𝚇𝚇𝚅𝙸𝙸. 𝚂𝙴𝙲𝚄𝙴𝙻𝙰𝚂
ALBA OCELOTL
Había sobrevivido al Mictlán, había visto a mi padre en su forma astral, y sobre todas las cosas, los dioses me habían dado una segunda oportunidad para renacer, tal como un ave fénix... Pero... ¿A qué costo?...
Había perdido mi esencia, lo que alguna vez fue el palpitar de mi corazón tratando de adaptarse a mi nueva naturaleza, gradualmente se fue apagando hasta quedar frío y sin vida.
Sin embargo, mi Seth estuvo ahí para sostenerme en medio de mis crisis existenciales, tal y como lo prometió fue un gran pilar de sanación para mí...
No obstante, me sentía como una carga para él... Mi mente se dividía en dos mundos, los cuales estaban enemistados... Ser una fría o ser una Cheetah...
—Siento como que estoy y no estoy en este mundo, Seth... Me siento estancada y perdida —llamé su atención. Estábamos solos en medio de aquel cenote donde me revivieron, mientras los demás fueron a cazar—. Pareciera que tengo un gran vacío —miré mi rostro detenidamente, reflejado en aquellas aguas cristalinas—. Creo que debo de tomar aire fresco —finalicé mi breve crisis, para después salir corriendo de ahí, lejos... Tratando de buscar una respuesta lejana.
Dejé atrás a un Seth totalmente confundido... Quien yacía mirandome desde la lejanía, hasta que después de unos segundos iba tras de mí en su forma lobuna.
Traté de leer su mente, pero la conexión parecía inestable, podría decirse que los pensamientos de Seth se escuchaban como un murmullo lejano.
"Alba, por favor, cuéntame cómo te sientes... Sabes que puedes confiwar en mí".
"¿Puedes escuchar mis pensamientos?" traté de comunicarle.
No hubo respuesta por parte de él...
Eso significaba una cosa, mis poderes estaban muy debilitados. ¡Maldita Tzitzimime! Aquel jade de sus horrorosas garras bloquearon por completo mis poderes de semi dios.
En verdad que el jade es un material muy poderoso para los dioses. Tanto así, que los antiguos mexicas, lo empleaban para muchos de sus rituales para convocar a los dioses, así como, al fallecer, lo usaban como una garantía para entrar directo al Mictlán, y no quedarse vagando en la Tierra. Dicha piedra preciosa tenía miles de usos...
¿Será que aún poseo la habilidad de convertirme en mi forma jaguar? ¿Podría haber alguna excepción dado que sólo soy mitad dios?
Tenía la esperanza... Mucha esperanza para volver a ser yo, puesto que me había perdido...
Mientras corría por toda la selva de la riviera maya con Seth pisandome los talones, salté hacía un árbol, como un acto de instinto para tratar de convertirme en jaguar, pero fue inútil, en consecuencia choqué con una gruesa rama, la cual se partió en dos.
"¡Alba!" Seth pensó alarmado, mientras se acercaba a mí para verificar mi estado.
Ignoré su pensamiento, pues mi mente y mi energía se estaba forzando para convertirme en mi forma nahual... Todo en vano...
"¿Al menos podré conjurar rayos?" medité con cierta impaciencia.
Me concentré, mirando al cielo, y suplicando a Tláloc que al menos este poder no se me hubiera denegado.
Un trueno un poco débil sonó, seguido de un pequeño rayo que sólo se visualizó en aquel cielo despejado, ni siquiera éste tuvo la fuerza como para penetrar en la tierra.
Estaba acabada... Sin este poder del rayo, estaba vulnerable ante mis enemigos.
—¡Por todos los dioses! —caí de rodillas al suelo, desperada y con una impotencia terrible—. ¡Qué estoy pagando! ¡Ahora no podré ni siquiera cuidar a mi pueblo! —sollocé pesadamente, mientras agarraba con fuerza la tierra entre mis dedos.
De inmediato, mi mate llegó en su forma lobuna para consolarme, intentando envolverme en su pelaje como si éste fuera un sincero abrazo.
"Todo estará bien" aquel pensamiento de Seth lo sentí tan lejano, como mis poderes y mi fuerza casi inexistentes.
—Lobito, ni siquiera puedo contestarte en pensamientos, es más no puedo leer bien tu mente, ahora me es difícil —dije desganada, casi al punto del sollozo—. Nada es como antes, todo lo que me hacía fuerte, todo lo que era alguna vez mi esencia se ha esfumado. La magia que poseía, ha sido bloqueada completamente.
Seth asintió con su cabeza, entendiendo mi situación, para después irse a alguna ceiba para cambiarse a su forma humana.
—Entiendo perfectamente los cambios, mi linda Cheetah —dijo al salir de aquel gran árbol—. Créeme todos te ayudan a evolucionar, claro, si los tomas por la forma positiva. No podemos ser las personas que fuimos ayer, sino que somos mejores, siempre estamos en un cambio constante —me envolvió en sus brazos, a lo que yo recibí su abrazo, buscando siempre aquel calor que me faltaba en mi piel—. Sabes, mi padre alguna vez me dijo esta frase: "No soy la persona de antes, porque soy mejor persona que ayer, y mejor seré mañana".
—¿En qué crees que soy mejor que ayer? —reí incrédulamente.
—Podemos averiguarlo, tal vez se te cerró una puerta, pero puedes abrir una ventana —aquella frase me hizo reflexionar...
—Tal vez haya una solución, Izel y Alice me dijeron que volvería a tener mis poderes, más sus visiones no fueron del todo claras... —medité por un rato antes de volver a hablar—. Tal vez mi padre me haya dado una solución... Si se me fue arrebatada mi energía vital, entonces debo de hayar una manera de volver a tenerla —supuse luego de recordar cada detalle de aquella charla—. Debo de volver al cenote —miré suplicante a Seth, quien incondicionalmente haría todo lo que yo le pidiera.
Y claro que yo haría todo lo que él me pidiera...
Volvimos al cenote, los demás todavía no habían llegado, así que aproveché ese momento de silencio para concentrarme, por lo que me metí hacia las aguas.
—Debo de hablar con los dioses —le comuniqué a mi impronte—. No debes de seguirme, estaré bien, sólo cuida que nadie haga bullicio —él asintió a mi petición, y por consiguiente me sumergí hasta el fondo.
Donde reinaba la oscuridad y penumbra, donde sólo podría concentrarme en mi interior... Donde sólo el espejo humeante puede decirme la verdad de mi ser...
"Hiciste bien en tratar de contactarme, joven Ocelotl" la voz de aquel dios retumbó en mi mente.
Aquel dios predilecto de la hechicería, quien tiene el secreto de la verdadera magia...
"Sólo el señor de la oscuridad y de la magia puede asesorarme ante mi gran calamidad, ¿o no es así, Tezcatlipoca?".
De pronto la imagen de su presencia divina se formó en mi mente, era un hecho había contactado a una deidad de alto nivel.
Aquel dios que tenía un semblante serio y que reflejaba una oscuridad profunda y atemorizante, alto y con un porte que detonaba autoridad y confianza pura, su piel era un gris oscuro, su melena era larga, lacía y de color negro azabache, sus ojos eran fríos y totalmente negros como si fueran un abismo interminable, su vestimenta constaba de finas plumas color verde jade que le adornaban su yelmo (un casco) de la cabeza de un jaguar majestuoso, sus hombreras y su taparrabos eran de color rojo, dorado y negro, las cuales estaban tejidas a mano con plumas de aves muy exóticas (que alguna vez existieron en el inicio de los tiempos), por último, él cargaba en su pecho un espejo mágico de obsidiana, el cual según leyendas de los antiguos mexicas, reflejaba el futuro.
Asimismo, y según las mismas leyendas que mi pueblo cuenta, Tezcatlipoca es un dios arbitrario, caprichoso y burlón, una deidad compleja a la que no se le debe provocar su ira o sino él podría modificar tu destino a su antojo sólo para burlarse.
"Puede ser... Me aburro en estos tiempos, donde todas neustras raíces han sido arrancadas, quedándonos todos los dioses en el olvido, salvo uno que otro que se mencionan en las leyendas, pero aún así, nada es como antes, ¿verdad hija de Ocelotl?" mencionó con aburrimiento.
"¿Las Tzitzimime te suenan?" fui al grano porque a este dios no le gusta esperar.
"Esas pequeñas diablillas, juraron que se vengarían de nosotros los dioses por darles la espalda, últimadamente son muy peligrosas ya que descubrieron nuestra debilidad al jade".
"Lamento informarle que éstas han escapado de sus prisiones, me temo que algún ser sobrenatural quiere poner en peligro nuestras raíces, a los únicos sobrevivientes de la conquista española, quienes nos ocultamos y sobrevivimos de la inquisición y de la modernidad" le indiqué lo más resumidamente.
"Sabía que este día llegaría, pensé que mis visiones de mi espejo mágico estaban equivocadas, había supuesto que los seres modernos no se atreverían a indagar sobre estos monstruos" Tezcatlipoca meneó su cabeza en síntoma de incorformidad.
"Supongo que algún enemigo extranjero fue capaz de indagar, pienso que son los fríos de Volterra, aquel clan que ambiciona infinitamente el poder y la supremacía sobre todo aquel ser sobrenatural e inmortal".
"He escuchado sobre ellos a través de las leyendas de tu pueblo, pero estas criaturas no pueden contra un dios" Tezcatlipoca dijo con demasiado orgullo.
"Esas viles criaturas mataron a mi padre, en su forma de dios" respondí con cierto rencor hacia lo sucedido.
"Aquel suceso tan desagrrador sucedió porque tu padre, el gran Ocelotl, al soñar con una familia, tuvo que limitar sus poderes con el jade, sino hubiera cometido semejante error, tal vez y sólo tal vez estaría entre nosotros. Pero, ¿qué se podría esperar de mi ex pupilo que fue tan desobediente".
Aquella última revelación me dejó perpleja...
"¿A qué te refieres con que mi padre fue tu pupilo?".
"¿No lo sabías?" mencionó en un tono de obviedad.
"Saber qué..." murmuré con cierta angustia.
"Tu padre no fue el precursor de los nahuales, el no fue el primer jaguar... Fui yo, yo lo adentré en el mundo del nahualismo, a él le enseñé todo lo que sabe, pero, sólo aprendió a transformarse en diversos animales, nunca pudo dominar el verdadero arte del nahualismo, en donde se puede transformar en humo, montañas, rayos o lluvia como un verdadero y poderoso nahual puede hacer, sólo yo, el espejo humeante poseo dicha habilidad, puesto que me convierto en humo o lluvia para observar bien a los humanos, sólo así puedo ser omnisciente. Inclusive se han narrado leyendas de que el primer nahual humano fue tu hermano llamado, valga la redudancia, Nahual, pero claramente nunca vieron más allá, no vieron el origen del verdadero del nahualismo, y todo tu pueblo atribuyen sus poderes a mi pupilo, pero nunca me agradecieron, nunca me han ofrendado, inclusive nunca me han visto aún siendo humo, no sabían de mi existencia... Se limitaron demasiado, y eso les está costando su supervivencia... Si solamente me hubieran invocado para saber el secreto de la inmortalidad, no se hubieran enrollado tanto con los fríos, si sólo me hubieran puesto atención...".
Claramente el dios Tezcatlipoca estaba ofendido, aquel dios siempre era muy explosivo, tanto así que tenía cambios de humor bien extremos.
"¿Por qué mi padre dejó de ser tu pupilo?" quise indagar más, tratando de enmendar el error de mi progenitor, ya que no quería molestar más al único dios que me puede dar la solución ante mi problema de vulnerabilidad.
"Porque se fue del lado de mi hermano Quetzalcoatl, hubieron peleas internas, y cada dios se fue al lado que más le convenía, y tu padre solamente se fue, sin decirme las gracias por todos los conocimientos que le otorgué, se fue dándome completamente la espalda, claro que luego me las pagó cuando le ordené a Tlaloc que matara a aquella humana de la que tu padre profundamente se enamoró, sólo porque lo convencí de que si lo hacía, mantendriamos a salvo de la humanidad del contacto con dioses que fácilmente pueden destruirlos".
Ante aquella revelación, me enfurecí, ¿cómo se pudo atrever a matar al primer cuerpo de mi madre? ¿cómo se atrevió a hacerle eso a mi padre?
"¡Cómo pudiste! ¡Acaso no tienes corazón!" le reclamé al dios.
"Tu padre me faltó al respeto, antes no lo maté, porque claramente debía darle una lección de lealtad, porque nadie debe de darme la espalda, ¡acaso no entiendes mi posición, joven Ocelotl!, se siente horrible cuando alguien te utiliza, cuando alguien roba tus conocimientos o tu energía y se va a su conveniencia, un acto egoísta de su parte, acción que me dejó molesto, confundido y con el sentimiento de traición escurriendome entre los dedos".
Verdaderamente estaba sorprendida... No podía creer que mi padre traicionara a su maestro... Pensé por un santiamén sobre cómo se habrá sentido Tezcatlipoca, pero hasta la fecha mi clan nunca me ha sido desleal.
Aunque en un futuro próximo todo iba a dar un gran giro...
"Lamento que las cosas hayan sucedido así, gran Tezclatlipoca, no sabía aquel pasado tan vergonzoso, mi pueblo y yo le debemos una gran disculpa en nombre de Ocelotl" traté de comprender la furia de Tezca, ya que a cualquier persona le dolería un acto de traición de sus más cercanos.
"Hija de Ocelotl, eso pasó hace mucho tiempo, inclusive tuve problemas con Quetzalcoatl por dicha osadía, y lamento haber hecho eso... Pero ahora sabes la verdad, sabes que yo puedo ayudarte, me necesitas con urgencia eso lo sé" dijo ahora en un tono más calmado aceptando mis sinceras disculpas.
"Ahora ya veo por qué te dicen el dios de las transgersiones, dicen que tienes la habilidad de modificar el destino..." dije pero el dios me interrumpió.
"Sobre lo de tus poderes es un hecho de que volverán, pero para eso debes de esperar tiempo, podrás sentirte estancanda últimadamente, pero recuerda que todo es un proceso, el tiempo pone todo en su lugar... Sé que sientes que estás en un pozo oscuro, pero si lo ves de esta manera, sólo así podrás entender lo que hay en tu interior y en consecuencia podrás conectarte con tu energía vital, tu magia, tu luz... Estás en una transgersión muy fuerte, Alba, y a decir verdad, me llena de orgullo cómo estás afrontando la situación, tienes una resiliencia fuerte, y eso es de admirar demasiado".
"Pero, ahora, lo único que deseo es proteger a los míos de aquellas viles criaturas, no quiero estar vulnerable, no ahora, sólo necesito una solución inmediata, pues luego de ver muchas visiones, todo se va a tensionar dentro de poco" expliqué con cierto desespero.
"Mmmm, sí tal vez todavía no estés alineada para recuperar tu verdadera esencia, pero puedo ayudarte a acercarte a ella..." él mencionó, a lo que yo me sentí completamente aliviada.
Tezcatlipoca me mostró su espejo mágico de obsidiana, donde claramente se veía una armadura, aquella que me mencionó mi padre.
"Entonces esa es la solución, todo este tiempo lo sabía... ¿Cómo no me pude dar cuenta?".
"A veces tenemos las respuestas enfrente de nosotros, sin embargo, somos ciegos para verlas en ese preciso momento, no es hasta que el tiempo se encarga de que las veas, de una u otra forma, poniendo todo en su lugar para que te des cuenta de la verdad... Sin embargo, algo que me temo es que dicha armadura sólo te regresará tus poderes si la usas todo el tiempo, para recurperar completamente tus poderes y sin tener que depender de una prenda incómoda, debes de esperar un evento cosmológico".
"Claro, un eclipse... Ahora las visiones de Alice e Izel son claras".
"Así es, joven Ocelotl".
"Muchas gracias, Tezcatlipoca. Te debo demasiado, nahual de nahuales".
"¿Cuál gracias?, debes de darme una ofrenda, sabes las reglas" dijo burlonamente.
"Bien, cuando llegue el momento, te llamaré para una batalla, sé que te encanta pelear, así que cuando sea el tiempo... ¿querrás luchar a mi lado?".
"Claro que sí, y de paso invitaré a Huichilopoztli, el dios de la guerra, a él le encantará estar presente".
"De acuerdo es un hecho, te veré luego, dios Tezcatlipoca".
"Será un placer, hija de Ocelotl".
Y fue así como pude encontrar la solución, y todo por indagar mi oscuridad interior, la verdadera base de la magia...
Abrí los ojos de golpe, despertando de mi trance, para enseguida nadar hacia la superficie, fue ahí donde Seth me estaba esperando sentado junto a la orilla del cenote.
—¿Me tardé mucho, verdad? —pregunté con vergüenza.
—Sí, fueron dos días realmente pesados, mi amor —él respondió suspirando lentamente, y con dicha revelación me quedé estupefacta.
—¡Tanto me tardé! —expresé con inquietud y asombro.
—De hecho todos se preocuparon, porque de las aguas salía humo negro, inclusive Jackson quería meterse al cenote para sacarte, pero yo se lo impedí, porque me pediste que nadie interfiriera.
—¿Estabas hablando con el espejo humeante, hija? —de pronto mi madre hizo acto de presencia, destransformándose de su forma animal.
—Sí, y me dio la respuesta... —iba a explicarle el plan, pero ella me interrumpió abruptamente.
—Cielo, no debiste de hablar con él, tu padre no confiaba en el espejo humeante por ser el culpable de que Quetzalcoalt desertara de las tierras Toltecas —ella explicó—. Todavía no se le perdona tal hecho, puesto que el gran Quetzalcoalt no ha regresado, ni siquiera otros dioses saben de su paradero.
—¿Tu sabías que mi padre no era el precursor de los nahuales? —pregunté, ya que intuía que mi madre me ocultaba ese hecho.
—Sí —confesó—. Sabía todo, inclusive todavía recuerdo mi vida pasada, hay muchas cosas que no sabes, pequeña.
—¡Cómo te atreviste a ocultarle tal información a la alfa de los Cheetah! —demandé con mi voz de alfa.
—No me hables en ese tono, jovencita —ella habló en su voz de mando de madre.
—Mamá, ¿cómo podré protegerlos si no tengo una visión amplia del panorama? Si no hubiera sido por la ayuda de Tezcatlipoca, me hubiera quedado estancada. ¡Entonces si sabías todo el pasado de mi padre, por consiguiente sabes que él me hederó su aramadura, la cual hará que todos mis poderes regresen!
Mi madre se quedó estática en su lugar... Se quedó pensativa un momento en lo que ella formulaba una explicación:
—Tu padre me dijo muchas cosas, y me hizo prometer que te las diría en el tiempo adecuado.
—Pues es hora de que me digas todo... —dije decidida—. Sin embargo, ahora tenemos que irnos de aquí, debemos de encontrar la armadura de mi padre...
—¿A dónde piensas ir, hija?
—A Teotihuacán, a la ciudad de los dioses.
Es así como me decidí a explorar los dichosos rincones ocultos y oscuros que tiene la historia de los dioses, aquellas verdades que no fueron indagadas, y todo para evitar futuras secuelas de nuestros errores pasados, porque claramente los Cheetah somos mejor que ayer y seremos mejores en el mañana.
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