💣EPÍLOGO💣

(Amo esa canción 👆👆👆👆👆)

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En silencio, Moonbin observaba a su pequeña hija durmiendo plácidamente en su cuna, abrazando aquella almohadita en la que aún quedaban ápices del aroma de Dong Min. Ella se veía tan bonita y serena, como un dulce angelito que descansaba en armonía. Moonbin sonrió con algo de amargura, y acarició suavemente su mejillita.

—Bebé, es hora de levantarse —susurró, dándole una nueva caricia—. Ali... arriba, bebé —canturreó, comenzando a quitarle aquella almohadita que abrazaba.

Al sacársela, Alaska empezó a removerse con molestia, tanteando con sus manitos en busca de su objeto más preciado. Poco tardo en darse cuenta que ya no lo tenía, así que abrió sus marrones ojos y formó un pucherito antes de echarse a llorar.

Moonbin la tomó entre sus brazos tras dejar la almohada sobre las sábanas de la cuna. Alaska rodeó su cuello con sus bracitos, escondiendo su rostro en el hueco que formaba este, tranquilizándose un poco al sentir el aroma de su papá alfa.

Un besito fue plantado entre sus finos cabellos lacios, mientras Moonbin caminaba hacia la cama. Allí dejó con cuidado a su hija de veintiún meses para luego quitarle su pijamita, cambiarle el pañal, y vestirla con un conjunto nuevo que su tía Irene le había regalado hacía poco.

Apenas acabó de vestirla, esta gateó sobre la cama con rapidez, yendo directo del lado que solía ser de Dong Min. Se trepó hasta la almohada grande, tirándose encima, abrazándola y aspirando hondo.

—Pa —dijo cerrando sus ojitos.

Moonbin apretó los labios, reprimiendo las ganas de llorar que le daban siempre que su bebé hacía cositas como esas. Se tragó el nudo que subió por su garganta, y se acercó a aquel lado de la cama, tomando asiento en el borde. 

—¿Recuerdas que estuvimos practicando algunos nombres, bebé? —le preguntó Moonbin, sonriéndole mientras le acariciaba un pequeño mechon de su cabello.

—Ti —contestó, y luego rio cuando su padre le hizo cosquillitas en su cuello.

—¿De quién es el olor que tanto olfateas? ¿lo recuerdas? Papá...

—Song Nin.

Moonbin rio, revolviéndole el pelo cariñosamente, no pudiendo evitar detener un par de lágrimas que se le escaparon, las cuales se limpió tras sorber sus mocos.

—Dong Min—pronunció lento y despacio.

Su bebé abrió y cerró la boca un par de veces, tratando de copiar el movimiento de labios de Moonbin.

—Don... uhm... D-Dong... Dong-Nim... ¡Dong Nim! —gritó con entusiasmo, dando un saltito de emoción sobre la cama como si lo hubiese logrado. Luego miró con curiosidad a Moonbin, quien la observaba con una feliz sonrisa de padre orgulloso—. ¿One ta papá Dong Nim?

Aquella sonrisa que iluminaba el rostro del alfa se fue desvaneciendo. Respiró hondo, no dejando que su amargura lo dominara, y se puso la mano izquierda en el pecho, a la altura de su corazón.

—Aquí... y aquí —señaló también el pecho de su hija—. Siempre en nuestros corazones.

Siempre en mi corazón, Lee Dong Min, tuyo sinceramente, Moonbin. Aquello fue lo que escribió en un papel que formó parte del homenaje que le hizo seis meses después de su desaparición. Cuando bajó los brazos, deteniendo su implacable búsqueda, entendiendo que ya no había modo de encontrarlo.

O al menos eso fue lo que él creyó.

★ ★ ★

—¿Qué haces? —cuestionó en un susurro uno de los jóvenes omegas que descansaban dentro de aquella fría y parcialmente oscura habitación, frunciendo el entrecejo al percibir movimiento en la cama de al lado.

Dong Min terminaba de ajustarse los borcegos. Se puso de pie y recargó el arma que le había hurtado al asqueroso alfa que se hacía llamar su dueño.

—¿Lo intentarás de nuevo? —preguntó el pequeño Tae hyung, asombrado, y se talló los ojos, destapándose al instante para luego sentarse en el borde de la cama, asustado—. P-pero... la últ-última vez te c-castigaron muy feo.

—Tranquilo, esta vez no cometeré los mismos errores. Ya entendí como se mueven —declaró el omega pelinegro, seguro de sí mismo, ocultando la pistola bajo su ropa.

—¿Y... y me d-dejarás aquí? —musitó el menor, llenándose sus ojos de lágrimas, pues no se imaginaba estar allí sin el acompañamiento de Dong Min, el omega que lo protegía en aquel infierno, quien lo tranquilizaba cuando las cosas se tornaban feas, quien le arrullaba y le sanaba las heridas que dejaba la violencia de los alfas, quien le consolaba y animaba en las noches más duras, quien le daba de su comida cuando a veces se quedaba con hambre, quien le permitía pasarse con él en la cama cuando el miedo no le dejaba dormir.

—Claro que no, pequeño —murmuró Dong Min tranquilizador, poniéndose de cuclillas frente a él. Posó una mano en su rodilla y le sonrió—. Te prometí que nos escaparíamos juntos, ¿recuerdas? Los tres...

Tae hyung esbozó una sonrisita, mientras las lágrimas bordeaban sus mejillas, las cuales se limpió con rapidez.

—¿Me muestras tu pancita? —le preguntó Dong Min de pronto.

Él asintió, obedeciendo sin rechistar, no tardando en levantarse su sucia y vieja camiseta, la cual ocultaba su apenas abultado vientre donde allí crecía un prematuro cachorrito producto de una de sus tantas violaciones.

Dong Min se arrodilló y apoyó con suavidad una de sus manos sobre la tibia piel, inclinándose para obsequiarle un dulce beso a la pancita.

Cuando él supo de aquel embarazo, la tristeza lo inundó profundamente. Lloró toda una noche, pensando en porqué mierda tenía que sucederle todo aquello a un inocente omega de doce años. Y su llanto aumentó al imaginarse la cantidad de casos como el de Tae hyung que habría en todo el planeta.

Dong Min detestó la mierda de mundo en el que vivía, prometiéndose a sí mismo que en cuanto se reencontrara con Moonbin le pediría que hiciese algo al respecto contra el tráfico de omegas. Porque no podía quedarse de brazos cruzados luego de sufrirlo en carne propia.

—Escúchame —susurró el pelinegro, bajándole la camiseta. Luego se sentó a su lado sobre la cama—, tú te quedarás aquí y no saldrás hasta que yo pase a buscarte, ¿si? Primero debo encargarme de despejar la salida, de deshacerme de los alfas, por eso no te he despertado. No te pondré en riesgo a ti, Tae. Te prometo que cuando esté todo seguro volveré por ti y nos iremos lejos, muy lejos.

—Estás loco —mencionó una tercera voz, colándose a la conversación. Era Lucy, la chica que dormía una cama arriba de Dong Min—. Dime, si es que logran escapar, ¿qué harán una vez afuera? ¿Siquiera tienes una idea de en dónde nos encontramos? ¿Hacia dónde irán sin dinero? No durarían ni un día, ¿y sabes que pasará? Los encontrarán y no sólo tu espalda recibirá unos veinte latigazos por hora, sino la de Tae también y será por tu culpa. Oh, y olvídate de ese bebé. Ni siquiera hará falta que lo aborten, matarán al feto a golpes. Vólkov ya no tendrá compasión de nadie, Dong Min.

Tan pronto como la omega acabó de decir aquellas crudas realidades, Tae se apresuró a aferrarse al cuerpo del pelinegro, abrazándolo con el miedo aflorando en su interior.

—Oh, cierra la maldita boca, jodida estúpida —escupió Dong Min con rabia, frunciendo el ceño, mientras envolvía protectoramente entre sus brazos al menor—. Eso no sucederá, porque... ¿Sabes que haré? Mataré a Vólkov, tomaré una parte del dinero que ese hijo de puta se hace con todos nosotros y me largaré con Tae a Corea. Y no dudaré en asesinar a quien sea que se me cruce en el camino. No sé tú, pero yo tengo un alfa y una hija que me necesita. No pararé hasta salir de aquí.

—¿Lo m-matarás? P-Pero... gracias a él sobrevives, q-quiero decir... tu lazo —habló Tae, tartamudeando nerviosamente, cargando de pánico su mirada por lo que planeaba hacer Dong Min.

—No me importa mi lazo con él. Podré soportarlo, no te preocupes, cariño. Mi alfa me sanará con su mordida después.

—¿Dong Min? —Lucy asomó su cabeza desde arriba, mirando al pelinegro tímidamente—. ¿M-Me llevas contigo... p-por favor?

El susodicho elevó una ceja, devolviéndole la mirada, y sonrió de lado.

—¿No que yo no duraría ni un día afuera antes de que me encuentren y me azoten a mí y a quien me acompaña?

—Latigazos dije, no azotes —corrigió ella, rodando los ojos—. Es que... bueno... tu plan parece bueno... y yo no quiero quedarme aquí, es decir, ¿quién querría? Es una completa mierda esto.

—Lo sé, y está bien, te llevo conmigo.

—¿Y que pasará con los demás? —quiso saber Tae, quien todavía continuaba apegado al cuerpo de Dong Min, con sus dos brazos enlazados alrededor de este.

El aludido suspiró pesadamente, tomándose su tiempo para pensar. Si fuera por él, los sacaría a todos de allí, porque nadie se merecía vivir la mierda que estaban pasando.

Todos habían quedado atrapados en el mismo negocio ilegal. A todos les tocó convivir apretujados en aquel clandestino sitio. Omegas de distintas nacionalidades, vendidos, entregados o secuestrados, fueron trasladado a un solo país, a una sola propiedad, donde allí fueron esclavizados, teniendo que brindar su cuerpo para la explotación sexual.

Sin embargo, Dong Min siempre lo tuvo todo un poco más fácil. Era el único omega mordido. El único omega que pertenecía totalmente a Vólkov, el jefe, a quien Dong Min tanto aborrecía. Y ser marcado por el jefe tenía sus privilegios.

Dong Min se salvó de pertenecer al grupo de omegas que tenían como tarea andar semi-desnudos por el resto de la siniestra y gélida propiedad, siendo tomados por el primer alfa que se interesaba en alguno de ellos.

Por tal, en vez de entregar su cuerpo, Dong Min daba bailes eróticos en bares atiborrado de hombres lujuriosos. Pues, Vólkov no dejaba que otro, además de él, lo follara. Permitía que lo vieran, lo desearan, lo adularan, mas no que lo tocaran. Porque era suyo, y él disfrutaba violándolo en su habitación, castigándolo ferozmente cada vez que este hacía de las suyas.

Al principio, Dong Min había intentado escapar incontables veces, fallando y siendo castigado en cada oportunidad. Hasta que un día se rindió y se hundió en la amargura. Dejó de escapar, dejó de luchar, dejó de gritar. Sólo lloraba en silencio, resignado, mientras era besado, tocado, penetrado por otro alfa que no era el suyo, teniendo que drogarse para hacer los bailes porque sino, no podía.

Pero entonces, llegó un nuevo omega, uno pequeño, muy asustado y temeroso, el cual no hacía ningún berrinche, sólo sollozaba sentado en un rincón, abrazando sus rodillas, temblando más de miedo que de frío. Era Tae hyung, y su llegada lo cambió todo para Dong Min. Algo en su interior se activó, y en él nació unas terribles ganas de protegerlo.

Dong Min encontró en Tae una razón para seguir luchando.

Sin embargo, ya no lucharía con fuerza, lo haría con inteligencia. Su nueva táctica: ganarse la confianza de Vólkov, fingiendo ser un buen chico que ya había aprendido a comportarse después de tantos castigos.

Y le funcionó bastante bien. Al punto de tener a Vólkov casi comiendo de su mano, y más cuando Dong Min le sorprendía con bailes privados, tomando todo el control en la cama.

Fue de ese modo que el pelinegro conseguía las cosas. Si mantenía de buen humor a Vólkov a todos les iba mejor. Los omegas tenían más comida, más horas de descanso, y hasta atención médica si la necesitaban. Así fue también como, luego de enterarse del embarazo de Tae, convenció al alfa de que ya no siguieran abusando de este, ni golpeándolo.

Dong Min también habría estado a favor de que abortara. Pero al momento en que le explicó a Tae que todas aquellas náuseas y mareos era porque había un cachorrito chiquitito dentro de su pancita, su rostro se iluminó de alegría, una alegría que desapareció luego de que Dong Min dijera que era mejor sacarlo. Tae negó, asustado, colocando sus brazos en torno a su vientre, sin siquiera poder entender porqué no era bueno tenerlo.

Tae hyung nunca entendió la gravedad de todo lo que ocurría a su alrededor. Su alma era tan pura e inocente que se sentía realmente feliz de tener consigo a un cachorrito, aún sin siquiera saber cómo fue que había llegado a su vientre, sin entender de toda la responsabilidad que conllevaba tener un hijo y sin tener en cuenta de las condiciones en las que estaba.

Y sin embargo, Dong Min respetó su decisión, completamente conmovido. Pero quien no lo hizo fue Vólkov, este no podía permitir que aquel embarazo siguiera, y por tal razón le otorgó a Dong Min hasta un cierto tiempo para deshacerse del feto.

El omega no pensaba quitarle su bebé a Tae, al contrario, pensaba quitarle la vida a Vólkov para huir con Tae hyung.

En realidad, Dong Min deseaba huir con todos los omegas, pero ¿cómo haría? Él era el único de la camada que tenía conocimiento en armas y sabía defenderse. Por su cuenta se escabulliría fácilmente, pero con veinte omegas siguiéndole los pasos lo veía muy difícil. Él no llegaría a proteger a todos.

—Con Vólkov muerto, podrán escapar solos —soltó el pelinegro—, pero de ahí en mas no lo sé.

★ ★ ★

—Oh, Moonbin, deja de preocuparte. Ella estará bien —intentó tranquilizar Jackson, viendo lo inseguro que este se encontraba, y se echó en uno de los cómodos asientos del jet privado.

Era la primera vez, desde que había nacido su hija, que Moonbin saldría del país en un viaje de negocios y no se sentía nada bien al respecto.

—Odio esto, no quiero alejarme de ella. ¿Entiendes que Alaska ya sufre por la ausencia de Dong Min? Imagínate como estará al notar que ninguno de sus padres está.

—Ella sabe que volverás. Además, serán solo tres días, Moonbin. Arreglamos el asunto con los rusos y ya está. Verás que en un abrir y cerrar de ojos ya te reencontrarás con tu bebé.

Moonbin suspiró, derrotado, y miró por la ventanilla, pensando en qué estaría haciendo su princesa ahora mismo. ¿Lo estaría extrañando? ¿Estaría llorando? ¿Y si lo necesitaba? ¿Y si tenía miedo por algo y él no estaba ahí para arrullarla?

Mierda, no podía estar tranquilo pensando en que iba a estar varios días sin ella. Moonbin la necesitaba tanto. Era lo único que lo mantenía en pie, la única razón por la cual decidió seguir con su vida y no dejarse asesinar por la tristeza de un lazo roto. Porque desde que le arrebataron a Dong Min de su vida, Moonbin se volvió sumamente dependiente de su hija.

Alaska era lo único que le quedaba de Dong Min, aparte de su inolvidable recuerdo. En ella veía a su omega en una mini versión femenina. En sus grandes ojitos marrones veía una razón por la cual soportar el terrible dolor que le atormentaba.

La amaba demasiado como para dejarla también. Nunca había importado cuantas ganas tuviera de pegarse un tiro en la cabeza, no lo hacía porque ahí estaba ella con su sanadora risa para salvarlo. Verla sonreír hacía que todo aquel sufrimiento valiera la pena.

★ ★ ★

Había transcurrido su primer día en Moscú y antes de acostarse a dormir, llamó a su hermana para ver que tal habían ido las cosas con Alaska. Habló cinco minutos con ella, descubriendo que nada de otro mundo había ocurrido, y al cortar se dispuso a dormir, sintiéndose más tranquilo.

Nunca se habría imaginado que, dos horas después, cuando la medianoche se avecinaba, Jackson interrumpiría en su habitación de hotel, exclamando su nombre una y otra vez.

La luz fue encendida, y Moonbin se despertó malhumorado, frunciendo el ceño y entrecerrando sus ojos por el brillo, sin entender nada.

—¡¿Qué mierda quieres?! —vociferó al ver que Jackson lo destapaba, diciéndole que se tenía que vestir.

—¿Recuerdas que me habían dicho que aquí había unos clubes nocturnos que... uff? ¡Pues, he ido a uno y tienes que venir! ¡No tienes idea de lo que son esos omegas! ¡Y tú más que nadie necesita un polvo urgentemente! —decía exaltado, intentando que Moonbin se despabilara del sueño.

—No necesito un polvo, quiero dormir —mencionó fastidiado, somnoliento, dejando caer su cabeza en la almohada—, así que te agradecería que...

Jackson lo cortó, sacándolo de la cama de un solo tirón. Un ruido en seco se oyó cuando Moonbin aterrizó de golpe en el suelo.

—¡Tienes que venir! ¡Te juro que lo valdrá y me lo terminarás agradeciendo! —aseguró este, abriendo el guardarropas para sacar de allí las primeras prendas que se le presentaban, echándoselas a Moonbin en la cara, mientras este rezongaba en el suelo.

—¡No quiero follar! —gritó, quitándose las prendas de encima con enojo.

—Bueno, no hace falta que folles, ¡pero ven! ¡Dan espectáculos! ¡Bailes eróticos!

—No me interesa —refunfuñó, levantándose del suelo para echarse en la cama, cubriéndose con el edredón hasta la cabeza—. Vete y déjame dormir, maldita sea.

★ ★ ★

Una malévola y despiadada risa huyo de entre los labios de Vólkov, aquel insensible y temible alfa que dirigía el tráfico de omegas en aquella región de Rusia.

—¿En serio creíste que podrías burlarte de mí? —expresó con una cínica sonrisa en su duro rostro, arrastrando el acento ruso en su habla—. Como me subestimas, bebé, no puedo creerlo. ¿Acaso pensabas que pasaría desapercibido la desaparición de una de mis armas? No seas iluso, Dong Min. Tú no te irás de mis manos.

El omega se encontraba arrodillado en el suelo, atado de manos y tobillos. Cabizbajo, trataba de que las lágrimas no se hicieran presentes. Había fallado. Le había fallado a su pequeño una vez más.

—Te molería a golpes ya mismo por tu impertinencia. Sin embargo... —Se colocó de cuclillas, y le acarició una mejilla con suavidad—, tienes que verte muy bonito para el show de esta noche, bebé —completó la frase con una maliciosa sonrisa y le tomó de la mandíbula con fuerza, levantándole la mirada abruptamente—. Así que te duchas, te vistes y sales a dar tu maldito baile. Luego me encargaré de darte tu merecido. Oh, y olvídate por completo de Tae hyung. Lo venderé a un tipo que tiene como fetiche torturar a omegas embarazados, ¿qué te parece? Es un buen negocio, ¿no?

—¡¡HIJO DE PUTA!! —gritó Dong Min desgarradoramente, soltando toda la furia que se concentraba en su interior, e intentó liberarse de sus ataduras para lanzarse a atacarlo con sus propias manos. Pero no pudo, consiguiendo sólo caerse contra el suelo, llorando sin consuelo con su mejilla pegada a la baldosa.

No quiso ducharse, ni cambiarse, ni nada. Solo quería ver a Tae , decirle que todo iba a estar bien y que de alguna u otra manera iban a salir de allí. Pero no le dejaron verlo. Le vendaron los ojos, lo metieron dentro de un auto y en el camino le inyectaron el brazo.

★ ★ ★

Moonbin bufó. No sólo no podía creer que había accedido a la insistencia de Jackson, sino que también seguía sin entender el afán de este de llevarlo allí. No tenía nada de especial aquel sitio tan vulgar. Era despreciable. No le gustaba para nada el ambiente, y ni siquiera sentía la necesidad de mirar por más de un segundo a las y los omegas que bailaban o circulaban por allí al borde de la total desnudez.

El lugar contaba con un escenario central que venía con pasarela y varios caños de baile. También había algunas mesas que tenían un mismo caño en el centro para bailes más exclusivos. Sin embargo, Jackson y Moonbin ocupaban un sitio más apartado en la zona vip, el cual se situaba en un medio piso y tenía vista perfecta al escenario desde un costado.

Pero Moonbin estaba tan incómodo y aburrido. Lo único que le ayudaba a sobrellevar la situación era el trago que tenía entre sus dedos. Jackson, por su parte, no cesaba de mirar de un lado a otro, como si estuviese buscando a alguien con ansias.

—¿A quién se supone que buscas? —preguntó Moonbin desinteresado, terminando su bebida de un solo trago.

—A un omega que te volverá loco —contestó, haciendo reír al otro—. Estoy seguro de que debe andar por alguna parte. Pero en fin, ya lo visualizaré.

—Déjate de estupideces, el único omega capaz de volverme loco ha sido Dong Min y ya.

—Créeme, te volverá loco —aseguró Jackson, esbozando una disimulada sonrisa ganadora, mientras seguía buscando con su mirada a Dong Min. Porque sí, lo había visto antes. Demasiado drogado para ser el Dong Min que él alguna vez conoció, pero era él.

Moonbin rodó los ojos, suspirando. El alfa de ojos marrones detuvo su búsqueda y centro su mirada en Moonbin. Se inclinó sobre la pequeña mesita que acompañaba los sofás, y en dialecto italiano comenzó a decir:

—Escúchame, aquí hay demasiada seguridad. Tendrá que ser muy preciso lo que hagamos. Si no te lo estoy diciendo claro es para que no te alteres. Al menor indicio de atentado abrirán fuego. Los rusos son tan jodidos.

—¿Qué mierda dices? ¿De qué atentado hablas?

—Me amarás, hermano, me jodidamente amarás. Armé un plan de ataque, rescate y fuga. Te traje a ti y al resto de guardaespaldas porque solo no iba a poder. Aparte, no me corresponde a mí. Tendría que ser tu operativo, pero me he adelantado porque tú habrías cometido una locura sin planificarla antes y habrías acabado muerto.

—¿De qué hablas? ¿Ataque? ¿Rescate? ¿Qué mierda has tomado, Jackson?

—Rescataremos a un omega.

—Joder, ¿es en serio? Si quieres a un omega, negocia por él. No hace falta armar semejante escándalo.

—¿Te crees que no lo he intentado ya? No está en venta. ¡Te juro que me habría encantado llevártelo con un moño en la cabeza!

Moonbin resopló, no pudiendo creer lo que escuchaba.

—Si es por mí, ni te molestes. Te habría arrojado al omega por la ventana si me lo llevabas, sea quien sea.

Jackson se carcajeó.

—No sabes lo que dices. —Hizo una pausa para beber un sorbo de su trago—. Cuestión, afuera Jinwoo y Vincent se están encargando de los gorilas de seguridad que vigilan todas las puertas de entrada y salida. Los demás están infiltrados aquí adentro. Y si notas, hay dos alfas uniformados bien protegidos que controlan todo. Son los dueños del sitio, y al parecer uno de ellos es el alfa del omega que, entre comillas, nos robaremos. Así que, escucha bien que esta es la parte más emocionante, ni bien Vincent me de la señal, abriremos fuego contra ellos. Tu corres directo hacia el objetivo y una vez lo tengas huiremos. Jinwoo nos estará esperando con el auto en marcha.

—¿Realmente hablas en serio? ¿Y por qué yo sería quien tiene que salir corriendo por el "objetivo"? —cuestionó Moonbin, abatido, y se puso de pie—. No quiero correr, es más, no quiero tener nada que ver con todo esto. Estoy muy cansado y desanimado. Lo siento, Jackson, pero yo no...

Las luces se apagaron de repente. Los reflectores iluminaron con su cegadora luz el escenario vacío, que pronto fue pisado por aquel omega de lisa cabellera y pupilas dilatadas al tiempo que la introducción de You can leave your hat on comenzaba a sonar en todo el sitio.

Moonbin volteó, y todo se detuvo en aquel segundo.

—Dong Min...

★ ★ ★

3

Faltan los 3 extras😍🥰🥰🥰💜

La flor que hizo mi bebito MJ hace menos de 1 hora 😍🥰🥰🥰🥰 hoy 28 de febrero en Corea y aquí en América 27 de febrero del 2021😍😍🥰🥰😍😍 es tan creativo mi Happy virus💜💜💜💜💜💜💜💜💜💜💜💜💜💜

Entrevista en Japón 🥰😍👆👆👆👆

¿Qué tal el cap?

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