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El sonido del tecleo llenó la habitación, con la única fuente de luz siendo las pantallas donde podían ver a los jugadores. Anri escribió algo en su computadora, aparentemente satisfecha, y sonrió para sí misma al terminar.
— Lo sabía, a esa chica valía la pena invitarla. — se auto-elogió por su decisión al estar analizando los datos de Mao. Fue petición de ella haber escogido a esa muchacha en específico para Blue Lock, pues a pesar de ser mujer, ella aseguraba que tenía lo necesario después de un minucioso análisis.
Ego estaba en desacuerdo, sin embargo, pues argumentaba que — incluso si la muchacha fuera a llegar lejos — no sería nada bien visto tener a una mujer en el mundial. No creía que fueran a permitirlo en primer lugar, pero dada la insistencia de Anri, Ego llegó al acuerdo de al menos escuchar lo que tenía que decir y considerarlo dependiendo de lo que dijera. Mao tenía buenos antecedentes, después de todo. Sus lazos familiares contribuyeron bastante en la decisión, luego de un detallado análisis de sus logros pasados. Mao era de todo menos una perdedora. Tenía desventajas mayores, claro, pero eso a Anri solo la hacía estar más impresionada de lo lejos que en realidad logró llegar la adolescente a una edad tan corta como los quince años.
Y por eso, preparó de antemano una presentación completa con todos los argumentos e investigaciones que hizo:
El fútbol femenino, de manera general, era poco apreciado a pesar de lo exitosas que las jugadoras pudieran ser. Anri se vio en la obligación de recoger datos que pudieran convencer a Ego de dejar a la muchacha tener aunque sea una oportunidad. Sabía que Blue Lock estaba centrado en el fútbol masculino, pero también se encontró determinada a probar que hacer una inversión en Mao valía la pena.
En general, el equipo de fútbol masculino y femenino de Japón juegan estilos muy similares, pero existen varias diferencias entre ambas categorías. Las jugadoras de fútbol se caen por lesiones con mucha menos frecuencia que los hombres; el fútbol femenino es menos explosivo, pero más puro que el masculino; el fútbol femenino se juega con su propio estilo y ritmo; el fútbol femenino es mucho más fluido que el masculino. Probablemente esto se deba al hecho de que las mujeres no se caen tanto como los hombres.
Se investigó las lesiones tanto en el fútbol masculino como en el femenino. Estudió 89 partidos masculinos de cuatro torneos diferentes. Observó un total de 980 heridos. Eso es un promedio de más de 11 lesiones por partido. Luego analizó cuáles de esas lesiones eran reales, señalando que sólo el 7% podían definirse como "lesiones definitivas". Definió una "lesión definitiva" como sangrado definitivo o retirada del juego. Por el contrario, analizó 47 partidos femeninos de 2 torneos diferentes. Observó menos de seis lesiones por partido y que el 14% de las veces las lesiones eran lesiones definitivas. Por lo tanto, cada vez que una jugadora de fútbol caía, tenía el doble de probabilidades de resultar realmente lesionada que su homólogo masculino.
Con tan sólo superar la fase de grupos, se podía hablar de un logro, ya que la Nadeshiko rompió en 2011 una racha de tres mundiales consecutivos sin siquiera poder llegar a cuartos. Derrotó a Nueva Zelanda 2-1, goleó a México 4-0, pero cayó con Inglaterra 2-0. Como segundo lugar de grupo, le tocó cruzarse en cuartos con Alemania, quien no sólo era el equipo anfitrión, sino que venía de quedar campeona en el mundial sub 20 de 2010. En un duelo muy cerrado que se fue hasta el alargue, la Nadeshiko superó a las germanas por la mínima, 1-0. En semifinales se vieron las caras contra Suecia, potencia y con un subcampeonato mundial en su palmarés. Además, derrotaron a las siempre favoritas estadounidenses en fase de grupos. Las superaron contundentemente 3-1, colocándose en la final contra Estados Unidos, que llegaba como campeona defensora, y con la posibilidad de ser el primer equipo bicampeón de manera consecutiva.
Tras un encuentro sumamente reñido en el que las norteamericanas siempre aventajaron primero, la Nadeshiko resistió y empató. Primero en tiempo regular 1-1. Luego a tres minutos del final dieron fruto las tácticas de Sasaki al balón parado. En uno de los últimos corners del tiempo extra de la final del 2011, Sawa no era más alta que las defensas norteamericanas, así que remató no con la cabeza, sino de taquito haciendo una volea a primer palo, logrando el 2-2 y forzando sobre la hora la tanda de penales. Con un riflazo al ángulo de la joven de 20 años Kumagai Saki, hoy capitana y referente internacional, la Nadeshiko explotó como potencia futbolística. Así como Japón lo hizo en Hawaii en plena Segunda Guerra Mundial, destronó a Estados Unidos como líder indiscutible e irrumpió estrepitosamente en la cima del orden mundial. Aparte de campeonar, el balón de oro y el liderato de goleo fue para la capitana nipona, Sawa Homare.
La selección sub 17 fue campeona del mundo en Costa Rica 2014, y la sub 20 también se vistió de oro en Francia 2018. Es la única selección femenil que ha sido campeona del mundo en todas las categorías. En la rama varonil solamente España comparte ese logro.
El Nippon TV Beleza es el equipo que ha catapultado a varias de las jugadoras y personajes insignia de la Nadeshiko. Por ejemplo, Iwabuchi Mana, la 10 actual de Japón y campeona en 2011 debutó ahí a los 14 años. Homare Sawa, la jugadora histórica de la Nadeshiko con 83 goles y 205 apariciones, capitana del equipo campeón del 2011, la que anotó el gol que obligó al alargue en esa final gloriosa, y la jugadora del año según FIFA ese año, inició ahí.
A pesar de que el futbol varonil comenzó antes en Japón y que, naturalmente, la competencia interna, el apoyo y desarrollo fue mayor, el futbol base varonil no ha sido bueno, mientras que el femenil sí lo ha sido. Es cierto que Japón no apoyó mucho la liga hasta que quedaron campeonas en 2011, pero las niñas sí han podido jugar futbol desde edades tempranas, y en la mayoría de los casos, han podido foguearse con niños. Conforme la edad aumenta, los torneos ya se van separando en ramas, pero desde 1989 Japón fue de los pocos que apostó por desarrollar equipos solamente para mujeres, como Estados Unidos, Canadá y buena parte de Europa. El desarrollo de las niñas no se vio truncado en la adolescencia. Al contrario, con una liga, las jóvenes talentosas podían debutar en ella desde los 14, y sí el talento las asistía, podían emigrar desde los 17. Así la Nadeshiko ha campeonado en las selecciones sub-17 y sub-20, mientras los Samurai Blues no figuran tanto.
En cuanto a Mao en general, argumentó que estaba justamente en la edad adecuada e importante para su desarrollo como jugadora. Con la guía correcta, estaba segura de que podría llegar lejos, pues a su corta edad ya prácticamente era el soporte principal del club de fútbol femenil de la escuela a la que asistía, y dados sus lazos familiares — siendo evidente que en su familia corre el talento por sus venas con Sae y Rin como evidencia —, era obvio que para la muchacha el cielo sería el límite si se le daba una oportunidad. Claro, tendría un camino largo por recorrer; no podía negar que la pobre adolescente tenía todas circunstancias en su contra, pero tenía plena fe en que ella era capaz de superarlas.
Y luego de presentar todos esos argumentos, FINALMENTE, se llegó al acuerdo mutuo de al menos dejar a la muchacha hacer la prueba de ingreso. Con eso Anri estaba más que satisfecha, y justo como esperaba, su desempeño no decepcionó.
— ¿Pero no tendrá problemas adaptándose a vivir con un grupo de hombres que no conoce?
— Bueno... — Anri pensó en la pregunta. En realidad tenía bastante sentido que tuvieran eso en consideración. — Puede ser que no. Ella tiene dos hermanos mayores, así que debe estar acostumbrada a compartir su espacio con varones. Estará bien, estoy segura.
— ¿Por qué está todo el mundo amontonado aquí?
— Íbamos a darnos un baño, pero Mao está ahí.
— ¿Y...?
— Que es mujer, idiota. No dijo de forma explícita que no entremos, pero, si estuvieras en su lugar, ¿no crees que sería lógico? Le estamos tratando de dar aunque sea un poco de privacidad.
— No me jodan, es un solo baño compartido para todos. ¿Qué tanto piensa estar ahí dentro?
— Bueno, ¿qué más podemos hacer?
— Ya dejen de discutir. — Mao por fin salió. — Ya acabé. Hagan lo que quieran... — se comenzó a alejar. Lo que menos quería era causar problemas por no ser hombre.
— Ah, espera. — la llamaron, causando que se detuviera para girar la cabeza y ver a quien le habló. — Mao, ¿verdad?
— ¿Sí?
— Rensuke Kunigami. — se presentó con rapidez, y esperó un momento a ver si decía algo como "gusto en conocerte", pero no lo hizo. A kilómetros se notaba que la amabilidad no era su fuerte.
— ¿Necesitabas algo?
— No, solo... antes, en la prueba de las "atrapadas"... solo quería decir que tienes una patada bastante fuerte para ser tan pequeña. — lo decía como un cumplido, pero por la expresión amarga que ella hizo se dio cuenta de que quizás no encogió las palabras adecuadas. —...No es que me esté burlando de que seas pequeña.
— Ya sé.
— Mira... sé que nos dijeron que seremos tanto compañeros como rivales, pero vamos a estar conviviendo de ahora en adelante todo el tiempo. Hay que llevarnos bien. ¿Sí? No guardemos resentimiento por cosas sin sentido. — estiró su mano hacia ella, ofreciéndola para estrecharla, pero Mao solo se le quedó viendo. Luego respondió rechazando por completo su mano.
— No estoy aquí para hacer amigos. — se sinceró, causando que Kunigami se arrepintiera por un momento y quitara su mano. Bajó la mirada, avergonzado, y su mano la escondió detrás de su espalda luego del rechazo. — Pero... tampoco quiere decir que voy a hacer enemigos porque sí. Tienes razón. Hay que tener una rivalidad sana.
Kunigami le sonrió, su expresión casi torciéndose en una risa.
— Me asustaste... pero me alegra que pienses así.
— Las palabras amables... digamos que no corren en la sangre de mi familia. Pero no trataba de insultarte a propósito. — esta vez, ella fue la que ofreció su mano para estrecharla, y él la tomó de inmediato. Pudo sentir que la muchacha, aunque pequeña, tenía un agarre fuerte, y esbozó una pequeña sonrisa hacia ella luego de aquel gesto sincero.
— Está bien, ya quedó atrás. ¿Mao es tu nombre de pila?
— Sí, prefiero que me llamen así.
— Entiendo... — soltó su mano por fin, satisfecho con la pequeña interacción que tuvieron. Pensó que quizás era malvada o grosera, pero más que nada era fría. Dejando de lado eso, era bastante agradable, a pesar de su brutal honestidad.
Apenas se alejó de Kunigami, Mao esperaba tener aunque sea un momento de paz, pero Bachira enseguida se le lanzó encima para tratar de abrazarla, y ella en un movimiento rápido se hizo a un lado, causando que impactara contra el suelo. Por algún motivo, a pesar de que le dijo varias veces que no le agradaba que lo hiciera, Bachira a veces se lanzaría de algún escondite a emboscarla sin razón. Ella le dijo una y otra vez que no le gustaban los abrazos, pero Meguru no estaba ni cerca de rendirse.
Estaba un poco cansada, sin embargo, al final aceptó que él no se iba a dar por vencido y se dedicó nada más a estar alerta para esquivarlo.
— No esperaba que me vieras venir desde ahí... — el de ojos ámbar hizo un pequeño puchero, frustrado ante su ya constante fracaso en darle un abrazo a la fémina.
— ¿Por quieres tanto abrazarme en primer lugar?
— ¡Porque me agradas! A mí y al monstruo dentro de mí.
—...¿Monstruo? — como si no pensara que era raro desde antes luego venía a decir cosas todavía más raras.
— ¿Por qué te ves tan confundida? Maomao, tú también tienes un monstruo dentro. — se comenzó a levantar del suelo, como si lo que recién dijo hubiera sido cualquier cosa, y no elaboró más en su explicación.
— ¿De qué siquiera estás hablando...?
— ¿No lo entiendes?
—...¿Sabes qué? Déjalo así. Creo que prefiero no preguntar.
⚽️ Capítulo nuevo rahhhh. Iba a escribir más pero ya eran 2000 palabras y pensé que mejor publicar este un poco antes y luego hacer el siguiente.
Besitos en las manos, cuídense y tomen mucha agua.
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