𝟓; 𝐌𝐨𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐝𝐢𝐟𝐢́𝐜𝐢𝐥𝐞𝐬. (𝟏/𝟑)

ᴘᴀʀᴀ ᴇʟᴇᴀɴᴏʀ ɴᴏ ᴇʀᴀ ᴅɪғɪ́ᴄɪʟ ʟᴇᴇʀ ᴄɪᴇɴᴛᴏs ᴅᴇ ʟɪʙʀᴏs, ᴇsᴛᴀʙᴀ acostumbrada, ya que desde siempre tuvo las mejores notas, pero está vez, era distinto, no leía por buscar un excelente rendimiento, si no, que buscaba salvarle la vida a su sobrino.

Todos se mantenían alejados de Harry, y claro que podía entenderlo, aunque le molestaba de igual manera. Nadie sabía cómo el nombre de Harry había salido en el Cáliz, pero eran pocos los que le creían, incluso su mejor amigo desconfiaba de él.

— Tú primera prueba van a ser dragones. — Lo repitió Eleanor.

— Así es, tía. — Harry jugaba con sus manos. — ¿Que debo hacer?

— Debe haber alguna manera de que puedas pelear con ese dragón. Dijiste que habían cuatro, alguno debe ser muy peligroso entre todos. — Eleanor se levantó de su silla y comenzó a recorrer su oficina.

— ¿Me acompañas a mí próxima clase? — Pregunto algo nervioso. Sabía que le lloverian insultos.

Eleanor miro a su sobrino. — Hace años no me pides que te acompañe. ¡Claro que si! — Dijo con una sonrisa.

Salieron de la oficina y comenzaron a recorrer los pasillos. Todos los estudiantes tenían el descaro de molestar a su sobrino en frente de ella. Mandaba algunos castigos a los estudiantes que podía, pero a veces no llegaba a castigarlos a todos.

— Ignoralos. — Cuando quisieron pasar al jardín, unos estudiantes de Hufflepuff se entrómetieron y les mostraron los prendedores mágicos.

— ¿Te gusta? — Le pregunto uno de ellos.

— Veo que tienen el descaro de molestar a un compañero en frente de un profesor. — La sonrisa se borró del rostro de los chicos. — Limpiarán los baños durante una semana.

— Pero-, Profesora Potter.

— Sin peros, no solo están molestando a un alumno, si no, que también es mí sobrino. Abstenganse a las consecuencias.

Todos sabían que la profesora Potter cumplía con lo que decía, y los rumores de que era una de las mejores perfectas en sus años como estudiante siempre recorrieron el colegio.

— Necesitamos hablar, Diggory. — Dijo la profesora. — Y todos ustedes están castigados por usar esos prendedores mágicos. Los quiero en mí oficina cuando terminen sus clases.

Los tres se alejaron del grupo, el cual se quedó callado y cabizbajo. Harry comenzó a decirle a Cedric de que trataba la siguiente prueba.

— Escuchen... Sobre los botones, les pedí que no los usarán. — Dijo el rubio hacia los dos, pero sobretodo hacia Harry.

— No te preocupes. — Dijo Harry.

— Eres inteligente, Diggory. Todos los que lo usen tendrán severos castigos. — Dijo la Potter mayor para luego alejarse de él.

Muchas cosas pasaron en pocos minutos, Harry había discutido con Ron y Draco, y el último fue convertido en un Hurón por Moddy. McGonagall llego a tiempo para detener el castigo.

— ¡Alastor! Aquí no nunca usamos la trasformación como castigo. Creo que Dumbledore se lo dijo.

— Tal vez lo menciono.

— Pues será mejor que no olvidé. ¡A clases! — McGonagall comenzó a caminar fuera de los jardines.

— Harry, debo hablar con Minerva, ¿Te molesta?

— Claro que no. No seas tan severa con los demás. — Dijo algo tímido.

— Se lo merecen. — Harry se fue y Eleanor siguió a la profesora de transformaciones. — ¡Profesora McGonagall!

— Eleanor querida, ¿En qué puedo ayudarte?

— La mayoría de la escuela está usando  esos prendedores mágicos, los usan para burlarse de Harry. Ya castigue como a veinte alumnos en menos de diez minutos. Necesito que hable con Dumbledore y prohíba el uso. — McGonagall asintió.

— Si, los he visto. Pobre Harry. Trate de convencer a Dumbledore de que no lo deje competir. Han pasado por tanto, querida. Hare lo que pueda. — Minerva colocó una de sus manos en una de las mejillas de la alta mujer.

— Gracias. — Agradeció con el rostro serio.

Eleanor se reunió con su sobrino y Hermione, en la oficina de la profesora de vuelo del colegio.

— Bueno, he estado revisando las reglas del Torneo. Nada dice que no puedas usar la varita y una escoba para vencer al dragón. — Ambos jóvenes se miraron entre ellos con confusión.

— ¿A qué se refiere, profesora? — Pregunto está vez la joven Granger.

— Simple, Harry puede utilizar el hecho Accio para llamar a su Zaeta de Fuego y vencer al dragón. — La idea de Eleanor era buena, solo Harry tenía que aceptar.

— Creo que puede funcionar. — Acepto el chico de lentes. Eleanor sonrío, pero detrás de esa sonrisa se ocultaba el miedo de perder lo único que le importaba.

Ella sabía que Harry podría vencer al dragón, era un chico que, como muchos Muggles decían, tiene un Dios aparte, pero eso no evitaba que ella temiera por el bienestar de su sobrino.

La puerta de su oficina fue tocada varias veces y luego se escuchó un corto silencio, el cual fue interrumpido por su voz.

— Pasa. — Dijo Eleanor lo suficientemente alto como para que pudiera escuchar.

Los tres presentes miraron a la persona que había entrado en la oficina, y vieron a una chica rubia de ojos verdes y pelo largo hasta la cadera, cortado en capas y algo ondulado.

— Señorita Scamander. — Dijo Eleanor en forma de saludo.

— Potter, Granger, Profesora Potter. — La rubia saludó a todos seriamente.

— ¿A qué se debe tu presencia? — preguntó curiosa la profesora de vuelo.

— Vengo a traerle los papeles que le pidió a los alumnos de primer año. — Dejo una pequeña montaña de papeles en el escritorio de madera.

— Le he pedido a la señorita Scamander que me ayude con los papeles de primer año. Buscando las maneras de que puedas pasar la prueba no he tenido tiempo, así que tuve que pedir un poco de ayuda. Gracias, Scamander.

— No hay de que. Me retiro. — Harry miraba a la rubia hipnotizado.

— Veo que alguien no puede sacarle los ojos de encima a Scamander. — Dijo en broma Eleanor.

— No es asi, tía. Es linda, pero... no es mi tipo. — Dijo tratando de terminar con esa incomoda conversación.

— ¿Y cuál es tu tipo, entonces?

— Cho Chang. — Dijo Hermione con burla.

— ¡Hermione!

— ¿La buscadora de Ravenclaw? No me lo esperaba, pero bueno. Debes tratar de concentrarte en esto ahora, luego podrás conquistar a Chang.

— Pero, tía, yo no estoy tra- — Harry no pudo terminar de hablar, ya que fue interrumpido por su tía.

— Silencio, jovencito. — Le dejo un libro con información acerca de los dragones. — Este es un libro de los dragones que trajeron para el Torneo. Léelo, de algo puede servirte. 

El día de la prueba había llegado, y Eleanor no podía estar más nerviosa, nunca se había sentido de esa manera.

Por la mañana se despertó con el golpeteo de una lechuza en su ventana, y cuando la abrió dejó pasar al bello animal. En su pico llevaba una carta, se la quitó y dejó una suave caricia en el plumaje del ave. Abrió la carta y la leyó mientras se preparaba un té.

Querida Eleanor.

Espero que la solución que encontraste para resolver la primera funcione. Se que Harry podría hacerlo, estoy seguro de que podrá, él es muy fuerte, tanto como su tía, lo debe haber aprendido de ella. ¿Te he hablado de la tía del famoso Harry Potter? Creo que no, así que déjame contarte un poco de esa maravillosa mujer. Es alta, por lo menos, debe medir un metro con setenta y cinco centímetros, tiene el cabello largo y oscuro. En realidad, tiene una vista tan mala, como la que su hermano tenía, y como su sobrino, ella usa, como es que le dicen los Muggles, "Lentes de contacto", lo cual me alegra un poco, me dejan verle los bellos ojos que posee, aunque extraño un poco verla con sus lentes, le quedan tan bien. Siempre viste colores oscuros, entre ellos el negro, verde (como su casa de Hogwarts) y rojo escarlata. Ella es profesora de vuelo, y era la mejor jugadora de Quidditch de nuestro tiempo, (no le digas a nadie que escribí eso, si James lo viera me golpearía). En fin. Ella es la mujer más fuerte, bella, sensata, paciente y astuta que conozco. Ojalá pudiera verla ahora mismo, aunque conociéndola, sé que debe estar con el cabello enmarañado, porque se acaba de despertarse, y debe tener un sonrojo mientras lee sobre ella en esta carta. Te amo Eleanor. Suerte a los dos hoy.

Atte: S.B

Ella miro con alegría la carta, algo que logro desviar su mente por unos segundos de ese horrible Torneo. El pergamino de la carta era viejo, seguramente alguno que Sirius había encontrado en la habitación de sus padres.

Recordaba cuando de jóvenes, Sirius siempre le enviaba cartas, dejándole en claro el amor que poseía por ella, y expresendole todo lo que sentía. Claro que también lo expresaba en persona, pero se había vuelto una costumbre en el colegio recibir esas cartas.

Eleanor se cambió, utilizando su vestimenta de profesora, portaba un pantalón negro, junto con unas botas de cuero de dragón del mismo color que llegaban casi a la mitad de su tibia, en la parte superior, portaba un corset alto de color verde, y su túnica, la cual era larga, llegando casi al suelo, del mismo color que la casa de Salazar Slytherin. Su cabello estaba suelto, cayendo por su espalda.

Se reunió en la carpa de los campeones con su sobrino. Harry daba vueltas sobre su eje, por lo nervioso que estaba, y poniendo aún más nerviosa a Eleanor, pero ella trataba de estar tranquila, más que nada, para darle algo de seguridad a su sobrino.

— Si sigues caminando así, harás un hoyo en el suelo. — Le dijo con una pequeña sonrisa.

— Lo siento, es que estoy tan nervioso. — Respondió Harry.

— Lo sé, también estoy nerviosa. — Se acarco al menor y lo detuvo, colocando sus manos en los hombros de Harry. — Lo harás genial.

Barty entro en la carpa con una bolsa, acompañado de los tutores de los campeones y de Dumbledore. Cada campeón eligió un dragón a la zar, y a Harry le había tocado el Colacuerno Húngaro.

Eleanor tuvo que dejar a Harry en la carpa, ya que no podía quedarse mientras la prueba comenzaba. Sentada junto a Snape, ambos observaban como los primeros tres campeones derrotaban a sus dragones.

— Quédate tranquila, Elle. — Le dijo Snape, con la seriedad que lo identifica.

— No puedo hacerlo.

— ¡Es el turno de Harry Potter! ¡Nuestro cuarto campeón! — Los aplausos no se hicieron esperar y Eleanor miro hacia la carpa, observando como su sobrino salía de la misma.

La prueba fue devastadora, Eleanor sentía como el corazón podría salirsele del pecho en cualquier momento, sobretodo, cuando Harry, en su intento por escapar del Dragón, fue seguido por el mismo, ya que la cadena que lo mantenía cautivo en el lugar se rompió.
Ella sentía que en cualquier momento se desmayaría, pero cuando menos se lo esperaban, Harry apareció, con su Saeta de Fuego esparciendo humo negro por su camino, y con gran esfuerzo tomo el huevo de oro, dando por terminada la prueba.

— ¡Eso es! — Fue uno de los tantos gritos que podían escucharse en el campo.

Luego de unos minutos, Eleanor corrió a la carpa de los campeones, buscando a su sobrino. Dentro de la carpa estaban todos los campeones con sus tutores.

— Harry...

El joven se giró hacia la voz que lo llamaba y vio a su tía. Ella abrió sus brazos y el corrió hacia ella, fundiendose en un abrazo.

— Me alegra tanto que estes bien. Lo hiciste increíble.

— Gracias tía. — Eleanor le daba caricias en su cabello descontrolado.

— Te amo, Harry. — Le dijo con suavidad.

— Yo también, tía. — Ambos tenían una sonrisa en sus rostros.

El corazón de Eleanor latía rápidamente, por el miedo y la emoción que sentía, pero lentamente, sus latidos se regularlon, y solo se dedicó a dedicó abrazarlo, como si fuera la última vez que lo vería. Disfrutando completamente de ese momento.

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