𝟐𝟕/𝐎𝐜𝐭𝐮𝐛𝐫𝐞/𝟐𝟎𝟎𝟓

Kazutora<3:

Estás ocupada hoy?

El sonido del mensaje entrando hizo que el profesor y toda la clase la miraran fijamente. Maldijo al aparato antes de tomarlo discretamente para responder.

Dai:

Tenía que darle tutorías a Ichinose hoy, ¿por qué?

Kazutora<3:

¿quieres ir conmigo a una fiesta de cumpleaños?

Puedo recogerte después de tutorías

Dubitó unos instantes antes de colocar sobre una balanza ambas cosas, y esperó a que el profesor se distrajera para poder responder mientras miraba a sus lados en el salón, dejando escapar una sonrisa juguetona.

Dai:

Puedo ver a Ichinose mañana

Te veo a las dos aquí fuera, donde ayer.

Alcanzó a digitar algo rápidamente antes de ver como el maestro volteaba a verla buscando reprenderla. Lamentaba haberle cancelado a su compañero por segunda vez consecutiva en la semana, pero al menos haberle contado a su padre sobre aquella nueva ocupación le ayudaría como excusa, al fin y al cabo, nadie tenía porque saber que dichas horas de la tarde en realidad las usaba para escabullirse con él.

Prestó atención a su clase, tomando apuntes de manera casi religiosa y haciendo los típicos comentarios de intervención hasta que el sonido que anunciaba el final salió de uno de los parlantes del salón. Guardó rápidamente su cuaderno y útiles dentro de la mochila para después caminar en dirección a Ichinose, quien la esperaba en la entrada.

— Hola, Hayashi. ¿Está bien si vamos a la biblioteca de nuevo?

— Ah sí, sobre eso... no creo estar disponible hoy. Olvidé que tenía un compromiso importante.

— ¿Otra vez?

Miró hacia abajo, apenada — Perdona. Mañana podemos quedarnos hasta tarde, alcanzaremos a cubrir las dos primeras unidades del temario, te lo prometo.

— Ichinose — una voz que reconoció al instante se inmiscuyó — yo puedo ayudarte. Alguien parece tener asuntos más... importantes.

Miró tras su espalda para encontrar a Ima parada de pie atrás suyo. La castaña la barrió con la mirada, seguramente aun estaba molesta por el incidente de la cafetería, y sería peor si le contaba respecto a su reciente reconciliación con su novio, de igual manera no le debía explicaciones sobre lo que tenía que hacer a ella.

— Hayashi — la llamó la muchacha rompiendo el silencio — ¿a dónde vas?

Se sintió herida al escuchar que la llamó por su apellido en lugar de su nombre, pero tampoco iba a darle el lujo de saber eso.

— Tengo pendientes fuera de la escuela, nada importante — sonrió con frialdad para voltearse hacia su otro compañero — entonces, ¿te molesta que Misora te acompañe hoy?

— Eh... no. Está bien.

— ¡Perfecto! Entonces yo me quedo contigo mañana. Hasta pronto.

Se despidió y salió del aula antes de que la castaña pudiera decirle algo más, ahora solo le quedaba rogar porque no se le terminara soltando la lengua y le dijera a su padre que realmente no estaba quedándose en la escuela tal como lo había dicho. Mientras caminaba por uno de los pasillos del edificio, su bandeja de entrada notificó haber recibido un nuevo mensaje, el cual leyó inmediatamente.

Kazutora<3:

Listo, te espero en donde ayer :)

Sonrió al leer y caminó más aprisa, dejando que su cabello se despeinara un poco mientras se aguantaba las ganas de comenzar a correr. La falda del uniforme ondeaba al ritmo de sus pasos y su respiración comenzó a agitarse gradualmente mientras más se acercaba a aquella calle en donde alguien esperaba por ella. Lo vio de lejos y dejó de contenerse, dando unos cuantos saltitos antes de llegar a él.

Al tenerlo frente a frente se le echó encima, siendo recibida por sus brazos, que se aferraron a su cintura, levantándola unos metros en el aire mientras ella lo rodeaba por el cuello. Cuando la dejó en el piso nuevamente, se colocó de puntitas y le dejó un beso corto sobre los labios, sacándole así la primer sonrisa de la tarde al muchacho.

— Estás muy alegre hoy, ¿qué pasa?

— Nada — volvió a sonreír — solo estoy feliz de verte.

Kazutora soltó una risita y se agachó para darle un beso sobre la mejilla.

— ¿Nos vamos antes de que alguien nos vea?

— Claro — el muchacho subió al vehículo, siendo seguido por Dai, quien nuevamente se apoyó en su mano.

— ¿Y Baji?

— Dice que intentará ir, creo que quedó de encontrarse con alguien cerca de a donde vamos.

— Vale — se aferró a su pecho con ambos brazos y dejó caer su cabeza sobre la espalda del muchacho, quien sonreía mientras veía fijo hacia el frente para después arrancar.

...

El frio del otoño golpeaba sobre sus rostros, acariciándoles las mejillas con cierta brusquedad. El cabello rubio de Dai revoloteaba sobre el viendo, trazando figuras con sus mechones y dejando a la muchacha disfrutar de la brisa. Sus mejillas enrojecían mientras más avanzaban y fue hasta que el par llegó a su destino que Kazutora pudo contemplarla otra vez.

Era la imagen más bonita que había visto: Dai con los dorados cabellos despeinados cayendo alrededor de su rostro, se tallaba los ojos bicolores para sacarse el polvillo que se le había acumulado ahí dentro. Su rostro rojizo por los cortes del viento sobre la piel resaltaba aún más su palidez, y su bonita sonrisa le iluminaba todos los rincones oscuros de su persona.

Se conmovió y la tomó por los hombros, acercándola a su propio cuerpo y dejando sobre su mejilla un beso, que no tardó mucho en ir hacia su boca, en donde se detuvo segundos más, segundos menos. La muchacha fue quien rompió dicha unión, ciertamente apenada al sentir un par de miradas sobre los dos. Kazutora también se percató de aquello y miró al frente, encontrando la larga figura de un chico que lo miraba fijamente.

— Eh — el muchacho se alejó de Dai y buscó en el compartimiento de la motocicleta un empaque alargado envuelto cuidadosamente para entregárselo al chico de pie frente a él — Feliz cumpleaños, Hanma.

— Ah... qué lame bolas — sonrió, emanando superioridad — gracias. ¿Y ella?

Hanma dirigió su mirada a Dai, quien se refugiaba tras Kazutora tímidamente. No era penosa ni mucho menos, todo lo contrario, pero aquel ambiente la hacía sentir sumamente intimidada. Estaban frente al edificio en donde lo había encontrado la última vez, en aquella calle que le fastidiaba tanto. Cuando él nombro una fiesta de cumpleaños creyó que quizá sería algo más... "normal", pero se había equivocado. Lo escuchó responder en nombre suyo después de verla tan intimidada.

— Es mi novia, Hayashi Dai.

El tipo alto se inclinó para quedar a su altura — No mordemos. Bienvenida.

El más alto de alejó caminando con rumbo dentro del local. Dai se apartó de la espalda de Kazutora y se colocó a su lado, buscándole la mano para tomarla.

— ¿Es tu jefe o algo así?

— Sí, podría decirse. Es el primero al mando. — entraron de la mano al local, pasando frente a los grupos de personas que se arrinconaban en las esquinas del sitio buscando fumar o simplemente charlar. — No quisiera tener que acercarte a estos lugares, pero necesito que Hanma esté de buenas conmigo, por lo que voy a hacer, ya sabes.

Se pararon cerca de una vieja maquina de videojuegos, estaba cubierta de polvo y suciedad, por lo que ni siquiera fueron capaces de recargarse. La rubia quedó de pie frente a él, sintió como una mirada peculiar se posaba sobre si misma; miró a los lados un par de veces y al no encontrar nada, continuó.

— ¿Lo de la pelea? — intentó hablar en el tono más bajo que le era permitido debido a la multitud que había ahí.

— Sí — el chico se acercó al oído de ella — no te prometí las cosas en vano, ¿sabías? Mi plan de no participar en esa cosa sigue en pie — una sonrisa se formó en el rostro de la chica, quien soltaba un suspiro de alivio, al menos algo había conseguido tranquilizarla dentro de aquel lugar, sus palabras.

— ¿No tendrás problemas por culpa mía?

— No. — le sonrió y rodeó sus hombros con un brazo, atrayéndola en su propia dirección — quizá unos golpes, probablemente me echen, pero es lo menos importante ahora.

Dai le dejó un golpecito en la cabeza intentando que no le diera tan poca importancia a sus palabras. Siguieron avanzando por el sitio entre algunas risas y charlas.

Mientras tanto, a la distancia, la mirada punzante que minutos antes se había clavado sobre la figura de la muchacha cual daga se ocultaba entre las sombras, disimulando la vigilancia que ejerció hacia la pareja. No pudo evitar seguirlos desde que estuvieron de pie en el lugar, ¿Kazutora con una chica? ¿Cómo un imbécil delincuente trastornado como él había logrado entrar de la mano con una linda rubia tan como si nada? Algo raro debía estar sucediendo entre ese par, y lo descubrió cuando estuvo a una distancia mesurada, pero que igual le daba la ventaja de escuchar la conversación. Escucharlo en su intento de desertar le provocó rabia en el interior, fuego se esparcía por sus entrañas mientras presenciaba la escena y pensaba en cual sería la mejor alternativa para evitarlo. No iba a darle el lujo de arruinar sus planes, estaba cada vez más cerca de la cima, y una tipeja enamorada de un vándalo afortunado con las mujeres no iba a impedirlo.

Se ajustó las gafas en el centro de la nariz con molestia. Tomó el teléfono celular de uno de sus bolsillos, digitando algo rápidamente, abandonando el recinto mucho antes de que alguien lo viera ahí y fuera capaz de reconocerlo como capitán de la pandilla rival.

...

Pasaron un rato más metidos en aquella guarida, Baji no tardó mucho más tiempo en llegar, visiblemente confundido por algo. Kazutora y Dai le habían preguntado en repetidas ocasiones que era lo que le sucedía, pero ninguno pudo sacarle la sopa, por lo que decidieron pasar de largo su mirada perdida y buscar un rincón suficientemente limpio para poder quedarse ahí mientras veían a los demás miembros de Vallhala hacer un desastre en ese sitio.

Hanma, el más alto y que parecía de mayor edad, tomaba cerveza frenéticamente aplastando las latas con sus enormes pisadas y fumando cigarrillo tras cigarrillo, ¿cómo le cabía tanto tabaco? Dejó de preguntárselo una vez que escuchó a Baji conversando con Kazutora respecto a la escuela.

— Solo no entiendo como funciona — la chica miró en dirección al pelinegro, quien sonaba frustrado — ¿sigue en pie lo de las tutorías?

Sonrió — Claro, solo debemos agendar el día. Si mi papá pregunta, diremos que somos de la misma clase.

— Baji está una clase debajo de nosotros — explicó.

— ¿En serio? ¿por qué perdiste el año?

Baji miró hacia su amigo, nervioso, no sabía si ella estaba al tanto del incidente de Shinichiro y lo involucrado que había estado en este.

— Por imbécil — fue inmediatamente reprendido por su novia y vio como el otro respiraba con mayor tranquilidad — ¿sabías que no sabía escribir ni mi nombre?

— ¡Mentira! Solo lo escribía mal, pero tenía una idea. — refunfuñó sintiéndose expuesto, la rubia se limitó solamente a reír.

Se quedaron en aquella "fiesta" un rato más, hasta que Baji anunció que debía irse para hacer sus tareas, no sin antes intercambiar números con Dai. Prometió enviarle un mensaje a la chica para ver que día era posible quedar y recibir unas cuantas lecciones respecto a escritura, así como otras asignaturas. Al final ellos dos también terminaron despidiéndose del líder de la pandilla, tomando rumbo a casa de ella.

Recomendación: escuchar la canción de multimedia (Wildest dreams (Taylor's versión) – Taylor Swift)

Al rondar cerca de su vivienda, reconoció la zona por la que transitaban sobre la motocicleta, y dio un pequeño tirón a la tela de su blanca chaqueta para llamarle la atención.

— ¿No quieres pararte por el parque del otro día?

— ¿No es muy tarde?

Movió la cabeza como una negativa — Aun hay algo de tiempo. — soltó de golpe aferrándose a su espalda

Una sonrisa se le escapó, sin dejar que ella lo notara — ¿No eras tú quien me decía que siempre vamos a querer un poco más?

— Si se trata de ti siempre quiero un poco más.

Las palabras lo conmovieron y no dijo más. Obedeció a la petición, al divisar los toboganes y columpios frenó la motocicleta y aparcó cerca del césped, bajando rápidamente y ayudándola. Una vez en tierra, Dai caminó cerca de un alto árbol que brindaba la sombra suficiente como para cubrir ambos cuerpos, y se sentó debajo, recargándose en el tronco. Kazutora la imitó y quedó a su lado, notando su repentina intranquilidad.

— ¿Estás bien?

— Sí, solo... tenía ganas de estar contigo otros minutos más antes de irme — mentía.

Unos momentos antes de salir de la guarida, volvió a sentir la misma mirada punzante que se impregnó sobre sí cuando recién llegaban, dejándole una sensación incómoda en el pecho y en la piel, misma que sabía podría calmar si lo tenía cerca. En aquel momento, su pecho funcionó como un sedante para los nervios, dejando que su cabeza se acomodara plácidamente en ese sitio. El muchacho la recibió gustoso, depositando un beso sobre la piel de su frente y acariciándole los cabellos, como si los roles estuvieran invertidos.

Cerró los ojos unos minutos, concentrándose en su respiración antes de dejar salir un suspiro.

— ¿Estás seguro de que no pasará nada si renuncias a la pelea?

— Pasará algo, de eso no me cabe duda. — Kazutora miraba a la distancia, con el semblante hecho una mueca seria — pero sobreviviré, quédate tranquila.

— No quiero que te hagan daño, solo es eso. La gente con la que te juntas es muy mayor, me intimida.

— ¿Mayor? — arqueó una ceja — Hanma me lleva a penas un año.

La paz en su rostro fue remplazada por sus ojos abiertos de par en par. Se alejó de su pecho y quedó frente a frente.

— ¿Un año? Parece de veinte al menos.

— Digamos que el estilo de vida termina pasando facturas — el muchacho se encogió de hombros y se rio — mira a Baji, o a mí. No me digas que no parecemos mayores.

Tenía razón en eso, en un primer momento llegó a dudar si realmente tenía quince años, pero después de tantas cosas sabía que no mentía. Detuvo su mirada en el rostro del muchacho, apreciando las marcas de sol sobre su piel. Encima de sus mejillas, cercano a sus pómulos aun podía recordar las heridas que curó no mucho tiempo atrás, y cerca de la misma zona se percató de los surcos bajo sus ojos, oscuros y hundidos. Sospechaba por aquello que quizás tenía algún problema para conciliar el sueño, y mientras vagaba por aquel pensamiento divisó el lunar que resaltaba bajo su derecho, sintiendo una sonrisa formándose en su rostro.

— ¿Has notado que tenemos el mismo lunar en el mismo sitio? — tocó el punto negro con su dedo índice

— Lo noté el día que me arrojaste las llaves de la moto — Dai desvió la mirada con cierta pena — tranquila, me lo merecía. Al menos ese día me di cuenta de que no eras para nada como yo pensaba.

— ¿Ah sí? — jugueteó — ¿tanto hizo mi lunar?

— Un poco, sí... creo que fue un primer aviso de que no éramos tan diferentes después de todo.

— Yo creo que es una señal

— ¿Señal?

Asintió, dejando descansar su cabeza sobre el pecho de él nuevamente — Sí, de que íbamos a unirnos tarde o temprano. Como una premonición.

No pudo evitar sonreír y volvió a besarle la frente. — Si tú lo dices, te creo.

Se quedaron callados unos momentos, Dai se acurrucó entre la tela blanca de la chaqueta y la camiseta oscura que se asomaba por debajo, y nuevamente sintió su mano buscando a tientas la propia antes de entrelazar sus dedos.

— Kazu... si algún día nos alejamos, ¿vas a olvidarte de mí?

— No digas tonterías. No vamos a alejarnos.

— Todo puede pasar, ¿no crees? — sonrió — respóndeme.

— Nunca lo haría. Eres la persona más especial que tengo, no me alejaría de ti nunca, y si lo hiciera te llevaría conmigo de alguna manera.

Una idea iluminó su mente y habló con bobería — ¿Me llevarías en tu lunar?

Pensó unos segundos antes de responderle; aquello podía sonar increíblemente cursi, pero si según ella, aquel distintivo reluciendo debajo de sus miradas había funcionado como una especie de señal sobre su inminente encuentro, estaba seguro de que en caso de que la vida los separaba, la marca que los unía funcionaría entre ambos como una especie de brújula con un lento caminar, que de alguna u otra forma terminaría guiándolos a encontrarse otra vez.

— Dalo por hecho, bonita.

El cumplido se le escapó. No le dio tiempo de responder o dejar que sus mejillas escocieran ante la pena, pues justo después bajó la cabeza en dirección a la muchacha, sellando la promesa que habían hecho bajo la sombra de aquel árbol uniendo sus labios.

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