014
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Reo se mantuvo sentado en el suelo, con su espalda recostada en la pared y abrazando sus rodillas, tratando de procesar el hecho de que Nagi realmente lo había dejado y no iban a estar en un mismo equipo juntos. Mao estaba frente a él, y a pesar de que habían decidido hacer equipo hace rato, en realidad no podían avanzar hasta que tuvieran una tercera persona con ellos. Así que ambos se quedaron ahí inciertos sobre cuál debería ser su siguiente movimiento.
—...¿Qué pasa con ellos? Dejándonos a nuestra suerte... deberíamos darles una lección...
— ¿Venganza, dices? Por mí bien. Pero necesitamos a alguien más en nuestro equipo.
— Me da igual quién sea... escoge tú. Luego me avisas. — la voz del pelimorado continuó siendo más baja hasta escucharse siendo casi un susurro, pero ella pudo escuchar su petición a la perfección.
— Es un poco difícil decidir...
— ¿Mao? — una voz detrás de ella la hizo girarse, y vio a Kunigami acercándose hacia ellos. — ¿Llegaste sexta? ¿Cómo es que todavía sigues aquí?
— Ah... bueno... — ¿debería explicarle de verdad? No creía que se fuera a tragar una mentira. — A decir verdad, había estado esperando a Isagi. Pero él decidió hacer equipo con alguien más... a pesar de que se lo pedí...
— ¿Eh? ¿Se lo pediste y te dijo que no?
— Cambió de opinión a último minuto, el maldito. Así que estoy haciendo equipo con Reo... porque fue Nagi el que se fue con Isagi.
— ¿De qué tanto me perdí? — ella suspiró.
— ¿No quieres hacer equipo con nosotros? A Reo le da igual quién sea el tercer integrante del equipo, lo que realmente queremos lograr es venganza. Necesito hacer que Isagi pague por lo que hizo.
— Ya veo... — una situación complicada, por decir poco. Aunque si lo pensaba, no tenía nada en contra de hacer equipo con ellos dos a fin de cuentas. Ambos eran buenos jugadores y estaba seguro de que podían avanzar si trabajaban juntos. — Está bien, los ayudaré con sus planes de venganza.
— Bien. Vamos, Reo, ya encontré a alguien.
— Voy...
Habían avanzado bastante tarde, eso era seguro. Entre el tiempo en que Isagi, Nagi y Bachira habían hecho equipo, quién sabe qué tantas cosas habían pasado o habían por pasar. El hecho era que con Kunigami por fin estaban completos; ahora todo lo que necesitaban era cobrar venganza de una vez por todas...
Rensuke se encontraba preparándose para dormir después de un día largo de entrenamiento, cuando se dio cuenta de que Ni Reo ni Mao estaban alrededor. Recordó vagamente al peli-morado mencionar que iba a lavarse los dientes y a la fémina recordar que dejó su cepillo para el cabello en el baño. Caminó con tranquilidad hacia donde estaban, pero nada lo podía haber preparado para lo que se encontró. Ambos estaban completamente deprimidos y molestos, ni siquiera mirándose entre ellos, pero aún así los rodeaba un aura sombría.
— Nagi volverá... — Reo susurró, arrancando las cerdas de su cepillo de dientes de una en una, como doncella enamorada jugando al "me quiere, no me quiere" con una flor. — Nagi no volverá... Nagi volverá... Nagi no volverá... Nagi volverá... Nagi no volverá... Nagi... volverá... — terminó de decir, arrancando la última cerda de su cepillo y riéndose de manera espeluznante mientras rompía el objeto en su mano. — No creas que voy a ser el mismo de antes...
Mao, por otro lado, incluso si no entendía bien su propia frustración se veía obligada a actuar acorde a ella. Quizás subconscientemente se había acostumbrado a hacer equipo con él, puesto a que en la etapa anterior su corazonada le decía que tenía que prestarle atención. Isagi fue bastante útil y no les fue difícil trabajar juntos, entonces verlo solamente rechazarla y decirle que prefería jugar con Nagi la hizo enojar, por algún motivo. Estúpido Nagi y estúpida segunda fase que los obligaba a hacer equipos, y estúpido Nagi. No sabía por qué estaba tan molesta con él si fue Isagi quien decidió que lo prefería a él en su equipo pero la estaba matando. Le hubiera molestado que cualquiera lo hubiera hecho, sí, pero fue Yoichi quien lo hizo y por tanto hacia él se dirigía su furia. Mao no era una persona que perdiera la compostura fácilmente. Incluso cuando peleaba con sus hermanos, lo más que podía llegar a hacer era gritar o lanzar miradas. Entonces ahora que se encontraba con un tipo de enojo desconocido que no sabía cómo manejar, hizo la única cosa que parecía acercarse a ser razonable acorde a la medida de su enojo.
— Le voy a hacer brujería... si pudiera conseguir algo suyo como un cabello o algo... lo haré pagar... que regrese arrastrándose...
— Cuando Nagi regrese, ¿debería ser frío...? — Reo tomó otro cepillo de dientes y comenzó el ciclo de nuevo, arrancando las cerdas una a una. — Seré frío con él... no seré frío con él... seré frío con él... no seré frío con él... seré frío con él... no seré frío con él...
— Los voy a dejar solos. — Kunigami se arrepintió de haberlos buscado y decidió dejarlos ser.
— Mamá. — una pequeña Mao trató sin éxito de llamar a su madre, pues estaba hablando por teléfono. — Mami. Ma...
— Ahora no, Mao. Me llamaron de la escuela de tu hermano que se cayó y se lastimó otra vez... ese niño...
— Mamá.
— Pregúntale a tu papá, mamá no puede.
Resignada, caminó en dirección a su padre para hacer su pregunta, pero de nuevo fue completamente ignorada.
— Papá.
— Estoy ocupado, pregúntale a mamá.
— Pero mamá dijo que te pregunte. Papá, estoy enferma, ¿me llevas al hospi-
— Mira, no puedo ahora. Ya estás algo grande, Mao; tus hermanos ya hacen todo solos. Ya verás cómo lo resuelves por tu cuenta lo que necesites; tú puedes.
— Tengo seis.
— Ajá... — ya no estaban prestando atención otra vez.
Mao trató de suspirar, pero solo resultó en una tos molesta. Estaba por ir ella sola a su cama a dormir a ver si su malestar se iba solo cuando Sae llegó a su casa, y al verla de inmediato sonrió, aunque su sonrisa se debilitó cuando no llamó su atención de inmediato. Normalmente Mao saltaba de alegría al escucharlo llegar.
— Mao, ya llegué. ¿Qué haces?
— Me siento mal... voy a dormir. — al escuchar su respuesta, Sae al instante se puso manos a la obra para ver de qué se trataba su malestar.
— ¿Te sientes mal? ¿De qué? ¿Te duele el estómago o tienes fiebre...? ¿Qué haces caminando por la casa si estás enferma? Hay que llevarte a dormir ahora mismo. — ya que Mao seguía siendo tan pequeña, Sae podía cargarla con facilidad, así que la llevó de regreso hasta ponerla en su respectiva cama y acomodarla para que pudiera tomar una siesta cómoda. — Por estas cosas es que te digo que no debes jugar en la lluvia... te traeré medicina; creo que sí tienes fiebre.
— Nii-chaaaaan. — lo llamó, pero él siguió caminando. — No me dejes sola...
— No te estoy dejando sola; estoy justo aquí. — llegó hasta un cajón cercano y lo abrió, sacando la medicina y trayéndola a ella. — Deja de verte tan triste; nii-chan está aquí. Ahora, toma esta medicina para la tos.
— La medicina da asco...
— Es buena para ti. Tómala. — acercó la tapa con la medida justa de medicina hacia su boca, pero ella sólo se volteó para evitar tomarla. — Mao, la tienes que tomar. Abre la boca. — ella sacudió la cabeza, aún evitando la mano de Sae que trataba de darle el jarabe para la tos. — Te ayudará a sentirte mejor.
— ¡Da asco! — escondió su cabeza entre las sábanas, haciendo que Sae suelte un suspiro. Odiaba tener que jugar sucio solo para darle medicina, pero parecía que no iba a lograrlo a menos de que le hiciera una amenaza cruel.
— Si no tomas tu medicina, supongo que tendré que abandonarte y encontrar otra hermana que sí sepa tomar medicina. — Mao saltó, saliendo de su escondite y mirando a Sae estando devastada.
— ¡No harías eso, ¿verdad?! Rin tampoco te dejaría...
— Ni se dará cuenta de que te fuiste. — y luego ella comenzó a llorar. Eso sí lo hizo arrepentirse de sus palabras. — Ah, espera. Mao, estaba bromeando. No tenía pensado abandonarte; no era verdad. Solo toma tu medicina...
— ¿Me lo prometes...? — sollozó.
— Te lo juro. No tengo pensado abandonarte, jamás.
— ¿Estaremos juntos por siempre?
— Sí, por siempre.
⚽️ Mucho flashback en este arco. Es porque viene un momento grande al final.
Besitos en las manos, cuídense y tomen mucha agua.
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