𝟏𝟕/𝐎𝐜𝐭𝐮𝐛𝐫𝐞/𝟐𝟎𝟎𝟓

— ¡¿Qué tú qué?!

— ¿Puedes no gritar? Es personal

— ¡¿Cómo me pides que no grite?! ¡Lo hiciste! ¡Tú lo hiciste! ¡Y con él!

La rubia se palmeó la frente y levantó la voz — Ya tuvimos esta charla una vez, ¿vamos a caer en esto de nuevo?

Dai e Ima almorzaban juntas, sentadas en una pequeña banca situada en el patio frontal de su escuela. La semana recién comenzaba y sin duda alguna no podía quedarse callada sobre sus días anteriores, al menos no con ella, aunque en ese preciso momento y por su actitud comenzaba a arrepentirse.

— Lo siento de nuevo — Ima se encogió de hombros y Dai siguió con su comida. — Bueno... ¿al menos se declaró? ¿tienen algo formal?

— Ah... — habló aun con algo de comida en la boca — no lo sé. Me dijo que le gusto y él sabe que me gusta a mí, ¿eso debería bastar, no?

— Yo tampoco lo sé, no soy la mejor persona a la que deberías preguntarle, no? Nunca he tenido un novio.

— ¡Yo tampoco! — Los pensamientos de Dai comenzaron a crecer de forma frenética — ¿crees que besarlo estuvo mal?

— No sé, Dai. Tú ya sabes lo que pienso, y me alegra que estés feliz, pero hay algo que no me deja tranquila. ¿Al menos ya sabes por qué estuvo en el correccional?

La rubia se encogió de hombros — No... intentó decírmelo ayer, pero creo que es un tema difícil para él, no quería hacerle sentir mal — Ima la miró incrédula — No creo que sea algo tan grave. No es mala persona, es muy lindo conmigo, si lo conocieras lo sabrías.

Ima bufó — Voy a intentar creerte. Pero si algo pasa no quiero que vengas a llorar a mi casa.

— No va a pasar nada malo — Dai tomó otro bocado — confía en mí, y en él también. Es mejor persona de lo que crees.

— Que me lo demuestre ahora que está aquí

— ¿Hm?

— Ve al frente y quita la cabeza del plato un poco — Ima tomó la cabeza de Dai, direccionándola para ver a un Kazutora en uniforme escolar caminándose a su dirección.

Sorprendida y sumado a la forma brusca en que Ima la había hecho moverse, Dai comenzó a toser el bocado que llevaba en la garganta, esto era quizás más provocado por los nervios de verlo nuevamente de manera tan repentina, aunque admitía que había estado extrañándolo toda la noche anterior, no sabía cómo comportarse después de todo lo que habían dicho y hecho el día de ayer. ¿Las personas que se han besado antes se saludan con besos o es normal que solo se digan "hola"? ¿O se saludan de mano? ¿O solo comienzan a hablar? Consumida por la ansia, Dai cerro bruscamente su bento y tomó la botella de agua que tenía a un lado esperando que su tos se apaciguara un poco antes de tener a Kazutora frente a frente.

Cuando el muchacho estuvo ahí, Ima rodó los ojos de la manera más obvia posible, mientras que el color rosado se apoderaba de las mejillas de Dai y uno de sus pies se movía frenéticamente en el piso.

— ¿Estás bien? — fue lo primero que salió de la boca de Kazutora, quien se inclinó un poco para quedar a la altura de ambas chicas — te ves pálida, pero también estás roja. Te ves rara.

— Estoy bien

Dai trató de esbozar una sonrisa que rápidamente se desvaneció cuando sintió la palma de Kazutora sobre la suya, manipulando sus manos para entrelazarlas y dar un leve apretón. De un momento a otro la tensión pareció disiparse y sintió como el estómago se le consumía con una sensación extraña, pero no incómoda. No eran las mariposas que solía sentir, aunque se le asemejaban mucho.

— Me alegra eso — Kazutora la miró a los ojos y nuevamente una ola de relajación parecía llenar el ambiente — ¿puedo sentarme a tu lado?

— Claro — la rubia se movió hacia un lado mientras que Ima se cruzaba de brazos, era una banca para dos personas, claramente estaban apretados, pero al parecer las distancias cortas ya no eran un problema para la dupla — creí que no ibas a estar aquí hoy.

— Digamos que cambié de opinión — De la nada, Ima se levantó bruscamente del asiento, provocando que los dos muchachos voltearan a verla.

— Yo creo que es mejor que los deje aquí, no quiero hacer mala tercia. Los veo al volver al salón, ¿sí?

— Ah, Ima, no te vayas — habló Kazutora y haciendo que Ima, quien ya había comenzado a caminar y daba la espalda, volviera su mirada. El muchacho regreso la mirada rápidamente hacia Dai — Iba a decirte sobre esto más tarde, quería hablar contigo de más cosas, no solo esto, pero necesito tu ayuda. Bueno, su ayuda.

— ¿Qué sucede? — Dai sostuvo con algo más de fuerza la mano del muchacho pensando que quizá se trataba de algo malo. Ima regresó al sitio.

Sabía que Baji le había dicho que lo mejor era dejar a Dai fuera de sus asuntos personales, pero ahora que tenía la oportunidad de saber el paradero del testigo quería asegurarse de que todo saliera bien. Y de todas formas, Dai no tendría por que enterarse, de igual forma ni siquiera iban a utilizar al tipo para nada malo ni le harían daño.

— Necesito encontrar a un chico de la escuela, pero es de segundo año y no conozco a nadie de ahí, no sé si casualmente conozcan a alguien que pueda decirme en que salón está.

— Dai tiene una amiga en segundo año — dijo la castaña — ¿para qué lo quieres?

— Es algo privado — Kazutora se rascó la nuca y después volteó a ver a Dai — Te lo puedo contar por la tarde si quieres, podemos ir por algo de comer al salir de clase.

— Bueno... creo que puedo hablarle a Hina, es una vieja amiga, nuestros padres solían ser compañeros. No la veo hace unos meses, pero no creo que le moleste que le pregunte.

Dai sonrío tímidamente mientras que sentía el brazo de Kazutora rodearle los hombros y acercarla más a él. El calor volvió a subirle al rostro.

— ¡Gracias! — sin tapujos, Kazutora le dio un corto beso en la mejilla — Ahora sí ya puedes irte si quieres, Ima.

— No me lo digas dos veces. Los veré en clase. — La castaña se dio la media vuelta.

— ¿Quieres que le pregunte a Hina sobre el chico hoy o...?

— No, aún hay tiempo. No te preocupes. ¿Interrumpí tu comida?

— Algo así, pero no importa, ¿comiste algo antes de venir a la escuela? ¿por qué no llegaste temprano?

— Te dije, la escuela no es lo mío, pero tenía ganas de verte y, bueno...

— ¿Ganas de verme y...?

La pregunta fue respondida cuando Kazutora se acercó a Dai para poder besarla, sosteniendo su rostro entre sus manos. Por un segundo le asustó pensar que un profesor podría reprenderlos por las muestras de afecto explícitas en un lugar tan público, aunque no pasó mucho tiempo para poder mandar al diablo cualquier posible castigo para dejar que sus labios se dejaran guiar por los de Kazutora, que se movían sobre los suyos de manera pacífica y dulce. El beso se vio entremezclado con una sonrisita espontánea que pareció escaparse de los labios de Dai y que Kazutora notó, alejándose para poderse permitir contemplar las mejillas sonrojadas y la curva de oreja a oreja que se había hecho dueña de su rostro.

Cada vez que la veía sonriendo de esa manera, el corazón se le aceleraba y todo su cuerpo se llenaba de ternura, aun seguía sintiéndose incrédulo ante el hecho de ser él quien creaba en su rostro la mueca que reflejaba felicidad en su totalidad, pero aun así se daba el gusto de disfrutar su mirada brillante.

Con ella todo era extremadamente diferente, era como un has de color que iluminaba los día grisáceos que había tenido que vivir en su pasado. Si Dai estaba con él, estaba seguro de que los colores iban a permanecer en su vida por mucho más tiempo.

— Dai, tus labios saben a estofado.

La muchacha soltó una carcajada de alivio ante la frase, para después tomar el bento nuevamente y abrirlo.

— No has comido antes de venir, ¿verdad? — El muchacho negó con la cabeza algo apenado — ¿quieres un poco?

— Estoy bien así.

— Bueno, igual voy a darte un poco. — La muchacha tomó uno de los cubiertos y sosteniendo en él una porción de comida, lo acercó a la boca de Kazutora. — ten.

El muchacho abrió la boca y dejó que la chica siguiera repartiendo lo que quedaba de su comida entre ambos, así hasta que fue la hora de volver a las aulas.

...

En el momento en el que las clases finalizaron, Kazutora dejó el asiento casi a la velocidad de la luz, acercándose al pupitre de Dai, que estaba a tan solo unos metros del suyo. La muchacha, que guardaba sus cosas completamente perdida en sus pensamientos no se había dado cuenta de que aguardaba por ella a unos pocos metros. Cuando terminó, volteó hacia atrás de forma obvia buscando la silueta de Kazutora, para terminar por sobresaltarse cuando notó que este ya estaba ahí de pie casi frente a ella.

— ¿Qué sucede?

— ¿Quieres que te ayude?

Dai parecía no terminar de entender — ¿Con qué?

El muchacho miró hacia el suelo — Tu mochila, puedo llevarla por ti si quieres.

— ¿Pero por qué habrías de hacerlo? Siempre la he cargado por mí misma.

— Eso hacen las parejas, ¿no? —

Esa era una de las pocas veces en las que Dai tenía la fortuna de ver que no era ella la única cuyas mejillas solían teñirse de rojo. El rostro de Kazutora estaba completamente colorado. La muchacha, sintiendo el calor recorrerle el cuerpo, dejo que una sonrisa tomara control de su boca antes de hablar.

— ¿Somos una pareja?

— Sí ¿No? — El muchacho pasó una mano por su cabello despejando su rostro por unos segundos — ¿hace falta otra cosa para hacerlo formal? Puedo comprar flores si quieres o...

Dai comenzó a reír, no en un tono burlón, por el contrario, la risa le salía empapada de toda la dulzura y nerviosismo que Kazutora con su falta de experiencia le provocaba en esas cosas. Ella tampoco era una maestra, sobraba decir que nunca había tenido nada con ningún muchacho y mucho menos era una veterana de las relaciones sentimentales.

Kazutora era su primer todo, desde el primer apretón de manos hasta el primer beso.

La rubia se levantó, tomando su mochila sin colgársela en la espalda, entregándosela en las manos a Kazutora, quien aún lo seguía mirando con total confusión.

— No hace falta nada más.

Aun con una sonrisa, Dai se apoyó en los hombros de Kazutora y se colocó de puntillas para poder robarle un beso corto. La acción parecía haber cambiado el humor del muchacho, quien soltaba un suspiro de alivio mientras colgaba sobre su hombro la mochila de Dai. La ahora pareja se mantuvo estática mirándose fijamente a los ojos, hasta que el carraspeó de una garganta ajena rompió el aura romántica.

— Entonces hoy también iré sola a casa, ¿verdad?

— ¿Si te hago pie de manzana me perdonarás por haberte dejado ir sola durante todos estos días?

Ima se sonrió — Puede que lo piense.

Dai se alejó un momento de Kazutora para poder abrazar a Ima. Después de todo no es que fuera solamente su única amiga, era su mejor amiga, y la conocía lo suficientemente bien como para saber que esas muestras de supuesta molestia disfrazaban la incomodidad que algunas situaciones le podían provocar. Sabía que, aunque no lo demostrara con palabras estaba feliz de verla feliz.

— Lo tendrás mañana para el almuerzo. Es una promesa. — Dai le extendió un meñique levantado a su amiga, quien sin dudarlo lo entrelazó con el suyo para después agitar sus manos como si de un apretón se tratase.

— Te veo mañana entonces. Hasta entonces, Hanemiya.

— Adiós.

Ima salió del salón, mientras que Dai y Kazutora se dispusieron a hacerlo también. Mientras caminaban a la par, la muchacha tomó la mano de él, quien pareció sobresaltarse un poco a pesar de ser un gesto que entre ambos ya era de lo más común.

— ¿Pasa algo, Dai?

— No. Esto hacen las parejas, Kazu. — Dai comenzó a mover el pulgar suavemente para acariciar el dorso de la mano del muchacho. — ¿Quieres ayudarme a preparar el pie de Ima?

...

— ¿Cómo es que hacer un pie es tan difícil?

Kazu, estamos en la parte fácil, aún falta el relleno, el fuego, hornear, acomodar la masa en el molde...

Dai picaba los trozos de manzana con bastante agilidad mientras que, a su lado, Kazutora mezclaba con algo de desesperación lo que sería la masa.

— ¿A qué viene el Kazu?

— Suena lindo. — Dai dejó la manzana ya picada de lado para continuar con la siguiente — ¿te molesta?

— No... me gusta que tú me lo digas — Dai sonrió cuando lo escuchó — ¿Cómo sé que esto está listo?

— Déjame ver — la muchacha dejó de lado la tabla de picar y se acercó a Kazutora, quitándole el bol de las manos y verificando la textura con sus dedos — ya está. Lávate las manos, las tienes llenas de harina.

Con algo de picardía, Dai, quien también se había manchado las palmas con harina, tocó intencionalmente la nariz de Kazutora, dejando que la textura polvosa del ingrediente le provocara un estornudo y haciéndola echarse a reír mientras separaba la masa en dos recipientes distintos.

Desobedeciendo la orden inicial, Kazutora paso sus manos aun sin lavar por las mejillas de la rubia, quien abrió la boca con notoria sorpresa.

— ¡No digas nada! Estamos a mano — pronunció el muchacho acercándose a la tarja de la cocina para limpiarse las manos.

— Bueno, tienes razón... ¿puedes poner esto en el refrigerador?

— Sí

En el momento en el que Kazutora se acercó para tomar los recipientes, ya con las manos limpias, Dai se aprovechó y le tomó el rostro con ambas manos llenas de harina. Lo acercó hacia sí, besándolo y cumpliendo un doble propósito: seguir jugueteando y besarlo. La intención inicial era besarlo, el llenarle el rostro de harina era solamente un plus en su plan.

Al separarse, Kazutora no hizo ningún intento más por ensuciarla, obedientemente llevó los dos recipientes que sostenía aun en las manos al refrigerador y los dejó ahí.

— No voy a quejarme por esto último solamente porqué me gusta cuando me besas.

Dai se sonrió, y con la intención de agilizar la preparación del postre, le alcanzó a Kazutora otra tabla para picar y un cuchillo con buen filo.

— Anda, ayúdame a seguir picando esto. — él asintió y siguió su orden.

A Kazutora parecía no costarle mucho, pero no podía imitar la velocidad y la técnica de su compañera, parecía como si se tratase de una chef profesional. Cuando terminaron con las manzanas, Dai tomó estas y unos otros cuantos ingredientes más para llevarlos al fuego.

— Eres muy rápida haciendo esto, siento que si mi madre hiciera esto duraría el triple de tiempo que tú.

— Tengo muchos años cocinando, me gusta mucho, lo hago en mis tiempos libres... y me encantaría ser profesional. Tú, sabes, gastronomía, tener un restaurante grande y bonito. — Dai se encogió de hombros — es mi sueño más grane hasta ahora.

— Estoy seguro de que serías excelente, y de que no vas a tener ningún problema en conseguirlo. Eres muy buena con todo lo que conlleva la cocina.

— ¿Y tú, Kazu? ¿Qué te gustaría hacer cuando fueras mayor?

La pregunta lo dejó en blanco. La verdad es que no solía pensar mucho en lo que sería de sí en su futuro, todo su tiempo y esfuerzo estaban enfocados en una sola cosa: venganza. La sola idea de esto le aceleraba el cuerpo, pero también le había hecho olvidarse en parte de sí mismo, de que le gustaría hacer, o que otros sueños tenía antes de que la idea le comiera la cabeza por completo.

En ese momento, se sintió completamente vacío, ¿de verdad tenía algún otro motivo para estar ahí aparte de sus ganas de asesinar a Mikey?

— No lo sé aún.

Los muchachos pasaron un rato más dentro de la cocina hasta que todo estuvo listo para poder dejar el pie en el horno por cuarenta minutos. Después, la pareja se fue al salón principal. Como era costumbre, el señor Hayashi no estaba en casa, por lo que ambos se tumbaron en el sofá más amplio y Dai tomó el control remoto, y recargó su cabeza en el hombro de Kazutora.

— ¿Hay algo que quieras ver?

— Eh, no — la verdad era que Kazutora no frecuentaba demasiado la televisión, usualmente pasaba sus tardes jugando videojuegos más que viendo programas o películas, que, aunque le gustaban, le aburrían con facilidad.

— Entonces elijo yo.

Dai presionaba el botón del control una y otra vez hasta que encontró un canal en el que solían transmitir música extranjera. Pensó en dejar esta de fondo para poder seguir charlando con el muchacho y descansar. La cocina le apasionaba a la par que la agotaba, a pesar de que había tenido algo de ayuda esta vez no le impedía sentir la espalda algo tensa y las piernas rígidas.

— A todo esto — mencionó el pelinegro — ¿al menos obtendré un trozo de pie por haber sido tu ayudante?

— Creí que te bastaba con haber pasado tiempo conmigo, no creí que solo me quisieras por mi comida — Dai fingió un puchero

— ¡Sí! Me gusta pasar tiempo contigo, eres, bueno, eres mi novia, pero aun así quería probar el pie y...

El calor se le subió al cuerpo y la rubia se dejó llevar, levantando la cabeza de su hombro para poder acercarse a él con una sonrisa de oreja a oreja y plantarle un beso. A Kazutora aún le sacaba algunos sustos el hecho de que para ella fuera tan fácil dejarse llevar y robarle besos tan de la nada después de decir cosas torpes, ¿a Dai le gustarían sus frases torpes? Los pensamientos se le disiparon al muchacho a los pocos segundos, dejando que esta vez los labios de Dai guiaran a los suyos y atreviéndose a tomarla por la cintura. La muchacha se alejó, no sin antes dejarle unos cuantos besos en el rostro y las mejillas.

— Si sigues siendo así de lindo conmigo y diciéndome que soy tu novia más seguido te terminaré haciendo un postre para ti solo — la muchacha le robó un beso más corto esta vez — ¿cuál es tu postre favorito?

— No hace fal...

— ¡Dime!

Kazutora suspiró para después sonreír — me gustan los brownies.

— Está bien... — con su sola mirada Dai le daba a entender al muchacho que hacía falta una pieza clave en su frase.

— Mi novia es una muy buena cocinera, y le dije que le gustan los brownies, me dijo que si decía más seguido "mi novia" me haría unos brownies, y como quiero probar esos brownies y también el pie de manzana, ahora intentaré decirle que es mi novia más seguido.

Dai se abalanzó sobre el muchacho nuevamente, rodeándole el cuello con los brazos y haciendo que las distancias se hicieran más cortas. Le gustaba mucho la idea de ser su novia, no solo por un sentido de pertenencia extraño, sino por quien era el que decía las palabras. Estaba encantada de saber que era la novia de Kazutora, una persona dulce, sincera, y a la que en el fondo de su corazón ya le guardaba un tremendo cariño a pesar de lo que cualquier persona pudiese decirles.

Recomendación: reproducir la canción de multimedia o playlist (... Baby one more time – Britney Spears)

Pudieron mantenerse ahí más tiempo, de no ser porque una melodía peculiar comenzó a sonar en los parlantes de la televisión, y en el videoclip se veía una mujer rubia con un uniforme escolar extraño, "¿Así serán los uniformes en América?" pensó el muchacho, y cuando menos se dio cuenta, Dai ya se había levantado del sofá, había soltado su cabello y comenzaba a moverse al ritmo de la canción. Sin duda alguna era una bailarina excelente, se sentía hipnotizado al verla seguir la música con tanta agilidad y gracia.

Show me how you want it to be
Tell me, baby, 'cause I need to know now, oh because

La rubia seguía la coreografía que se emitía en la televisión al pie de la letra, y en un momento de distracción tomó la mano de Kazutora para levantarlo del sofá.

— ¡Baila conmigo!

— Dai, no sé bailar... — se rascó la nuca avergonzado

— Vas a aprender, vamos. — la muchacha pausó su movimiento y se colocó a su lado, esperando el inicio del coro de la canción — solo intenta seguirme a mí, ¿sí? Dos, tres, cuatro.

My loneliness is killing me (and I)

I must confess I still believe (still believe)

Dai volvió a comenzar la danza y Kazutora hizo su mayor esfuerzo en seguirla, moviéndose de forma torpe en comparación a ella, pero aun así se esforzó. El corazón le latía con fuerza debido a los movimientos y saltos dentro de la canción, y con el paso de tiempo comenzó a sentirse más familiarizado con la música. Dai lo miraba orgullosa, fijándose en su sonrisa por la cual se vislumbraban apenas sus dientes y lo mucho que esta permanecía en su rostro aun cuando los pasos no le salían por completo. Sin duda, una de sus próximas citas sería exclusivamente a la máquina de baile del arcade. Estaba ansiosa por volver a bailar con él, y sobre todo por verlo sonriendo de esa forma, tan genuina y real.

Cuando la canción terminó la muchacha dio unos brinquitos y aplaudió en su lugar, para después colgarse del cuello de él y darle un corto beso en los labios. El muchacho la rodeó por la cintura y la levantó unos pocos centímetros del suelo para que ella no tuviera que colocarse de puntillas. No pudo evitar sonreír mientras sentía los labios de la chica sobre los suyos.

Ambos cayeron en el sofá nuevamente, cansados por el baile anterior, y dejaron que las canciones siguieran sonando en la televisión. Kazutora se tumbó boca arriba, dejando que su cabeza se recostara sobre las piernas de Dai, quien al sentirlo sobre sí no dudó en comenzar a propinarle caricias suaves en el rostro y acariciar su cabello. Una canción mucho más tranquila comenzó a sonar en la televisión, y Kazutora cerró los ojos dejando que su mente se perdiera en sus pensamientos.

Recomendación: reproducir la canción de multimedia o playlist (Truly Madly DeeplySavage Garden)

I will be strong, I will be faithful 'cause I'm counting on
A new beginnin'
A reason for livin'
A deeper meaning, yeah.

El amor había estado tan ausente en su vida que aún le extrañaba tener la capacidad de sentirlo, pero no había duda. Con Dai cerca de sí, mirándolo a los ojos con esa peculiar mirada brillante y esos cabellos rubios alborotados cayendo alrededor de su rostro, había comenzado a conocer el significado verdadero del amor, y no quería soltar todo aquello que la chica le provocaba en la mente y el pecho. Parecía que al fin todas las heridas que habían quedado impresas dentro de sí comenzaban a cicatrizar y sanar lentamente, ella era todo lo que necesitaba en ese preciso momento. Al tenerla consigo, sabía que nunc iba a volver a sentir la soledad inmiscuyéndose por sus entrañas y que lo único que iba a estar constantemente rondando por su mente iba a ser todos los sentimientos que ella le provocaba.

Esos ojos extraños, esa larga melena rubia, esas suaves manos y esa dulce sonrisa lo eran todo.

Ese era el significado del amor.

...

La pareja permaneció ahí un tiempo más hasta que la alarma del horno sonó. Dai intentó levantarse, hasta que se dio cuenta de que la persona sobre sus piernas estaba inmersa en un sueño profundo. Cuidadosamente levantó su cabeza y lo volvió a recostar sobre el sofá, dejándole un beso sobre la frente.

Sacó el pie del horno, estaba perfecto. Comenzó a cortarlo en trozos y recordando la charla que habían tenido el día anterior, Dai tomó una hoja del cuaderno que su padre solía dejar en la cocina, y escribió un pequeño mensaje. Tomó uno de los trozos del pie y lo guardó en un contenedor pequeño, dejando sobre este la nota, para después caminar sigilosamente al salón. Ahí buscó la mochila de Kazutora, y con cuidado, metió el regalo.

El muchacho ni se inmutó y un suspiro de alivio salió de ella mientras lo veía dormir.

Andamos bien soft~

Alguien por ahí me dijo en la ficha de Dai que los hiciera bailar y puessss, listo! jajajaja.

Btw, la canción que escucha Kazutora mientras Dai lo mima es "truly madly deeply" de Savage Garden.

Gracias por las 7K lecturas! lxs aprecio un montón, no saben cuanto lo agradezco. <3

Síganme en Tiktok x cierto, mi cuenta es un culto a Kazutora JAJAJAJA, estoy como  @ fri.yay13

Besitos<3.

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