𝟐𝟏/𝐎𝐜𝐭𝐮𝐛𝐫𝐞/𝟐𝟎𝟎𝟓

No podía dejar de agradecerle al cielo que era fin de semana y al menos las personas de su escuela no iban a darse cuenta de los signos de que el llanto había estado presente en su cara. Así evitaría las preguntas incómodas y las miradas burlonas de los demás.

Al fin y al cabo, si algo le iba a quedar con algo de vida después de todo el ajetreo al que se había sometido los días anteriores era la reputación. O al menos eso le gustaba pensar, porque de aquella Dai dura y berrinchuda la verdad era que no quedaba mucho, él se había apoderado de esa faceta suya y había terminado destruyéndola, dándole sitio a la persona que era ahora. Si lo pensaba en retrospectiva, lo cierto era que Kazutora había terminado por robarle y trastornarle un montón de trozos de su persona para darle paso a la que pensaba justo en ese momento que era su verdadera persona. O al menos en eso pensaba mientras volvía a tumbarse en la cama y se colocaba los audífonos viejos y escuchaba algo de música en el mp3, todo con tal de distraer su cabeza y evitar releer los mensajes que había estado recibiendo desde el día anterior.

Kazutora<3:

(6:11pm) Intenté seguirte y te perdí el rastro

Por favor, no me dejes así.

Puedo ir a tu casa??

Dai??

Por favor respóndeme

No me hagas esto

No me dejes solo.

Dai

Por favor

Perdóname por haberte asustado.

Dai.

(6:59pm) Ya volví a casa

Puedo ir a verte mañana?

Tenemos que hablar sobre esto

Dai

Por favor respóndeme, dime si puedo ir a verte

(9:29pm) Aun tengo tiempo de ir a verte, no hay nadie en mi casa

Está tu papá en casa?

Dai?

Por favor

9:31pm llamada perdida de Kazutora<3

9:32pm llamada perdida de Kazutora<3

9:33pm llamada perdida de Kazutora<3

9:34pm llamada perdida de Kazutora<3

(9:35pm) Por favor

No me dejes solo.

(3:44am) No puedo dormir

Te extraño

Por favor no te vayas Dai

4:11am llamada perdida de Kazutora

4:12am llamada perdida de Kazutora

(4:15am) No sé porque intento seguir llamándote cuando seguramente duermes

Lo siento, por todo

(5:56am) Solo dame una señal, Dai. Cuando despiertes, cuando sea

(10:33am) me rindo. Lo lamento, por todo.

Ignorarlo le costaba el alma. Lo conocía lo suficientemente bien como para saber que lo había herido de una manera en la que nunca pensó hacerlo. Vislumbrar su imagen decaída le causaba un dolor gigante en el pecho.

Al despertar y leer los mensajes de la madrugada no pudo evitar echarse a llorar nuevamente. Supo que sus gimoteos eran tan fuertes que probablemente terminaron resonando fuerte en toda la casa debido a la presencia de los pasos de su padre fuera de su puerta. Imaginó que el hombre estuvo parado ahí por unos minutos, tiempo en el que lo único que ocupó los oídos de ambos fueron los sollozos que Dai soltaba contra la almohada.

Después de eso pudo escucharlo bajar las escaleras, para volver a su puerta, tocar y desaparecer en su propia habitación. Al conseguir las fuerzas para levantarse y abrir, encontró que su padre le había dejado sobre el suelo algo de desayunar. El gesto la hizo sentir conmovida, aunque no eliminaba las migas de rencor que sentía hacia él.

"¿tú de verdad piensas que esto va a arreglar todo?" pensó, para a los pocos segundos darse una reprimenda mental ella sola. No podía recriminarlo, sin embargo, tampoco podía evitar pensar que sin él contándole sobre el pasado de Kazutora las cosas en ese momento serían distintas.

El día anterior, al volver del centro comercial, él ni siquiera estaba en casa, cosa que agradeció por sobremanera. Llegó hecha un desastre, con un sabor salado en los labios a causa de las lágrimas que derramó durante todo el trayecto en el tren, el cabello enmarañado y los ánimos por los suelos. Sabía que si la hubiera visto así, su padre no hubiera respondido de buena manera. Al final terminó huyendo directamente a su habitación y se tumbó a llorar durante la noche hasta que el llanto la agotó tanto que perdió la conciencia.

Sin embargo, al comenzar el día, escuchó como la televisión sonaba en uno de esos programas matutinos que frecuentaban los adultos. Los turnos larguísimos habían terminado por fin.

Cuando consiguió la fuerza suficiente bajó de la habitación aun con el pijama puesto y el cabello anudado en un moño descuidado. Tenía que hacer la comida del día, si bien su papá no era un cocinero desastroso, no era fanática del sabor de sus platillos, por lo que prefería encargarse ella misma. Además de que las sartenes, el fuego y las verduras le ayudarían a olvidarse de todo, aunque sea por unos momentos.

Entró a la cocina sin hacer mucho ruido y comenzó a sacar los ingredientes que necesitaba para comenzar. Ninguno de los dos se había dirigido la palabra, por lo que al escuchar el sonido de unos pasos acercarse supo que no podía seguir evitándolo.

— No tienes que cocinar hoy si no quieres. ¿Te gustaría comer pizza?

Dai miró de soslayo a Kazuma, quien inmediatamente se percató de la rojez en sus mejillas y las ojeras amoratadas que habían nacido bajo sus ojos. La rubia negó con la cabeza mientras caminaba hacía el refrigerador para sacar unas cuantas verduras y posteriormente buscar en la parte del congelador la carne que necesitaba. Al darse cuenta de que se habían quedado sin reservas de esta hizo un ademán por salir de la cocina siendo seguida por su papá.

— ¿A dónde vas?

— Carnicería — soltó tajante.

— Dai, no hace falta, pediré algo de comer, además estás en pijama y... — la muchacha pasó de largo las palabras y caminó hacia la puerta.

— No quiero pizza.

— Podemos pedir otra cosa.

— No, no quiero.

— ¿Entonces?

— Quiero cocinar, necesito una distracción.

Kazuma, algo exasperado, se colocó frente a esta y le impidió el paso hacia la salida de la casa.

— ¿Puedes dejarme salir?

— ¿Estarás así conmigo el resto de tu vida, Dai? — la muchacha desvió la mirada y se cruzó de brazos — algún día vas a agradecerme por haberte alejado de ese delincuente que no traería nada bueno a ti.

La rubia frunció el ceño sintiendo como la rabia le recorría la sangre. Miró a los ojos a su padre y él sintió como si la mirada de ella fuese un puñal que lo atravesaba.

— No te atrevas a hablar así de él... no sabes nada. — espetó y se dio la vuelta rumbo a su habitación.

Molesto por el comportamiento, Kazuma siguió a la muchacha y la tomó de la muñeca.

— Escúchame Dai, no puedes estar así el resto de tus días, ¿sí? ¿qué te hizo ese mocoso para hacerte cambiar tanto?

Dai consiguió zafarse del agarre y se tocó la muñeca ligeramente enrojecida con cierto recelo. Si bien ella había comenzado, su papá nunca la había tocado de una forma mínimamente agresiva como esa.

— Él no es lo que tu crees... — los recuerdos con Kazutora comenzaron a aparecer en su mente mientras sentía su mirada empañarse — él no es un asesino, no quería hacerle daño nadie, yo lo sé.

— Dai... — la voz del mayor salió con más calma — no es lo que yo crea, las cosas son así. Tú no estuviste en ese sitio esa noche.

— Y tú llegaste cuando las cosas ya habían terminado — soltó ella mientras se limpiaba de los ojos algunas lágrimas — ¿no viste como lucía esa noche, papá? ¿tú crees que ese era un asesino a sangre fría?

La imagen de identificación adjunta al reporte apareció en la mente de ambos. Kazuma desvió la mirada.

— Lo hago por ti, Dai... eres mi hija, no quiero perderte. A ti no.

— Él... — carraspeó intentando que la voz no le saliese en un hilo — él me quiere, y que haya hecho cosas malas antes no lo vuelve una mala persona. Si lo conocieras...

— Conocerle no cambiaría mi perspectiva de las cosas, Dai, él aun es...

— ¿Por qué si conocerle no cambiaría nada nunca te quejaste sobre mamá? — Dai lo miró esperando una respuesta y Kazuma se quedó helado.

Recordaba como si fuese hacía unos días todos los momentos en los que solía llegar a casa para encontrar a Dai llorando a cantaros sobre el sillón del salón, siempre con distintas marcas variándole por el cuerpo; en el rostro, las piernas, la espalda... Aun cuando ella no se daba cuenta, la furia se adueñaba de su cuerpo y no podía evitar recriminarle a su esposa por las múltiples heridas que terminaba implantando sobre la niña, excusándose siempre en que no estaba actuando como debía.

Solía molestarse con ella todo el tiempo, y mimaba a Dai lo más que podía para hacerla olvidar un poco del dolor que su mamá le dejaba, así era hasta la noche en la que, sin quererlo, terminó escuchando a Mai llorando en su propio lado de la cama, lamentándose por haber dañado a su hija. Al fin y al cabo, ninguno de los dos sabía bien que hacía al ser padre por primera vez, y sabía que eso no excusaba por completo la actitud de su esposa, pero sí lo hacía sentir un poco menos solo, sobre todo en esa situación.

Mientras recordaba, pudo sentir los ojos de su hija posados sobre sí; en ese momento no pudo evitar que la mirada intimidante de ella le recordara a su esposa, y una presión le cayó sobre el pecho.

— Dai, yo no quiero hacerte daño, yo...

— Lo dejé. Por si aún no estabas seguro — interrumpió ella — lo hice no por ti, porque fue mi decisión. — terminó la frase a la par que la muchacha comenzaba a subir las escaleras.

El castaño mentiría si dijera que no le alegraba escuchar eso.

— Está bien, lo acepto.

Dai se detuvo — es solo que... una vez pedí al cielo que no le hicieran más daño — su voz comenzó a salir con mayor fragilidad — y ahora soy yo quien lo está lastimando, sabiendo todo lo que ha sufrido y no sé cómo solucionarlo porqué...

El llanto se le desató como si se tratase de una tormenta antes de que pudiera terminar la frase. Se cubrió la cara con ambas manos y se sentó sobre uno de los escalones de la casa. Los lamentos le salían de los labios mientras Kazuma la miraba fijamente.

Sin saber muy bien que hacer, el hombre se sentó a su lado y la acercó en su dirección, dejando que la muchacha se acurrucara en su pecho, manchándole la camisa con algunas lágrimas.

— No sé cómo arreglar esto, papá — pronunció entre lloriqueos — no sé que hacer para ayudarlo y que deje de dolerle... porque esto me duele mucho a mí también — Kazuma guardó silencio y acarició la espalda — ¿cómo hago que esto me deje de doler, papá?

...

No había tenido noticias de Kazutora desde aquel día en que terminó visitando a Dai, y mentiría si dijera que no le preocupaba que no había recibido ni siquiera algún mensaje o llamada sin motivo. Conocía suficiente a su mejor amigo como para saber que ese tipo de cosas le insinuaban que algo no andaba bien, por lo que había terminado por tomar las llaves de la motocicleta y salir rumbo a su casa.

Al llegar, encontró que el portero estaba ausente, y se aprovechó para subir por el elevador rumbo al piso de su amigo.

Cuando estuvo frente a la puerta hizo el ademán de tocar, llevándose la sorpresa de que cuando su puño impactó en la madera esta terminó moviéndose hacia adentro, estaba abierto. Movió la puerta sigilosamente, asomando la cabeza por la pequeña abertura para encontrarse con la ausencia tanto de luz como de ruido en aquel lugar.

— Permiso — pronunció mientras ponía pie dentro y se sacaba los zapatos.

El departamento lucía impecable, como siempre. No había rastros de que alguien estuviera dentro de casa, por lo que pensó en macharse antes de que la madre de Kazutora terminara llegando por sorpresa y le echara una reprimenda por entrar a su casa sin permiso, sin embargo, el pestillo desbloqueado no le permitía creer en su propia teoría, así que terminó decantándose por investigar un poco más.

— ¿Tora? — pronunció mientras avanzaba rumbo al cuarto.

Tocó la puerta y no obtuvo respuesta, optando así por girar la perilla y comprobar si había alguien ahí. Al moverlo, la puerta se abrió.

Había un desastre dentro de la habitación. La mayoría de las cosas que guardaba estaban esparcidas por el suelo, rotas. Los controles de la consola parecían haber sido arrancados de los puertos a los que se conectaban y ahora estaban del otro lado en donde usualmente los dejaba, los posters que decoraban sus paredes ahora estaban rasgados por trozos y algunas zonas de la habitación se veían manchadas por unos puntos rojos a penas visibles sobre la pintura.

Sobre la cama yacía Kazutora, tumbado boca abajo con la cara en la almohada. Iba con la chaqueta del Valhalla, el pantalón y los zapatos aun puestos y su cabello parecía estar hecho un lío.

— Mierda, pareciera que pasó un huracán por aquí, ¿qué sucedió? No me digas que tu papá otra vez...

— Dai se fue. — pronunció el otro con la voz apagada. Baji parecía no entender.

— ¿A dónde?

— Me abandonó. — Kazutora soltó un suspiro y despegó la cara de la almohada.

Tenía la cara hinchada y un tinte rojizo estaba instalado en sus ojos. Sus manos tallaban su rostro y por sus nudillos inflamados se notaban manchas carmesí que hacían juego con aquellos puntos rojos en las paredes.

Baji caminó hacia su cama y se sentó en el borde del colchón.

— No estoy entendiendo nada. — se sinceró el pelinegro — Todo estaba bien, ¿estás seguro de que no es una simple pelea?

— Ella lo sabe... lo de Shinichiro — el muchacho se dejó caer al colchón nuevamente mientras que el pelinegro sentía un escalofrío recorrerle la columna.

— ¿Cómo mierda sabe eso? — él tensó su espalda y se sentó más derecho que normalmente.

Él había soltado la lengua un poco, sí, pero no había confesado el crimen ante una perfecta extraña, no era así de bobo y tampoco era un detalle de su vida del que se sintiera precisamente orgulloso, por el contrario. Aquel ni siquiera era un hecho del cual toda la Toman estuviera enterada, solamente los capitanes y Chifuyu sabían la verdad tras el incidente en la tienda de Shinichiro.

Al fin y al cabo no era una información que los demás necesitaran tener, si aquello se desvelaba, estaba seguro de que aquello solo iba a provocar tensiones innecesarias entre todos los miembros. Aunque ahora que se había declarado un enemigo de la Toman, no podía estar seguro de que aquel secreto siguiese guardado.

— Fueron ellos, Baji. — La voz de Kazutora, quien volvía a erguirse, lo sacó de sus pensamientos — no pudo haber sido nadie más. Ellos son los únicos que quieren destruirme... y me quitaron a Dai.

Baji frunció el ceño incrédulo. Estaba seguro de que ni Mikey o Draken habían tenido nada que ver, por el contrario. Nadie de aquellos que sabían sobre el accidente había buscado inmiscuirse en una pelea como la que había en ese momento, mucho menos sabían que la vida sentimental de Kazutora ahora incluía a una chica. Estaba consciente de que Kazutora era el rostro del nuevo conflicto que se aproximaba, aunque algo dentro de sí también solía recordarle que había alguien detrás moviendo los hilos, y estaba seguro de quien era. Conocía tan bien a sus amigos como para saber que todos los que aquel grupo solamente buscaban dejar atrás aquello que únicamente había traído como resultado dolor y tristeza para todos, hasta que alguien se entrometió.

Dentro de la mente del pelinegro surgió un hecho cuya relevancia había omitido hasta ese punto.

— ¿No decías que su padre era detective?... quizá él...

Kazutora abrió los ojos como si se tratase de un descubrimiento. A su mente volvió la conversación que había tenido con la rubia sobre una charla importante que tenía con su papá, y desde esa tarde que la dejó volver a casa solo en compañía de Ima para poder hablar con él todo se había echado a perder. Las palabras de Baji sumadas a eso comenzaban a hacerle sentido.

— Ese hijo de perra... — Kazutora sintió como la sangre que recorría sus venas ardía producto del coraje — voy a matarlo.

El muchacho hizo ademán de levantarse y fue inmediatamente detenido por Baji, quien lo tomó por la muñeca.

— Hey, hey, ¿eres imbécil o qué, Tora? — la voz le salió con furia — ¿De verdad crees que dañar a su familia va a hacerla volver?

Las palabras de Baji parecieron hacerlo entrar en razón volvió a sentarse en el colchón. Sacó el teléfono de su bolsillo y comenzó a pulsar los botones de este mientras escribía.

— ¿Qué haces? ¿Intenta hablar con ella?

— No funciona — una punzada le dio en el pecho a Kazutora — cuando se fue... — tragó saliva intentando evitar el recuerdo de la muchacha marchándose y abandonándolo en la azotea — cuando se fue ese día intenté seguirla en la motocicleta después de reaccionar y no la encontré. La llamé y le envié un montón de mensajes para pedirle que habláramos otra vez y nunca respondió. Seguro que no quiere volver a verme.

— ¿Y estás seguro de que no hay vuelta atrás a todo esto?

Kazutora asintió — ... yo... yo la asusté. — la voz se le quebró nuevamente mientras recordaba el día anterior. Una sensación molesta se le estancó en el pecho — no voy a volver a verla, ¿cierto?

Por su cabeza se cruzó aquel recuerdo del día en que había amanecido en la habitación del pelinegro después de la golpiza monumental propiciada por su padre, y el como se miraba en el espejo mientras se preguntaba si acaso Dai sería capaz de verlo a los ojos y no odiar la imagen de su cara. Después de aquel último beso y de haber visto su rostro colorado con las lágrimas a punto de salirle de los ojos, la pregunta parecía haberse respondido por si sola.

Se había equivocado al pensar que Dai era la única persona que lo vería sin sentir odio. Era aun peor... ahora él la hacía sentir miedo.

Kazutora suspiró mientras miraba hacia el techo en un débil intento por aguantarse el llanto. Baji estaba helado, recordaba haber visto a su amigo vulnerable, pero jamás pensó que la razón sería la que vivían en ese momento. Las lágrimas comenzaron a derramarse por las mejillas del otro y el pelinegro se acercó al muchacho sin saber que decir y le pasó una mano por la espalda en señal de confort.

— Lo siento. — suspiró mientras meditaba si fuera una buena idea decir aquello que le pasaba por la mente. Era su última oportunidad. — Tora... ¿no crees que...?

— Está bien. — pronunció eso último más para sí mismo que para Baji. Se limpió la cara con ambas manos y se levantó de la cama con rumbo a su armario, de donde sacó una muda de ropa limpia — aun tengo la esperanza de que cuando todo esto termine ella va a volver.

Sonrió falsamente en dirección a Baji, quien parecía no terminar de entender sus palabras.

— ¿A qué te refieres?

— Cuando haya ganado — pronunció Kazutora mientras se sacaba la chaqueta enseguida de la camiseta y se colocaba la prenda nueva — buscaré a Dai y le diré que todo terminó. Ella no tendrá porque enterarse de la pelea ni de nada, y no habrá nadie que nos delate. Volveremos a estar bien. Mientras antes termine esto, mejor.

— Tora, no creo que eso sea una buena idea. — Kazutora lo miró con cierto recelo, permaneciendo en silencio para dejarlo hablar — ella ya sabe en lo que estamos metidos. Y te lo dije antes, ella no es del mismo mundo que nosotros... la verdad sale a la luz, y creo que te has dado cuenta de eso ya.

— ¿Estás intentando detenerme, Baji? — un brillo macabro se apoderó de su mirada.

— Estoy intentando que esta vez pongas sobre la balanza que es más importante para ti antes de que pierdas aun más y no puedas remediarlo.

Kazutora pareció no inmutarse — ¿Lo más importante? — pronunció fríamente — para mí lo más importante siempre ha sido matar a mi enemigo, Baji. Siempre ha sido así. — se volteó para quedar frente al pelinegro, que lo miraba expectante — Voy a volverme un héroe. Y ella me querrá otra vez.

Una sonrisa macabra se formo en su rostro y sintió un escalofrío.

Kazutora siempre había sido una persona de convecciones claras y fijas. Si bien haber perdido a Dai era algo que le afectaba por sobremanera, lo único que le quedaba en ese momento para seguir adelante era justamente aquello: la promesa de destruir su pasado y construir un nuevo futuro sin nada ni nadie que pudiera arruinarlo.

Entendía de alguna manera que ella no quisiera estar presente durante su lucha, de ahí que una parte de él, en conjunto con sus inseguridades, se resignaba a buscarla una vez que todo hubiese terminado. Aún con la soledad calándole en los huesos, de alguna forma estaba acostumbrado a sentirse así. Aun cuando ella había eliminado de su pecho aquella sensación tan molesta, la voz en su cabeza solía repetirle a menudo que tarde o temprano sus días felices terminarían, y había tenido razón.

Sabía que fuera de ver aquel par de ojos y sentir su tersa piel bajo las yemas de sus dedos, lo único que iba a poder arreglar el rastro de errores cometidos a lo largo de su vida sería terminar con todo desde la raíz.

Baji contempló a Kazutora sin saber que decir para contra atacar. Las frialdad en las palabras de su amigo le removieron el estomago y calló. Había perdido todos los recursos que tenía para detener aquella lucha.

Ya no había marcha atrás. La cuenta regresiva para la pelea había comenzado.

Holaaaa, por error terminé subiendoles la versión en borrador del capitulo en lugar de la mera mera :( pero aquí les dejo la chida. Una disculpota. u.u

Mientras andaba en la calle la historia llegó a 11K lecturas! gracias totales por otras mil<3 por si no sabían, ayer les subí un sneakpeak del fanfic siguiente a afterglow. Se llama The Lonely Bones, y nuestro prota será el chico que todxs amamos, Baji <3.

Por cierto, últimamente hay un montón de gente llegando al fic y tengo mucha curiosidad de saber pq están aquí, cuéntenmeeeeee.

Gracias de nuevo x leer, no olviden dejar un voto, nos vemos el miercoles ahora sí sin errores :p <3<3<3

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