𝟓; 𝐌𝐨𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐝𝐢𝐟𝐢́𝐜𝐢𝐥𝐞𝐬. (𝟐/𝟑)

Hola chiquiss, les dejo una pequeña advertencia, este va a ser un capítulo largo, y preparen sus pañuelos, porque va a estar fuerte. 

ᴜɴ ɴᴜᴇᴠᴏ ᴅɪ́ᴀ ᴄᴏᴍᴇɴᴢᴀʙᴀ ʏ ᴇʟᴇᴀɴᴏʀ ᴇsᴛᴀʙᴀ ᴜɴ ᴘᴏᴄᴏ más tranquila. Ese día se levantó con un peso menos sobre sus hombros al saber que su sobrino seguía vivo, algo lastimado, pero vivo, al fin y al cabo. Estiró sus brazos y su espalda trono desde su cervical hasta su lumbar.

Se preparo un té y se dispuso a organizar sus actividades para ese día. Sobre su escritorio había un calendario de la semana, con las clases y el tiempo libre que tenía. Debía darles clases a alumnos de primero y tercero en las primeras horas de la mañana, luego tenía práctica de Quidditch con sexto año, parte de la tarde libre, y luego debía ayudar a Snape con el Baile de Navidad.

Ella sabía que ese baile era muy importante, y no permitiría que ninguna de las casas manchara el nombre del colegio y por consiguiente el de los profesores.

Se cambió, y se fue a desayunar al Gran Comedor. Buscaba con la mirada a su sobrino, y a sus amigos. De pronto, se preocupó un poco al no verlo, pero una cabellera castaña apareció en su campo de visión, entrando por las grandes puertas del Gran Comedor. Se sentó con sus amigos, y busco a su tía, a quien saludo con la mano, dicho saludo fue devuelto de manera casi inmediata por Eleanor.

— Debes dejar de preocuparte tanto. Tú estado está cada vez peor. — La grave voz de Snape resonó a sus espaldas.

Eleanor vio como este se sentó a su lado. — Sabes que no puedes pedirme eso, Severus. — Dijo ella con calma.

— Solo me preocupo. — Eleanor lo miro dudosa.

— ¿Conoces la preocupación? Creí que en tu diccionario era inexistente. — Severus solo le dio una mirada, y la comisura de su labio se elevó unos pequeños centímetros, casi imperceptible ante la vista de los demás, pero visible para Eleanor.

— Oh, Eleanor, querida. — McGonagall llego al desayuno y saludo con un beso en la mejilla a la mujer.

— Profesora McGonagall. Es un gusto verla. — Ellas siempre fueron unidas.

— ¿Cómo se sienten acerca del Baile? — Pregunto la jefa de Gryffindor a los dos Slytherin.

— No me entusiasma. — Respondió sin un apice de emoción Snape.

— Raramente eso ya lo había deducido, Severus. Tampoco me entusiasma mucho, pero a Harry si. — Dijo mientras miraba a Harry con una sonrisa.

— Lo que hace el amor. — Ambos Slytherin miraron a Minerva. — Bueno, en su tiempo te gustaban los bailes, pero luego dejaste de disfrutarlos, es entendible, querida. — Minerva le dirigió una sonrisa cariñosa a Eleanor. — Por favor, hagan lo posible porque esos brutos barbajanes no nos pongan en ridículo.

— Tranquila, Profesora McGonagall. Haremos nuestro mejor esfuerzo.

Se podría decir que la casa de Salazar Slytherin contaba con dos jefes de casa, algo inaudito y nunca antes visto, pero se debía a que, Severus Snape, siendo el jefe de esa casa, siempre tomaba a consideración las opiniones de la única Slytherin en la que confiaba, y esa era Eleanor Potter. Todos sabían que Snape odiaba a Harry Potter, o que por lo menos, no era de su total agrado, pero eso era totalmente distinto cuando se hablaba de Eleanor Potter, a quien, si bien no le dedicaba abrazos, besos o palabras cariñosas, cuidaba siempre que podía. Así que todas las decisiones que Snape tomaba por Slytherin eran revisadas o hechas por Eleanor.

Ambos eran severos, y de ahí se veía el compartimiento de la casa de las serpientes. Por lo general, si estaban bajo la tutela de alguno de ellos dos, no causaban estragos o alborotos, luego, bajo el mando de otro profesor eso podía cambiar. También trataban de comportarse bien cuando veían a alguno de sus profesores merodeando por el castillo. Eleanor podría jurar que una vez escucho al grupo de amigos de Draco Malfoy decir que le tenían más miedo a ella que a Snape.

El desayuno llego a su fin, y su primera clase del día estaba por comenzar. Camino hasta el patio cerca del campo de juego de Quidditch, donde había algunas escobas esparcidas por el suelo. Luego de unos minutos, algunos alumnos de Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin habían llegado.

— Buenos días, alumnos de primero.

Buenos días, profesora Potter. — Se escucho en el patio.

— Así me gusta. Bueno. En la clase de hoy volaremos un poco, no nos alejaremos mucho del suelo, pero si flotaremos un poco en el aire y nos desplazaremos unos centímetros. ¿Les parece? — Dijo con seriedad.

¡Si! — Respondieron todos. Habían comenzado a hablar entre ellos, emocionados por volar.

— ¡Silencio! — Dijo suavemente pero levantando un poco el tono de voz, lo suficientemente fuerte para tapar las demás voces, pero no como para gritarles. — Ya saben qué hacer.

Todos se subieron a sus escobas y esperaron a que la profesora hiciera lo mismo.

— A la cuenta de tres, flotarán un poco y permanecerán en el aire. — Todos asintieron. — Uno, dos... Tres. — Los pequeños alumnos de once años flotaron, y permanecieron en su lugar.

— Bien, ahora, observen. — Ella voló un poco alrededor de su propio eje. — Intentar copiar lo que acabo de hacer. Ninguno saldrá herido, lo harán uno por uno así puedo acompañarlos.

La lección continúo amenamente, ninguno resulto herido de gravedad, y no recibieron ni siquiera un rasguño. Ella siempre trataba de que no se lastimaran, cuidaba mucho de sus alumnos.

Se acercaba el baile, y con Severus estaban yendo a un salón, donde Slytherin los esperaba.

— ¿Como estás? — Pregunto Severus, con una voz atípica y sin emoción.

— ¿Por qué lo preguntas?

— ¿Crees que no te conozco? Lo hago desde que tienes once años, y sé que lo que McGonagall ha dicho sobre los bailes te incómodo. — Respondió bruscamente.

— Ah, eso. Sabes que desde que mi hermano murió no me han llamado la atención los bailes. — Dijo ella sin emoción alguna en su voz.

Severus no dijo nada, nada más permitió que ella se desahogara en el camino, porque sabía que no lo hacía con nadie. Conocía a Eleanor y ella siempre se ha sacrificado por su sobrino, lo cual por consiguiente también significó sacrificar su felicidad y su malestar.

— Todos los domingos en las vacaciones mí familia hacia reuniones, James invitaba a sus amigos y bailábamos. — Dijo con una pequeña sonrisa. — Sirius siempre trataba de invitarme a bailar, pero yo no me dejaba, así que bailaba con James o con Remus. — Miro el suelo del colegio, el cual estaba limpio. — Los bailes como este se han vuelto insignificantes para mí cuando no hay nadie con quién disfrutarlos como lo hacía con él.

Severus solo pudo mirarla, en el fondo, él la quería como a una hermana menor, y aunque eso no evitará que le hiciera la vida imposible a Harry en sus clases, se preocupaba por ella.

Poco tiempo después llegaron a un salón, el cual había sido utilizado con anterioridad por McGonagall y el profesor Flitwick. Los alumnos de la casa Slytherin estaban separados por su sexo, las mujeres de un lado y los hombres del otro lado, sentado y enfrentados. En el fondo había un tocadiscos mágico, y Filch parado junto a él, con la señora Norris sobre su hombro.

— Buenas tardes, alumnos. — Saludo Eleanor, recibiendo un saludo de todos.

— Basta. El Baile de Navidad es una tradición del Torneo de los Tres Magos. Están aquí para practicar su... baile. — Severus explico con tranquilidad y seriedad.

— No permitiremos que manchen el nombre de nuestra casa, y el de Hogwarts dando un espectáculo horripilante. — Explico está vez Eleanor. Snape no tenía madera para esas cosas.

— Yo invitaré a la bella Phoenix Scamander. — Dijo Malfoy con un aire de superior.

— Señor Malfoy. Por ahora no nos interesa con quién vaya a ir.

— Podría ir conmigo profesora. — Dijo un alumno de sexto año.

— ¡Silencio! No tolerare tales faltas de respeto. — Respondió ella con seriedad. — Ahora, elijan una pareja para practicar.

Ninguno de los estudiantes se había levantado de sus asientos, cosa que comenzó a colmar la poca paciencia que Eleanor tenía.

— ¡Levántense! — Exclamo y todos se levantaron.

Rápidamente Severus y Eleanor se colocaron en el centro de la habitación, Filch encendió el tocadiscos y comenzaron a bailar, fue corto, pero sirvió para que los alumnos pudieran practicar y copiar sus movimientos.

Días después la noche del baile llego, y Eleanor ayudo a su sobrino a colocarse su traje de Gala, ayudándolo con el moño y su cabello. Ambos estaban en la Sala Común de Gryffindor, más precisamente en el baño de la habitación de Harry.

— Te vez igual que tu padre, pero, si te soy sincera, debes agradecerle a tu madre por tu belleza. — Dijo mientras terminaba de acomodar el cabello de Harry.

— Mí padre no era feo.

— Oh, claro que no, pero es imposible que mí hermano me parezca lindo, en cambio tu madre, era una de las mujeres más lindas de su generación. — Eleanor le dio la vuelta a Harry, mirando esos bellos ojos celestes.

— Estoy nervioso.

— Harry, has vencido a Voldemort dos veces, mataste a un basilisco, luchaste contra Dementores, e incluso contra un dragón. Si algo sale mal este día, luego lo olvidarás. Debes divertirte. — La alta mujer acaricio una de las mejillas de su sobrino. — Se que no pudiste invitar a la chica que querías, pero diviértete. Te mereces un poco de diversión. — Dejo un beso en la frente de su sobrino y salieron del baño.

Ron los miro y exclamo. — ¿¡Qué es eso!? ¿Qué traes puesto?

— Mí traje de gala, ¿Por qué? — Dijo Harry confundido.

— ¿Por qué luce genial? Sin encajes ni ridículas mangas. — Dijo apenado el pelirrojo.

— Él tuyo es más tradicional, Ronald. — Menciono Eleanor.

— ¿¡Tradicional!?

— No me levantes el tono de voz, jovencito, o no te invitaré más a que te quedes a dormir en mí casa. — Ambos jóvenes la miraron aterrados.

— Lo siento... Pero es arcaico. Luzco como si tía Tessie... — Ron olio su axila, acción que desencadenó que Eleanor lo mirara asqueada. — Y apesto como mí tía Tessie. — Se giró y se vio en el espejo, frunciendo el ceño. — Matenme, por favor.

Eleanor soltó una pequeña risa, haciendo qué ambos jovenes la mirarán.

— Disculpe, profesora Potter. — Hablo con cuidado Ron. — ¿Por qué aún no está vestida?

— Iba a ir a hacerlo en cuanto terminaba con Harry. — Dejo un beso en las mejillas de ambos chicos. — Nos vemos abajo.

Se acercó a la puerta de la habitación, pero se detuvo y giró sobre su propio eje, hasta mirar a los dos Gryffindors, quienes la miraban confundidos por la repentina acción.

— No nos hagan pasar vergüenza, pero sacando eso de lado. Quiero que se diviertan. — Dijo para luego irse de lugar.

Eleanor se fue de la Sala Común de Gryffindor y se dirigió a su habitación. Al entrar en esta se acercó a su cama y se quedó parada delante de la misma, viendo el vestido verde tendido sobre la misma.

Se sentó sobre la cama y llevó sus manos a su cabeza. No tenía ganas de ir a ese baile, en realidad, como le había dicho a Severus, no tenía ganas de ir a ese baile si su hermano no iba a estar. Sin embargo, tenía la obligación de ir como representante del colegio.

Le dolía en el alma ir a un baile sin su hermano, quien siempre había sido su pareja de baile en todas las fiestas a las que iban, o las reuniones familiares a las que asistían. Eso ni siquiera había cambiado cuando James comenzó a salir con Lily.

No pudo evitarlo, y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas a medida que seguía pensando en su hermano, y en lo sola que se sentía en ese momento.

James siempre había logrado que ella se divirtiera en esas reuniones a las cuales no quería asistir, pero, aunque sus padres no eran unos puristas de la sangre, tenían un gran estatus y dinero por su apellido, así que, siempre eran invitados a bailes de las familias de sangre pura. Los Potter siempre realizaban sus propios bailes, siendo únicamente sus padres, los amigos de su hermano y ellos dos, con el tiempo, Lily Evans se había unido a esas reuniones en casa de los Potter. 

Desde la muerte de James, nunca más se había animado a bailar en ningún lugar, ni siquiera sola, era una acción que le pertenecía a ella y a su hermano, algo que quería atesorar como un recuerdo de ellos dos, algo que le perteneciera a James. 

Limpió suavemente las lágrimas que recorrían sus mejillas, y con mucho pesar comenzó a prepararse para el baile. Se ducho y coloco una bata blanca de seda. Con un hechizo se secó el largo cabello castaño y cuando estaba por comenzar a maquillarse, unos golpes sonaron en la puerta de la habitación. Se levanto y fue a ver quién era, y grande fue su sorpresa cuando la vio a la Profesora McGonagall. 

— Perdona que te moleste, querida, pero quería saber si necesitabas ayuda. — Dijo la señora con dulzura.

— Pasa, Minnie. — Se movió unos pasos a su costado, dejando entrar a la jefa de Gryffindor.

Minerva se acercó a la cama y vio el bello vestido. — Pero que belleza. — Dijo mirándolo con una sonrisa.

— Gracias. — McGonagall la miró a los ojos, y se acercó a ella. Colocó una mano en la mejilla de la alta mujer y la acarició.

— Déjame ayudarte con tu cabello. — Eleanor asintió, y ambas se acercaron a su tocador. La más joven se sentó frente al espejo y la profesora se paró detrás de ella.

— Tenía pensado recogerlo, y dejar algunos mechones libres. — Dijo con simpleza. — Pero puedes hacer lo que quieras.

Minerva comenzó a tocar el suave cabello con sus manos, tratando con tanta delicadeza. Miro a través del espejo los ojos perdidos de la mujer sentada, y se sintió tan apenada.

— No tienes que guardar lo que sientes, Eleanor. — Ese comentario logró que la mujer mirara a McGonagall por el espejo.

— No entiendo a qué se refiere. — Se hizo la desentendida.

— Elle, querida. Eres una de las mujeres más listas que conozco, sabes de lo que te hablo. — La profesora de transformaciones comenzó a peinar el cabello. — Puedes llorar, gritar, desahogarte conmigo. Se que en ese corazón hay un león esperando para rugir, sé que llevas un peso en los hombros del cual no puedes librarte.

Eleanor simplemente la miraba desde el espejo, viendo como tomaba algunos de sus mechones de cabello y comenzaba a realizar el dicho peinado.

— Se que este momento es duro para ti. No debes cruzar por esta etapa sola. — Minerva vio como en los ojos de esa solitaria mujer, lagrimas traicioneras comenzaban a aparecer, pero que ella se negaba a soltar. — ¿Crees que no sé qué te duele tener que ir a este baile? Se que extrañas a tu hermano, y él debe estar cuidando de ti desde donde sea que él esté.

Eleanor bajo la mirada, mirando sus manos, las cuales en el interior tenían algunos callos por los años de jugar Quidditch, y por ser profesora.

— Él te amaba tanto. — Con ese comentario, el mentón de Eleanor comenzó a temblar descontroladamente.

Sus hombros temblaban mientras que las lágrimas que trataba de contener corrían por sus mejillas. Un sollozo se escuchó en la habitación y Minerva sentía que se le partía el corazón. 

El baile se llevó a cabo y no hubieron complicaciones, no más que algunos estudiantes siendo atrapados en algunos momentos incómodos, o llorando, discutiendo por algo que pudo haber salido mal. Eleanor no le dió mucha importancia. Durante la duración del baile, ella siempre procuro tener un ojo sobre so sobrino, vigilando que él estuviera bien. Y en cuanto este vino a avisarle que se iría a la cama, ella pudo respirar. Ya no tendría que aguantar estar ahí, viendo cómo casi todos se iban, y quedaban solo unos cuantos bailando en pares, al compás de la música lenta.

Subió más escaleras hasta su habitación, y en cuanto llego a esta, abrió la puerta, la cerro luego y se tiró directamente en la cama. Soltó un fuerte suspiro y luego, se cambió, poniéndose su pijama de seda y se dispuso a tratar de dormir esa noche.

Ella estaba tranquila en su oficina, preparando un examen para los alumnos de tercer año cuando la puerta se abrió inesperadamente.

— ¡Lo tengo! — Grito Harry, siendo seguido por Hermione y Ron.

— ¿Qué tienes? — Pregunto extrañada. Él nunca había entrado de esa manera en su oficina.

— La clave de la segunda prueba. — Eleanor se intereso.

— Dime.

— Lo sumergí en el agua, y un canto comenzó. "Donde nuestras voces suenan ven a buscarnos, que sobre la tierra no se oyen nuestros cantos. Nos hemos llevado lo que más valoras y para encontrarlo tienes una hora". — Dijo el joven Potter mientras se sentaba frente a su tía.

— Eso significa que, te quitarán algo que aprecias y deberás buscarlo en el Lago Negro, y únicamente tendrás una hora para hacerlo. — Se llevó la mano al mentón, y frunció levemente el ceño mientras repetía la obviedad.

— ¿¡Lago Negro!? — Preguntaron Ron y Hermione a la vez.

— Así es. Chicos, no se sorprendan. Si bien este torneo está hecho para la consolidación mágica internacional, también puede generar daños letales. — Dijo sin simpatía.

Dijo Hermione. — Pero... bueno, el Lago Negro es obvio. — Eleanor asintió. — Pero a su vez muy complicado.

— ¿Muy complicado? — Pregunto Harry con incredulidad. — ¿Cuando fue la última vez que aguantaste la respiración bajo el agua por una hora?

— Harry, entiendo tu frustración, pero, no la trates mal. — Ambos miraron a la profesora pero de repente la puerta de su oficina sonó. — Adelante.

Ojo Loco apareció. — Profesora Potter, la profesora McGonagall quiere verlos en su oficina. — Harry amago a levantarse. — Tu no Harry, solo a la profesora, Granger. Weasley quédate con él..

— Quédate aquí. Ojo Loco, ayúdalo buscando libros del Lago Negro en la biblioteca, por favor. — Eleanor se fue junto con Hermione a la oficina de Minerva.

— Oh, que bueno que están aquí. — Hablo la profesora de Transformaciones. En la habitación también estaba Dumbledore.

— ¿A que se debe que nos llamarán? — Pregunto cordialmente.

— Como sabrán mañana es la segunda prueba, y ustedes serán parte de ella. — Ambas se miraron con rareza. — Ustedes son lo que más valoran dos de nuestros campeones. — Explico Dumbledore.

— Vamos a hechizarlas, para que puedan soportar el agua, y no sentirán nada. Será como si estuvieran durmiendo. — Explico está vez McGonagall.

— De acuerdo. Yo no tengo problema. Hermione — La chica se giró hacia la profesora Potter. — ¿Tú que opinas?

— No sentiré nada, ¿Cierto? — Repregunto.

— Así es, Señorita Granger. — Respondió Dumbledore.

— Yo responderé por ti si algo llegase a pasar. — Mencionó McGonagall.

— Bueno. Acepto.

Eleanor pudo respirar por fin cuando su cabeza salió a la superficie. Respiro profundo y se ayudo con sus brazos y piernas para flotar. En cuanto miro hacia sus costados buscando a Harry, no lo encontró, pero había una niña, de nos más de entre diez y doce años. La ayudo a llegar a la plataforma, en donde, cuando subieron, les dieron toallas.

— Dumbledore. — Se acercó seriamente hacia el director. — ¿Donde esta? — Pregunto con el ceño fruncido.

— No lo sabemos.

— Juro que un día de estos haré dos cosas, te matare y luego bailaré sobre tu tumba. — Dumbledore sabía que lo decía porque estaba enojada, ya que siempre habían tenido un respeto mutuo.

Harry apareció de repente en la plataforma, tosiendo y temblando del frío. Seamus le consiguió una toalla, y lo cubrió con esta. Eleanor se acercó a él y lo abrazo.

— No se que hiciste, pero lo hiciste bien, mi Pequeño Buscador. — Dejo un suave en la coronilla de su cabeza.

Noto que su sobrino miraba hacia un lugar en específico, y pudo ver a una joven de cabello rubio, quién lo miraba seriamente, a su lado estaba parado Malfoy, quién solo reía ante el estado deplorable de Harry. Ella no era tonta, sabía que su sobrino sentía algo por esa chica, no sabía si era enamoramiento, pero si interés por lo menos.

—... Decidimos ortorgarle... !El segundo lugar! Por sus sorprendentes valores morales. — Exclamo Dumbledore ante los puestos de la segunda prueba, quedando Cedric en primer lugar, Harry en segundo, Viktor en tercero y Fleur en cuarto lugar.

— Te felicito, mí niño. — Ambos Potter se miraron con una sonrisa, una sonrisa que demostraba todo el amor que se tenían.












Espero que les haya gustado. Me gustaría saber que opinan dejando sus comentarios, son lindos de leer. 🩷🫂

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