💣26💣
Moonbin deseaba marcharse. Ahora. Ya. No soportaba absolutamente nada más. La música le estaba haciendo doler la cabeza. El intolerante olor que se compenetraba allí ya era sofocante. Necesitaba salir. Necesitaba un cigarrillo. Pero no quería apartarse de su lugar junto a Dong Min, en lo absoluto.
Se había pedido un trago como para poder sobrellevar mejor la situación, mas ni eso ayudaba.
Y recién llevaban quince minutos. Quince minutos y Moonbin ya ansiaba matar alguien. Desde el primer segundo lo detesto e, hiciese lo que hiciese, no podía quitarle su fulminante mirada de encima a ese imbécil que se había atrevido a provocarlo. Quería acabarlo.
-Lo que dijo el tonto de Jaebum no es verdad, despreocúpate y deja de mirarlo como si quisieras asesinarlo -le dijo Dong Min cerca del oído, con uno de sus codos apoyados en el hombro de él, aprovechando que estaba a la misma altura puesto que se encontraba sentado sobre una mesa, aguardando a que sus amigos terminaran la partida de billar.
Moonbin había decidido quedarse de pie junto al omega sentado, pues debía estar alerta de cualquier cosa que pudiese pasar.
-Es algo irritable, lo sé. Pero no es malo, es como mi hermano mayor -continuó Dong Min luego de haberse dado una pausa para beber un trago de la limonada que se había pedido-. Con su actitud de idiota depravado me ha sacado de varios apuros con alfas que se volvían insoportables conmigo.
-De igual modo, mi instinto lo siente como una amenaza -declaró Moonbin, tensando su mandíbula.
-Pues, dile a tu instinto que se está equivocando, porque él no está interesado en mí de esa forma. Para empezar, ni siquiera prefiere a los omegas varones, le gustan las hembras.
-¿Y tú qué sabes? Quizá le gustan en secreto, quizá le gustas en secreto. ¿Por qué otra razón me habría mirado con tanto desprecio? Mi instinto no falla.
Dong Min rio, negando con la cabeza.
-Eso no podría ser posible. ¿Y sabes por qué? Porque a mí me gustaba cuando era más chico y yo de tontito se lo dije y me tocó quedarme con mi corazoncito roto en la no tan bonita zona de amigos -confesó riéndose de su propia anécdota-. Si me hubiera querido tener me habría tenido. Pero nunca pasó.
El omega suspiró con una ligera pizca de amargura.
-Además, recuerdo que para "consolarme" me había dicho que algún día conocería a ese alfa que amaría estar conmigo y me valoraría como me lo merecía y bla bla, la típica cursilería barata que siempre utilizan para salir de la situación incómoda... Pero ¿sabes? Tenía razón y estoy feliz porque ya he conocido a ese alfa... Mi alfa.
Moonbin esbozó una enorme sonrisa al oírlo decir aquello. Una muy grande sonrisa que anunció lo contento que se había puesto. Dong Min lo miraba con la felicidad marcada en sus preciosos ojos. Él dejó su limonada en un costado de la mesa para luego tomar con ambas manos el saco del mayor, atrayéndolo, obligándolo a ponerse entre el espacio que formaba sus piernas abiertas.
Fue entonces cuando, envolviendo sus brazos en el cuello del otro, Dong Min lo besó con deseo, con alegría, con pasión. El alfa no dudó en devolverle aquel ansiado contacto, dejando a tientas su trago en la mesa para situar sus manos en la cintura del más joven.
Sin embargo, al separarse, el omega percibió cierta preocupación en los marrones ojos de su alfa. Llevó una de sus manos a su mejilla, acunándola.
-¿Qué pasa? -preguntó, observándolo con intranquilidad.
-¿Y si fuera posible...? ¿Y si ese alfa en lo profundo si siente algo por ti, pero él mismo se obliga a no aceptarlo? Algo no me cuadra de él, Dong Min. Me has dicho que nunca has tenido alfa, por lo que asumo que él nunca se tuvo que preocupar de ti encariñándote con otro. De la nada aparezco yo y es como si ansiara espantarme con su prepotente mirada y sus atrevidos comentarios. Está celoso y sé que, para él, yo soy la amenaza. Sabe que puede perderte de alguna manera si te quedaras oficialmente conmigo, ¿entiendes?
Dong Min respiró profundo, acariciando su mejilla.
-Creo que estás exagerando, Moonbin-expuso el aludido con pesadez-. Como he dicho, yo soy algo así como su pequeño hermano. El solo intenta cuidarme a su manera. Si se comportó de ese modo es porque quiere dejarte claro que si llegaras a pasarte de la raya conmigo él estará ahí para golpearte.
-Entonces, dime, ¿también se comporta tan "protector" con el otro omega? Porque he visto que hay otro omega varón con ellos.
El pelinegro torció el gesto, pensando.
-Mh... no tanto. Pero es diferente, no lo sé, creo que tiene que ver con que yo soy el bebé del grupo, ya sabes, el menor... Pero ¿por qué nos complicamos la vida con esto?
-Porque esto no me preocuparía tanto si yo no me tuviera que marchar la semana que viene. ¿Qué sucederá si ese idiota aprovecha el que te hayas separado de mí para llenarte la cabeza? Dong Min no tienes idea del miedo que me da regresar y encontrarte con otro en mi lugar. Sinceramente dime, ¿qué harías si él, de pronto, se te confiesa arrepentido de no haberte correspondido en su momento?
-Ay, no seas estúpido, Moonbin-exclamó, frunciendo el ceño con enojo-. ¿Sabes que haría? Lo mandaría a la mierda. Y sin dudarlo. ¿Te crees que soy tan débil e iluso para caer rendido en los brazos de ese idiota por el simple hecho de que me haya gustado en el pasado? No te imaginas lo que he sufrido por su culpa... Sé que no fue a propósito y que él no lo hacía por maldad, pero me lastimaba mucho ver como se enrollaba con otras sin ningún reparo en mí.
Los tristes ojos marrones del omega se cristalizaron al traer al presente aquellos tortuosos recuerdos.
-Él creía que yo era demasiado joven para entender lo que era el amor. Quizá era verdad o quizá me subestimaba, no lo sé, pero a partir de ahí deje de creer que tal sentimiento existía y con mi corazón lastimado empecé a comportarme como si nada me importara, sabes...
Moonbin lo escuchaba con toda la atención que era capaz de brindarle, mirándolo con una expresión blandecida. Había notado la floreciente angustia en sus vidriosos ojos, lo que aumentaba sus terribles ganas de abrazarlo.
-Yo era tan tonto e inocente antes, pero su rechazo me ayudó a ser fuerte y a formar mi carácter, por eso nunca le guarde rencor. Me hizo un favor. Un lindo favor que me hizo terminar en una descontrolada vida llena de vicios. Esa vida que tanto amé por el solo hecho de que no había sufrimiento alguno allí, no había preocupaciones. Era solo yo, bebiendo, riendo, divirtiéndome, seduciendo a aquellos que pretendía llevármelos a la cama y punto. Yo no buscaba nada más. No quería nada más. Pero entonces llegaste tú.
Dong Min sonrió al pronunciar aquellas últimas palabras, mirándolo con un inevitable brillo en sus ojos. Un brillo naciente de su profundo enamoramiento.
-Llegaste a desordenarme la vida entera. A arruinar mi creencia de que el amor no es más que una ilusión. Y te odio por eso. Porque, mierda, hay una cantidad enorme de alfas que están realmente buenos aquí y que antes habría muerto por conseguir que alguno me folle, pero ahora me importan una total mierda, Binnie. Estoy aquí, contigo, y no me arrepiento. No desearía estar con nadie más. No desearía que ningún otro alfa ocupara tu lugar, ni ahora, ni nunca. Te quiero a ti, solo a ti.
Las palabras de Dong Min eran sinceras. Muy sinceras. Y se notaba perfectamente en el modo en que lo miraba. Con tanto amor, con tanto cariño, con tanta seguridad, que Moonbin pensaba que era demasiado hermoso para ser verdad.
La expresión del alfa era de puro enternecimiento. No podía creer lo que acababa de escuchar. Era... era todo como un espléndido sueño, uno del cual no quería despertar nunca. Estaba realmente conmovido, como jamás lo había estado en toda su maldita vida. Tanto que hasta le habían surgido unas ineludibles ganas de llorar.
-Mierda, Minie... -murmuró con sus marrones ojos cargados de lágrimas, sin saber qué diablos decir, sin tener una mínima idea de qué palabras serían las más adecuadas para exponer-... Te amo.
Dos palabras. Solo aquellas dos simples palabras cargadas de un semejante cúmulo de sentimiento fue suficiente para demostrar en pocas sílabas aquel torbellino de emociones que se había forjado en el interior del alfa. Dos palabras y luego un beso.
Un sentimental beso que rompiera con todos sus miedos y sus preocupaciones. Un pasional beso que les transmitieran todo aquello que ambos se veían imposibilitados de expresar en palabras. Uno que terminara de complementar la perfecta escena de sinceras declaraciones y revuelta de emociones.
Un increíble e interminable beso que los transformaran en dueños del mundo. Reyes del universo.
Y en ese entonces, ya nada más importaba. Solo eran ellos dos, compartiendo el momento más hermoso de sus vidas. Allí, en medio de un mar de gente ebria y desenfocada, bajo las tenues luces de un sitio albergado de alcohol y de obscenidades, entre parejas excitadas y almas entristecidas. Allí se encontraban creando la escena más romántica y emocional de sus vidas, la cual tenía todo el potencial para tornarse en el futuro en un recuerdo verdaderamente especial.
Pero el futuro recuerdo quedó arruinado de modo inesperado.
Un ruido fuerte y seco sonando muy cerca suyo los hizo separarse, obligándolos a terminar abruptamente aquella encantadora escena que había sido saboteada.
Un taco de billar, de manera repentina, yacía contra la mesa, muy próximo al sitio en el que se hallaba sentado Dong Min con sus dos piernas enredadas a la cadera de Moonbin.
-Oh, lo siento por arruinar su momento -habló JB con cinismo, ganándose la inmediata mirada cargada de odio de Moonbin-. Ya hemos terminado la partida. Pero vamos a jugar otra y necesitamos a uno más. Lay ya se marcha. ¿Qué dices, Dong Min?
-Todos saben que no juego bien -declaró el omega de mala gana, al tiempo que desenredaba sus piernas del cuerpo del mayor, liberándolo.
Se echó hacia atrás, apoyando sus palmas en la madera de la mesa, recargando su peso en ellas. Moonbin permaneció en su sitio entre las piernas abiertas del omega, sin ánimos de apartarse.
-No te preocupes, te ayudaré -insistió el alfa de cabello negro, centrando su mirada solo en Dong Min.
-No -espetó de repente Moonbin, teniendo el entrecejo fruncido de enfado, sabiendo perfectamente cuales eran sus intenciones-. Si él quiere jugar, quien lo ayudara seré yo. No tú. Ni creas que te dejaré hacerlo.
-¿Tú sabes jugar? -le preguntó el pelinegro, antes de que JB pudiese siquiera abrir la boca para protestar contra su alfa.
Moonbin asintió con un movimiento de cabeza, volviendo su mirada al ser más bonito del mundo.
-¡Perfecto! Jugaré contigo -exclamó el omega feliz, impulsándose hacia el cuerpo del castaño para rodearle con sus brazos y darle un nuevo beso en los labios.
Al separarse, Moonbin sonrió con victoria.
Y así fue como pasó. Así fue como Moonbin aprovechó al máximo aquella situación, refregándole en la cara al idiota entrometido que Dong Min estaba bajo su dominio.
No quitó su arrogante actitud en ningún segundo, haciéndose lucir junto a su omega cuando era su turno de jugar. Moonbin le enseñó las técnicas más eficaces que él solía utilizar en el pasado. Por cada vez que le tocaba a Dong Min, el alfa se apegaba a su cuerpo por detrás indicándole con susurros desde que ángulo le convenía efectuar la jugada, calculando el tiro en su mente.
A Dong Min le resultaba tan divertida y excitante la ocasión que ni siquiera lograba captar palabra alguna que era sutilmente murmurada en su oído. Le seducía demasiado el coqueto modo en el que Moonbin le ayudaba a posicionarse y poco después a impulsar el taco para golpear una de las bolas.
Le encantaba jugar de esa manera. Aunque no entendía nada del juego, amaba que Moonbin hiciese con él lo que quisiese solo con el fin de demostrar con gracia sus habilidades. Y lo mejor, siempre ganaban puntos. Muchos puntos que eran dignos de un buen beso de festejo.
Sus amigos soltaron comentarios acerca de ellos durante toda la partida. Comentarios que solían ignorar por completo porque estaban muy ocupados besándose. Y Moonbin sonreía con satisfacción al percibir la indignación de Jaebum, quien, al no poder concentrarse, varias veces le erró a la bola pegándole al aire. Motivo de risas y burlas de parte de sus amigos.
Gustoso, Moonbin ya se había preparado para el enfrentamiento cuando este explotara de enojo. Pero dado que no ocurrió, Moonbin se sintió muy orgulloso de sí mismo, entendiendo que ese idiota no tenía el coraje necesario para atacarlo.
Ya casi era la hora de marcharse. La partida había finalizado siendo el equipo de Dong Min el ganador del dinero que se había apostado. Ese JB no había vuelto a molestarlo. Dong Min se había comportado mejor de lo que creyó. Y él no había gastado ninguna bala. Nada mal para ser la primera noche que pasaba con su omega en un bar.
-Espera que quiero ir al baño antes de irnos -anunció el pelinegro terminando de beber el segundo vaso de limonada.
-¿No puedes aguantar hasta llegar a casa?
-Con lo largo que es el viaje, no.
-Te acompañaré, entonces.
-Ay, Moonbin, no soy un nene de guardería. Puedo ir solo -objetó, riéndose con diversión.
-No me importa. No voy a dejarte solo, puede pasarte algo.
-Mierda, Binnie. ¿Qué podría pasarme? Ya le has dejado claro a todo el mundo que estoy contigo, y te aseguro que nadie querría tener problemas con un alfa como tú. Vamos, confía en mí, será solo un minuto.
Moonbin refunfuñó.
-Si no regresas en un minuto iré a buscarte.
-Hecho.
Y no bastó más para que el omega se escabullera entre las personas, corriendo hacia el baño, los cuales quedaban al fondo, doblando por un pasillo. Hizo lo suyo con tranquilidad, aprovechando que el sitio estaba casi vacío, siendo poblado únicamente por él y otras personas que intentaban ahogar sus gemidos dentro de los cubículos.
Dong Min se rio al imaginarse esa situación con Moonbin al lado. Joder, la vergüenza ajena le invadía. Y lo peor era que ya había tenido la oportunidad de experimentar eso de follar dentro de un cubículo de esos mismos. Un asco. Todo sucio, vomitado, pero claro que a los borrachos más tontos no le importaban.
No tardó en salir de allí, y al hacerlo se llevó la sorpresa de encontrarse a JB recargado contra una de las paredes. Este lo miró y sonrió.
-Y hasta que por fin te deja respirar un segundo -dijo-. Sabes, me resulta tan raro esto, Dong Min. Explícame, ¿qué mierda se supone que haces con alguien como él? Creí haberte escuchado decir miles de veces que jamás tendrías alfa, que no querías a nadie que te controle ¿y ahora, luego de desaparecerte por dos meses, vienes de la nada con ese? Ya ni siquiera eres el mismo de antes, es como si no te conociera y me decepciona saber que has dejado de ser tú por un tipo que no lo vale.
-Oh, cállate. Tú no tienes por qué venir a reclamarme. Es mi vida. Y te informo que en ningún momento he dejado de ser yo. Sí, quizás ya no tenga los mismos hábitos, pero, créeme, tengo mis motivos -se defendió el omega con enfado, decidido a marcharse por el pasillo en busca de Moonbin para poder largarse de una vez.
Sin embargo, el otro le tomó del brazo, impidiéndoselo.
-Él no es bueno para ti -le advirtió, serio, sin soltarle-. Vamos, Dong Min, recapacita. Tú te mereces a alguien con el cual no tengas que verte obligado a cambiar para estar con él, alguien que te acepte y te quiera tal cual eres.
-Si has notado cambios en mí, te lo aseguro, no es por él. Y déjame decirte que Moonbin me acepta perfectamente. Así que suéltame y déjate de idioteces.
Pero no lo soltó y, de un rápido movimiento, lo colocó contra la pared, arrinconándolo. A Dong Min se le cortó el aliento, sintiéndose conmocionado por lo que estaba ocurriendo. Puso sus manos en el pecho del otro, ansiando apartarlo.
-¡Déjame, JB! ¡¿Qué mierda te pasa?!
-Quiero que entiendas que él no es para ti, Minie. No te haré daño, sabes que no lo haría. Pero escúchame... ¿De verdad preferirías estar con ese antipático cuando aquí me tienes a mí?
Y Dong Min no podía creerlo. No, de verdad, no podía. ¿Cómo era posible que Moonbin tuviese razón?
-Sé que han pasado un par de años y sé que soy un estúpido por haber reaccionado recién ahora, pero, mierda, Dong Min no me hagas esto -casi suplicó procurando rozarle el cuello con la nariz.
-¡No! ¡Apártate! ¡Eres un imbécil de mierda! ¡Jamás cambiaria a Moonbin por ti! ¡Suéltame! -chilló Dong Min desesperado, tratando de zafarse como sea del agarre del otro.
De pronto, alguien tomo a JB del cuello, quitándoselo de encima violentamente. El alivio que sintió el omega al descubrir que había sido Moonbin fue enorme. Sin embargo, aquel alivio se desvaneció con rapidez al advertir que el castaño había iniciado una agresiva golpiza.
JB acabó en el suelo ensangrentado, pero Moonbin parecía no poseer intenciones de dejarlo sin más.
-¡Moonbin, para! -gritó Dong Min angustiado, ansiando detenerlo. Sin embargo, no quería acercarse. Tenía tanto miedo de que Moonbin, sin querer, lo golpeara a él.
En efecto, Moonbin paró. Mas no para otorgarle piedad. Con la mirada inyectada de furia, sacó el arma escondida entre su ropa y le apuntó, quitándole el seguro.
Los ojos del omega casi abandonaron sus orbitas al darse cuenta que estaba a punto de dispararle, tal vez, dispuesto a matarlo.
-¡NO! ¡MOONBIN! -exclamó alarmado, desgarrándose la garganta por semejante grito y corrió hacia él en un acto de adrenalina, empujándole el brazo justo antes de que la bala saliera hacia su destino.
Moonbin rugió realmente enojado por su bala desviada cuyo detonante disparo alteró a todo el mundo en el bar. Pensó en intentarlo de nuevo, pues no pensaba irse sin enterrarle una bala en el cuerpo. Sin embargo, Dong Min ya se había arrodillado en el suelo frente a la víctima, estorbándole.
Estaba llorando, viendo el rostro golpeado y destrozado de Jaebum. Tomó suavemente una de sus manos entre las suyas, diciéndole entre sollozos que todo estaría bien. Imbécil o no, era su amigo y lo quería tanto como a un hermano.
Dong Min chilló con histeria cuando Moonbin lo separó de él, tomándolo en contra de su voluntad. El alfa lo subió a uno de sus hombros sin importarle nada, llevándoselo velozmente de allí, ignorando por completo los desquiciados y angustiosos berrinches del omega. Dong Min no quería irse. No quería alejarse de JB cuando este más necesitaba de alguien.
Ni siquiera a sus amigos les pudo avisar para que llamasen a una ambulancia o lo llevaran ellos mismos a un hospital.
Y se estaba marchando. Moonbin estaba obligándolo a abandonarlo, a dejarlo allí, totalmente herido, sin nadie que le brindara algo de ayuda. Y no podía parar de gritar, de protestar en contra de Moonbin, a quien ahora mismo odiaba con su vida.
-¡No quiero irme contigo! -chilló desesperadamente cuando el castaño pretendió empujarlo dentro del auto.
Dong Min se había empeñado en no meterse, ayudándose con sus pies y sus manos apoyados con fuerza en el umbral de la puerta del vehículo para impulsarse hacia afuera. Pero la presión del alfa era más fuerte, por lo que acabó dentro aunque no quisiese.
-¡Déjame salir jodido imbécil! ¡Debo volver! -lloriqueó viendo a través de la ventana del auto la entrada del bar.
Intentó abrir esa puerta, pero no pudo, por lo que se dispuso a golpear el cristal mientras percibía como el coche aceleraba.
-¡No! ¡Te-tengo que bajar! -gritó, haciendo más fuertes sus impacientes golpes al vidrio de la ventana.
Moonbin lo atrajo hacia su cuerpo, rodeándolo con los dos brazos en un intento de calmarlo.
-Necesito volver -musitó el omega, llorando contra el pecho del alfa, luego de haberse dado por vencido al no poder escapar de los brazos del otro-. No puedo creer que hayas sido capaz de... mierda, ¿c-cómo pudiste?
-Se lo merecía -masculló Moonbin, acariciándole con suavidad sus cabellos, permitiéndole que llorase todo lo que quisiese.
-Sí, se merecía un par de golpes, no un disparo. Te has ido a la mierda, Moonbin. No puedo creer que hayas pretendido... -Dong Min se apartó de repente, se limpió las lágrimas y lo miró directo a los ojos-, ¿y si lo matabas? Dime, ¿habrías sido capaz de asesinarlo? ¿Habrías sido capaz de cometer tal atrocidad?
Moonbin respiró hondo. Si tan sólo supiera lo que él era.
-Responde -exigió el omega.
-Sí, habría sido capaz. Todo aquel que se mete conmigo o con mi omega las paga.
Dong Min lo miró horrorizado y, a la vez, enojado. Pero, entonces, el pánico lo abordó.
-¿Ya... y-ya has asesinado a-antes? -interrogó con un hilo de voz, asustado por la respuesta.
-Hablaremos de esto cuando lleguemos -decretó Moonbin manteniendo una fría expresión en el rostro, pensando seriamente en que ya era hora de contarle a Dong Min acerca de su trabajo.
-¡No! ¡Dímelo ahora! ¡Yo no pienso llegar a ningún lado contigo si eres un...!
-Nos están siguiendo -espetó, de pronto, Jinwoo, quien conservaba su apacible postura en al asiento del conductor.
Aquella información volteó por completo la situación. Dong Min se alarmó al percibir el repentino cambio de actitud que tomó Moonbin luego de haber echado un vistazo por la ventanilla trasera del auto.
Jinwoo se desabrochó el cinturón de seguridad y, tras ponerlo en marcha automática, se trasladó con prisa al asiento del acompañante, quitando una metralleta de algún lugar, dejando a Dong Min impresionadísimo. Enseguida, Moonbin pasó con agilidad hacia adelante, acomodándose frente al volante.
-¡Abajo, Dong Min! ¡Resguárdate lo más abajo que puedas! -demandó el de ojos marrones, alterado, subiendo su autoritario tono de voz a la par que aceleraba notablemente.
El omega estaba asustado. Demasiado asustado. Por lo que, luciendo como todo un sumiso, obedeció sin replicar. Ubicó su cuerpo debajo del asiento trasero, temblando hasta la médula. Las ganas de llorar volvieron, y lo hizo. Lloró sin filtro, muriéndose de miedo y el pánico se incrementó al escuchar el tiroteo.
Dong Min quiso aferrarse a algo con fuerza, pero no había nada más que él mismo. Así que se abrazó a sí mismo como le fue posible en tan estrecho lugar, deseando que aquella pesadilla acabara.
Balas impactaban contra el auto, más ningún vidrio se quebraba, ni ninguna goma se pinchaba. Era un vehículo blindado. Por lo tanto, permanecía intacto y ellos a salvo mientras no se estrellaran. Eso les costaría la vida a los tres -cuatro-, dado que la única desventaja de un auto blindado era esa: un vuelco y se volvería una maquina mortal.
Por dicha razón, Moonbin se concentraba en conducir lo más prudente que le era posible dentro de aquella peligrosa persecución. Ejecutaba inteligentes maniobras a alta velocidad, esquivando todo aquello que apareciese en su camino.
Entretanto, Jinwoo se encargaba de contraatacarles a disparos, asomándose con precaución por la ventana abierta. Pero los otros no solo les disparaban, sino que le arrojaban explosivos también, las cuales explotaban cerca suyo.
Dong Min cerraba los ojos con fuerza, tapándose los oídos, sintiendo su pecho siendo comprimido por el pánico. La muerte lo estaba acechando de cerca, atormentándolo, haciéndole creer que, tal vez, esos iban a ser sus últimos minutos de vida.
★ ★ ★
Se viene drama así que preparen sus pañuelos <3
¿QUÉ TAL LA HISTORIA HASTA AHORA?
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