011
⋆。‧˚ʚ♡ɞ˚‧。⋆
Mitad del partido. Aún nada excepcional ha sucedido, sin embargo, para el fin del primer tiempo el marcador va 0-3 a favor del equipo Z gracias a Mao.
Pero...
— No me siento nada conforme con esto... — murmuró, dentro de los vestidores mientras pasaban los pocos minutos antes del segundo tiempo.
— ¿No? Estamos ganando gracias a que hiciste un hat-trick. — mencionó Kunigami, notando su murmullo y despertando su curiosidad sobre cómo podía no estar conforme con el progreso del partido.
— Es difícil de poner en palabras... siento que me falta algo. A mi corazón.
— ¿Tu corazón...? A veces cuando hablas siento que solo arrojas palabras al aire.
— Chigiri, ¿qué opinas?
— ¿Yo? Nada en especial. — declaró con confianza, discretamente tratando de evitarla. La había tenido encima siguiéndolo todo el primer tiempo y no quería alentarla de ninguna manera.
— Vamos, entonces. El segundo tiempo ya va a empezar.
Mentiría si dijera que no le sorprendió lo rápido que aceptó su respuesta, pero mientras iban saliendo se dio cuenta de que después de todo no era así cuando volvió a acercarse a hablarle.
— Los del otro equipo parece que te están molestando mucho.
— Estaba esperando que no lo mencionaras... estuvimos en el mismo equipo escolar cuando mi rodilla aún...
— Entiendo... debe ser difícil.
— Tú... lo que me dijiste la última vez, ¿es cierto? ¿Que te arrepientes de haber renunciado a algo?
— Creo que incluso si no te arrepientes, no podrás evitar pensar en ello. El día el que decidiste renunciar.
El partido se reanudó, dejando a Chigiri sin la oportunidad de dar una respuesta pues Mao una vez más comenzó a hacer lo suyo, corriendo y evadiendo a las personas del equipo contrario con una habilidad que nunca dejaba de sorprenderlo. Aún cuando claramente la estaban tratando de limitar y cortar el paso, Mao analizaba su situación y se movía acorde con pasos precisos y seguros, haciendo a Chigiri preguntarse una vez más como alguien como ella había renunciado a algo de lo que se arrepentía antes. Ella era increíble en lo que hacía; ¿cómo era posible que siendo tan distinta pudiera entender tan bien sus sentimientos? Mao no sabía nada de él, de lo que pasó o las razones que tenía para querer renunciar al fútbol. Y aún así...
— ¡Chigiri! ¡El balón, despierta! — un Isagi bastante enojado y agitado le gritó, haciendo que saliera de sus pensamientos de un parpadeo. Se movió con torpeza y fracasó en alcanzar el balón, a lo que Yoichi fue rápido en tomarlo del hombro y empujarlo con fuerza lleno de ira. — Muévete.
— ¿"Muévete", dices...? Me estás jodiendo. — ante este suceso, y las emociones que antes traía revueltas en su corazón, Chigiri de pronto sintió que estaba hirviendo. Claro, Isagi era como él en ese entonces, antes de renunciar... y Mao era como, un reflejo de lo que sería en el futuro después de renunciar... ¿A que le tenía miedo? ¿A no ser un genio? ¿A lastimar su rodilla de nuevo? Nada de eso era importante... al final, lo único que no podía negar o quitar de sus ojos... era la manera en que cada fibra de su ser estaba hirviendo. Ya era suficiente. Si su pierna se iba a romper, que así fuera. Si este era el final de su carrera como futbolista, que así fuera.
— ¡Todavía puedes, Isagi! — Kunigami le gritó al que tenía el balón por el momento. — ¡Pásala ya!
Sin embargo, antes de que Isagi pudiera actuar, vio por el rabillo del ojo el destello de Chigiri corriendo con todas sus fuerzas, y el olor a gol de pronto fue claro como el agua al ver en sus ojos las palabras "pásamela". Él solamente podía sentirlo, la determinación en su mirada, así que pasó el balón directamente hacia sus instintos le decían.
— ¡Isagi, ¿hacia dónde estás apuntando?!
— ¡No hay nadie de nuestro equipo ahí!
No... con su velocidad, él puede...
— Quítate del camino. — en un destello, Chigiri se posicionó frente al balón y quitó al jugador enemigo para correr él mismo con el balón.
— ¡¿Qué demonios?! ¡¿Él puede correr?! — los gemelos del equipo contrario lucieron especialmente sorprendidos, e irritados por el hecho de que Chigiri estuviera corriendo. — ¡Detenlo, hermano! ¡Está bien si hacemos una falta!
Ser un genio, dejar de jugar al fútbol... al final, había algo mucho más importante que eso. La sensación que tenía al jugar; ese placer que sentía desde la primera vez que jugó fútbol.
Hizo un pase, pero el lugar al que pateó estaba vacío; planeó recibir el pase él mismo y usando su velocidad atravesó el campo hasta tener de nuevo el balón en sus pies. Sin importarle nada, corrió, lo más rápido que pudo. El yo de su pasado ya no existe, pero decidió apostarse todo en ese último momento. Si sus piernas se rompían o fallaba el tiro, dejaría de jugar fútbol, pero si podía robar este gol, si sus piernas no se han roto todavía, entonces él... una vez más, con el fin de ser el mejor del mundo, quiere jugar fútbol.
Dio un salto, estirando sus piernas para dar la patada en la que estaba apostando todo.
¡Mira, Isagi...! ¡Mao...! ¡Todos, mírenme...!
Y así, el balón voló directamente hacia la red y un cuarto gol fue marcado para el equipo Z justo antes de que el partido acabara. Algunos de los otros miembros de su equipo gritaron de felicidad, mientras que otros sólo sonrieron. Mao solamente se acercó a Chigiri con su expresión normal de siempre, y de cerca la siguió Isagi que estaba sonriendo hacia el pelirrojo.
— ¡Tú estuviste increíble! — Yoichi exclamó. — ¡Eres muy rápido, Chigiri! ¡Esas piernas tuyas lo hicieron genial!
— Todo esto es culpa suya... — continuó Chigiri. — Isagi, cuando te vi, yo estaba hirviendo, y antes de que lo notara estaba corriendo. Hasta ahora, me he estado conteniendo... estaba asustado de liberarme de esas cadenas... y había pensado que eso no era necesario para mí, pero estaba equivocado. Mao, después de hablar contigo lo vi; el arrepentimiento y el peso de la decisión de renunciar de la que hablabas... ahora lo entiendo; sé el miedo a perder el fútbol. No sé cuánto durará mi pierna, pero quiero creer en este nuevo yo. Gracias... a los dos. Seguiré corriendo, hasta que mi pierna no pueda más; hasta que mi sangre deje de hervir.
— Muy bien, entonces luchemos juntos. — le dijo Isagi.
— ¿Juntos? No me malentiendas, estúpido. El mejor delantero del mundo seré yo. — el de ojos azules se volvió a reír.
— ¡Ya veremos! El mejor seré yo, ya lo sabes.
— En realidad... — Mao añadió. — no es que estuviera activamente tratando de ayudar, pero estoy aliviada. Dejar atrás un sueño es muy triste. — le extendió su mano para ayudarlo a levantarse. — Si decides renunciar o seguir corriendo, prometo no meterme más. Mientras tengas en claro lo que quieres y jamás vivas con arrepentimiento, puedo asegurar que serás feliz.
— Sí... — tardó un momento en reaccionar antes de tomar su mano. Mao era una persona extraña, pensó. Pero después de todo tenía una forma extraña de mostrar que le importaba, aún si era tan solo un poquito. Y verla ahí parada ofreciéndole su mano, por primera vez, vio a una Mao totalmente distinta a la idea que en un principio tenía de ella. Sus ojos eran suaves con amabilidad, su mano cálida y delicada, su piel brillante, blanca, y a su alrededor se vio con un aura angelical que lo hizo sonrojarse un poco. Se levantó casi sintiendo que flotaba, su corazón habiendo acelerado su pulso un par de latidos, y viendo hacia sus ojos no pudo evitar quedarse por un momento perdido en la vista que estaba frente a él.
Y se hubiera quedado así mucho tiempo más, si no hubiera Isagi interrumpido.
— ¡Que bueno que todo salió bien! — sus palabras eran positivas, pero cuando Hyoma lo miró de vuelta irritado por haber interrumpido era obvio que estaba Isagi enojado y celoso. Esos malditos celos que ninguno de los dos tenía razón para sentir.
Mao ahora se encontraba en el comedor, preparándose para poder al fin cenar. Sus compañeros probablemente aún estaban en los vestidores, por lo cual decidió salir un poco más rápido; además tenía hambre. Sin embargo, antes de que pudiera tener una cena pacífica y tranquila, escuchó detrás de ella una voz desconocida.
— Hola. — ella solo movió los ojos ligeramente para ver quién le estaba hablando para después volver a prestarle atención a la bandeja con su comida. — Eres la mejor goleadora del edificio, ¿no? Diez en total. Si no recuerdo mal de acuerdo a la información que se nos dio en las grabaciones de partidos anteriores y eso, eres Itoshi Mao. — pausó, observando como ella se mantenía en silencio e ignorándolo, pero pudo notarla tensarse ligeramente.
— Reo, esto es una molestia quiero ir a dormir... — el muchacho que iba acostado en su espalda se quejó, pero Reo le hizo una seña rápida para que le diera un segundo.
— Itoshi... de casualidad, ¿no estarás relacionada con... Itoshi Sae, el mejor jugador de Japón? Según lo que escuché se le considera el mejor centrocampista del país. — la vio dejar la bandeja sobre la mesa con fuerza, aún negándose a levantar la vista. — Voy a suponer que sí, entonces. No sabía que Sae Itoshi tuviera una hermana.
— La mayoría de la gente no sabe. — le contestó por fin, mirándolo de manera severs y furiosa.
— Vamos, no te molestes; tenía algo de curiosidad por ti. Estás dos goles por encima de mi Nagi, después de todo.
— ¿Y qué?
— Que quiero formar una alianza. Como puedes ver, Nagi aquí es bastante perezoso, pero es completamente un genio para el fútbol; es mi tesoro. Estoy interesado en ese tipo de personas, y creo que tú encajas muy bien con mis estándares; creo que somos compatibles. Te pareces mucho a Nagi pero tienes muchas que él no tiene y al revés, y sé que si me dejas puedo sacar a relucir todo tu potencial. Estoy diciendo, si trabajáramos los tres en conjunto, en definitiva seríamos imparables.
— ¿Es todo? No tengo tiempo ni energía para este tipo de conversaciones sin sentido. Esencialmente me estás pidiendo que traicione a mi equipo y trabaje contigo.
— No estoy diciendo que colabores con nosotros ahora mismo, sabes. Por supuesto entiendo que estés confiada en ganar el próximo partido, pero Nagi y yo jamás hemos perdido; no veo por qué iba a pasar ahora. Y cuando eso suceda, si tu equipo pierde y se hunde o de alguna manera sobreviven, tú seguirás siendo capaz de continuar como la mejor goleadora del equipo. Y entonces en el futuro quizás podamos trabajar juntos. ¿Qué dices?
— No gracias. Soy jueza de mis propias alianzas y amistades; necesito ver y juzgar antes de tomar este tipo de decisiones. Mi instinto no me falla, y justo ahora, no estoy la emoción que me pueda llevar a aceptar tu oferta en este momento.
— El famoso instinto femenino, ¿eh? — asintió, entendiendo. — Bueno, si tu instinto decide cambiar de opinión, dímelo. Hasta entonces, espero con ansias enfrentarnos a tu equipo; quiero ver en persona tu habilidad.
⚽️ Ya quiero terminar este arco la verdad; el drama viene después de esto en la segunda selección.
Besitos en las manos, cuídense y tomen mucha agua.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top