir a la mítica ciudad por otro portal, sin embargo, a Alba se le ocurrió un buen atajo:
—Debemos desviarnos hacia la Ciudad de México, puesto que he escuchado rumores sobre un frío que acecha esa zona, específicamente, dicho ente ronda dentro de una estación de un peculiar transporte público, a la que los citadinos llaman, metro.
Y dicho y hecho, todos se fueron a cazar a la criatura, a la que los humanos le apodan como el vampiro de Barranca del Muerto.
Meztli y Mixtli transportaron a todos hacia el cerro de la Estrella, lugar donde nadie los vería, fue ahí donde se encontraron a los nahuales mortales.
—Alfa Ocelotl, es una dicha contar con su presencia —un nahual mortal expresó con cierta sorpresa—. Díganos, ¿qué la trae por estos rumbos?
—Al estar por un tiempo en la riviera maya, me encontré con un par de nahuales mensajeros, quienes me dieron la noticia de que un miembro de su pequeño clan había sido víctima de un frío que se esconde en las profundidades de esta ciudad —Alba anunció.
—A este ser lo conocen como el vampiro de Barranca del Muerto —completó Tonantzin.
—Ohh sí, hemos oído hablar de él —dijo otro nahual mortal—. Sin embargo, éste ha sido muy discreto últimamente, no se ha dejado ver en décadas, su última aparición fue en los 80's.
—Sin duda lo podemos rastrear —Nezahualcoyotl admitió con orgullo.
—Está bien, los guiaremos hacia el lugar de su último avistamiento —asintió el nahual mortal, quien parecía ser el líder de los guardianes del cerro de la Estrella—. Pero, antes de ello, debemos de camuflajearlos, puesto que sus vestimentas llamarían mucho la atención.
Y en cierta parte, aquel líder nahual, tenía razón, pues los Cheetah siempre conjuraban prendas tradicionales mexicas luego de transformarse a su forma humana (con excepción de Jackson quien siempre conjuraba un traje negro totalmente rasgado como un recordatorio de su vida humana), y a veces, vestían de forma moderna para mezclarse con los humanos, no obstante, en esta situación todos llevaban aquellas prendas típicas.
Inclusive los cuatro Quileutes estaban con poca ropa, lo cual también los hacía el blanco de las miradas citadinas.
Lo bueno es que los nahuales mortales les dieron a todos ropa moderna casual de la Ciudad de México, por un lado Alba vestía unos pantalones de estampado de jaguar con una blusa negra de manga larga y botines de tacón puntiaguados, mientras que a Seth le dieron un pants de color negro con una sudadera a color y tenis Vans negros. Por otra parte, Jackson optó por ponerse unos pantalones negros de cuero con una chamarra café de seda y unas botas militares negras.
Al estar todos camuflajeados, todos se dirigieron hacia la estación del metro Barranca del Muerto, cuando el reloj marcó la media noche, los seres sobrenaturales se aventuraron a las entrañas de los túneles del metro, Nezahualcoyotl lideraba esta vez la expedición, trataba de rastrear el olor peculiar de los vampiros, mientras que los demás estaban atentos ante cualquier señal del ente.
El intenso frío de la madrugada combinado con el espesor de la oscuridad hacia un ambiente tétrico para la caza...
Todos permanecían juntos, y los Cheetah cuidaban de sus mates...
—Su olor ha sido impregnado en estas paredes, no es rastro viejo sino reciente, seguramente este lugar ha sido su escondite durante los últimos años —Nezahualcoyotl aseguró luego de revisar el lugar.
—Debe de estar cerca —añadió Izel, ante ello Paul la sujetó firmemente de la mano.
—Usaré mi poder —dijo Cuauhtli, y en ese preciso momento se hizo invisible.
—¡Estás rodeado! —gritó Alba de forma amenazante—. ¡Has invadido nuestro territorio criatura vil!
En eso una sombra corrió hacia la salida del túnel...
Era aquel vampiro de las leyendas urbanas...
Y estaba escapando de sus cazadores...
Para evitar la fuga, Xali y Yali usaron sus dones de manipulación de la materia, y con ello, sellaron aquel túnel.
Al ver esto, el vampiro usó su fuerza sobrehumana para golpear las paredes laterales y así formar una vía alterna de escape.
—¡No te escaparás! —Tonantzin vociferó para luego correr tras el frío y paralizarlo.
Pero, éste con una maniobra rápida le rompe la mano a la madre Cheetah, para posteriormente aventarla hacia la pared con el propósito de hacer un agujero, cosa que logró.
—¡Mamá! —Alba gritó con desesperación, y con rapidez se desprendió del agarre de Seth, y corrió a auxiliar a Tonantzin—. ¡Maldito hijo de puta! —expresó con furia luego de ver a su madre retrocerse de dolor, para después seguir al frío escurridizo.
Quería aniquilarlo con sus propias manos...
Tlali también fue a ayudar a Tonantzin, y con sus poderes de sanación logró remediar aquella herida.
En tanto, el vampiro de Barranca del muerto a través del agujero que hizo, llegó hacia una avenida de la ciudad (que por fortuna estaba desolada), en eso, Alba lo alcanzó y lo derribó por la espalda, desde la cercanía pudo observar a aquel ser, el cual tenía la apariencia de un viejo calvo con piel de un color olivo pálido y con orejas puntiagudas, su piel se asemejaba a una estatua vieja y polvorienta, pero, lo que más le llamó la atención a la chica fueron los ojos rosáceos del ente, los cuales según lo que le había dicho Carlisle, alguna vez, es que los vampiros que se quedan quietos por mucho tiempo y sin beber ni una gota de sangre, llegan a parecerse a una estatua polvorienta y por la falta de alimento los ojos pasan de ser rojos a ser rosas.
La chica jaguar lo tomó del cuello, apresándolo fuertemente para evitar otra fuga, y con un enojo indescriptible le dijo al vampiro al oído:
—Vuelve a lastimar a mi madre, y te juro que en la próxima vida te buscaré y te mataré por segunda vez.
—Ten piedad, no he cazado a ningún humano, y por lo tanto no soy ninguna amenaza —murmuró el ser—. Tú me entiendes eres como yo.
La útlima frase fue como una gran ofensa hacia la chica jaguar.
—¡Tú no sabes lo que en realidad soy! —respondió ella entre dientes.
—Por favor, sólo quiero estar en paz, me convirtieron en un monstruo con el fin de cuidar una puerta importante —confesó.
En eso, los demás llegaron para resguardar la espalda de Alba, los Quileutes en su forma de lobo y los demás en su forma humana.
Seth estaba al tanto de cualquier movimiento por parte del vampiro, gruñía como símbolo de amenaza para el intruso.
—Dice la verdad —Izel se apresuró a decir.
—Pero mató a un nahual mortal —Alba contradijo.
—Fue en defensa propia —dijo el vampiro en voz baja—. Él quería quitarme de mi territorio.
—En nuestro territorio es penado que un frío aniquile a alguien de nuestra especie —Alba le dijo los hechos al ser.
—¡Qué estás exactamente cuidando! —Jackson dijo, pues alcanzó a escuchar la confesión del vampiro.
—La prisión de unas demonios mexicas, el nahual quiso matarme para evitar que yo le impidiera el paso —susurró el frío.
—¡Las Tzitzimimes! —Izel expresó sorprendida.
Dicha palabra hizo que Alba sintiera un leve escalosfrío por la tremenda coincidencia.
—¿Qué sabes sobre ellas? —Alba levemente deshizo el agarre que tenía en contra del frío.
A lo que éste confesó abiertamente:
—Yo he estado aquí desde el reinado de Moctezuma Xocoyotzin, antes era un sacerdote del dios Huichilopoztli, de un legado de sacerdotes que cuidaban una puerta que según decían que llevaban a una prisión infernal. Pero antes de delegar mi puesto, la conquista española hizo eco en toda nación, y antes de que pudiera huir hacia algún lugar seguro, unos monstruos me mordieron, pensaron que estaba muerto, y por fortuna no abrieron la puerta, así que desde ese entonces he estado vigilando aquella entrada, cuidándola de seres sobrenaturales que pudieran hacer mal uso de las entidades que yacían encerradas ahí. Pero, desafortunadamente, hace poco tiempo, una tribu de nahuales me quería hacer un lado para entrar a la fuerza a la prisión, traté de defenderme, logrando matar a un nahual de por medio, pero esto no fue suficiente, porque estos nahuales no se rindieron fácilmente, lograron someterme y con sólo abrir la puerta los seres de bajo astral escaparon. No sé cual era el propósito de aquellos nahuales de abrir la entrada, sólo me imagino que no fue para nada bueno.
Esta confesión hizo que Alba tuviera un pequeño colapso mental, pues estaba devastada de que su propia especie había hecho tal crimen.
—Supongo que hay traidores entre los nahuales —la chica anunció con desgano a su clan.
—Eso es casi imposible, leí el destino de todos los nahuales mortales a los que nos hemos topado —Izel replicó inmediatamente.
—Puede ser que uno se haya escondido de tu poder —Alba contestó—. Y esto que escucho me suena a traición.
—No entiendo, ¿qué hemos hecho mal para que algunos de nuestra especie quieran hacernos daño? —Tonantzin dijo con preocupación.
—Sea lo que sea, debemos de ahora ser erráticos, puesto que nos hemos convertido en nómadas para protegernos de los Vulturis, lejos de nuestro territorio, pero ahora, debemos de estar más alertas que nunca —Alba pronunció firme, posteriormente, se dirigió hacia el frío y le preguntó con firmeza—: ¿Cuál es tu nombre?
—Tenamaxtli —él respondió con obediencia.
—Bien, Tenamaxtli, creo que por el momento serás un aliado para el clan Cheetah —Alba anunció.
—¿Clan Cheetah? —cuestionó el frío—. ¿De qué me he perdido?
—Verás, Tenamaxtli... Nosotros somos nahuales inmortales, descendientes de los mexicas antes de la conquista, nuestra sangre es 100% indígena. Sin embargo, la razón de nuestra inmortalidad, es que yo, soy una semi diosa, descendiente del dios mítico Ocelotl y de una humana llamada Tonantzin, aquella mujer a la que heriste con anteriodidad —expresó la chica señalando a su madre, hecho que hizo que Tenamaxtli se arrepintera de su acción pasada—. Ahora bien, tal vez pienses que soy una fría como tú, pero no, mi estado actual es consecuencia de un ataque de esas demonias llamadas Tzitzimimes, y por consiguiente, estamos recorriendo este territorio central en busca de la cura ante mi terrible calamidad.
—Entiendo todo, alfa nahual —Tenamaxtli dijo inclinándose hacia el piso en muestra de respeto hacia Alba.
—Debes de ir con nosotros, nos serás de ayuda como fuente de información sobre las Tzitzimimes —Alba ordenó sutilmente—. ¿Cómo lo ves, Izel? —rápidamente dirigió su mirada hacia la nahuala con el fin de asegurar aquella decisión.
Izel de inmediato indagó en la mente del individuo, aunque estaba un poco sonsacada por aquella revelación de traición, pues ella creía que su poder no tenía fallas, es que no era la primera falla, sino la segunda, primero las Tzitzimimes y su poder de evasión del destino y después los nahuales traidores.
—Creo que está bien, no veo nada malo en su Tonalli (destino) —Izel manifestó un poco temerosa, pues ahora ya no confiaba en su poder.
—Espero que esta sea una decisión correcta —Alba agregó—. Bien, ahora debemos de irnos a Teotihuacán —miró directamente a los hermanos Meztli y Mixtli, quienes enseguida hicieron un portal hacia la ciudad de los dioses.
Todos atravesaron el portal, y con ello, vieron la espectacular vista de aquella ciudad enigmática, la cual se mezclaba con la oscuridad de la noche y la luminosidad de las estrellas.
"Es bellísima" Seth pensó en su forma lobuna, y esto lo pudo alcanzar a escuchar Alba, lo que le produjo a la chica una ligera sonrisa.
—Lo es, la ciudad donde nuestras herencias comenzaron, mi dulce lobito —Alba acarició el pelaje de su impronte.
—Esto es una maravilla —Jackson dijo boquiabierto—. Me encanta ser parte de tu cultura, Alba.
La chica jaguar sonrió ante el cumplido, pero luego se enfocó en su misión principal.
—Según mi padre, la armadura debe de estar en la pirámide del Sol.
—En la pirámide más grande —Tonantzin completó el enigma.
—Ahí es donde debemos de ir —Alba dijo con determinación—. Vigilen la zona —les dijo a todos—. Seth, Jackson, Leah, mi madre, Xali, Yali, Tenamaxtli y yo nos adentraremos a las profundidades de la pirámide.
Seguida la orden de la alfa, todos se fueron a sus puestos, en tanto, Alba y sus acompañantes subieron a la gran pirámide, con gran velocidad hasta que llegaron a la cima, luego de ahí descendieron por una puerta secreta que Tenamaxtli encontró.
Al adentrarse a la oscura penumbra de la pirámide, Xali y Yali conjuraron fuego en sus manos para que todo se hicera visble, fue ahí donde descendieron por unas largas escaleras, las cuales conducían hacia el más profundo escondite de la pirámide.
Alba estaba siguiendo a su instinto, y por consiguiente, ignoró todas las demás habitaciones ancestrales que contenía la gran pirámide, y se fue directo a las profundidades del recinto, como si se adentrara al mismísimo Mictlán.
Mientras que, Tenamaxtli veía con fervor cada rincón del lugar, memorizando con asombro cada detalle, puesto que había pinturas y esculturas antiguas impregnadas en las paredes.
Bajaron y bajaron muchas escaleras más, hasta que se toparon con un cuerpo de agua subterráneo muy inusual...
—Esto no es agua —Jackson se agachó a examinar, y fue ahí donde se dio cuenta de un importante detalle—. Es mercurio.
—¿Cómo es posible que al final de todo el recorrido nos encontremos con esto? ¿Dónde está la armadura de mi padre o el tan codiciado tesoro de Moctezuma? —Alba cuestionó con un cierta frustración.
—Esto puede ser un señuelo —contestó Tenamaxtli—. Puede ser la tapadera hacia otra puerta secreta con el fin de que los humanos no puedan encontrar tan valiosos objetos, puesto que los mortales morirían al instante por sólo atravesar aquel lago de mercurio, ya que su piel absorvería este veneno líquido.
—Bien pensado —alabó la alfa jaguar—. Evaporen el mercurio, debemos de hallar esa puerta —Alba les indicó a las gemelas, y ellas en un parpadeo usaron sus dones y disiparon cualquier rastro de líquido venenoso.
Al despejar todo, se dejó ver una pequeña puerta de piedra, pegada al piso del rincón del recinto, la cual llevaba hacia otro lugar más profundo, pero antes de abrirla, Alba leyó la incrispción en nahuatl tallada en dicha piedra.
"Nehua mopokayotl".
"Para mi futura descendencia".
—Oh, padre —Alba dijo en un susurro melancólico, posterior a ello, abrió la puerta y se adentró al lugar.
Ella bajó más y más profundo, con sus aliados cuidándole siempre la espalda, hasta que todos se toparon con varios montículos de joyas doradas.
—¡El tesoro del Uey-tlatoani Moctezuma Xocoyotzin! —exclamó Tenamaxtli con mucho asombro y devoción—. Ahora lo recuerdo todo... —en eso todos lo voltearon a ver—. Cuando fue el evento de la noche triste en el año de 1520, los españoles tenían la intención de llevarse todo el tesoro, pero afortunadamente, todo salió en favor de los mexicas, pues atacamos al enemigo de sorpresa, dándole en lo que más les dolía, en su codicia, ya que dejaron atrás todo el oro, y en su huída tiraron todo el tesoro del tlatoani en los lagos que rodeaban Tenochtlitlán, fue entonces que tuvimos una gran ventaja contra esos monstruos, por lo que rápidamente todos los sacerdotes que estábamos a la vanguardia de los dioses, sacamos pieza por pieza de oro y llevamos todo el tesoro hacia esta pirámide, ocultándolo de los conquistadores. No obstante, esto no detuvo a los invasores, sino que les prendió más su ira, y no fue hasta la caída del Corazón del Único Mundo (Tenochtlitlán) que el dios jaguar pereció y por órdenes de éste mismo (en sus últimas palabras), lo llevamos a este recinto y le dimos su sagrada sepultura.
En ese momento, Xali y Yali conjuraron fuego en sus manos, lo cual alumbró levemente aquel lugar...
Pero, lo que había ahí era más que un simple tesoro, sino que ahí yacía el cuerpo inerte de Ocelotl en medio del espacio, vestido con aquella mítica armadura.
—Querido mío, sigues tan radiante justo como el día en que te perdí —dijo Tonantzin en un sollozo luego de ver el cadáver intacto de su esposo—. Mi alma gemela... —unas cuantas lágrimas salieron de su rostro.
—Justo así era, de esta forma me guió en el mundo astral —Alba abrazó a su madre.
—Él era un hombre fuerte muy fuerte, quien siempre veló por el bienestar de su familia, de su linaje... —Tonantzin murmuró con un gran nudo en la garganta.
—Por eso, ahora debemos de cuidar ese legado. He aquí madre, su armadura, la misma que nos ayudará a aniquilar al enemigo.
Alba caminó firmemente hacia aquella reliquia, y cuidadosamente la quitó del cuerpo de su padre, posteriormente le dijo a su madre que tapara a su padre con una tapete de plumas que yacía entre el tesoro.
—Sigue tu camino por el Mictlán, mi querido jaguar. Nosotras nos encargaremos de cuidar a nuestro clan —Tonantzin pronunció con un tono dulce al oído de su amado, luego le dio un corto beso en los labios, para finalmente taparlo de pies a cabeza—. Te amo —ella cayó de rodillas mientras lloraba silenciosamente.
En tanto, Alba se aproximó a su madre para consolarla.
—Ya tenemos la armadura, esto es lo que mi padre siempre quiso —Alba dijo—. Ayúdame a ponerme su legado —ella le pidió suavemente a su madre, quien accedió sin dudarlo.
Alba se puso toda la armadura, desde el yelmo hasta el macuahuitl, todo como por arte de magia se ajustó a su cuerpo, y al adaptarse la armadura a su nueva portadora, una luz dorada impregnó todo el ser la alfa nahual, llenándola de vigor y de una fuerza inexplicable.
Era un hecho Alba tenía devuelta sus poderes más otros que fueron añadidos.
Y justamente en la ciudad de los dioses, una nueva diosa surgió...
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