💣03💣

Your Love de The outfiel era, en aquella época del año, la perfecta canción que Dong Min necesitaba escuchar para iniciar el día de la mejor manera.

Aquella canción animaba al omega cuando se despertaba, haciéndole cantar y mover su cuerpo mientras se preparaba paras salir y encontrar a su próxima cita, es decir, algún alfa o beta que lo invitará a almorzar porque moría de hambre.

Pero ese no era el caso cuando tenía resaca. Mucho menos cuando, además de la resaca, estaba en su celo. Algo que jamás le había ocurrido antes; algo que se encontraba experimentando por primera vez. Resaca y celo juntos no era una buena combinación, en lo absoluto.

Y era la cosa más horrible que le podría haber ocurrido, o al menos eso creía Dong Min mientras se retorcía de dolor sobre aquella cama, gimiendo sin poder controlarse, con un insoportable taladro en su cabeza que lo estaba enloqueciendo de un modo enfermizo.

Ni siquiera la música se encontraba presente como para aligerar el ambiente. Lo único que se oía en la habitación eran sus gemidos y adolorido lloriqueo por no tener la atención de un alfa en aquel preciso instante. ¿Donde mierda estaban cuando se necesitaba?

Cuando el omega se percató de que nadie iría a ayudarlo, se inclinó, en medio de si contracción, sobre la cama y solo entonces su vista acuosa distinguió un consolador sobre la mesita de noche. Su salvación.

Colocó impaciente el dildo en el medio de dos esponjosas y níveas almohadas, acomodandose de rodillas entre las mismas y sin hacerse de rogar más dejó caer su trasero sobre el juguete sexual, de modo que este ingreso en su exageradamente humedecida entrada.

Comenzó a moverse de forma continua sobre el dildo, dándose placer así mismo, permitiendo que todos aquellos gemidos de satisfacción huyeran de entre sus labios sin problema. Sus ojos se mantenían cerrados, imaginando toda una escena porno en su cabeza, mientras que sus dedos se aferraban a aquellas almohadas que eran cómplice de su masturbación.

Cuando acabo quedó desecho. Su cuerpo entero flaqueo y cayó desfallecido sobre las almohadas, con apenas fuerzas para y respirar. Su cabeza no dejaba de doler. El martillazo no cesaba. Recién en aquel entonces reparo en que siempre estuvo desnudo. No era tonto. Sabía que se ubicaba en la habitación de algún alfa o beta, pero no entendía por que este, sea quien sea, no había ido a ayudarlo en persona, dejándole, en su ausencia, un dildo.

¿Que clase de alfa tenía un omega desnudo y en celo a su merced no era capaz de follarlo? Y Dog Min pensó, ¿por qué un alfa tendría un dildo? ¡Oh, Dios! Eso era posible, pero ¿por qué no recordaba nada de la noche anterior?

Pronto su cabeza, envuelta de interrogantes que ansiaban respuestas, comenzó a doler le aún peor. Era como una bomba de tiempo y sentía que en cualquier momento explotaría. Por lo que decidió no darle importancia al asunto y abatido por el cansancio, se dejo caer en los brazos del sueño.

💗💗💗

El omega se despertó por el débil murmullo de pasos rondando por la habitación. Pasos que pretendían hacer el menor ruido posible, pasos que pretendían pasar desapercibidos. Pero aún así, Dong Min los captó, llevándose la gran sorpresa de toparse con lo que parecía ser una sirvienta.

Él se sonrojo al advertir que aún continuaba desnudo, cubierto desprolijamnete por aquellas sábanas que contenían restos de su pasada masturbación. Su celo aún seguía a flor de piel, lo podía sentir pero ya no era tan agudo como hacia, tal vez, horas antes.

La beta lo descubrió despierto y enseguida, dejó lo que sea que estaba haciendo para dirigirse hacia la cama. De una de las mesitas tomó uno de los tantos vasos de agua que había allí siendo acompañada de una pastilla y se lo extendió con amabilidad a Dong Min, a quien le tomó tiempo reaccionar y entender que eso en realidad estaba ocurriendo.

Con dedos temblorosos aceptó el vaso y la pastilla.

-¿E-esto para q-qué e-es? -pregunto tartamudeando el omega, con voz rasposa y ronca, incorporándose un poco sobre la cama. La pregunta se refería a la píldora.

-Para aliviar el dolor - respondió la beta en un tono sereno. -Esta allí desde muy temprano. Alguien debió encargarse de que la tomaras, pero al parecer no fue así.

Solo entonces bebió por completo el vaso de agua, ingiriendo en el acto la pastilla. No sabía cuando sediento se hallaba hasta el momento en el que la supuesta sirvienta le alcanzó otro vaso y el se lo bebió sin dejar gota alguna.

-¿Donde estoy? -se ánimo a preguntar, puesto que ni un miserable recuerdo de la noche anterior quería aparecer en su memoria. -¿Quién me trajo aquí?

La beta sonrío de lado.

-El joven Moon lo ha traído, está usted en su mansión.

Los ojos de Dong Min se abrieron en su totalidad, llenándose de asombro por las palabras recién dichas por aquella mujer. Su mirada recorrió la enorme y lujosa habitación, deteniéndose en un celestial ventanal por el que se filtraba pa cálida luz del atardecer. Dong Min quedó desconcertadamente maravillado cuando advirtió que a través de aquel cristal se lograba contemplar, desde lo lejos, el mar.

En sus cortos dieciocho años de vida se había despertado en más de treinta habitaciones diferentes con hombres con los que se había enrollado, pero jamás, se había despertado en una tan espléndida y magnífica como aquella, siendo atendido como si fuese lo más cercano a un huésped de hotel.

-¿Quién es él? Es decir, no quiero sonar descortés, pero no recuerdo nada. No sé ni como es que estoy aquí -explicó Dong Min volviendo su mirada a la amable mujer.

-No se preocupe -sonrió con cordialidad. -En breve lo conocerá, pero primero debe usted ducharse, vestirse y alimentarse. Enseguida le traeré ropa. El cuarto de baño se encuentra por allí -señalo dicho sitio con su dedo índice y sin más se alejó llevándose con ella los vasos vacíos y una canasta.

Y mientras se esparcía delicadamente el shampoo en sus cabellos, se dedicó a imaginarse como era en apariencia ese tal Moon. Le intriga demasiado saber cómo era él, casi tanto como averiguar cómo fue que terminó en sus manos. No entendía. De todos modos los altas o betas que lo podrían haber reclamado esa noche y más con su inesperado celo, jamás se habría esperado que sería uno de clase alta.

Y había otra cosa que no entendía, ¿que hacia alguien de clase alta en una pobretona fiesta en las afueras de Seúl? Porque Dong Min si recordaba haber ido allí, pero luego del cuarto porro y la quinta cerveza ya no recordaba nada.

Salió de la ducha, envolviendose en una toalla y camino hacia la habitación. No tardo en descubrir que habían cambiado las sabanas y dejado bien doblado ciertas prendas de ropas que aseguraba eran para él.

Se vistió despacio, olisqueando el riquísimo aroma que poseían aquellas prendas que lucían nuevas y al parecer, no tenían nada que ver con su ropa comprada a bajo precio. Hasta inclusive le dejaron un par de tenis que, oh Dios, eran increíbles.

Pero ¿y en donde estaban sus rotosas, roñosas y viejas converse? Él amaba aquel par de tenis y sin duda los quería devuelta, al igual que el resto de su ropa y su bolsita. Oh, no. ¡El bolsito! Allí tenía su celular, sus llaves, su identificación. Todo.

Con la preocupación atacándolo sin piedad buscó sus pertenencias por pa habitación. Siempre solía encontras su bolsito tirado junto a su ropa en algún lugar del suelo, pero aquel pulcro y alfombrado piso no había nada.

-No poseo esa información, luego pregúntele al joven Moon, pero primero acompañeme a la cocina que la comida espera -le comunicó la sirvienta cuando el omega pregunto por sus cosas.

Dong Min la siguió sin dejar de mirar su al rededor, admirando lo increíble y hermoso que era aquel lugar. Pasaron por varias puertas, muchísimas a decir verdad y él se pregunto en cual debía estar el millonario tipo que no había sido capaz de ayudarlo con su celo, dejándole un jodido dildo.

El era un omega que detestaba masturbarse, puesto que el podía tener la atención de cualquier alfa que el desease cuando quisiese y más en sus celos. Y solo por esa razón, ya lo odiaba y esperaba no volver a ver a quien quiera que fuese ese estúpido Moon.

Y habiendo pasado veinte minutos, no le importaba lo deliciosa que había estado la comida, que había sido hecha por los mismos dioses y que moría por decirle a la cocinera si podia llevarse las sobras para su casita porque de seguro no tendría nada que cenar, seguía odiando a ese Moon.

La misma sirvienta que había estado atendiendolo todo este tiempo, lo acompaño hasta el despacho de a quien el odiaba sin siquiera conocer y solo entonces los nervios lo dominaron.

La mujer golpeo suavecito la tallada puerta de madera, abriéndole lo justo y necesario para asomar la cabeza y decir algo que Dong Min no pudo escuchar. A continuación, la misma se hizo a un lado, abriendo por completo la puerta, dejándole el pase libre el peli negro, quien avanzó temeroso y con cuidado.

La puerta se cerro detrás de sí y Dong Min no pudo sentirse más tímido y diminuto cuando al fin lo vio. Inesperadamente, su corazón se aceleró, volviéndose su pulso regular. Su nerviosismo aumentó y el hecho de que estuviera en celo no lo ayudó en absolutamente nada. Su dolor parecía querer volver y su omega rogaba por tener el nudo de aquel alfa en su interior.

¿Iba a quedar cómo muy urgido si lo primero que Dong Min le decía era que quería que se lo follara en su escritorio ahora mismo?

Probablemente sí, así que prefirió mantener la boca cerrada y bajar la mirada, sintiéndose apenado por sus atrevidos pensamientos.

Dong Min apenas elevó su vista con cierta ligereza cuando noto que el alfa se puso de pie, rodeó el escritorio con pasos lentos y se recargo sobre el mismo relajadamente. El omega ni siquiera se animaba a mirarlo a los ojos, se sentía demasiado intimidado y avergonzado bajo su presencia.

-¿Cuál es tú nombre? -cuestionó el alfa y aunque su voz poseía cierta agudeza, su tono sonaba realmente autoritario. Era el tipo de tono demandante por el que uno haría de todo por complacer y evitarse problemas.

-Do-Dong Min -respondió titubeante el omega, aun con la cabeza agachada -Lee Dong Min

-Bien, Dong Min, tengo que decirte que tu me debes mucho. Demasiado. Tu vida básicamente.

Solo al escuchar a aquello, el pelinegro fue capaz de levantar la mirada, sorprendido, vislumbrando por primera vez aquellos ojos marrones de aquel hombre que tenía justo en frente.

-Y-yo... yo n-no sé q-qué... qué pasó.

-¿Quieres que te refresque la memoria? -preguntó Moonbin encarnando una ceja. Recién en aquel instante Dong Min logró distinguir un cigarro encendido entre los dedos del alfa, este se los llevó a los labios y le dio una calada. -Rescaté tu desvanecido cuerpo de un grupo de alfas que te habrían destrozado uno por uno. Es decir, un omega borracho, drogado y en celo, la perfecto carnada -explicó luego de expulsar el humo de su boca. -Y créeme, yo no soy del tipo de alfas que van por la vida salvando omegas.

El omega trago en seco, encogiéndose sobre si mismo mientras asimilaba las palabras de aquel castaño que emanaba un cautivador aroma que enloquecía a su omega.

Nunca le había ocurrido eso antes, entras en celo en plena fiesta y el jamás habria asistido de haber sabido que se le adelantaría de aquella forma.

-¿Por qué me has salvado entonces? -indagó el menor en un murmullo apenas audible, mordisqueándose el labio inferior con cierto nerviosismo.

-Por mi primo -el alfa le otorgó otra calada más al cigarrillo, expulsando el humo hacia un costado. -Tu amigo estaba herido, el necesitaba ir a un hospital, pero estaba desesperado por ti y no quería irse hasta que alguien te pusiera a salvo. Jackson recién se lo pudo llevar cuando me hizo prometerle que yo iría por tí...

-Espera ¿qué dices? ¿Sanha está bien? ¿qué le ocurrió? ¿en que hospital está? Yo... y-yo n-necesito...

-Tranquilo, él está bien -lo corto de repente. -De hecho, está aquí, en su habitación, descansando.

-Oh, gracias al cielo -expresó el omega aliviado, sintiendo como su cuerpo entero se relajaba ante eso. -Yo t-tengo que ir a v-verlo.

-Si, pero te recuerdo que tienes una deuda que pagarme -comentó Moonbin con seriedad apagando el cigarrillo en un cenicero: -Bueno, en realidad, una parte se lo debes a tú amigo, pero otra muy grande a mi, por qué yo simplemente podría haberme marchado, sin la estúpida necesidad de haber desperdiciado balas por tí.

Y de pronto, el temor se adueño de cada rincón del Interior del omega, inundándolo de un inevitable desconcierto. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal, luego de que el pensamiento de que podría estar frente a un asesino pasará por su mente.

Moonbin pudo olfatear el miedo que Dong Min había comenzado a tenerle a gran escala.

-No he asesinado a nadie si eso es lo que te preguntas -al menos no esa noche, habría querido agregar, pero su intención no era que le tuviera miedo. Al menos no ese tipo de miedo. -Solo he disparado para espantarlos.

Dong Min asintió despacio, bajando la mirada con el temor atenuado.

-Y-yo... no sé c-cómo pagarle -comenzó a decir el omega en un tono de voz bajito, -no t-tengo dinero.

El alfa río con gracia, cruzando sus brazos sobre su pecho aún manteniendo su cadera recargada sobre el escritorio.

-¿Acaso crees que necesito más dinero? -la pregunta retórica hizo dar cuenta de lo estúpida que había sido la respuesta de Dong Min, quien solo se dio una cachetada mentalmente.

-Entonces... ¿Cómo se lo puedo pagar?

-Siendo mi sumido sugar baby

La enorme sorpresa que recibió el omega se reflejo con mucha facilidad en sus ojos que casi pretendían salirse de sus órbitas. Luego de eso, soltó una risa llena de diversión.

-No hablas en serio -estableció Dong Min ansiando que aquello solo fuese una broma.

-Si, habló muy en serio -concluyo el alfa manteniendo una expresión solemne, haciendo que todo rastro de diversión abandonara el rostro del omega.

-No, yo no soy sumiso. Jamás lo seré -aseguró este disgustado, cruzándose de brazos, recargando todo su peso sobre su pierna.

Por primera vez en el día, hablaba sin el miedo atascado en el borde de su garganta, sin ningún tipo de arrepentimiento, ni mucho menos intimidación. Por primera vez, desde que había entrado en aquel despampanante despacho, se atrevió a mirarlo con una expresión desafiante, enviando toda aquella timidez a un segundo plano.

-¿No? -quiso corroborar Moonbin su respuesta, examinándolo con una ceja encarnada y la mandíbula tensa.

-No.

-Entonces, quítate la ropa que no te pertenece y lárgate de mí propiedad de inmediato -espeto de repente, frunciendo el ceño, mirándolo con verdadero enojo.

-Pero... ¿y mi ropa? ¿mis cosas? -pregunto Dong Min con un hilo de voz, sin evitar volver a sentirse intimidado por el mayor.

-Tú ropa estaba totalmente destrozada y contigo no cargabas ninguna pertenencia -contestó bruscamente, sin atisbo de amabilidad y a continuación regresó a su asiento frente al escritorio. -Quítate todo y vete. Ya. Tienes tres segundos para desaparecer de mi vista. Uno...

-¿C-cómo que n-no...? Pero, mi celular... mis cosas -su voz se quebró de repente y su mirada se cristalizó. No, no, no, no. No podía ser posible. En su bolsito estaba su vida entera.

-Dos...

-Ni siquiera se donde estoy... y no sé cómo regresar... y Sanha... -las lágrimas ya habían comenzado a brotar de sus ojos, siendo una clara muestra de todo aquel dolor que le estaba produciendo la horrible situación.

-No es mi problema -expreso el alfa con seques, sin siquiera tener un mínimo rastro de compasión. -Pero, en cambio, si aceptas ser mío, si sería mi problema. Uno que resolvería muy fácilmente obsequiandote la ropa, dejando que te quedes y veas a tú amigo, comprándote un celular nuevo y dándote todo aquello que más deseas. Queda en tus manos.



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top